cristiano
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- cristiano
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Relación de la muerte y honorífico entierro del Ilustrísimo y Reverentísimo Señor M.B. F. Álvaro de Benavente, Obispo Ascalonense y Vicario Apostólico de la Provincia de Kiangsi [Jiangxi]. 17 de abril del 1709.

devota pausa el miserere. Tomaron el féretro en sus hombres quatro Venera-
bles sacerdotes, que ocuparon el intermedio de toda la clerecía: Siguio por ultimo a esta
magnifica Pompa y Majestuoso concurso el tercio militar de la infanteria a son tris-
tede tambores destemplados : sin cesar aun por breve tiempo los dolorosos y penetrantes
clamores de las campanas, como tampoco el estruendo de la artillería. El orden, el
concierto , el silencio , la compassion , el dolor de ver que tan presto les faltaba a quien
tanto amaban , fue el mayor que se puede hallar en otro semejante acompañamiento.
La gente que por los balcones, y bocas calles miraba era muchísima especialmente de
Chinos infieles que no satisfechos de ver lo en una calle daban la vuelta por otra para
volverlo [aminar] y aun admirar ; sin duda con mucho exemplo de todos asi Europeos
como Chinos, y asi Cristianos, como gentiles : con esta magnificencia y aparato tan lucido
entro la procesión en la Iglesia del Gran Padre San Agustin y puesto el cadaver sobre una alta
resplandeciente y rica tumba, el [Dean] y Cabildo entornó el responso, que
acabado se despidió con la demás clerecía. Luego comenzo La Misa el Joan
de Rosa Prior de dicho Convento de ; acabada que fue la Misa, que
oficio, la musica en tono compasivo y doloroso, y dichos los demás oficios fue sepultado
a que vecina por muchos siglos en el corazon de los suyos en el mejor y mas principal lu-
gar de la Capilla mayor Dio fin a todo el escuadrón disparando sus mosquetes.
Concluida esta función luego el
estado que estaban antes morir , que todas eran de la Orden y muchas mas que tubie-
ra también lo fueran ; pero que si sobre ellas habia de haber después el mas mínimo
embarazo, las renunciaba todas desde luego ; que si su excelencia tenia alguna disposi-
ción, que hacer sobre ellas, solo le restaba obedecer ; pero sino que con su licencia dis-
pondría de ellos. Respondió dicho señor Patriarca nombrando o señalado un Misi-
onario de la por Notario, para que hiciese inventario de ellas, como de
echo se hizo con poco trabajo por ser tan corto el numero de sus cosas y de tan pobre
calidad, cual competía, no aun obispo sino aun Religioso muy pobre ; y porque no
le faltase a lo real y físico las formalidad de pobre, nada era suyo y todo era de la Or-
den, y por eso nunca pudo (como algunos juzgaron) hacer testamento, verificandose de
dicho señor, lo que se dice de el Gran testamentum nullum fecit; quia Unde
faceret Cristi pauper non habuit: hizo solo na Ultima declaración que segun dicho se
ñor Así había dicho al Vicario se reduzca a decir que todo lo que tenia era de Or-
den de ; quien como todos saben le entrego [ad Ulcim]todas las alaja, que siendo Provincial
de la Provincia de Filipinas tenia a su uso y otras mas y le asistió no solo con lo necesario para
venir a China y consagrarse sino también con el sustento de algunos años hasta que las
Carta de Juan Nicolás de Rivera a Álvaro de Benavente desde Xao-King-fu el 23 de octubre de 1686

confusión viendo que no les aprovechaba acudir a sus ídolos. Lo cual sabido
por dicho padre Fray Juan de Rivera les predicó el santo evangelio exhortándoles
a recibir el santo bautismo y sucedió que todos aquellos que se bautizaron. [B: stopped here, 11 Apr] Fueron
hices de maltratamiento de dicho demonio. Y con este buen sucejos
convirtió muchas familias, porque el demonio huya luego de las casas de los
bautizados y habiendo un recién convertido de estos apostatado de la fee [le]
sucedio que pasando un rio se acio del el demonio llevando le [y que]
con otro tres que se hacieron del para librarle por lo cual reconozco suyo
y volviéndose a Dios arrepentido quedo libre de la opresíon del demonio,
y fue a delante buen Cristiano.
En la ciudad de Xao King Fu en solas tres meses convirtió el padre vicario
provincial Fray Miguel Rubio sesenta y cinco personas, y muchos niños arrojados
en las calles y hasta el [postres] despacho tenía bautizados dos cientos animas. En
un aldea de la comarca de Nanhiung después de haber predicado el santo evangelio
el padre Fray Juan de Rivera y su catequista se convirtieron cuatro
manos porque aquella noche se les apareció visiblemente un hermoso [joven]
y le dijo que por que no hacían cristianos y respondiendo que no estaban [instodos ]
ni sabían persignarse el joven les instruyo y enseño hacer la señal [dela]
cruz, amonestando les que se bautizaren, y habiendo conferido de pues lo cual
avisa sucedido separan a pedir el bautismo en compañía de otras muchas
vidas de este portento.
En la ciudad de Nanhiung fu donde estaba el padre Lector
Juan de Aguilar por haber ido a predicar al padre Fray Juan de Rivera
las aldeas circunvecinas sucedió que se apesto un barrio de los arrabales
de dicha ciudad muriendo lastimosamente muchos pobres y miserables [gentiles]
supo lo un buen cristiano y les dijo que siguerian ver se libres de sementajes
[tapio] que se hicieren cristianos; ellos lo prometieron y el cristiano les llevó [agua]
bendita y imagines del salvador y del María Santísima y de [repa]
se hallaron libres de aquel mortal achaque movidos de lo cual vinieron
mas de cuarenta a nuestra iglesia a bautizarse, menos uno, que por muy enfermo no pudo
al cual fue a bautizar a su casa el padre lector Fray Juan de Aguilar, y despues
media hora de bautizado fuimos servido de llevarse le [parar].
Carta anónima e incompleta de un agustino en el sur de China. Ca. 1687

la provincia de Che Kiang in mediata a la de Nan King que dijeran ser religiosa
de la [compañia] y matemáticos, y que si lo recibían en China sequesarian [lo
da] su vida en ella. El corregidor los los aseguró, y dio [ha sido] al virrey de la provincia,
y envío el memorial al [emperador], y de su real mano se remitió al
consejo de Ritos de donde salío decreto, que los padres matemáticos, sus libros, [sus]
instrumentos se vuelvan a Europa, y que se guarden todos los puertos que no entre
Europeo alguno. Difícil parece de creer que los dichos cinco padres sean verdaderos
padres de la compañia y hagan semejante oposición a los reverendos padres de la cortes
también se teme grande persecución por parte de la chinas por cuanto el Mascobita
esta a la vista del gran muro de china con un ejercito de cincuenta
mil hombres, y ha enviado a Peking un embajador al emperador de china pidiéndole
cuatro capítulos el primero la satisfacción de cierto agravio, que años
pasados se hizo a otro embajador el Mascobita envío a la corte de aquel imperio.
El segundo que se les abra el comercio que hasta ahora se les ha negado. El tercero
la entrega de ciertas ciudades que están fuera del muro a que [alegan]
derecho muy antiguo. El cuarto le pide unas fortalezas, y laguna [Celebes]
donde se cogen con grande abundancia ricas perlas. El emperador le concedió [con g]
de liberalidad todo lo que pedía, pero el embajador no ha aceptado porque
dice ser solo vice embajador, y es preciso dar antes cuenta al [primos]
que viene con el ejercito, de donde se discurre, que el intento el otro y que [a]
pretexto de embajada juzgando que no concedería el emperador lo que pedía, [Vie]
a declarar sangrienta guerra; el emperador esta con grande miedo, la
corte medio alborotada y los religiosos en gran peligro porque las Moscobitas
colgado en el pecho [margen izquierda] traen todos un crucifijo patente con que las chinas juzgan que somos todos [d]
una misma religión y facción. Y aunque los padres de la corte de Peking no [cosan]
de persuadir al emperador que aunque somos Europeos no somos todos chinos
antes si enemigos por ser cismáticos inobedientes a la santa iglesia romana,
y se teme persuadan al emperador que somos espías y enemigos en cubiertos
y que han hecho tantos cristianos los misionarios [paracer]
gente y levantarse con el reino. Y así si el Moscovita declara
guerra es muy [verosímil] se levante persecución contra los religiosos porque
así se practica ya en los tribunales de la corte de Pe King y [expenal]
el tribunal de Lipu, que es como congregación de Ritos, en el cual ha salido [conde]
da una [seta] de las de China que exhorta a la Anarquia, y dos [obediencia] a los
Relación de los sucesos de esta nuestra misión de la Orden de Predicadores en China en este año de 1682

magnánima providencia ha procurado dar nuevo ser
a esta misión, que por falta de ellos se hallaba bien des-
caecida sintiendo el demonio tirano infernal de tantas
almas en este imperio que con la conversión de algunas los
nuevos capitanes de cristo comenzaban alegres a cantan
Victoria tan en oprobio suyo y resellándose de mayores
triunfos en adelante, determino su ciega obstinación
publicarnos guerra, aplicando su mayor esfuerzo a la villa
de Fogān, concibiendo su [depravado] ánimo que de allí le ame-
nazaban los mayores conbates. Hallabáse la cristiandad de
dicha Villa en la pacifica posesión de muchos años acredita-
da, aún para con los gentiles; pues a todos es notoria la buena vida
y ejemplo de los cristianos que en ella se hallan. Los corregido-
res que los años antecedentes la gobernaron acudían pacificos a
las cortesías con los ministros, que pide el común estilo de China,
prendados de los [presentillos] que vestidos con la capa de urbanidad
se les ofrecen, medio que se a juzgado por necesario, para alentar el
ánimo de los flacos, que en los más, aún no ha crecido tanto la fe que
hayan [despojadose] de las cortezas civiles del miedo. De este paci-
fico estado gozaba esta cristiandad, con dos iglesias que (fuera
de otras que hay en los pueblos) tiene dentro de los muros en la mis-
ma Villa; La principal a que acuden los varones hermosa y capaz
lo que permite la pobreza de nuestra misión, y lo que basta para
atractivo de los chinos por el aseo. La otra es la antigua que por
pequeña habiendo crecido el número de los fieles, [pidió] mejora,
y ahora servía para [solas] las mujeres que por ser impracticable
en China el acudir esta a la de los varones, pareció necesario hacer
esta distinción imitando en ello a los Padres de la compañia que en
algunas partes se han valido de este medio, intentando con el
hacer menos dificil la administración hacía esta part por ser
la más principal en número, y fervor en toda la China el devoto,
y fimíneo sexo con estas dos alas volaba en su progreso nuestras
santa ley fuerte y suavemente en Fogān; y volaba la fama
por los lugares. Circunvecinos atrayendo a muchos de sus mora-
dores el olor de tan aromáticos como celestes ungüentos a
abra

a abrazar rendidos nuestra santa fe crecidos manojos de es-
pigas nos prometíamos este año, según las disposiciones en mu-
chos se descubrían. Como la envidia del enemigo de todo lo
bueno, no había de clavar aquellos ojos teniéndolo por blanco
principal de sus iras? Así lo hizo, tomando por instrumento
aun corredigor que vino de nuevo a dicha villa, que si en lo sediento
de plata es como todos; en la malicia entiendo, es más que otro
ninguno. Residía yo entonces en aquella iglesia, y con el deseo
de continuar la paz en que la había hallado, procuré esmerarme
en que no se faltase con dicho corregidor al menor ápice de los
cumplimientos que piden las leyes de la urbanidad chinesca;
sin acortarme aun en lo que toca a los presentes o regalos, por
hallarme como me hallaba con provisión de algunas curiosidades,
que poco antes me habían llegado de Manila. Todo no basto para
que dicho corregidor aunque al principio se mostró suave
al primer lance no se torciese dándonos en retorno desabridos
ratos, que pudo bien asegurar los europeos, de que si en China
se toca a labrar cruces; tienen habilidad sus naturales
para dar a [tener] muy subidos de punto los amargones.
[2] El corregidor de la villa de Ningtē que esta cercana a la
de Fogān al cual tenía visitado y agasajado el Padre Fray Pedro de la
Piñuela; porque en ausencia de este el Padre Fray Lucas Estevan, que
quedó en su lugar en la iglesia que allí tienen los Padres de San
Francisco no le ofreció presente, como es costumbre en el día de su
natal, no obstante que no fue descuido de dicho Padre sino yerro
del catequista, y otros cristianos que poco esta distas por fiaron
en que no era menester; el tal corregidor en muestra de su
sentimiento público un edicto a los primeros de diciembre
del año pasado de ochenta y uno, el cual mandó fijar a la
puerta de la iglesia , y era del tenor siguiente.
Yo, el corregidor de esta villa de Ningtē por cuanto me consta
que la ley de Dios es mala, siniestra, y pervertidora de la [verdad]
y de toda y buena ley, y que sus secuaces pervierten la plene to-
do lo cual necesita del remedio; y como a tal la del tierro de estes
territorio para que pose el pueblo de paz; y quietud en
sus negocios. Y por que me consta que unos hombres naturales
de Europa han exigido dentro de esta villa templo de dicha ley
con

que exigiesen otras de nuevo y hiciesen nuevos cristianos y aunque
este decreto regio por especial providencia de Dios no bajo a las
audiencias inferiores, sino que se quedo en las de los metrópo-
lis: Con lo cual los que gobernan las demás villas y ciudades,
o no tienen noticias de el, o si la tienen no estan exacta que se-
pan todas sus circunstacias. Y lo que les consta lo que ven,
que en la corte y demás ciudades principales estan las igle-
sias, no solo patentes, sino autorizadas con un letrero que
como para patrocinarlas dió de su mano el mismo emperador
con la buena fe con que en virtud de esto consideramos a los
que gobernan, obramos los ministros con el desahogo que nos pare-
ce conveniente, para que todos se persuadan que ejerci-
tamos nuestro ministerio con licencia regia corroborándolo con
referir en las ocasiones que parece a propósito, la primer parte
del sobre dicho decreto, pero recelosos siempre de que al menor
ruido que quiera mover contra nosotros el mas desvalido
chino, pasando la causa a los tribunales superiores, como
es costumbre ordinaria en China, aún en negocios de poca
monta, liquidados las cosas nos declaren por incursos, no solo
de haber contravenido al decreto regio, sino de estar los que
estamos en este reino sin licencia que también es delic-
to grave, y condenarnos por ello a muerte, o por lo menos a o-
tros castigos menores, siendo por último infalible , y para noso-
tros el mas sensible el destierro.
Esto supuesto ya se deja entender, cuales que darían los
cristianos viendo publicados en las dos villas los dos referidos e-
dictos, conociendo que amenazaba el golpe hacía todo el
consuelo suyo, que son los ministros, y cuales se hallarían
los ministros, considerándo que en rebaños donde los más
se hallan poco crecidos, aún solo el espantarlos el lobo les
acarrea gravésimos daños. No faltaron impulsos muy
vehementes a la impaciencia europea de arrojarse a rom-
per los carteles que tantas blasfemias contenían contra
nuestro Dios, y Su Santa Ley; pero refrenóse este orgullo a-
tendiendo a la doctrina queda nuestro Padre Santo Tomás
en

en la cuestión tercera de la segunda 25 ártículo 2 ad. 3. Pues no podía
esperarse de la acción más fruto que dejar desahuciadas de
remedio nuestras cristianidades, y a las demás que gozaban
de paz, y quietud, ponerlas a riesgo evidente de que les alcan-
zase parte y pasase a general el disturbio ofreciéndose por el [comisario]
muchos medios por donde por bien se descubrian esperanzas
de remediarlo. Desde luego que damos los religiosos ex-
cluidos [de ir ] a hablar al corregidor porque había dicho que lo
había errado en admitirnos una vez que le habíamos ido a
visitar con que de ir ahora solo se esperaban desaires sobre
no verle.
[7] El primer medio que se ofreció, si bien que no se miro co-
mo el más eficaz, sino por el más a mano, fue que pues en
aquella villa de Fogān había muchos letrados cristianos, y
entre ellos gente de la primera suposición, que fueran algu-
nos a desengañar al corregidor pidiéndole que recogiese
el edicto que tenía fijado en diversas partes. Suponiendo
que esto solo bastaba tambien por satisfacción para con la ple-
be respecto del buen concept que allí tienen de la ley de Dios.
Propúseles el caso, y después de haberlo conferido entre si, fueron
los más de parecer que no convenía, por que ya habían comen-
zado a experimentar al dicho corregidor demasiadamente pre-
sentuoso con lo cual no esperaban de la acción fructo alguno
sino solo el que irritado emprendiese mayores males, con-
fieso que no quede muy gustoso con la respuesta, condenán-
dola por escusa dictada de unos ánimos apocados, y incapa-
ces para empresas que piden algún valor. Pero bien presto
medio Dios a entender, que era digno yo de reprehen-
sión, por haber con espíritu poco compasivo formado tales dis-
cursos, sin atender a que el obras con esfuerzo en lances
de estas calidades es don muy especial descendens a Patre
luminum, y como tal lo pone su majestad donde quiere; y aún
para confirmación de que es así, lo suele comunicar a los
sujetos más flacos, como para enseñanza mía lo hacía
ahora: pues esta bien claro en el caso siguiente.
[8] Sabiendo las mujeres cristianas de Fogān todo lo referido,
se convocaron, y conferidos los sucesos se resolvieron a ir
ellas

en la corte como en las demás provincias de China;
y con una furia infernal aspirando blasfemias sin querer
oir palabra cabal les respondía que porque, o para que nos intenta-
ban defender? No queriendo entender que los tales lo hacían
a fin de desengañarle sino maliciando que estaban cohechados
para que nos patrocinasen. Por el contrario o ya con tal gusto lo que
algún maldiciente en contra a nuestra le decía que el resto de los
infieles olvidados de que pocos meses antes en nombre de toda
la villa, y confirmas de todos los cabezas de barrio habían
ido a la iglesia a suplicar que pidiésemos a Dios le enviase
agua, lo cual luego por oraciones de los cristianos lo consiguieron;
con solo ver ahora explicada contra nosotros la pasión de su corregidor
prometiéndose más su gracia el que la dijera de nosotros mayor
maldad andaban todos como aposta inventando falsedades
que imponernos encontrando su malicia con algunas tales, que
ellos mismos las celebraban entre si, por fraguadas solo en el
tosco genio de tenderos, y gente vil, pero creía lo todo el corregidor
a ciegas, y muy a ciegas. Y así no es mucho que aún los menos
hábiles en hacer mal, se hiciesen fuerza para lograr la
ocasión, tales fueron, los que nos vendieron la casa que ahora
es iglesia, estos habiendo les hecho nosotros la limosna de com-
prársela, segun ella, y ellos estaban, ellos en extrema necesi-
dad, y ella en puntos de que la desamparasen por aruinada;
salieron ahora llamándose engaño y que les avisamos for-
zado a malbaratarla, y que su intento no había sido ven-
derla. Oyó el corregidor la queja con especial cariño que
les mostró, que mucho si vía en sus manos un cabo más, y tal
como este de donde asirnos. Admitió la querella, y des-
pachó. Luego a que prendiesen a los dos padres Fray Raymun-
do del Valle, y Fray Francisco Varo, que eran contra los que rezaba la pe-
tición, como compradores que fueron de dicha casa. Fue espe-
cial providencia de Dios que ninguno de los dos se hallase
entonces en aquellos distritos, y así dió el golpe en vago cuanto
a la prisión pero no cuanto a las molestias que a los que allí nos
hallabamos, que eramos dos, nos hacían los alguaciles todos
los días con ocasión de ir a buscar los reos.
Luego

[10] Luego que se reconció la dañada intención de tal corregidor y que
el [dragón] infernal que le incitaba tan al descubierto extendía
las guerras para despedazar aquel pobre rebaño: se acudió lo pri-
mero a buscar el principal remedio que era y lo es siempre
el encomendarlo a Dios, lo cual los cristianos y cristianas
pusieron en ejecución con tanto fervor que juzgo que en muchas
partes los ejercicios de rosarios, y letanías se alcanzaban unos
a otros con poca o ninguna interrupción, en cuanto a ayunos, y o-
tras mortificaciones también entiendo que por años enteros se
hacían los votos, y promesas para aplacar a Dios. Al mismo ti-
empo se procuraban buscar algunos medios humanos para que
por ellos como instrumentos, se dignase la piedad divina de re-
mediar tantos males, como ya se padecían, y no llegase el golpe
de los que amenazaban. Pareció acertado el recurrir al gobernador
de la ciudad de Foning a donde pertenecen, y están subordi-
nados las dos villas de Fogān, y Ningtē. Fue a visitarle el
Padre Fray Francisco Varo que residía entoces en dicha ciudad informó-
le de todo lo referido y por tenerle agasajado se atrevió a pe-
dirle, que favoreciese nuestra causa, pues el hacer lo sería defen-
der la verdad extraño mucho El Gobernador la acción de los dos corregidores
ponderando que aún en tiempo de la persecución pasada de la corte
no se había hablado con palabras tan indecentes de la Ley de
Dios, y mostrándose desabrido contra los dos corregidores,
ofreció que se despacharía un decreto en favor nuestro, como
lo hizo del tenor siguiente.
Yo El Gobernador de la ciudad de Foning doy este decreto
para la paz, y sosiego de los europeos que el año cinco del emperador
volvieron a sus iglesias, y el año diez y seis recibieron de dicho
emperador un rótulo honorífico, para poner en el frontispicio de
ellas. Habiendo pues aderezádoles de nuevo y puesto dicho
rótulo, y estando quietos en la ejecución, y observancia
de su ministerio, ha sucedido al presente quererlos inquietar
gente revoltosa, lo cual es digno de toda abominación. Por
tanto conforme a la petición presentada, halló que debo dar este
orden en que mandando los vecinos y demás habitantes de
las dos

tan [osenas], y sucias que fuera manchar el papel el refe-
rirlas, y señalado por lugar a donde las ejercitábamos
a la iglesia pequeña antigua, citando a lo último por cóm-
plices en los delitos a los cristianos graduados con fin de que
les quitasen los grados y que [ dasen] de bajo de su dominio.
A este informe que remitió por modo de su suplica arrimo para
hacer la eficaz la común persuasiva del mundo, y con alguna
especialidad de China que es la plata, disfrazando la mali-
cia de cohecho entre ceremonias de regalo. Aún antes de
salir el informe de Fogān ya en el sentir de algunos se
daba por tras tornado al gobernador de Foning así sucedió,
que no es mucho que al corazón de un infiel le rinda tal
contra mina. Explicó luego lo flaco de su poca rectitud des-
pachando un decreto en que mandaba se derribase la iglesia
antigua de Fogān: Si bien que se aguardase para ponerlo
en ejecución que viniese de la metrópoli confirmación
de esta su sentencia, y remitiendo dicho decreto a Fo-
gān, al mismo tiempo remitió el informe de nuestro enemi-
go multiplicado en traslados auténticos a los tribunales
superiores. A que fue donde el cordel dió su segunda
vuelta al recelo de que este negocio no podía menos que
llegar a la corte, pues pasaba ahora a manos del Virrey,
y del Capitán General que son los dos que solamente pueden
segun las leyes de China informar al emperador si bien que
el haber el Virrey recibido de nosotros el año anteceden-
te un regalo, dejaba algún resquicio a la esperanza de
que ahora nos favorecería.
[13] Visto el estado que había tomado el negocio pareció ne-
cesario que el Padre Fray Francisco Varo como mas apto, que era para
el intento, se partiese luego para la metrópoli, como de
hecho se puso a toda prisa en camino no obstante, que hu-
bo pareceres que lo dificultaron, por hallarse la misión falta
de socorro y sin esperanza de que viniese este año de Manila,
por haber nos escrito de [Ruang tuñg] como un chino que había
venido

venido en un barco que llegó a las primeras islas, había dicho como
en una tormenta se había desaparecido otro barco que ve-
nía en compañia del suyo en el cual según las circunstancias
que añadía, se colegía que vendrían los mozos que el año antes
habían ido con nuestro despacho y que los que este año habían
salido de Macao volvían ya de arribada camino de esta pro-
vincia todo esto hacía no poca fuerza para que se dificultase
el poner mano en acciones que pidiesen el menor gasto, pero
juzgose, por excusable la jornada del dicho padre y así se par-
tío que dando los de Fogān en el trabajoso aprieto en que
los continuos golpes de hinchadas olas, y furioso huracán,
sino sumergían la barquilla, la tenían siempre bien atri-
bulada.
Tan ufano se hallaba el tirano corregidor de Fogān con el
buen despacho que había conseguido torciendo a su diabólica
facción al Gobernador de Foning que ya daba por asentada por
superintendente la Victoria, y a lo humano tenía mucho fundamente por que
no pudiendo (según el estilo de China despacho ninguno
de las villas subir a las metrópolis, sin que pase primero
de los gobernadores de las ciudades, y a miraba, no solo segu-
ro el paso a sus depravados informes, sino que irían corrobo-
rados con la aprobación de dicho gobernador que se deja bien en
tender la fuerza que los despachos harán (yendo en este [señora])
a los magistrados supremos: Y consiguientemente cuan se-
guro juzgaría ahora este tirano su partido. Viéndole pues
blasonar vencimientos, todos los de su bando procuraban
tener alguna parte en el triunfo, no perdiendo ocasión
en que cualquiera de ellos podía hacer alguna moles-
tia, o decir algún baldón a cualquiera cristiano- siendo
el mayordomo del Rosario llamado Tomás [Chin]
el que mas en esto padeció, sin que el ser letrado gra-
duado de mucho nombre, y de lo principal de la villa
le valiese para que le tuviesen [respecto]. El aguardar la
confirmación de la metrópoli para derribar la iglesia
les parecía demasiado dilación, y así todo era hablan
y tra

y trazar en los corrillos el poner lo cuanto antes en ejecución,
teniéndonos de esta manera en un continuo sobre salto,
dando fuerzas al susto la memoria de que en años pasados,
aún sin tener de su parte al corregidor y sin otra autori-
dad más que la que suele tomarse un ciego, y desenfrenado
vulgacho nos derribaron otra iglesia en la misma villa.
Si bien que en media de este tropel de sustos en que fluctuaba
la flaqueza de la parte inferior, se hallaba lo superior
del espíritu con una segura, y cierta confianza de que
no había de permitir la piedad divina que llegase a eje-
cutarlo fundando esta confianza en que se había visto
la dicha iglesia llena de sobre naturales resplandores en
diversas ocasiones, alguna de ellas antes de comenzarse
la persecución, y algunas después, siendo en estas ultimas
testigos aun lo mismos infieles, que llegaban a preguntar
si se quemaba la iglesia, y en todas algunos cristianos,
y cristianas muy fidedignos, y deseñalada virtud. Por lo que
en diversos, lances que llegue yo a recelar muy próximo
el riesgo, diciéndole al mayordomo del Rosario (que nombre
arriba) que quitásemos la imagen de Nuestra Señora que
estaba en el altar por asegurar la de indecentes y reve-
rencias, me respondió siempre constante que de nin-
gun modo: que Nuestra Señora y su glorioso esposo San José
(a quien por ser patron de China se había escogido por
principal abogado en esta persecución) Los dos mira-
rían por si, y por su iglesia, mostrando cuando decía
esto tal fe, que me confundía: ejecutándome ahora
el fiel reconocimiento a que le aclame por digno de e-
terno renombre así por esta acción, como por lo mucho
que con rara fortaleza, y tolerancia magnánima pa-
deció en el discurso de toda la persecución.
[15] Ni es menos digno de mucha alabanza, un hermano
de dicho Thomas llamado Joseph [Loring], así por la gran-
de fe que en esta ocasión mostró como por lo mucho que trabajo.
No

No goza el dicho Joseph de los privilegios que su hermano,
por no estar graduado: y asi se podría presumir que no obra-
ría con tanto [aviso] por temor de las vejaciones que le haría
el corregidor, estando como esta de bajo de su jurisdiccíon.
Pero no fue así, sino que despreciando la vida por hallarse
falto de salud; teniendo en poco los azotes, que su ponía por
ciertos, en pudiendo haberlo a las manos el tirano, y atro-
pellando con el amor de mujer y hijos, y menos cabo que
con su ausencia padecería su [haciendas] se ofrecío a ir, como
de hecho fue en compañía del Padre Fray Francisco Varo a la me-
trópoli. Y importo tanto su ida por ser hombres
muy activo, y de gran expedicíon en los negocios, que pasan
en los tribunales, y trabajo tanto que llegó a decir el dicho Padre
Fray Fancisco en una de las cartas que me escribió, que si los
cristianos pesaran ahora a dicho Joseph, no era premio su-
ficiente a lo que el merecía. Con estos ejemplares que-
da confirmado, y se confirma más con otros que se veran
adelante lo que dije en el número séptimo de este pá-
rrafo, que el obrar con fortaleza en estas ocasiones lo
da Dios a quien quiere, cuando, y como su majestad es ser-
vido. Bendita sea su infinita bondad por siempre.
[16] Llegado el Padre Fray Francisco a la ciudad de Fòcheû, que
es la metrópoli de aquella provincia de Fōrîn, se hallo
allí un cristiano natural de Macao llamado Juan Cor-
tez que con especial providencia había Dios traídole en a-
quella ocasión porque teniendo como tenía mucha intro-
ducción con el Virrey por correr con algunos negocios de im-
portancia suyos, pudo apadrinarnos, como lo hizo. Por medio
suyo se le introdujo al Virrey un presente de algunas cosas
europa, con cuyo prólogo de cortesía se le dispuso el ánimo
para que oyese el informe de la persecución de Fogān. El
Virrey acordándose del regalo que el año pasado le habíamos
hecho del perrillo que los padres trajeron de Manila jun-
tándolo con lo que ahora se le ofrecía se hallo tan obligado
que quiso dar especiales muestras de agradecido, siendo las
pri

La primera de hacer al Padre Fray Francisco Varo otro presente de
retorno; favor que aún otros de menores puestos no se dignan en China de
hacerle a todos. Pero lo que más tuvo de particular, fue, que entre otras
cosas de que el presente se componía, y van veinte y cuatro [taes] de plata
fina, siendo [forzoso] el recivirlo todo sin hacer la menor replica, por
venir de mano de persona tan superior. Que para quien se hallaba re-
celando gastos encontrar con un juez de antemano paga el mismo
las costas, da motivo para que principalmente se reconozca por dádiva de
aquel señor que de este modo nos da a entender, que aún en los
tesoros de los tiranos tiene su providencia el deposito para cuando
falte a sus hijos. Y si lo que contenía el regalo fue del precio que
queda referido, de mucho mayor monta fueron los efectos quede
el se sugieron para que el magistrado de la sala del crimen, en cuyo po-
der estaba ya el siniestro informe el tirano de Fogān como esta-
ba a la mira de lo que pasaba; extrañada la novedad de agasajo
tan doméstico en persona tal, no obstante que era desafecto a la
Ley de Dios suspendió por entonces el actuar cosa alguna
sobre la materia, por que conocía que había el Virrey de advo-
car así luego la causa, y declarar por falsa la acusación y con
firmariase en este sentir, cuando vió que el dicho Vierry despa-
cho dos carteles a favor de las dos iglesias de Fogān y Ningte,
que para ambas se le pidieron, mirando siempre como propia
la causa por lo que también tocaba a nuestros hermanos los reli-
giosos de nuestro Padre San Francisco.
[17] Aunque por esta parte habían comenzado a correr bien y favo-
rables los vientos; pero aunque daba mucho y que se miraba más
arduo por ajustar, por que estando también la acusación por
conocer de sus causas. Hay también en aquella metrópoli; el
cual es independente de todos los demás: y no habiendo nosotros
hasta entonces tenido entrada con el perfect que allí preside,
ni con otro alguno de su audiencia, ni menos descubrir quien
de nuestra [padre] le pudiese hablara no se podía esperar menos que senten-
cia en contra de los letrados quitádoles los grados que por ser
en este reino un grado de estos tan apetecido que si por ser
cristianos les privaran del a los que le tienen tengo por cierto que
fuera

que fuera peligroso tropiezo para que otros dejaran de entrar en
la Ley de Dios. Y a mi entender arguye mayor gravedad del
punto, el que dejándonos su majestad [destruidos] de todo huma-
no refugio. Reservase como reservo a solo el brazo de su poder
el favor; como lo da a entender el modo de que se valio para el buen
despacho, tan superior a la capacidad de nuestros arbitrios. Al
mismo tiempo que instaba el salir la respuesta sobre este punto,
cayó enfermo de una grave dolencia el secretario de cámara
de dicho prefecto y entre muchos médicos que hay en aquella me-
trópoli, acertaron a llamar a uno que sol el es cristiano llama-
do Joseph Chang el cual que sabía muy bien el estado de nuestro
negocio, y el aprieto en que nos hallábamos, fue luego a dar parte
al Padre Fray Francisco Varo de lo que pasaba, para que cobrasemos
esperanzas de buen suceso. Ayudó le Dios, como se puede
piadosamente creer, al buen médico para que en breve, y bien cura-
se al dicho secretario: y impuesto y a en lo que había de decir,
buscó ocasión en que proponerle nuestro negocio, y hallada le informó
de la falsedad de la acusación que contra los letrado de Fogān ha-
bía llegado a aquel tribunal, pidióle que prestase su patro-
cinio en favor de dichos letrados, seguro de que en hacer
lo sería apadrinar la verdad. Oyó el secretario la suplica,
y alegrándose de hallara tan a mano ocasión en que recompensar
el beneficio de la immediata cura, prometió que el negocio sal-
dría bien despachado, y así se verifico, por que el prefecto sin
darse por entendido de que la acusación iba contra los letra-
dos a siendo se solo que en ella se hacía mención de nosotros,
breve, y sucintamente respondió que el conocer de las causas de los
europeos por camino ninguno hallaba que le perteneciese a
aquel tribunal.
[18] Publicado el feliz a cierto de estos despachos recibiéndolo los
cristianos como favor muy particular de la misericordia de
Dios, que daron no poco consolados, dando gracias a su majestad
por que así sabe su soberana piedad para que no [desfalle can]
los pequeñuelos, templar lo agrio de la persecución con lo dulce
y regalado del cariño, que con tan patentes muestras nos ex-
plica en los efectos, en que tanto se ví a resplandecer su pater-
nal

forzoso para administrarles los sacramentos el verlas, y tratar-
las, y aunque se procede aún en esto con todo el recato posible,
pero tenía por lo menos con que dar algún color a su falsedad.
Y siendo el recogimiento y retiro de las mujeres ley tan
rigurosa en China, tenía con que agravamos los delitos que
nos acumulaba, de modo que solo el oirlo [irritase] los ánimas de
los juezes en cualquier tribunal que pareciese la causa.
20 No se nos ocultaba a los religiosos las máquinas que para
dar nos batería fabricaba el tirano; pero nos [persuadíamos], a que
dado que el gobernador de Foning por hallarse obligado de los repeti-
dos, y cuantiosos sobornos que de su mano había recibido, se arro-
jase a enviar informe tan desmesurado a la metrópoli; pero el
magistrado de la sala del crimen por cuya mano había de pa-
sar, teniendo aún presentes los agasajos que el Virrey nos
había hecho, no se atreviera a ponersele en las manos, y que
en caso que lo hiciera, no se nos proponía como factible que el
Virrey lo admitiese, ni actuase cosa alguna sobre lo que
en dicho informe se proponía, por ser estilo muy practicado
en los tribunales de este reino, especialmente en los superio-
res donde cargamos el tropel de negocios, el no admitir acu-
sación hecha por aquel, en quien se reconocen indicios des-
apasionado, por que siendo como es el natural de los chinos
muy litigiosos, no dejaran respirar a los juezes. Movido
también de estos mismos discursos el Padre Fray Francisco Varo, se había
vuelto de la metrópoli a la villa de Lôyuèn, y aún con más [seguridad]
que la que los demás teníamos, por que al mismo tiempo se había
partido para Cantón el cristiano de Macao que nos apadrina-
ba, y habiendo encomendadonos al Virrey a la despedida, les
respondió que no fuese con cuidado, el miraba como cau-
sa propia nuestra negocio. Pero no hay discurso cierto, ni seguridad
que valga contra lo que en cielo se ha decretado. Aún se ex-
tendían a mas (como se verá adelante) las permisiones de-
Dios dando licencia a la malicia para que ejercitase a
sus siervos persiguiendo su inocencia.
Habiéndose ya fijado a la puerta de la iglesia el cartel
que

que a favor nuestro había concedido el Virrey parece, que se seguía que
habían [depocar] del alivio de algunas treguas, por lo menos en el
interin que el despacho que en contra nuestra se había hecho en nombre
de toda la villa de Fogān, y remitido a la ciudad de Foning, presenta-
do en aquel tribunal fuese ascendiendo por su orden a los demás
tribunales superiores, [esto] lo que puntualmente guardan los negocios
en China en el ascenso, y descenso de cualquier despacho. Pero en este
tiempo fue cuando la malicia de corregidor temiendo que nos gloriá-
semos del buen suceso, procuro privar nos de todo sosiego haciendo
amago de aposentar en la iglesia a todos cuantos hombres de cuen-
ta pasaban por aquella villa o venían a ella. Y a los cristianos
espantándolos con diversas amenazas que como estas suelen
causar aún mayor favor que los mismos golpes, hasta entonces
desde que comenzó la persecución, no se veo tan [amilanado], y
sombrado aquel pobre rebaño, en tanto grado que por este tiempo
el mayordomo del [Rosario] que nombre arriba de dijo un día; gra-
cias a Dios por todo que ocho o nueve meses a que no se pasa día
en que no padezcamos alguna especial aflicción, o trabajo.
[24] Llegó el despacho a manos del Virrey, que dejo burlado no
solo en esto nuestro discurso, sino que admitiéndolo, decreto que se
hiciese averiguación con todo secreto de lo que contenía la [acu]-
sación, y sele remitiese para que el despacharse mandamiento
de prisión contra los delincuentes, que éramos los dos que enton-
ces nos hallabamos en Fogān. Al mismo tiempo que salió este de-
creto, acertó a llegar a aquella metrópoli el Señor Don Fray
Gregorio López, que habiéndole yo suplicado que subiese a la villa
de Loyuen para comunicar puntos graves tocantes a su obis-
pado, siendo forzoso para su viaje el pasar por allí, llegó
a tan buena ocasión, pues no eso pudo luego darme a-
viso de lo que pasaba. Bajando yo de la villa de Fogān a la de
Loyuen por el fin sobre dicho [deber] me con el Señor Don Fray Gregorio
me encontró en el camino el tal aviso, y desde allí escribí al
Padre Fray Andrés López, que quedaba en Fogān que con to-
do disimulo fuese recogiendo las alhajas de la iglesia, y re-
partiéndolas por los cristianos que yo procuraría volver con
tiempo que pudiese hallarnos allí el order de que nos prendiesen,
si

si llegaba el lance, como lo tuve yo por cierto, y los demás
religiosos lo tuvieron también de que llegaría , y por modo
ninguno convenía que se diese la menor nota de que [ huya]-
mos el cuerpo, porque sería hacernos sospechosos de las in-
famias que no habían impuesto.
[25] Mucho, sintieron este golpe los afligidos cristianos, y no me-
nos los ministros considerando que nos faltaba ya el favor
del Virrey, que era el único, que a lo humano, nos conserva
en algunas esperanzas de poner obtener buen suceso y agravó-
se el sentimiento. Viendo que los efectos del tal decreto, iban
después confirmando los recelos que antes se había concebido,
porque habiendo llegado a manos del Gobernador de la ciudad de Foning,
como este se hallaba cohechado del corregidor de Fogān, aunque
venía cometido a el la secreta averiguación, remitió la di-
ligencia al mismo corregidor que siendo tan constante cuan a-
pasionado se hallaba contra nosotros, fue maldad notada
aun de los misioneros gentiles. Bien se deja entender el gozo que
el tirano nuestro enemigo recibiría, viendose con toda la auto-
ridad en su mano, que aunque era solo de averiguar y
de secreto luego se le ofrecería en ensancharla a medi-
da de su mala conciencia como lo hizo.
[26] Dió principio a la ejecución con todo el estruendo de rigores
que le ministraba su loca, como ciega arrogancia, mandó que todos
los cabezas de barrio le llevasen por escrito los nombers de todos
los cristianos, y con distinción de las que guardaba virginidad
por ser donde su malicia fundaba los cargos más feos que ahora
entendía comprobarnos ejecutaron todas estas averiguacio-
nes de molestia, que dejan entenderse de un tirano que tan-
to deseaba que llegase a su mano el acote. Pero permitiéndo-
le Dios tocar al cuerpo en algunos cristianos que prendió,
no le dió licencia por sus altísimos juicios para que to-
case al alma, que lo es el ministro, que aunque es muy
cierto que ello desearía, pero la divina majestad debía de haber-
le initimado al dragón infernal que le asistía el animan eius
ne te tigeris. Con que le ato las manos en otra ocasión. Habiéndole
en

entregado las listas, y preso a algunos cristianos, previno pen-
cas, convocó ministros y entre ruidos que amenazaban destro-
zos, llegado el día que había señalado para examen jurídico
concurrieron multitud de gentiles con ansia de ver extinguía
la Ley de Dios, salió el corregidor a Audiencia, y sentándose en
su tribunal con toda la soberanía que se acostumbra que
en China en la menor villa es muy majestuosa, mandó compa-
recer en juicio los examinados que solos fueron tres cristi-
anos que por viejos, y pobres debía el tirano de haber juzgado
por más a propósito, para que el miedo les hiciese decir allí to-
do lo que el quisiese. Comenzó el examen preguntando a
uno de ellos si era cristiano? (este que se llama Pedro Ching
me dijo después. Pero antes de comulgar, como lo hizo aquel día
me sentía, muy temoroso, y pusilánime, pero después de haber
comulgado me hallé con extraordinario valor) Respondió
a la pregunta del tirano con toda libertad que sí, que
cristiano era. Prosiguió el tirano preguntando, si tam-
bién su mujer lo era? Respondió Pedro que no solo su mu-
jer, sino sus padres, hijos, y lo serían siempre. Como pues
prosiguió el tirano permitis que las mujeres sean cristi-
anas? Donde sea visto en el mundo que las mujeres ten-
gan sectas, y doctrinas? Las mujeres respondió Pedro
no tienen racional como los hombres? No tienen peca-
dos de que deben procurar librarse? No le dejo proseguir
el tirano indignado de verle hablar con tal osadía, cosa
bien desusada, porque como es muy ordinario el matar
los azotes a los que llegan aquel puesto a los que llegan
a el apenas el favor les deja aliento para formar una
palabra, y así teniendo ahora este tirano por afrenta suya
la santa libertad de este cristiano, irritado y furioso arro-
jó las cañuelas, que es la acción con que decretan azotes, pero
aunque se seguía que de un montón de ellas que tienen para
este fin sobre el bufete, ahora las arrojase todas, su ciega cóle-
ra no le dió lugar a [a] entender que habían sido solas tres las que
había arrojado. Contiene cada una cinco azotes, con que le dieron
quince

quince, [arrojas.] Pedro que los recibió con mucho goza de su corazón.
[27] Desechado este testigo procedió a examinar a otro que por
ser viejo y medio sordo, por ahorar de pensarlo que había de respon-
der a tan molestas preguntas, de termino de fingirse sordo del todo;
con que a cada pregunta del corregidor respondía a un despropósi-
to, que causaba risa en el auditorio, y no poco rabiosa irá en el
tirano, levantaba este la voz, y el otro cerraba sus oídos, hasta
que a los gritos, que le dió un sayón respondió que el era cristiano,
y no decía más. Bien quisiera el corregidor para desfogar su có-
lera mandar que luego allí lo matasen a azotes, pero no sele
ofreció a toda su malicia la menor aparencia de razón
por donde honestar con el vulgo semejante castigo, con que
hecho un veneno de ver que así sele malograba una acción
en que el había trazado hacerla el total papel de su justicia,
sin atreverse a pasar adelante en el examen, explicando
su enfado levantóse del tribunal y fuese corrido, con que
se dió a este auto bien distinto de lo que de el aparato, y es-
truendo de amenazas se habían los infieles prometido, y así
se fueron bastantemente frio todos los que habían concurrido
con ganas de [oí] por lo menos en juicio las maldades que en
contra de nuestra Santa Iglesia, y Ley, y sus ministros se habían
hasta entonces publicado.
[28] En estas diligencias, y judicaturas andaban en la villa
de Fogān apelando el corregidor a nuevas trazas, y blasonando
ejecuciones de los órdenes del Virrey, cuando andaba Dios en la
metrópoli de Fòcheû disponiendo por medios bien extra or-
dinarios como se proveyese de remedio a aquellos daños.
Oyendo el Señor Don Fray Gregorio en Fòcheû el estado a que había
llegado la persecución, y no hallando aunque lo buscaba, modo
como se le pudiese suplicar al Virrey a mejor informe
ofrecióle Dios un buen cristiano llamado Eleuterio criado
del mismo Virrey, del cual ni aún senos había antes ocu-
rrido el valernos del, por juzgarlo de muy poca su posición
para con persona tan grande , y en negocio de tanto empe-
ño. Viendo Eleuterio afligido al Señor Don Fray Gregorio le o-
freció que el presentaría un memorial y hablaría al
Virrey, el dicho Señor Don Fray Gregorio considerando que no se descubría
otro

otro medio, admitió la oferta y entre los dos dispusieron
el memorial el cual en sustancia decía, que el era
cristiano antiguo, pues había heredado el serlo de sus padres,
y abuelos, que también lo había sido, y que habiendo cono-
cido diversos ministros del evangelio, a todos los había ex-
perimentado hombres de inculpable vida, y muy ajenos de las
torpezas que ahora les imponían a los que residían en la villa
de Fogān, y que teniendo por tan manifiestamente falso lo que
contra ellos se había informado en aquel tribunal, que
el ofrecía su cabeza si por vía de ministros desapasionados
se llegará aprobar el menor de los cargos que contra dichos
ministros del evangelio se habían publicado.
[29] El primer día que el Virrey salió a [audiencia] llegó El-
eutorio a presentar su memorial, y viéndole el Virrey
arrodillado como es costumbre en China a los que comparecen
en algún tribunal, mirándolo con apacible semblante
le preguntó diciendo que se le ofrece al buen viejo? Y habiendo
le entregado el memorial, y comenzando a leerle, y sin acabar-
le, tomó la pluma y decreto diciendo que por cuanto el tenía
ya averiguado ser falso lo que el corregidor de Fogān había de-
puesto contra los ministros de la Ley de Dios, que el magistra-
do del crimen despachase luego por el asesor de dicho corregidor
para que fuese castigado por haberse atrevido a mentirle en
negocios tan graves, de este modo se castigan en China los ex-
cesos de los que actualmente estan en los gobiernos; y es para ellos
muy sensible, como lo fue ahora para nuestro enemigo, hallán-
dose en al mayores razones de sentimiento por que fuera de las
comunes de ser lo mismo que si los azotaran a ellos, y ser tam-
bién un comenzar a levantar la mano para el golpe que se
les previene en sus mismas personas, que a lo menos es de qui-
tarles después los oficios, el hallarse ahora este tirano tan
empeñado, y tan cerca, a su parecer, de salir victorioso
necesariamente había de agravarle el sentimiento, de modo
que algunos se recelaban, de que se había de [ahorcar].
[30] Bien se conoce, que para personaje tan grande de como un virrey
y especialmente en China donde tan notable es la soberbia
con que

con que se portan y hallándose este jurídicamente informa-
do contra nosotros de los tribunales inferiores, que esperaba más exac-
to el informe, en virtud del decreto que el pocos días antes había des-
pachado; Bien se deja entender de cuan poca monta ha-
bía de ser la intercesión de un pobre viejo de por cristiano llevaba
consigo el crédito de [aposionado ] a no haber habido otro más su-
perior impulso de aquel poderoso señor que para [dar] alguna
muestra de su infinito poder, suele escoger los medios más
humildes para derribar los imperios más fuertes. Llegó el des-
pacho a Fogān donde se hallaban unos ocupados en continuas
oraciones, letanías, y sufragios, porque las que comenzaron al prin-
cipio de la persecusión, ahora se repetían con mayor instancia
hallábanse ocupados, otros en violencias extorsiones, y di-
ligencias inicuas, con lo cual aunque a todos causo admi-
ración la impensada nueva, pero con la diferencia de efec-
tos que pedían tan opuestos ejercicios, porque en unos
entre júbilos, y alegres alborozos, sonaba la suave har-
monía de hacimiento de gracias, y alabanzas a la majestad
de Dios, y en otros se [vian] la turbación, los [tomores] y rabio-
sas blasfemias contra su divina bondad, pero todos
(sic) también los concluyan con que con esto
se había y ha dado fin a todas las máquinas de la per-
secución: Y así se seguía que había ello de ser a haber-
se de acomodar los sucesos a los discursos humanos, pero
por más ciertos y bien fundados que a los hombres les
parezcan suelen salir después vanos.
[31] Y a se sabía que por este mismo tiempo había llegado nueva de
la corte de que estaba el Virrey promovido para Capitán
General de Cantón, pero también se sabía que las personas
de puesto de aquella Provincia de Fo Kiên habían supli-
cado al emperador que tuviese por bien de que dicho Virrey se de-
tuviese allí por lo menos un año más que importaba su a-
sistencia para acabar de asustar las inquietudes de los
de Tayoan, con lo cual nos prometíamos que en aquel tiempo
que daría totalmente o segurada la paz, que deseábamos para
Fogān porque el Virrey demás de haber despachado el
sobre

general en todo el reino nuestro enemigo tenía co-
hechado un oficial en la audiencia del crimen mediante
la cual diligencia corrió con especial brevedad este des-
pacho cuanto al bajar a Fogān que habiéndolo recibi-
do el corregidor lo mandó fijar luego en los lugares públicos
con otro edito suyo en que mandaba, que para cumpli-
miento de el decreto del Virrey, los cabezas de barrio le ha-
bían de dar todos los meses razón de lo que acerca de esto pu-
dieran averiguar.
[33] En las muchas tribulaciones con que el discurso de es-
ta persecución vi a la no [necita] de aquella pobre iglesia bien
asustada, ahora solamente llegué a recelar, que las olas y a la
sumergían, y sin recurso la hecha van a pique. Y así ex-
clamé diciendo, que por mejor tuviera el que se hubiera per-
dido antes de ahora resumiéndose en ella sola la per-
dida que no perderse ahora con tan evidente peligro
de los cristianos llegó a lo sumo que pudo llegar por que
por horas aguardaban, cuando vian llevar presos a los mi-
nistros por haber exigido iglesias y hecho de nuevo cristianos
y cuando también los prendían a ellos por la misma
razón, y declarándonos por incursos en el crimen de
haber contravenido al mandato regio, quitar no la vi-
da, y extinguir de China la cristiandad. Era este último
aprieto que tenía y decretado la majestad de Dios que
se había de padecer en esta persecución, y así no es mu-
cho que para ejercicio de unos, y prueba de la fe de otros
permitiese su majestad que fuese también la mayor tribu-
lación.
Hallabanse también sobre manera afligidos en
Fòcheû el Padre Vice Provincial de la Compañia y el Padre Fray Francisco
Varo, que también se hallaba allá por haberle yo en-
viado con fin de ver si descubría modo como poder hablar
al Virrey, para informarle de la verdad. Buscaban entre
los dos, y discurrían medios para atajar tanto mal;
pero

se les dió entrada que dándose todavía el corregidor aguardan-
do. Dióles el Virrey a los tres él mejor lugar como a huéspedes
tomando el la silla inferior, y díjoles que muy fácil le fue-
ra a él el quitarle el oficio al corregidor de Fogān, pero que des-
pués quedaría más enconado contra nosotros, y acaso buscaría
otros medios peores por donde hacernos guerra, y asi que tenía por
mejor el ajustar lo por bien. Diéronle las gracias los religiosos
y luego mandó entrar al corregidor hízole una plática, que a ser cristiano
y muy fervoroso, no se que sela pudiera haber hecho mejor. Díjole
que como siendo ministro, y tan antiguo no había tenido noticia
de la Ley de Dios, estando tan dilatada por todo el reino. Que
en todas las provincias donde él había gobernado, había corrido con fa-
miliaridad con los religiosos y que en la provincia de [de] Jônân
de donde ahora venía de ser también Virrey dejaba comenzada
a fabricar una iglesia por su cuenta que en la corte hay dos o tres
iglesias, y lo que más es, que al lado del mismo emperador esta la Ley
de Dios, y concluyó diciendo, que le había mandado venir allí,
solo para hacer su negocio intercediendo con el Padre Vice Provincial
para que no le pusiese pleito en la corte (para donde estaba de par-
tida) por haber llamado en los edicto que había publicado, secta
falsa a la Ley de Dios, haciendo así que esta aprobada por el
emperador agradeció con mucha su misión al Virrey la merced
que le hacía, pidiendo perdón de su yerro, y dando por excusa que
gente de mala intención le había engañado. Despidiólo el Virrey
diciendo, que fiaba del que haría en adelante buen corregidor,
y que con esto, y tener siempre mucho cuidado de los religiosos
y de que ni a ellos ni a sus iglesias inquietasen gente traviesa que
él tendría cuidado de solicitarle sus aumentos. Fuese y tam-
bién los religiosos, habiendo rendido las gracias al Virrey, se
despidieron, con que se puso fin a este auto, y juntamente a toda
la persecución.
Después se visitaron el corregidor y el Padre Fray Francisco Varo dejando
muy asentada la amistad y tanto que he tenido ahora carta de Fo-
gān en que me dicen, que habiendo llegado un gentil acusar a
un cristiano porque persuadía a otros que entrasen en la Ley de
Dios, entendiendo, que con esto se congraciaría con el corregidor,
no sabiendo aun cuan mudado estaba; que el corregidor le mandó
a cortar rigurosamente al tal acusador, y juntamente le dió por ello
una

a una mujer que con grandes veras lo pidió el bautismo por estar
enferma. Después de haber recibido al agua, vió tres demonios,
dos de las cuales dijeron que se iban, y el que se quedaba dijo:
si vosotros os vais también me iré yo. Con que la enferma quedó
muy consolada con la ida de tan malos huéspedes. Y contándole
el suceso al marido que era infiel, inmediatamente tomó unos
ídolos que tenía, y los hizo pedazos. Dice María que le parece
que también se bautizara. La mujer murió poco después muy
conforme con la voluntad de Dios, y muestras grandes de su sal-
vación. Ayer (añade el dicho Padre Fray Andrés) bauticé cuatro
personas un adulto, y tres niños. Hasta aquí la carta. Sucedió
este caso en el tiempo en que se hallaba en su mayor aprieto
la persecución. Donde se conoce que al paso que el demonio
con sus infernales trazas diligenciaba el quitarles la honra
a las virtuosas beatas; la majestad de Dios volviendo por su crédito
las tomaba por instrumento, para que triunfando de su sober-
bia le sacasen de entre las guerras las almas que tenía tirani-
zadas. Bendita sea su bondad, que se digno de nacer de unas
para ser remedio de todas.
En un pueblo de la villa de Loyuen perseguía el demonio
aún mozo hijo mayor de una casa principal. Aparecíasele
algunas veces en figura de zorra, y muy de ordinario anda-
ba abrazado con el provocándole contactos impúdicos, lo
cual por ser tan continuo, le era al mozo muy penoso, afligién-
dole también sobre manera el hedor de zorra con quedaba
a entender su asquerosa como infernal [presencia]. Lamenta-
base el mozo de su trabajo en una ocasión que acertó a oír-
lo un cristiano. El cual compadeciéndose de él, y pareciéndole
el lance a propósito, le propuso en la forma que pudo, la ley
de Dios asegurándole que en bautizándose le dejaría
el demonio de perseguir. Oyó con gusto la propuesta o fue-
se solo el deseo por verse libre de tan asquerosa compañia,
o juntamente por haberlo movido el superior auxilio que por
este medio le comenzó a negociar su bien. De cualquier
modo que fuese, con aquella noticia se vino a la iglesia
de dicha villa, donde yo entonces me hallaba y echándose-
me a los pies, me pidió con instancias que lo bautizase. Propúse-
le como era necesario que primero se enterase de los ministerios
de

de nuestra santa fe, y aprendiese el rezo, él ofreció que haría
todo lo que se le mandase, y para poder mejor aprender
viniendo cada día a la iglesia se quedó sin volver a su pueblo
por algunos días en casa de un pariente suyo. [Tomólo]
con tantas veras, que en una semana poco más o menos, ya
estaba capaz de poderse bautizar. Bauticéle, y desde
que recibió el santo sacramento no volvió la maldita zorra
a molestarle más. Volvióse alegre a su pueblo, más no
halló muy alegre a su padre, porque habiéndole ex-
piado, y sabido en los pasos que había andado, y lo que ha-
bía hecho le aguardaba armado con un palo, con el cual
luego que el hijo llegó, le salió a [recibir] dándole mu-
chos y grandes golpes, hasta que se cansó, sin que se le oyese
otra palabra (como lo atestiguó un cristiano que con él
iba) más que rezar el Ave María levantando más, o
menos la voz en su rezo conforme el padre apretaba la mano.
Efecto manifiesto de la gracia bautismal que le asistía, y
enseñaba ya que en las tribulaciones se ha de recurrir a
la oración. Salió en fin Tadeo (que así se llama) tan fer-
voroso, que pocos días después me trajo a un amigo suyo
para que le bautizara y andaba persuadiendo a los que
podía.
[4] En la misma Villa de Loyuen bautizó el Padre Fray Juan de Santo
Tomás a un enfermo de cuya predestinación se digno la majestad
de Dios de asegurarnos, con la conversión de otros que des-
pués se bautizaron adolecía un soldado de una bien peno-
sa enfermedad; llamaron al catequista de la iglesia para que
la curase, por entender del arte de medicina algo halló que
la enfermedad estaba ya muy apoderada, y teniendo por impo-
sible el curarle el cuerpo, procuró dirigir al doliente a
que mudase los deseos a lo que más le importaba que era bus-
car la salud del alma, fue le proponiendo la ley de Dios poco
a poco; y aunque oía con alguna atención pero no le
agradaba mucho al catequista el verle muy ancioso de
la salud corporal. Púsole la enfermedad en el último lance
y pidió que le diesen el santo bautismo llamaron a toda prisa al
Padre Fray Juan; fue allá y aunque le halló y a muy privado
de los

de los sentidos, pero dióle la misericordia de Dios juicio
y palabras lo que basto para poder explicar su fe y deseos:
bautizóle el Padre y dentro de muy poco rato murió. El haber
sido la acción tan a prisa, y en aquel lance tan apretado en que
tan fácil puede ser el que la naturaleza confundiendo
los remedios apetezca lo sagrado como medicina de solo la
que le fatiga; y especialmente en un hombre tosco, y que tan de poco
había sido catequizado, no dejaba de causar en el minis-
tro algún recelo sobre si se habría logrado aquel sacramento
y, daba fuerzas al recelo, el ver que la mujer, y demás pari-
entes del difunto que daron tan desgraciados, que no per-
mitieron al catequista, ni a otro cristiano, que después
entrasen allá, ni aún para el rezo, y ceremonias, que se
hacen con los difuntos bautizados, sino que mezclando en-
tre los llantos maldiciones contra los diablos extranjeros
(que es el vocablo con que nos honran las cóleras chinas) le
hicieron las exequias supersticiosas que ellos como infie-
les usan. No pasaron ocho días, cuando el señor comenzó
a consolar al religioso, trayéndole a la iglesia pidiéndole
el bautismo a un cuñado del tal difunto con muestras gran-
des de arrepentimiento por haber sido el que entonces se había
mostrado más desazonado, y ahora la gracia de Dios le traía
ya bien dispuesto; como trajo también después a la viuda
a una hija, ya otra cuñada. Todos los cuales en el tiempo
de un mes después que sucedió la referida muerte, queda-
ron bautizados, retornando en bendiciones las maldicio-
nes antecedentes, y prosiguiendo muy firmes en la fe.
Con que podemos piadosamente creer, que la intercesión de a-
que pobrecito, aunque bautizado deprisa les había alcan-
zado de Dios tal merced; y que lo dispuso así su majestad
para enseñar a los ministros, que en sacramento tan necesario
y en casos tan apretados no han de [escrupulicando] nuestra cor-
tedad; pues por ventura Cristo nuestro señor conociendo, como
es el agua, y tan fácil de dar al que la pide, que el no dar-
la es uno de los primeros cargos de la cuenta universal
Si tibi, et non de [dixi] mihi vibere.
[5] Pa

[5] Parece que ha echado Dios su bendición sobre aquella Villa
de Loyuen, pues en cinco o seis años a que tenemos iglesia
en ella hay, ya buen número de cristianidad, y se van aumentan-
do de modo de que llegar ya acerca doscientos los adultos que
se han bautizado en solo este año, y lo mejor que tienen es, el
ser muy fervorosos, especialmente las mujeres, que en sentir
de todos los ministros, compiten con las de otras cristianda-
des antiguas obrando Dios para que se confirmen, y corroboren
más en la fe los casos que quedan referidos, y otros seme-
jantes, entre los cuales se hace aquí también lugar el
que sucedió en un incendio que abrazó gran parte de a-
quella villa.
[6] Llegaba el fuego y a casa de una cristiana llamada
Teresa mujer de un mandarín a la cual bauticé yo dos años
ha; viendo ella tan cerca el peligro, que desde su casa
alcanzaban ya a echar agua al fuego acudió a pedir
remedio a donde la fe le en señaba que solamente ya en
aquel lance lo podía hallar, o lo que más es que persua-
dió a su marido aunque gentil, a que hiciera lo mismo.
Acertó a llegar por allí un cristiano, y enviólo luego a
toda prisa a la iglesia a que pidiese al religioso
de su parte que rogase a Dios les librase de aquel trabajo
que tan próximo miraba. El Padre Fray Juan de Santo Tomás
que si día allí entonces, le dio al cristiano un pedazo de ag-
nus de San Pío quinto y explicándole la virtud de aquella
santa reliquia, le dijo que fuese, y a lo arrojase en el
fuego. Volvió con la velocidad que la necesidad re-
quería, diólo a otro cristiano que andaba sobre una
pared, diciéndole le que lo arrojase contra las llamas. Hi-
zo lo así, y fue Dios servido, que inmediatamente se mudó
el viento con lo cual el fuego torció el camino, y de-
jando aquella casa libre, fue prosiguiendo el destrozo
en las demás vecinos. Ya se deja entender, que con es-
pecialmente la buena Teresa que no poco se fervori-
zaría en su devoción, si bien que para asegurarla de que
el dominio con la vana gloria no le malograsen el mérito
que podía granjear de la acción permitió Dios que el
mil

que el milagro le cortase a la buena señora golpes, y
palos. Lo cual sucedió en la forma siguiente.
[7] Después de haber cesado el estrago reducido ya a
cenizas casi todo el barrio uno de los vecinos en cuya casa pren-
dió el fuego cuando obedeciendo a la virtud del Santo Agnus mudó
de rumbo habiendo hecho muchas promesas a los ídolos viendo cuan
en vano le habían salido fue con rabiosa ira contra el marido de
Teresa diciendo que debía pagarle los daños de su casa quemada
pues por haber en aquella cristianos que pidieron favor al Dios de los
europeos que tiene mas poder que los suyos (aún no sabía lo del
Agnus) viniendo el fuego derecho hacía aquella casa se había
vuelto, y quemádole la suya lo cual era contra toda justicia
y así que debía satisfacerle todos los daños, porque de no hacen
lo le pondría pleito en la audiencia. [Excusábase] el uno todo
lo que podía, instaba clamando el otro que las hechicerías de
los cristianos habían causado aquella ruina en su hacienda
y casa; el marido de Teresa tomó por partido el darle
veinte [taes] de plata para a callarle, y que desistiese de ponerle
pleito. Fuese el litigante aunque no del todo gustoso, [ni menos ]
lo quedo el que dió la plata, antes comenzando, a dar más mu-
estras de miserable que agradecido, no queriendo recono-
cer el autor del grande beneficio que acababa de recibir, a-
unque la pidió de rodillas al Dios de su mujer, persuadién-
dole su malicia a que había sido suceso acaso con que comen-
zó a enfurecerse de sentimiento de que le hubieran sacado a-
quella poca de plata y ciego tanto de infidelidad como de cóle-
ra, cargando toda la culpa a su mujer, la apeleó diciendo que
fuera haber acudido a otro Dios que a menos costa hubiera
hecho el milagro: ya juntando también entonces otro en-
ojo que tenía guardado a la devota mujer, por haberse con-
fesado a escondidas con el Padre Fray Raymundo de el Valle
acumulando venganzas, añadió rigores [a se] injusto castigo
con que pudo bien la buena Teresa ejercitar su paciencia
y añadir muchos grados al mérito como tengo por cierto que lo
haría, según el concepto grande que tengo de su virtud, y
sólida fe. Conociéndose claramente en la misma acción cuan
poco importan milagros para corazones de endurecidos. Faraones,
o de

o de [abstinados]. Fariseos, como mostraron estarlo los
de estos miserables gentiles en el caso referido.
[8] He oído a algunos menos experimentados mostrar
deseos de que Dios, para mover a esta gentilidad que se
conviertan hiciese su majestad muchos milagros, pero otros
a los cuales la experiencia de sucesos como el pasado
los tiene desengañados, conformándose con la voluntad
del señor de la Viña, que sabe el ruego de que cada tierra
necesita se contentan con poner los medios naturales, que
buenamente pueden cifrando su mayor consuelo en que su
divina majestad se digne de tenerlos ocupados en esta su
heredad, que aunque demos que la ocupación sea solo de ir
enterándose en el conocimiento de las yerbas malas que
hubiere en ella, puede ser que su divina majestad le haya trai-
do solo para eso, y si cumple con ello, bastále, que no razón
para que el operario quiera trabajar en otra cosa de lo
que dueño ordena. Si bien que nuestro Dios, y Señor cono-
ciendo que el fin que mueve a desear los milagros, es
que haya fruto que recoger tiene cuidado de ofrecernos
para nuestro consuelo continuos lances, que nos dejan con
ciertas esperanzas de que muchos se salvan, concluiré
esta párrafo referiendo dos, que sucedieron en la forma
que ahora diré.
[9] Llevaron al Padre Fray Juan de Santo Tomás a confesar
a un enfermo a la villa de Liēn Riāng luego que llegó, hice
público entre los cristianos su llegado concurrieron todos
hombres, y mujeres a pedir al Padre que los confesara mostrando
se hambrientos de los Santo Sacramentos, por haber ya tiempo
que no los reciban. Ofreciósele al Padre no poco embarazo-
sa dificultad sobre el caso especialmente por lo que tocaba
a las mujeres por no entender ellas la lengua man-
darina ni el Padre su lenguaje natural. No obstante
considerando el dicho Padre la necesidad a la cual agrava
mucho la circunstancia de la contingencia de no volver
haber tan presto ministro, formando allí un breve inte-
rrogatorio ayudándose para ello de algunos de los hombres,
con lo cuales se entendía ya algo en la lengua manda-
rina

de nuestra santa fe, y aprendiese el rezo, él ofreció que haría
todo lo que se le mandase, y para poder mejor aprender
viniendo cada día a la iglesia se quedó sin volver a su pueblo
por algunos días en casa de un pariente suyo. [Tomólo]
con tantas veras, que en una semana poco más o menos, ya
estaba capaz de poderse bautizar. Bauticéle, y desde
que recibió el santo sacramento no volvió la maldita zorra
a molestarle más. Volvióse alegre a su pueblo, más no
halló muy alegre a su padre, porque habiéndole ex-
piado, y sabido en los pasos que había andado, y lo que ha-
bía hecho le aguardaba armado con un palo, con el cual
luego que el hijo llegó, le salió a [recibir] dándole mu-
chos y grandes golpes, hasta que se cansó, sin que se le oyese
otra palabra (como lo atestiguó un cristiano que con él
iba) más que rezar el Ave María levantando más, o
menos la voz en su rezo conforme el padre apretaba la mano.
Efecto manifiesto de la gracia bautismal que le asistía, y
enseñaba ya que en las tribulaciones se ha de recurrir a
la oración. Salió en fin Tadeo (que así se llama) tan fer-
voroso, que pocos días después me trajo a un amigo suyo
para que le bautizara y andaba persuadiendo a los que
podía.
[4] En la misma Villa de Loyuen bautizó el Padre Fray Juan de Santo
Tomás a un enfermo de cuya predestinación se digno la majestad
de Dios de asegurarnos, con la conversión de otros que des-
pués se bautizaron adolecía un soldado de una bien peno-
sa enfermedad; llamaron al catequista de la iglesia para que
la curase, por entender del arte de medicina algo halló que
la enfermedad estaba ya muy apoderada, y teniendo por impo-
sible el curarle el cuerpo, procuró dirigir al doliente a
que mudase los deseos a lo que más le importaba que era bus-
car la salud del alma, fue le proponiendo la ley de Dios poco
a poco; y aunque oía con alguna atención pero no le
agradaba mucho al catequista el verle muy ancioso de
la salud corporal. Púsole la enfermedad en el último lance
y pidió que le diesen el santo bautismo llamaron a toda prisa al
Padre Fray Juan; fue allá y aunque le halló y a muy privado
de los

de los sentidos, pero dióle la misericordia de Dios juicio
y palabras lo que basto para poder explicar su fe y deseos:
bautizóle el Padre y dentro de muy poco rato murió. El haber
sido la acción tan a prisa, y en aquel lance tan apretado en que
tan fácil puede ser el que la naturaleza confundiendo
los remedios apetezca lo sagrado como medicina de solo la
que le fatiga; y especialmente en un hombre tosco, y que tan de poco
había sido catequizado, no dejaba de causar en el minis-
tro algún recelo sobre si se habría logrado aquel sacramento
y, daba fuerzas al recelo, el ver que la mujer, y demás pari-
entes del difunto que daron tan desgraciados, que no per-
mitieron al catequista, ni a otro cristiano, que después
entrasen allá, ni aún para el rezo, y ceremonias, que se
hacen con los difuntos bautizados, sino que mezclando en-
tre los llantos maldiciones contra los diablos extranjeros
(que es el vocablo con que nos honran las cóleras chinas) le
hicieron las exequias supersticiosas que ellos como infie-
les usan. No pasaron ocho días, cuando el señor comenzó
a consolar al religioso, trayéndole a la iglesia pidiéndole
el bautismo a un cuñado del tal difunto con muestras gran-
des de arrepentimiento por haber sido el que entonces se había
mostrado más desazonado, y ahora la gracia de Dios le traía
ya bien dispuesto; como trajo también después a la viuda
a una hija, ya otra cuñada. Todos los cuales en el tiempo
de un mes después que sucedió la referida muerte, queda-
ron bautizados, retornando en bendiciones las maldicio-
nes antecedentes, y prosiguiendo muy firmes en la fe.
Con que podemos piadosamente creer, que la intercesión de a-
que pobrecito, aunque bautizado deprisa les había alcan-
zado de Dios tal merced; y que lo dispuso así su majestad
para enseñar a los ministros, que en sacramento tan necesario
y en casos tan apretados no han de [escrupulicando] nuestra cor-
tedad; pues por ventura Cristo nuestro señor conociendo, como
es el agua, y tan fácil de dar al que la pide, que el no dar-
la es uno de los primeros cargos de la cuenta universal
Si tibi, et non de [dixi] mihi vibere.
[5] Pa

[5] Parece que ha echado Dios su bendición sobre aquella Villa
de Loyuen, pues en cinco o seis años a que tenemos iglesia
en ella hay, ya buen número de cristianidad, y se van aumentan-
do de modo de que llegar ya acerca doscientos los adultos que
se han bautizado en solo este año, y lo mejor que tienen es, el
ser muy fervorosos, especialmente las mujeres, que en sentir
de todos los ministros, compiten con las de otras cristianda-
des antiguas obrando Dios para que se confirmen, y corroboren
más en la fe los casos que quedan referidos, y otros seme-
jantes, entre los cuales se hace aquí también lugar el
que sucedió en un incendio que abrazó gran parte de a-
quella villa.
[6] Llegaba el fuego y a casa de una cristiana llamada
Teresa mujer de un mandarín a la cual bauticé yo dos años
ha; viendo ella tan cerca el peligro, que desde su casa
alcanzaban ya a echar agua al fuego acudió a pedir
remedio a donde la fe le en señaba que solamente ya en
aquel lance lo podía hallar, o lo que más es que persua-
dió a su marido aunque gentil, a que hiciera lo mismo.
Acertó a llegar por allí un cristiano, y enviólo luego a
toda prisa a la iglesia a que pidiese al religioso
de su parte que rogase a Dios les librase de aquel trabajo
que tan próximo miraba. El Padre Fray Juan de Santo Tomás
que si día allí entonces, le dio al cristiano un pedazo de ag-
nus de San Pío quinto y explicándole la virtud de aquella
santa reliquia, le dijo que fuese, y a lo arrojase en el
fuego. Volvió con la velocidad que la necesidad re-
quería, diólo a otro cristiano que andaba sobre una
pared, diciéndole le que lo arrojase contra las llamas. Hi-
zo lo así, y fue Dios servido, que inmediatamente se mudó
el viento con lo cual el fuego torció el camino, y de-
jando aquella casa libre, fue prosiguiendo el destrozo
en las demás vecinos. Ya se deja entender, que con es-
pecialmente la buena Teresa que no poco se fervori-
zaría en su devoción, si bien que para asegurarla de que
el dominio con la vana gloria no le malograsen el mérito
que podía granjear de la acción permitió Dios que el
mil

que el milagro le cortase a la buena señora golpes, y
palos. Lo cual sucedió en la forma siguiente.
[7] Después de haber cesado el estrago reducido ya a
cenizas casi todo el barrio uno de los vecinos en cuya casa pren-
dió el fuego cuando obedeciendo a la virtud del Santo Agnus mudó
de rumbo habiendo hecho muchas promesas a los ídolos viendo cuan
en vano le habían salido fue con rabiosa ira contra el marido de
Teresa diciendo que debía pagarle los daños de su casa quemada
pues por haber en aquella cristianos que pidieron favor al Dios de los
europeos que tiene mas poder que los suyos (aún no sabía lo del
Agnus) viniendo el fuego derecho hacía aquella casa se había
vuelto, y quemádole la suya lo cual era contra toda justicia
y así que debía satisfacerle todos los daños, porque de no hacen
lo le pondría pleito en la audiencia. [Excusábase] el uno todo
lo que podía, instaba clamando el otro que las hechicerías de
los cristianos habían causado aquella ruina en su hacienda
y casa; el marido de Teresa tomó por partido el darle
veinte [taes] de plata para a callarle, y que desistiese de ponerle
pleito. Fuese el litigante aunque no del todo gustoso, [ni menos ]
lo quedo el que dió la plata, antes comenzando, a dar más mu-
estras de miserable que agradecido, no queriendo recono-
cer el autor del grande beneficio que acababa de recibir, a-
unque la pidió de rodillas al Dios de su mujer, persuadién-
dole su malicia a que había sido suceso acaso con que comen-
zó a enfurecerse de sentimiento de que le hubieran sacado a-
quella poca de plata y ciego tanto de infidelidad como de cóle-
ra, cargando toda la culpa a su mujer, la apeleó diciendo que
fuera haber acudido a otro Dios que a menos costa hubiera
hecho el milagro: ya juntando también entonces otro en-
ojo que tenía guardado a la devota mujer, por haberse con-
fesado a escondidas con el Padre Fray Raymundo de el Valle
acumulando venganzas, añadió rigores [a se] injusto castigo
con que pudo bien la buena Teresa ejercitar su paciencia
y añadir muchos grados al mérito como tengo por cierto que lo
haría, según el concepto grande que tengo de su virtud, y
sólida fe. Conociéndose claramente en la misma acción cuan
poco importan milagros para corazones de endurecidos. Faraones,
o de

o de [abstinados]. Fariseos, como mostraron estarlo los
de estos miserables gentiles en el caso referido.
[8] He oído a algunos menos experimentados mostrar
deseos de que Dios, para mover a esta gentilidad que se
conviertan hiciese su majestad muchos milagros, pero otros
a los cuales la experiencia de sucesos como el pasado
los tiene desengañados, conformándose con la voluntad
del señor de la Viña, que sabe el ruego de que cada tierra
necesita se contentan con poner los medios naturales, que
buenamente pueden cifrando su mayor consuelo en que su
divina majestad se digne de tenerlos ocupados en esta su
heredad, que aunque demos que la ocupación sea solo de ir
enterándose en el conocimiento de las yerbas malas que
hubiere en ella, puede ser que su divina majestad le haya trai-
do solo para eso, y si cumple con ello, bastále, que no razón
para que el operario quiera trabajar en otra cosa de lo
que dueño ordena. Si bien que nuestro Dios, y Señor cono-
ciendo que el fin que mueve a desear los milagros, es
que haya fruto que recoger tiene cuidado de ofrecernos
para nuestro consuelo continuos lances, que nos dejan con
ciertas esperanzas de que muchos se salvan, concluiré
esta párrafo referiendo dos, que sucedieron en la forma
que ahora diré.
[9] Llevaron al Padre Fray Juan de Santo Tomás a confesar
a un enfermo a la villa de Liēn Riāng luego que llegó, hice
público entre los cristianos su llegado concurrieron todos
hombres, y mujeres a pedir al Padre que los confesara mostrando
se hambrientos de los Santo Sacramentos, por haber ya tiempo
que no los reciban. Ofreciósele al Padre no poco embarazo-
sa dificultad sobre el caso especialmente por lo que tocaba
a las mujeres por no entender ellas la lengua man-
darina ni el Padre su lenguaje natural. No obstante
considerando el dicho Padre la necesidad a la cual agrava
mucho la circunstancia de la contingencia de no volver
haber tan presto ministro, formando allí un breve inte-
rrogatorio ayudándose para ello de algunos de los hombres,
con lo cuales se entendía ya algo en la lengua manda-
rina

mucho el ir a verla, en este ejercicio le cogió la última
hora; el la cual haciendo muy fervorosos, como continua-
dos actos de fe diciendo: "yo creo en Dios firmísimamente."
Repitiendo estas palabras entregó el alma a su criado, de
cuya soberana piedad debemos entender, que luego le
mostraría a la Reina de los Ángeles a quien con su
candidez la buena anciana había deseado ver. Vol-
viéndose el Padre Fray Juan para su iglesia de la villa de
Loyuen se detuvo confesado a algunos cristianos que
viven en algunas aldeas de las que hay en aquella camino
y estando en una de ella le llegó, que otros viejos de los
que comulgaron, que estaban entonces buenos y sanos, y junta-
mente el enfermo habían ya muerto; y llegado a la iglesia tuvo no-
ticia como también había muerto la labradora que sellama-
ba Panla, de la cual se hizo arriba mención. De modo que
en menos de quince días murieron cinco personas que les
había Dios conservado por tantos años las vidas, hasta tener
los dispuestos con sus santos sacramentos , cediendo todo en gran
consuelo del religioso y para enseñanza suya, y de los demás
que andan en semejante misiones, y que si se les ofrecieren
escrúpulos, de pongan siempre inclinándose a la parte más
piadosa.
[10] Si los casos antecendentes pueden servir declinar el afecto
hacía las misiones, aun a los cuales fueren menos aficionados,
de este último podrán sacar muy buena doctrina para su pro-
pio aprovechamiento, aún a aquellos que les son más afectos,
referirlo en la misma forma que me lo escribió el Padre Fray Manuel
Trigueros que residía entonces en la ciudad de Foningcheu don-
de sucedió; una doncella de edad de quince años cuyos [padres]
y les dijo: que ella no era hija suya sino de Dios, y de la Virgin
Santíssima y así que le llamaran ministro de la ley de Dios para que la
bautizara. Por ser el Padre de esta niña licenciado ya maestro
de estudios, se hallaba entonces allí; como discípulo suyo, Joseph el
hijo de Jacobe nuestro vecino: Propusiéronle el caso al dicho Joseph
y les respondió, que el Padre Fray Francisco Varo había ido a Focheu y aun-
que había otro ministro en la iglesia, pero que no sabía lengua:
La muchacha instaba que la bautizaran. Con que llamaron a [Juan]
el

el que vine en nuestra casa antigua, y luego que llegó le preguntado
a la enferma si deseaba el bautismo, que él podía admi-
nitrárselo en aquella ocasión? Había perdido ya la habla;
pero hizo señas con la cabeza que sí, dando juntamente muestras
de alegría. Bautizóle el dicho Juan y Jacobe juntamente aunque no acude
a las obligaciones de cristiano, cumplió con la de ser padri-
no en aquella ocasión, llamóse María y el día siguiente
se fue al cielo. Todo esto me refirió el mismo que la bau-
tizó. Y lo cierto es que es mucho consuelo para los que hemos
venido por la salud de las almas. Ha sido notorio y a los más
de los cristianos de esta ciudad y todos dicen, que fue maravilla
gran de Dios, que en China hablase una hija con tanta liber-
tad a sus padres. A y quien dice, que su abuela materna
fue cristiana, pero que a mucho tiempo que murió, aunque por
ella hubiera tenido alguna noticia de la fe, lo cierto es, que
con las palabras que ella pidió el bautismo se las dictó el
señor. Harto e sentido estar yo tan corto en la lengua, que
me juzguen por incapaz de ser ministro aun de necesidad.
No era digno yo de ser ministro de tan grande obra. Hágase
la voluntad de Dios. Hasta aquí el Padre Fray Manuel Trigueros.
[11] Mucho podrán hallar los que supieren este caso por que alabar
a Dios, y darle gracias a su majestad especialmente los que saben
la nimia reclusión de las doncellas de China, y la poca o ninguna
comunicación con los que no asisten de las puertas adentro
de la casa de sus padres. Pero a lo que yo ahora aplico más
consideraciones, a que en este, y otros semejantes casos, quie-
re nuestro buen Padre Dios dar nos a entender a los ministros, que
aunque somos el medio ordinario de que se vale para dispo-
ner las almas, a que [reciban] la fe; pero que le es muy fácil
a su majestad soberana sin este ni otro medio alguno exterior,
instruir interiormente a sus predestinados, y inflamar los en su
divino amor, para que con eso nos humillemos, y tengamos
a gran dicha el que su majestad se digne de admitirnos al ejer-
cicio de tan alto ministerio, asegurandonos de este modo
su paternal providencia del riesgo en que nos pudiera poner
alguna disimulada. Como vana presunción de que Dios nos
a menes

nos a menester conociendo claramente que por el contrario solo
su fin ha sido, y es siempre de que nosotros en todo podamos
obtener algún provecho. Bendita sea por siempre su bondad.
[12] Otros sucesos que tienes muchos avisos de que [exceden] al
curso, y orden natural obra Nuestro Señor muy de ordinario
en estas misiones, pero porque unos no son de los muy parti-
culares, y otros no tienen la autoridad que basta para
la relación dejo de poner los en esta y porque también
atiendo a la brevedad.
3
[1] Aunque la persecución nos dió a beber tan desabridos
tragos en todo el tiempo que duro, no es éste el mayor trabajo
que la misión en este año ha padecido, pues la muerte de tres
ministros, que Dios fue servido de llevarse en menos de
cinco meses ha sido un golpe sobre todo en carecimiento
sensible de tal modo que si los sustos de la persecución
[congoja van], era porque traían consigo el recelo de que
parece en privarles a los pobres y tiernos cristianos de los
ministros, que los alientan con que el haberse los quitado
Dios por este camino, no solo no disminuye el sentimiento
sino que le agrava; pues parece que es dar su majestad a
entender, que el permitir la persecución no fue solo
para que sirviese de ejercicio de algunos buenos; sino
principalmente por castigo de algunos culpas de las cuales
se halla tan ofendido que el mismo sin valerse de los tira-
nos a querido por si ejecutar el castigo tanto más ri-
guroso, cuanto por ser los dos religiosos difuntos mo-
zos, y dotados de muy particulares prendas se pro-
metía esta misión en ellos grandes, y gloriosos pro-
gresos son pues los tres difuntos. El primero el Padre
Fray Domingo de San Pedro que murió a quince de a-
bril: El segundo el Padre Fray Juan de Santo Tomás
que murió a veinte y cinco de agosto y el último
el Padre Fray Andrés Lopez, que murió a diez de septiembre
la relación de la vida y religiosos de todos tres
y
Casos de cosas que vieron algunos chinos por lo que se bautizaron. 1684

01 Nân Hûng Kín Kang Julio 1689. Un gentil [moribun]
do vio en sueños vio al ir a decir mura[...]
casa del hón chang, y diciéndola la cosa muy [...] lan
deciente, llame al hóci chàng y le legebirio no le
[aur] asesinado a los Cristianos, y que llaman al [ ]
bautizarles no pudo el [ alcanzar y el oir ][chung le]
bautizo. Luego dijo y [acua] visto [mes] señores le
preguntaran donde iba, y el [Rispo.] que al [ercho] y el cate
quista lo interpreto de la Trinidad, murio y fue el
caso publico.
02 -- En Nan hiang fu la de Julian Pung Chang [Chaytre]
no queria hacer se [y] a la muerte dice vio una
[ con la coronadas flores ] le reprendio [y] no ser [ehnaña]
despierto y dijo en la hay una [la] con corona de flor y
[y] me a dicho esto, bautizola el marido y murio.
3 -- En Nan Hiung Chin Tang un mozo a la muerte muy malo en sueño
vio un camino de ley [torso] y grande iba a la y le dio
gan a de andarlo, y co se llevar a la se bautizo y [sano].
3 -- En [ una mujer ][priorite] de muchos cristianos mas el ma-
rido gentil [terra] su [suegro] cristiano le hizo bautizar un hizo
que murió por lo cual [aborrecia] el Fe cristiana, en sueños
vío a la que la dijo fuese cristiana, respondió que no salva
rezar, que luego aprendería a bautizardose, comenzó aprender
y en tres semanas no puedo aprender el lizo bautizada luego
aprendió a esta muchas oraciones no necesarias. El marido
se quiere bautizar.
0 + -- Nan Hiang de 84 vecinos a la Iglesia, un niño movibiendo
hizo de gentil el le dijo al por que la dejase bautizar
y luego murió y estuvo así algunas horas, no [democu]
do del marido de los padres. El le dijo el [pane]
crito del en vivo y luego volvió, y sano y vive. Lla
marse Nicolás. --
Pregunta que Álvaro de Benavente hizo a un superior sobre la falta del uso del hábito de algunos religiosos en Macao. 1709

Pregunta
La ciudad de Macao es una población de cristianos, donde a más de 130 años que es libre el ejercicio de las
religión católica, tiene conventos de padres dominicos, franciscanos, agustinos, y jesuitas y uno de monjas,
iglesia catedral, y dos parroquias: Y solo se distingue de Manila en que un esta los pobladores son españoles
y en Macao portugueses, y que en Manila los chinos moran fuera, y en Macao moran mezclados
con las casas de los portugueses. Los religiosos de los dichos conventos, moradores o huéspedes, siempre han
andado y andan con los hábitos de su orden respectiva, menos la excepción, que abajo se notara de dos
años a este parte. No obstante al presente se hallan en Macao quince religiosos misionarios echados
de la China, de las cuales los siete, en que entraba el Obispo de [Ascalon], andan con sus hábitos, como si estuviesen
en Manila sin el menor inconveniente. Y los ocho restantes andan vestidos de chinos no solo en casa
sino en las calles, plazas, y iglesias en el converso de los sermones con nota de todos los que lo ven y escándalo:
por lo cual se pregunta.
¿Si es lícito a los dichos ocho religiosos, andar así sin los hábitos de sus órdenes?
Por la parte negativa está el derecho en el [cap ut periculosa. He clericivel Morin 6.o ] donde se ordena
que sean descomulgados ipso facto los regulares que anduviesen sin sus hábitos y Santo Concilios de
Trento en la sección 25 , capítulo 19 de [regul], ordena que no se le dé licencia a regular alguno para traer oculto su
hábito, luego menos se le considera, quien absolutamente ande sin hábito, pues [disuene]menos traerle oculto
que no traerle. ¿Y qué más oculto?
No obstante por la afirmativa están los excomulgados diciendo ser cierta y sin duda, mas no convienen
con la razón. Dirán se las sin razones que [alegan]. Unos dicen, que pueden andar sin hábito, por qué están
con propósito de volver a las misiones de la China, aunque en la humana, no hay alguna esperanza por ahora
de volver. Por qué si se desnudan el hábito de sangley y se vistan el de su orden, se les resfriara el [epia]
de [misionarios] de China, un grave prejuicio de muchas almas. Mas esto causa grave dificultad, por qué
no se comprende de que manera el [layo] de sangley tiene más virtud para conservar estos propósitos tan [santos]
más que los hábitos benditos y sagrada de las religiones. Y [um] por qué los siete en habitados no están menos [prontos]
ni menos aptos para eso que los excomulgados. Y porque cuantos han venido de Manila, o [Goa por la China] han
estado en Macao con sus hábitos, hasta el día que se partieron por China. Y los [que] han salido de la China luego que
[ctraven] en Macao se pusieron sus hábitos.
Otros dicen, "mi superior anda de sangley, y gusta que yo ande también así, y siguiendo la dirección de
mi superior voy seguro sin pecado o censuras." Mas esto tiene más que pensar. El superior es un mero
delegado del padre provincial de Filipinas, y si [decir] que se puede y aún debe obedecer al viceprovincial
contra mandato expreso y prohibición del provincial es falso y temerario. Y aún más, que será afirmar, que es
licito traspasar los mandatos del Papa, y censuras de este, y de las constituciones de su orden por dar
gusto al [buen] delegado vicario provincial. ¿Y qué así se camina seguramente?
Otros dicen, que es licito andar sus..o sin hábitos, por qué el ilustrísimo [S.r Jan.n] de Antiochia [su s.a Ag.io con]
Carta de Fray Jaime Tarin a Fray Álvaro de Benavente desde Cantón sobre la pérdida de comunicación por el lado español a causa de la pérdida de dos naos

y [zaguate] del Papa, y lo trajeran a la corte. Todo se ejecutó puntualmente,
y la carta y [zaguate] va caminando hacia la corte, sucediendo
más bien de lo que se pensaba, aunque no sabemos de qué cosa
hará más estimación el emperador: o del [zaguate], o de la carta
del pontífice.
Las historias de padres de la Compañía en la corte entre franceses
y portugueses ya vuestra reverencia juzgo que tiene noticia por el padre Fray Agustín.
Pasó el negocio bien adelante con notable escándalo público por las
descomuniones que echó el Padre Pereira a todos los cristianos que iban
a comunicar con los franceses, diciendo que si morían en tal mal estado
serían privados de eclesiástica sepultura. Fue la cosa tan
pública que dicen que el emperador y los [muon chens] ya saben hoy la
materia de descomunión. Mucho se ha temido alguna destrucción
de esta misión originada de ellos mismos. Si el emperador no fuera
tan político y prudente tratando de aprovecharse de unos y otros
en su servicio, el Min Lao Ye dicen que traía autoridad de su
general para componerlo todo, ello dirá. Lo que sabemos es que los padres
franceses son los que más reinan en la gracia del emperador, de quien nuevamente
han conseguido un grande territorio, cerca de la casa
que tienen, para en el fabricar una iglesia grande.
El socorro nuestro y de vuestra reverencia que vino por Fo kien
está ya, gracias a Dios, en casa. Que fue muy acertado el enviarnos
algo por allá, pues faltando el barco de Cantón, todo falta, y
así paciencia y aguantar esperando el mejor tiempo. El señor
obispo de Argolís, sin bullas y sin sustento, ni juzgo que lo tendrá
mientras quiera ser obispo de Portugal, pues el de Macao se lo
dan los nobles hidalgos de la ciudad, amenazándoles con descomuniones.
Harto me he alargado en esta carta, y porque podrá ser [que] no
escriba tanto a otros. Suplico a vuestra reverencia [que] la comunique a los amigos
y deseosos de saber algunas cosas de China, no olvidándose
de nosotros en sus santos sacrificios y oraciones, recibiendo las
saludes que todos le mandan. Y a Dios que a vuestra reverencia guarde. Cantón. 20
de noviembre de 1694.
De vuestra reverencia
humilde siervo y más afecto
Fray Jaime Tarin
Memoria de las alhajas de la misión agustiniana que se han ido perdiendo desde enero de 1709.

Memoria de las alhajas de la misión agustiniana que se han ido perdiendo
desde enero, de 1709 =
Por enero, de 1709 hurtaron de la iglesia de la ciudad de Xao king fu unos
candeleros de [calain].
Por julio, de 1709 en la dicha iglesia hurtaron un frontal de [lama] con otras
alhajas para decir misa.
Por mayo, de 1712 me encontré en la iglesia de Tien ma hiang de Cantón con un
aparadorcillo de libros sínicos y algunos libros europeos, convertido totalmente
en ceniza y hormiga blanca. Entre los libros había dos de asientos de bautismos,
el antiguo del ministerio de Xao king fu, y el otro del ministerio de
la ciudad de Nan hiung fu, y otro de Sin hing hien. = Dicho mes me encontré también en la dicha
iglesia con siete imágenes europeas de lienzo, todas comidas de hormiga
blanca. Eran de las que se llevaron de la casa de Xao king fu el año de 1708. =
Por agosto, del dicho año de 1712 me encontré en la dicha casa de Tien ma hiang
en un cajón inglés perdido de la hormiga blanca, y algunos vestidos de seda, de
los que vinieron de Macao dicho año, y varios papeles de cuentas que estaban dentro
de él, convertidos en gusanos o hormiga blanca.
Por [octubre], de 1713 entraron los ladrones de noche en la casa de Xao king fu
y hurtaron de la petaquilla de bautizar lo que quisieron, dejando solo el ritual y
la cajuela de santos óleos, y también varios trastos de la casa.
Por agosto, de 1714 en la casa de Xao king fu me abrieron los ladrones la celda,
y se llevaron alguna plata y varios vestidos.
Por mayo, de 1715 en la iglesia de Xao king fu abrieron los ladrones una ventana, rompiendo
una barandilla, y se llevaron ocho candeleros de [calain] y otras alhajas de
[calain] y de bronce.
Por julio, de 1715 entraron los ladrones de noche en la casa de Xao king fu y se
llevaron todos los trastos de cocina etc.
Por mayo, de 1716 en la casa de Tien ma hiang me encontré una petaca de libros
sínicos del Confucio, y otros comidos de la hormiga blanca. Y dicho mes en la
casa de Xao king fu me encontré con otra petaca de libros sínicos de la ley
de Dios y otros, todos comidos de hormiga blanca.
Por abril, de 1713 en la casa de Xao king fu hurtaron los ladrones todo el recaudo de
bronce, que servía para los entierros de los cristianos, y otras alhajas de bronce, y [calain].
Auto prohibiendo que presenten comedias, saraos y danzas sin autorización previa del vicario provincial. 1701.

[Im. 3]
[Nos], el doctor don Diego Camacho y Ávila, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica,
Arzobispo de Manila Metropolitano de estas islas Filipinas y gobernador
apostólico del obispado, sufragáneo de la Nueva Segovia, vacante del consejo
de su majestad = A vos los fieles cristianos, estantes, habitantes, y residentes en
la ciudad de Manila y en todo este nuestro arzobispado y en el Obispado de la Nueva Segovia
sede vacante que es a nuestro cargo, salud a nuestro señor Jesucristo. Ya sabéis
o debéis saber que la obligación principal del cargo y oficio pastoral que Dios nuestro señor
fue servido poner sobre nuestros flacos hombros, es evitar todas y cualesquier ocasiones
de pecados que se puedan perpetrar contra su divina majestad, más en estos tiempos en
que estamos experimentando todos los de la monarquía de España sus justos
enojos con tantos azotes de pestes, guerras, hambres, y la falta de sucesión a la
real corona en nuestro católico monarca, indignaciones todas que debemos considerar
merecemos de la divina justicia por nuestros pecados. Sobre que ya visteis y oísteis
las rogativas públicas que por tiempo de nueve días se hicieron por mandato de nuestro
rey y señor (que Dios guarde), para que con la reformación de costumbres, enmienda
de vidas, y frecuencia de sacramentos, se aplaque la justísima indignación de
Dios contra nosotros, que debemos temer más rigurosa si de nuestra parte no ejecutamos
tan católicos preceptos. En cuya atención, y porqué de la concurrencia
de hombres y mujeres en donde se representan comedias ya obscenas, ya trá[gicas]
y ejemplares se han experimentado y cada dia se experimentan muchas of[ensas contra]
Dios nuestro señor, cuya bondad inmensa debe ser infinitamente amada [ ] [recurso]
mismo de entrambos sexos en que el enemigo común no cesa ja[más] []
citar incentivos con que abrazar las almas en el fuego infernal de la concupiscencia,
como por lo que de semejantes comedias y representaciones se origina, ya por ser
ellas mismas arte diabólico de enseñar venganzas, duelos, liviandades, y de poner en
práctica modos y medios ilícitos y deshonestos de ofender la majestad de Dios. Y haciendo [stop here, 7-9-2024, decide whether this sentence belongs to the previous or next sentence]
ellos mismos el tropiezo y ocasión de semejantes culpas y maldades y de otras
muchas que vosotros no ignoráis y sabéis muy bien. Circunstancias todas que atentamente
vistas son saludablemente prohibidas por los sagrados cánones y especialmente por el
Concilio Toledano, cuya saludable resolución se tomó también en tiempo de nuestros católicos monarcas
(que santa gloria hayan) los señores Don Felipe segundo y Don Felipe cuatro,
el grande, habiendo sido este dictamen cristiano y político de la
mayor parte del real y supremo Consejo de Castilla, sobre que deseando como de-seamos
ejecutarlo para poner el remedio que ataje tan perniciosos daños en
vuestras almas, para que Dios nuestro señor sea más dignamente loado, servido, y venerado.
Y cumpliendo con nuestra obligación y oficio pastoral, desde luego para en adelante,
et in perpetuum, quitamos y prohibimos absolutamente todas, y cualesquiera
comedias, de cualquier especie que sean coloquios y entremeses de
cualquier idioma que fueren y escuadrones de mujeres de cualquiera
Monacillos que sean hijos de mestizos de sangley. 1732

precisa obligación cristiana
de ser enseñados e instruidos
en el rezo de la doctrina cristiana
como ni que sus hijos acudan a la
iglesia de monacillos, precisa obligación
para la asistencia a dicho
ministro al culto divino, es
evidente que dicha representación
es directamente opuesta a la
providencia de dicho auto, y sólo
dirigida a querer evadir a sus hijos
de las obligaciones de cristianos
que oficiosamente como buenos
padres y tales cristianos debían estimular
y precisar a sus hijos a
ellas por lo que sea. Y debe servir
vuestra señoría mandar [que] cumpla con lo
mismo que resiste dicho común
con apercibimiento que
de cualquiera novedad que se
extienda por este superior gobierno
en contrario se pasará a la debida
punición y castigo de los
contraventores. Manila y julio,
veinticuatro de mil setecientos
treinta y dos años = Licenciado Vedaya
{Al margen izquierdo: Decreto}
Manila y julio, veintinueve de mil setecientos treinta y dos
Relación y otros instrumentos sobre el desacato de los Naturales de Dongalo. 1717.

que el padre." Y todo esto se le dije con palabras corteses, y sin [descomponer]me
en cosa alguna. Y le dijimos: "mira hijos nosotros no [venimos]
haceros ningún daño o vejación pues las armas que [traemos]
son esta correa de nuestro padre San Agustín" y se la enseñamos. [Y] [viendo]
con el modo que estaba el Capitán Pablo le dije: "[tu]
el peor de todos pues a todos los estás alborotando y todos [hacen]
lo que tú quieres porque te tienen miedo. Y andáis yendo
de ramas, para pleitear y [encogiendo] la plata [sus]
Dios adonde va a parar." Y me respondió: "yo sé muy bien lo que
me hago, y sé cuáles son nuestras tierras, y vosotros no y pues
hacemos la cerca [porque]sabemos que hasta aquí son nuestras [tierras]
y vosotros no sabéis lo que es vuestro. Y así esto que es nuestro [nos]
queréis quitar". A que le respondí, "¿cómo tienes atrevimiento de decir
una cosa como esa pues nosotros antes pecamos de sórdidos
que de avarientos pero solo tu podías decir eso que
eres cristiano. Pues, en todo el tiempo que he estado aquí []
no te he visto acción que huela a cristiano. Pues en todo evento
no has entrado en la iglesia ni una vez siquiera a oír misa. Ni
tampoco has cumplido con la iglesia. Mira si todo eso que haces
es lo que manda Dios. Y si es lo que yo digo, el que no hace acción
que sea de cristiano... Y a mí me toca como tu ministro
averiguar si oyes o no. Mas ya, pues no tengo por donde mecerte
el que la oyes en otra parte." Y me respondió: "es verdad que [no]
oigo en esta iglesia sino donde me parece porque os tengo [miedo]
porque todos me tenéis rencor. Porque decir que yo soy el [caso]
de este pleito de las tierras, y así no quiero ponerme delante []
ninguno de vosotros. Y tocante así oigo o no oigo [misa].
Muy bien, lo que me hago [es] que soy cristiano. Y me dijo [otras]

muchísimas desatenciones. Y todo me lo decía con un modo muy
malo y con muchos ademanes de manos quey con voz bastante alta
cuando yo le hablaba con voz baja, y sin ademanes, y me dijo otras
muchísimas cosas descompuestas que no es fácil el poder me acordar
de todas ellas. Sólo sí digo que todas eran provocativas a
que un hombre se calentara, y le diera algún golpe bien dado.
Pero aunque yo lo diga me armé bien de paciencia porque más parecían
sayones que cristianos según sus operaciones. Y después
me dijo una cosa que me hizo calentar, que me baje del caballo
a darle satisfacción a su letraduría. Y sólo llevaba yo en las
manos un bejuquillo blanco delgadito de aquellos de la costa
y mi criado se apeó de su caballo para tener asido de las riendas
el mío por ser algo arisco. Y después que yo acabé de darle
satisfacción a sus letradurías le dije: "anda letradillo." Y con
el bejuquillo que tenía yo en mi mano y asido por la mitad
le di un al revés, y al instante hizo un medio [compás] para atrás e
iba a desenvainar su alfanje para darme. Y viendo mi
criado está acción, largó el caballo y se arrojó a él a quitarle
el alfanje con que me quería dar, y aún no se había arrojado
cuando dijo el Juez Santiago, (que parece era la seña) y comienzan a
llover garrote y machetes sobre el muchacho. Y todos éramos a
meter paz y pedirles el que se soportaran. Yo se lo pedía por amor de
Dios. "¿Cómo hacían eso cuando nosotros no les íbamos a hacer ningún
daño?." Yo les dije: "ah, hijos, mirad que yo soy vuestro ministro y vuestro padre,"
y otras muchas cosas que le decía, pero nada me valió sino
Inventarium Generale Omnium Librorum huius Bibliothecae Conventus Divi Pauli Manilensis Ord. Ermitarum S.P.S. August. in hac Provintia SS Nominis JESU Philipinarume.

Zapata, Agricultura espiritual: 1
Isidro, Jesus María, Marial y santoral: 2
Estante 2
Ponce, Discursos para la Cuaresma: 1 tomo
Silva, Exortaciónes y discursos morales: 4
Morales, Discurso de la Concepción y pasión: 2
Galvarro, Cuaresma: 1
Gracia, Cuaresma y panegíricos: 2
Salazar, Sermones funerales: 1
Seita, Sermones varios: 3
Aguado, del Santísimo sacramento y cristiano sabio: 2
Zamora, Alabanzas de N.S. monarca y varios sermones: 4
Valderrama, Teatro de religioes y guara y santorales: 5
Barzia, Predicabl. con el compendio: 10
Oviedo, Panegéricos sagrados: 2
Andueza, Sermones de todo el año: 5
Atonelli, Lucero evangélico: 1
Aste, Sermones varios: 1
Endaya, Sermones varios: 2
Concepción, Sermones varios: 1
Estante 3

Presentación, Sermones de San Juan de la Cruz: 2
Feneri, Cura y cristiano instruido: 7
Fiestas reales de Manila: 1
Almeida, Sermones varios: 2
Mendo, Sermones varios: 2
Oratorio de cuaresma complutense: 2
Buges, Cuaresma: 1
Barona, Sobre el Ave María: 1
García, Sobre el Deprofundis: 1
Ayala, Adviento: 1
Morales, Mercurio evangélico: 1
Murillo, Discursos predicables: 2
Estante 6
Osorio, Marial y maravilla de Dios: 2 tomos
Baeza, Sermones funerales: 1
Muso, Sermones varios: 1
Mata, Sermones varios: 3
Garcés, Sermones varios: 2
Vega, Sermones varios: 3
Fray Gabriel, Cuaresma: 1
Miranda, de Concepción: 1
Rodríguez, Panegírico augusto: 1
Florilegium oratorum: 1
Vieyra, Sermones varios: 21

Cajón 12. De Misterios e Historias de la Orden
Estante 1
Sicardo, Mártires de Japón: 1 tomo
Roman, Crónica, historia y república gentilicia: 3
Fonseca, Pasión, Amor de dios y Cuaresma: 6
Purificación, Crónica de Purgatorio y varones ilustres: 3
Estante 2
Villarino, Historia de las Recoletas Augustinas: 3 tomos
Calancha, Crónica del Perú: 1
Margz: Gobierno cristiano original y Jerusalem: 3
Leal crisol purificativo: 1
Crucenio, Monasticón agustiniano: 1
Campo, Historia de la Orden: 1
Crónicas de nuestros descalzos y provents mesis: 4
Ellacuriaga, Vida de la Madre Felipe y carta: 2
Grijalva, Crónica de México: 1

Estante 3
Jacobs, Bergomense: 1
Collect. author in caus. S.P. Aug: 1
Laynez, Daniel. Contesno y cristiano privado: 2
San Ildefonso Theolog. Mistica: 1
Camos, Gobierno universal del hombre: 1
San Antonio, Flos Sanctorum: 4
Portillo, Crónica espirit augustina: 4
Fray Gaspar, Conquista de Filipinas y Hieromelisa: 2
Estante 4
Herrera, Alfabeto. Responsión. Clips y compendio: 4 tomos
Roiz y Rozas, Ciudad de Dios N.G.P.S Agustín en romance: 1
Dubal, Exposiss. Regul. S.P. Aug: 1
Gouvea, Jornadas del Señor Meneses: 1
El Beato Jordan de Saxonia: 1
Angeles, de Vita et Laudibs. Augni: 1
Rivio, Vita S.P. Augustini: 1
Gante, Vida Nuestro Padre San Agustín: 1
Ribera, Vida de Nuestro Padre San Agustín: 1
Sicardo, Vida de San Nicolás de Tolentino: 1
Sicardo, Vida de Santa Rita de Casia: 1
Salón, Vida de Santo Tomás de Villanueva: 1
Castel Blanco, Vida de San Juan de Sahagún: 1
Salgado, Cronología sacra: 1
Riera, Exposición de la Regla: 1

L
Lacroix.{ 2 Tomos. Cajón 5 (7), estante 2 (1)}
Laynez, Daniel. Cortesino y cristiano privado. {2 Tomos. Cajón 13 (12), estante 3 (2)}
Laynez, Cuaresma. {1 Tomo. Cajón 9 (11), estante 4 (2) (3)}
Lambertinus, de Jure patronato. {3 Tomos. Cajón 10 (7), estante 4 (1)}
Landon, Cursus Philos. {4 Tomos. Cajón 6 (13), estante 5 (4)}
Lantusca, Teatrum regularium. {1 Tomo. Cajón 10 (7), estante 5}
Lanusa. {2 Tomos. Cajón 2 (1), estante 5 (4)}
Larraga, Añadido. {2 Tomos. Cajón 5 (8), estante 5 (4)}
Larramendi, Arte vascongado. {1 Tomo. Cajón 6 (13), estante 6 (5) (4)}
Laurentio Surio, Summa conciliorum. {4 Tomos. Cajón 8 (10), estante 2}
Div. Laurentius Justinus. {1 Tomo. Cajón 12, estante 3 (1)}
Lauretius, Silva allegoriarum. {1 Tomo. Cajón 3, estante 2 (4)}
Lauretus, Genealogía scripturarum. {1 Tomo. Cajón 2 (1), estante 5 (4)}
Lazarus, Quest. Practicas. {1 Tomo. Cajón 10 (7), estante 5}
Leal, Crisol purificativo. {1 Tomo. Cajón 13 (12), estante 2 (1)}
Leandro, Opera. {10 Tomos. Cajón 5 (8), estante 1 (2)}
Ledesma, Despertad.s Morales.{ 2 Tomos. Cajón 5 (5), estante 5 (4)}
Ledesma, Summa theologica. {1 Tomo. Cajón 4 (9), estante 4 (3)}
Ledesma, Summa moral. {1 Tomo. Cajón 5 (8), estante 4 (3)}
Leitan, Sermones vespertinos. {1 Tomo. Cajón 9 (11), estante 3 (2)}
Lemos, Medicina. {1 Tomo. Cajón 6 (14), estante 5 (4)}
Lemos, superctrenos Hieremie. {1 Tomo. Cajón 3, estante 4}
D. Leo. {1 Tomo. Cajón 1 (2), estante 5 (4)}
León, Descriptio Africa. {1 Tomo. Cajón 7 (6), estante 6 (5)}
León, Epitome de la Biblioteca oriental. {1 Tomo. Cajón 7 (6), estante 5 (4)}
León, Místico cielo. {3 Tomos. Cajón 13 (3) 12, estante 4 4 (3)}
Leonardo, in Libros rasis. {1 Tomo. Cajón 6 (14), estante 5 (4)}

Magister Sententiarum. {1 Tomo. Cajón 4 (9), estante 5}
Mayoli, Dies caniculares. {1 Tomo. Cajón 6 (14), estante 1}
Maldonado, in Psalmos. {1 Tomo. Cajón 2 (1), estante 6 (4)}
Maldonadus, in Evangelistas. {1 Tomo. Cajón 2 (1), estante 1}
Malleus maleficarum {1 Tomo. Cajón 8 (10), estante 5 (4) (3)}
Malvenda. {2 Tomos. Cajón 2 (1), estante 4 (3)}
Maná del alma religiosa. {1 Tomo. Cajón 12 (4), estante 3 (4)}
Mancinello, Sátiras de Juvenal. {1 Tomo. Cajón 7 (9), estante 3}
Manso, Curso philos.{ 5 Tomos. Cajón 6 (13), estante (4)}
Manso, Opera theologica. {10 Tomos. Cajón 4 (9), estante 5 (4)}
Manrique, Honras de Felipe Tercero.{ 2 Tomos. Cajón 9 (11), estante 5 (4)}
Mansino, de Juramento. {1 Tomo. Cajón 5 (8), estante 5 (4)}
Marcansio, Summa. {1 Tomo. Cajón 5 (8), estante 6 (5)}
Marcantius, Hortus Pastorum. {1 Tomo. Cajón 3 (2), estante 2 (1)}
Marcelino, Estragos del temblor. {1, Cajón 7 (6), estante 5 (4)}
Marcilla, Decretat. Concilium Tridentinum. {1 Tomo. Cajón 8 (10), estante 4}
Sor Maria de la Antigua. {1 Tomo. Cajón 12 (4), estante 3 (2)}
Sor Maria de Agreda, Mística ciudad de Dios y Vindicación. {4 Tomos. Cajón 12 (4), estante 3}
Santa Maria, Historia del Santo Cristo de Burgos. {1 Tomo. Cajón 13 (12), estante 6 (4)}
Santa Maria, Scrutinium scripturarum. {1 Tomo. Cajón 8 (10), estante 3}
Santa Maria, Vida de San Antonio de Padua. {1 Tomo. Cajón 12 (4), estante 6 (4)}
Mariana, Historia de España y de Institut. Princip.m. {12 Tomos. Cajón 7 (6), estante 4 (5)}
Marquez, Compendio de los Milagros del Rosario. {1 Tomo. Cajón 12 (4), estante 6 (4)}
Marquez, Gobierno Cristiano. Origen y Jerusalén. {3 Tomos. Cajón 13 (12), estante 2 (1)}
Marquez, Thesauro, Militar de caballería. {1 Tomo. Cajón 10 (7), estante 4 (9)}
Martial, Epigram. {3 Tomos. Cajón 7 (6), estante 1}
San Martín, Fiestas de San Pedro de Alcantara. {1 Tomo. Cajón 12 (4), estante 4}
Mascardo, Conclusiones. {2 Tomos. Cajón 8 (10), estante 1}
Masculo, Ponderationes in Ambrosio. {1 Tomo. Cajón 3, estante 4 (3)}
Masio, Curs. Philos. {1 Tomo. Cajón 6 (13), estante 3}
Mastrio. {4 Tomos. Cajón 4 (9), estante 1}
Mastrio, Opera. {3 Tomos. Cajón 6 (13), estante 2 (1)}
Mata, Sermones varios. {3 Tomos. Cajón 9 (14), estante 6 (4) (3)}
Matos, Luz evangélico. {1 Tomo. Cajón 9 (11), estante 5 (4) (2)}
Matute, Prosapia de Cristo. {1 Tomo. Cajón 12 (4), estante 4}
Mauro, Opera.{ 3 Tomos. Cajón 4 (9), estante 3 (2)}
Medina, de Continet. hominis. {1 Tomo. Cajón 8 (10), estante 3 (4) [E]}

Monarchio de Diversis. {1 Tomo. Cajon 11, estante 2 }
Moneda Cursos Filosóficas. {1 Tomo. Cajon 6 (13), estante 4 (3)}
Montalbán Opera.{ 4 Tomos. Cajon 4 (9), estante 4 (3)}
Montalbo Guerras de Hungría. {1 Tomo. Cajon 7 (9), estante 3}
Montemayor sobre los dones. {1 Tomo. Cajon 9 (11), estante 3 (3)}
Montenegro Parroco de Indias. {1 Tomo. Cajon 5 (8), estante 4}
Monterroso práctica civil y criminal. {1 Tomo. Cajon 11 (6), estante 4}
Montesinus en 1, et 2, D. Thomas. {2 Tomos. Cajon 4 (9), estante 4 (3)}
Montoya Sentencia Metafórica. { 1 Tomo. Cajon 2 (1), estante 4 (3)}
Montoya Vida de Jesús. {1 Tomo. Cajon 13 (12), estante 6 (4)}
Mora Enigma numérico predicable. {1 Tomo. Cajon 9 (11), estante 1 }
Mora Vida del H.o Juan Nicolas. {1 Tomo. Cajon 12 (4), estante 6 (9)}
Morales Discurso de la Concepción et passio. {2 Tomos. Cajon 9 (11), estante 2 (1)}
Morales Mercurio evangélico. {1 Tomo. Cajon 9 (11), estante 5 (3)}
Morales Despertador del Alma. {1 Tomo. Cajon 13 (12), estante 6 (4)}
Morelli Lucero evangélico. {1 Tomo. Cajon 9 (11), estante 2 (3)}
Moreno Tornadas para el cielo. {1 Tomo. Cajon 12 (4), estante 5}
Moreno Santoral y adviento. {2 Tomos. Cajon 9 (11), estante 4 3}
Moreno Reglas para confesores alcaldes. {1 Tomo, Cajon 5 (7) 8, estante 6 (7) 4}
Moscoset Pastoral de regular. {1 Tomo. Cajon 5 (8), estante 3 (1)}
Murcia Filosofía. {1 Tomo. Cajon 6 (13), estante 3}
Murillo Discursos predicables. {2 Tomos. Cajon 9 (11), estante 5 (3)}
Murga de Privatione Sepulture. {1 Tomo. Cajon 10 (7), estante 4}
Murtia in Ester. {1 Tomo. Cajon 3 , estante 3 (1)}
Musancio Fax cronologica. {1 Tomo. Cajon 7 (9), estante 5}
Muso Sermones varios. {1 Tomo Cajon 9 (11), estante 6 (4)}
Manual Agustiniano. { 1 Tomo. Cajon 10 (7), estante 5 }
Modio in Titum Livium. {2 Tomos. Cajon 7 (9), estante 2 (1)}
Marquez de Miana. {1 Tomo}
Montalban Epistolas. {1 Tomo. Cajon 9, estante 6}
Manrriquez Historia Oriental. {1 Tomo. Cajon 4, estante 6 }
Martirologio Agustiniano. {2 Tomos. Cajon 12, estante 2}
Mascabrone[ An lo ]Cristiano. {1 Tomo. Cajon 4, estante 4}
Morales visita general de Dios. {1 Tomo. Cajon 3(0), estante 3 }
Morales escarmiento del Alma. {1 Tomo. Cajon 3 (0), estante 6 (0)}

Santaella prácticas domésticas. {1 Tomo. Cajon 9 (11), estante 5 (2) 4}
Santa Cruz Antilogía Sacre Scripture. {2 Tomos. Cajon 2 (1), estante 2 (1)}
Santiago Cuaresma y santoral.{ 2 Tomos. Cajon 9 (11), estante 3 (7)}
Santos Vocabulario tagalo.{ 1 Tomo. Cajon 6 (13), estante 7 (9)}
Sanzoles Epitome conceptuum. {1 Tomo. Cajon 9 (11), estante 4 (2)}
Saona Discursos predicables. {1 Tomo. Cajon 9 (11), estante 3 (2)}
Sapata Agricultura Espiritual. {1 Tomo. Cajon 9 (11), estante 1}
Saravia de Jurisdictione. {1 Tomo. Cajon 10 (7), estante 5 (4)}
Sarmiento Prompturium Conceptuum.{ 1 Tomo. Cajon 3, estante 6 (9)}
Schaco. {3 Tomos. Cajones 3, estante 5}
Scherlogus in Cantica. {2 Tomos. Cajon 3, estante 3 (2)}
Scobar de Utroque foro. {2 Tomos. Cajon 10 (7), estante 4}
Scobar Summa. {1 Tomo. Cajon 5 (8), estante 6 (9)}
Scot Vocabulario Utriusque juris. {1 Tomo. Cajon 10 (7), estante 5 (4)}
Scotto Summa moral. {1 Tomo. Cajon 5 (8), estante 6 (9)}
Scotto Taumaturgo Física. {1 Tomo. Cajon 7 (9), estante 5 (4)}
Segneri Incredulus non excusatus. {1 Tomo. Cajon 8 (10), estante 4 (9)}
Segura. {1 Tomo. Cajon 11 (6), estante 5}
Segura Vida de San Juan Nepomuceno. {1 Tomo. Cajon 12 (4), estante 6 (4)}
Segusius Hostiensis summa aurea. {1 Tomo. Cajon 10 (7), estante 3}
Seijas Corona Imperial. {1 Tomo. Cajon 9 (11), estante 1}
Seita Sermones varios.{ 3 Tomos. Cajon 9 (11), estante 2 (1)}
Seijas Silvos del Pastor Divino. {1 Tomo. Cajon 12 (4), estante 6 (9)}
Selve Dominicales.{ 2 Tomos. Cajon 3, estante 6 (9)}
Semeri Curso Filosóficas. {3 Tomos. Cajon 6 (11), estante 4}
Sermones varios de varios autores. {5 Tomos. Cajon 9 (11), estante 4 3}
Séneca. {1 Tomo. Cajon 6 (14), estante 1}
Señeri Cura y cristiano instruido. {7 Tomos. Cajon 9 (11), estante 5 (4)}
Sequeiros de Ecclesia potestate.{ 1 Tomo. Cajon 8 (10), estante 4 (9)}
Serana Vida de San Francisco de Borja.{ 1 Tomo. Cajon 12 (4), estante 4 }
Serra Curso Teologías. {10 Tomos. Cajon 4 (9), estante 6 (9)}
Severcio Summa moral. {1 Tomo. Cajon 5 (8), estante 6 (9)}
Sevilla Dios trino y uno. {1 Tomo. Cajon 12 (4), estante 5}
Sicardo Mártires del Japón. {1 Tomo. Cajon 13 (12), estante 1 }
Sicardo Vida de San Nicolás de Tolentino.{ 1 Tomo. Cajon 13 (12), estante 4 (3)}
Sicardo Vida de Santa Rita de Casia. {1 Tomo. Cajon 13 (12), estante 4 (3)}
Siegler Regisidium anglorum.{ 1 Tomo. Cajon 6, estante 6}

Dia 22 de Julio de 1759 dio Nuestro Padre M.e P. Fray Pedro Velasco
un Breviario Romano en folio = Tonti sermones dos
tomos = Palavicino Historia del concilio tridentino
tres dos tomos = Raulin Historia Malabarica un tomo =
Concilio Romano un tomo = Girolamo Cepi Vida
de San Nicolas = Orgio Historia de Nuestro Padre del Buen
Consejo = El decimotercio tomo de Flores = Ítem medalla
Española dos tomos del mismo Flores = Mascabrone
[asi lo ]Cristiano un tomo = Lovada Privilegios de Indias de los Regulares
un tomo = Olloa víaje de la América cinco tomos =
Bautista Completar de la vida de Cristo un tomo = Durango
vida del cielo un tomo = Amor Teología seis tomos =
Soler jurisdicione eclesiástica y secular dos 2tomos= Ribera
Apología un tomo= Benedito 12 el cuarto tomo de
Bulario = un tomo de Bulario aditamento de bino =
fuele theologia dos tomos = Ferraris
Biblioteca ocho tomos= [ Purcho ]Filosofía ocho
cinco tomos = Beati dos tomos disertaciónes y
una de gestis Divi Agustini = Sandini cinco tomos =
Sobre las mentiras de Don Juan de Rosales, escrito por el General Don Franco de Figueroa

Pues, eran ejecutadas todas estas vejaciones tiránicas
en un gobernador político de estas islas, cosa
no podemos negar. Y así, por Dios, Juanote
que se callen, que nos va la vida, vos le fuisteis
aprender, nunca fuerais. Y yo lo ejecuté todo que
sin duda estaba fuera de mi juicio, y ahora brama
un león castellano y viene a poner en todo
remedio quien se escapará de sus garras. Pues, hemos
oído, no las tiene para dejarse amansar con presas,
antes bien mandó prender a un criado suyo
que recibió. No sé que regaló Juanote, por Dios,
que la cartilla política para los niños de San
Juan de Letrán, que fue sin duda pronóstico y
profecía. Allí decía bien te acuerdas, «¿qué dicen
los astrólogos?» y respondía que «ha de haber gran
cosecha de ahorcados, que se prevengan túnicas
de hartas». Hemos escapado yo y vos de esta, mucho
será si escapemos. Pues, hijos católicos somos aunque
perversos cristianos, convirtámonos a Dios.
Hagamos una buena confesión, pues allegado,
la forzosa, harto nos ha sufrido la merced
divina en esta vida y aparece que está cansada
y nosotras podíamos estarlo de pecar. Dad
vos un ejemplo público de arrepentimiento
admitida vuestra mujer virtuosa con cuyo
Guía para el Padre Comisario que fuere a procurar agustinos para las misiones en Filipinas

bueno tener el procurador un tanto de ellas) que son absolutamente
necesarias y que así las da el General
de Santo Domingo y son conformes a la bula de Adriano
Sexto que se citará abajo. Avisándole que va a
Madrid y allá espera su respuesta y los mismos
puntos escribirá al reverendo padre asistente de España,
e importa escribir luego porque tarda la respuesta
y es necesario ir ganando tiempo. Y despachar por delante
su ropa para Madrid, o irse con ella, según
el tiempo y la ocasión aconsejaren.
§ 5. En Madrid
Aunque este aviso, se había de dar al principio, aquí
es más necesario que en otra parte. El primer empleo
de un procurador es [diligenciar] religiosos para esta
provincia, los mejores que hallare. Y si lo consigue Dios es
servido. El próximo [ayudado], los infieles convertidos,
los nuevos cristianos doctrinados, y reciben
los santos sacramentos que son los arcaduces de la divina
gracia. Y si no trae religiosos o no son a propósito los que
trae, todo esto cesa y aun se siguen peores males.
De donde se origina, que el demonio hace cuanto esfuerzo
puede por estorbar los intentos del procurador,
y le da bien en que entender por todos caminos
y principalmente por los domésticos de la orden
Carta del Padre Marcelo Francisco Mastrilli, sobre la conquista de Mindanao. Taytay, 1637

de los Moros de echar flechas a una peña suya cuando vuelven a sus
tierras en agradecimiento a Mahoma. Aquí estuvimos agua
dando dos días los navíos del Armada, en los cuales yo dije misa
en tierra; habiendo pero antes conjurado tremendamente al demonio,
como acostumbra La Santa Iglesia con sus exorcismos agua bendita :
Luego se quemaron todas las flechas pegadas en la dicha punta, que
erran infinitas con otras mil cosas de comer, como pescador, huevos
que por su devoción solían dejar en varias partes y luego se le mudo
solemnemente al nombre en punta de San Sebastián; para que con
sus divinas flechas acabase de derribar estas infernales y mal
ditas, que tantos años nos han trabajado, por memoria de que el
Señor Don Sebastián habido el primero Gobernador que ha dado
fondo pasado dicha punta. Demás que la caída prodigiosa de esta
Peña La noche que peleo a Vista de la Nicolas Gonzalez, La atri
buimos todos al mismo [Les.] que quiso dar prendas al señor Don
Sebastian de la gloriosa jornada de Mindanao, supuesto que de la
dicha peña sola la parte que por alla miraba, se cayo como todos con
admiración reparamos. Mientras aquí estabamos, vino una embar
cacion Ligera del enemigo a reconocer La armada; Le
dio luego [caia] La nuestra faluga pero por estar muy lejos no pu-
do cogerla. Solo al carcamos un barquillo con cuatro indios de los
nuestros cautivos que se habían huido de los enemigos estos
nos dieron nueva como estaban a pique departir de Mindanao
algunos navíos dejados cargados de esclavos nuestros cristianos.
confieso a [V.R.] que no fue nueva esta para su señoría sino
lanzada al corazón por lastima de tantas almas; y luego resol-
vió de caminar de día y de noche para coger dichas embarca
ciones este Santa Fe lo fue La única y verdadera causa
porque sin aguardar su Armada fue caminando de noche y
de día hasta dar con ellas y muy bien fue remunerada del cielo
con

por que una vez le había quebrado con una pieza el hueso de la pierna
con que había quedado cojo, sin romperle pero La Carne ni sacarle sangre
con esta confianza Vino a desafiar con su Campilan Los nuestros apun-
to le luego con su mosquete el capitán subiré y le paso dos balas
por la frente que sola descubría, estando lo demás del cuerpo encubierto
con una Rodela Inglesa. Cayo muerto al punto el miserable, y con
este cayo el animo a todos los demás que estaban en la mesquita y esta
cada y así dejando sus armas, muy [depriesa] se huyeron al monte en
este mismo tiempo marchando Don Rodrigo co su gente entre la falda
del monte y al rio, cargo tan Valerosamente contra el enemigo que lo
obligó a desamparar todas sus embarcaciones, que por nuestro miedo había
escondido dos dias antes en una muy larga vuelta del mismo rio.
De manera que en poco mas de media hora nos apoderamos de todo lo
de abajo; y el mismo día hubiéramos cogido el cerro de arriba, si
teníamos toda la gente, huyendo los moros con tan grande temor, que
Corralat mismo se había encubierto la cara de lodo por no fez conocido
de los nuestros en caso que pasasen adelante como Nos dijo Un
criado suyo Cristiano que la mañana siguiente se vino a nosotros
afirmando el mismo la cantidad grande de los Moros heridos,
y en particular del Rey de la laguna pasado con un balazo
por los pechos el cual a via venido a celebrar no se que bodas de
un primo suyo con una hija de Corralat quería en todo caso en-
tregarse en mano del Señor Gobernador; pero que los [habos] no
habían querido antes le habían persuadido a defenderse prome-
tiéndole de peleas los primeros, y así lo ejecutaron, en
particular el día del asalto el cerro por que ellos fueron los
que nos mataron e hirieron la mayor parte de la gente, pa-
saron pero muy [depriesa] la pena de tan atrevido consejo no so-
lamente con la hacienda que le cogimos en sus embarcaciones
sino con la vida también muriendo por mano de los mismos

en frente de la Mesquita y sirvió de cuerpo de guardia para los
Pampangos.
El día siguiente comenzaron a llegar los demás champanes y ca-
racoas de nuestra Armada en que declaró luego el señor gover-
nador cabo de la el capitán Mena por todo el tiempo que estuviése-
mos en Mindanao: y por castellano de la fuerza San Francisco Javier
nombro al Sargento Mayor Palomino el cual luego la fortifico
y puso en order cerrando La de todos las lados con sus puertas y [reparos-
ariadiendole] al veedor una baranda encubierta de la parte
de dentro con sus troneras para que tuviese dos ordenes de
artillería, mosqueteria. En esta obra trabajaron muy bien
todos los soldados, en partirlas el Mayor Don Pedro
Hurtado de Corcuera como muy platico en las fortificaciones
de Flandes; el mismo Señor Gobernador dando junta-
mente la traza, y las manos con pegar el primero con [la a cada].
Otro dos días que fueron Domingo y lunes se emplearon en
hacer muchas fortidas y quemar muchos pueblos alrededor mar-
chando el capitan Rodrigo con su gente por tierra, y el
capitan Ugalde con la suya por la mar hasta llegar al pueblo
y casa antigua de corralat que llaman de las savanillas,
y quemar las todas, con otros muchos pueblos y embarcaciones
grandes que hallaron en otro rio escondidas. Los demás sol-
dados que quedaron en el Real se emplearon en echar al
agua todos las Caracoas baradas con que salían a robar que
eran muchas y muy lindas: y en buscar lo que estaba enterrado,
que fueron muchas cámaras de versos, hierros, cera, y tres campanas, demas de grande que estaba a la puerta de la
Mesquita boca arriba llena de agua para lavarse los pies antes de entrar en ella.
Despacho también su señoria este Domingo una caracoa
de los moros a Zambaonga llena dentros cautivos Cristianos
y san

La Silanga, en que se perdió una Caracoa de la cual venia cabo el
Capitan Xineros, sin muerto pero ma que de un muchacho. Luego al
punto disponiendo sun señoría Las cosas por marchar el día siguiente
al cerro, mando dar a los soldados [bifioc] Lo y que lo para cuatro días;
en que el Señor Sargento Mayor Don Pedro con el ayudante Don Francisco Ola-
zaran gastaron toda la noche, cual misma yo gaste en confesar la gente
no contenta de lo que habían hecho con tanta devoción en Zamboanga.
Por las tres de la mañana se comenzaron a decir Las misas; y al
fin de la primera hizo señoría una platica a los soldados tan apro-
pósito y ajusto de todos; que bien se hecho de ver su grande prudencia
zelo del honor divino, y experiencia militar. Estábamos concer-
tados quejo después mostrase el Santo Cristo con San Francisco Javier
como me había pedido muchas veces y deseaba la gente: pero
por confesar a V.R. La verdad no me lo sentí del corazón y así
no quise hacerlo como que fuera presagio de lo que nos había de con-
decer el día.
Acabada la platica envio su señoría al
Gonzalez con el Padre Melchior de Vera que había venido en el mis-
mo de Zamboanga. ciento y veinte españoles, treinta pampangos:
y ochenta indios por las cargas señalando a la vanguardia al
Castelo, y a la Retroguardia at Becerra, con dos fa-
mosas espías uno moro, y el otro Cristiano, con orden que cogi-
se el enemigo La retirada del cerro; y por el mismo camino
bajase de embestirlo, tocando pero antes sus clarines; para que al
mismo tiempo embistiese su señoría de la otra parte. y así Lo
cogiesemos en medio partido Nicolas Gonzalez, Ordeno La gente
suya señalando el Ugalde a la vanguardia: Luego el capitán
Don Rodrigo con los demás, dando a cada uno de los capitanes re-
formados una tropa de soldados a su cargo Las banderas, pieza de
artillería pertrechos de guerra y bastimentos al cuerpo de
guardia, en la retroguardia lo Panpangos el Mayor
Don Pedro

ni peligro ninguno por la Retroguardia de las estacadas y fuerzas
hasta quedar señor de dos de las con cuatro piezas de Artillería, y de la
casa del Rey fuerte, en la cual tenia su dichoso con muerte de
muchísimos Moros a si por nuestros balazos, como por haberse despe-
nado con la hurda muy furiosa y atropellada que hicieron en una
ladera muy angosta que estaba a la salida de su misma esta-
cada por donde nos esperaban cayendo por justo juicio de Dios
en los mismos [Lacos] que habían armado contra nosotros.
Al mismo tiempo que Capitan Castelo con La Vanguardia sanó Las dos
estacadas; fue Capitan Bezerra con las Retroguardia al alcanza de otros
Moros que iban a juntarse con los que estaban de presido en la
tercera estacada que habíamos embestido nosotros por las van-
guardia el día antes y con la misma facilidad los obligo a
huir y a despenarse quedando señor de la fuerza y sus armar que
fueron Mosquetes de pinsote arcabuces campilanes [ett].
Los pacientes, criados y criadas de Corralat con otra mucha gente
suya que quedo aquel día cautiva, dijeron, que La noche antes
se había puesto un viril del santos sacramento que había robado
debajo de los pies, diciendo a todos que no había que temer porque ya
tenia Dios de los Cristianos debajo de sus Pies, y que supuesta La for-
taleja grande de sus cerros y estacadas, y los muchos
que tenían, sino lloviesen hombres del cielo, bien seguros estaban.
Pero que cuando La mañana Le dieron avisos que los nuestros em-
bestian por La retirada dijo a su mujer. Mal Lugar han es-
copido para mi Los Españoles: supuesto como he dicho que por
La Retroguardia del cerro no tenia defensa ningunas con todo
eso esta de buen animo, y guárdame aquí que quiero ir a hacer
con estos Lo que hice ayer con los otros fue, y viendo su mujer que ya
Los nuestros iban entrando; persuadió a sus criadas, que se despenasen
con ella por. no ser cautivas. Reusaron lo estas como mas cuerdas
y así quedaron nuestros esclavas; y la pobre Reina con un hijo

que tenia en sus brazos se despenó y quedo colgada en un Arbol con pena
cierro de todos por su buen natural conforme a la Relacion que nos
Dio el Padre de Dapitan que La conocía y por ser muy amiga de los
nuestros Cristianos cautivos embijando les a escondida La comida, en parti-
cular a los Religiosos; y viniendo con su marido cuando los Maltrata-
ba y a [fligia]. Despenada La Reyna llego Corralat herido
con un balazo en un brazo en busca de la; y viendo La ya muerta
se huyo por una de aquellas Laderas sin ser conocido A unos
Pueblecillos cuatro leguas del cerro, a donde ahora dicen que esta
curando. De los nuestros no murio Ninguno, gracias a Dios; queda
ron solamente siete o ocho heridos que ya estan buenos. Don Rodri-
go que había a marchado La mañana como dije con otra gente; sabien-
do por el camino La victoria embio Los soldados de refresco
Nicolas Gonzalez y el de volvió al Real.
Mire VR su pudiéramos nunca como decían coger el cerro
por hambre. A tenia sementeras, platanares, Un rio de muy
Linda agua, y seis en siete mil cestos de arroz, que por ellos
era muy grande provision. fortifico se Nicolas Gonzales con su
gente en dos puestos. Puso en la casa del Rey que había embargado
por su majestad el Capitan Becerra con cincuentas soldados
y el se quedo con los demás en la estacada principal a do estaban las piezas
hasta que se quemasen todos. Las cuatro piezas estacadas, casas, arroz
y sementeras, y se bajasen Las cuatro piezas de Artillería que se hizo en
dos días, con admiraron de todos, y de los Mismos con destables, que lo
tenían por imposible y lo vieran arrebentado si su señoría
no viese tenido tieso en que no había departir salta que bajasen
no queriendo que dijese Corralat que los españoles no
habían podido bajan las que el había subido: aunque el [lodic
co] con dos mil Indios en seis meses y los nuestros en dos dias
con cuatro Barigas.
No puedo negar que fue muy grande La alegría de este días
Pero

La victoria con una fiesta al santísimo sacramento
y porque no faltase ni el valor ni la piedad del gran
Capitan Judas Macabeo; mando se hiciesen también
el siguiente Las honras a sus soldados difuntos aun-
que por mala dicha de las fiestas tocó predicar a mi
en entrambas Publico también un gran papelón de
mercedes, oficios y ventajas a todos los heridos en es-
ta jornada con que acabó de obligarse la solda-
desca toda en manera que ya no trata ni habla de otra cosa
que de su Capitan General; hasta los mismos marineros, de-
clandose que no quieren servirse de la merced de
pasar a la Nueva España, por perder La jorna-
da del año siguiente.
En estas ocupaciones se pasaron algunos dias, hasta
que llegó la nuestra Armada de Bugayen el Miércoles
Santo, y el día siguiente vino con tres caracoas el her-
mano del mismo Rey por embajador a tratar con
su señoría la confirma de las paces tratadas del
Sargento Mayor Palomino su puesto que no se había po-
dido ejecutan La segunda orden que llevaba Juan
Nicolas, por haber llegado tarde cuando ya Mon-
cay había venido a cuantas condiciones podíamos dese-
ar, hasta decir públicamente a los suyos que el que-
ría ser amigo y vasallo del Rey de españa por lo
cual que no quería ser lo, se fuese de sus pueblos. en
esta conformidad ofreció el embajador en nombre
del Rey su hermano al Señor Gobernador cinco cosas.
La de dar luego todos los cautivos que tiene Cristianos

pasó a Cavite donde tenia orden de aguardarlo su Armada. La cual
fue Dios servido que llegase toda entre cuatro días, y así el Domingo hizo
su entrada con la pompa y gallardía que V.R. vio y no se si repara-
ron muchos en lo que aconteció aquel día, porque de todos los cham-
panes faltaba un solo del capitán Don Gabriel Niño de tavora que
traía algunas piezas grandes del enemigo, y cuando se señoría
llegaba por una parte de Cavite por haber la entrada llegó por
La otra de Mariveles Don Grabriel Niño con que parece quiso
mostrar Dios La particular providencia suya en llevan toda
La Armada con salud; y la gloria y alegría grande que había
de causar en el cielo La dicha triunfal entrada en Manila: su
puesto que tan milagrosamente Junto todo sin que le faltase de los despo-
jos cosa chica ni grande bendito sea por siempre y alabado sus
caballero se ha servido dar al mismo tiempo el remedio a las Islas,
y castigo a la soberbia de estos moros que la menor cosa que decían
cuando llevaban cautivos últimamente Los tres Padres Recoletos
con tantos ornamentos y vasos sagrados fue que llevaban cauti-
vos preso al Dios de los Cristianos y que no había quien pudiese
resistir mas a Mahoma. Viense se echa de ver con las ex-
periencia. La verdad de la revelación que tuvo aquella santa
sierva de Dios y salvación de esta conquista.
Nuestro Señor Le de vida y salud para que pueda
acabar lo que con tanto animo y valor ha empecado
por gloria de su Divina Majestad. bien de esta con-
quista, y reputación de nuestras Armas, que por mu-
chos desastres estaban ya muy abatidas.
Esto es lo que se me ha ofrecido escribir a VR
Año de 1640—Información sobre el milagro que Nuestra Señora de Caysasay usó con Juan Ynbin, sangley cristiano.

[al margen izquierdo] Año [al margen derecho] de 1640.
Información que el maestro Joseph Cabral,
beneficiado del partido de Balayan,
foráneo en esta provincia, ha hecho en virtud
del Ilustrísimo Señor Fray Hernando Gue-
rrero, Arzobispo Metropolitano en estas islas y del
Consejo de Su Majestad, sobre el milagro que Nuestra
Señora de Casaysay usó con Juan Ynbin, sangley
cristiano.
[rúbrica] Alonso Márquez, notario.

[al margen izquierdo] Comisión al maestro Joseph Cabral para la averiguación del milagro.
Nos, D. Fray Hernando Guerrero, por la gracia de Dios y de la
Santa Sede Apostólica, Arzobispo Metropolitano de estas islas Filipinas, del
Consejo de Su Majestad. Por cuanto ha llegado a nuestras manos un testimonio signado
y firmado de Alonso Márquez, escribano público de la provincia de Balayan,
término de nuestra diócesis, por do consta que una imagen de Nuestra Señora
la Virgen María, Reina de los Ángeles, que está en la iglesia de
Casaysay, visita del priorato de Taal, ha hecho un milagro con un sangley
cristiano llamado Juan Ynbin, cantero, que en aquella sazón ayudaba a la
fábrica de aquella iglesia; al cual prendieron con otros sangleyes y echa-
ron por muerto los ejecutores, con ocasión de este alzamiento general que han
hecho los de Calamba, parián de esta ciudad y los de Santa Cruz. Y le die-
ron grandes heridas penetrantes de modo que lo dejaron por muerto. Y pare-
ce que el dicho Juan Ynbin se había próximamente confesado con el padre predi-
cador fray Alonso Rodríguez, prior del dicho convento de Taal, y encomen-
dándose a la dicha imagen para que le librase de la muerte. No obstante que
por el dicho testimonio consta tener cuatro heridas penetrantes, que por cualquie-
ra de ellas naturalmente eran de muerte, teniendo todos los nervios prin-
cipales del pescuezo cortados a machetazos, y con dos lanzadas en el cuerpo,
en la tetilla derecha. Y [consta] haber estado tres días naturales sin comer ni
beber, ni recibido cura alguna, y haber estado en el agua y a las inclemen-
cias del cielo. Y dicho y declarado el dicho Juan Ynbin habérsele aparecido
la dicha imagen, y sacádole de la mar donde se halló la primera vez
que le socorrió, y después traídole a la orilla y a tierra sobre una hoja
blanca. Y cuando le iba trayendo se apartaban y huían caimanes y otros
peces espantosos con la vista de la dicha imagen. Y habiéndole traído a
tierra, le mandó se volviese a proseguir con su obra. Y diciéndole no saber
el camino para ir a Casaysay, donde se fabricaba su iglesia, le mostró
el camino y le pasó de un río sin mojarse. De modo que caminando lle-
gó al dicho lugar y estuvo en una bóveda de la dicha iglesia. Y por el dicho testigo
consta que con ser las dichas heridas tan grandes y penetrantes, no tener
olor ni estar hinchadas, como naturalmente lo suelen estar pasando vein-
ticuatro horas, especialmente las que se mojan, que todo lo susodicho son efectos
que sin particular milagro y ayuda de tan gran Señora no podía suceder.

[al margen izquierdo] Nombramiento de intérprete a Agustín Sico, sangley cristiano.
El maestro Joseph Cabral, cura beneficiado del partido de Balayan
y juez de comisión para la averiguación del milagro de Nuestra Señora de Casaysay, dijo ser necesario nombrar un intérprete en lengua sangleya que sea de
satisfacción y confianza, y entendido en lengua castellana para que, con
toda fidelidad, interprete la declaración o declaraciones que sean
necesarias hacer de algunos sangleyes o testigos que para el dicho caso
se ofrezcan examinar siendo sangleyes, y otras cosas tocantes a dicha len-
gua sangleya. Y porque las partes necesarias concurren en la de
vos, Agustín Sico, sangley cristiano, por el presente y en virtud
de la facultad que por la dicha comisión se me concede, os elijo y nombro
por tal intérprete de la dicha lengua sangleya, para la dicha averiguación
de dicho milagro. Para que como tal lo uséis y ejerzáis. Y primero ha-
réis juramento en forma de usar bien y fielmente el dicho oficio. Y estando presente
el dicho Agustín Sico, dijo que aceptaba y aceptó el dicho nombramiento de tal intérprete para la averiguación de dicho milagro en él hecho, y que lo
usará bien y fielmente a todo su [r]eal*El notario imita la pronunciación del Sangley, quien dice "leal" en vez de "real." saber y entender. Y que guar-
dará secreto en las cosas y casos que lo pidan. Y así lo juró a Dios y
a la cruz en forma de derecho. Y a la absolución del juramento dijo: “sí juro, y
amén.” Y lo firmó el dicho juez de comisión, que es hecho en este pueblo de Casaysay, en dieciocho días del mes de enero de mil seiscien-
tos cuarenta años.
[rúbricas] Maestro Joseph Cabral.
Ante mí, Alonso Márquez,
notario.

[al margen izquierdo] Testimonio
Yo, Alonso Márquez, escribano público de esta provincia de Bala-
yan, doy fe y verdadero testimonio a los que el presente vieren,
cómo ayer que se contaron once de este presente mes y año, tra-
jeron unos indios a este pueblo de Taal, un sangley cristia-
no llamado Juan Ynbin, cantero que trabajaba en la igle-
sia de Nuestra Señora de Caysasay [sic], uno de los que dicen ha-
ber muerto con otros sangleyes en la fuerza de Bonbon el
miércoles que se contaron siete días de este dicho mes; al cual y me-
diante Agustín Sico, sangley cristiano, intérprete, le pregun-
tó en mi presencia y de los testigos que abajo irán declarados,
el padre prior fray Alonso Rodríguez, que lo es de este convento
de Taal, de cuyo pedimento fue traído a este dicho pueblo
la causa de estar vivo y halládole el sábado en la noche,
que se contaron diez de este dicho mes, junto a las bóvedas de pie-
dra do está el agua que llaman de Nuestra Señora de Casasay,
las cuales están cerca de su iglesia. Dijo que lo que sabe
y se acuerda es que a él y a otros sangleyes cristianos e infieles
prendieron para matarlos. Y que antes él se había confesado
con el dicho padre prior, y encomendado muy de veras a Nuestra
Señora de Casasay, pidiéndole le librase de la muerte. Lo sacaron
de la dicha fuerza amarradas las manos y con una trompa, co-
mo a los demás. Y le llevaron a la playa que era el lugar
donde los mataron, y a él le dieron de machetazos y lanzadas,
y siempre llamando a la Virgen hasta que quedó allí y no sabe
si lo echaron a la mar o lo que de él hicieron. Pero le parece lo
despertaron aquella noche de un sueño, y se halló en la mar,
encima de las aguas en una hoja blanca, y que no sabe qué ho-
ja fuese. Y vio una niña pequeña del tamaño de Nuestra Se-
ñora de Caysasay, muy resplandeciente, y vio que tiraba
de la dicha hoja hacia la playa. Y dice vio caimanes y otros
géneros de peces que se iban apartando por donde iba aque-
lla niña. Y al cuarto del alba llegó a la playa que llaman
de Mahayay, que es debajo de las palmillas que están en el mon-
te, antes de llegar al pueblo de Sinisian, y allí se quedó sin sen-
tido y no vio el día. Y de allí, volviendo otra vez en sí, vio a la misma
niña que le había sacado de las aguas, y le dijo se volviese a Caysasay [sic]
a trabajar en la obra que estaba haciendo. Y le respondió no sa-
bía el camino, y ella le guió hasta donde estaba el pueblo de Bonbon,
donde dice se volvió a quedar sin sentido. Y volviendo en sí, vio otra
vez a la dicha niña que lo guiaba y le pasó de la otra banda del

Por las preguntas siguientes sean preguntados y exa-
minados los testigos que juraren y declaren en la información
que se hace acerca del milagro de Nuestra Señora de Casaysay, hecho en
Juan Ynbin, sangley cristiano. Digan:
1. Si conocen a Juan Ynbin, sangley cristiano, cantero, que trabajaba en este san-
tuario de Casaysay. Y si tienen noticia del milagro que la Virgen Santísima de
Casaysay usó con él. Y si era hombre de buena vida y costumbres, digan.
2. Si saben que en este alzamiento general de los sangleyes fue el dicho Juan Ynbin
preso en este dicho pueblo de Casaysay con los demás sangleyes que en él había, y llevado
a la Fuerza de Bonbon para que le matasen, digan.
3. Si saben que estando el dicho Juan Ynbin dentro de la dicha fuerza, amarradas
las manos y con una trompa al pescuezo como lo estaban sus compañeros,
después de confesado él y los demás, le sacaron de la dicha fuerza amarra-
do como estaba de antes al lugar donde los mataron y en qué lugar
fue, digan.
4. Si saben o vieron matar conocidamente al dicho Juan Ynbin y qué genero de muerte le dieron, digan.
5. Si saben que después de muerto el dicho Juan Ynbin le metieron en una
banca como a los demás sus compañeros, y lo llevaron embarcado en ella
buen trecho de la orilla y barra del rio de Bonbon, y lo echaron en
lo profundo del mar, amarradas las manos y con la misma trompa al
pescuezo que tenía cuando le mataron, digan.
6. Si saben la distancia que hay desde donde echaron a la mar al dicho Juan Ynbin hasta donde le hallaron, y dónde fue. Y si con las dichas heridas naturalmente pudo ir a la bóveda y fuente donde fue hallado, digan.
7. Si saben del tiempo que hubo y pasó desde que mataron al dicho Juan Ynbin
hasta que le hallaron en la bóveda, digan.
8. Si saben que las dichas heridas y lanzadas del dicho Juan Ynbin fueron
grandes, penetrantes y mortales. Y si las del pescuezo tenían cortados
los nervios principales. Y si las dos heridas o lanzadas sobre la tetilla
y costado derecho eran asimismo penetrantes. Y si las unas y las otras

[al margen izquierdo] Declaración de Juan Ynbin, sangley cristiano.
En el pueblo de Casaysay, en dieciocho días del mes de ene-
ro de mil seiscientos cuarenta años, el maestro Joseph Cabral, cura
beneficiado del partido de Balayan y vicario foráneo en esta provincia
de Balayan, y juez de comisión para la averiguación del milagro de Nuestra
Señora de Casaysay por el Ilustrísimo don fray Hernando Guerrero,
arzobispo metropolitano de estas islas y del Consejo de Su Majestad, hizo parecer ante
su merced a Juan Ynbin, sangley cristiano que a la sazón está en este dicho pueblo
de Casaysay, para tomarle su declaración en razón de dicho milagro.
Y estando presente el susodicho se le fue recibido juramento en forma de derecho
por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz, mediante Agustín Sico, sangley
cristiano, intérprete nombrado para dicho efecto. Y habiéndolo hecho prometió de
decir verdad, y dijo que lo que pasa en razón de lo que sabe y le su-
cedió es que habrá tres años poco más o menos que ha estado y [ha] asistido en este
dicho pueblo de Casaysay, haciendo oficio de cantero en la fábrica de la iglesia
de piedra de Nuestra Señora de Casaysay, y en las bóvedas que se hicieron asimis-
mo sobre el agua que llaman Santa, que están cerca de la dicha iglesia.
Y que estando actualmente cortando piedra para hacer un pretil o cerca
en el patio de la casa y espaldas de la dicha iglesia, una noche, estando en
su casa durmiendo le despertaron y llamaron. Y luego le prendió don Juan
de Cabrera, castellano de la Fuerza de Bonbon, atándole las manos. Y le llevó a este
declarante con los demás sangleyes que en este dicho pueblo había a la dicha
Fuerza de Bonbon, donde luego que llegó le pusieron una trompa al pescue-
zo, amarradas las manos como de antes, y le tuvieron en aquellas prisiones
hasta que el día siguiente, a las cinco de la tarde poco más o menos, llegó
el alcalde mayor de esta provincia de Balayan, y le dijo a este declaran-
te y a los demás sangleyes que con él estaban presos que, los cristianos se con-
fesasen y los infieles si quisiesen ser cristianos se bautizasen; que para eso
estaba allí el padre prior de Taal, porque todos habían de morir luego al punto.
Porque tenía orden del señor gobernador de estas islas para matarlos por el al-
zamiento general de los sangleyes. Y así este declarante se confesó con el
dicho prior de Taal fray Alonso Rodríguez, y se encomendó muy de veras
a Nuestra Señora la Virgen María de Casaysay pidiéndole le librase de la
muerte, pues le había servido tanto tiempo en su iglesia. Y que le sacaron
de la dicha Fuerza con la dicha trompa al pescuezo, y atadas las manos, y le
llevaron a la playa frontero y a vista de dicha Fuerza, que fue el lugar

de la fuerza para matarlo sólo sintió un golpe en el pescuezo; y que
le parece a este declarante que con aquél golpe sólo había quedado muer-
to, porque no sintió los demás que halló y tiene en su cuerpo. Y que
lo que tiene dicho y declarado es la verdad, so cargo del juramento
que hecho tiene, y declaró ser de edad de cuarenta y cinco años;
y lo firmó con el dicho señor juez de comisión a su usanza
y el dicho intérprete.
[Rúbricas] Maestro Joseph Cabral.
[Firmas en Chino] *Este es probablemente el apellido de Imbin Ma [firmado dos veces]
Ante mí,
Alonso Márquez,
notario.
[al margen izquierdo] Testimonio y fe de las heridas que tiene en su cuerpo Juan Ynbin.
Yo Alonso Márquez, notario nombrado en esta causa por el
Ilustrísimo señor don fray Hernando Guerrero, arzobispo me-
tropolitano de estas islas y del Consejo de Su Majestad, doy fe y verdadero
testimonio a los que al presente vieren, cómo habiendo hecho parecer el maestro
Joseph Cabral, cura beneficiado del partido de Balayan y juez de
comisión para la averiguación de este milagro a Juan Ynbin, sangley
cristiano para tomarle su declaración como en efecto la tiene
hecha, y en presencia del dicho juez de comisión miré y vi las señales
de las heridas que en su cuerpo tiene el dicho Juan Ynbin, que
las dos de ellas están en el pescuezo y las otras dos, la una sobre la

[al margen izquierdo] Testimonio del capitán Diego Maldonado Bonal, alcalde mayor.
En el pueblo de Casaysay, en dieciocho días del mes de enero
de mil seiscientos cuarenta años]], el maestro Joseph Cabral, cura bene-
ficiado del partido de Balayan y vicario foráneo en esta provincia
de Balayan, y juez de comisión para la averiguación del mila-
gro de Nuestra Señora de Casaysay, hizo parecer al capitán Diego Maldonado Bo-
nal, alcalde mayor y capitán a guerra en esta dicha provincia de Balayan,
del cual se fue recibido juramento en forma de derecho por Dios Nuestro Señor
y la señal de la cruz. Y habiéndolo hecho prometió de decir verdad.
Y siéndole preguntado al tenor del interrogatorio dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta dijo que conoce a Juan Ynbin, sangley cristiano
de mes y medio a esta parte poco más o menos, que ha que lo vio en el
pueblo de Taal, cuando a él lo trajeron herido. Y tiene noticia del
milagro que con él usó Nuestra Señora de Casaysay, y esto responde.
-A la segunda pregunta dijo que en virtud de orden que tuvo del señor
Gobernador y Capitán General de estas islas, para que hiciese matar y degollar a todos
los sangleyes cristianos e infieles de esta provincia. Y que en conformidad
de ella mandó a D. Juan de Cabrera, castellano de la Fuerza de Bonbon
prendiese todos los sangleyes que hallase en este dicho pueblo y los llevase
a la dicha Fuerza de Bonbon, y en ella los tuviese presos a buen recaudo,
y esto responde.
-A la tercera pregunta dijo que habiendo llegado a la dicha fuerza a las
cinco horas de la tarde poco más o menos, que se contaron siete
del mes de diciembre del año pasado de [mil] seiscientos treinta
nueve, pidió al padre predicador fray Alonso Rodríguez, prior de este
partido de Taal que a la sazón estaba en dicha fuerza, confesase
a los sangleyes cristianos y exhortase a los infieles se volviesen cristianos,
porque luego habían de morir todos. Y así, después de confesados
y bautizados algunos infieles, los sacaron de la dicha Fuerza
de dos en dos, amarradas las manos y con trompas al pescuezo y los lle-
varon al lugar donde los mataron, que sería un tiro de arcabuz
de dicha Fuerza, y esto responde.
-A la cuarta pregunta dijo que no vio conocidamente al dicho Juan
Ynbin, pero le tiene por uno de ellos; y que a todos les iban dan-
do los indios que allí estaban, separados para ello, con los mache-

[al margen izquierdo] Testimonio Ambrosio Manalig.
En el pueblo de Casaysay, en dieciocho días del mes
de enero de mil seiscientos cuarenta años, el maestro Joseph
Cabral, cura beneficiado del partido de Balayan y juez de comisión
para la averiguación del milagro de Nuestra Señora de Casaysay, hizo pare-
cer ante sí a un indio que mediante Thomás Dimaligalig, in-
térprete, dijo llamarse Ambrosio Manalig y ser natural del pueblo de
Taal, y a la sazón soldado de la Fuerza de Bonbon, del cual se
recibió juramento en forma de derecho por Dios Nuestro Señor y la señal
de la cruz. Y habiéndolo hecho prometió de decir verdad; y siéndole
preguntado al tenor del interrogatorio dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce a Juan Ynbing [sic], sangley cristiano,
cantero, de ocho meses a esta parte que le ha visto trabajar en su oficio en
la dicha fuerza y en la iglesia y santuario de este pueblo de Casaysay.
Y tiene noticia del milagro que con él usó Nuestra Señora, y que en
el tiempo que dicho tiene que conoce al dicho Juan Ynbin, le ha tenido y
tiene por hombre de buena vida y costumbres; y esto responde.
-A la segunda pregunta, dijo que este testigo, en compañía de D. Juan
de Cabrera y de otros indios prendieron una noche al dicho Juan
Ynbin en este pueblo de Casaysay y a los demás sangleyes que en él
estaban. Y a todos juntos los llevaron amarradas las manos a la dicha
Fuerza, lo cual ejecutó el dicho castellano por habérselo así man-
dado el alcalde mayor de esta dicha provincia de Balayan; y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que llegando a la dicha fuerza el dicho castella-
no con el dicho Juan Ynbin y los demás sus compañeros, les pusieron a cada
uno una trompa al pescuezo, amarradas las manos; y de la dicha
Fuerza los iban sacando de dos en dos al lugar donde los iban ma-
tando, que es un tiro de arcabuz de la dicha fuerza; y esto responde.
A la cuarta pregunta, dijo este testigo que a él y a otros indios soldados
de la dicha Fuerza los había nombrado el castellano de ella para que
estuviesen fuera de la dicha Fuerza y en el lugar que habían de
matar a los dichos sangleyes; y a este testigo le tocó el matar al dicho Juan

[al margen izquierdo] Testimonio: Matheo Omali.
En el pueblo de Casaysay, en dieciocho días del mes de
enero de mil seiscientos treinta y cuatro años [errata], el maestro Joseph
Cabral, cura beneficiado del partido de Balayan y juez de comisión
para la averiguación de dicho milagro hizo parecer ante sí a un indio
que mediante el dicho intérprete dijo llamarse Matheo Oma-
li, y ser natural del pueblo de Taal; y al presente soldado de la
fuerza de Bonbon, del cual se fue recibido juramento en forma de
derecho por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz. Y habiéndo-
lo hecho prometió de decir verdad y, siéndole preguntado al
tenor del interrogatorio, dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo este testigo que conoce a Juan Ynbin,
sangley cristiano, cantero, de ocho meses a esta parte por haberlo visto
trabajar en la fuerza de la barra de Bonbon y en esta i-
glesia de Nuestra Señora de Casaysay, y tiene noticia del mila-
gro que la Virgen Santísima usó con el susodicho, al cual este testigo durante
el tiempo que le conoce lo tiene por hombre de buena vida y costumbres;
y esto responde.
-A la segunda pregunta, dijo que don Juan de Cabrera, castella-
no de la Fuerza de Bonbon tuvo orden del alcalde mayor de esta
provincia para prender a todos los sangleyes cristianos e infieles
de este pueblo de Casaysay, y a los sangleyes chinchorreros que estaban
junto a él, y a los demás que hallase; y que presos y a buen re-
caudo los llevase a la dicha Fuerza. Y al tiempo que los llevó el dicho
castellano estaba este testigo en la dicha Fuerza y vio meter en ella
al dicho Juan Ynbin, amarradas las manos, y a los demás sangleyes;
y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que estando el día siguiente el dicho
Juan Ynbin y los demás sus compañeros presos en la dicha fuerza, ama-
rradas las manos y con una trompa al pescuezo cada uno, el padre
prior de este partido de Taal confesó a los sangleyes cristianos y bautizó
algunos infieles que se habían vuelto cristianos. Y acabado

y notorio, pública voz y fama, y la verdad so cargo del
juramento que hecho tiene, en que se afirmó. Y que no le tocan las
generales de la ley. No supo decir su edad. Pareció por su as-
pecto de treinta y siete años poco más o menos; y no firmó porque
dijo no saber, firmólo el dicho juez e intérprete.
[rúbricas] Maestro Joseph Cabral.
Thomás Dimaligalig.
Ante mí,
Alonso Márquez,
notario.
[al margen izquierdo] Testimonio: Diego Magpagtag.
En el pueblo de Casaysay, en diecinueve días del mes
de enero de mil seiscientos cuarenta años, el dicho juez de comisión
para más prueba de la averiguación del milagro de Nuestra Señora de Casaysay,
hizo parecer a Diego Magpagtag, testigo citado por Matheo Umali en su dicho del
cual y mediante el dicho intérprete. Se le fue recibido juramento en for-
ma de derecho por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz. Y habiéndolo hecho
so cargo del cual prometió de decir verdad. Y siéndole preguntado al tenor
del interrogatorio, dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce a Juan Ynbin, sangley cristiano,
cantero de más de dos años a esta parte por haberlo visto trabajar

en la fábrica de la iglesia de Nuestra Señora de Casaysay de este pueblo, sien-
do este testigo entonces vilango de fiscal del padre fray Pedro Mexía, prior
que fue de este partido de Taal. Y tiene noticia del milagro que con el
dicho Juan Ynbin ha usado Nuestra Señora de Casaysay, y que siempre
le ha tenido y tiene al dicho sangley por hombre de buena vida y costumbres;
y esto responde.
-A la segunda pregunta, dijo que estando este testigo en la fuerza de Bonbon,
en la plaza de soldado que en ella tiene, llegó a deshoras de la noche don Juan de Cabrera, castellano de la dicha fuerza con cantidad de sangleyes,
cristianos e infieles, que dijo había preso por mandado del alcalde mayor
de esta provincia, en este pueblo de Casaysay y otras partes. Y acabado este testigo
su cuarto de posta bajó a ver los dichos sangleyes presos, y entre ellos vio
y conoció al dicho Juan Ynbin, que tenía atadas las manos y los demás
sangleyes que con él estaban; y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que el día siguiente estando el dicho Juan Y
nbin y los demás sus compañeros presos en la dicha fuerza, y cada uno
con su trompa al pescuezo y amarradas las manos, vio este testigo que se
confesó el dicho Juan Ynbin con el padre prior de este partido de Taal,
y los demás sangleyes cristianos que estaban presos y de los infieles mu-
chos se bautizaron. Y luego el dicho alcalde mayor, que a la sazón estaba dentro
de la dicha fuerza, los mandó sacar de ella de dos en dos al lugar don-
de los mataron, que será al parecer de este testigo, un tiro de arcabuz de la
dicha fuerza; amarradas las dichas manos y con las trompas al pescuezo;
y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que no vio matar conocidamente al dicho Juan
Ynbin, ni qué muerte le dieron. Porque este testigo estaba ocupado
entonces en ir sacando de la dicha fuerza a los dichos sangleyes de dos
en dos, amarrados, y entregándolos a otros soldados que los iban
recibiendo y llevándolos al lugar donde los iban matando; y esto
responde.
-A la quinta pregunta, dijo que después de muertos los dichos sangleyes que por todos
fueron veintinueve, y este testigo los vio después tendidos en el suelo

[al margen izquierdo] Testimonio: Juan Mamaghoncal.
En el pueblo de Casaysay, en diecinueve días del mes
de enero de mil seiscientos cuarenta años, el maestro Joseph
Cabral, cura beneficiado del partido de Balayan y juez de comisión
para la averiguación del milagro de Nuestra Señora de Casaysay hizo
parecer ante sí a un indio que mediante Thomas Dimaligalig,
intérprete, dijo llamarse Juan Masongcal y ser natural del pueblo
de Balangon, visita de Taal, y al presente soldado de la fuer-
za de Bonbon, del cual se fue recibido juramento en forma de
derecho por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz. Y habiéndolo hecho
prometió de decir verdad. Y siéndole preguntado al tenor del
interrogatorio, dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce a Juan Ynbin, sangley
cristiano, cantero, de ocho meses a esta parte por haberlo visto trabajar
en la fuerza de Bonbon y en la iglesia de Nuestra
Señora de Casaysay de este dicho pueblo en su oficio de cantero; y tiene noticia
del milagro que la Virgen Nuestra Señora de Casaysay ha usado con él.
Y en el tiempo que dicho tiene, este testigo ha que conoce al dicho Juan Ynbin,
le tiene por hombre de buena vida y costumbres; y esto responde.
-A la segunda pregunta, dijo que el alcalde mayor de esta provincia de Ba-
layan, le mandó a D. Juan de Cabrera, castellano de la fuerza
de Bonbon prendiese todos los sangleyes cristianos e infieles de este
pueblo de Casaysay y los demás que hubiese alrededor de él. Y de
los soldados indios que el dicho castellano llevó consigo para dicho
efecto fue este testigo uno de ellos; y así llegaron a este pueblo y prendieron
en él al dicho Juan Ynbin y a los demás sangleyes que en él estaban,
y amarradas las manos los llevaron a la fuerza de Bonbon; y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que estando el dicho Juan Ynbin y de-
más sangleyes presos en la dicha fuerza de Bonbon, cada uno con trom-
pa al pescuezo y amarradas las manos, este testigo salió fuera de la dicha
fuerza para ir matando a los dichos sangleyes al paraje que estaba señalado,

[al margen izquierdo] Testimonio de Alonso Calatan.
En el pueblo de Casaysay, en diecinueve días del mes
de enero de mil seiscientos cuarenta años, el maestro Joseph Cabral, cura beneficiado del partido de Balayan y vicario foráneo de esta provincia de Balayan y juez de comisión para la averiguación del
milagro de Nuestra Señora de Casaysay, hizo parecer a D. Alonso
Calatang, teniente del castellano de la fuerza de Bonbon, y dijo ser natural
del pueblo de Taal, del cual y mediante el dicho intérprete
se le fue recibido juramento en forma de derecho por Dios Nuestro Señor
y la señal de la cruz. Y habiéndolo hecho prometió de decir verdad.
Y siéndole preguntado al tenor del interrogatorio dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce a Juan Ynbin, sangley
cristiano, cantero, de más de tres años a esta parte. [Dijo] que este testigo le ha visto
trabajar en su oficio, así en la fuerza de Bonbon como en la iglesia
de Nuestra Señora de Casaysay de este dicho pueblo; y tiene noticia del
milagro que con él usó Nuestra Señora. Y en todo el tiempo que ha que este testigo le conoce
al dicho Juan Ynbin, le ha visto y tenido por hombre de buena vida y costumbres.
Y esto responde.
-A la segunda pregunta, dijo que habiéndole mandado el capitán Diego Mal-
donado Bonal, alcalde mayor de esta provincia de Balayan a don
Juan de Cabrera, castellano de la dicha fuerza de Bonbon prendiese
a todos los sangleyes cristianos e infieles de este pueblo de Casaysay, y los demás
que hubiese en estos contornos; y entre los soldados que el dicho castella-
no apercibió para dicho efecto fue uno este testigo; y así vino en compañía del dicho castellano, vinieron a este dicho pueblo, y en él prendieron al dicho
Juan Ynbin en la casa en que estaba y a los demás sangleyes. Y presos
y atadas las manos los llevaron a la dicha fuerza de Bonbon; y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que estando el dicho Juan Ynbin dentro de la
dicha fuerza, amarradas las manos y con una trompa al pescuezo, y de la
misma manera sus compañeros, vio este testigo que el dicho Juan Ynbin se confesó
con el padre predicador fray Alonso Rodríguez, prior de este partido de
Taal; y lo mismo hicieron los demás sangleyes cristianos, y algunos in-

-fieles se volvieron cristianos, los cuales bautizó el dicho padre prior que enton-
ces se halló en la dicha fuerza e ido al dicho efecto. Y acabados de confesar,
los fueron sacando de la dicha fuerza amarradas las manos y con trompa
al pescuezo, a cada uno al lugar donde los mataron, que sería apartada de
la dicha fuerza un tiro de arcabuz poco más o menos; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que este testigo estaba encima de la muralla de la
dicha fuerza y vio y conoció al dicho Juan Ynbin, que con la dicha trompa
al pescuezo y amarradas las manos, con otro compañero de la misma suerte,
llegó al dicho lugar donde iban matando los demás sangleyes, y vio que el dicho
Juan Ynbin se hincó de rodillas y bajó la cabeza; y un indio sol-
dado de la dicha fuerza, uno de los que estaban nombrados para dar muerte
a los dichos sangleyes, le dio con un machete grande que tenía en sus
manos dos machetazos en el cerebro, y luego cayó en tierra; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que después de muertos todos los sangleyes que por todos eran veintinueve, el dicho castellano mandó a este testigo como a su teniente
fuera con algunos soldados al lugar do estaban los dichos sangleyes muertos,
y que allí se estuviese y los hiciese embarcar en las bancas dedicadas para ello, y fuesen con ellos bogando, y los echasen fuera de la barra
y boca del río de Bonbon. Y así este testigo estuvo presente y no se quitó
del dicho puesto hasta que vio embarcar los dichos sangleyes muertos, y
entre ellos al dicho Juan Ynbin. Y este testigo los fue contando y
dando por orden, conforme la tenía de su castellano, echasen a la
mar a los dichos veintinueve sangleyes en más de quince bra-
zas de fondo. Y así lo hicieron los dichos soldados de dichas bancas, siendo
en aquella sazón la marea y viento en contrario a tierra, que le parece
a este testigo que según lo susodicho, habían los dichos cuerpos muertos
ido muy lejos mar a fuera; y esto responde.
-A la sexta pregunta, dijo que le parece a este testigo que desde donde
dio por orden echasen a la mar a los dichos sangleyes muertos hasta donde
dicen fue hallado el dicho Juan Ynbin habrá media legua por tierra,
y por el río algo menos. Y que entonces no miró ni reparó en las heridas

Y siéndole preguntado al tenor del interrogatorio, dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce a Juan Ynbin, sangley, can-
tero, de cuatro años a esta parte que ha que reside este testigo en esta
provincia. Y tiene noticia del milagro que con él ha usado la
Virgen Santísima y Señora Nuestra de este santuario de Casaysay. Y en
el dicho tiempo que ha que le conoce, siendo infiel, era hombre quieto
y pacífico de quien no se sabía vicio ninguno; y después de vuelto
cristiano lo ha visto acudir a las obligaciones de tal sin ser oprimido para
ello; y esto responde.
A la segunda pregunta, dijo que el capitán Diego Maldonado Bonal,
alcalde mayor de esta dicha provincia de Balayan, tuvo orden del señor gobernador y capitán general
de estas islas para que matasen todos los sangleyes cristianos e infieles
de esta provincia; y en virtud de la cual mandó a don Juan
de Cabrera, castellano de la fuerza de Bonbon prendiese a los sangleyes
cristianos e infieles que tuviesen en este dicho pueblo de Casaysay y sus contor-
nos. Y así el susodicho lo hizo, y entre ellos oyó este testigo había sido uno
de ellos el dicho Juan Ynbin; y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que este testigo ha oído decir al dicho castellano
de la dicha fuerza de Bonbon y a los indios soldados que se ha-
llaron a matar a los dichos sangleyes presos en dicha fuerza, cómo se
habían confesado los cristianos y algunos infieles bautizados, y
que a todos los sacaron amarradas las manos y con trompa al pes-
cuezo de la dicha fuerza, de dos en dos, al lugar donde los iban ma-
tando, y que sería un trecho de arcabuz de la dicha fuerza; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que asimismo ha oído decir al dicho caste-
llano y a otros indios, soldados de la dicha fuerza, cómo conocidamente
mataron al dicho Juan Ynbin y le dieron de machetazos en el
cerebro y lanzadas en el cuerpo; y esto responde.
A la quinta pregunta, dijo que asimismo ha oído decir a las dichas per-
sonas referidas en la pregunta antecedente que, después de muer-
to el dicho Juan Ynbin le metieron en una banca como a los

[al margen izquierdo] Testimonio de Juan de Cabrera, castellano.
En el pueblo de Casaysay, en diecinueve días del
mes de enero de mil seiscientos cuarenta años, el maestro Joseph
Cabral, cura beneficiado del partido de Balayan y vicario fo-
ráneo de esta provincia y juez de comisión para la averiguación
del milagro de Nuestra Señora de Casaysay, hizo parecer ante sí a don
Juan de Cabrera, castellano de la fuerza de Bonbon, ladino en la lengua
castellana, que por serlo no fue menester intérprete, del cual se
fue recibido juramento en forma de derecho por Dios Nuestro Señor y la
señal de la cruz. Y siéndole preguntado al tenor del interrogatorio
dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce a Juan Ynbin, sangley cristiano,
cantero, de más de dos años a esta parte, trabajar en su oficio en
la fuerza de Bonbon como en este santuario de Nuestra Señora
de Casaysay, y tiene noticia del milagro que la Virgen Santísima
de Casaysay usó con él. Y que en todo este tiempo que ha que este testigo le conoce
ha sido por hombre de buena vida y costumbres; y esto responde.
-A la segunda pregunta, dijo que habiendo tenido orden el capitán
Diego Maldonado Bonal, alcalde mayor en esta provincia de Balayan,
del señor Gobernador y Capitán General de estas islas para que matase todos los
sangleyes cristianos e infieles de esta dicha provincia por el general
alzamiento, mandó a este testigo prendiese a todos los sangleyes cristianos e
infieles de este pueblo de Casaysay y sus contornos; y este testigo con
algunos soldados indios de la dicha fuerza llegó a este dicho pueblo,
y en él prendió en su casa al dicho Juan Ynbin y los demás
sangleyes que halló; y presos y amarradas las manos los llevó a la dicha
fuerza; y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que estando preso en la dicha fuerza
de Bonbon el dicho Juan Ynbin, amarradas las manos y con
trompa al pescuezo, como lo estaban los demás sangleyes, llegó
el dicho alcalde mayor a ejecutar en ellos la dicha orden, y pidió

al padre predicador fray Alonso Rodríguez, prior de este partido de
Taal, confesase a los dichos sangleyes cristianos y a los infieles que se
quisiesen volver cristianos a bautizarse, porque luego habían de morir todos. Y a-
cabados de confesar y bautizados algunos infieles, los saca-
ron de la dicha fuerza, amarrados como estaban de antes,
al lugar donde los mataron que será un tiro de arcabuz
fuera de la dicha fuerza; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que no vio matar conocidamente
al dicho Juan Ynbin, porque este testigo estuvo en la puerta de
la dicha fuerza enviando los sangleyes que de ella salían de dos
en dos para el lugar donde los iban matando. Y que aunque
no vio la muerte que le dieron al dicho Juan Ynbin, le contó el sol-
dado que lo mató llamado Ambrosio Manalig, que le había dado dos
machetazos en el cerebro, uno encima de otro; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que este testigo mandó a don Alonso
Calatang, su teniente, fuese al lugar donde estaban muertos
los dichos sangleyes y contase el número, que habían de ser veintinueve.
Y asistiese allí hasta embarcarlos en las bancas que este testigo te-
nía prevenidas, y que los llevasen buen trecho de la orilla y
barra del río de Bonbon y los echasen a la mar en quince
brazas, amarradas como estaban las manos y con sus trompas
al pescuezo. Y era en ocasión que la marea y viento era contrario
a tierra; y así tiene por cierto este testigo saldrían los dichos cuer-
pos muy a la mar afuera. Y la causa de no haber asistido este testigo
a lo susodicho y haberlo mandado a su teniente fue por estar ocupa-
do en despachar al dicho alcalde mayor para el pueblo de Taal; y esto
responde.
-A la sexta pregunta, dijo que le parece a este testigo que hay de distancia
de donde mandó echar a la mar a los dichos sangleyes hasta donde
dicen fue hallado el dicho Juan Ynbin en las bóvedas

dicho intérprete se le fue recibido juramento en forma de derecho por
Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz. Y siéndole preguntado al
tenor del interrogatorio, dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce a Juan Ynbin, sangley cristiano de
mes y medio a esta parte poco más o menos, y tiene noticia del milagro
que Nuestra Señora de Casaysay ha usado con el dicho Juan Ynbin, del
cual ha oído decir este testigo que es de buena vida y costumbres; y esto
responde.
-A la segunda pregunta, dijo que ha oído decir que por causa del alzamiento
general de los sangleyes, el alcalde mayor de esta provincia de Balayan tuvo
orden para prender todos los sangleyes cristianos e infieles de esta
provincia y que los matase, y que entre ellos fue uno el dicho Juan Yn-
bin, y muerto junto a la fuerza de Bonbon con los demás sangleyes
que había presos en este pueblo de Casaysay y sus contornos; y esto
responde.
-A la tercera pregunta, dijo que no sabe lo que en ella se contiene y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que este testigo no vio matar conocidamente
al dicho Juan Ynbin ni a ninguno de los dichos sangleyes que con él
prendieron, ni vio la muerte que le dieron al dicho Juan Yn-
bin, pero que ha oído decir que después de preso y amarradas las manos
y con una trompa al pescuezo, sacaron al dicho Juan Ynbin de la
dicha fuerza y que le mataron con dos machetazos que le dieron en el
cerebro, y dos lanzadas sobre la tetilla y costado derecho; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que ha oído decir que después de muerto el dicho
Juan Ynbin, le metieron en una banca como a los demás
sus compañeros y lo llevaron embarcado en ella y lo echaron fue-
ra de la orilla y barra del río de Bonbon en la mar, en más de
quince brazas de fondo, amarradas las manos y con la misma
trompa al pescuezo que tenía cuando le mataron; y esto responde.
A la sexta pregunta, dijo que habiéndose informado este testigo desde
a dónde echaron a la mar al dicho Juan Ynbin y a los demás

[al margen izquierdo] Testimonio, el padre predicador fray Alonso Rodríguez
En el dicho pueblo de Casaysay, en diecinueve
días del mes de enero de mil seiscientos cuarenta años, el [Master Joseph Cabral|maestro
Joseph Cabral]], cura beneficiado del partido de Balayan, vicario fo-
ráneo en esta provincia y juez de comisión para la averiguación del
milagro de Nuestra Señora de Casaysay hecho en Juan Ynbin, sangley
cristiano, hizo parecer al padre predicador fray Alonso Rodríguez, prior
de este partido de Taal, de la orden de nuestro padre San Agustín, al cual se le
fue recibido juramento en forma de derecho, y poniendo la mano derecha en
el pecho juró in verbo sacerdotis de decir verdad. Y siéndole pregun-
tado al tenor del interrogatorio, dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce a Juan Ynbin, sangley
cristiano, oficio cantero, de año y medio a esta parte que este testigo le ha visto tra-
bajar en esta obra de Casaysay y en la de la fuerza del río de Bonbon;
y tiene noticia que con él usó esta santa imagen de la Virgen
Nuestra Señora de Casaysay el milagro que se está averiguando, y en
todo el tiempo que ha que este testigo le conoce al dicho Juan Ynbin, le ha visto humil-
de, buen cristiano, acudiendo a las obligaciones de tal, así oyendo misa
en los días festivos como en acudir a confesarse sin que para esto haya
sido necesario apremio alguno. Y este testigo ha oído decir a los demás sangleyes
que aquí han estado, que aún en tiempo de su infidelidad vivía el
dicho Juan Ynbin como si fuera cristiano; y esto responde.
-A la segunda pregunta, dijo que habiéndole llegado orden del señor
Gobernador al capitán Diego Maldonado Bonal, alcalde mayor de esta provincia,
para que matase todos los sangleyes cristianos e infieles que hallase en la
provincia, el dicho capitán dio orden a don Juan Cabrera, castella-
no de la fuerza de Bonbon, para que prendiese a los sangleyes así cristia-
nos como infieles que asistían en este pueblo de Casaysay; en eje-
cución de lo cual vio este testigo que un martes en la noche, que se
contaron seis de diciembre de mil seiscientos treinta y nueve, lle-
gó a este dicho pueblo de Casaysay don Juan de Cabrera, castellano de dicha
fuerza de Bonbon, en compañía de diez o doce indios

soldados de dicha fuerza; y en presencia de este testigo mandó a los
dichos soldados prendiesen y maniatasen a todos los sangleyes
que había en este dicho pueblo; lo cual hicieron luego al punto, y entre
ellos al dicho Juan Ynbin; y maniatadas las manos llevaron
presos al dicho Juan Ynbin y a los demás sangleyes que en este
dicho pueblo se hallaron. Y después supo este testigo los habían llevado
y encerrado en la dicha fuerza de Bonbon; y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que miércoles que se contaron siete de
diciembre del año pasado de [mil] seiscientos treinta y nueve, a las cua-
tro de tarde, fue a la fuerza de Bonbon. Y entrando en
ella vio este testigo al dicho Juan Ynbin, amarradas las manos
y con una trompa al pescuezo, como lo estaban todos los demás sangleyes
que en dicha fuerza había. Que contándolos este testigo halló ser veinti-
nueve, y amonestándolos para que se confesasen, el dicho Juan Yn-
bin llegó el primero a confesarse, y se confesó con este testigo; y acabán-
dole de absolver, dice este testigo, le oyó llamar a la Virgen María Señora
Nuestra invocando su santo nombre por tres o cuatro veces,
hasta que el dicho Juan Ynbin se apartó para que los demás cristianos
se llegasen a confesar. Y habiendo este testigo acabado de confesar
a todos los sangleyes que había cristianos, y de cristianar a los in-
fieles que pidieron bautismo, vio este testigo que los iban sacando de
dicha fuerza de dos en dos; acompañándoles y haciéndoles escol-
tados indios soldados de dicha fuerza que los llevaban a la playa,
frontero de la misma fuerza que era el lugar donde los mataron
a todos; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que estando en un caballero de dicha fuer-
za que miraba al lugar donde los mataron, vio este testigo cómo iban
llegando al dicho paraje de en dos en dos los dichos sangleyes con el
mismo orden que iban saliendo de la fuerza. Y habiendo el
dicho Juan Ynbin llegado a la dicha playa se hincó de rodillas y
bajó la cabeza, y un indio soldado de dicha fuerza, uno de los que

-térprete, dijo llamarse D. Pedro Dimatolac, y ser natural del pueblo de Ylog, doctrina del de Taal, del cual se fue recibido juramento en forma de derecho por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz, y habiéndolo hecho prometió de decir verdad. Y siéndole preguntado al tenor del interrogatorio, dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce a Juan Ynbin, sangley cristiano, desde que ha que la Virgen Santísima usó con él el milagro de librarle de la muerte. Y ha oído decir que siempre ha sido hombre de buena vida y costumbres; y esto responde.
A la segunda pregunta, dijo que ha oído decir que por causa del alzamiento general de los sangleyes fue preso el dicho Juan Ynbin, y con los demás sangleyes de este pueblo llevado a la fuerza de Bonbon para que los matasen; y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que ha oído decir que estando el dicho Juan Ynbin preso en la dicha fuerza y amarradas las manos y con trompa al pescuezo, como lo estaban sus compañeros, después de confesado y los demás, le sacaron de la dicha fuerza amarrado como estaba al lugar donde los mataron, que dicen fue fuera de la dicha fuerza un tiro de arcabuz, poco más o menos; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que ha oído decir que mataron al dicho Juan Ynbin dándole de machetazos en el pescuezo y cerebro quedando muerto; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que ha oído decir lo que en ella se contiene; y esto responde.
-A la sexta pregunta, dijo que según le parece a este testigo, desde donde le han dicho echaron a la mar al dicho Juan Ynbin hasta el lugar donde fue hallado, por tierra, a su parecer habrá más de media legua, y por el agua poco menos; y que con las heridas que este testigo vio al dicho Juan Ynbin tiene por cierto que con ninguna de ellas pudiese venir

tido de Balayan, y vicario foráneo de esta provincia y juez de comisión para la averiguación del milagro de Nuestra Señora de Casaysay, hizo parecer al alférez don Fernando Dimayacyac, que mediante el dicho intérprete dijo llamarse así, y ser natural del pueblo de Ylog, doctrina de este de Taal del cual se fue recibido juramento en forma de derecho por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz. Y habiéndolo hecho prometió de decir verdad, y siéndole preguntado al tenor del interrogatorio dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce a Juan Ynbin, sangley cristiano, cantero, de un año a esta parte que este testigo le ha visto trabajar en su oficio en esta iglesia de Nuestra Señora de Casaysay; y tiene noticia del milagro que la Virgen Santísima de este dicho pueblo usó con el dicho Juan Ynbin, al cual en este tiempo que ha que dice lo conoce lo tiene por hombre de buena vida y costumbres; y esto responde.
-A la segunda pregunta, dijo que tiene noticia que por el alzamiento general de los sangleyes, se mandaron por el alcalde mayor de esta provincia prender los cristianos e infieles de ella, y los de este pueblo los llevaron presos a la fuerza de Bonbon, y entre ellos al dicho Juan Ynbin; y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que este testigo fue en compañía del capitán Diego Maldonado Bonal, alcalde mayor de esta dicha provincia a la fuerza de Bonbon, a mandar matar todos los sangleyes que en ella estaban, entre los cuales vio al dicho Juan Ynbin, amarradas las manos y con una trompa al pescuezo como lo estaban los dichos sangleyes. Y después de confesados, y entre ellos al dicho Juan Ynbin, le sacaron de la dicha fuerza amarrado como estaba de antes al lugar donde los mataron, el cual será un tiro de arcabuz, poco más o menos, de la dicha fuerza; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que, como tiene dicho, fue a la dicha fuerza en compañía del dicho alcalde mayor, y vio este testigo matar conocidamente al dicho Juan Ynbin y a todos los demás, porque este testigo estaba en el lugar donde los iban matando por orden del dicho alcalde mayor,

[al margen izquierdo] Testimonio, Ambrosio Panganiban.
En el pueblo de Casaysay, en veinte días del mes de
enero de mil seiscientos cuarenta años,
el maestro Joseph Cabral, cura beneficiado del partido de Balayan y juez
de comisión para la averiguación del milagro de Nuestra Señora de Casaysay,
hizo parecer a un indio que mediante el dicho intérprete dijo
llamarse Ambrosio Panganiban, y ser natural del pueblo de Taal,
y soldado de la fuerza de Bonbon, del cual se le fue recibido jur-
amento en forma de derecho por Dios Nuestro Señor y la señal de la
cruz. Y habiéndolo hecho prometió de decir verdad, y siéndole
preguntado al tenor del interrogatorio dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce a Juan Ynbin,
sangley cristiano, cantero, de ocho meses a esta parte poco más o me-
nos, que este testigo le ha visto en el dicho su oficio trabajar en la fuer-
za de Bonbon y en la iglesia de Nuestra Señora de Casaysay
de este pueblo. Y tiene noticia del milagro que con el dicho Juan Yn-
bin ha obrado esta Santísima Señora; y que el tiempo que aquí le conoce
le ha tenido por hombre humilde y buen cristiano; y esto responde.
-A la segunda pregunta, dijo que habiendo tenido orden don
Juan de Cabrera, castellano de la dicha fuerza del alcalde mayor
de esta provincia, para prender los sangleyes cristianos e infieles
de este dicho pueblo y sus contornos, vino al susodicho e hizo
la dicha prisión. Y este testigo fue uno de los soldados que vinieron
con él, y entre los demás sangleyes fue uno el dicho Juan Yn-
bin; al cual amarradas las manos como a los demás, los lleva-
ron presos a la dicha fuerza; y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que vio al dicho Juan Ynbin
preso en la dicha fuerza, amarradas las manos y con una trom-
pa al pescuezo que le habían puesto, y a los demás sus compañeros
el día siguiente que fue cuando los mataron. Y que a-
quél día propio, el padre prior de este partido que a la sazón

estaba en la dicha fuerza confesó al dicho Juan Ynbin
y a los demás cristianos, y a algunos infieles bautizó. Y acabado, de dos
en dos amarradas las manos y con las dichas trompas los llevaron
al lugar donde los iban matando, que era un tiro de arcabuz,
poco más o menos, apartado de la dicha fuerza; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que este testigo vio conocidamente
matar al dicho Juan Ynbin, al cual habiéndole llevado al
lugar donde los iban matando, se hincó de rodillas y bajando la
cabeza le dio un soldado indio llamado Ambrosio Manalig,
con el machete que en sus manos tenía, una herida en el pescuezo
de la cual vio este testigo que cayó luego en tierra el dicho Juan
Ynbin; y el dicho soldado le dio otra herida con el dicho machete
más arriba, y en el cerebro; y con el dicho machete le tiró de
punta y lo hizo sobre la tetilla derecha. Y otro indio soldado de
los que asimismo estaban dedicados para matar los dichos sangleyes
llegó al dicho Juan Ynbin, estando tendido en el suelo y mue-
rto, y le dio una lanzada con la lanza que tenía en las manos.
Y lo mismo iba haciendo en los demás cuerpos muertos; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que después de acabados de matar
los dichos sangleyes, el dicho castellano mandó a este testigo y a otros tres
indios soldados, que en dos bancas pequeñas que allí estaban
fuesen embarcando los sangleyes difuntos, y los llevasen buen
trecho de la orilla y barra del río de Bonbon, y los echa-
sen al mar en más de quince brazas de fondo, y así lo hicieron;
y que aunque este testigo no llevó él ni su compañero en la dicha su banca embarcado, vio embarcarlo en la otra banca y atravesado
en ella, ambas bancas cada una con dos cuerpos muertos
fueron bogando hasta donde el dicho castellano le había mandado.
Y llegados al dicho paraje este testigo y su compañero echaron a la mar
a los dos sangleyes que llevaban en su banca, y lo mismo hicieron
los de la otra con otros dos sangleyes que asimismo llevaban.

en forma de derecho por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz.
Y habiéndolo hecho prometió de decir verdad; y siéndole pre-
guntado al tenor del interrogatorio dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce a Juan Ynbin,
sangley cristiano, cantero, de ocho meses a esta parte poco más
o menos, y que le ha visto trabajar en su oficio en la fuerza de Bonbon
e iglesia de Nuestra Señora de Casaysay; y tiene noticia del
milagro que con él ha usado esta Santísima Señora, y que este testigo
lo ha tenido por hombre de buena vida al susodicho; y esto responde.
-A la segunda pregunta, dijo que don Juan de Cabrera,
castellano de la fuerza de Bonbon llevó a ella cantidad
de sangleyes que había preso en este pueblo de Casaysay, por
orden del alcalde mayor de esta provincia para matar-
los, y entre ellos al dicho Juan Ynbin, amarradas las
manos como a los demás; y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que estando el dicho Juan Yn-
bin dentro de la dicha fuerza, amarradas las manos y
con trompa al pescuezo que ya se la habían echado y a los de-
más sangleyes, los confesó a los cristianos el padre prior de este
partido de Taal y bautizó algunos de los infieles que
asimismo estaban presos, y luego de dos en dos y con las
dichas trompas los iban sacando de la fuerza y llevando al lu-
gar donde los mataron, que será un tiro de arcabuz poco más
o menos apartado de la dicha fuerza; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que vio este testigo conocidamente
matar al dicho Juan Ynbin porque estaba fuera de la
dicha fuerza y en el lugar donde los iban matando;
y llegado a él vio este testigo que el dicho Juan Ynbin se hin-
có de rodillas y bajó la cabeza, y uno de los

interrogatorio, dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce al dicho Juan Ynbin,
sangley cristiano, de más de dos años a esta parte por haber traba-
jado en su oficio de cantero en la fábrica de la iglesia
de Nuestra Señora de este dicho pueblo; y tiene noticia del milagro que
con él ha usado, y que ha sido siempre buen sangley, humilde y
ha acudido a las obligaciones de cristiano con puntualidad; y esto responde.
-A la segunda pregunta, dijo que una noche llegó a este dicho pueblo
don Juan de Cabrera, castellano de la fuerza de Bonbon
con soldados indios de ella a prender todos los sangleyes cristianos
e infieles; como lo hizo y los llevó presos y amarradas las
manos, y con ellos al dicho Juan Ynbin a la fuerza de Bonbon
donde los habían de matar por haberse alzado todos los sangleyes de
Manila, Calamba y otras partes; y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que no la sabe; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que oyó decir que habían muerto a todos los
sangleyes que en este pueblo había preso el dicho castellano, y entre
ellos al dicho Juan Ynbin; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que no la sabe; y esto responde.
-A la sexta pregunta, dijo que no sabe con certeza en el lugar
que echaron al agua muerto al dicho Juan Ynbin, por cuya
causa no sabe la distancia que hay a donde fue hallado en
estas bóvedas y agua santa de este dicho pueblo. Pero que de él
a la fuerza de Bonbon por tierra habrá media legua, y por el
agua algo menos. Y en cuanto a las heridas del dicho Juan
Ynbin nunca las había visto este testigo sino es después; que

llamarse don Agustín Sava, y ser natural de este dicho pueblo de Casaysay,
del cual se fue recibido juramento en forma de derecho
por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz. Y habiéndole hecho, prometió de
decir verdad, y siéndole preguntado al tenor del interrogatorio
dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce a Juan Ynbin, sangley cristiano,
de más de dos años a esta parte trabajar en la iglesia de Nuestra
Señora de Casaysay de este dicho pueblo; y tiene noticia del milagro que con él
ha usado esta soberana Señora, y que siempre ha visto este testigo al dicho
Juan Ynbin acudir a las obligaciones de cristiano, porque es humilde
y bien quieto; y esto responde.
-A la segunda pregunta, dijo que a este pueblo de Casaysay llegó don Juan
de Cabrera, castellano de la fuerza de Bonbon, con indios solda-
dos de ella, por orden del alcalde mayor de ella para prender todos
los sangleyes cristianos e infieles de este dicho pueblo para llevarlos
a la dicha fuerza y matarlos en ella, por causa del alzamiento general
de los sangleyes. Y así lo hizo el dicho don Juan de Cabrera, y entre
ellos vio este testigo fue uno de los presos y llevado al dicho Juan Yn-
bin amarradas las manos; y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que no la sabe; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que no la sabe; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que no la sabe; y esto responde.
-A la sexta pregunta, dijo que este testigo no sabe en qué parte de la mar
echaron al dicho Juan Ynbin, pero que desde la fuerza de
Bonbon hasta las bóvedas y agua santa de este pueblo de Casaysay, don-
de fue hallado el dicho Juan Ynbin por tierra le parece a este
testigo tardará una persona una hora andando al paso ordi-
nario, y si va por el agua algo menos. Y en cuanto a las heridas dijo este
testigo que el sábado en la noche que fue hallado en las dichas
bóvedas y agua santa de este pueblo por don Juan Magtangcab
y sus criados, se divulgó luego la hallada del dicho sangley en dicho
puesto; y así este testigo estaba de guardia con otros indios de este pueblo

rector provincial de esta provincia del Santísimo Nombre de Jesús
de dicha orden, que original está en esta información presentada,
se le fue recibido juramento en forma de derecho in verbo sacer-
dotis, poniendo la mano derecha en el pecho de que dirá verdad,
y siéndole preguntado al tenor del interrogatorio dijo lo
siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce a Juan Ynbin, sangley cristiano,
cantero, de más de un año a esta parte en este santuario de
Nuestra Señora de Casaysay; y tiene noticia del milagro que esta Santísima
Señora ha usado con el dicho Juan Ynbin, al cual siempre
este testigo lo ha tenido por sangley de buena vida y ha acudido
a las obligaciones de cristiano; y esto responde.
-A la segunda pregunta, dijo que estando este testigo en este pueblo
de Casaysay llegó don Juan de Cabrera, castellano de la
fuerza de Bonbon, con soldados indios a prender todos los
sangleyes cristianos e infieles de este dicho pueblo y sus contornos, por
orden que le había dado el capitán Diego Maldonado Bonal, al-
calde mayor de esta provincia de Balayan en virtud de la que él
tenía del señor Gobernador y Capitán General de estas islas, para matar a todos
los sangleyes de esta dicha provincia por causa del alzamiento general de los
sangleyes. Y así el dicho don Juan de Cabrera llevó los dichos sangleyes,
y entre ellos al dicho Juan Ynbin, amarradas las manos como
a los demás sangleyes; y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que no la sabe; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que ha oído decir que mataron al dicho
Juan Ynbin en la dicha fuerza de Bonbon, como a los demás
sangleyes que asimismo mataron en ella; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que a este testigo le contó el dicho que mató
al dicho Juan Ynbin en la dicha fueza cómo le había dado
con un machete grande dos golpes, el uno en el pescuezo
del cual cayó luego en tierra, y otro en el cerebro; y con el mis-

-mo machete asimismo le había dado de punta una herida sobre la tetilla derecha. Y asimismo le contaron a este testigo los indios que lle-
varon embarcado al dicho Juan Ynbin, cómo lo echaron en la
mar en más de quince de brazas de fondo, amarradas las manos y
con una trompa al pescuezo como a los demás sangleyes; y esto responde.
-A la sexta pregunta, dijo que no la sabe; y esto responde.
-A la séptima pregunta, dijo que miércoles en la tarde que se con-
taron siete de diciembre del año pasado de seiscientos treinta
y nueve, el alcalde mayor de esta provincia mandó matar todos los sangleyes
del pueblo de Taal, y este testigo se halló a confesar los
cristianos y bautizar los infieles que se volvieron cristianos, que por
todos fueron los que aquel día murieron en el pueblo de Taal
cincuenta y un sangleyes [sic], y luego despidiéndose el dicho alcalde mayor
de este testigo diciéndole iba a la fuerza de Bonbon a hacer matar
los que allí estaban; y sábado en la noche siguiente dicen fue ha-
llado el dicho Juan Ynbin en las dichas bóvedas y agua santa
que llaman de esta pueblo de Casaysay; y esto responde.
-A la octava pregunta, dijo que domingo fue traído al pueblo de
Taal el dicho Juan Ynbin, y este testigo le vio las heridas que eran
cuatro; las dos, tenía la una en el pescuezo que habría de boca un jeme
y cortados todos los nervios, que tan solamente le quedó sano el gar-
guero; y la otra más arriba asimismo grande y penetrante. Y
las otras dos heridas o lanzadas, tenía sobre la tetilla derecha y costado derecho
que eran mortales. Y a este testigo le parece y tiene por cierto que
con las dichas heridas era imposible naturalmente poder ir
a las dichas bóvedas y agua santa donde le hallaron, sin par-
ticular auxilio de Dios Nuestro Señor, por intercesión de esta Santísima
Señora de Casaysay. Y que las dichas heridas, que como dicho tiene
este testigo vio al dicho Juan Ynbin, le causó grandísima admiración
el ver que no estaban hinchadas ni inflamadas ni con mal olor

[al margen izquierdo]
Auto de remisión de esta información.
En el pueblo de Casaysay, en veintiún días
del mes de enero de mil seiscientos cuarenta años, el maestro Joseph Ca-
bral, cura beneficiado del partido de Balayan y vicario foráneo en
esta provincia y juez de comisión para la averiguación del mila-
gro de Nuestra Señora de Casaysay, que usó con Juan Ynbin,
sangley cristiano, por particular comisión del Ilustrísimo Señor don
fray Hernando Guerrero, arzobispo metropolitano de estas islas y del
Consejo de Su Majestad. Dijo que en conformidad de la dicha averiguación
que ha hecho con número de testigos, y para la calificación del dicho
milagro remitía la dicha información original al dicho Señor Ilustrísimo,
que es a quien por derecho y Santo Concilio de Trento le toca
y pertenece el calificarla. Y por este auto de remisión así
lo proveyó y firmó.
[rúbricas] Maestro Joseph Cabral.
Ante mí,
Alonso Márquez,
notario.

En la ciudad de Manila a veintisiete de enero de mil seiscientos
cuarenta años, Su Señoría Ilustrísima el señor don fray Hernando Guerrero, arzobispo
metropolitano de estas islas Filipinas del Consejo de Su Majestad dijo que: por cuanto
el maestro Joseph Cabral, por comisión de Su Ilustrísima, ha hecho información
y calificado el milagro que hizo la imagen de Nuestra Señora de Casaysay con
Juan Ynbin, sangley cristiano, y para que tenga toda justificación lo escrito
y autos hechos mandaba y mandó se dé traslado de todo ello al licenciado Francisco
de la Roca, clérigo presbítero, promotor fiscal de este Arzobispado, a quien Su Señoría
Ilustrísima a mayor abundamiento nombraba y nombró por nuncio cursor en esta
causa, para que diga y alegue lo que hallare en contradictorio juicio. Y haga
el juramento de fidelitate en forma necesaria. Y dio comisión a mí, el
presente secretario, para que ante mí le haga y por este auto así lo proveyó,
mandó y firmó.
[rúbricas] Fray Hernando, Arzobispo.
Ante mí,
Diego Núñez.
En la ciudad de Manila a veintisiete de enero de mil seiscientos cuarenta años,
yo el infrascrito secretario notifiqué el auto de arriba y di traslado
de los autos e información que en él se refiere al licenciado Francisco
de la Roca, promotor fiscal de este Arzobispado, y aceptó el oficio de nuncio
cursor y hará lo que debe y es obligado; y así lo juró in verbo sacerdotis
de usarlo bien y fielmente. Y lo firmó de su nombre siendo testigos el maestro
Domingo de León y el bachiller Juan Fulgencio de Rivera, clérigos presbíteros.
Y de ello doy fe.
[rúbricas] Francisco de la Roca.
Diego Núñez.

El licenciado Francisco de la Roca, clérigo presbítero, promotor fiscal de este Arzobispado de Manila por el Ilustrísimo Señor fray Hernando Guerrero, arzobispo metropolitano de estas islas Filipinas y del Consejo de Su Majestad,
nuncio cursor nombrado para la información que el maestro Joseph
Cabral, cura beneficiado del partido de Balayan hizo por
comisión de Vuestra Señoría Ilustrísima sobre la averiguación del milagro que
Nuestra Señora de Casaysay obró con Juan Ynbin, sangley cristiano,
que después de haberle dado cuatro heridas penetrantes, dos en el
cerebro que le cortaron los nervios y sólo dejaron el tragadero,
y otras dos de punta de lanza, una en la tetilla derecha
y la otra en el costado; y echado por muerto amarrado con una
trompa al mar en quince brazas de fondo, cuarto y medio de
legua lejos de tierra, y haberle traído Nuestra Señora de Casaysay sobre
una hoja blanca a la playa, apartándole los caimanes y peces
por donde pasaba, y de allí lo llevó al pueblo de Bombon;
y pasado el río del dicho pueblo a pie enjuto, y haberle traído al
paraje donde le hallaron que fue adonde están unas bóvedas
de piedra en que está el agua santa, con mucha arboleda
espesa y lo demás que consta por su confesión y por los testigos
instrumentales que le echaron por muerto al mar,
amarrado como dicho es; y otros que lo vieron y conocieron
y conocían antes de haberle herido, y ser patente todo lo
referido como consta y parece por la dicha información
y el testimonio de las cuatro heridas. Y que le han visto
andar por su pie sin ayuda alguna, todo lo cual no puede
ser naturalmente sino por obra divina. Y así no se
me ofrece qué alegar ni decir contra la dicha información
cosa alguna. Hecho en Manila, en treinta días del mes
de enero de mil seiscientos cuarenta años.
[rúbrica] Francisco de la Roca.

[al margen izquierdo] Auto.
En la ciudad de Manila a treinta y uno de enero
de mil seiscientos cuarenta años, Su Ilustrísima el
Señor don fray Hernando Guerrero, arzobispo
metropolitano de estas islas Filipinas del Conse-
jo de Su Majestad, etc. Habiendo visto la respues-
ta dada por el licenciado Francisco de la Roca, promotor
fiscal de este Arzobispado y nuncio cursor
nombrado para la calificación del milagro
que hizo la imagen de Nuestra Señora del pueblo de Casaysay
con Juan Ymbin, sangley cristiano, dijo que
para más justificación de este milagro
conviene dar traslado de esta información sobre ello
hecha, y de los demás autos y dicha respuesta
del padre predicador fray Alonso de Lara, procurador
general de la orden de nuestro padre San Agustín
de esta provincia del Santísimo Nombre de Jesús de es-
tas islas Filipinas, para que pida y alegue lo que convenga en nombre de la dicha provincia, por ser la dicha imagen de ella.
Y por este auto así lo proveyó, mandó y firmó.
[rúbricas] Fray Hernando, Arzobispo.
Ante mí,
Diego Núñez.
[al margen izquierdo] Notificación.
En Manila a treinta y uno de enero de
mil seiscientos cuarenta años, yo el infrascrito
secretario di traslado de estos autos e información
al padre predicador fray Alonso de Lara, procura-
dor general de esta provincia del Santísimo Nombre de Jesús,
y le notifique el auto de arriba. Y dijo que lo
oía y recibió el dicho traslado, y lo

En la ciudad de Manila, a prime-
ro de febrero de mil
seiscientos cuarenta
años, ante el Ilustrísimo Señor don
fray Hernando Guerrero, arzo-
bispo metropolitano de estas
islas Filipinas del Consejo de
Su Majestad, se leyó esta petición que
esto es el contenido:
Fray Alonso de Lara, religioso de la orden de nuestro padre San Agustín,
procurador general en esta provincia de Filipinas, digo que:
habiendo mandado Vuestra Señoría Ilustrísima por comisión particular
al maestro Joseph Cabral, beneficiado del partido de Balayan,
hiciese información de un milagro que la imagen de Nuestra
Señora de Casaysay obró con un sangley cristiano llamado
Juan Imbin, por haber tenido Vuestra Señoría Ilustrísima noticia del dicho
milagro por carta y testimonio del escribano público de la
jurisdicción y provincia de Balayan, que a Vuestra Señoría Ilustrísima remitió
el padre fray Alonso Rodríguez, religioso de mi orden y prior
del convento de Taal, en cuyo distrito y ministerio está el
pueblo de Casaysay e iglesia de la dicha imagen de Nuestra
Señora. Habiendo hecho la dicha información y estando
conclusa la remitió el dicho maestro Joseph Cabral a Vuestra Señoría.
Y de ella, y todos los autos contenidos en ella se dio trasla-
do al licenciado Francisco de la Roca, promotor fiscal para que
por parte de la iglesia alegase y pidiese todo aquello
que le pareciese convenir. Y por estar la dicha in-
formación jurídica y el milagro patentemente probado,
el dicho promotor fiscal respondió no tener qué alegar.
Y habiéndoseme dado traslado de todo por mandado de Vuestra Señoría
como a parte que soy, como procurador general de la orden
de Nuestro Padre Señor San Agustín en estas islas Filipinas, en cuyo distrito
y cargo de ministerio cae y está la iglesia e imagen de Nuestra
Señora de Casaysay.
Ante Vuestra Señoría Ilustrísima parezco y digo que la dicha información
de dicho milagro está conclusa y hecha conforme
a derecho, y así Vuestra Señoría debe llevar a debida ejecución

la declaración del dicho milagro, para que la devoción que
se tiene con la dicha imagen se aumente, y todas estas
naciones nuevamente convertidas se fortifiquen en la fe
y conozcan los beneficios y mercedes que por intercesión
de la Virgen Santísima alcanzan sus devotos y personas que
a ella se encomiendan. Y por cuanto el dicho milagro
se obró con un sangley después de haberse comenzado el
alzamiento y guerra de los sangleyes, que hoy dura con tanto
perjuicio, daño y menoscabo de estas islas por los muchos
incendios de pueblos y templos que el dicho sangley enemi-
go va haciendo con su ejército, muertes de españoles
y naturales y asolación de haciendas; y que publicándose
el dicho milagro, la fe de los españoles y naturales y es-
peranza en Nuestra Señora del buen suceso que, de dicha guerra
habemos menester y esperamos se aumentará; y con más
fervor se le pedirá auxilio y favor, y se puede entender que
los sangleyes que de antiguo, aún los infieles veneraban
esta santa imagen de Nuestra Señora de Casaysay, y por su devoción
se han convertido muchos e ídose a vivir cerca de su iglesia,
por su intercesión cesarán de la persecución que a las islas
hacen y vendrán en conocimiento verdadero de nuestra fe. La cual
declaración de dicho milagro parece será conveniente se haga
sin dilación; y Vuestra Señoría dé licencia para su publicación por los efec-
tos y resultancias arriba dichas. Por tanto:
A Vuestra Señoría Ilustrísima pido y suplico que conforme a lo dispuesto por
el Santo Concilio de Trento, declare el dicho milagro que Nuestra Señora de
Casaysay obró con Juan Imbin, sangley cristiano, por tal y dar
licencia para que se publique y celebre, que en ello recibirá mi
religión merced, y de ello se seguirán muchos efectos en
honra y gloria de Dios Nuestro Señor.
[rúbrica] Fray Alonso de Lara.
Por Su Señoría Ilustrísima vista mandó traer
los autos. Así lo proveyó y firmó.
[rúbricas] Fray Hernando, Arzobispo.
Ante mí,
Diego Núñez.

En la ciudad de Manila, a primero
de febrero de mil seiscientos cua-
renta años, Su Señoría Ilustrísima del señor don fray
Hernando Guerrero, arzobispo metro-
politano de esta ciudad de Manila e islas
Filipinas del Consejo de Su Majestad, habien-
do visto estos autos e información
del milagro que Nuestra Señora obró por me-
dio de la imagen de Casaysay, dijo que:
para que este dicho milagro se deter-
mine conforme lo que dispone el Santo Con-
cilio de Trento, por ser cosa tan grave,
se lleve al venerable deán licenciado don
Miguel Garcetas, que lo es de esta santa i-
glesia de Manila, comisario general subdelegado
de la Santa Cruzada en estas dichas is-
las; y al maestro don Gregorio Ruiz de Escalona,
arcediano de ella; y a los perlados y
superiores de todas las religiones de es-
ta dicha ciudad para que den sus pare-
ceres conforme a su facultad teoló-
gica. Y asimismo al licenciado Nicolás An-
tonio de Lomaña, y al licenciado don Diego de
Vitoria, abogados de la Real Audiencia
y Chancillería de esta dicha ciudad, para que
conforme a derecho lo vean y den asimismo
sus pareceres. Y por lo que toca a las he-
ridas que tuvo y se le dieron a Juan
Ynbin, sangley cristiano, con quien se obró
el dicho milagro, se lleven y lo vean
el doctor Luis Flores Cuadrado, protomédico,
y el licenciado Juan de Castañeda Gueto, asimismo
Epítome de las injuriosas palabras que el Reverendo Padre Comisario Fray Francisco Solier predicó en el sermón de los mártires del Japón. 5 de febrero de 1698. Dejando lo antecedente que fue menos criminal aunque sobradamente sangriento contra los frailes

diligite inimicos que aunque lo fuéramos había obligación de
no aborrecernos tanto. Pues si aun a los amigos no se ama
que hay que decir más quienes más amigos de cristianos que los
padres y ministros del evangelio. Y ya a estos tanto desamor
tanto odio tanta persecución y de esto nuestra [vd genti
pece atrici] el ama Dios de los tales hay desdichados de los
tales tan pecadores que son enemigos de sus amigos. Que
más dizque nos ha venido a la tierra otro José otro salvador
de las islas para la libertad y restauración de ellas dizque
otro José con sus consejos y providencia. Miren como van
las cosas desde que vino todo es aniquilación de las islas con
tantas desdichas que no se pone mano en cosa que luzca. Tal
es el gobierno. Este es el José que vino a sacar de cautiverio
a los indios. El año pasado ya se sabe que el enemigo
se ha llevado cautivos más de mil personas al rey de
España y lo que más lastima es mil almas a Dios con tanto
ultraje de las iglesias y alhajas sagradas con tantos millares
de ducados todo contra ambas majestades. Y siempre
está cautivando tributantes al rey y almas a Dios
sin poner remedio a que están obligados sus ministros
con rigor y derecho de justicia y luego dizque libertador
de las islas dizque otro José estar allí, recogiendo y sacando
de sus casas y los pobres indios el arroz y sustento
quitándoselo de la boca que causa compasión y luego que toda
la mira es su libertad. Este es el José que ha venido para
bien de las islas. Pues en que viene [a estar] su restauración
toda su batería es contra los ministros de las almas
y contra los alcaldes mayores. Esos dice y da a entender
en su papel que [ellos] son los que tienen en cautiverio los
indios. Y con eso pretende su pacífica libertad con que los
indios no obedezcan más a sus padres espirituales con
que no hagan ya caso de ellos con que respeten más
a un seglar que a un sacerdote de [Cristo] y predicador
del evangelio, más que a los que les administran los divinos
sacramentos. Y lo [que más] es que haya quien apoye con adulación,
y apruebe con lisonja tal papel o adulación
que [tienes] destruido el buen gobierno o trazas del demonio
con que tan de veras trata de arruinar la iglesia
y cristiandad de las islas. ¿Por qué y cómo? No está claro
que si estos naturales no reconocen a sus ministros, si
se les da licencia para no respectarlos, es darles libertad
de conciencia, y para que pierdan la poca fe que tienen veamos
que ha tenido el rey. Ni que tendrá sin ministros y sin
religiosos en las islas como lo ha tenido más de 80 años [con]
ellos. Tantos años en que se conserva y aumenta esta iglesia
de Filipinas con los trabajos, vigilancias, y ministerios

de religiosos ellos la fundaron. Y así viendo el demonio
que con otras trazas no ha podido derribar los fundamentos
de ella [de] las religiones [que] hay pone ahora todos sus tiros y batería.
Porque derribado el fundamento caerá todo el edificio. Y esto lo hace
con solo ese papel del nuevo José. Porque claro está que sí: ese
papel en que tanto se deshonran los ministros del evangelio
se divulga, como por acá pasando a España y otros reinos, como
pretende el total enemigo de esta iglesia que con eso alcanza
lo que desea que no vengan ya más ministros a ella, no vengan
ya religiosos, que lo aten de pies y manos. Porque si este
papel llega por allá con todo su infamia ¿quien ha de querer
venir por acá? Si allá se hallan los religiosos contentos con paz descansados
y con honra en servicio de Dios ¿como han de venir con
tanto riesgo de su espíritu, honra y salvación? Eso pretende
el demonio con que ese papel corra y pase. Que más ya
dice que no se barran las iglesias y se dejen criar zacatales
en ellas para establo de bestias. Ya dice que “no se lave la
ropa de los altares y sacristía para el santo sacrificio padres
míos que dejemos las iglesias y nos vamos, que ya no se vengamos
más, que se acabe ya la cristiandad de por acá, que ya
no puede sufrir más duración de ella.” El demonio por medio
de ministros de justicia y cristianos, ¿desde cuando comenzó
el demonio está empresa? Desde Corcuera acá abatiendo los de religiosos
y ministros por medio del gobierno malaconsejado, lo quiere
llevar al cabo. No por eso se entienda que yo repruebo a su principal
que no hablo sino con ese papel.
¡Válgame Dios! Que los religiosos tenemos tiranizados y
en cautiverio a los indios, ¿es porque los amparamos y [anidamos]
en alma y cuerpo? ¿Es porque los defendemos de agravios e injusticias
de ministros de justicia que como lobos se los van a comer?
¿Que es de los tesoros que les quitamos? ¿No se vuelven libres a sus
casas? Alla en nuestra España ¿como crían los hijos aun de señores?
¿No es metiéndolos en colegios apartados de sus padres? Si esto hiciéramos
acá ya arguya prisión y cautiverio.
Queréis señores que diga en que está el cautiverio de los
naturales no está ni en los ministros religiosos ni en los
alcaldes mayores que esos son [charquelos] y andar por las
ramas. Aunque haya algo en ellos de lo que dice, todo eso es
nada. Y no es por lo que los indios claman libertad sino las
dos cosas y causas que tienen destruida a toda España y
Nueva España que son como [soy] testigo, y todos [lo] son el papel
sellado y estas medias anatas. Más vaya eso que es mal
común de toda la monarquía. Fuera de eso hay otras
dos tan grandes que cargan sobre estos pobres que son: tantas
sacas bandalas de tantos años sin darles un real de paga,
tantos títulos de oficios por fuerza que a unos les cuesta 20, a otros
12, y al que menos 4 pesos. Este es el cautiverio que tanto
sienten estos pobres causa de [su tibieza] en la fe que si no
fuera por los religiosos desesperan, y se fueran a los

montes. Veamos con qué poder los habían de sacar de allá. Miren si los
religiosos son la destrucción de los tributos del rey. ¿Qué más? Cautiverio
es el estar tantos en servicio del rey sin paga ni socorro tan desmayados
de hambre. Que a los pobres pandayes se les caen los
instrumentos de las manos sin poderlos levantar, tan desnudos y tan esclavos,
que si no es a costa de sus vidas no salen del cautiverio. Y por
esto también está tan entablado el vicio de la embriagues para
socorrer esta necesidad natural del hambre que al fin con el vino
llenan los vientres. Este es el cautiverio, no él que acumulan
a los religiosos y a los alcaldes mayores que son [charquelos].
Y es fácil el remedio. En lo que hubieres sin andar con papeles
de deshonras ¿quién tiene la culpa de esto? El demonio que
vence con su soberbia a hacer tales causas, o soberbia y vana
presunción, escribir papeles públicos para acreditarse, para que
se sepa, ¿qué sabe en todo esto señores? Habla claramente no con obscuridad,
si es por este o por [es] otro. Ese, hombre, lo digo con
deseo de que se entienda, se sepa, y se diga claramente para que
se remedie y ataje tanto mal en daño de tantas almas
y de esta iglesia. Rueguen a Dios por el alma de este hombre
que está en estado [inabsoluble] que se pierde esta alma.
Lo cual siento tanto como mis pecados. O santos
mártires, ruegoos por estas islas como siendo patrones de ellos.
No las amparáis. Ya veo que queréis que os imitemos en
las persecuciones [es]. Y aún puedo decir que si vosotros
fuisteis imitadores de Cristo siendo crucificados; nosotros
lo somos más como él. Que él fue crucificado entre dos ladrones
vosotros no, nosotros sí, entre ministros de justicia. Ea santos,
acordaos que somos hermanos y de un hábito. Si vosotros padecisteis
entre japonés gentiles, nosotros entre cristianos
padecimos que es mayor martirio.
En lo antecedente a este había dicho para captar
la atención del vulgo estas palabras. Así supieran
y yo dijera lo que me pasó ayer en aquella celda.
Carta apologética, probablemente de Francisco Combés sobre la controversia sobre el sermón de Francisco Solier en el que acusa a los frailes de maltratar de los indígenas

Carta apologética etc.
{Al margen izquierdo: De este papel quién es el autor, pregunta Europa. Él no es de proa ni popa, y así será de Combés.}
Preguntó se me lo que me parece del sermón que contra el señor Don Salvador
Gómez de Espinosa predicó el reverendo padre comisario Fray Francisco
Solier de la seráfica religión del glorioso patriarca San Francisco. Quisiera
excusar el decirlo y no lo haré de todo mi sentimiento, porque hay
agravios. Que, siendo lo menos lo que puede contrapesar la ponderación,
esfuerza dejar lo más al discurso para no fatigar el ánimo
el señor Don Salvador Gómez de Espinosa. Me consta que se ríe, y
hace bien, porque no es lícito dar ese consuelo a la calumnia, permitiéndole
el logro de su agravio en el sentimiento. «Que el fruto que promete
a la injuria la malicia es el dolor del ofendido», según dijo:
[fertul] de patientia fructus ledentis in dolore lesi est. Y es prudencia
acedarlo con el desprecio, por que no le quede endulzado el gusto con
el aplauso. Pero porque aun este lo disimula, la modestia es fuerza, que
el celo de la justicia sirva de satisfacción. Y como a la justicia es tan deudora
la verdad, la dejara yo agraviada si no la declarara. Digo, pues, que
el reverendo padre predicador, que con tan ofensivos términos habló contra el
señor Don Salvador Gómez de Espinosa, pecó mortalmente, si su mucha ignorancia
no lo excusa, porque por ambos derechos y por razón natural,
está prohibido a los predicadores el herir desde el púlpito alguna
determinada persona siendo católica. Y este predicador habló tan
licencioso que lo llama “infamador de los sacerdotes, enemigo de
los religiosos”. Le atribuye la aniquilación de las islas, el destruir la
cristiandad, haciendo que los indios no obedezcan a los religiosos,
que quiere que desamparen las iglesias y se hagan carrizales
y pasto de brutos, que está [inabsoluble]. No sé si con más licencia
se pudiera hablar de un declarado hereje, cuanto y más de
un católico y de un ministro tan cristiano y celoso y al
fin ministro de su majestad, que como asombra suya se le deriva
más respeto. Pero si el atrevimiento envolvió en la queja a su
gobernador y capitán general y a la misma persona real, como
veremos, que hay que espantar que atropelle con el respeto debido
a tan superior ministro. Que esté prohibido esto consta
por el Concilium Senonense, capítulo 36, página 167; el Coloniense, [parte] 4, capítulo
8, página 186, y partido 6, capítulo 13, 15, 16, 17, folio 190 – Augustens, capítulo 13,
folio 214; el Trevirense [c. missi.], folio 270; Mediolanens 1°, página
361; el Toledano año 1566 [ac.] 3, capítulo 3 Juan Luis Vivaldo, [tractatus] de
12. Persecutionem ecclesiae llama a esta la mayor el atrevimiento de estos predicadores,
que él dice que mejor es llamarlos detractores. Y llama
los con mucha razón «persecución de la iglesia», pues luego lo
mismo Pablo 3°, en la bula del año 1542, que comienza Apostolici
culminis encargando a los inquisidores de Milán [que] los castiguen severamente
por las duras experiencias que la iglesia tenía del daño
de sus audacias. Se les seguía desde la que dio lastimosa Diocleciano,
que siendo [gratísimo] príncipe a la iglesia por los dichos apasionados
de los sacerdotes, la despreció a la iglesia y la persiguió

ha obrado contra el parecer de alguno de los señores
oidores, igualándolos en la estimación que como sabios
merecen. Lo 2.o fuera agravio y temeridad que de
tan supremos jueces se pensará tal flaqueza cuando
la independencia los hace tan absolutos que ni con
sus sentencias agravian, ni por él las pueden temer
algún infortunio. ¿Recurrió a hombres doctos
y todos juzgaron por único remedio la detracción pública? Halló
ser tan pernicioso el hecho que no se pudiera disimular. Pues
si nada de esto hizo sobre que son esas voces y excandecencias
por sólo su parecer, pues parecer por parecer en materia de
justicia, yo me atengo al letrado y materia de su obligación
a cada uno en su oficio. Pues qué soberbia es presumir
tanto del suyo que con tanta confianza se arroje a darlo por
infalible. Yo creo que en estos casos más obra la ignorancia
que no la sabiduría. Que todo sabio es desconfiado
y todo ignorante atrevido.
Si no es que quiera que sea revelación o profecía
que por este camino ya le permiten sin ofensa los doctores por la
jurisdicción extraordinaria que en los profetas [residía] comunicada
de Dios por este camino bien puede hablar y a esto aludiría
aquello que pasó en la celda. Y si alude a esto aquello que pasó
en la celda y aquella artificiosa énfasis con que quiso ganar
el aplauso del vulgo cuando dijo «así supieran» y yo dijera
lo que me pasó ayer en aquella celda, si es profecía o
revelación, dic nobis palam, pero como de esos profetas amanecen
alumbrados. Así alborotó a Florencia [Frate]
Jerónimo de Savanerola cuando entró en Italia Carlos 8.º y fue causa
de los escándalos de Italia con tal crédito de revelaciones,
que hubo quien por él se ofreció a entrar en una
hoguera. Pero él salió más alumbrado de lo que quisiera,
pues quedó abrasado en una que encendió la indignación
del Pontífice para que feneciera el engaño que sustentaba
en el vulgo. Y cierto con razón, porque las temeridades
del púlpito son las más poderosas para despeñar
al vulgo. Porque como se aliñan con adornos de piedad
y les dan color de religión, arrebatan la sencillez del
vulgo, que como piadoso y cristiano no piensa que de aquél
lugar puede proceder engaño. Y cree sus razones con
el mismo fervor que los misterios de la fe. Aun los
gentiles conocieron este peligro, pues dijo Livio, libro 39:
Nihil in specie fallacius que prava religio est ubi
divina numen pretenditur seceleribus. «No hay engaño
más poderoso que el que trae semblante de religión
cuando con maldades se pretende persuadir su culto.»
Porque entonces hace mérito del delito y falta
la vergüenza a la maldad y aun se hace

honroso el maleficio. Mejor lo dijo, sacado de cartas
experiencias, el reverendo Padre Juan de Mariana en el libro 19 de su
historia capítulo 3: «Ninguna cosa (dice) tiene más fuerza para alborotar
el vulgo que la máscara de la religión. Reseña a que los más
acuden como fuera de sí, sin reparar en los inconvenientes.»
Quien quisiere ver hartos ejemplares, lea [acontzen]
en su política libro 9, capítulo 9, [ss] 7. Que a mí me basta lo que sucedió
en Portugal en tiempo del rey Don Manuel, cuyo historiador
es Damián Goez, que por un celo indiscreto de un predicador
se ha fervorizó tan bárbaramente el vulgo que mató pasados
de cuatro mil cristianos nuevos. Y lo que en nuestros
tiempos pasó en Cataluña, qué acciones mal averiguadas
contra la religión y piedad se predicaban por ciertas,
con que irritaban el celo piadoso de los catalanes, que cualquier prudente
excusará su furiosa resolución. Decía se que habían los españoles
quemado las iglesias con el santísimo sacramento, pintaban se las
formas en las banderas, clamaba el reverendo padre predicador a hijos
que han quemado a nuestro padre piedad, si no alborotarse el vulgo matar
a los soldados y ministros del rey sin que ni la nobleza, ni
la prudencia los pudiera ir a la mano, mereciendo ellos en la
crueldad cuanto desmerecieron los predicadores en su inconsideración.
Pues unas acciones empeñaron a otras hasta la última
resolución contra la fidelidad. Y así, fue el mal en los predicadores
peste, y en los oyentes contagio. En los primeros estuvo
toda la culpa, y los otros padecieron la miseria, como lo sintió
de semejantes casos altamente Livio 28: Causa atque origo
omnis furoris penes auctores est, reliqui contagione insaniunt.
«Quien trae la peste, ese es el culpado, no el que sin
sentir enferma de ella.» Es el púlpito trono del evangelio.
Y lo que se oye, se oye con esa fe. Y como el vulgo no
puede discernir la verdad ni examinar la doctrina,
todo lo recibe con el mismo respeto, haciéndose [dependiente] de la
presunción sagrada. Por lo cual los predicadores habían de
proceder más remirados y nunca hablar sino lo que es puro
evangelio, ni discurrir más que por sus legítimas consecuencias,
premio y castigo, mal o bien, obrar sin condenar determinadamente
el hecho de un singular. Porque para que se
contenga en el evangelio y doctrina de la iglesia, ha de
constar de su calidad. Y no la ha de definir un particular
que no es juez. Y lo puede engañar o su mal entender, o su
pasión particular.
Si el vulgo de Manila fuera tan vulgo como el de otras
ciudades, no me espantará que de la iglesia prorrumpieran
en ira tan arrojada que se desahogará con el daño del
señor oidor, abrasará su casa y borrará del mundo su memoria.
Porque qué corazón piadoso no se había de mover contra
un proclamado enemigo de la religión, destruidor de las islas,
ultrajador de sus templos, que los condenó a ser acogida de fieras,
que los quiso privar del culto y ministerio sacerdotal, de peste
tan prejudicial. Cualquier instante es peligrosa la tolerancia

Si la fidelidad de Manila no tuviera tan hondas
raíces, viendo tratar a su majestad de injusto por sus tributos,
¿qué se pudiera esperar de quien a voces, desde el púlpito
y con afeites de religión y de revelación, condena
tan resueltamente el papel sellado y la media anata?
Si este mismo respeto no reverberara en su
imagen, quien no se amotinará contra su gobernador, viéndole
tratar de arruinador de las islas, causa del cautiverio
de los indios, instrumento de su destrucción, y de que
flaquee en ellos la fe de Dios y de las malas costumbres
del vino, cuando todos saben cuán nativo es ese vicio a su
condición, y que es la alegría en su mayor prosperidad
pero puede se consolar su señoría con que mete a la
parte a otros. Pero si aquel concebido celo se hiciera
en el vulgo furor, ¿qué provecho viniera sacado el reverendo
padre predicador sino destruir la república, la fe y los
mismos a quién pretendía salvar? A que no sucede eso cada
día ni se mueve tan fácilmente el auditorio. Miren
lo que dice Aristóteles, que aunque los movimientos
grandes nunca son de cosas leves, pero que nacen de cosas
muy leves. Oriuntur seditiones non deparivis reba,
sedex parvis dissident enim, homines et seditiones excitant
de rebus magnis. Libro 5, [polit] capítulo 4. Por una mofa de un plebeyo,
conspiró la plebe contra Roma y tiranizó el consulado.
Y el peor modo, o el más seguro, es esparcir quejas de ministros
y gobernadores, que en duda y por ambages dichos
turban cuanto y más con descaramiento que arguye más fundamento
y en el embaidor más verdad, artificio que
reconoció tan prudente como político Tácito, libro 1, historia. In
serunt querelas et ambiguos de principe sermones que
que alia turbamenta vulgi. «Turbaciones del vulgo» llama el
Tácito a esas quejas, porque a ellas fácilmente se mueve y sale
aquella voz atrevida que tantas veces ha turbado la monarquía,
de viva el rey y muera el mal gobierno que ahora
hizo tal estrago en Cataluña con muerte de su virrey y
cinco oidores. Sólo la duda de qué puede suceder, aunque muy remota;
algo de esto había de bastar para acobardar tales intentos,
que sólo el imaginarlo me llena de temor. Porque no es
bueno un remedio que si se yerra su daño es irremediable,
y que de suyo trae poco o ningún provecho. ¿Qué provecho traen
esos atrevimientos, riñas, rencores, venganzas, descréditos?
Quién de eso hace caso para enmendarse, si con suavidad
no se le persuade? El agravio y el rigor han de persuadir
a un corazón libre, a un ánimo señor, a un entendimiento
grande. Los gritos para los pastores, los palos para los brutos, las
palabras injuriosas para las [verceras], lo que se suele seguir
es empeñarse el mal, pasándolo el agravio a obstinación
a no caer en pecho tan cristiano, reduciéndolo a venganza.
Estos son los provechos ordinarios y los daños si se
yerra la razón y el tiempo: afrentas, muertes, motines,
alzamientos y asolamientos de repúblicas y reinos. Pasó, pues,

Medina y López, a quienes sigue Lessio, citado que sólo tiene limitación
cuando de lo contrario se siguiese grave daño al común o a la República. Porque
como este es daño mayor, ha de preponderar al particular. Y guarde
esta doctrina para cuando respondamos al punto de los tributos y
cargas a que atribuye la destrucción de los indios. Como quiere, pues,
el reverendo padre predicador tanto rendimiento en los indios que, en
materias —las más evidentemente ilícitas, otras muy dudosas y
otras por lo menos cargosas— obedezca el indio aun a los que no tienen
jurisdicción, si aun contra sus legítimos superiores les dan la razón
y leyes inmunidad. Y qué agravio se le haría al ministro en
enseñar a los tristes indios que estas cosas no tienen obligación de
obedecer siquiera para que no sientan la ejecución reconociendo
que solamente pende de la voluntad. Doctísimo padre, vuelva los ojos
a los curas de España, que muchos son hombres nobilísimos en calidad
y letras doctorados en las mejores universidades de España. Y vea
la jurisdicción que ejercen y considere el ruido que harían
si intentasen obligar a sus feligreses a las menores cosas que
contiene el papel, aunque me los ponga en el más desdichado
pueblo de Galicia. Pues ¿cómo pretende tanto de nuevos cristianos? ¿Han
de merecer menos por más rendidos, o puede su poca resistencia
justificar nuestro arbitrio? ¿Cómo quiere en el estado de la humildad
más autoridad de la que un clérigo secular pretende
en su parroquia? ¿Hay otras leyes acá, o es otra la teología?
¿No se lee acá también a Santo Tomás? Esto es lo que espantó al
señor Conde de Lemos y que no acabó de entender, como lo declara
en su carta. No aparta esta noticia a los indios de la fe. Ni de las iglesias;
antes les hace más amable la religión cuanto la ven más suave y
nada cargosa. Hartos casos podía sacar en prueba de esta verdad
pero omito. Porque por bien que lo oculte, diciéndole en general cada
cual, se querrá dar por entendido por acusar esta mi carta
de infamatoria.
Tampoco que me eche a discurrir el motivo de esta exclamación.
Me parece que di en el punto, todo este sentimiento
es porque este papel les quita el azote de la mano, el poder castigar a los indios,
sin lo cual le parece que no puede haber obediencia ni ministerio.
No creo que es juicio temerario porque esto es lo que más se ha
murmurado y lo primero que en las conversaciones se individua como absurdo
y tolerable. Y de la exclamación que hace contra el señor Don Sebastián
Hurtado de Corcuera, se colige por tratar de eso el auto que cita
el papel [ss] 2, número 69, mandando a los alcaldes mayores [que] no consientan
cárceles, cepos ni otros actos de jurisdicción. Aquí está el
punto del sentimiento. Esta [llamada] autoridad a un seglar
contra los religiosos, esta es la batería esta es la persecución que
comenzó el señor Don Sebastián. Y si esa es la persecución, batería y
desacato, diga que lo hace el rey que lo manda, y no el ministro que
la ejecuta. Lea el número 63, 64, 65, 68 y verá expresamente prohibido esto por
su majestad y mandado a sus ministros que no lo consientan; y mucho
de ello como lo relatan las cédulas a instancia de los señores arzobispos.
Diga, pues, que estos comenzaron la persecución que su majestad,
la autorizó y roboró con sus reales cédulas, y que el señor Don Sebastián
Hurtado de Corcuera obedeció como ministro en cosa con tal autoridad
justificada, pues su majestad no despacha esas cédulas sin
consulta de su real al consejo de Indias, donde hay varones
tan doctos y tan cristianos. Y en cosa que la instancia de

como algunos ignorantes claman, sino darle alma
y cosa que se ha de hacer de necesidad; pena de que no habría
gobierno en el pueblo ni se entenderían para cosa ninguna
del servicio de Dios ni del rey. Pues si tienen tan sujetos
a los gobernadores y fiscales —como si ellos los criaran y les dieran
las varas— ¿qué importa que otro haga la ceremonia de la entrega?
Y más cuando es con tanta atención a su gusto, que no
se da sino al que el ministro señala, por lo menos en
las provincias de afuera donde los naturales no codician esos
cargos. Antes de ordinario los ejercen forzados por ser tan
cargosos y de ningún provecho. Y si no importa en los gobernadores,
¿porque ha de importar en los fiscales, que tienen de los
ministros más dependencia? Y si los padres ministros
son tan celosos de su jurisdicción y tan vidriosos en sus privilegios
que alborotan el mundo en tocándoles en ellos y
eligen sus jueces conservadores contra los mismos señores
arzobispos y obispos, como sienten tanto que los señores
arzobispos usen de la suya, y de que se espanta; si recurren
a su majestad a no poder más, y de que sus ministros
ya que hasta ahora no les hayan dado auxilio que haya
tenido ejecución en este punto, siendo cosa tan encargada por tantas
cédulas insten en ello cuando su majestad les encarga la ejecución,
¿no les basta sustentar exenta las personas siendo curas, sino que
también quieren que lo esté el pueblo de su prelado y las ovejas
de su pastor? Pues no permitiéndoles a los señores obispos poner
ministros para la justicia eclesiástica, viene a faltar la subordinación
que como fieles deben tener y el influjo que necesariamente
ha de dar la cabeza a los demás miembros. Del todo la
cual se hace y sustenta por los ministros mediatos que en
los pueblos ponen, puesto que los señores obispos no pueden influir
inmediatamente en todos. Guarden, pues, los religiosos
si quiera lo que es justifica, pues les concede tanto la cortesía de los
señores obispos. Y no se les haga de mal un tan pequeño reconocimiento
a la dignidad siquiera para que conste en los pueblos
que tienen obispo en esas pequeñas muestras de su poder, que
como he dicho en nada disminuyen el suyo sino que antes
la autorizan.
La 3.ª impiedad se la manda de esta suerte. «Que más»,
ya dice, «que no se barran las iglesias, que se dejen criar zacatales
en ellas para establo de bestias», ya dice, «que no se lave la ropa de
los altares y sacristía para el santísimo sacrificio. Padres míos,
que dejemos las iglesias y nos vamos, que ya no vengamos
más que se acabe y a la cristiandad de por acá. Que ya no
puede sufrir más duración de ella el demonio por medio
de ministros de justicias y cristianos». Este santo religioso
debió de pensar que hablaba con gente de las batuecas que sin
otras noticias que las de su sentimiento creerían cuando les dijese
fiados de la verdad. ¿Qué promete aquel hábito? Padre
reverendo, ¿no ve que habla en una ciudad donde los más de los
oyentes han sido alcaldes mayores, que no les ha de

ellas. Glose lo que contiene el papel y no infiera, porque se echa
a perder. Que viéndole sacar tan primo diversas las proposiciones,
dirán que no oyó buena lógica, y otros que ni mala ni buena.
Estas son las exclamaciones, este el verbigracia
de los escándalos. Yo cuando oí el aparato de sus sentimientos
y las montañas de sus encarecimientos, entendí que era algo.
Cuando vi que parturiunt montes, nascetur ridiculus mus.
Si tan execrable es el papel, ¿cómo hace la prueba en lo
que contiene de menos consideración? Envían de
desherbar o no la huerta las dalagas cuando hay puntos
de tanto tomo. Y como ya que se hace juez, no administra
con igualdad la justicia. Y ya que condena
el asunto de las dalagas, no alaba y aprueba los
demás tan santos y bien advertidos. Porque esos
gritos no les dio proporcionados a la materia y en las
[dejomo] alzó más la voz para darlos a compás. Como no exclamo, que diga
ese hombre que se llevan derechos excesivos, que se tasa la limosna,
que esa se la lleva el ministro sin emplearla en el ornato. Que los religiosos
se sirven de los indios como quieren, que les compran por fuerza
cuanto quieren, que les paguen como quieren. Esos, si eran puntos
de consideración, grite sobre eso, bien que al mismo tono le responderemos
sí padre, eso se hace, eso se reprende, eso se desea enmendar.
Eso encarga su majestad, eso hasta ahora no se ha conseguido, eso deben
procurar sus ministros y aplicar todos los medios, eso solicita
el señor Don Salvador Gómez de Espinosa con su papel. Y eso debe hacer
como cristiano y fiel ministro. Clame ahora que está [inabsoluble],
que se condena su alma que a lo 1.º. Diremos sí padre, si el confesor
no tuviere más letras que vuestra paternidad que de los tales es hacer las leyes
de su imaginación e ignorar las de la obligación que bien previno
contra esa instancia la solución. El reverendísimo padre ministro Fray Joseph Lainez
en su privado cristiano, capítulo 32, [ss. 1.] por ser ese uno de los vanos temores
con que recurren para hacer de su parte al confesor del príncipe
y ministro, «tenga brío», dice, «para decir almas pintado esa no
es materia de confesión». No le dé, pues, padre, cuidado. Que está muy
lejos lo que ha hecho el señor Don Salvador Gómez de Espinosa de ser materia
de confesión. No le aflija, pues, la absolución del señor Don Salvador
Gómez de Espinosa. Mire por la suya, que harto peor se condena su alma
si no restituye públicamente la fama al señor Don Salvador Gómez de Espinosa,
si no deshace el daño que ha causado en los ignorantes que, juzgando
por el hábito, la ciencia y la prudencia, les parezca que es injusto
cuánto propone el señor Don Salvador Gómez de Espinosa, ilícito. Lo contrario de que
se seguirá tanto mal para los padres ministros eclesiásticos con
perdición de sus almas, de las de los alcaldes mayores, obrando
en fe de lo que dijo el reverendo padre predicador injustamente y en tanto
daño de los naturales justificando sus agravios.
Otra exclamación hizo fuera ya de la materia prorrumpió
de la temeridad con que se arroja a juzgar aventajándose a la
intención, que es reservada a Dios dándole la calidad de su
maligna intención o soberbia. Y vana presunción escribir papeles
públicos para acreditarse, para que se sepa que sabe

sed accessio, nec, quia delectat, placet, sed, quia placet
delectat. Y cuando se mezclase algún fin menos
noble con la intención superior, no por eso se había
de depravar el principal motivo, ni por eso
desistir de la acción. Que si eso valiera cada día,
el demonio burlaría de nuestras virtuosas determinaciones,
acobardando la resolución con la oposición.
Depravada razón, entonces, ha de pasar
adelante el varón constante. Y decir lo que Bernardo:
Ni por sí lo comencé, ni por sí lo dejaré. No haga
caso, pues, padre, de ese fin. Que no puede hacer prevaricar
del principal cuando le demos de limosna su intervención. Y entienda
lo que dijo un sabio cortesano, que los ánimos que ejercitan
de su natural. Como el señor Don Salvador Gómez de Espinosa,
las virtudes no buscan gracias por ellas. Enmiéndese lo que
advierte el señor Don Salvador Gómez de Espinosa, que su merced sufrirá
que le escupan a la cara.
Aquí se sigue naturalmente la exclamación contra
el elogio que a tan docto y pio escrito hizo el reverendo Padre Francisco
Combés de la compañía de Jesús. Dice, pues, y lo que más es que
haya quien apoye con adulación y apruebe con lisonja
tal papel o adulación, que tienes destruido el buen gobierno
o trazas del demonio. Con que tan de veras trata de arruinar
la iglesia y cristianos de las islas que halla. Diga
que se acerque a lisonja el alabar el celo del señor Don Salvador.
Ese ni el más ciego enemigo lo puede negar. Para que constara
eso, eran necesarias alabanzas. No son cuando el intento está declarado,
el señalarlo alabanzas sino reconocimientos. Plus est in eo
se puede decir con [Ambr.] libro 1, [exam], capítulo 9. Quod laudetur aspectu,
quam quod Sermoni laudari possit; suo enim utitur testimonio,
non suffragio alieno. Si a prima faz descubre tanto celo,
tanta fidelidad, tanta justicia que le añade la alabanza cuando
en sí contiene los testimonios de su abono, sin mendigarlos
de la aprobación, dirá que se valió de encarecimientos.
Siempre hizo mal estómago la alabanza ajena al ánimo.
Mal afecto, pesada dolencia, la llamó San Crisol, incendio
insufrible. Est enim grave illis malum incendium non ferendum
[sex] 122. Todo le parece que excede a los merecimientos
de su enemigo y ninguna alabanza puede sanar
su presunción. Pues sepa que cuando se dijo no se excedió un punto
de la verdad. Todo consta auténticamente por testimonios de Salamanca.
Y acá hay contemporáneos que son buenos testigos de los
méritos y aclamaciones que adquirió con sus letras el señor
Don Salvador Gómez de Espinosa en Salamanca. Pues ¿cómo se arroja
sin averiguar primero la verdad, cuando en materias del honor
ajeno siempre se ha de estar por el interesado hasta la evidencia
en contrario de la razón? Y supuesto que sea así ¿cómo la evidencia
lo hace ver que el celo es manifiesto, y en cada línea declarado
que los elogios son propios méritos y no ficciones de la
lisonja? ¿En qué halló la lisonja del elogio será en la
intención? Como tan gran juez de intenciones que se ha mostrado

que son como soy testigo. Y todos lo son el papel sellado y estas medias
anatas, o poco atento vasallo que le hacía el rey. Que, no hallando
más paño que cortar de la garnacha de su consejero, pasas a destrozar
su púrpura real. ¿Qué tiene que ver lo que hace el rey con tanto consejo
para lo que dice su oidor? Si querías decir mal del consejero, dejarás
al rey por quien siempre debías presumir: la justicia, la clemencia
y la razón. ¿Qué fin pudiste tener en condenar su tributos [y] revocar
los decretos? No que eres poco hombre para oponerte a tantos héroes
como ciñen la majestad de nuestro monarca para el acierto de sus
acciones. Ni es posible en este tiempo el intento cuando amas, que eso violentó la
necesidad. Pues si el sermón se ha de ordenar a sacar provecho y ese no es posible
conseguirse, qué esperabas con esas palabras sino exasperar su clemencia
y turbar la quietud de sus vasallos; cuando en casos tales lo sano es disculpar
al príncipe con la verdad. Para que, entendida de los vasallos,
se excusen los pecados de la indignación y los peligros de la república con su
turbación. Este, si fuera fructuoso sermón, consolar a unos y otros con la
razón. Y más cuando te debía constar la violencia, que en esto padece su
afecto. Lee en el privado cristiano del Reverendísimo Lainez, folio 11, en el [antelog]
y hallarás un dicho de su majestad digno de su clemencia. Que por exonerar
de las contribuciones inevitables para la defensa de la fe y oposición
a los émulos de la corona pidiera de puerta en puerta. Mira qué remedio
tan costoso a su grandeza ofrece su clemencia si lo hallara competente
la necesidad. Y más, condenando los tributos tan templados de sus mismos efectos.
Que el uno es pensión de sus mismos beneficios, y de ninguno se cobra violento.
Pues la ambición a todos es tan natural, el otro situado en las acciones
que desean las repúblicas. Excusar para su paz, para evitar pleitos, que son
la ruina de las haciendas y de las obligaciones más estrechas de amistad
y de parentesco y es un freno contra nuestro mayor mal. Y al fin ninguno
está situado en lo que sirve a la vida sino en acciones libres, que
nunca lo pueden reducir a necesidad. Recorre los demás reinos y con todas
estas cargas, ninguno hallarás más libre, más descansado que el de su majestad.
Y verás como nuestras cargas alivian la necesidad y son precio de nuestra dicha.
¿Tiene otras rentas el rey que las de sus vasallos? ¿Las emplea en divertimientos
si no en nuestra defensa? Si la necesidad y el aprieto es mayor
y se ha de redimir a mayores expensas, ¿dónde las ha de buscar? ¿Ha de
pedir prestado a sus enemigos? O por no valerse de la hacienda
de sus vasallos, ¿ha de permitir que ellos sean [triunfo], y ellas despojos del enemigo?
Si el reino se pierde, ¿dónde guardará el vasallo su caudal? Cuando
Cipión tuvo en el último aprieto a Cartago, y tan rendida que salieron
a parlamentar las condiciones de su rendimiento, los condenó el vencedor
en los gastos de la guerra. Y congregados los senadores en el
consultorio para trata de la paga, hallándola excesiva a sus caudales,
y no hallando posibilidad en sus tesoros, todo era gemir
y llorar. Entonces el generoso Aníbal comenzó a reírse como
pudiera después de la famosa de las canas. Indignados, los senadores
le dijeron es posible que viendo a aflicción de la república
y tan vecina su felicidad a perpetuarse memorable en la
desdichada ruina, «Tienes ánimo y corazón para reírte». Respondió
el valiente capitán: «No penséis que aunque me río es de alegría.
Que si vierais me corazón lo hallaréis con más tinieblas
de pesar que las que enlutan la noche. Pero me río de vosotros

y excusando la violencia cuando se hallaba tan violentado de la
necesidad? ¿Que ahora no pague es culpa suya? ¿No pasan
todos por la misma necesidad, socorriese a los señores arzobispos
y obispos, a los señores oidores, a los del cabildo
prebendados y canónigos al maestre de campo y a los
demás oficiales de guerra? ¿No se sabe la estrechez con que
todos pasan con tan diferentes obligaciones? Pues que
mucho que ahora se den en libranza las pagas si las
asegura en el socorro su generosidad si hemos llegado
con los infortunios a tiempo en que parece, fuera lícito
valerse de la plata de las iglesias (como se valió otro
y bien cristiano gobernador de las campanas para fundir
artillería) para el socorro de tantas necesidades que
mucho que alcancen a todos y las experimenten. Y si en tan las graves
necesidades borran los privilegios y quitan las inmunidades sin
distinción de eclesiásticos ni seglares, porque como en ellas se arriesga
la república de que unos y otros son partes, los hace iguales la
obligación de su conservación, que se arriesga en el todo. No son
menester para esto alegar razones ni leyes cuando los más bárbaros
conocen esta verdad o se la hace el aprieto conocer. Pero si lo quisieren
ver con erudición y todo ornato de doctrina [o] tratado,
véase a Bobadilla in Política libro 2, capítulo 18 número 138; Solórzano, libro 1 de
[indiar gubernat] capítulo 13, número 27 et in Política libro 2 capítulo 28, número 318, folio
1126; al venerable Beda [in Lucam] libro 2, capítulo 24, referido en el
[c, quod non est de regulis] juris in antiquis ibi: quod non est
licitum in lege, necessitas facit licitum nam et sabbatum
custodiri praeceptum est; Maccabei tamen sine culpa sua
in sabbato pugnabant. A Santo Tomás, 2, 2 [quest bo] artículo 4 ^ No
{Al margen izquierdo: ^ 9.}
hay axioma más sabido que el que favorece a la necesidad,
porque a su fuerza la pierden todas las leyes como a ley superior,
a que todas se subordenan. Ubi necessitas urget ibi legis dispositio
dissoluitur [cap sicut de consecre distinc]. 1. Por esto decía
el invencible Mario que al ruido de las armas no percibía el
de las leyes. Negabat instrepitu armorum se leges exaudire
potuisse. Y es que hace callar su obligación otra más poderosa,
que es la de la necesidad que siempre acompaña a las leyes. Por
eso los romanos, necesitando del valor de Cipión para sus
empresas y no teniendo la edad que las leyes prescribían
para el consulado, dijeron que para aquella
elección hicieron dormir las leyes, porque quedan o
difuntas o dormidas en despertando la necesidad. Pues si alguna
vez se le ha dado tanto poder a la necesidad, y oí de suyo la
reconocemos tan poderosa, concedamos le algo, ya que no podemos
más. Y si nunca en estas islas se ha reconocido más
apretada, que mucho fuera que se dejara por ella gobernar
y ha sido al contrario, que no sólo fe ha resistido sino
que parece que ha llegado a triunfar. Sin estos aprietos
otros gobernadores no han entrado el sacro depósito
de la santa misericordia. ¿No se han valido del caudal
de los vecinos echando bandalas de partidas como pudieran
de cabanes de arroz? ¿Ha intentado jamás esto el señor

al César lo que es del César». Reddite quae sunt Caesaris, Caesari.
Mateo 22. Porque lo que se tributa al príncipe ―lo que pide para sus
necesidades― no es don sino paga. Pues pide entonces lo que es
suyo, porque como carga las obligaciones de todos, para ellos
son suyos los caudales de todos. Et non dixit date sed
reddite et adiecit quod debetur nihil enim gratuito
dat qui haec fecerit. Debitum quidem est res
ista quod si non feceris perfidi penas dabis. No sé si el
presidente de Castilla pudiera hablar más en estilo de ministro.
Nadie en estas ocasiones y casos da al rey sino que le paga
deuda. Es esta obligación. E infiel el que la niega y desleal
el que la disuade y enemigo el que la condena. No se
traiga, pues, a consecuencia la obligación, aunque sea mayor a lo
que no es obligación, aunque sea en poca cantidad. Que sobre pocas
cantidades y cortos intereses suele haber muy buenas cuchilladas
y quebrase muchas cabezas, que a cada uno le es lícito sacar
la espada para defender su hacienda del que sin título
la pide. Y siendo deuda, cada cual puede llevar al deudor
a la cárcel. No quiera igualar el derecho de los alcaldes
y ministros al del rey y así no lo traiga en consecuencia.
Que no son tan bárbaros los indios que no hagan
esa distinción y reconozca la necesidad. Y no hay alguno
tan bárbaro que conocida se indigne contra ella. El
fuego suele acabar en un día el caudal y una avenida
roba muchos intereses. Y ningún cuerdo se indigna
porque los acarrea la necesidad y los hace inevitable
el suceso. Pues si la fortuna roba el caudal de la
república en los socorros, los malos años, los frutos, ¿quién
será tan necio que se indigne contra esa necesidad?
A que le reducen las desgracias comunes que esfuerza [que] repartan
sus efectos y daños en los particulares. Estas necesidades
nunca vienen a favor de los alcaldes mayores para justificar
sus excesos ni de los padres ministros para los suyos.
Y así los que ellos inducen como violentas al que las padece y
voluntarias en el que las induce irritan la paciencia y mueven
más la compasión. Conozca esta diferencia y persuádala
al auditorio. Y hará más fruto, pues conseguirá la conformidad
con la voluntad de Dios, dándoles a entender
que estos trabajos vienen de su mano, que los hombres
obran a no poder más. Que esa consideración será alivio,
que hará suave la carga y llevadera. Y así obrará como fiel
vasallo y como cristiano orador pues no llevando ese
intento sus razones, no puede seguirse otro fruto que
la turbación. No se ponga en materias de estado
―que es discurso siempre odioso y muy amargo― si no
se sabe sazonar pena y gloria, padre mío, pecado e infierno,
y dejar al gobierno, y prelados y ministros.
Que eso es escandalizar la república y cierto, nunca
con menos razón, pues no lo hemos tenido. Mejor es
un señor gobernador tan benigno y piadoso, un señor
arzobispo que no lo ha tenido esta iglesia ni más docto,

ni más santo, ni más apacible, ni más celoso. Unos señores
oidores tan limpios que es mi edad contra sí mismos.
Su rigor tan llanos que es consuelo. Tan doctos que
es de la justicia cumplida. Satisfacción tan cristianos
que es de la misma justicia perfecta seguridad. Y si hallare algo que pide [que]
enmienda en los tales y digno de reprensión, pues tiene atrevimiento
para decirlo en público, imprudente. Tenga valor para
avisar lo cuerdo [que] se llegue. Que nunca ha habido ministros más llanos,
más dóciles. Apriételes con razones en secreto, no los infame con
invectivas en público, que lo 1.º sana y lo 2.º exaspera. Tome
por ejemplar al mejor predicador de la ley de gracia, aprobado
por el mismo Cristo: el Bautista, de quien ponderá el concilio [caloniens],
citado capítulo 17. Que con ser el pecado de Herodes tan público y tan
nocivo a la república, nunca hizo mención de él en los conventículos
y concursos donde predicaba, con ser que aparte no cesaba de afearle
el caso. Dicebat Joannes, Herodi non populo, concluye el concilio
a Herodes, se lo decía no al pueblo. Y su paternidad reverenda
no habla donde ha de aprovechar y da voces donde ha de causar escándalo.
Trate de ir a Japón a ser mártir o de serlo con la mortificación de sus
pasiones en la celda y no entre ministros de justicias. Como dice,
que harto más mártires. Son los tales, pues sufren del vulgo y de los
que siguen su corriente semejantes desacatos. Mire que los ministros
no infaman el estado, que antes alaban su purísimo instituto y
perfección de sus reglas. No es contra el estado lo que ha escrito el
señor Don Salvador Gómez de Espinosa, sino contra lo que destruye el estado,
contra lo que pervierte la observancia contra lo que los celosos de él
aborrecen. Y los valerosos prelados castigan y solamente les [ayuda] con caridad
y justicia a las obligaciones del mismo estado. Y rinda mil gracias
a la magnanimidad del señor Don Sabiniano porque si hiciera caso de su
atrevimiento a ley de fiel ministro y por la obligación que tiene a la
paz de la república, fuera poco darlo por extraño de los reinos.
Y si su paternidad reverenda dudare de la autoridad, lea en
la política indiana del señor Don Juan de Solórzano, el capítulo 27
del libro 4; y la ley 43 y 55 del título 5 de la partida 1; y al sagrado
Concilio tridentino [sess 5, De reformationis], capítulo 1; y al grande Agustín
Barbosa in [Pastorali 3 parte allegat] 76 número 48 y 49. Y la bula
de Eugenio 2, que está original en el archivo del consejo
supremo de Castilla, la cual concede facultad a los reyes a sus
consejos y lugartenientes de castigar a los predicadores. Que con
ocasión de su oficio apostólico ―del cual debieran usar sincera
y santamente― hablan de ellos con descompostura, desacato
e injuria, o esparcen al vulgo proposiciones escandalosas
con que contristan los pueblos, los turban e inducen a sediciones.
Deje de morder predicadores, que todos cumplen
con su obligación según el talento que Dios les dio. Y no
ha de querer medir la gracia por su natural, que fuera necedad
querer que rebuznara el pájaro y que cantara el
pollino, clame cada cual con su voz que a su majestad y decencia
del evangelio. Conviene en los discursos algún resplandor
que este no quita en la eficacia de la doctrina
Información hecha por el Padre Fray Antonio de Porras. Panay, 1624

haciendo esto por señas este declarante porque de
ninguna manera podía hablar y habiéndole traído en
un baroto se desembarcó y fue por sus mismos pies a la
casa de Cat.a Uaysolot su cuñada adonde acudieron muchos
indios a ver lo y en particular Miguel Tigou sangley
cristiano cirujano el cual procuró echar el dicho pescado por
el gaznate a dentro y para ello le metió en él un trozo de
corazón de [plátano] y después otro trozo de caña dulce
hasta topar con el dicho pescado haciendo por [ello] despedir
del dicho lugar. Y no le fue posible según estaba tan arraigado.
Ni tampoco bastó [Marcos Hernández] tonelero
aunque le metió los dedos dentro del gaznate y asió por
la cola al dicho pescado para echarlo fuera y así viendo
[que no] tenía remedio alguno fueron a llamar al dicho
padre juez y vicario. El cual habiendo ido a la dicha
casa confesó a este declarante por señas porque
como dicho testigo no podía hablar y le ató un panesito
de San Nicolás a la garganta el dicho padre diciéndole
[que no] pues se moría si encomendase a él para que le valiese
el bienaventurado San Nicolás de Tolentino
y así lo hizo este declarante con todo corazón y que después
de lo cual se fue por su pie a su casa adonde así mismo fue
el dicho Manuel Tigou cirujano. Y le dio a beber un bebedizo
por último remedio que de ningún modo lo pudo tragar
ni pasar al estómago por el dicho impedimento
y lo volvió a echar de la boca sin causarle efecto ninguno
teniendo antes y después [que no] le diesen el dicho
bebedizo. Algunas bascas para vomitar y trocar y llegados
a ejecución no pudo echar ninguna cosa del estómago
por la razón dicha y lo que trocó fue solamente
cantidad de sangre por la fuerza que hacía al tiempo
de los dichos vómitos. Y después de esto al cabo de rato
sintió este declarante salir el dicho pescado del dicho
lugar y llegarse tanto cuanto a la boca y cobrando
ánimo metió dos dedos de su mano y al cansando
al dicho pescado por el vientre le arrancó las tripas
y sacó fuera y metiendo otra vez los dedos y asiendo
Noticias de las misiones de China, 18 de abril de 1690

Ruego y encargo de [vuestro señor] su fecha diez y ocho de abril de 1690
Señor
En cumplimiento del orden y mandato [vuestro] presento a vuestra señoría las noticias
que este presente año he tenido tocantes a las misiones del Reino de China
participadas por los religiosos del orden de San Agustín nuestro padre, misioneros
de dicho reino, que son en suma las siguientes:
El año próximo pasado de 89 por el mes de septiembre entraron de nuevo
en China cinco clérigos franceses misioneros apostólicos los tres por
la provincia de Fukien y los dos por la provincia de Cantón. Entre ellos vienen
dos obispos y vicarios apostólicos de diferentes provincias de China.
Y el uno de ellos, que es obispo de Rosalía, trae todos los despachos de
la sagrada congregación pertenecientes al gobierno y dirección de estas
misiones. El cual publica que insta ahora con más fuerza y nunca la sacra
congregación en la intimación y ejecución del juramento. Y dichos despachos
vienen dirigidos al señor doctor Don Carlos Maygrot nuevamente electo obispo
y administrador general de todas las misiones sínicas si bien antiguo
misionario en la provincia de Fukien y pro-administrador general de las
misiones que ha sido hasta ahora.
Por el mes de marzo de dicho año hizo dicho señor administrador general algunas
notificaciones de oficio a los superiores de algunas de nuestras misiones
con cuya ocasión se ha fomentado no poca discordia entre los
clérigos franceses y otros misioneros regulares. De que ha resultado alguna
turbación en la cristiandad de Cantón con grave perjuicio de
algunos cristianos y escándalo de muchos gentiles; novedad que ha causado a todos
los religiosos misioneros indecible dolor y sentimiento porque ven que se
malogra el fruto copioso fruto que desean en aquellas nuevas cristiandades
sin poderlo remediar haciendo y padeciendo tanto por su parte y a tanta
costa de su majestad católica y de sus mismas religiones.
Por el mes de julio de dicho año hizo saber el señor obispo de Argoli,
vicario apostólico de China, a nuestra misión (y lo mismo haría con todas)
como el señor Maygrot, administrador general, le había intimado de parte de la
sede apostólica un orden y decreto para que todas nos obligase a hacer el juramento