Barra
- Title
- Barra
- category
- Philippines -- Places -- Luzon
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- https://fromthepage.com/1762archive/a-digital-repatriation-of-a-lost-archive-of-the-spanish-pacific-the-library-of-the-convent-of-san-pablo-manila-1762/article/32185871
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- Barra
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- 32185871
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Sobre pleito que este Convento de Tondo siguio contra el guardia de Bangcosey. 1683

que me comunica, con el misterio del espíritu del señor para que
haga las operaciones de su santo servicio en beneficio de sus
criaturas con el don que recibieron sus apóstoles con la prometida,
venida esmaltándole su gozo con aquel inefable fíat.
Para que lo que el sacrificio de su voluntad a mayor honra y
gloria suya como lo confío de su infinita misericordia para
que propague y fecunde en los ciegos la luz del evangelio.
El reverendo padre Fray Antonio Gutierrez se fue sin respuesta
porque llegó a ocasión que citado esperaba dos religiosos
dejándole, con el general Don Nicolás de Pamplona, quién
fue llamado y quedó solo con alto sentimiento mío pídale vuestra padre
de mi parte me perdone. Que no estuvo en mi mano lo atento
y lo cortes, los papeles han de estar en el archivo de Tondo
o en él de ese santo convento por donde consta tuve orden
del señor maestro de campo Don Manuel de León siendo
presidente gobernador y capitán general de estas islas. Para que
abriese el estero providente a reparar los daños que se reconocían
en muchas bancas que se pierdan para entrar
por la barra del río en tiempo de vendavales y reconociendo,
que el sitio por donde le abrieran tierras de ese santo
convento para abreviar su abertura, me compuse con el reverendo
padre Fray Luis de Montúfar prior de ese santo convento
a la sazón de qué diesen las embarcaciones de trato. Que por él pasasen
un cuartillo de limosna al convento de que se dio parte
al señor gobernador por mi y convinieron en ello. Y mediante
el permiso que dio el reverendo padre prior Fray
Luis de Montúfar se abrió el estero con gozo universal
por ser el beneficio procomunal que todos reconocieron
después. Entendí dio su facultad el padre prior al guardia
mayor para que cobrase por un tanto que le daba cada
mes, y que en esa forma se fue continuando todo
Vocabulario Visaya de Pedro de San Nicolás y otros. 1700s.

Balde o como el para sacar agua de arriba. Timba
Balle o cuesta hacia abajo entre montes. Solong
Balsa de caña ut para pasar rio etcétera. Lamo
Balsa ut para madera. Banlong
Balsa de caña ut para pasar rio etcétera. Lamo
Bambolear ut cosa pendiente. Vide. Salipadpad
Bambolearse o mecerse ut borracho o barco con olas. Lipang
Bambolearse alguna cosa colgada con el viento. Limpay
Bangca alta de proa y baja de popa. Licad
Bañar. Vide. Dali. Bañar a otro o así. Dilo
Banda contraria donde estoy ut río. Lipat
Banda atravesado o cadenas como estola. Balatbat
Bandada de palaros. Caban
Bandeja de comida que se lleva a huésped o a la boda. Cabat
Banas observancias de los antiguos. Pamallan
Bandejilla cestilla de cañas. Pangna
Banco atanimilla? de cañas atrás lanchaje. Papag
Banco de arena. Pasig
Bano ut fruta. Libag
Bano. Vide. Pisac
Bandera de retasos. Vide. Salat
Bapor o humedad de la tierra. Busuc
Barar el barco por poco agua. Sayad
Barar barco para que la corriente no lleve. Sanglad
Barco que llega a tierra no para estar sino que para de largo. Vide. Lubebay
Baras de armas toldo como de barco. Palusi
Baras del suelo del batalan. Bulgar. Lapi
Baras en que ponen los cordeles para espantar mayas. Taglay
Barato en precio. Mura
Baras que vienen de alto abajo en el dingding de las casas. Dalarac
Barco que se fue afondo como llevándolo aberrándolo. Atiab
Barra a palo por el través. Basibas
Barco de hechura conocida. Biroc

Barco que se lleva a la siga. Onda
Barco muy usado aquí. Panga
Barco compuesto de tablas. Damulas
Barreno a taladro. Balibol
Barriga a vientre. Atian
Barriga de la raña, pucpuc como ¿. Pupuc
Barriguda ut preñada. Busadsad
Barreno de barro. Paso.
Bartillas coloradas de los tallos. Lambilambi
Barra o bocadearía. Alua
Baro de colchones. Cabocabo. Cumban
Báculo o puntal. Tucud
Bajar la cabeza como que se arrodilla. Vide. Tuag
Baylar el varón con mujer. Libad
Bayle de hombre. Terac
Balentía. Tapang
Banca grande de una pieza. Dalampang
Bandadas de pateros bestias o gente. Lalum
Baras que vienen de alto abajo en el dingding de las casas. Dalarac
Barilla con que se azota caballo o bestia. Compas
Bautizar. Biñag
Basija como para agua. Baysoc
Basta. Cañan
Batir los pies como cuando para de rabia. Liparac
Batir hierro con acero. Balon
Batir las alas de aves. Payacpac

Buelcos ut enfermo desasosegado. Uasang
Buelta en redondo ut de trompo. Trapiche
Buelta de rio o cordel que se enrosca. Licao
Buelta como de posesión. Limbon
Buelta de rio. Lingco. Lindo
Buelta de barco o caballo etcétera. Paling
Buelta del carnero hincando la cabeza y volteando pies arriba. Balintuad
Buelta de San anton o bola. Dilang
Bueltas o menesos de pie sobre el agua. Cajao
Buelta lo de adentro a fuera. Balictad
Buen natural, bien achinado. Ganaca
Bueno justo banal
Bucear o cabullirse en el agua. Sungab
Bufar o gruñir las bestias irritados. Angol
Bufido de bestias. Amos
Buyo mascado y otra cosa exprimida. Sapa
Buyo. Samat
Buyo picante. Balig
Bullir en el agua caimán o pesado. Lucsay
Bullir las tripas o pijo que da come. Contalantam
Bullir con ruido ut pez o caimán en el agua. Lagosad
Bullir o pulsar las sienés. Quirot
Bullir o pulsar como las arterias. Guibul
Bullir en el agua o caimán o pescado. Luasay
Burlar o mofa que se hace de alguno. Lidio
Buscar cosa que se perdió o echar menos. Lili
Burlar o mofar de otro engeñándole. Taro
Burla o chanca de palabra a obra. Biro
Buscar ¿ lo perdido. Paninton
Buscar como en la madera el clavo. Jalundum
Buscar cangrejos. Lungga
Buscar tentado con barral lo que está debajo del agua. Luruc
Buscar favor o ayuda. Mongcaqui
Buscar atiento ut en obscuro o debajo del agua. Salavay
Buscar entre espesura o cosa menuda entre trastos tesoro o acciones de reñir. Taclag

Cubierta de algo ut paño. Culapot
Cubierto como con pabellón y chimenea. Cubut
Cubrir con hilo o punta de aguja. Cipat
Cubrir poniendo como pantalla. Angpad
Cubrir ut la luz para ofenda. Salampar
Cucarachas. Ypas
Cucharón o cuchara. Sanduc
Cuchillo de habito o chinina etcétera. Suclia
Cuchillo pequeño ut de mesa. Sundang
Cuchillo que sirve para cortar espigas. Yatab
Cuchillo de dos dilos. Yua
Cuchillo de punta aguda. Pisig
Cuchillo como puñal pequeño. Luruc
Cueva subterránea. Lungga
Cuervo. Auac
Cuento o historia etcétera. Salita
Cuerda o sesga para tirar barco. Putal
Cuerdas instrumentos de tejer. Uyung
Cuerda de guitarra. Dilis
Cuerda del arco de flechas. Litid
Cuerda o bejuco para tirar el barco a la sesga. Ovay
Cuello o garganta por delante. Batal
Cuerpo. Catauan
Cuerno ingenere. Sagu
Cuero curtido. Sapi
Cuesta o barranca. Talabis
Cuidado o vigilancia en algo. Cutil
Cuidado y diligente. Alinsanay
Cuidado o pesar. Gula
Cuidar de algo. Yngat
Cuidado o asistencia a pobre o enfermo. Yral
Cuidado amoroso. Salbat
Cuidado o tiento en obras. Lumay
Culebra boba. Bitin
Culpa falta. Sala
Culebra de agua. Calabucab
Inventarium Generale Omnium Librorum huius Bibliothecae Conventus Divi Pauli Manilensis Ord. Ermitarum S.P.S. August. in hac Provintia SS Nominis JESU Philipinarume.

Enodis, Opera: 1 tom.
Philon in Cantica: 1
Contiones, S. Patrum: 1
D. Ireneus: 1
D. Antoninus, Confessionale: 1
Cajón 2 de expositores
Estante 1
Lira Glosa ordinaria: 8 tomos
Tirinus, in Scripturis: 2
Lipomanus Catena, in Genesis: 1
Barradas: 5
Villalponduy (?): 3
Maldonadus, in Evangelistas: 1
Naxera: 5
Zelada: 4
Estante 2
Santa Cruz Ant[o]logia S. Scripture: 2 tomos
Silveira: 10
Pinto Ramirez: 6
Tostado: 27
Estante 3

Baron Luz dela fee y dela Ley. 1 Tomo. Cajones 9 (11), estante 1
Barona sobre el Ave Maria. 1 Tomo. Cajones 9 (11) estante 5 (2)
Baronio Martirol. O rom. O con notas. 1 Tomo. Cajones 10 (7), estante 5
Barradas. 5 Tomos. Cajones 2 (1), estante 1
Barretum sacrę scripturę. 1 Tomo. Cajones 2 (1), estante 5 (4)
Barrientos Probabilissmo expugnado. 1 Tomo, Cajones 5 (8), estante 5 (4)
Bartholo Comentario in jur. Canon. 10 Tomos. Cajones 10 (7), estante 1
Bartholome delos Mart. Doctr.na espiritual. 1 Tomo. Cajones 12 (9), estante 6 (9)
Bartholo recreasion del sabio. 1 Tomo. Cajones 6 (9), estante 6 (3)
Barzia Predicable con el Comp.o. 10 Tomos. Cajones 9 (11), estante 2 (1)
Basilio Ponce de Matrim.o et quod lib. 2 Tomos. Cajones 5 (8), estante 3 (2)
Basilius Magnus opera. 1 Tomo. Cajones 1 (2), estante 1
Basseo suma Moral. 2 Tomos. Cajones 5 (8), estante 2 (1)
Becano opera. 2 Tomos. Cajones 4 (9), estante 3
Beya casos concientis. 1 Tomo. Cajones 5 (8), estante 6 (9)
Beyerlin K. Theatrum Vite hum. 8 Tomos. Cajones 7 (9), estante 2 (1)
Belarmino en Yloco. 1 Tomo. Cajones 6, estante 7 (9)
Belleto Desquisito cleric. 1 Tomo. Cajones 10 (7), estante 3 (4)
Bellonius Decisiones Ro (¿) Genuy. 1 Tomo. Cajones 11 (6), estante 5
Bellum Bataborum 1 Tomo. Cajones 6 (14), estante 6 (4)
Benedictus justinus in Paulum. 1 Tomo. Cajones 3, estante 1 (4)
Benedictus Fernandez in Genesim. 1 Tomo. Cajones 3, estante 2
Benito Fiel Arg. Econom. Euchar. 1 Tomo. Cajones 3, estante 5
Bernardus opera. 2 Tomos. Cajones 1 (2), estante 1
Bergano Bocabul y Arte Pampango. 8 Tomos, Cajones 6 (13), estante 7 (9)
Berthaldo de Ara Altaris. 1 Tomo, cajones 10 (7), estante 5
Berthorius Morales reductorum. 1 Tomo, Cajones 2, estante 5 (4)
Biblia sacra. 3 Tomos. Cajones 1 (2), estante 1
Biblia sacre tract. Variy. 3 Tomos. Cajones 1(2), estante 5 (4)
Bibliotheca Homiliar SS. PP.m. 8 Tomos. Cajones 1 (2), estante 4 (3)
Bibliorum concordantes. 1 Tomo. Cajones 1 (2), estante 1
Bibliorum en comiz. 1 Tomo. Cajones 1 (2), estante 1
Biel exposit. Canon Misse.1 Tomo. Cajones 10 (7), estante 5
Bina consolatoria Aegrotorrum. 1 Tomo. Cajones 2 (1), estante 6 (4)

Mostazo, De causis piis....{tomo 1..Cajón 8. estante 9}
Morales, Retiro del alma...{tomo 1..Cajón 6. estante 2}
Marchantius, Resolutiones Pastorales..{tomo 1..Cajón 4. estante 1}
Marchantius, Contiones Moral.e..{tomo 1..Cajón 4. estante 1}
Marchantius, Vitis florigera...{tomo 1..Cajón 4. estante 1}
Fray Manuel Quevedo, Correa de Nuestro Padre San Agustin. {un tomo. Cajón 12. estante 5}
N
Nabarra, De restitutione. {1 Tomo. Cajón 5 (8), estante 5 (4)}
Nadal, Glorias del sacerdocio. {1 Tomo. Cajón 12 (4), estante 6 (5)}
Natividad, Censuras predicables. {1 Tomo. Cajón 9 (11), estante 1}
Natividad, Minerva eucarística. {1 Tomo. Cajón 9 (11), estante 4 (3)}
Natividad, Silva de sufragios. 1 Tomo. {Cajón 3 (12), estante 6 (3)}
Nau, effigies eclesia. {1 Tomo. Cajón 8 (10), estante 3 (4)}
Navarrete, Apologet. chinens. {1 Tomo. Cajón 8 (10), estante 4}
Navarrete, in Trenos. {1 Tomo. Cajón 2 (1), estante 6 (4)}
Navarro, Contiones de sanctis. {1 Tomo. Cajón 3, estante 6 (4)}
Navarro, Opera. {5 Tomos. Cajón 10 (7), estante 2}
Naxera. {5 Tomos. Cajón 2 (1), estante 1}
Naxera, Sermones varios. {5 Tomos. Cajón 9 (11), estante 4 (3)(2)}
Nebrixa, Vocabulario. {1 Tomo. Cajón 6 (13), estante 4 (1)}
Nebrixa, in Epistolam Pauli. {1 Tomo, Cajón 2 (1), estante 6 (4)}
Nebrixa, Libro 4, y 5, {1 Tomo. Cajón 6 (13), estante 6 (5)}
Nicassio, in 4. lib. instit. imperial. {1 Tomo. Cajón 11 (7), estante 6 (5)}
Nicephoro, Callisto. {2 Tomos. Cajón 12 (4), estante 2 (5)}
Fray Nicolas de San Pedro. Sermones varios. {1 Tomo. Cajón 9 (11), estante 1 (3)}
San Nicolas, Arte de arquitectura. {2 Tomos. Cajón 6 (14), estante 4}
Nicolas Antonio, Biblioteca Hispania Vetus. {1 Tomo. Cajón 7 (5), estante 2}
Nieremberg. {10 Tomos. Cajón 3, estante 2}
Niño, Aforismo espiritual. {1 Tomo. Cajón 12 (4), estante 6 (5)}
Niseno, Sermones varios. {7 Tomos. Cajón 9 (11), estante 3 (2)}
Nogueyra, Bulla Cruciata. {1 Tomo. Cajón 5 (8), estante 2 (3)}
Noris, Opera. {4 Tomos. Cajón 8 (10), estante 1}
Novar, Decadas de las guerras de Flandes. {3 Tomos. Cajón 7 (5), estante 2}

En 7 de agosto de 1760 se metieron en esta librería súmulas de froilan, y física
de losada, y por verdad lo firmé fecha ut supra ./. Fray Santiago Perez
En 15 de septiembre de 1760 dio Nuestro Padre Carrillo a esta librería el tercer tomo de Berti intitulado
dissertatio histórica, y por que conste lo firmé fecha ut supra ./. Fray Santiago Perez
En 17 de octubre de 1760 dio el Padre Procurador General a esta librería a concordancia de la
Biblia, y por que conste lo fecha ut supra ./. Fray Santiago Perez
En 3 de noviembre del 1760 dio Nuestro Padre ex provincial Fray Manuel Carrillo a esta librería
la vida de la v. Ana Ruy y por verdad lo firmé fecha ut supra. Fray Santiago Perez
En 26 de septiembre de 1760 dio Nuestro Padre Vivas a esta librería 14 tomos del Bulario magno
y lo firmé fecha ut supra ./. Fray Santiago Perez
Año de 1761
En 18 de enero de 1761 dio Fray Agustin Maria a esta librería dos tomos de [combare]
esp.l correa de Nuestro Padre San Agustin un tomo Regla, y constituciones en Roma de la orden
en romance, y por que conste lo firmé fecha ut supra ./. Fray Santiago Perez
En 2 de mayo de 1761 dio el Padre Calificador Fray Juan Albarran
a Galusio Theatro del Mundo, y se puso en el cajón 14 y lo firmé
Fray Santiago Perez
En 26 de julio de 1761 dio Nuestro Padre ex provincial Fray Miguel Vivas dos tomos en un cuerpo
de las disputas del Padre Fray Augustin [calmet] y se puso en el cajón tercero con los otros
dos tomos de diogenario bíblico, y por que conste lo firmé ./. Fray Santiago Perez lib.a
En 27 de agosto de 1761 dio Nuestro Padre ex provincial Fray Manuel Carrillo la [Phogica] de Fray Fulgencio
a [Judice], y por verdad lo firmé fecha ut supra
Fray Santiago Perez
En 8 de mayo de 1762 dio el Padre Fray Fabian Astorga a esta librería un curso de
filosofía [escotista] un tres tomos de a quarto, y sacó en recompensa con licencia de nuestro
Padre Provincial Fray Pedro Espineira y de Nuestro Padre Prior Fray Francisco Carchitas unas concordancias
de la Biblia, y para que conste lo firmé. Fray Gonzaliz
Memoria de las cosas que deberían remediarse en estas Islas Filipinas para que los naturales vivan con más gusto y sin agravios de los ministros como de sus encomenderos y cobradores y vandalas de su Majestad

el indio compra la gallina ponedora por tres reales y el ministro o alcalde
mayor no les da por ella, ni se la paga más de a real. Y a la [dunlaga]
que al indio le cuesta real y medio se la toma por medio
real. Y el pollo, que le cuesta un real, se lo toma por un cuartillo
de castilla que son cuatro cuartillos por un real. Y aunque
es verdad que el dicho indio cría seis gallinas y un [gallo]
y un puerco, que le está mandado [que] críe por ordenanza, estas las da
para el sustento del dicho ministro, alcalde mayor, encomendero
y escribano, y las da a real conforme la tasación de aquella
provincia. Y echándole más repartimientos de gallinas y
pollos forzosamente, las ha de ir a comprar, y no las ha de [hallar]
menos que a los dichos tres reales, como arriba está dicho.
{Al margen izquierdo: Dalagas que no se ocupen etcétera}
Ítem que a las dalagas, que son las muchachas por casar que vienen
todos los sábados a las iglesias, no les puedan obligar los ministros
a más de que recen las oraciones y oigan la misa
Nuestra Señora. Y luego las envíen a sus casas, sin consentir
que barran ni quiten la hierba del patio, pues esto será más
justo [que] lo hagan los baguntaos con mucha más seguridad
religioso. Ni a las dichas dalagas les hagan moler arroz,
hacer costura y labrados si (sic) pagarles su trabajo.
Alcaldes mayores
{Al margen izquierdo: Repartimiento}
Que no saquen más arroz, ni gallinas, ni pollos de lo que por ordenanza
les es permitido. Y si lo sacaren, lo hayan de pagar al
precio que cualquier particular lo compra.
{Al margen izquierdo: Tanores}
Que no se sirva de los tanores si no es pagándoles y los [despacha]
cada semana.
{Al margen izquierdo: Asistencia}
Que ande de ordinario visitando sin tener asistencia [demandada]
más en un pueblo que en otro para que se comparta el trabajo.
{Al margen izquierdo: Juzgado}
Que haya un banco grande en las casas de la justicia donde
siente el gobernador y principales, sin consentir que estén en pie.
Y porque para en todo lo demás, los alcaldes mayores tienen
ordenanzas juradas, no hay para qué cansar en este particular.
Encomenderos y cobradores
No obligarán al indio a más especie que al tostón que por la [tasación]
le está permitido. Ni la cobrarán de el que sembró, y no [con]
Guía para el Padre Comisario que fuere a procurar agustinos para las misiones en Filipinas

Uno de los más duros trabajos del procurador
no es el que con mil [trazas], le procuran quitar los
buenos sujetos, sino que con mil intercesiones, mentiras,
y artes, e informes falsos, procuran encajarle
los sujetos díscolos, e inútiles, [p] desaseirse de ellos, y les
barra a las provincias sus basuras. Todo sujeto, pues,
que le echare rogadores le sea sospechoso, y asiente
estos puntos, que tiene instrucción de su provincia para
no llevar los que no tienen los cinco años de estudios,
o están en camino y edad de estudiarlos. Que asimismo
no admita sujeto alguno, que haya andado
fugitivo, aunque sea con el hábito fuera de
la orden, ni menos apostata que tampoco admita
sujeto que haya levantado la mano, o perdido
gravemente el respeto a su prelado, aunque sea
sólo al superior del convento, que no admita sujeto
notado de ladrón, o borracho, o que haya dado
algún público escándalo. Afírmese en que esto
le manda su provincia y su conciencia, y que no ha caminado
tantos mares, para venir a España
a echar su alma en el infierno, ni para llevar con
tantos gastos las heces de las provincias que el rey
y su provincia se fían de él en orden a no llevar a
Filipinas sujetos ruines que no les ha de engañar

defectos tragar con prudencia, o amonestar con caridad etc.
Aquí puede añadir estas notas oportunas. Encargue
a un religioso la sacristía, que ponga y del rezado
para decir misa, y que los coristas las ayuden. A otro
que cuide de dar chocolate teniendo un mozo con agua
caliente y batidor aparejado hasta que las
misas se acaban, y si alguno pidiere la tablilla
sin hacer, no se le niegue. A mediodía un poco de fruta
del tiempo, un principio de carnero, o puerco, y la olla,
y en los días clásicos se puede mudar [enave] el principio
y aun añadir algo según la discreción dictare; a la
noche su ensalada, y dos guisados de carnero. Vino
es en México muy caro, y aún más dañoso, y así
no se ha de conceder a alguno a comer, ni por imaginación,
clamando el comisario ser veneno, y de aquí nadie
le saque: sino [fuese] ya una vez por medicina
no como bebida usual cada quince días, o a menos
que se vayan al campo a Chapultepec, u otro camino
y lleven un jamón o dos, y dulce y fruta: mas no sea
en día de fiesta por el concurso del paseo que
parecería muy mal. A los juegos de tablas a
nada otros de barras y bolos en el hospicio, mas no los
permita sino por las tardes y en todo caso no se juegue

enfermos, presente y certificación de que había gastado
aquello. Y de lo del médico, y boticas y sangrías,
pedí a un médico amigo una certificación, que me
dio dándole yo un regalo. Y aunque yo no hubiese
gastado esto, y por lo menos no tanto, se justifica,
con que el Colegio de México lo gasta, y con
que el rey no nos da para otras mil cosas de suerte
que al cabo de la jornada, ha puesto la provincia
muchos pesos, aunque el rey dé todo lo dicho.
{13. Decreto para pasar en Reales}
Sacase del virrey decreto para que los oficiales
reales me paguen, los cuales no me querían pagar
en reales, sino en barras, en que se pierde dos reales
en cada marco y en mis partidas, iban a decir
más de 400 pesos. No me aprovechó el tenerlos ganados,
sino que claramente me pidieron concierto,
y les di 150 pesos, para que me pagasen en reales después
de haber gastado con ellos mucha cantidad.
Toda esta pesadumbre evitará vuestra reverencia diciendo
en el memorial que presentaré al virrey, que mande
su excelencia se pague en reales, y no en barras,
por ser para gasto menudo, lo cual no dejarán
de sentir los oficiales reales, y detendrán la
paga cuanto pudieron. Pero paciencia, que harta
tuve yo con ellos.
{14. Decreto y cartas para Acapulco.}
También se ha de sacar decreto del virrey, y [aun]
carta de recomendación para que los oficiales reales
Carta del Padre Marcelo Francisco Mastrilli, sobre la conquista de Mindanao. Taytay, 1637

Al tiempo que lo bajaron al Real yo estaba con los enfer-
mos en la armada, dijeron me pero La tarde cuando volví, que
su señoría había hecho finezas propias de su piedad en el Padre
ayudándolo a concertar y poner en la cama; dandole con sus manos
de comer limpiándole La sangre de los heridas; y consolando con
muy tiernas y devotas palabras; en particular cuando comenzo
el cirujano a medicarlo; porque estando ya los vestidos pe-
gados con las heridas por haber pasado ya días medio sin hon-
rarse; fue grande la fuerza del dolor al arrancarlos con que se
resintió un poco. Le fue luego su señoría a la mano con las
memoria de la pasión de Cristo señor nuestro y tuvo tanta efica-
cia que como me afirmo después, ni palabra dijo ya mas mi
acción mostró contraria a una invicta paciencia de glorioso Martyr.
Confieso que Lavé sus heridas después de su muerte mas
con lagrimas de los ojos que con agua del rio por una santa
[embidia] que tan gloriosamente hubiese [acarlo] su peregrinación
Le pedi antes de morirse que me alcanzarse de Dios Muerte
semejante a la suya, o mas penosa en defensa de sus mas Ley:
Me lo prometio el [S. Varon], y lo espero por su intercesión
No por quejo le merezca; sino en pago de la gracia que sus
gloriosas heridas se le añadió con las cuatro postreras absolució-
nes que con mi particular consuelo le di. Por cierto dichosi-
simos Padres que han podido con sangre manifestar al mundo
el zelo y amor Divino que escondían a sus pechos.
Acabada la mañana de enterar al Padre que fue
el Viernes a dos días después de la Victoria
subimos con su señoría al cerro. pero era tan grande el he-
dor que había por los Moros muertos en los barranca
de nos, aunque muchos aun vivían por las voces y gemi-
dos de mucha gente que oía que apenas llegados vimos La
casa del Rey y Luego nos volvimos al Real, mandando que fuera
de los

No quiso Señor Gobernador La Vela antes de agredecer en el mis-
mo puesto a su divina Majestad tan grande Victoria; y asi se hizo una so-
lemne procesion del santísimo sacramento de la Mesquita a la fueren
llevando adelante su señoria La imagen del Santo Cristo y de San
Francisco Javier patron de la jornada con el manto blanco de su orden
con que se había comulgado Dando Los soldados con sus Mosquetes
y La fuerza con sus piezas unas ocho salvos reales con balas quede
mas de honrar La procesion sirvieron a limpiar los dos Mon-
tecillos de la emboscada que sin saberlo nos habían algunos
Moros armado para La nuestra embarcada se sacó estos de los
muertos que hallo poco después el Capitan Juan Nicolas
cuando volviendo del Rio de Bugayen quiso Ver el puerto que
habíamos cogido a Corralat. Acabada La procesion se dió
fuego a la Mesquita y fuerza y se comenzo a embarcan La gen-
te con buena orden en los champancillos del Armada.
Luego se despacho Sargento Mayor Palomino con cinco Cara-
coas y cien españoles [par...] con el Padre Melchor de Vera [...re]
sabia bien La Lengua fuese a buscan a Monca y Rey de Buga-
yen, y verdadero señor de la Isla de Mindanao (que este
otro Corralat aunque su paciente es Tirano) que esta doce le-
guas del cerro de Mindanao y tratasen con el de paces y de ser
tributario y vasallo de sus majestad Mientras ya dábamos La Vela
apareció a la playa Un nuestro Indio cautivo lleno lo la faluga
al nuestro champan, y nos dijo, como se había huido de las se-
menteras de los enemigos a donde lo habían tenido aque-
llos días preso: y que pasando por uno de los desbarrancaderos del
cerro había hallado una infinidad de moros muertos.
Dos o tres horas después de haber partido de Mindanao encontramos
el Capitan Juan Nicolas el Padre Pedro Gutierrez Rector de Dapitan
que con cuarenta embarcaciones, mil y dos cientos Indios aventureros
y cincuenta españoles venían de socorro a la nuestra Armada.
Los
Año de 1640—Información sobre el milagro que Nuestra Señora de Caysasay usó con Juan Ynbin, sangley cristiano.

Por las preguntas siguientes sean preguntados y exa-
minados los testigos que juraren y declaren en la información
que se hace acerca del milagro de Nuestra Señora de Casaysay, hecho en
Juan Ynbin, sangley cristiano. Digan:
1. Si conocen a Juan Ynbin, sangley cristiano, cantero, que trabajaba en este san-
tuario de Casaysay. Y si tienen noticia del milagro que la Virgen Santísima de
Casaysay usó con él. Y si era hombre de buena vida y costumbres, digan.
2. Si saben que en este alzamiento general de los sangleyes fue el dicho Juan Ynbin
preso en este dicho pueblo de Casaysay con los demás sangleyes que en él había, y llevado
a la Fuerza de Bonbon para que le matasen, digan.
3. Si saben que estando el dicho Juan Ynbin dentro de la dicha fuerza, amarradas
las manos y con una trompa al pescuezo como lo estaban sus compañeros,
después de confesado él y los demás, le sacaron de la dicha fuerza amarra-
do como estaba de antes al lugar donde los mataron y en qué lugar
fue, digan.
4. Si saben o vieron matar conocidamente al dicho Juan Ynbin y qué genero de muerte le dieron, digan.
5. Si saben que después de muerto el dicho Juan Ynbin le metieron en una
banca como a los demás sus compañeros, y lo llevaron embarcado en ella
buen trecho de la orilla y barra del rio de Bonbon, y lo echaron en
lo profundo del mar, amarradas las manos y con la misma trompa al
pescuezo que tenía cuando le mataron, digan.
6. Si saben la distancia que hay desde donde echaron a la mar al dicho Juan Ynbin hasta donde le hallaron, y dónde fue. Y si con las dichas heridas naturalmente pudo ir a la bóveda y fuente donde fue hallado, digan.
7. Si saben del tiempo que hubo y pasó desde que mataron al dicho Juan Ynbin
hasta que le hallaron en la bóveda, digan.
8. Si saben que las dichas heridas y lanzadas del dicho Juan Ynbin fueron
grandes, penetrantes y mortales. Y si las del pescuezo tenían cortados
los nervios principales. Y si las dos heridas o lanzadas sobre la tetilla
y costado derecho eran asimismo penetrantes. Y si las unas y las otras

tes que tenían en las manos por el pescuezo. Y que unos se
hincaban de rodillas para que los matasen, y que el que les pa-
recía a los indios no quedaba del todo muerto con los machetazos, les
daban otros indios de lanzadas hasta que los dejaban por muer-
tos. Y que este testigo para más satisfacerse y cumplir con el tenor
de dicha orden, fue al dicho puesto y los halló a todos tendidos, que a
su parecer estaban del todo muertos. El número de todos [que] era[n]
veintinueve, que fue el mismo que halló vivos cuando sa-
lieron de la dicha Fuerza; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo este testigo que no los vio embarcar en las bancas, pero mandó [e]l dicho castellano los embarcara en bancas y con
las mismas trompas los echasen en lo profundo del mar, y fuera
de la barra del río de Bonbon; y esto responde.
-A la sexta pregunta, dijo que le parece a este testigo que hay de distancia
de donde mandó echar los dichos sangleyes al agua, por tierra, hasta este
pueblo de Casaysay donde ha oído fue hallado el dicho Juan Yn-
bin, cuarto y medio de legua; y por el agua, un cuarto de dicha
legua. Y le parece a este testigo que el dicho Juan Ynbin, con las
heridas penetrantes que este testigo le vio: porque las dos del pescuezo
tenía los nervios principales cortados, que de arriba y de abajo
se veían los nervios como colmillos, y el hueso lastimado como
partido. Porque eran ambas anchas las heridas, y en par-
ticular la una de ellas, y las otras dos que tenía encima de
la tetilla y costado derecho las tiene por tan milagrosas, respecto de
parecerle a este testigo entraban en el cárcavo, y que sin par-
ticular auxilio de Dios Nuestro Señor y de su bendita madre, no podía
naturalmente vivir; y esto responde.
-A la séptima pregunta dijo que el tiempo que hubo desde que mata-
ron a los dichos sangleyes, y hasta que fue traído al pueblo de Taal
hubo cuatro días; y esto responde.
-A la octava pregunta dijo que se remite a lo que tiene declarado
en la sexta de este dicho. Y que en cuanto a las heridas no

[al margen izquierdo] Testimonio: Matheo Omali.
En el pueblo de Casaysay, en dieciocho días del mes de
enero de mil seiscientos treinta y cuatro años [errata], el maestro Joseph
Cabral, cura beneficiado del partido de Balayan y juez de comisión
para la averiguación de dicho milagro hizo parecer ante sí a un indio
que mediante el dicho intérprete dijo llamarse Matheo Oma-
li, y ser natural del pueblo de Taal; y al presente soldado de la
fuerza de Bonbon, del cual se fue recibido juramento en forma de
derecho por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz. Y habiéndo-
lo hecho prometió de decir verdad y, siéndole preguntado al
tenor del interrogatorio, dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo este testigo que conoce a Juan Ynbin,
sangley cristiano, cantero, de ocho meses a esta parte por haberlo visto
trabajar en la fuerza de la barra de Bonbon y en esta i-
glesia de Nuestra Señora de Casaysay, y tiene noticia del mila-
gro que la Virgen Santísima usó con el susodicho, al cual este testigo durante
el tiempo que le conoce lo tiene por hombre de buena vida y costumbres;
y esto responde.
-A la segunda pregunta, dijo que don Juan de Cabrera, castella-
no de la Fuerza de Bonbon tuvo orden del alcalde mayor de esta
provincia para prender a todos los sangleyes cristianos e infieles
de este pueblo de Casaysay, y a los sangleyes chinchorreros que estaban
junto a él, y a los demás que hallase; y que presos y a buen re-
caudo los llevase a la dicha Fuerza. Y al tiempo que los llevó el dicho
castellano estaba este testigo en la dicha Fuerza y vio meter en ella
al dicho Juan Ynbin, amarradas las manos, y a los demás sangleyes;
y esto responde.
-A la tercera pregunta, dijo que estando el día siguiente el dicho
Juan Ynbin y los demás sus compañeros presos en la dicha fuerza, ama-
rradas las manos y con una trompa al pescuezo cada uno, el padre
prior de este partido de Taal confesó a los sangleyes cristianos y bautizó
algunos infieles que se habían vuelto cristianos. Y acabado

lo susodicho, el dicho alcalde mayor que asimismo estaba a la sazón dentro
de la dicha fuerza mandó que saliesen de dos en dos los sangleyes
amarrados a la parte y lugar donde los habían de matar; y asimismo
se lo mandó a este testigo lo hiciese así y no consintiese saliesen todos jun-
tos sino de dos en dos, porque estaba de posta en la puerta de la
dicha fuerza; y así no pudo entonces ver el lugar donde
a los dichos sangleyes iban matando; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que no la sabe; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que después de muertos los dichos sangleyes, que
por todos fueron veintinueve los que estaban dentro de la dicha
fuerza y por la puerta de ella salieron. Y este testigo estando de posta
en ella los contó. Le retiró el dicho castellano para que con otros in-
dios embarcasen en bancas que estaban aparejadas los dichos sangleyes
muertos. Y llegando este testigo y los demás indios a la parte donde estaban
caídos en el suelo, amarradas las manos y con las mismas trompas al
pescuezo, fueron cogiendo entre dos indios un sangley y
echándolos atravesados en las bancas; y entre ellos al dicho Juan
[al margen izquierdo: ojo] Ynbin, que este testigo en particular conoció. Fueron bogando con las dichas
bancas hasta mar adelante gran trecho de la barra y río de Bonbon
en más de quince brazas de fondo, siendo la marea y viento contrarios
a tierra. Que era fuerza los dichos cuerpos muertos fuesen adentro de la
mar, habiéndolos primero sacado de las dichas bancas y echádolos a la mar;
y entre ellos al dicho Juan Ynbin. Y por más señas, se acuerda este testigo
que él para echarlo a la mar lo asió de la trompa y su compañero
de los pies, con que cayó de cabeza; y esto responde.
A la sexta pregunta, dijo que la distancia que hay desde donde este testigo echó
a la mar al dicho Juan Ynbin hasta donde pareció en las bóvedas y fuente
de agua de este pueblo de Casaysay, le parece a este testigo se podrá tardar una
hora de un paraje a otro, una persona caminando a paso ordinario; y por
agua algo menos. Y en cuanto a las heridas del dicho Juan Ynbin

y que el dicho alcalde mayor los iba contando, este testigo estaba ya prevenido
con otros por orden del dicho castellano para embarcar en dos
bancas que allí estaban prevenidas a los dichos sangleyes muertos y desangra-
dos [al margen izquierdo: ojo] y así entre los que a este testigo y su compañero tocó embarcar en su
banca fue uno de ellos al dicho Juan Ynbin que conoció. Y así entre
ambos, uno por los pies y otro por la trompa, los iban atravesando
en la dicha banca hasta que en ella cupieron los que podía llevar la dicha
banca. Y la de este testigo en que llevó al dicho Juan Ynbin era pequeña, y
así no pudo caber más del cuerpo del dicho Juan Ynbin y el de otro
sangley. Y bogando así a la mar y fuera de la barra y boca del río
de Bonbon, este testigo y el dicho su compañero los arrojaron a ambos dos
a la mar, al parecer de este testigo en más de quince brazas de fondo, en ocasión
que la marea y viento era contrario para tierra, en que era fuerza los
metiese el dicho viento y marea muy afuera de la parte y lugar do este
testigo había echado al agua al dicho Juan Ynbin; el cual a vista
de este dicho testigo, luego que lo arrojó a la dicha mar, se fue a pique como
si fuera una piedra. Y lo mismo pasó con el otro sangley difunto,
y no los vieron más; y esto responde.
-A la sexta pregunta, dijo que le parece a este testigo que hay de distrito de donde
echó a la mar al dicho Juan Ynbin hasta donde fue hallado en las bóve-
das y fuente de Casaysay, habiendo de venir una persona a su paso ordinario,
por tierra tardará una hora; y por el río algo menos. Y que con
las heridas que tenía el dicho Juan Ynbin en su cuerpo, las cuales
le vio este testigo curar en el pueblo de Taal, porque antes no las había visto
ni cuando lo echó a la mar, porque lo embarcó bocarriba y de noche
y no reparó en las heridas que tenía el dicho Juan Ynbin y los demás
sangleyes; y que como dicho tiene, viendo curarle las dichas heridas
tan penetrantes y mortales, que le parece a este testigo que con sola
una de ellas bastaba a quitarle la vida, era imposible poder
vivir naturalmente ni ir al paraje do fue hallado sin par-
ticular auxilio de Dios Nuestro Señor, por intercesión de su pre-

que será un tiro de arcabuz fuera de la dicha fuerza. Y allí como i-
ban saliendo de dos en dos, este testigo y otros soldados ordenados
y mandados por el dicho castellano iban matando a los dichos sangleyes;
y aunque este testigo no mató al dicho Juan Ynbin vio que le dio
muerte Ambrosio Manalig, soldado de la dicha fuerza que estaba
junto a este testigo y que cayó muerto en tierra; como asimismo al pa-
recer de este testigo quedaron todos que eran veintinueve, los
cuales después de tendidos en el suelo por tales muertos los contó
el alcalde mayor de esta dicha provincia que se halló al ejecutar
lo susodicho; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que como dicho tiene en la antecedente pregunta
vio matar conocidamente al dicho Juan Ynbin por mano del dicho Ambrosio
Manalig, el cual le dio con un machete grande que tenía por el
pescuezo, estando primero hincado de rodillas el dicho Juan Ynbin;
y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que después de muerto el dicho Juan Ynbin
y los demás sangleyes vio que lo metieron atravesado en una
banca, y a otro sangley, y lo echaron fuera de la barra de Bon-
bon; y este testigo estuvo en la playa hasta que embarcaron todos los
sangleyes muertos que iban con trompas y amarradas las manos
y de la manera que los mataron; y esto responde.
-A la sexta pregunta, dijo que le parece a este testigo que de donde
echaron a la mar al dicho Juan Ynbin y demás sangleyes hasta
las bóvedas donde dicen le hallaron habrá por tierra una hora
de camino al paso ordinario de una persona; y por el agua
algo menos. Y en cuanto a las heridas que el dicho Juan
Ynbin tenía, las vio este testigo después que de este pueblo de Casaysay
lo llevaron al de Taal a curarlas. Y según de ser todas tan pene-
trantes y que una sola de ellas bastaba a darle muerte, no se
persuade este testigo pudo el dicho Juan Ynbin naturalmente venir
por sus pies a las bóvedas y fuente donde fue hallado, sin particular

-fieles se volvieron cristianos, los cuales bautizó el dicho padre prior que enton-
ces se halló en la dicha fuerza e ido al dicho efecto. Y acabados de confesar,
los fueron sacando de la dicha fuerza amarradas las manos y con trompa
al pescuezo, a cada uno al lugar donde los mataron, que sería apartada de
la dicha fuerza un tiro de arcabuz poco más o menos; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que este testigo estaba encima de la muralla de la
dicha fuerza y vio y conoció al dicho Juan Ynbin, que con la dicha trompa
al pescuezo y amarradas las manos, con otro compañero de la misma suerte,
llegó al dicho lugar donde iban matando los demás sangleyes, y vio que el dicho
Juan Ynbin se hincó de rodillas y bajó la cabeza; y un indio sol-
dado de la dicha fuerza, uno de los que estaban nombrados para dar muerte
a los dichos sangleyes, le dio con un machete grande que tenía en sus
manos dos machetazos en el cerebro, y luego cayó en tierra; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que después de muertos todos los sangleyes que por todos eran veintinueve, el dicho castellano mandó a este testigo como a su teniente
fuera con algunos soldados al lugar do estaban los dichos sangleyes muertos,
y que allí se estuviese y los hiciese embarcar en las bancas dedicadas para ello, y fuesen con ellos bogando, y los echasen fuera de la barra
y boca del río de Bonbon. Y así este testigo estuvo presente y no se quitó
del dicho puesto hasta que vio embarcar los dichos sangleyes muertos, y
entre ellos al dicho Juan Ynbin. Y este testigo los fue contando y
dando por orden, conforme la tenía de su castellano, echasen a la
mar a los dichos veintinueve sangleyes en más de quince bra-
zas de fondo. Y así lo hicieron los dichos soldados de dichas bancas, siendo
en aquella sazón la marea y viento en contrario a tierra, que le parece
a este testigo que según lo susodicho, habían los dichos cuerpos muertos
ido muy lejos mar a fuera; y esto responde.
-A la sexta pregunta, dijo que le parece a este testigo que desde donde
dio por orden echasen a la mar a los dichos sangleyes muertos hasta donde
dicen fue hallado el dicho Juan Ynbin habrá media legua por tierra,
y por el río algo menos. Y que entonces no miró ni reparó en las heridas

demás sus compañeros, y lo llevaron embarcado buen trecho de
la orilla y barra del río de Bonbon, y lo echaron a la mar en más de
quince brazas de fondo, amarradas las manos y con la misma trom-
pa al pescuezo que tenía cuando lo mataron; y esto responde.
-A la sexta pregunta, dijo que según a este testigo le han contado, desde donde
echaron a la mar al dicho Juan Ynbin hasta las bóvedas de piedra donde
está el agua que llaman Santa, lugar donde este testigo ha oído decir se apare-
ció antiguamente muchas veces la Virgen Santísima, por tierra cuarto y
medio de legua; como persona que desde la dicha barra al dicho sitio lo
ha andado muchas veces por tierra; y por el río poco menos. Y tiene por
imposible este testigo que no solamente con las cuatro heridas mortales, cada una
de por sí y que ha visto muchas veces al dicho Juan Ynbin, así antes
de curarlas como después que las iban curando, que con sola una pudiese vivir ni llegar a las dichas bóvedas donde fue hallado, pues sola una
de las dichas heridas que es en el cerebro y tenía de longitud
un jeme y de fondo, partida la nuca, que no le quedaba a la gargan-
ta de dónde afirmarse sino es del mismo tragadero, que sólo ese
le quedó sano. Sobre esta herida le vio otra que tenía cortadas todas las
venas y nervios de la cabeza, que a su parecer y sin ninguna duda
no había medicina ni cirugía humana que las curase; así, estas
dos como otras dos lanzadas, la una sobre la tetilla derecha
que según la tienta le llegaba a la misma tetilla, y la otra heri-
da más abajo en el mismo lado, asimismo mortal, de donde tiene
por infalible este testigo el milagro que la Virgen Santísima fue
servida de usar en el dicho Juan Ynbin; y esto responde.
-A la séptima pregunta, dijo que sabe y le consta que al dicho Juan Yn-
bin y demás sangleyes que estaban presos en la dicha Fuerza de Bonbon,
los mataron un miércoles en la tarde que se contaron siete
del mes de diciembre del año pasado de [mil] seiscientos y treinta y
nueve, y sábado en la noche de la dicha semana fue hallado,

al padre predicador fray Alonso Rodríguez, prior de este partido de
Taal, confesase a los dichos sangleyes cristianos y a los infieles que se
quisiesen volver cristianos a bautizarse, porque luego habían de morir todos. Y a-
cabados de confesar y bautizados algunos infieles, los saca-
ron de la dicha fuerza, amarrados como estaban de antes,
al lugar donde los mataron que será un tiro de arcabuz
fuera de la dicha fuerza; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que no vio matar conocidamente
al dicho Juan Ynbin, porque este testigo estuvo en la puerta de
la dicha fuerza enviando los sangleyes que de ella salían de dos
en dos para el lugar donde los iban matando. Y que aunque
no vio la muerte que le dieron al dicho Juan Ynbin, le contó el sol-
dado que lo mató llamado Ambrosio Manalig, que le había dado dos
machetazos en el cerebro, uno encima de otro; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que este testigo mandó a don Alonso
Calatang, su teniente, fuese al lugar donde estaban muertos
los dichos sangleyes y contase el número, que habían de ser veintinueve.
Y asistiese allí hasta embarcarlos en las bancas que este testigo te-
nía prevenidas, y que los llevasen buen trecho de la orilla y
barra del río de Bonbon y los echasen a la mar en quince
brazas, amarradas como estaban las manos y con sus trompas
al pescuezo. Y era en ocasión que la marea y viento era contrario
a tierra; y así tiene por cierto este testigo saldrían los dichos cuer-
pos muy a la mar afuera. Y la causa de no haber asistido este testigo
a lo susodicho y haberlo mandado a su teniente fue por estar ocupa-
do en despachar al dicho alcalde mayor para el pueblo de Taal; y esto
responde.
-A la sexta pregunta, dijo que le parece a este testigo que hay de distancia
de donde mandó echar a la mar a los dichos sangleyes hasta donde
dicen fue hallado el dicho Juan Ynbin en las bóvedas

dicho intérprete se le fue recibido juramento en forma de derecho por
Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz. Y siéndole preguntado al
tenor del interrogatorio, dijo lo siguiente:
-A la primera pregunta, dijo que conoce a Juan Ynbin, sangley cristiano de
mes y medio a esta parte poco más o menos, y tiene noticia del milagro
que Nuestra Señora de Casaysay ha usado con el dicho Juan Ynbin, del
cual ha oído decir este testigo que es de buena vida y costumbres; y esto
responde.
-A la segunda pregunta, dijo que ha oído decir que por causa del alzamiento
general de los sangleyes, el alcalde mayor de esta provincia de Balayan tuvo
orden para prender todos los sangleyes cristianos e infieles de esta
provincia y que los matase, y que entre ellos fue uno el dicho Juan Yn-
bin, y muerto junto a la fuerza de Bonbon con los demás sangleyes
que había presos en este pueblo de Casaysay y sus contornos; y esto
responde.
-A la tercera pregunta, dijo que no sabe lo que en ella se contiene y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que este testigo no vio matar conocidamente
al dicho Juan Ynbin ni a ninguno de los dichos sangleyes que con él
prendieron, ni vio la muerte que le dieron al dicho Juan Yn-
bin, pero que ha oído decir que después de preso y amarradas las manos
y con una trompa al pescuezo, sacaron al dicho Juan Ynbin de la
dicha fuerza y que le mataron con dos machetazos que le dieron en el
cerebro, y dos lanzadas sobre la tetilla y costado derecho; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que ha oído decir que después de muerto el dicho
Juan Ynbin, le metieron en una banca como a los demás
sus compañeros y lo llevaron embarcado en ella y lo echaron fue-
ra de la orilla y barra del río de Bonbon en la mar, en más de
quince brazas de fondo, amarradas las manos y con la misma
trompa al pescuezo que tenía cuando le mataron; y esto responde.
A la sexta pregunta, dijo que habiéndose informado este testigo desde
a dónde echaron a la mar al dicho Juan Ynbin y a los demás

estaban nombrados para ejecutar y matar los dichos sangleyes, le dio con
un machete grande un machetazo en el pescuezo con que cayó en tie-
rra, y consiguientemente le dio otro machetazo en el mismo pescuezo, que
sólo al dicho Juan Ynbin notó este testigo dieron dos machetazos y no a otro
alguno de veintinueve sangleyes que en aquel lugar con él murie-
ron. Y acabados de dar los machetazos vio este testigo que el mismo in-
dio que se los dio, le tiró una estocada de punta con el mismo mache-
te que le había dado en el pescuezo, y le dio en un lado del pe-
cho. Y luego incontinente llegó otro indio con una lanza
en las manos y le dio con ella una lanzada; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que después de muertos todos los dichos sangleyes los mandó
contar en presencia de este testigo el capitán Diego Maldonado Bonal, alcalde mayor
de esta provincia, que juntamente estaba en compañía de este testigo en el caballero de dicha fuerza, y se halló haber veintinueve sangleyes, que es el mismo número
que dentro de dicha fuerza. Asimismo, en presencia de este testigo se habían con-
tado, y este testigo les dijo un responso como a hombres ya muertos. Y luego
mandó el dicho alcalde mayor don Juan de Cabrera, castellano de dicha fuer-
za, los hiciese echar a la mar fuera de la barra. Y en presencia de este testigo
se previnieron las bancas e indios para echarlos; y que después oyó de-
cir este testigo los habían echado a todos, y entre ellos al dicho Juan
Ynbin, fuera de la barra, dentro de la mar en quince brazas de fon-
do; y esto responde.
-A la sexta pregunta, dijo que desde el lugar donde le echaron
a la mar al dicho Juan Ynbin y a los demás sangleyes, hasta las bóvedas
y fuente de este pueblo de Casaysay donde fue hallado el dicho Juan
Ynbin habrá poco menos de media legua por tierra. Y casi otro tanto
por el río; que por una y otra parte lo ha andado este testigo muchas veces,
y le parece a este testigo que según las heridas que le vio después al dicho
Juan Ynbin era imposible de toda imposibilidad, no tan solamente
poder ir por sus pies a las dichas bóvedas y agua santa donde el dicho Juan
Ynbin fue hallado, pero aún levantarse del lugar donde este testigo
le vio caer muerto sin particular auxilio de Dios Nuestro Señor. Y así este
testigo tiene el caso por milagroso; y esto responde.

-A la cuarta pregunta, dijo que este testigo no vio con evidencia matar al dicho Juan Ynbin ni la muerte que le dieron, pero ha oído decir que de hecho lo mataron dándole las cuatro heridas que este testigo vio después de curarle aquella semana que llevaron a Taal al dicho Juan Ynbin. Y que asimismo le han contado a este testigo por cosa cierta, que después de haberse confesado el dicho Juan Ynbin y llevándole al sitio donde le mataron, le decían invocase el nombre de Jesús para que en aquel trance le ayudase; y él decía: -“Cómo así morí mía tanto trabaja aquí iglesia de Santa Malía de Casaysay ella cuidado”.- Y llegando este testigo a su partido de Bavan, de vuelta de Calamba, halló en él divulgada la fama del milagro que esta Santísima Señora de Casaysay había obrado en el dicho Juan Ynbin. Y luego, el día siguiente, pasó este testigo a Taal a certificarse del milagro y vio las heridas del dicho sangley; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que asimismo ha oído decir que después de muerto el dicho Juan Ynbin y sus compañeros, le iban metiendo a él y a ellos en bancas atravesados y los llevaron bogando buen trecho de la orilla y barra del río de Bonbon, y lo echaron a la mar en quince o dieciséis brazas de fondo, amarradas las manos y con la misma trompa al pescuezo que tenía cuando le mataron; y esto responde.
-A la sexta pregunta, dijo que según a este testigo le han informado, desde donde lo echaron al agua al dicho Juan Ynbin hasta donde dicen lo hallaron, que fue en las bóvedas del agua que llaman Santa de este pueblo de Casaysay, por tierra habrá media legua, y por el agua poco menos. Y que según este testigo vio las cuatro heridas que el dicho Juan Ynbin tenía, y por la parte que el dicho Juan Ynbin ha mostrado a este testigo le bajaron, que es un monte acantilado y montuoso que está a un lado de las dichas bóvedas y fuerte, donde el mismo sangley le contó a este testigo le pusieron, le parece

estaba en la dicha fuerza confesó al dicho Juan Ynbin
y a los demás cristianos, y a algunos infieles bautizó. Y acabado, de dos
en dos amarradas las manos y con las dichas trompas los llevaron
al lugar donde los iban matando, que era un tiro de arcabuz,
poco más o menos, apartado de la dicha fuerza; y esto responde.
-A la cuarta pregunta, dijo que este testigo vio conocidamente
matar al dicho Juan Ynbin, al cual habiéndole llevado al
lugar donde los iban matando, se hincó de rodillas y bajando la
cabeza le dio un soldado indio llamado Ambrosio Manalig,
con el machete que en sus manos tenía, una herida en el pescuezo
de la cual vio este testigo que cayó luego en tierra el dicho Juan
Ynbin; y el dicho soldado le dio otra herida con el dicho machete
más arriba, y en el cerebro; y con el dicho machete le tiró de
punta y lo hizo sobre la tetilla derecha. Y otro indio soldado de
los que asimismo estaban dedicados para matar los dichos sangleyes
llegó al dicho Juan Ynbin, estando tendido en el suelo y mue-
rto, y le dio una lanzada con la lanza que tenía en las manos.
Y lo mismo iba haciendo en los demás cuerpos muertos; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que después de acabados de matar
los dichos sangleyes, el dicho castellano mandó a este testigo y a otros tres
indios soldados, que en dos bancas pequeñas que allí estaban
fuesen embarcando los sangleyes difuntos, y los llevasen buen
trecho de la orilla y barra del río de Bonbon, y los echa-
sen al mar en más de quince brazas de fondo, y así lo hicieron;
y que aunque este testigo no llevó él ni su compañero en la dicha su banca embarcado, vio embarcarlo en la otra banca y atravesado
en ella, ambas bancas cada una con dos cuerpos muertos
fueron bogando hasta donde el dicho castellano le había mandado.
Y llegados al dicho paraje este testigo y su compañero echaron a la mar
a los dos sangleyes que llevaban en su banca, y lo mismo hicieron
los de la otra con otros dos sangleyes que asimismo llevaban.

soldados indios dedicados para matar los dichos
sangleyes llamado Ambrosio Manalig, con un machete que
tenía en las manos le dio dos machetazos en el pescuezo y
cerebro; que del primero cayó en tierra el dicho Juan Ynbin,
y luego el dicho soldado le dio con la punta del dicho ma-
chete sobre la tetilla derecha; y asimismo otros soldados que
allí estaban con lanzas para ir recorriendo los sangleyes muer-
tos, por si acaso alguno o algunos no lo estaban del todo,
acabarlos de matar con las lanzas; y aunque lo estaban
muertos del todo, sin embargo de ello les iban dan-
do lanzadas, y así le dieron una al dicho Juan Ynbin
por el costado; y esto responde.
-A la quinta pregunta, dijo que acabados de matar los dichos
sangleyes, que por todos fueron veintinueve los que este
testigo contó muertos, que fueron los mismos que salieron de
la dicha fuerza, le mandó el castellano de ella a este testigo
y a otros tres indios soldados, que en dos bancas que allí esta-
ban fuesen embarcando los dichos sangleyes muertos, y los
llevasen fuera de la barra del río de Bonbon y los echa-
sen a la mar en más de quince brazas de fondo. Y así este testigo
y los demás sus compañeros lo hicieron embarcando en
cada banca dos sangleyes atravesados en ella, y con sus
trompas; y en la otra banca vio este testigo embarcado y a-
travesado en medio al dicho Juan Ynbin, y con la trompa
con que le mataron. Y ambas bancas con los dichos cuerpos muer-
tos fueron juntas, y en más de quince brazas echaron a
la mar a los dichos sangleyes. Y este testigo vio echar al agua al dicho
Juan Ynbin y con la misma trompa a los indios de
la banca en que le habían llevado embarcado; y esto responde.
Epítome de las injuriosas palabras que el Reverendo Padre Comisario Fray Francisco Solier predicó en el sermón de los mártires del Japón. 5 de febrero de 1698. Dejando lo antecedente que fue menos criminal aunque sobradamente sangriento contra los frailes

de religiosos ellos la fundaron. Y así viendo el demonio
que con otras trazas no ha podido derribar los fundamentos
de ella [de] las religiones [que] hay pone ahora todos sus tiros y batería.
Porque derribado el fundamento caerá todo el edificio. Y esto lo hace
con solo ese papel del nuevo José. Porque claro está que sí: ese
papel en que tanto se deshonran los ministros del evangelio
se divulga, como por acá pasando a España y otros reinos, como
pretende el total enemigo de esta iglesia que con eso alcanza
lo que desea que no vengan ya más ministros a ella, no vengan
ya religiosos, que lo aten de pies y manos. Porque si este
papel llega por allá con todo su infamia ¿quien ha de querer
venir por acá? Si allá se hallan los religiosos contentos con paz descansados
y con honra en servicio de Dios ¿como han de venir con
tanto riesgo de su espíritu, honra y salvación? Eso pretende
el demonio con que ese papel corra y pase. Que más ya
dice que no se barran las iglesias y se dejen criar zacatales
en ellas para establo de bestias. Ya dice que “no se lave la
ropa de los altares y sacristía para el santo sacrificio padres
míos que dejemos las iglesias y nos vamos, que ya no se vengamos
más, que se acabe ya la cristiandad de por acá, que ya
no puede sufrir más duración de ella.” El demonio por medio
de ministros de justicia y cristianos, ¿desde cuando comenzó
el demonio está empresa? Desde Corcuera acá abatiendo los de religiosos
y ministros por medio del gobierno malaconsejado, lo quiere
llevar al cabo. No por eso se entienda que yo repruebo a su principal
que no hablo sino con ese papel.
¡Válgame Dios! Que los religiosos tenemos tiranizados y
en cautiverio a los indios, ¿es porque los amparamos y [anidamos]
en alma y cuerpo? ¿Es porque los defendemos de agravios e injusticias
de ministros de justicia que como lobos se los van a comer?
¿Que es de los tesoros que les quitamos? ¿No se vuelven libres a sus
casas? Alla en nuestra España ¿como crían los hijos aun de señores?
¿No es metiéndolos en colegios apartados de sus padres? Si esto hiciéramos
acá ya arguya prisión y cautiverio.
Queréis señores que diga en que está el cautiverio de los
naturales no está ni en los ministros religiosos ni en los
alcaldes mayores que esos son [charquelos] y andar por las
ramas. Aunque haya algo en ellos de lo que dice, todo eso es
nada. Y no es por lo que los indios claman libertad sino las
dos cosas y causas que tienen destruida a toda España y
Nueva España que son como [soy] testigo, y todos [lo] son el papel
sellado y estas medias anatas. Más vaya eso que es mal
común de toda la monarquía. Fuera de eso hay otras
dos tan grandes que cargan sobre estos pobres que son: tantas
sacas bandalas de tantos años sin darles un real de paga,
tantos títulos de oficios por fuerza que a unos les cuesta 20, a otros
12, y al que menos 4 pesos. Este es el cautiverio que tanto
sienten estos pobres causa de [su tibieza] en la fe que si no
fuera por los religiosos desesperan, y se fueran a los
Carta apologética, probablemente de Francisco Combés sobre la controversia sobre el sermón de Francisco Solier en el que acusa a los frailes de maltratar de los indígenas

como algunos ignorantes claman, sino darle alma
y cosa que se ha de hacer de necesidad; pena de que no habría
gobierno en el pueblo ni se entenderían para cosa ninguna
del servicio de Dios ni del rey. Pues si tienen tan sujetos
a los gobernadores y fiscales —como si ellos los criaran y les dieran
las varas— ¿qué importa que otro haga la ceremonia de la entrega?
Y más cuando es con tanta atención a su gusto, que no
se da sino al que el ministro señala, por lo menos en
las provincias de afuera donde los naturales no codician esos
cargos. Antes de ordinario los ejercen forzados por ser tan
cargosos y de ningún provecho. Y si no importa en los gobernadores,
¿porque ha de importar en los fiscales, que tienen de los
ministros más dependencia? Y si los padres ministros
son tan celosos de su jurisdicción y tan vidriosos en sus privilegios
que alborotan el mundo en tocándoles en ellos y
eligen sus jueces conservadores contra los mismos señores
arzobispos y obispos, como sienten tanto que los señores
arzobispos usen de la suya, y de que se espanta; si recurren
a su majestad a no poder más, y de que sus ministros
ya que hasta ahora no les hayan dado auxilio que haya
tenido ejecución en este punto, siendo cosa tan encargada por tantas
cédulas insten en ello cuando su majestad les encarga la ejecución,
¿no les basta sustentar exenta las personas siendo curas, sino que
también quieren que lo esté el pueblo de su prelado y las ovejas
de su pastor? Pues no permitiéndoles a los señores obispos poner
ministros para la justicia eclesiástica, viene a faltar la subordinación
que como fieles deben tener y el influjo que necesariamente
ha de dar la cabeza a los demás miembros. Del todo la
cual se hace y sustenta por los ministros mediatos que en
los pueblos ponen, puesto que los señores obispos no pueden influir
inmediatamente en todos. Guarden, pues, los religiosos
si quiera lo que es justifica, pues les concede tanto la cortesía de los
señores obispos. Y no se les haga de mal un tan pequeño reconocimiento
a la dignidad siquiera para que conste en los pueblos
que tienen obispo en esas pequeñas muestras de su poder, que
como he dicho en nada disminuyen el suyo sino que antes
la autorizan.
La 3.ª impiedad se la manda de esta suerte. «Que más»,
ya dice, «que no se barran las iglesias, que se dejen criar zacatales
en ellas para establo de bestias», ya dice, «que no se lave la ropa de
los altares y sacristía para el santísimo sacrificio. Padres míos,
que dejemos las iglesias y nos vamos, que ya no vengamos
más que se acabe y a la cristiandad de por acá. Que ya no
puede sufrir más duración de ella el demonio por medio
de ministros de justicias y cristianos». Este santo religioso
debió de pensar que hablaba con gente de las batuecas que sin
otras noticias que las de su sentimiento creerían cuando les dijese
fiados de la verdad. ¿Qué promete aquel hábito? Padre
reverendo, ¿no ve que habla en una ciudad donde los más de los
oyentes han sido alcaldes mayores, que no les ha de

dar a tragar todo lo que mal digerido vomitare? ¿No ve que los
más han leído el papel del señor Don Salvador Gómez de Espinosa?
¿No ve que le tenemos aún en las manos? Pues como se arroja a encarecimientos
tan disformes, ¿no ve que se reirá el auditorio? Y
en virtud de lo que ahí dice sin verdad, hará cuanto dijere sospechoso
pobre caballero si no se hubiera impreso el papel. Pues por no
desmentir a un religioso todos habían de decir que era verdad. Y
cuando hallaran otra cosa —la que realmente contiene el papel— habían
de decir que era corrección y que de miedo lo había ya enmendado
su autor. ¿Dónde dice el señor Don Salvador Gómez de Espinosa que no se barran
las iglesias? ¿Dónde que no se lave la ropa? ¿Dónde que se dejen las iglesias?
¿Por qué yo no lo hallo en todo el escrito? ¿Que sean eriazos
y pasto de brutos? ¿Así le enseñaron a interpretar las intenciones de sus
prójimos en la celda? No, que Dios no enseña malicias sino juicios
sencillos y verdaderos. Le debió de arrebatar tanto la pasión que hizo rapto
y se le olvidó el discurso. Pero es cierto que no lo arrebató Dios. Es
porque el señor Don Salvador Gómez de Espinosa dice en el número 29 del
[ss] citado que «no es bien que las doncellas y mozas casaderas se ocupen
en desherbar los patios, regar las huertas y traer ramas para las
enramadas fiestas». ¿Esto es dejar las iglesias? ¿Esto es que no se
lave su ropa? ¿Esto es que se vayan [pluviera] a Dios las iglesias?
¿Tuvieran tanta ropa que lavar que un día al mes necesitara de
esa ávida [pluviera] a Dios? ¿Hubiera tanta limpieza en su culto
que cada semana tuvieran las dalagas qué hacer en ese ejercicio?
Debía mirar que mucho de estas islas han visto las iglesias y saben
la ropa que tienen. No lo quiero yo individuar porque acá nadie
lo ignora, pero le ruego al reverendo padre predicador [que] no hable hasta
que haya discurrido por las provincias. Y dará mil gracias a Dios. Pero
al fin de esto no habla el señor Don Salvador Gómez de Espinosa, que es propio
ejercicio de mujeres. Y mucha razón que de limosna
acudan en eso al servicio del templo no sólo las muchachas
sino las matronas más honradas. Pero si del desherbar y regar,
¿por qué no es necesario que lo hagan mujeres ni decente? ¿No les
da el rey 13 personas reservadas en 500 tributos, que las aplican
como quieren? ¿No hay muchos partidos que tienen mil tributos donde
tienen la reserva doblada y muchos que pasan de mil y cuatrocientos
tienen más que una capilla en su cabecera? Fuera de los padres de la
compañía [que] no usan de ese modo de cabeceras, sino que igualmente
asisten según los tributos en cada pueblo. Y en todos tienen capillas
y sacristanes. Pues ¿qué hacen esos reservados? ¿Por qué no los ocupan en el
servicio de la iglesia? ¿Ítem no entran gruesas limosnas que gastan
de ellas en servicio de la iglesia? Y si gastan y no se lo lleva cada
particular, que es lo ordinario, ¿cómo no aplican algo para asalariar gente
que limpie los cementerios cuando fuere necesario? Ítem ¿no hacen faltas
los indios que ellos castigan ya de amancebamientos? Ya ve
omisiones a la doctrina. Pues déjense de penar en dinero,
que es sacarle la sangre al triste indio, y de azotes, que es hacerse
odiosos a sus hijos y los condene a limpiar ese cementerio que a tantos
da qué hacer. Ítem ¿no tiene el sábado a su disposición los baguntaos?
Pues ¿no bastarán esos para conservar limpio el cementerio? Ítem
los que tienen visitas, ¿no les obligan a los pueblos de las visitas todo
el año a contribuir baguntaos semaneros? Cuando hay algo que hacer
Levantamiento de Ilocos y Pangasinan

acabar con las costillas, no podría llegar a Dios que nos había
de juzgar a todos, mandó al gobernador nos guardasen y no nos dejasen
salir ni al pueblo. Luego que pude, di aviso al padre Fray Juan
de Isla como [a visitador]. Y le pedí procurase con el alcalde mayor de
Ilocos enviar socorro a estos dos partidos porque estaban de buen
talante; y en la audiencia del rey nuestro señor si los socorrían. El padre
visitador lo hizo muy bien como se verá hasta lo último. El
domingo que Gumapos estuvo aquí y se fue no hubo a mediodía gallina
que comer. Pero después mientras estuvimos encerrados, hubo
sobra de gallinas y huevos todo de limosna. Y casi todo el pueblo,
en particular las mujeres, confesó y comulgó, y hasta los que fueron
cómplices o en compañía de los que mataron al español en Balanac
confesaron, o todos por mejor decir. Y algunos hicieron
penitencia pública arrepentidos de no haber [descorrido] y haberse
huido a la provincia de Ilocos. Y pero como Gumapos amenazó el gobernadorcillo
de muerte (y que nuestras cabezas y pueblos e iglesia
había todo de perecer) se ofuscó tanto juntamente con el miedo de que
no la matase Gumapos a su mujer que fue a ejecutar la muerte
siendo así que él solo, y por [ser] natural, no hará mal a una mujer.
Grande confusión teníamos el padre Fray Luis y yo en
no saber lo que pasaba con los padres en Pangasinan ni en Ilocos y Cagayan.
Porque de los de Pangasinan, sólo nos decían que estaban ya
todos en Lingayen, ya en sus conventos. De las dos provincias no teníamos
noticia de cosa ninguna. El padre Fray Luis trató de ir a ver lo que pasaba
por allá arriba, dejando el riesgo más cercano y me persuadió a
mí lo mismo,
{Al margen izquierdo: La víspera de
pascua en respuesta
[di] unas candelas que
me envió el señor
obispo, le avisé
de lo que pasaba y
al padre visitador y
alcalde mayor, la
cual carta remitió
su señoría al
gobierno.}
le deje salir la noche después que le llevó el
principal de Aringay Don Dionisio [Maricdem], que cierto se puso
a gran riesgo y fue gran fineza, y la mayor que a este indio en este
alzamiento, porque obrar contra orden expresa de Malong y
en favor de padre [ya se verá]. Al llegar a la barra de
Purao, encontró con el Alférez Lorenzo Arqueros alguacil

A nueve huimos de Namacpacan, que fue domingo infraoctavo
de la Epifanía, y viernes a la noche 14, día del Santísimo Nombre de
Jesús. Se embarcó o fue a embarcar el padre visitador el sábado por
la [mañana]. Nos fuimos los tres a casa del señor obispo y [yo] con harto trabajo
y todos los españoles a la barra, fuera dos criados del señor obispo y el
alguacil mayor de la [provincia], Lorenzo Arquero, que aunque tuvo orden para
embarcarse, no quiso. Y pasaron, cuando llegó el zambal, todos
arriba para irse a Cagayan adonde padecieron grandes trabajos
con los religiosos que estaban allá. Estando ya el zambal en Narvacan,
pasaron los indios unas cartas del general Don Felipe Ugalde
para los dos alcaldes mayores de Ilocos y Cagayan en que avisaba
de su llegado a Lingayen y venida por tierra del general Esteybar.
La abrimos [desde] Ilocos y muy gustosos la remitimos por la [provincia]
arriba. Avisamos también al zambal y que se retirase y que
no hiciese daño a los pueblos, pues le habían hecho buen [palege].
No quisieron darnos crédito y en fin entraron en Vigan [el]
viernes, 21 del mes de enero. Ya estaba consumido el santo sacramento
y [purgado] del señor obispo. Y por parecer conveniente para
causarles respeto, les aguardamos con la misa. Porque decían [que]
deseaban oírla por haber muchos días que, por falta de sacerdotes,
no la habían oído. Y los recibió su señoría altísima, vestido de pontifical,
y nosotros como para decir misa. El primer zambal que
llegó fue uno de Binmaley que llamamos el Llorón. Y se echó a los
pies del señor obispo, llorando y diciendo que venía forzado, sin duda
era así por lo que después experimentamos de él. Pues llegó a porfiar
tanto que dio el señor obispo licencia al padre Fray Gonzalo para que le
confesase como lo hizo. Luego el sargentillo mayor y cabo
de los enemigos Don Jacinto Macaraeg, que hasta hoy no se sabe de
cierto si vive o murió. Y parece a todo permisión de Dios por el
diferente estilo y respeto con que nos trataba, siendo así que todos los
demás principales han pagado su delito. Luego Gumapos, y no quería
llegar a besar la mano a su señoría altísima, o de miedo o vergüenza.
Y luego otros que oyeron misa que dijo el llamado Don Jerónimo de
Leyva y los demás se esparcieron por el pueblo mientras
[a robar]. Al salir de la iglesia encontramos con un indio
con la

cuidado de parte de los zambales por asegurarla para sí y de la nuestra
para sus dueños. En fin, el sargentillo mayor no cumplía la palabra que
había dado de venir hablar con el señor obispo y el padre Fray Gonzalo que era
el más diligente (aunque por no dejar de hablar, les dijo a los zambales,
cuando yo no deseaba más que no lo supiesen, que nos habíamos hallado
los dos en la batalla de Agoo. Pero juzgo será mentira lo que
[curaron] allá, dicho también que los españoles los habían de quemar
todos sus pueblos, y que por eso quemaron a Vigan, cuando ni aún
noticia de la quema de Dagupan o Bacnotan de Pangasinan
determinamos darles, siendo así que sus mismos Binalatongan
habían quemado este pueblo). Se determinó de ir al parián adonde
estaba el sargentillo mayor para ver lo que trataba. Y en estos [andamos]
{Al margen izquierdo: y en casa del señor obispo, hicimos lo mismo con los que quedaron allí}
confesó a algunos y bautizó no sé cuántos +. Y en esta ocasión,
supo había llegado un sampán a la barra que venía por [Bandala]
y engañó a los zambales con el [hecho] que les iba a echar
los españoles de la provincia. Y entrando en el sampán escribió
al general Don Felipe Ugalde a Lingayen, apretándole para que viniese
sobre los zambales y dándole noticia de todos. Que aunque no aprovechó
esta diligencia por malicia del Arráez, que no fue a Pangasinan,
fue para nosotros de gran consuelo y la mejor que obró
Fray Gonzalo y que le pudo costar la vida. Pues declaró Don Jacinto
Pacadua al pie de la [cruz] que había tenido intento de matarle
de vuelta del sampán si le hablaba mal. Y cierto que a
nosotros nos dio cuidado mientras no le vimos. Los zambales
llegaron hasta la cuesta de [Badoc], de allí no pasaron porque
eran pocas las tropas que llegaron allá. Y los ilocos y el Alférez
Lorenzo Arquero tenían allí gente y los hicieron volver
atrás, viendo que los zambales andaban ansiosos por la hacienda
que estaba en la casa del señor obispo, y que teníamos noticias de los
muertos y veíamos el desacato a las iglesias. Les maldijo
su señoría ilustrísima y los descomulgó a todos aquellos que matasen o tocasen
en [cosa] de la iglesia o de su casa. La cual descomunión
publicó en iloco el padre Fray Gonzalo. Y después de haber
hablado largo, tomé yo la mano y dije lo que pude y con

algún espíritu y gusto del señor obispo, advirtiéndoles que no venía bien
el decir [que] no dejaban la fe con lo que [se] obraban, y que ya no era en
odio de los españoles como decían, sino en odio de la fe y [ofensa]
de Dios, etcétera. Y cierto que estaba por lo menos todos los principales y
aún casi todo el ejército allí, y que nos oyeron con atención y se habrán
acordado bastantemente de nosotros. Cuando había algo de nuevo,
siempre se valía el señor obispo de nosotros y para todo y en primer lugar
del padre Fray Gonzalo, y faltando él, nosotros. Porque los señores clérigos
hubieron perecido con su pastor a no habernos quedado los religiosos
en su compañía. Se me quedaba el decir que cuando el alcalde
mayor se retiró de Agayayos, fue a Vigan y trató, por parecer de los
españoles e indios principales, de quitar las cabezas a todos los
zambales que había presos allí. Pero acudió el señor obispo con una
descomunión con que se libraron e impartió mucho para sosegar algo
a los enemigos, porque luego preguntaron por sus zambales. Y como
los habíamos remitido allá arriba cuando quería entrar el enemigo
el pueblo, enviamos luego por ellos. Nuestro alcalde
mayor y padre visitador tiraron de la barra de Vigan hacia Batac +
{Al margen izquierda: a esperar el socorro de Cagayan (que esperando tiempo para que viniese por mar, no quiso el alcalde mayor enviar los cagayanes por tierra sino después que supo había llegado Magsanop a [Pata]. En fin era castigo del cielo esta que había de venir a esta provincia con que todo [se obró], porque no faltase lo decretado allá arriba, que con poco socorro había bastante y aún si Don Felipe Ugalde hubiera enviado un sampán luego, etcétera.)}
y los vientos no les dieron lugar. Y así trataron de irse a Manila
como a la fuente del socorro necesario para la provincia. Supieron en
Bolinao [que] había fuerzas en Lingayen [y] fueron allá. Y importó cierto
mucho porque los padres de Santo Domingo aseguraban a los generales [que]
no había zambales en Ilocos. El padre visitador y el alcalde
mayor les aseguraron lo contrario con que al otro día marchó la gente,
de que doy gracias al señor porque esta fue la causa de librar
los pueblos e iglesias desde Santa Cruz. Y en particular [hasta] que
fuera mi muerte si la quemaran. Después el alcalde
mayor fue en sampán a Vigan con el padre prior Fray Luis de la
Fuente y el padre visitador por tierra con el ejército, de que ha
resultado levantarse los testimonios a que se satisfará después.
Volvámonos a Vigan adonde iba faltando todo, pues después
de haber comido los gallos, solo vaca era nuestro regalo. Cuando
yo fui a la casa del señor obispo, iba malo y lo estuve hasta que llegaron los zambales.
Se trató de enterrar la plata, así de la iglesia como las demás.
Don Gerónimo aseguró no darían con su entierro, siendo así que el

grande. Llegó el señor obispo y nos fueron alumbrando hasta dejarnos
en el convento adonde no hallamos ni agua. Perecíamos de sed. Y el padre
Fray Gonzalo me dijo, «padre, ¿vuestro provincial, no iremos para agua?» Respondí que sí. Y [notició]
hacia los zambales como solía, sino a la primera casa junto al convento.
Hallamos agua y muy fría. Y diciéndole yo, «¿no iremos a buscar de
comer?» Dijo venía cansado y que en bebiendo, se iría acostar.
Después, conocí había algún recelo del Ama Don Jacinto. En fin, el
señor obispo tenía hambre, y a unos zambales que estaban abajo en el
patio, pudimos avisasen a Don Marcos Macasiam, y que nos socorriese.
Y allá a medianoche hubo vaca y morisqueta en que metió el
señor obispo bastantemente. El día siguiente, lunes y último de este enero
se pasó allí todo el ejército por esperar al sargentillo mayor
que estando aún todos en Santa Catalina. Llegó un sampán a la barra de Vigan,
enviado del General Ugalde de Lingayen, y trataba de rendirlo por
entender era el alcalde mayor de Ilocos, siendo así que había más
de 20 soldados en él. Lo dejó en fin y llegó aquel día a Narbacán
y halló en la playa una carta de su rey, el Malong, que si hubiera
llegado con tiempo, quizá no entraran en Vigan. Los indios nos dijeron
después lo que contenía. Y antes, llorando, dice el padre Fray Gonzalo [que]
le dio parte de este papel el mismo sargentillo mayor. Les avisaba
Malong de la llegada de los españoles a su reino. Si bien eran pocos,
que le diesen prisa para ir a matarlos a todos, y que se llevasen todos
los principales de los pueblos conquistados para que les ayudarán y vieron
juntamente su valentía contra los castillas (muchos papeles hubo de este
monstruo y el último que no pasaron los indios, decía quemasen
los pueblos e iglesias y se retirasen a los montes porque ya había
vencido a los españoles, que fue cuando se huyó, quemando
su pueblo). Aquí comenzaron los zambales a quejar de los de Narbacán
y que los habían de degollar a todos y quemar el pueblo, porque
les habían hecho traición y muerto mucha gente, y en particular
un tío de Gumapos llamado Don Miguel de Tabora. Y decía el
Conde Gumapos [que] le había llevado un principal de Narbacán diez
taeles de oro y casi cien pesos. Procurábamos aplacarlos. En fin,
enviaron la compañía de Ilocos por dos veces a buscarlos

culpado. Al llegar los zambales a Santa María, repartieron fuego
y se quemó medio pueblo. Y la iglesia escapó en San Esteban. Sólo
una o dos casillas quedaron de la quema. En Santiago quedó medio
pueblo e iglesia, en [San Guillermo] dos otras casas. En Candon fue
mayor lástima por el convento e iglesia, que estaba buena. Y en todo el
pueblo sólo quedaron diez o doce casas, de las pequeñas. A la
[Bisilan] no llegaron, aunque tampoco [tenía] iglesia por haberse quemado
antes del intermedio. Llegaron a Santa Cruz, pienso que viernes,
y quemaron medio pueblo con mucha ropa de la que se llevaban
cuando supieron [que] estaban ya cerca los españoles. Y fue
que el padre visitador se había adelantado del ejército y dio con
una tropa de enemigos en la playa de Santa Cruz. Y [le] corrieron
tanto que ya se había echado en el suelo, sujetándose a la
voluntad de los enemigos. Pero los indios le dieron el [tre]
o se lo llevaron y le metieron en la hamaca. Y todos juntos [l]
paran. Se le perdió la ropa, si bien la petaca de [impertru]
libro, dio las nuevas al General Esteyvar. Marcharon y [entraron] a
Santa Cruz y Santa Lucía, pelearon dos veces con los zambales
y mataron más de 200. Y en fin quedaron ya todos vencidos,
habiéndole entregado muchos de ellos, tratando el general
casi ya de retirarse [a esta p.a]. Vinieron las nuevas del
alzamiento de Magsanop. Y fue de esta manera, salidos
los zambales de Narvacan al tercer día, llegó el Alferez Lorenzo
Arquero con el maese de campo Don Felipe Madamba
con más de [2000] hombres con intento de librarnos del
poder de los enemigos, que fue una buena acción y errada.
Que a no haber salido de los pueblos de arriba, esta gente y maese
de campo quizá pudieran haber resistido al enemigo Magsanop.
Todo se dispuso de modo que la padeciese la [p.a] por ambas partes.
Llegaron luego los padres ya con certidumbre del alzamiento de
Magsanop, el padre prior de Narvacan a su convento, los de más a La Barra

al Padre Mojica, llamado Juanillo (ya murió altercado) y que
en una petaca del padre mismo le metió. Y enviando el Bisayas
cuatro indios, le cargaron para hacia Laoag. «Al meterse
en la petaca el difunto», dicen. Dijo, «¿qué intentaban?». Y como
le respondieron que librarle, respondió [que] pliegue a Dios sea así.
Al llegar al río desde la petaca les preguntó que ¿adónde le llevaban?
Y dijeron que hacia Laoag. Al pasar del río un pequeño
trecho salieron de la parte de Laoag como 200 indios.
Y los que le cargaban (que uno de ellos me contó todo esto) le desviaron
del camino. Y allí llegaron y le alanzaron dentro de la misma
petaca. Y que sólo «¡ay Jesús!» le había oído decir por el
ruido que había y gritería. Cinco lanzadas dicen [que] le dieron. Y
uno de los primeros fue fulano Don Cristobal Ambaguén, principal
de Bambang. Le sacaron de la petaca y le quitaron la cabeza.
Y se la llevaron a Magsanop que estaba a la orilla del pueblo
y río de Bacarrá. Aunque dicen [que] está hoy con el cuerpo enterrada
en la iglesia, el cuerpo estuvo cerca de diez días sin enterrar.
Y me dijo el cantor que había tenido al padre en su casa, que
a los cinco pasó por allí. Y que ni perro ni mosca había allí.
Y uno de los que le enterraron [que] dijo [que] no tenía mal olor, pero
ni bueno tampoco. [Esto] que las cosas se [sugieren] no se podrá averiguar
la verdad por el miedo de los indios. La petaca mandó quemar
un cabo y la tuvo en Bacarrá porque tenía mucha sangre
y no anduviesen los indios con ella.
Volvamos a la barra. A 7 de febrero murió el padre Fray Joseph
(que fue lunes). Y el padre Fray Joseph de Soto Mayor llegó con la nueva allí
el sábado y luego el padre Fray Marcos el domingo. Se dio aviso al
General Esteyvar y partió allá con su ejército. En la barra parece
que el padre Fray Gonzalo tuvo una pesadumbre con el Alguacil Mayor
Lorenzo Arquero. Y el padre visitador le ayudó con algún escándalo
de los seculares de que les concibieron poca voluntad.
El padre prior de Laoag —como había padecido tanto, sentido de que el

Tengo de remitir a vuestra reverencia esta, en volviéndomela, aunque sea impertinencia.
Estando todos en Laoag con paz exterior, llegó carta del señor gobernador,
en que le decía al general que había sabido que entre los religiosos había diferencias, [y]
que procurase componerlos. Le respondí que avisase a su señoría lo que
veía por sus ojos, pues todos estábamos como religiosos y hermanos.
Juzgo [que] habrá escrito bien por ser bien intencionado. Desde que llegué
me dijo el general que se holgaría [que] hubiese un religioso que fuese [a] hablar a los
de Barra. Y en fin cuando estábamos allí todos, se ofreció el padre Fray Gonzalo.
Y tratamos de ir los dos, aunque no surtió efecto +. Allá dejé
{Al margen izquierdo: + habiendo asistido yo en Bacarrá una semana}
el padre Fray Gonzalo. Y dicen [que] fue a Bangui. No sé hasta ahora si han
bajado más indios, que cuando yo me vine aún eran pocos. Hablo de
los que andaban escondidos, que son las visitas de Barra, Bambán,
[Babuyan] y Bangui. Que en Bacarrá, Pasuquin y Vintar pocos faltan.
El padre comisario se volvió a su convento aunque dicen quejoso de mi y
que no había yo hecho nada. Mire, vuestro reverendo padre nuestro, ¿quién será poderoso
para que otro diga públicamente que es un mal fraile, y que los otros
son unos santos? Etcétera. Al volverme escribí al padre prior de Laoag hablándole
al alma. A que respondió el párrafo siguiente, que enseñé al padre prior de
Bantay. Sus consejos de vuestra reverencia son buenos, saludables para lo temporal
y espiritual. Y yo, como no me gobierno por espíritu malo sino
por la ley de los católicos, temía en el primer día que el caso sucedió[.]
Hecha esa diligencia ante el prior, y pedido le perdón del mal ejemplo,
y dicho le [que] se lo atribuí a mi cólera y no a razón —pues en un
sacerdote no la podía haber para semejantes razones y cóleras en
las causas de las demás— no me meto, pues, para que otros se precipiten. No me
[perderé] yo. Y créame, vuestra reverencia, que deseo salvarme y temo a Dios. Sintió
mucho lo del espíritu maligno de su carta de vuestro reverendo padre nuestro, a quién
suplico [que] le consuele con sus cartas, dándole las gracias de la composición
y a los dos padres Fray Juan de Ysla y Fray Gonzalo de Palma, que
cierto anduvieron como religiosos. Y tocante a las cosas que
se han dicho y que vuestro reverendo padre nuestro escribió a la provincia, y averiguado [este] testimonio,
lo primero el padre visitador no abrió ningún [fardo] como lo atestigua el
Capitán Simón de Fuentes, ni le entregaron oro los zambales. El
religioso de Santo Domingo Fray Diego Serrano sí que le dio al padre visitador
un tejuelo que le aseguró podía aplicar a la iglesia. Y después
A auto que mandou fazer o excelentisimo Sehnor Francisco de Tavora do Concelho do Estado de Sua Magestade do corpo defunto da Madre Maria de Jesus, do Convento de Santa Monica da cidade de Goa

e tornandose a recolher ao convento o corpo desta religiosa, entrarão com ela a mesma
clausura o senhor vice-rei com o cabido, os inquisidores, e algúns prelados das religiois
e fidalgos, e pondosse outra vez o corpo no mesmo coro baixo, se separou de novo que sinal
do lado ja não estava farpado com duas pontas, mas todo igual de grossura do dedo maior
da mão, a modo de meia iva com iva cor encarnada escura que tirava para rojo, e che-
gandose o esquife para junto da cova para se meter o corpo dentro em um caixão que
estava preparado vi eu secretario do estado, com algúns religiosos de Santo Augusto
que estavão presentes coberto de agua o sinal do lado, que a vista de todos a limpei
com o meu lenço, e algúns dos religiosos aplicavão os seus ao mesmo lado, e aos na-
rices e boca por onde lhe salia sangue liquido sendo morta de tres dias com que fica-
rão todos admirados, e deixando o corpo ainda por meter no caixão entregue as
religiosas se sabirão todos por fora, e neste tempo entrou com licença do cabido Dom
Manoel Mascarenhas d concelho de Santo Augusto a ver o dito corpo, e posto que o vigário ge-
ral e provisor ficou encarregado por ordem do cabido para fazer o auto referido
por lhe pertencer como ao ordinario, com tudo ordenou o senhor vice-rei a mi secretario
do estado fizesse tão bem este auto para ele assinar com todas as pessoas nomeadas
que se acharão presentes, para com ele dar conta deste caso ao príncipe nosso senhor
e tomando eu secretario do estado ao tempo destes exames, e depois deles varias in-
formações assim da prioresa, e mais religiosas do dito convento com de outras pessoas
de fora graves e antigas do nascimento desta religiosa, e de quem forão seus pais, e que
anos tinha de idade, e da religião e que exercícios fizera no discurso de sua vida
me foi respondido que ela fora bautizada na Igreja de Santo Aleixo [huas dar]
desta cidade, e não sabião o dia, mes, e ano, mas que a dita religiosa confessara nos
últimos dias que tinha setenta e oito anos de idade, e que seus pais se chamarão
Fernando de Cron, fidalgo alemão, e Donna Maria Leitoa, natural desta cidade
e ela no século se nomeava por Donna Maria de Cron, e fora casada de idade de
trece ou catorze anos com Dom Manoel de Souza, fidalgo rico nascido na India
e vivera casada quatro anos pouco mais ou menos sem ter filhos, e o dito seu mari-
do se fora despachar a Portugal e voltando para esta cidade falecera na viagem poucos
dias antes de chegar a Nao a barra de que tendo ela noticia se recolhera em sua cama-
ra, e tomara resolução de largar o mundo e ser religiosa no dito convento de Santa
Mônica e que no tempo de casada se levantava alta noite da cama deixando nela
seu marido, e se punha no seu oratorio em oração tratando mal o seu corpo com peni-
tencias, e depois de viúva continuara com mais liberdade neste exercício, e sendo a-
pertada de seus parentes se tornasse a casar pois ficara moza bem parecida e herdada
nunca puderão acabar vio com ela, e para os desenganar hortara logo os cabelos, e por
seu pai se achar na Europa na dita ocasião por causa de um desgosto que hivera na India,
e dera conta da resolução que tinha tomada a que o dito seu pai respondera que
se quisesse casar lhe mandaria um fidalgo de muita calidade porem que estando
resoluta a seguir a sua vocação o pusesse logo infuto e que com esta reposta traera
de se recolher no dito mosteiro tendo de idade vinte e dois ou vinte três anos
e despusera seus bens que erão muitos deixandoos a hua sua irmã chamada Donna Isa-
bel de Cron que fora casada duas vezes, a primeira com Dom Pedro de Almeida, a se-
gunda com Diogo de Mello de Castro, e não tivera outros irmãos, e deixara por a sua persona
hva groça tença que depois fora gastando em esmolas com que somente ficara
com outro por mes também dependia nelas, era muito liberal, e nas