Guía para el Padre Comisario que fuere a procurar agustinos para las misiones en Filipinas

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Itinerario para el Padre Comisario
que fuere por prelados para España=

In nomine dominum nostrum Jesum Christum benedicti, amen.
Nuestro muy reverendo Padre Fray Manuel de la Cruz procurador de esta
provincia y vicario general de la misión, que vino a ella
el año de 1684, escribió con celo y acierto un itinerario
de los procuradores que van a Europa. Mas así
porque en éste se contienen muchos avisos, que []
al provincial, que los despacha, como por añadir otros que con su
experiencia, observó Fray Álvaro en la misión que condujo
el año de 1690, escribí estos, que son compendio de
unos y otros.
§.1 - Antes de salir de Filipinas
El primero y más esencial aviso de nuestro Padre Cruz*The reference is to Manuel de la Cruz es que
el procurador rectifique su intención en el viaje, emprendiéndolo
puramente por servir a Dios nuestro señor y conformarse
con la santa obediencia sirviendo a la provincia con
fidelidad de buen hijo, y desnudando de otros cualesquiera
fines particulares que solo servirán aunque no sean viciosos
de arriesgar la corona, que le espera, y los mismos negocios
a que va. Haga pues una confesión general antes de embarcarse,
y resígnese de veras en la voluntad de Dios. Y
en lo natural procure no impresionarse de imaginaciones
y cuidados tristes que le den pena, sino hacer el ánimo a
trabajos, incomodidades, tormentas, y otras muchas miserias
tratando de divertirse, y pasar alegremente el tiempo. Prevéngase
de una frasquera con algunos frascos de zumo
de limón, y los demás de vino de nipa, y alguno de Castilla o
aguardiente para estos fines. El de Castilla y aguardiente
para remedio de algún dolor de estómago, o ventosidad:
El de nipa

El de nipa para lavarse todas las mañanas la boca, y tal vez
hará esto con sus propios orines, y aunque sean muchas veces
no le pesará. El limón es necesario para salsa saludable
del asado, y si hay bastante también es bueno para lavarse
al amanecer la boca, refregándose primero las encías con
piedra lumbre quemada.
§.2. Ya embarcado
No porfíe en materia alguna de las que en la conversación
familiar se ofrecieren. Reparta las horas del día que así
se le hará menos largo, teniendo sus horas para el rezo,
otras para sus devociones, otras para conversación y divertimiento,
el cual no será jugar a naipes, ni aun de verlos jugar
muy a menudo, que tal vez no tiene gran inconveniente.
Mas si jugare tablas o damas, por ningún caso juegue interés,
aunque sea muy poco, que perderá mucho de estimación
si no salves, o cosa así. Tenga horas de ver los enfermos, que
hubiere pocos o muchos. Mas no admita al [basiasgo] de alguno,
que se perderá. Y aunque mayores conveniencias sobre
esto se lo ofrezcan de ayuda del próximo o particular interés,
crea es tentación, y guárdese de caer en ella, porque
si consiente, solo sacará graves escrúpulos e ignominia.
Porque es moralmente imposible satisfacer en esto
a su obligación y es mejor no cargarse de ella, que de sí mismo
comienza la verdadera caridad. En algunas cosas, que
no sean de tanto cargo, y peligro podrá ayudar a sus conavegantes.
Éstas no las omita, sino hágalas con gusto
y desinterés, que Dios se lo premiará, y con los hombres ganará
reputación. No sea molesto en preguntar por el viaje

el viaje y punto de él y si anda mucho o poco, porque enfadará
con estas preguntas, y sin ellas todas estas noticias
le buscarán. Tenga horas de leer cosa que le instruya
como son libros de moral, y cosas que le edifiquen
como son los libros devotos, y cosas que le diviertan como son
historias. Y persuádase que es indignidad en las manos
de un religioso un libro de comedias, aunque no oír tal vez
por pasatiempo.
Procure ser muy cortés con todos, pero no nimio ni porfiado
en los cumplimientos. Y conseguíralo, si concibe de veras
que todos los pasajeros con quienes comúnmente conversa son
mejores y más sabios que él, creyendo es tentación imaginar
lo contrario. Para la salud corporal, vale mucho
el quedar siempre con hambre. Lavarse la boca al amanecer
(como queda apuntado) con vino de nipa, o con
orines, o zumo de limón. Mudarse cada ocho días y antes
si el sudor es mucho. Y no se desembarcará en la costa
de Acapulco, sino es que alguna enfermedad le obligue
a ello. Mas si sano se desembarcara, puede ser que enferme
en el camino de tierra, que es muy malo, hasta Acapulco.
Cuando en la costa se despache el pliego, escribirá
al padre procurador de México dándole aviso de su ida, y a que
va, y de todas las demás nuevas de la provincia más notables,
y le pedirá alguna prevención si la necesita en Acapulco
y así mismo le remitirá los pliegos, que para dicho padre
llevare, que en el sobrescrito dicen “por la costa,” reservando
los demás, para entregarlos en propia mano.
El título de sus cartas será “Al Padre Fulano presidente
del hospicio

del Hospicio de Santo Tomás de Villanueva de México
en la calzada de Tacuba.
§.3. Llegando a Nueva España
En Acapulco el procurador se debe portar como enfermo
convaleciente, y esto por muchos días, porque el estómago
sale del mar muy flaco, pena de [agitarse] y quedar
allí sepultado. Y no será el primero ni aun el 4° de nuestros
procuradores, que allí han muerto, por [desmandarse] en las
frutas, ostiones, y otros apetitos agradables después de
la navegación.
Procure aposentarse con el mismo con quien fue rancheado,
y así le bastará un aposento y no alquilará una casa.
Y si esto no es posible, acomódese con alguno de los amigos
que en la nao fueren. Visite en tierra al castellano
y oficiales reales por urbanidad, y si lleva algo en las petacas
que registrar como olores, o cosa semejante procure
captarles la benevolencia, aunque solo sea con
tumbagas. Mas sino hay esto, cortesía y pasar. O si tiene
algo que cobrar allí insista en cobrarlo, que por letra
en México fácilmente se consigue sin interés alguno, y no
deje esto encomendado. La ropa entréguela liada
al arriero, [a pagar] en México y escape cuanto antes del
puerto, que si desea descansar mejor y más acomodo
lugar es para esto la Villa de [Fisclas].
Advierte aquí nuestro Padre Cruz, que desde que salta el
procurador en tierra de Acapulco, hasta que vuelve a él debe
mirar

mirar mucho de quien se fía, porque son frecuentísimos
los engaños en todas partes y Fray Álvaro lo experimentó
así. Haga pues el procurador de todos buen concepto, y no piense
que le engaña alguno sin graves fundamentos, mas piense
y crea que todos le pueden engañar. Lo primero servirá para
no mostrar que desconfía de alguno, que sería gran error.
Lo segundo para no fiarse sin seguridad. Buenos informes,
instrumentos, quede que pida esto. Ninguno se puede ofender,
pues administra hacienda ajena, y no propia, y con
decir que su instrucción se lo ordena así, y que sin bastantes
fianzas no aventure la hacienda. No por poca confianza
de la persona, sino porque siendo muy fiel, las contingencias
pueden poner la hacienda en riesgo con daño
de su reputación. Y así sea regla general ir en esto a lo más
seguro, y no dejarse llevar de palabras buenas, que generalmente
los tramposos son los que las tienen más dulces, y así
las más dulces deben ser las más sospechosas. Y así de todo
lo que dejare en Acapulco, o trastos, o plata, tomará recibo
en Acapulco del encomendero, que fuere correspondiente
del padre presidente de México que menos importa
pagar los derechos de la encomienda, que arriesgar el principal.
El camino hasta México, o Cuernavaca lo ande
de forma que se libre del sol. [El] Cerro Gordo páselo de día
y con la mayor compañía que pudiere, y más si lleva algo
de valor. Mas no dé a entender que [seme da] porque será
publicar

publicar lo que lleva.
Ya en Acapulco por los encomenderos, sabrá si el presidente
del hospicio está en él, o quien cuida de él. Y desde allí le escribirá
por delante si en las petacas lleva algo que
no convenga parecer en la aduana, para que el presidente
negocie, pasen sin abrirse las petacas.
Aunque el frío de México luego molesta no añada
mucha más ropa sobre sí. Basta la que lleva de acá,
y su manto o capote. El vino es dañoso, porque el frío
es externo y el calor está reconcentrado.
Cuando sea tiempo de pasar a España, pide el procurador
licencia al señor virrey para ir en los navíos de próximo
presentando con el memorial la licencia de la religión
y la del gobernador de Filipinas. Cuesta el sacarla
cuatro o cinco pesos, y sacada se presenta a la inquisición,
que la firma también.
Yendo por misión conviene reconocer en la contaduría
de México los autos de la misión antecedente
y ver si se dio la limosna a todos los sujetos que el
rey concedió en la tal misión verbi gratia la cedula concede
pasen 40 pero en México no se presentaron, ni
cobraron sino 30. Pídese pues allí certificación de
esto para que conste que aún no está cumplida la concesión,
y como se hará esto lo dirá cualquier oficial
de la contaduría. Y la certificación sirve para pedir
en Madrid despacho para los que faltan con los
que

que de nuevo se piden.
Para llevar su plata hasta Sevilla, se informará
del sujeto más apropósito y abonado que hay en el comercio,
y a este se la entregará en México con escritura
de entregársela a él en Sevilla, poniéndose así en
primer lugar, y en segundo al que le pareciere convenir
con consejo del presidente; a gente de la provincia por
si muere en el viaje; y de esta escritura de cómo,
y ante que escribano y el día avisará por menor
a Filipinas. La paga es a tres por ciento, y a veces *The author, probably Manuel de la Cruz, lets slip the first person heretuve
a más. Pero advierta que el portar la plata a la Veracruz
es otro concierto, que hace con el comerciante según
entonces corren los fletes, sobre lo cual se toma consejo
de los amigos inteligentes, y otros procuradores de Filipinas
que suele haber en las otras religiones ya expertos
dominicos, recoletos, o jesuitas etc. con quienes conviene
siempre correr bien. De dicha escritura se toman
dos tantos. Uno lleva el procurador consigo. Otro pone
en pliego en diversa nao, por muchas razones: pues le
pueden hurtar la escribanía, o perdiéndose el navío
salvar su persona etc. Y en ella se explicará si la plata
es doble, o sencilla, y como va fuera de todos gastos de
armada o repartimientos ordinarios y extraordinarios,
y los fiadores. Y cuidado con estas cláusulas: y a un
[tercer] tanto de la escritura es bien quede en el hospicio.
Toda la plata, o casi toda de la orden debe ir así,
mas

mas reserve cuatrocientos, o quinientos pesos para llevar
consigo en doblones para los gastos de La Habana
y de Cádiz. Y advierta más que se me pasó, y es que
el riesgo de la plata es bien vaya la mitad sobre capitana
y la mitad sobre almiranta u otra de la naves
de [credio].
En México, ha de procurar sujeto conocido mercader
de los flotantes, o algún procurador de Santo Domingo
o Recoleto, si van en otra nao diversa de la suya, y en
fin persona de satisfacción: que [consejo] se halla. Y a
ésta ha de dar poder para que en caso de muerte o cautiverio
cobre la plata, y sus alhajas, como sustituto suyo, para que
esto no vaya a parar al juez de bienes de difuntos. A
esta persona ha de entregar el pliego con la escritura de
la plata, y en él una memoria exacta de lo que lleva
suyo o de encomiendas (otra memoria debe quedar
en el hospicio) para que todo lo cobre, y en caso de muerte
las alhajas las reduzca a dinero, y éste y la plata que cobrare
haga de ella, lo que con el padre presidente del
hospicio hubiere acordado en orden al lugar en
que se ha de depositar.
No soy de parecer que al dicho podatario se le
dé orden vuelva a remitir la plata a México
con su correspondencia. Lo uno por el riesgo grande,
lo otro porque esta correspondencia no es absolutamente
lícita. Y así en caso de no haber depósito seguro

seguro en España (que hay pocos, y los de los conventos son
a veces los peores, porque en necesidad o sin ella se valen
los superiores de la plata, y droga adelante) soy
de parecer que es mejor con buenas escrituras prestarla
en Sevilla a mercaderes, con fianzas de entregarla
cuando se pida sin algún interés. Y con esto se podrá
pedir buenas hipotecas. En fin esto pende del hic
et nunc. Estos intereses no son buenos en nosotros, y con
ellos, y por ellos permite Dios, que acaezca muchas veces,
lo que suele entre el codicioso y el tramposo.
Llevar para España cajones de chocolate es error, y
horror los costos que tiene en portes y aduanas. En Madrid
se halle más barato, cuando es necesario regalar. Y así
lo han practicado procuradores inteligentes. Algunos
manojos de vainillas bien pueden llevarse, con algunos
rosarios de [linalo], molinillos, cocos sin guarnecer,
que si fuere menester en España se [guarnecen] mejor.
Su ropa para la Veracruz procure mancornarla
con la de algún mercader rico, que correrá menos riesgo
el perderse.
Tanteé bien el tiempo de bajar a la Veracruz, porque
es puerto enfermo, y no tiene qué hacer allí, y más si desde
México lleva y ha concertado el capitán con quien
se ha de embarcar, que así debe hacerse, porque allí luego
se dice qué navío es seguro, qué capitán trata bien o mal
a los camaradas, y desde México se le procura
captar

captar la benevolencia con algunos agasajos en el hospicio
que cuestan poco y suelen importar mucho. En la
Veracruz no es notable vivir con el capitán con quien se ha
de embarcar, o con otro personaje honrado, que no le
[lleve] la casa de mulatas. Y también puede hospedarse
en el convento agasajando al prior.
Aquí se debe visitar al general de la flota, y
también al veedor general, manifestándoles la licencia
que el veedor firma sin interés. Y si puede embarcarse
en capitana o almiranta no lo omita, porque
las marchantas para un aprieto de moros llevan
corta defensa. Y en la navegación observe lo
dicho ya para la de Acapulco: mucha cortesía, e igual
[retiro] le hará amable y venerable. Sobre los conciertos
verá y oirá en México y la Veracruz a los experimentados,
y si con otro camarada religioso o seglar
quiere tomar un camarote le será de mayor conveniencia.
Y crea que mientras menos [favo] llevare, tendrá
menos embarazos y mayores ahorros, y como se ha
oído en España se compran mejor las cosas para
regalar lo preciso. Mas si llevare otras cosas fuera
de la ropa de su vestir y frasquirilla [pónselo]
en diversa nao.
En La Habana no se desembarca sin la ropa
sucia y la cama, o cosa precisa. Agasajando con
algo al prior se vive en el convento con comodidad

y ahorro. Y si es menester aprovecharse de algún
regalo. El tiempo lo dice. Mas no cargue de cacao si no
vale muy barato, como a tres reales. Y entonces puede
tomar dos o tres tercios para labrar en Cádiz chocolate
y en disparando pieza irse al navío sin pereza, pena
de no hallar quizá después en qué ir. Y aviso aquí que
en [] las naos de Filipinas no parece muy bien un
religioso con un tabaco en la boca, pero peor en las de
España. Y así en unas y otras procure ocultarse a chupar
con moderación, y pidiendo licencia al capitán para
ello, y en esto ha menester mucha prudencia por no
ocasionar muchos disgustos. Mejor es que comience
a mortificar esta pasión, que en España no ha de hallar
que chupar tabaco bueno.
En llegando a Cádiz para sacar la ropa
es menester licencia, pedirla y sacarla con paciencia,
aposentándose en el convento y no en otra parte y para
llevarla a Sevilla.
§.4 Cádiz hasta Madrid
Procure visto el prior saber quiénes son provinciales
en Andalucía y Castilla, y prior en Sevilla
y Madrid, y escríbales por el correo dándoles parte
que viene a España a negocios de su provincia de Filipinas,
y que se pone a su obediencia y servicio. Y escriba
a las demás personas que le pareciere.
Procure

Procure en el viaje tomar conocimiento con algún
mercader vecino de Cádiz, de mediano parte, no
de los muy altos, que le sirva allí de agente, y los hay
muy buenos de aquel género que allí llaman gansos,
que nunca arriban a mayor fortuna, y sirven
muy bien, si cobraran amistad, por ella y algún interés:
[en caso] de este dejara los trastos de navegar
hasta la vuelta, y algún dinero para las ocurrencias.
Y para llevar su ropa a Sevilla se
acomodara con alguno de los flotantes, o camaradas
a pagar el barco a medias o rata por cantidad
y tome mi parecer y váyase a Sevilla por tierra
que con la licencia que sacó para desembarcar pasará
la ropa por el río de Sevilla.
Aquí en Cádiz hará labrar el chocolate
que hubiere de enviar a Roma, si hubiere [de enviarlo],
que no es cosa necesaria y será en naves de
Génova, o Livorno: y algo para llevar a Madrid,
donde acaso lo hallará a mejor precio.
En Sevilla conviene agasajar con algo como
chocolate, y cosas de Indias al provincial y procurador
y en Castilla lo mismo especialmente al de San
Felipe.
Aquí le ofrecerán la plata por su escritura,
el que se la trae de México pero lo más seguro {suele ser}

suele ser no sacarla, sino dejarla en su poder, pero con
nuevo resguardo, sin cancelar la escritura. Las conveniencias
de esto el tiempo las avisa, y los sujetos con
quienes trata: y allí verá cómo ha de conducir a Madrid
la necesaria yo digo que por letra de cambio, si
la halla, o con la conducta del rey, y en fin según
viere es lo más seguro, con que con llevar a Madrid mil
y quinientos pesos lleva sobrado, y si faltare, para
menores cantidades no faltaran letras.
También cuando escriba al provincial de Castilla y procurador
de San Felipe ha de escribir al religioso que en Madrid
es correspondiente de nuestra provincia de Filipinas a su
procurador y si desde Cádiz no lo hizo no lo omita desde
Sevilla, y entonces conviene escribir al padre general
y asistente de España con estos puntos. Primero darle parte
urbanamente de su llegada. Segundo remitirle una vía de
la provincia en que van las actas del capítulo (si salió
de Filipinas por capítulo). Tercero decirle que tiene orden
de remitirle las coletas, que su reverendísima [ven]
si gusta las remita y y por qué vía. Cuarto que le envíe
la autoridad para sacar misión de las provincias de España
y las facultades de vicario general tan amplias como
se las comunicó el Reverendísimo Travolloni a Fray Álvaro
el año de 1688 por abril (y para esto será {bueno}

bueno tener el procurador un tanto de ellas) que son absolutamente
necesarias y que así las da el General
de Santo Domingo y son conformes a la bula de Adriano
Sexto que se citará abajo. Avisándole que va a
Madrid y allá espera su respuesta y los mismos
puntos escribirá al reverendo padre asistente de España,
e importa escribir luego porque tarda la respuesta
y es necesario ir ganando tiempo. Y despachar por delante
su ropa para Madrid, o irse con ella, según
el tiempo y la ocasión aconsejaren.
§ 5. En Madrid
Aunque este aviso, se había de dar al principio, aquí
es más necesario que en otra parte. El primer empleo
de un procurador es [diligenciar] religiosos para esta
provincia, los mejores que hallare. Y si lo consigue Dios es
servido. El próximo [ayudado], los infieles convertidos,
los nuevos cristianos doctrinados, y reciben
los santos sacramentos que son los arcaduces de la divina
gracia. Y si no trae religiosos o no son a propósito los que
trae, todo esto cesa y aun se siguen peores males.
De donde se origina, que el demonio hace cuanto esfuerzo
puede por estorbar los intentos del procurador,
y le da bien en que entender por todos caminos
y principalmente por los domésticos de la orden

que unos por celo indiscreto, otros por voluntad perversa
se arman no cesando de impugnar la saca de los religiosos
para Indias, y Filipinas y esto es general en todas las religiones.
¿Qué hará pues el pobre procurador solo? Si estuviese solo,
era lo más acertado dejarlo todo mas si pensare esta
solo se engaña: porque con él está Dios, que ama, más
que él, las almas de sus escogidos. Con él está la Madre [de]
Dios, que incesantemente ruega por los pecadores. Con él están
los ángeles de todos los pueblos, que tiene esta provincia a
su cargo, que ruegan al verdadero Señor de la viña, que
envíe a ellas sus operarios. Con él está nuestro padre San
Agustín y los santos sus hijos, y en especial Santo Tomás
de Villanueva que fue quien envió religiosos a Indias
y un hijo suyo fundó esta provincia enviándose pues
el procurador [acometido] de trabajos y dificultades, acuda
con toda fe a la Virgen santísima a los ángeles
y santos dichos, y por su medio a Dios y dígale de todo
corazón "Señor, yo por entender que os sirvo, intento
llevar ministros vuestros a aquellas islas. Mas yo
Señor no crie, ni redimí a aquellas almas. A vos os toca
más que a mí: dadme paciencia y fortaleza para que os
sirva en esta vuestra obra." Y tenga para si firmemente
que Dios le sacara con bien de todo por los caminos
que menos imaginó, de forma que se pasme de ver
como se hacen las cosas, que más le espantaron.
Llegado a Madrid después de visto el prior

visite brevemente con el hábito negro sin sentarse a los
padres graves del convento, y si les lleva cartas váyaselas
dando. Y por entonces y después se porte con todos con
mucha sumisión y cortesía, tomando en todo el último
lugar, y en el coro tome el de las sillas altas, y
nunca suba de la mitad para arriba, y lo mismo
en el refectorio. Y como la provincia no tiene celda,
tome la que le dieren, dando mil gracias de que
le den alguna y cuidado en guardar la plata para
lo cual conviene luego comprar arca firme, y que
en saliendo fuera no salga el mozo de la celda.
Y si toma amistad con algún religioso grave y
de virtud mejor [es tenerla] con todo secreto en
su poder a lo menos la mayor parte, que hay insignes
ladrones y han robado muchas celdas de religiosos
indianos de todos ordenes, y así abrir el ojo.
Mucho tsiento es necesario para pasar en San Felipe
sin queja, o murmuración. El modo de portarse
con menores inconvenientes es este: procurar
que su mozo ande de donado (aunque sea
preciso por esto recibir otro muchacho criado
español) que con eso tiene compañero, cuando lo ha menester,
y que no dice, donde [entreoído] sale. Cerca
de San Felipe en la Calle de la Paz en los cuartos
altos, no falta gente pobre que le hará un
puchero, que conviene tarde ordinariamente y camina

hay gana y necesidad, y es alivio en el trabajo. Mas guárdese
de tener extraordinario de continuo, que se desacreditará
por ello, si no es tal vez que convide a algún religioso
amigo, que siendo pocas veces no tiene grave inconveniente.
Si algunos religiosos aparecieren por la mañana
en su celda, deles chocolate con voluntad, y agrado:
a la tarde ni lo beba ni lo de, que lo uno parece
mal, y lo otro es gasto excusado. Soy de parecer que excuse
de noche juntas en su celda, que acarrean muchos
males, y para evitarlos puede irse de noche un
rato a conversación, o con el prior, o con alguno de los padres
graves y no sea porfiado en defender nuestra provincia
sino responda lo que se le alcanzare, y si no se dieren
por satisfechos redúzcalo urbanamente achanca.
A Fray Álvaro le dijo un padre grave delante de muchos:
"Padre yo fuera a Filipinas, por ser cosa tan del servicio
de Dios, y bien de las almas: pero dicen que no hay
que comer"; Respondióle, "pues aunque yo tuviera
más [canas] que vuestro padre iría solo por ver sustentarse
sin comer los hombres." Rieronse los presentes, y Fray
Álvaro quedó desobligado a responder a una sentencia
tan tonta. Asiente desde el principio, que
necesita por sus achaques de recogerse antes de las
nueve, que con esto le dejarán, y tendrá tiempo para hacer
lo que le falta, y escribir la estafeta, en la cual
no haga cargadilla, sino cada correo pague sus

cartas al cartero. Tome amistad con el religioso lego
que toca la alba: que con [pozo] se consigue y este le llama
después de las cinco, que aunque [se aviste a la primo] es sobrado
para dormir: que con eso baja a decir misa, cuando
hay pocos y le dan luego recado, y si espera después de prima
tendrá enfados, y faltará a sus negocios. Y no
es bien deje la misa sin causa conocida que perderá
mucha reputación: dicha misa puede ir
a prima: y conviene que el procurador acuda cuanto fuere
posible al coro, y no estando fuera de casa siempre
es posible y no contrario parece mal, y lo reputan
por fraile relajado de las Indias, y de la asistencia
al coro reciben muchas edificaciones. Por
lo menos a prima y completas en hibierno, no se puede
faltar sin nota, y después de la antífona
quedarse a maitines rezados, y entienda el procurador
que va mucho para todos sus negocios, el tener crédito
de religioso en aquel convento, así para dentro de
la orden como para fuera. En las recreaciones ser atentado
para jugar, y si ha sido aficionado el demonio
le dará gran [bataria], porque por este camino en
una hora le quitará la reputación, y si llega a
perder dos pesos correrá la voz de 200: y así huya de
donde hubiere juego aunque sea de tablas, o damas, y
pura recreación, mostrando siempre aversión a esta.

ni admita opinión (aunque no la practique) de que
es lícito el juego de naipes y dados, y porque solo será
de sujetos relajados, y sin más fundamento que su vicio
trabaje en persuadir a todos que lo que lleva es de su provincia,
y que solo es administrador de lo ajeno, para
emplearlo en aquellos efectos que su provincia le ordena
y no en otros. Y siempre se muestre muy atado a las
instrucciones de la provincia diciendo no puede aparatarse
de ellas sin grave escrúpulo y así es: y todo esto
le aprovecha no solo para los de casa, sino para los seglares,
que a título de conocimiento o parentesco se le pegarán
como [lardillas], y aunque él se pegue a ellos mucho,
y ellos den de si mucho, todo [parara en qua no perdices],
o jamones, [imítelos] el procurador en proporcionar
así sus regalos, y dádivas. Y en fin ármese
contra embestiduras de emprestamos, y sacaliñas
que tiene bien que resistir, y con todo pliegue a Dios
resista.
Dentro de un día, o dos de llegado a Madrid
y no lo delante más, mas visite al secretario del
consejo de Indias de parte de Nueva España
(que hay otro del Perú) y al presidente del consejo,
estos dos es menester ver cuanto antes, y al secretario
se han de entregar en su mano los pliegos que llevare
para su majestad sin dilatarlo: y a mejor hora
deben estos señores es a medio día poco antes, si no

tiene padrino que le conduzca a otra hora, y también
al secretario se puede ver a las tres. La [arenga] estudiada
para estos y todo las demás del concejo sea
en esta sustancia: Que su provincia de Filipinas le ha enviado
a esta corte, por su procurador a todos sus negocios,
y en especial para pedir a su majestad una
misión de religiosos para la continuación de las muchas
doctrinas que están a su cargo, que se pone a los pies de
su excelencia (o señoría) para que le ampare y favorezca,
en esta causa como tan del servicio de Dios.
Visitados presidente y secretario visitará
a los señores del consejo de Indias y su cámara, sin
reparar en que este sea antes o después sino como pudiere,
mas tómelos por lista y donde vive cada uno:
y si tiene señoría, o excelencia que algunos de la cámara
suelen tener excelencia y otros señoría ilustrísima
y habiéndolos visitado todos, o casi todos se
puede presentar con su memorial y poderes en esta
forma.
Hará el memorial, que se escribirá a la postre
con título de presentación en el consejo, y con este
juntará las licencias de la orden, y del gobernador de Filipinas
y virrey de la Nueva España y sus poderes.
Y todo esto lo entregará en su mano al secretario del consejo
suplicándole se sirva de presentarlo: y no presentará
otras instrucciones, ni patentes de [definición]

antes bien, si le pidieren las instrucciones dirá que las instrucciones
son que obre conforme al poder y licencia y no contienen
otra cosa. Nuestro Padre Cruz dice que las instrucciones
las presente el procurador. Obedecióle en esto Fray
Álvaro mas el agente fiscal, que era muy su amigo
le dijo, que era error presentarlas, y que los de la Compañía
no las habían presentado y le dio grandes razones
para no presentarlas, si no es que le obliguen a
esto, que no obligaran. Dado el memorial visitará
luego al agente fiscal, al oficial mayor
de la secretaría, y al oficial especial de Filipinas.
El oficial mayor es de poco provecho. El dicho
agente, y el oficial de Filipinas son los ejes inferiores
en que voltean sus negocios. A todos por
ahora se les dígala a venga supra [cerita] tratándolos
de ["vuestra merced"] y no más. Y no pasarán muchos
días, sin que el oficial de Filipinas le lleve le
memorial. Y entonces irá como a las diez del
día o más tarde, a la secretaría y cobrará su poder
y licencia. Y el oficial mayor le dará una certificación
de como esta recibido en el concejo por su procurador.
Y sus derechos son un tostón, puede largar un peso diciendo
para el escribiente. Ítem cuando visite a
los señores no se olvide de que sea el fiscal el

primero, o de los primeros, porque le ha menester más
que todos.
Habiendo visitado a los señores del concejo, ya
reconocerá si alguno le hace más merced, y sino procúrela
mediante algún favor, y convendrá tener
un señor confidente concejero, y otro
camarista con quienes pedir tratar sus negocios
con mayor confianza. Y a estos regalarlos con algo
curioso como abanicos, o cosa así, no mucho sino
poco y en ocasión según el buen rostro que le muestran,
y lo mismo al fiscal, y secretario.
Con los inferiores como son agente fiscal, y oficial
de Filipinas, se cumple con media docena de pesos al principio
regalo de aves y vino en las Pascuas. Y según
fuere las cédulas que pretendiere ir regando el
almácigo con tiento: procure mostrar mucha confianza
con el dicho oficial de la secretaría de Filipinas. Y
antes de entregárselos memoriales al secretario (que
todos se le han de dar en su mano) comunique con
su oficial el borrador, que si es buen hombre como
el que estuvo en este oficio más de 20 años, le aconsejará
lo mejor y dirigirá la [presensión], porque
tiene experiencia, y no le cuesta nada dar un buen
parecer.
Admitido por procurador en el concejo, y dado

a conocer vuelve a correr las estaciones y pide la misión,
ponderando la necesidad que hay de religiosos,
y las muchas doctrinas, y en esta visita que ha
de ser al presidente fiscal, camaristas, y oidores,
descubre más tierra, y si halla repugnancias las
procurará vencer con oraciones, y medios humanos,
que se dejan a su discreción y al tiempo. Y viendo el
negocio maduro, aunque no sea mucho, presenta su memoria
pidiendo misión, y el numero necesario
y si las mercedes pasadas, no están llenas como constará
de las certificaciones que sacó en México lo relatará
para que se le confirmen, y si este memorial
sale bien ya tiene andada la mitad del camino.
Avisarále de ello el oficial de Filipinas y el procurador
le constará, firme luego el despacho, y entretanto
mete otro memorial pidiendo licencia para volver
a Filipinas con la dicha misión, y que se le dé la ayuda
de costa que a los demás religiosos.
Suele, y es ya de tablilla darse los despachos para
que la ayuda de costa se dé en Sevilla, mas no es
más que ceremonia y así se da otro memorial
para que lo que se había de dar en Sevilla se dé en la
Veracruz, y en este memorial dicho oficial de Filipinas
le dirá como ha de formarlo, que es despacho ordinario

sin alegaciones, y con él se acaba de sacar
la cédula, que es el despacho y libranza de la misión.
Y todas estas cédulas, según le dirá el mismo oficial
quedan trasladadas en un cajón de la secretaría que llaman
de libranzas donde se le entregan, y paga por
cada cédula a razón de a [ ] reales cada una
y esta cédula en que se le manda dar alivio de la
barcada, y otra cualquier cédula en que se manda
dar algo de caja real, después de estar en mano
del procurador se traslada con un escribiente en papel
no sellado, dejando a un lado un agujero, como le dirá
el dicho oficial, y así el original como el dicho traslado
simple, se llevan a la contaduría del consejo
de Indias, que está en Palacio, y se toma la razón
dejando allí el traslado, y cuesta un tostón esta
razón. Mas no la olvide el procurador que nuestro Padre Cruz
la olvidó, o no la supo, y se halló perdido en Sevilla
sin ella, y para suplirla gastó muchos pesos. Y como
digo es diligencia general en las cédulas, por donde se ha de
cobrar plata de la real caja.
Ya en estas diligencias pasa el tiempo, y tendrá respuesta
de Roma, y si ha llegado la primera vía de las cartas
de la provincia no remita la segunda que sienten mucho
los italianos pagar portes: sino le remiten

13
la patente de vicario general o si se la remiten diminuta
vuelva a instar con las razones ya dichas en el primer
despacho: y si le avisan la vía por donde han de
ir las coletas las remita, por ella o por otra segura
que hay en Madrid muchas, de que no le faltaran noticias
buscándolas, y en mi tiempo era el cambio a tres por ciento
que es barato y si el padre asistente está en Roma remita
la mitad a él, esto es 150 pesos y los otros 150
al general y hábleles [gordo] "que no puedo hacer el
negocio de su majestad y de la orden sin la patente
que da el General de Santo Domingo o los suyos, y
que esta se dio a Fray Álvaro, y que si su reverendísima no puede
dar así la patente: que permita acuda a pedirla
a la Sagrada Congregación de Propaganda: que su provincia ha gastado
muchos pesos en llevarle a Madrid, y su majestad
Católica y la provincia han de gastar muchos militares
en conducir los religiosos a Filipinas y si las patentes
no son amplias, cualquier provincial y aun prior
imprudente, le impedirá los sujetos, y frustrara los
intentos de su majestad" que se vea la bula de Adriano
Sexto concedida al Emperador Carlos
Quinto en Zaragoza que está en el bulario magno,
y también entre las bulas de los privilegios de
Manuel Rodríguez, y se verá que no pide el procurador

sino lo que la silla apostólica ha concedido al rey católico
el cual es defraudado si no se le dan los medios precisos
para sacar la comisión y conducirla, y todo esto y
lo demás que supiere ha de representar al general asistente.
Y aviso, que si el procurador no tiene mediano
latín para estas alegaciones busque un amigo que
se lo haga o escriba en castellano de buena letra,
que bien lo entenderá el general, o su secretario. Mas
tengo por mejor buscar secretario latino, que con eso
las respuestas vuelven en latín, y no en italiano.
No dudo que con estas instancias despache
el reverendísimo la patente amplia, y sino válgase de la
que [que] le diere, y supla lo que falta con la dicha Bula
de Adriano, que hallara a mano en el ritual
de Méntrida, o en el de Sánchez nuevo al fin.
Da un aviso nuestro Padre Cruz de gran monta,
y es que el procurador obre en todo con diligencia y eficacia,
de suerte que se lo conozcan los señores del
consejo, que esto les edifica, mucho y mueve a despacharle
bien: mas si le ven remiso, y que negocia
mediante agente, y no por sí mismo, les parece
muy mal, y así en ningún caso cometa diligencia
a otro sino por enfermedad conocida: ni ande
en coche aunque sea prestado, y no alquilado a lo menos

14
al principio porque será destruirse cobrar fama de rico
y regalado.
Supuesto tener ya el procurador su despacho del concejo
para la misión, y su patente del vicario general
o próximas esperanzas: tratara de ir disponiendo
su avío con tiempo. Todos nuestros procuradores han mandado
hacer la ropa blanca en Sevilla: mas
Fray Álvaro aunque tarde conoció el error y gasto,
y así en todo caso haga el procurador lo que se le dirá
ahora, y ahorrará por lo menos el tercio del gasto.
Primeramente a su correspondiente de Sevilla le encomiende
solamente que haga los trasportines, no colchones
diciéndole el largo y ancho, y el peso de la lana
que cada uno debe tener, y que no sean sino de esa medida,
y así no se descuide en determinarla. Ítem [que]
que con los trasportines haga las almohadas señalando
el tamaño y peso de la lana.
Lo restante de la ropa blanca hágala en Madrid
porque allí o hallara lienzo de Santiago o escoger
del más delgado haga camisas, de otro no tal calzoncillos,
y del más grueso sábanas, y las fundas
de las almohadas que pueden ser como las camisas:
y todo le saldrá mejor que si fuesen de lienzos de Francia,
que es lo que en Sevilla corre y a veces muy caro.
Vaya comprando unas arcas, o vaoles no grandes

sino pequeños que dos hagan carga ordinaria de un macho,
y en las almonedas se halla de esto en Madrid
mucho: y en ellas ponga su ropa cogida. Las sobrecamas
es la dificultad, unos procuradores las han hecho de
[cordella] se han hecho. Otros como Fray Álvaro y los de la
compañía de un generillo que llaman damasquillo de
Flandes. A los de Guatemala dominicanos los vi en
Madrid comprar frazadas ligeras, y tengo esto, por
mejor y más barato. [Espantarale] al procurador la
condición de todo esto a Sevilla, mas sin razón
porque una arroba cuesta de [porses] ocho reales de
vellón, y aunque la pague aún no sale un real
por camisa y es nada para lo que cuesta más el género
y hechuras en Sevilla. Tengo lo muy tanteado,
y vuelvo a decir que con todos los partes ha de ahorrar
más del tercio del costo de ropa. Pero no es necesario
pagar tales partes, porque para llevar a Sevilla
los religiosos ha de alquilar una o dos galeras vacías
de retorno y aquí lleva sus cajas de ropa, y
cajones de libros, y otra más carga, y paga lo
mismo cargando lo dicho, que yendo vacía, con solo
los frailes, porque si alquila toda la galera por un tanto
y así lo hacen los procuradores comúnmente para llevar

15
sujetos, y la demás carga de Madrid toda de
un golpe.
Nunca le falta al procurador algún negocio en el
concejo fuera de la barcada como expedir las medicinas
para el convento de Manila libranzas de vino,
y aceite, y cosas así estas se piden en la cámara.
Y para cosas así ligeras basta hablar al camarista su
confidente, que más merced le hace, y al secretario,
y fiscal: que para estas cosas no es necesario echar
todo el trapo. Mas si el negocio es de más monta
como el que ahora se [le siga] sobre el vino, y aceite
si las religiones están tan ricas que no lo necesitan,
o lo de los diezmos que pide el cabildo eclesiástico,
se comunica con los procuradores de los otras órdenes,
y con su consejo se obra con más eficacia.
Lo mismo digo sobre el negocio de la China en que
los obispos portugueses piden sujeción a los misionarios
nuestros, y por aquí tratan de echar los
de la China, que se ha de comunicar con los otros procuradores,
y todos a uno obrar. Mas re el procurador
nuestro que en negocio alguno de la China, tome
parecer, ni aún comunique a procurador de la Compañía
de Jesús, que si Fray Álvaro lo hizo el año de
1688, fue por ser negocio muy diverso, del que ahora

corre, y con el resguardo competente: porque es
viejo en la Compañía no querer otras regulares en las
misiones. Y para tratar cualquier negocio de estos
infórmese bien del hecho el procurador por las preguntas,
que necesariamente le han de hacer sobre esto.
En Madrid sabrá luego el procurador si hay
flota, [o vacas], o azogues y tanteara el tiempo para
juntar su misión, de forma que la tenga en Sevilla
al competente. Y [conjeturado] este con personas prácticas
le bastan cuatro meses para juntarla contándolos
desde que despacha la convocatoria hasta que se embarca
y aún le sobran. Y así llegado el tiempo hará imprimir
como cincuenta ejemplares de la patente del
padre general y hasta una docena la hará autorizar
en casa del nuncio por un notario apostólico,
que haga fee: y esto hecho o con original si está
presente en Madrid el provincial de Castilla se presente
ante él, y si está ausente le remita un traslado
auténtico y le pida licencia para usar de sus facultades.
Y al mismo tiempo escribirá a los provinciales
de Aragón y Andalucía pidiéndoles urbanamente
lo mismo y remitiéndoles dichos traslados auténticos:
y sea con toda cortesía y ponderación de lo que
importa al [servidor] de Dios, y bien de las almas

{Al margen derecho: 16}
que de su provincia salgan buenos religiosos y muchos, y envíeles
seis convocatorias o más también para que las repartan.
[Nose] que los impresos de la patente simple son
buenos para dar a algunos que gustan deber sus facultades:
mas los auténticos sirven para lo dicho con los provinciales
de España y de Indias, y los restantes para delegar
al pie de ellos las facultades en caso necesario
en todos o en parte.
La convocatoria es una carta dirigida a los
religiosos de nuestras provincias de España en que se les representa
y pondera la necesidad de los misiones y sus conveniencias
espirituales y remata con que si alguno quiere
alistarse en la misión escriba al comisario avisando
de su edad antigüedad, años de estudios, y
patria, prometiendo el admitir a todos los que fueren
a propósito para la misión: de esta convocatoria se hallan
ejemplares en nuestro Hospicio de México, y fueron
las que hicieron Nuestro Padre Cruz, y Fray Álvaro: y en aquella
conformidad deben ser las convocatorias con estilo
humilde, y fuerte: imprímense hasta cien pliegos,
y todos los firma el comisario, y los envía por
diversos conventos de Castilla, Andalucía, y Aragón
especialmente a los principales, y otros se remiten a amigos
de suerte que se esparramen. Y advierte aquí que los

que no van a conventos determinados sino a amigos no conviene
firmarlos, y menos que habiendo recibido respuesta
de los provinciales, de que obedecen la patente
del padre general no se ha de enviar ninguna convocatoria =
Olvídeseme de decir que la patente del padre general
no es necesario presentarla, ni pasarla por el concejo,
porque en España toma la [posesión], y va con ella a Indias.
Ya que se trató de esto se debe notar, que no se deben presentar
en el concejo sino tres géneros de patentes del
padre general como ordena una ley de la nueva recopilación
de las Indias, y son primera patente de visitador
general, segunda patente de nueva erección, o división
de alguna provincia, tercera patente de presidentes para
los capítulos, pero sabe, que estas patentes de presidentes
aunque se las envíen abiertas las deben cerrar,
y presentar y pedir su paso cerradas sobre
que hay cédula de su majestad, pienso del año
de 1656, y así se lo advirtieron a Fray Álvaro en
el mismo concejo. Los breves del Papa todos se
presentan, y así estos como las patentes dichas se llevan
antes a la secretaría de lenguas, y allí se traducen
y original y trasunto todo se presenta. Y pasado
en el concejo, el oficial menor da certificación del paso
que cuesta un tostón. Hay en esto algunas menudencias,
que enseñara el oficial de Filipinas los sus-,

{Al margen derecho: 17}
-tanciales, que presentado el despacho en el consejo, se
remite a un señor de él, y en sabiendo quien es, visitarle
y darle razón del despacho si fueren solo
breves de indulgencias se llevan al tribunal de cruzada
simplemente y allí dan su papelón por nueve reales de
plata.
No se ha hablado, sobre jubileos cofradías, altares
privilegiados títulos de notarios apostólicos, y si
algo de esto necesita el padre procurador sepa quien está
por procurador en Roma de Castilla, y por este puede
pedirlos: mas si hay allá asistente de España soy
de parecer, que se le escriba a él pidiendo estas cosas con
toda individuación, y [se le envié le dé] doce pesos diciendo
que su reverendísima los dé a su compañero para que agencie
dichas cosas, que no tiene persona de quien valerse:
y sepa, que jubileos indulgencias altares privilegiados
nada cuestan en Roma, mas debe se advertir
a la gente que los altares como son para Indias no han
de tener cláusula de decirse en la iglesia tantas misas
porque solo hay un cura en un pueblo = Los notarios
apostólicos cuestan doce o catorce reales de plata, y las
cofradías cuatro pesos y así según pidiere de esto aumentará
la letra que enviare de forma que a la gente
queden por lo menos seis pesos de corretaje. Si deseare
medallas camándulas, tierra de San Pablo la procurará
por medio del algún procurador religioso que pase a Roma

a Roma, o busque por donde, que pende de las ocasiones.
Déjese en Madrid de tratar con los señores
del consejo cosa alguna de Filipinas que no toque
a sus negocios. No se deje llevar de alguna pasión,
que le costara caro. Y si preguntaren solo responda
en las materias públicas, y que puede jurar, en las otras
escúsese de saberlas con que asistió siempre al ministerio
de las almas, que en esto va a ganar no
a perder.
Cuando envíe la convocatoria pida a los priores
que la lean a la comunidad, y después la fijen a la
puerta del coro.
Advierta el procurador que no ha de admitir religioso
alguno para la misión hasta tener presentado a su
provincial la patente del reverendísimo y si antes alguno le hablare
le responderá, como aún no tiene facultad de admitir;
que a su tiempo, si estuviere del mismo parecer, avise que lo
admitirá; y a ninguno repruebe, ni admita por bueno,
o malo que sea, sino palabras de esperanza, y no más.
Y no sea omiso en escribir las cartas que entiende son
menester, ni menos en responder, que es gravísima
falta no responder con puntualidad, aunque sea a un
hermano donado, y perderá mucho en esto, de suerte
que creo pecara mortalmente en tal omisión, por lo mucho
que arriesga en daño de la misión, y lo encargo
porque conozco algunos que por no escribir una
carta

{Al margen derecho: 18}
carta, y tomar este poco de enfado venderán su
provincia.
Presentada la licencia a los provinciales, y despachada
la convocatoria: comienzan las cartas de los pretendientes
de Filipinas. Y antes es necesario que el
procurador sepa lo que ha de hacer si algún provincial tácita
o expresamente se opusiere no consintiendo que saque
religiosos de la provincia. Y en tal caso se puede valer de
uno de tres medios, y ejecutara el que tuviere por
más acertado entonces el señor del consejo
que fuere su particular favorecedor. El primero y más
duro es presentar memorial en el consejo, refiriendo
todo lo que Adriano Sexto concede a
su majestad en la bula citada, por la cual su
majestad tiene derecho de sacar los religiosos voluntarios
de cualquier provincia y que en contravención
de esta regalía tal provincial les impide,
que su majestad de la providencia que gustare porque
sin ella no puede conducir la misión. El segundo
medio es decir esto mismo a boca al señor presidente
de las Indias. El tercero hablar sobre ello al
señor nuncio y pedirle carta para el dicho provincial
y éste es el más suave: mas [ha de ser] mostrando
al nuncio su patente para que le conste de sus
facultades. Todo lo cual ha lugar cuando de facto

el provincial le contradiga, o impida, manifiestamente
algún sujeto: pero no se mueva por poco y sin gran
fundamento por sólo hablillas sino trague y disimule
no siendo muy grave, y manifiesto el
daño.
Luego que la carta llegue del pretendiente si ya
lo conoce, y ha comunicado con él podrá admitirlo
y pedirle la firma: mas si no lo conoce
muy bien, de palabra o por escrito podrá responderle
en esta sustancia. Que lo mire bien y encomiende
a Dios, que no intenta menos que desterrarse
de su patria, y por mares, peligros y trabajos
ir a una tierra que no conoce, y empleos que quizás
no le agradaran. Que si es vocación de Dios, y
se halla con impulsos de ocuparse en procurar
la salvación de las almas por agradarle, y no
más su majestad le confortará, y al fin de la carrera
le coronará: mas si intenta el viaje
por otros fines menos perfectos y sin vocación de
Dios, que va errado, y busca su perdición: que el comisario
desea llevar religiosos más quiere lleven el dicho fin
y vocación, y que así no puede dejar de hacerle esta
amigable amonestación y si después de haberla considerado,
y puesto en manos de Dios se halla con los
mismos impulsos le envíe la firma trasladando

{Al margen derecho: 19}
de su letra la fórmula que le remite = Y esta [flema]
observará generalmente el procurador, que si es de Dios
esta advertencia le afirmará más el sujeto: y entre
tanto que responde tiene tiempo para informarse de
que persona es que no faltan en San Felipe sujetos
temerosos de Dios y celosos que le informen. Y en
caso de hallar luego quien le informe le puede desde
luego despedir con cortesía diciendo, que no puede
llevar sino los sujetos que tienen las calidades necesarias,
que le perdone no admitirlo, que en esto le sirve, pues
no le mete en empeño mayor del que puede emprender:
mas aunque luego tenga informe de que es
bueno no deje de escribirle en la [fra] dicha antes.
Debe tener el procurador algunas cuartillas de papel
y en ellas de mano de un escribiente escrita la [fórmula]
de la firma así:
"Fray Fulano sacerdote o corista profeso del orden
de nuestro padre San Agustín natural de tal patria, y residente
en este convento de tal lugar: digo que por
entender para mi que Dios nuestro señor me llama
para que le sirva en las convenciones y doctrinas
que están a cargo de la provincia del Santísimo Nombre
de Jesús de las islas Filipinas del mismo orden

por la presente me ofrezco y obligo espontánea y libremente
a pasar a la dicha provincia de Filipinas, en la misión
que está congregando el reverendo padre Fray Fulano
vicario general y procurador de la dicha provincia y ruego
y pido al dicho reverendo padre que me admita e incorpore
en la dicha misión para pasar a las dichas islas: y desde
ahora doy la obediencia al dicho reverendo padre como a vicario
general de la dicha misión; y para que con este hice está
firmada de mi nombre en este convento de tal
parte y en tantos de tal mes y año Fray Fulano de tal."
Y en la carta dirá el procurador "Remito la fórmula
de la firma para que [vuestra paternidad] la traslade de su letra y me
la remita, no para ejecutar a [vuestra paternidad] por ella, que
mientras [vuestra paternidad] no saliere de su provincia siempre
tiene libertad de hacerse atrás con muy buena
conciencia porque no quiero sacar a ninguno contra
su gusto, mas pídola para que conste los que tengo
en la misión, y poder hacer presentación de ellos
al rey nuestro señor."
Si remitida la firma y admitido el religioso
pide licencia para llegarse verbi gratia a su tierra, habiendo de él
buenos informes se puede conceder la [firmala]
será como las licencias de los provinciales comenzando "Fray
Fulano vicario general de la misión del orden de nuestro

Padre San Agustín de las Islas Filipinas por Nuestro Reverendísimo
Padre Fray Fulano, general de todo el dicho orden, por la presente
doy licencia al Padre Fulano, que está incorporado en
la dicha misión etc.”
Es muy ordinario que algunos piden al procurador dineros,
diciendo [que] tienen deudas, y que si no las pagan, no pueden
ir con él. Sea regla general, que a todos responda
que no es señor sino administrador de lo que trae de
la provincia, que ésta solo le manda gaste en llevar los
religiosos como da. Y dicen últimamente, que esto lo ejecutará
como mejor pudiere, mas otra plata no la puede
dar, ni tiene orden para eso. Y guárdese de dar cosa
alguna con este pretexto, porque luego se publica por más
secreto que prometa el recipiente, y perderá dinero
y crédito porque luego claman que compra los sujetos
y otros se animan a pretender ser comprados, y pegársela
al procurador, como se la han pegado a algunos
muy avisados. Mas, si después de incorporado,
el religioso se le ofrece alguna necesidad que el procurador
conoce no [es engaño], podrá socorrerla con
discreción, y más si no llega a diez pesos.
Por acta general del Reverendísimo Travalloni, se manda
que todos los religiosos ministros hayan estudiado a lo
menos dos años de artes, y tres de teología, y si no
no pueden ser priores; de donde se saca con evidencia,
que todos aquellos, que o no han estudiado

los dichos cinco años, o por lo menos no están en
edad y disposición, y con ánimo de estudiarlos,
que no son a propósito para la provincia, ni servirán
más que de hacer gasto y embarazo. Y creo [que] pecará
el comisario en admitirlos si no que sean
muy santos, y quieran pasar llenando el número
de los legos, que todo lo que el lego hace, mejor
lo hará acá el sacerdote en haciendas. Y otros
oficios con esta advertencia avisará a los religiosos
que admitiere que saquen certificaciones de los años que
tienen de estudios, ya sean los cinco, o menos, para
conocer lo que les falta de estudiar para que acá los estudien.
Y la certificación ha de ser del prior y depositarios
donde cursaron. Y si no puede el religioso
sacarla, pídala el comisario al dicho prior. Y si aun esto
no puede conseguirse, reciba cuanto antes después
de incorporado informaciones de tres testigos
que les consta de haberle visto cursar, jurándolo
ante el comisario. Y estas certificaciones, e informaciones
las ha de traer el comisario o remitir a esta
provincia de Filipinas.
Raro ha sido de los nuestros y ajenos procuradores
el que no ha dado hábitos, y así supongo los

dará el procurador. Mas no conviene los de luego, que tiene
gravísimos inconvenientes que todos han experimentado,
y de que Fray Álvaro, reconociéndolos, se libró así:
“A todos aquellos que reconoció buenos para darles el hábito,
les dijo que se lo prometía y luego les hizo las informaciones,
mas con pacto, que habían de pasar de
seglares hasta México sirviendo a la misión
y allí les daría el hábito. Replicaban: ‘Padre, no es eso seguro.’
Y convencíales con esta razón: ‘De mi parte no
puede faltar porque desde aquí, os he de ir haciendo el gusto
como si fueseis religiosos, y no os he de repeler sin causa
perdiendo tanto gasto como con vos he hecho. Y si os repeliere
será por vuestra culpa y malos procedimientos
y así en vuestra mano queda el que os dé el hábito,
o no.’ Confirmáronse todos conmigo, y yo reconociendo
sus buenos naturales, les di en Cádiz el hábito.
Y así logré cuatro hábitos muy buenos, que ojalá fuesen
40.” Soy, pues, de parecer que hasta por lo menos
llegar a Sevilla no se le dé a ninguno el hábito so
pena de perderlos, o tragar mil pesares el procurador como
ha de hacer las informaciones por sí, o cometiéndolas a otro,
en cualquier convento se le dirá, y dará formula.
Y en todo caso donde los recibiere, no les dé por
sí el hábito, sino ruegue al prior del convento que se lo
dé, y aunque se excuse, ínstele [que] lo haga así.

Uno de los más duros trabajos del procurador
no es el que con mil [trazas], le procuran quitar los
buenos sujetos, sino que con mil intercesiones, mentiras,
y artes, e informes falsos, procuran encajarle
los sujetos díscolos, e inútiles, [p] desaseirse de ellos, y les
barra a las provincias sus basuras. Todo sujeto, pues,
que le echare rogadores le sea sospechoso, y asiente
estos puntos, que tiene instrucción de su provincia para
no llevar los que no tienen los cinco años de estudios,
o están en camino y edad de estudiarlos. Que asimismo
no admita sujeto alguno, que haya andado
fugitivo, aunque sea con el hábito fuera de
la orden, ni menos apostata que tampoco admita
sujeto que haya levantado la mano, o perdido
gravemente el respeto a su prelado, aunque sea
sólo al superior del convento, que no admita sujeto
notado de ladrón, o borracho, o que haya dado
algún público escándalo. Afírmese en que esto
le manda su provincia y su conciencia, y que no ha caminado
tantos mares, para venir a España
a echar su alma en el infierno, ni para llevar con
tantos gastos las heces de las provincias que el rey
y su provincia se fían de él en orden a no llevar a
Filipinas sujetos ruines que no les ha de engañar

llevando gasto por [liebre]. Y aunque más le [importaren],
téngase si eso so pena de condenar su alma
y cargarse de muchos trabajos. Porque los sujetos arriba
mencionados siempre se llevan [asímismos]
y en el camino con la libertad mayor hacen
mil desafueros e inquietan a los buenos. Y a todo
esto y mucho más se expone el procurador, que
consciente con tales intercesiones y sugestiones del
demonio, no le parezca que se ha de venir sin frailes
que Dios se los dará. Y para traer tales sujetos mejor
es venir sin ninguno. Sepa de que admitir un
sujeto ruin pierde el procurador y la provincia la honra,
y algunos buenos que están movidos para la misión
viendo tales compañeros se retiran, y con razón
de ella. Ni tema que el intercesor quede ofendido,
antes bien quedará edificado con la negativa porque
la razón vale mucho. A Fray Álvaro le
sucedieron estos dos casos. El primero que viniendo ya
de aviada un religioso honrado, encontró en la
lonja de San Felipe de Madrid un sujeto muy
trabajoso. Y no pudo dicho religioso sospechar, que
hubiese venido a aquel lugar sino porque iba
a Filipinas el tal. Y fue tal la pena que tomó viendo

que se metía en compañía de aquel fraile que quiso volverse
al convento de donde había salido [para] no acompañarse
con persona de tan ruines procederes.
Mas en fin se resolvió a entrar en el Convento
de San Felipe sólo para informarse, y halló que
el tal sujeto no iba para Filipinas, aunque lo pretendía
con muchas instancias y favores. El segundo
fue que un padre ministro de San Felipe, amigo de
Fray Álvaro, le rogó admitiese un fraile, que
había apostatado unos años antes. Excusóse
Fray Álvaro, y viendo que no podía vencerle ni
con ruegos ni con razones, acabó así: “En fin,
padre comisario vuestra paternidad me niega esto,” replicóle: “Padre ministro,
aunque soy tan hijo de vuestra paternidad, no debe extrañar,
que no le anteponga a vuestra paternidad a Dios al rey y a mi
provincia, que a todos ofendo en obedecer a vuestra paternidad.”
La réplica del padre ministro fue echar los brazos
al cuello a Fray Álvaro y decirle: “Padre comisario,
bien haya vuestra paternidad que esto que le he rogado ha sido a
más no poder, porque me han empeñado en ello y
de mayor estimación es para mí el que vuestra paternidad obre
como religioso y hombre de bien. Quise me lo concediera
porque en esto obraría vuestra paternidad muy contra

el juicio bueno que tengo hecho de su persona.”
En esto pararen los ruegos y porfías, y aun muestras
de enfado, porque la traición, aunque agrada,
nunca agrada el traidor. Y traidor es a Dios,
al rey y su provincia el comisario que a sabiendos
admite un sujeto ruin.
No tema las amenazas, que le harán de que
escribirán contra él a Filipinas. Porque obrando
bien y con celo, luego se conoce, y antes acredita al
comisario. Contra Fray Álvaro escribió un padre muy
grave, así: “Si el padre comisario no fuese tan entero,
hubiera llevado de esta provincia muy buenos religiosos.”
Véase si el disparate puede ser mayor: de la entereza
se espantan los malos, no los buenos, y [escribirlo]
porque se empeñó que había de venir a Filipinas
un sujeto que estaba condenado a cárcel perpetua,
porque en más de 20 años había hecho muchas fugas
y otros peores desafueros.
No dé hábito a quien no supiere medianamente
Latín, que es contra actas de la provincia, y la
razón lo dicta porque jamás lo aprenden, sino
es que sea para lego.
Siendo ya tiempo de caminar a Sevilla, reconoce
el comisario las firmas que tiene, y presenta
al consejo el memorial que se sigue: “Señor

Fray Fulano, procurador general de provincia del Santísimo Nombre
de Jesús de Filipinas del orden de San Agustín y vicario
general de la misión, que vuestra majestad le ha concedido por su
real cédula, que conduzca a dichas islas, dice que los
religiosos que se han ofrecido e incorporado en la dicha misión
son los siguientes:
Fray Fulano, sacerdote de tal provincia, natural de tal lugar...”
Y así se irán escribiendo todos, notando los que
son coristas o legos, con su provincia, patria y edad.
"Y al fin, suplica a vuestra majestad se sirva de mandar aprobar
los dichos religiosos, y que se les dé el despacho
ordinario para que la Casa de la Contratación de Sevilla
los deje embarcar, en que recibirá merced" etc.
El comisario se dé que con uno o dos traslados
de esta lista de religiosos, que la habrá luego menester,
y el despacho que le dará el secretario del consejo
para Sevilla es cerrado, y lo debe cobrar, que sin
él no se puede embarcar y juntarlo con los despachos
de la misión.
Algunos comisarios han enviado con mucho tiempo a Sevilla
dos o tres religiosos a hacer prevención. Esto no es necesario
y puede ser nocivo, pues ya se suponen los trasportines
y almohadas prevenidas, y la ropa la lleva hecha de
Madrid. Y para recibir algo de esto no le faltará
en Sevilla algún religioso del convento, si al pasar

cobró algún amigo. Antes bien, debe medir el tiempo
de suerte, que ni los religiosos ni el comisario estén en Sevilla
mucho tiempo, que es grande el gasto y el riesgo
de que se le extravíen. Verbi gratia, la flota se echa para
San Juan, pues procure que estén allá el día de San
Juan todos, que siempre saldrá a mediado Julio.
Fray Álvaro concluyó con todos los negocios de la contratación
de Sevilla en siete días, y pudo en
menos, que como no hay plata que cobrar sino papeles
que sacar, en agasajando los oficiales inferiores
con diez pesos más, se gana mucho tiempo y se ahorran muchos
gastos.
{Al margen izquierdo: Nota sobre los libros que se han de comprar. Vide folio 62 y folio 69.}
Llegado el tiempo de recoger los religiosos, que no ha de
ser cuando ellos quisieren por más que clamen, sino cuando
el comisario juzgare conveniente, les remitirá licencias
en la forma dicha atrás para ir a Madrid o Sevilla.
Y les enviará dineros para el camino a juicio de varón
prudente. Letras para esto no son difíciles, que
dentro de San Felipe las hallará mediante los
amigos para toda Castilla. Mas para Aragón
y Valencia por las cartas, que de allá hubiere
recibido, escogerá uno que sea en cada reino
como cabeza. Y a él le remitirá [libranza] de
cambio, o le escribirá que si allá puede hallar
dinero con letra suya, lo pagará en Madrid.
Y cuando escriba al religioso que fuere como

su delegado en estas partes, si le parece, podrá enviarle
una patente del general de la arriba dichas, delegando
en él la facultad que conviniere al pie delante
de un escribano o notario apostólico, que no faltan
en San Felipe, avisándole que no admita religioso
alguno sin las calidades arriba expresadas, como
son estudios o capacidad de estudiar, y que no hayan
dado escándalo, diciendo que no siendo así
no los quiere ni admite. Los de Aragón pueden
venir a Madrid, como los de Castilla, que no
pierden camino. Los de Valencia sería gran rodeo
que se vayan derechos a Sevilla. Los de Andalucía
allí se reciben, remitiéndolos para cuando el comisario
vaya, o si están lejos como en Badajoz, que tomen
su camino a Sevilla a su tiempo.
A los que fueren llegando a Madrid trátelos
con agasajo, dándoles por la mañana chocolate.
Y si le pidieren algo de poca monta, no se [a coste]. Y
sea regla general hasta Acapulco, que a todos muestre
buen rostro y cariño sin particularizarse con ninguno,
aunque el trato sea proporcionado a las personas,
pues claro es que se debe más respeto al
antiguo y sacerdote, que al hermano o lego, mas
sea igual la estimación de cada uno en su grupo. Y para su

su consejo, o confianza de los negocios, y cosas que esfuerza
encomendarlaes, no repare en [letura], ni antigüedad, sino
en sí reconoce virtud y buen juicio en el sujeto. Y
si con algunos se hubiere de particularizar, sea con estos,
mostrando que lo hace por los buenos talentos que reconoce.
En habiendo tropa de ocho o más, trate de despacharlos
o a mula o en galera vacía, que siempre se halla
en el paradero de la plazuela de la cebada. Y en ella podrá
meter juntamente cajas de ropa de la misión y suyas.
Y nombre en cada tropa uno por mayor, que no conociéndolos
aún puede ser el más viejo, dándole para el camino
a razón de a diez pesos poco más o menos por sujeto, según
hubiere reconocido en su viaje de Sevilla como
corren las cosas. Y a cada tropa lea la patente del
general, y encargue mucho vayan con toda modestia,
ponderando cuánto escándalo sería que unos religiosos,
que van a la conversión de los infieles, y preparado
el ánimo para el martirio, diesen mal ejemplo en
los caminos. Y les advierta a todos, siempre que la conversación
[eligiere] lugar, que ni estima ni a menester
sujetos que no sean virtuosos y religiosos, y que los que
no fueren tales, antes desea se queden en España, pues
en la provincia han de ser de mayor daño que servicio. Y así

en caso de huírsele alguno, que si huirá. No se apure. Antes
diga con consuelo, y sin enfado, “No tiene espíritu ni
vocación para la misión. Más vale que él se vaya ahora
arrepentido de ir con nosotros, que no que nosotros
nos arrepintamos después de llevarle.” Y como digo, no
[temase], que los quien Dios le diere, no se los quitará el
Diablo por más que haga.
En la hospedería de San Felipe se suele pasar
trabajo, y a veces no caben en el convento. Cuando Fray Álvaro
pasó, el mismo prior le dijo que ni había celdas
ni camas. Por lo cual, se concertó con una casa de
posadas en la calle del arenal, y allí los recogió. Y
le salió más barato que en San Felipe la hospedería.
Esto la ocasión y el tiempo lo dirán, mas en
todo caso no los hospede el comisario fuera sin consentimiento
del prior, que se expone a grandes pesares.
Procure, pues, despacharlos luego a Sevilla
de forma que él salga el último, o con los últimos.
Y cuidado si las mulas son de retorno, que con mediana
diligencia se averigua, que es grande la diferencia
en la paga. Y si se halla con plata, deje
alguna en poder del religioso, que tiene los poderes
de la provincia por si después llegan algunos misionistas
los avíe a Sevilla. O si no hay plata,
prometa letra, que el procurador si se porta siempre

con la verdad y fidelidad que debe, halla muchos que
le fíen. Y así en todas sus cosas ha de portarse con mucha
verdad, y la menor falta de ella, y más en
materia de[ maravedíes], será de gran deshonra
para él y su provincia.
Antes de partirse de Madrid, se despida urbanamente
de todos los señores del consejo y oficiales
de secretaria. Y tome todas sus cédulas y despachos
del consejo, y llévelas al oficial de Filipinas, dándole
algo por despedida como uno o dos doblones, y
ruéguele que reconozca todos los despachos para ver
si les falta algo y si está tomada la razón en
las cédulas, aunque sean duplicados. Y si nada
falta, dé a Dios las gracias, y si falta, diligéncielo. Y despedido
del convento, tome su camino a Sevilla.
Y siempre pondere que lo que más desea en su misión
es sujetos virtuosos, y assi sobre el temor de Dios hay
letras, es grande el bien. Pero, si falta lo primero, antes
daña que aprovecha lo segundo. Y macear en esto importa
mucho porque hay unos letorcitos de media tijera, que
piensan honrar la misión, por [qu.tro] consecuencias.
Y a título de ellas proceden sin modo ni religión porque
los casos son malos, y puede ser que viendo este dictamen
fijo en el comisario, se refrenen y entren en
más cordura.

§.6. Para Sevilla.
Aquí hará de repartir los transportines y almohadas con sus
sábanas y fundas para que haya camas en que dormir,
mas no reparta más ropa hasta estar embarcado. Déles
chocolate por la mañana [con pan, queso] y el más
barato desayuno, y háyase con la misma urbanidad
con los religiosos sevillanos, aunque no sean de la misión.
Si en Sevilla le quitaren algún religioso, tenga paciencia,
pues el consejo y nuncio están lejos. No riña,
por eso, con alguno mas protéstele las censuras con paz,
ponderando el mal que se causó, y carga de restitución.
Y abra más los ojos que en otra parte, porque hay
poco tiempo de experimentar los sujetos, y le encajarán
el díscolo por santo, como a Fray Álvaro
sucedió con uno. Y tenga esta regla, si consultare
sobre ello a religioso sevillano, que no faltan siempre
allí muchos buenos, repare en si se excusa
diciendo que no conoce el sujeto, y no quiere empeñarse
en abonarlo si no tibiamente. Si esto ve,
crea que el sujeto es ruin, que si Fray Álvaro
hubiese observado esto con el dicho uno, no se hubiera
engañado. Si es bueno, luego se lo alabarán
diez veces más de lo que es, y en aquella
provincia y casi todas, los sujetos son jarros de aldea,
que todos se conocen. Desde aquí trabaje en que no
haya parcialidades, antes las abomine, y de propósito

haga más aprecio de los que son de diferente provincia de la
suya, si son virtuosos, clamando siempre: “Aquí todos
somos de la provincia de Filipinas, y no de otra.” Así ataje
toda competencia de provincias, alabándolas a todas y
diciendo la verdad, que hay tiempos en que unas florecen
más que otras, y que todas las costumbres de cada
una, si no son contra constitución, son santas. Más
que todas se deben posponer a la constitución. Contaré
un cuento: mientras Fray Álvaro estaba en la Veracruz,
el que hacía oficio de superior en México
riñó con un hermano porque no comulgó un domingo.
Y fue imprudencia porque había comulgado el viernes,
y este y otros solían comulgar cada semana dos
veces. Alegó el superior que en su provincia los hermanos
comulgaban todos los domingos. Vino Fray
Álvaro y compuso la riña, que pudo pasar muy adelante,
diciendo: “Aquí no somos de esa provincia ni estamos
en ella, sino somos de Filipinas. La constitución
señala los días de comunión. En estos no falten los hermanos
los domingos. O no comulguen, o comulguen si lo
aprobare su confesor, que aquí estamos sólo obligados
a la constitución, y no a los usos de las provincias
que ya dejamos.” Y a todos pareció bien.
En la Casa de la Contratación se presentan los despachos

que trae de la corte, que son la concesión de la misión,
y su paraje, y el despacho cerrado que es la
lista de los sujetos. Visitase para esto al oficial
mayor, que es inferior, y a los señores no es necesario
porque todo el despacho es ordinario. Este oficial
le dirá al comisario como ha de hacer el escrito para
presentar los papeles y pedir la reseña. Y a este tiempo
tiene preparadas certificaciones de los priores de dónde
salieron los religiosos. Y si no las tiene verdaderas, como
acontece, se hacen en Sevilla de diversas manos,
ajustando los días, que son menester para Sevilla
antes más que menos. Verbi gratia, si se supone [que] llegó el
religioso a Sevilla a 15 de junio, la certificación
del que sale de Pamplona podrá ser a 15 de marzo. Malas
que salió de Córdoba si se supone llegó a 15
será a diez del mismo junio. Y para ajustar esto
y lo demás se le advirtió, que guarde el comisario la lista
que presenta al consejo, pues en ella se dice de dónde
sale el sujeto. Ídem sacará otra certificación
del padre prior de Sevilla de los días en que fueron
llegando las tropas. Y estas certificaciones se llevan
al correo mayor de Sevilla (según le dirá dicho
oficial mayor), para que saque la certificación
de las distancias y leguas, y se entregarán todas
al dicho oficial. El despacho del correo suele ser cuatro
pesos lo que cuesta, y puede regañar y note

que el rey da a siete leguas por día, u ocho, y por
ellas ocho reales de vellón, y por los días de [deresión]
en Sevilla dos reales. Vea el comisario cuánto
importa ajustar esto bien para cobrar después en
la Veracruz más o menos estos despachos,
dice nuestro padre, que cuestan como cincuenta o sesenta
pesos. Y así es, y subieran o bajaran poco más o
menos según dicho oficial a quien se paga todo fuere.
La reseña la vienen a hacer al convento y desde
el día antes, recorre el comisario su lista. Y a cada
religioso da el comisario su papelito que lo sepa, para
responder cuando le preguntaren. Porque muchas veces,
le faltan sujetos de la lista y entran otros en su lugar,
y no han de responder si no por los nombres y lugares
que hay en la lista. Y así el papelito contenga: “Responda
cuando llamen Fray Fulano, y diga [que] es de tal provincia
y lugar, y que salió de tal convento.” Y advierta
el comisario, que aunque no haya ficción alguna,
es necesario dar este papelito, para que cada uno
sepa responder sin turbarse ni equivocarse, porque
suele haber algunos muy torpes. Y si entre
los de la misión o vienen italianos, irlandeses,
u otros extranjeros, los podrá pasar por "de Barcelona,"
o "Valencia," que si son vasallos del rey
no es engaño de monta, y corre así. Estos papelitos
de las respuestas se guarden para las dos

reseñas, que le faltan, que son en Cádiz, y después en
la mar ya navegando, y aún otras dos en la Veracruz
y México donde deben ser las respuestas uniformes,
pues se pregunta por la misma lista.
En Sevilla puede prevenirse, o en Cádiz, según
sintiere le saldrá más barato. Tráigase de Madrid
como diez libras de azafrán, mas en Cádiz compre
canela para las moliendas de México como cantidad
con que moler treinta arrobas. Media docena de
botijas de buenas aceitunas, otros tantos o más barriletes
de alcaparras, y alcaparrones, para regalar
con estas cosas en México, y también para el mar del Sur
algunos barriletes de guindas en conserva. Soy de
parecer que no haga provisión de almendras, que se
[apolillan], y sirven poco en el mar del Sur. Vino
para misas para la provincia tampoco lo compre en
España, que mejor le esta [comprarlo] en la Veracruz,
y más con la merced de su majestad que
está en el Hospicio de México, de comprar allí
sin derechos una pipa en que se ahorran cien pesos.
Compre empero algún vino tinto que se llama
tintao espichara de Sanlúcar, que es regalado
y medicinal. Mas no lo ponga en frasqueras,
porque se le perderá al llegar a la altura de Canarias
como a Fray Álvaro sucedió, sino póngalo

en barriles pequeños de a cinco arrobas. Podrá
empero comprar una frasquera de aguardiente
mistela en Cádiz, que sirve en todo el camino,
y otra frasquera con tres frascos de agrio de cidra
de Génova, y algún agrio de limón o agraz, y agua
rosada, y cosas así que todo puede meterse
en una frasquera. No soy de parecer que
compre más medicinas ni aguas frescas. Que
siempre la nao lleva botica, y cuando es menester
se usa de ella. Y llevarlas de sobra es poner
en tentación a los sujetos de querer sin necesidad
estas medicinas y aguas con gran daño, como
sucedió en la misión del Padre Fray Isidro. Solo será
bien se provea de una jeringa, y un bote de jirapliega,
y recado de echar ayudas, que siempre
son menester y no tiene riesgo. Provéase en Sevilla
de cincuenta o más pares de zapatos para hombres,
no niños, aunque de diferente tamaño, que en la
nao son menester, y en la Veracruz, y délos
solamente cuando viere la necesidad. Y algunos
pares de medias de lana son buenas también
para socorrer a algunos. Con la entrada de las brisas
en el golfo suelen cogerse resfriados. Y para esto
en la frasquera dicha son buenos dos frascos

de agua de borrajas, que tomando un poco caliente
se suda sin riesgo mayor de encendiere la sangre durante
la misión de la China. Es conveniente aprovecharse
en Madrid o Cádiz de algunos anteojos de
larga vista, estuches chiquitos, relojes de campanilla,
todo esto no de lo mejor, sino del más barato
con que esté exteriormente algo curioso. Algunas
imágenes y pinturas del Salvador o de Nuestra Señora etc.
Todo lo dicho arriba se compra en Sevilla
si se halla o dónde pudiere. Libros le saldrán regularmente
más baratos en Madrid. Y tenga por
aviso no cargar de libros predicables [romancistas],
que es droga y acá hay harto. Lo que más es menester
es sumas de moral, según se le hubiere encomendado,
y de los libros nuevos teólogos, o canonistas,
dos o tres juegos. Por ahora necesita la librería
de Manila de todo el juego de Barbosa,
de un Sánchez de matrimonio, y si se halla,
un juego del cardenal de Lugo. Historia moderna
tampoco es de despreciar. Obras antiguas, aunque
sean santos, pues acá hay, y sirven de poco.
Y [también] provéase de un cajón o dos de bujías, para
la misión decir misa en México, que es buen
ahorro.

Paréceme que de hoy en adelante, puede enviar esta
provincia a México algunas mantas para hábitos negros.
Si esto no se hiciere, será menester que en Sevilla
o Cádiz compre el comisario anascotes, o picotes para dar
hábitos en México. =
Ajustados los papeles recados y reseña de la contratación
de Sevilla, se trata del viaje a Cádiz. Y
antes se me olvidó de decir, que la reseña se hace en
nuestro convento. El comisario raras veces tiene celda para
ella, y más que suele venir uno de los señores jueces
de la Casa de la Contratación, con el oficial mayor
recíbesele en la celda de un padre ministro amigo, y previniese
colación chocolate, agua fría, o limonada. Y cuidado
aquí de que cada uno tenga su papelito con el
nombre propio, o el que se le ha mudado, con su patria
provincia y convento de dónde viene. Y aunque estas drogas no
las ignoran los de la contratación, es necesario obrarlas de suerte
que no las entiendan.
Para ir de Sevilla a Cádiz se hace una memoria
del [foro] de la misión, diciendo tantas arcas, tantos
barriles, tantas botijas para el avío de la misión,
y esta memoria se presenta en la aduana de Sevilla.
Y allí se toma despacho para que todo pueda caminar
a Cádiz por el río en barcos. Y en el río salen las guardas
a visitarlo, y si les puede contentar con dos
cajetas o cosa así alquílense pues los barcos necesarios

para el pasaje de los religiosos y toda la carga. Y se mete
en ellos algo que comer para el viaje, que podrá ser hasta
Sanlúcar (donde se compra más mantenimiento) de tres o cuatro
días si el viento es en contra. Y [nora] aquí, que se me
olvidó, que cuando en Madrid se hagan las camisas, conviene
hacer cuatro tablas de manteles largos de refectorio,
y hasta 100 servilletas pequeñas. Que aunque
en la nao el capitán si se come a su cuenta da ropa de mesa,
en este viaje, y después en la Veracruz no puede
pasar sin ropa de mesa la misión. Conviene
mucho no caminar a Cádiz con la misión hasta
el tiempo crudo, esto es hasta cinco días o seis que llegue
a Cádiz. Con este tiempo, y no antes. Que con tres o cuatro
días que tenga en Cádiz antes de embarcarse, hay lo
suficiente para su reseña y despachos. Y porque
el convento de Cádiz es pequeño, y no hará el prior
poco en [sufrir] allí la misión cinco días
o seis, y para esto es menester agasajarlo.
Suelen algunas misiones en Sevilla,
[y aconteció] con la de nuestro Padre Cruz, que salen
desde el convento en procesión, acompañados de algunos
religiosos de él, los misionarios cantando
la letanía. Y llegan así a la Torre del Oro, donde
están los barcos. Y allí un misionario hace una
plática, y después se despiden de los del convento
y se embarcan. Esta función para hacerse se aconseja

el comisario en ella con el prior de Sevilla. Y si
la aprueba se haga, y si la contradice dejarla más
en Cádiz al embarcarse no es dispensable porque todas
las misiones la practican. Y así no hay que tomar
parecer, sino dar por supuesto que debe hacerse y hacerla.
En Cádiz va la procesión hasta la puerta
de la mar, y antes de salir en un buen lugar de la
calle se hace la plática. Y para estas pláticas de
Sevilla y Cádiz desde Madrid el comisario echa
el ojo a dos buenos predicadores de buen [guito],
y se las encomiendan para que se aparezcan, y las
tengan bien estudiadas. La materia puede ser
ponderar el gran bien que Dios hace a los que
nacen en tierra de católicos donde beben la
verdadera fe con la leche. Que este gran beneficio,
no se puede volver a Dios mejor, que dejando
por su amor la patria, y caminar en
busca de los infieles para enseñarles la fe verdadera,
y hacer conocido a Dios, que esto es
lo que al presente ejecutan los misionarios.
Y ponderar lo mucho que en esto hacen, si es
por verdadera caridad de Dios y del prójimo
y que así se desnuden de otros afectos o fines
y sólo por el más perfecto se embarquen, fiando
en Dios que les ayudará llevándolos a salvamiento.

Esta como digo debe ser la materia, el tratarla dignamente
pertenece al predicador, que lo hará según supiere
más o menos de retórica. Mas el comisario le encargue
que en todo caso, predique con brío y muchos gritos, procurando
fervorizarse, que conviene mucho esto.
El comisario encargue la superintendencia de la misión
a uno antiguo, y de su mayor satisfacción ponderándoles
a todos cuánto conviene ir con modestia en
los barcos, y cuánto se escandalizan los seglares de ver [acion]
menos medida en los misionarios. Y váyase por tierra
a Cádiz por el Puerto de Santa María que adelantará
cuatro días, o más que le hacen al caso.
Supongo como esto atrás dicho en la estancia
de Cádiz que en este puerto ha dejado correspondiente
hombre de bien. Fray Álvaro no pasó por Cádiz, y con
todo lo buscó y halló. A éste se le avisa, que t[apalabre]
navío marchante, y si avisa que lo tiene y el concierto
es cómodo no espere a más sino, remítale
poder para que celebre la escritura de concierto. Mas
note aquí que nunca señale número determinado
de sujetos sino sólo diga que el rey le da licencia
para embarcar verbi gratia cuarenta, que su intento es llevar
antes más que menos, mas que es mercadería poco fija,
y que no sabe si se embarcarán todos, o si faltarán
algunos y así sólo puede hacer el concierto de embarcar,

embarcar, y pagar cuantos embarcare a razón de tanta
plata cada uno. Y no fije número por más réplicas que
haya que se pone a riesgo [cuidente] de pagar cuatro
seis de vacío. Fray Álvaro, que no debiera, determinó
después de mil importunaciones el número, y se lo
querían hacer luego pagar, y el zafarse de esta droga
le costó gran diligencia, y más de doscientos pesos.
No se [mate] por poner en la escritura condiciones
impertinentes, como si "me ha de dar principio,
a comer, o postres, o tantos platos, o agua", todas con
cosas ociosas porque si el capitán es hombre honrado lo hará
muy bien, y si es pícaro, nada cumplirá de estas
simplezas. Las condiciones que no se han de omitir son
que la mitad se da en Cádiz de la plata, y la mitad
en la Veracruz, o México a tanto plazo. Según
en esto se concertaren: que ha de meter en el navío
tantas piezas de arcas (por eso conviene que todo cajón
que meta aunque sea de libros sea en figura
de arca) que suele ser a razón de dos frailes una,
que ha de meter tales o tales piezas de su avío como son
barriles de vino. De trastos pequeños no se hace caso.
Y si la nao es grande no se hará de esto mucho aprecio,
mas si pequeña habrá porfía. Y en fin es menester
regatear en que entren estas cosas, por no alquiler

otro lugar. Que ha de meter tantos criados, de segunda
mesa. Que por lo menos a cada ocho sujetos corresponde
un criado y fuera de los criados filipinos que lleva,
si se le ofrecen algunos no los deseches, que puede ser se
aficionen al hábito para legos, y aún para de misa podrá
sabiendo latín, meter algunos por criados para
probarlos en el servicio de los religiosos que esto se queda
a su discreción.
No se puede dar regla sobre a qué precio ha de
concertar porque los años son diversos, sino es tomando
con los inteligentes parecer. Nuestro Padre Cruz concertó
cada sujeto a 236 habiéndosele arrepentido el
capitán que primero había concertado por papel simple
a 215. Y así conviene, que en poniéndose el
precio en la razón, qpor si o por su confidente haga
el comisario la escritura. Y casi le sucedió otro
tanto a Fray Álvaro, que habiéndole prometido
concertar a 220 luego se le hizo atrás, y lo hubo
de efectuar a 228. Y no se descuide en tomar tanto
de la escritura para llevarla consigo. Y advierta
que antiguamente las misiones hacían su
matalotaje, y comían por su cuenta, ya el día
de hoy conciertan todas con el capitán casi en
esta [fra] que recopilare. Que les ha de dar la cámara

de popa enteras con los catres fijos (que el capitán hace)
que en ella cupieren, y los que faltaren en el barcazar,
o santabárbara, limera. Que han de meter tantas piezas
de cajas en dichos lugares, o el capitán les ha de
meter en otro lugar que ha de dar de comer a primera
mesa a los religiosos y en segunda a los mozos, y que
tantos. Que la paga ha de ser tanta, o en Cádiz, o en
Nueva España. Mas si por accidente no pudiere
venir así concertado, concertará los lugares de los
catres, y fato, y rancho, y meterse su matalotaje
que hay hombres abonados en Sevilla que hacen enteramente
un matalotaje como se les pide por un tanto.
Ya lleve por su cuenta el matalotaje o ya
sólo su fatos, siempre conviene el conducirlo
a Cádiz cerca de la partida para no desembarcarlo
en la ciudad, sino derecho meterlo en la nao
con uno o dos religiosos que miren por ello mientras
se embarcan los demás.
En estando en Cádiz la misión, se vuelven a presentar
los despachos a un oficial de la contratación
que suele ser el mismo que los reseñó en Sevilla
y se hace otra reseña, y se vuelven a cobrar los despachos
con gasto de media docena de pesos. Después
navegando vuelve al general de la flota a hacer otra

reseña ligera, y para todas conviene que cada uno
responda por su [papelero] como arriba se dijo.
Olvidóseme de decir, que al confidente de Cádiz
desde tiempo antes le deje encomendado el chocolate, las
arrobas que según los sujetos fueren menester para beber
por la mañana, y esto en caja hecho ladrillos,
y en otras la azúcar competente. Y con él dos o tres
molinillos y batidores, y dos docenas de tazas para
chocolate. Y al capitán [al] descuido cuando concierte
le avise le ha de dar bizcocho para el chocolate por la
mañana, que es obligación y uso. Misiones han pasado
sin esto pero muy mal, y con graves daños por no tener
con qué desayunarse. Y por esto y que les den algo
juntarse con malas compañías dentro de las naos,
y en perder uno o dos sujetos pierde más el comisario
que en todo el chocolate, y así míralo, y para los
primeros días unas botijas de agua y un barril de
bizcocho, y la fruta que pudiere haber a las manos.
Fray Álvaro nada hubo menester porque desde la
hora primera hizo todo agasajo el capitán, mas
lo común es haber al principio faltas.
A la propartida de Cádiz no deje el comisario
de escribir despidiéndose de las personas a quienes

debe buenas obras, y religiosos graves de Madrid, y
Sevilla, mire que es cosa muy indecorosa esta misión.
Y en avisándole el capitán del navío embarque
los religiosos con la procesión y solemnidad
dicha. Y si fuere menester podrá volver a tierra
o sólo o con sujeto de confianza a ajustar sus negocios.
Suelen estarse dos o tres días a bordo sin
partir la flota, y así es menester oler bien cuando
arranca para no tenerlos así embarcados, no moviéndose
por las piezas, [de leva], ni por lo que el vulgo
dice, sino oír a los prácticos. Porque a veces hay
mares en la bahía y se almadían y vomitan el poco
espíritu que tenían, y son sentados con el mare vidit
et fugit.
§.7. En la embarcación.
No se le quita al comisario, que con los sujetos de la misión,
que juzga prudentes se aconseje. Mas ha de ser
privadamente y no por modo de consulta, de suerte
que entiendan le han de gobernar y que por sus votos
sean resolver las cosas, porque todo será una [rediveles].
Antes procure sin decirlo obrar absolutamente
en lo que ve es razón sin doblarse por dictámenes vagos
que son ciegos. Y si reconoce que alguno se hace
cabecilla, y gusta de tener séquito y halla por
los suyos como procurador de este haga menos caso.

Y desde que se embarque procure bajar los humos aún
a los doctos predicándoles, que traten de aprender las
cosas de Indias antes de querer [arbitrar] en ellas, que
son unos niños con barbas (y así es) que en estando
un poco por acá entenderán algo de las cosas. Y comenzarán
a entender la mayor verdad, que es que nada
entendían de Indias, por más lo que lo presumían.
Desde aquí procure apartarlos de pensamientos ambiciosos,
diciéndoles, que viene a servir, no a mandar
y que los más humildes serán los más aceptos. Que no imaginen
([u no imaginan]) que acá no hay gente, que lo
que ellos son fueron primero lo que acá están, y
sobre la ciencia que ellos llevan, tienen los de acá, la que
acá han aprendido, y sobre todo la experimental.
Y así en viendo que alguno blasona de que acá le han
menester, y que le rogarán con las dignidades, que
no faltan tantos de estos [lo vio] mucho con los demás,
que no faltarán cuerdos, y les persuada que el camino
de subir es servir y merecer.
Supónese que la mayor parte se almadía, o se desabre
con la mar: trátelos el comisario con compasión
y cariño animándolos, con que dentro de
pocos días se quitará el almareo y sanarán. Unas
veces los capitanes en la comida, y el agasajo
no lo hacen bien. Y otras aun haciéndolo bien

no le contenta a aquella cáfila de niños impertinentes
que no es otra cosa una misión recién embarcada, y sin
experiencia; entrando en este número aún los sujetos
virtuosos y graduados de ella. Y comienzan
primero a murmurar del capitán y a pedirle gullerías,
y desatinos y querer reñir las faltas. Esto
no lo consentía el comisario diciendo, que él fue quien
concertó con el capitán y que a él y no a otro toca
reconvenirle de las faltas y así no consienta que ninguno
hable al capitán o sus criados de estas materias porque
será grave la inquietud, que pasara y se dará mal
ejemplo, y aun escándalo: porque todos los vagos
como gente que no ha salido de su tierra, aun lo que
es puesto en razón, no aciertan a tratarlo con sosiego
y prudencia. Cuide mucho el comisario que sus
religiosos no se pongan en conversaciones con marineros
o gente de pocas obligaciones, afeándoselo
y diciéndoles que sepan estimar, porque de aquí
se originan muchos males, y las fugas en Puerto
Rico porque esta gente les da ánimo y se lo facilita.
Evitar que salten en Puerto Rico es difícil, mas
el comisario use de esta arte, que Fray Álvaro
aprendió [errandola]: Pondere desde el principio
del viaje las enfermedades que suelen coger los
que saltan en tierra: y llegado el lance dígales

que para ver la tierra basta ir allá a merendar una tarde:
y para esto pídale la lancha al capitán y haga con el que la
prometa, diciendo que primero es menester atender al
avío de la nao, y de esta suerte los vaya engañando
hasta la partida, para que o no salten, o por lo menos sea
por poco tiempo y lancha segura en que volver. Más desde
el principio envíe dos o tres religiosos con los criados
y la ropa a lavar, que esto es inexcusable: y encargue
les que compren y vayan enviando cuantas frutas
pudieren comprar, sin ser escaso en esto, que con las
frutas se entretienen como niños.
Luego que se embarquen, ajuste con el capitán
y capellán cuantas misas pueden decirse, y según el
número las reparta igualmente entre los sacerdotes
cantándose así Vg. sean tres las que se pueden
decir cada día, que serán 21 en la semana. Si trae
Vg. 20 sacerdotes les [habrá] a cada uno 3 en la
semana y sobra una, que podrá aplicarse así
haga pues una lista u póngala pegada en la
cámara, que diga domingo dicen misa fulano
y fulano, lunes etc. advirtiéndoles que ninguno
ha de decir más misas, y solo si voluntariamente uno
quiere ceder a otro su misa lo pueda hacer; que
con esto ahorrará innumerables porfías y aun

riñas de mal ejemplo, y dé selo el comisario no queriendo
decir misa sino cuando le toca. [abreve] este
estilo, que cuando no dice misa indefectiblemente la
siga, y no por modo de imperio sino de persuasión
eficaz procure que todos los sacerdotes y hermanos la
oigan; asentando que ninguno beba chocolate hasta haberla
oído: Fray Álvaro cuando le cabía siempre dijo
la primera misa al romper del alba, y se la oían algunos
hermanos y aún sacerdotes, que siempre hay buenos
en las misiones, y entre ellos ponderaba lo mucho
que los seglares se edificaban debernos oír misa, y
acabada entraba con ellos a beber chocolate, y se seguían
las otras misas y según iban diciéndose entraban
los demás al chocolate, que con esto se da tiempo para haberse
y no beber de montón. A la tarde siempre
asistía al rosario, y exhortaba a los religiosos no faltasen
más porque en las misiones numerosas a veces
no pueden caber en el [valcazar], tenía encomendado
a uno de los religiosos celosos y antiguos lo rezase dentro
de la cámara al mismo tiempo que afuera, y no
puede omitirse sin mal ejemplo. Después del
rosario se da de beber a lo que lo piden y para esto
se llevan un par de botijuelas de confites.
Procure el comisario juntar aunque no sea sino
media docena de sujetos bien inclinados, y con

ellos rece el oficio divino a horas fijas, como después
del chocolate las horas, y después a las cuatro de la tarde
vísperas y maitines, y agradezca los demás que
se agregaren a los dichos, que es bien sean todos voluntarios
aunque con los hermanos se puede usar demás
mano llamándolos a rezar; principalmente a los
que no acostumbran [a sudar] a rezar a los sacerdotes
que suelen juntarse tres o cuatro con un sacerdote,
y a estos dejarlos pues se ve rezan. Las horas
intermedias gaste las el comisario con algún libro
de moral, y con los que se le juntaren trate de lo que
ha leído procurando que todos están entretenidos,
no ociosos; y algunas horas permítales jugar a
las tablas (para que meterá dos o tres tableros de tablas
y ajedrez) mas no dinero por ningún caso, ni
menos naipes y sobre esto muestre todo rigor y
empeño, y si alguno jugare y le constare, lo
declare por excomulgado, para que todos teman: y
guarde se de ser flojo en esto, que lo pagara con
graves pesares que de los juegos se originan. Cuando
sucediere algún desorden público, como sucede
muevas veces, Vg. darse de moquetes, perder
al superior el respeto, muestre [se hombre] y aun si fuere
menester eche al culpado unos grillos, que el

capitán se los prestará: que esta resolución de
no consentir desorden grave y corregirla parece
a los seglares santísimamente y todo lo que el súbdito
escandalizó con su acción, edifica el superior
mostrando dientes, y crea que si los muestra al
primero y segundo desorden, no llegara el tercero:
el comisario no conviene riña a cada paso las
cosas: sino repare si los desórdenes son manifiestos
y llegan a pecado mortal, y si tienen estas
dos calidades, no se acobarde, que Dios le ayudara
y los mismos de la misión se harán de su parte:
más si la cosa no es claramente pecado mortal, o no es manifiesto,
o [disemale] si puede, y si no, sea la amonestación
como de hermano y amigo, ponderando
los inconvenientes, porque murmuraron de él nunca
muestre mal rostro, que todo es fruta de la mar, sino
en viniéndole ocasión al disimulo muestre para
que se satisfagan, la razón que tuvo en obrar lo murmurado,
pero no sin ocasión muy apelo. Y en fin
procure el comisario tratarse como uno de ellos, no
tomando más para si queda a los demás. Sino menos
en todo; y no se haga grave, sino jovial tratando
a todos como amigos, y con chancas a veces, y otras
con palabras melosas pasan el tiempo, y nunca

responda con desabrimiento a ninguno, que bien se puede
negar sin él, dando razón de porque no le da gusto,
y mucho menos muestre hocico que dicen, sino buen
rostro: tragando, y mas tragando lo que como queda
dicho no es pecado mortal: que así se va pasando.
En Cádiz sabrá quienes son los que vienen expuestos
de confesores de sus provincias y a estos, y uno a otros, hará
que allí se presenten al obispo, para que en la nao haya
confesores: y con el capitán y capellán ajustará
que días quieren sermón y los sermones que hubiere
repartía los entre los sacerdotes, y aun hermanos si
hubiere hábiles y de estudios en [estre] ellos; esto se entiende
en las fiestas. Mas si trajere algún predicador
rosario y de facilidad pida licencia para que
un día o dos en la semana antes del rosario haga
platicas, y en ellas trate cosas morales Vg. primera de la
fealdad del pecado, segunda de la justicia divina,
tercera de su misericordia, cuarta de como se deben confesar,
y otros asuntos así que se pueden tomar
del despertador de [banua], y otro misión ante
todo esto sirve de traer los sujetos ocupados, y
fervorosos y de hacer la obligación que de misionarios
con no poco fruto que se suele coger de confesiones

en los seglares y por lo menos se edifican deber
a los religiosos empleados en estas cosas. Y todos
estos aviso sirven proporcionadamente en el mar del Sur.
Pláticas de la doctrina cristiana son excelente cosa:
Fray Álvaro cuando los muchachos [pares] rezan, se iba algunos
días a la proa, y allí habiendo pedido licencia a
capellán y capitán (que esto siempre debe hacerse)
decir "Señores hay quien quiera oír la doctrina cristiana
que hay grandes indulgencias y perdones para los que
la oyen explicar?" Y luego explicaba dos o tres artículos
del credo, o paternóster, o mandamientos sin artificio
alguno, y solo con los términos que le venían
a la boca, y hacia la exertacion que podía: y subía mucha
gente de popa de la más grave venir a oír; y
quizá se les pegaría algo: porque muchos no saben
el rezo sino como papagayos. Si hubiere semana
de misas procure coger la el comisario y dividir las
misas, y después si le parece en la Veracruz
dar les a todos alguna cosa su [per numer.a] para ellas muchas
veces le preguntaran del Hospicio de México
dígales mucho de su sitio y amenidad, y que en fin
es un convento y que en él sea [decisión] como [ental]
aunque con ligereza pues el coro es rezado, y los
estudios no pesados por las muchas fiestas, y en fin

que sin faltar a las obligaciones del estado se ha de pasar bien en él.
Luego que de fondo y pueda se desembarque el comisario
con dos o tres religiosos y ajuste su hospedaje en el convento
que con cualquier agasajo se contenta el prior, y
se le pega no poco de las misiones, y busqué en que desembarcar
los religiosos de la lancha del navío no hay que
haber caso, sino que sea el capitán muy afecto, y así
lo regular es buscar barcos en el lugar, que cuestan
muy bien, y en ellos va uno de los religiosos que [saltó] con
el asacar los demás y [sus trastos], y los otros los reciben
en la playa y con carretones los conducen al convento y todo
cuesta plata, sino tiene ventura de encontrar con algún
devoto que le haga bien. Entre tanto visita el
comisario a los oficiales reales de urbanidad, ya
aquí tendrá el comisario letra del presidente del hospicio,
y si no busca prestado, y mejor si en España
le [sobre] plata llevarse 500 pesos como Fray Álvaro,
y con esto al punto lava la ropa, mulleses y
ruegan no faltan a pagar en México, y así trata
de despachar cuanto antes los religiosos pero antes
se presenta con los despachos que trae de Sevilla

ante los oficiales reales, y estos hacen la reseña y
se responde por los papeleros arriba mencionados.
Y concluida esta función, que se vayan a México
de ocho con ocho y cuando más diez en cada tropa.
Dáseles a razón de 10 pesos por cabeza: y también
chocolate de él que sobre del viaje, y un superior en cada tropa
que la rija y haga el gasto. Y en todos estos
viajes no omita el comisario la ordinaria predicación de
que vayan con modestia y den buen ejemplo, y los avisos
de algunas cosas del camino, como que en la Puebla se detienen
siempre a descansar las mulas un día, y en el
vayan juntos, y den beneficio al prior del convento con urbanidad
y con la misma le beban el chocolate. Y que no digan
mal de nada, que es cosa odiosa. Que en alabar las cosas
materiales, no hay mucho inconveniente aunque no sean
muy primorosas y se hacen bien vistos. Que en alabar
las morales hay más peligro, mas no encallar y no juzgar
de ellas, y que no alaben las de España.
[No se] aquí el comisario que como se dijo importa
más de lo que pensara el desembarcarse luego que de
fondo el navío, lo primero para que alcance el aviso
que se hace por el correo, y en el escribir a México
al hospicio y amigos. Lo segundo que hace más al caso
es porque el conde de la Monclova dejó asentado en
la Veracruz, que oficiales reales no den un real

a nadie sin orden especial del virrey; y así conviene
alcanzar dicho aviso del correo (para que si [dura] este orden)
escribir con él al virrey, diciendo brevemente "he
llegado a este puerto de la Veracruz con una misión
de tantos religiosos de San Agustín y despachos para
que se meden en la casa de la Veracruz los gastos que
se han hecho en España y de aquí a México suplico a[ Vlas.ca]
envíe los órdenes necesarios para dichos efectos a los oficiales
reales, y a mi muchos en que le obedezca mientras
paso a México a ponerme a sus pies." Y si esta carta
no la despacha en el primer correo atrasara mucho
su despacho.
Al despachar la primer tropa de los religiosos si
hay presidente en el hospicio, despachara el comisario
un nombramiento en que lo haga superior en ínterin
de la misión, mandando a todos con precepto
de obediencia que lo reconozcan por superior; y al dicho
le escribirá secretamente las instrucciones necesarias
para comenzarla a gobernar en especial
que sujetos van devotos y religiosos, y cuales
son más divertidos para que proceda con cautela
y no se fie de todos, y si no hay presidente en el
hospicio, capaz de gobernarla misión, nombrara
secretamente superior y que el nombramiento lo lleva

la primer tropa y la abra en llegando a México. Ítem
enviará otro nombramiento en que señale uno como
superior [que] presida en el coro; y refectorio, un lector
de artes otro [de prima] de teología escolástica
otro de vísperas de teología moral; y señalará
los estudiantes teólogos y los artistas. Y en fin a él
que fuere superior en el ínterin encargará,
que ya por defecto de hábitos ya con otros pretextos
procure divertirlos en casa sin ir a México
hasta que llegue su comisario que el coro sea rezado,
que los hermanos oigan su misa, y no falten a las
comisiones de la constitución, y en lo demás que
se huelguen, recreen en casa y en el campo y no comiencen
el estudio si quince, o veinte días después
de llegados. Si hay presidente en el hospicio
él suplirá los gastos, sino al superior se le adeudar
crédito en México para que se sustente mientras
llega el comisario, y si reconoce en él alguno
talento para procurador a este se le ha de encomendar
el gasto de la misión. Con cada tropa es bien
bajan dos o tres mulas de carga con las camas,
porque Nueva España no tiene mesones con ellas
sino en la Puebla, y si no llevan camas mal
para sus huesos. Desde la Veracruz se les advierta
que en llegando a México han de decir cada
mes 15 misas al uso de la provincia, lo cual

toman bien enseñados a lo de España y si él
comisario tiene limosinas es alguna ayuda, y si no
las aplica por cargos de la provincia de Filipinas ---
Despedidos los religiosos de la Veracruz, el comisario
se queda allí con un religioso compañero a sus despachos,
ya cuando se hizo la reseña, o poco después, el
escribano de la contaduría le dirige en sus cosas
y lo primero da una certificación, que contiene cuatro
cosas. Primera de los gastos del desembarque de los religiosos
y su [fato] tocante a la misión. Segunda del gasto que
ha hecho con los enfermos en tierra; y puede encajar
los de la mar. Tercera de los gastos en lavar la ropa
sucia de los religiosos y puede meterlos de lavar en
Puerto Rico. Cuarta de los arrobas que pesa la ropa de la
misión esto es los arcos de libros y demás cosas:
especificando que en tal cosa se gastó tanto, o pesa
tanto; y es certificación jurada: y con ella ajustan
los oficiales reales lo que para cada cosa
le han de dar, y ajustan los días que allí están
y los que tardan hasta México sobre las mulas,
que el rey paga aunque los muleros gruñan,
negocie con los oficiales reales que antes de salir
efectivamente los religiosos, hagan la postura

del precio, y así mismo con los arrieros por la carga.
O por lo menos haga con ellos el concierto a lo que saliere
la postura, si no ha salido, más brevemente se hace si él comisario
insta.
Aun tiempo [valiendo] el comisario el [fato] y entregándolo
a los arrieros, y juntamente negociando
presenta con los despachos una certificación del maestre
de su nao, de cómo en ella vino tanto número de religiosos
de cuenta de su majestad y con ella y la dicha arriba
se liquiden los gastos de la Veracruz dichos, y los del
aviamiento hasta Sevilla, entrenamiento allí viático,
fletes de nao. Y visto la cantidad que monta aunque
no tenga plata la Veracruz se hace así la cobranza:
Primeramente el capitán de la nao, a quien se le
debe dinero del concierto, como ha de pagar dinero a las
cajas reales, toma esta deuda allí, dándole los
oficiales reales su resguardo y entrada en la caja,
y el da recibo llano al comisario si aún sobra plata,
el mismo capitán la recibe, u otro allí, y se obliga
a pagarla en México. Y de todo se toman
papeles seguros ante escribano que somos mortales.
Y ajustado esto pide el comisario certificación de todo
y un tanto de los despachos en la contaduría y lo da

el escribano sus derechos son en justicia catorce pesos
qué fue lo que pago Fray Álvaro, y más seis pesos
a los escribientes, que hicieron veinte, otras veces
le piden más cantidad y así en esto paga lo menos
que puede; más [no se] para la Veracruz, y México que
algunas veces han dificultado los despachos, y han dado
a entender, que solo dando guantes se facilitarán; más
ningún comisario ni nuestro ni ajeno ha consentido en
tales guantes, sino que se han tenido [tiesos], en que venga lo
que manda su majestad, que todo es muy poco para lo mucho
que una misión gasta. Pero no se quita por
esto a la prudencia del comisario que pueda regalar
a oficiales reales, con dos frascos de tinta [espichada]
un barrilete, o botija de aceitunas o alcaparras,
y cosa así de este tomo, que se queda en términos
de urbanidad, y no pasa a hurto.
§.9. En México.
Sacados sus despachos, y ajustadas sus cobranzas en
la Veracruz camina el comisario a México donde
le espera el quebradero de cabeza con los frailes
en el hospicio, Dios se la repare buena. Aquí y siempre
debe observar aquella regla dada para la nao
en portarse: No pasando por cosa que sea claramente
pecado mortal, o peligro del próximo, y en los demás

defectos tragar con prudencia, o amonestar con caridad etc.
Aquí puede añadir estas notas oportunas. Encargue
a un religioso la sacristía, que ponga y del rezado
para decir misa, y que los coristas las ayuden. A otro
que cuide de dar chocolate teniendo un mozo con agua
caliente y batidor aparejado hasta que las
misas se acaban, y si alguno pidiere la tablilla
sin hacer, no se le niegue. A mediodía un poco de fruta
del tiempo, un principio de carnero, o puerco, y la olla,
y en los días clásicos se puede mudar [enave] el principio
y aun añadir algo según la discreción dictare; a la
noche su ensalada, y dos guisados de carnero. Vino
es en México muy caro, y aún más dañoso, y así
no se ha de conceder a alguno a comer, ni por imaginación,
clamando el comisario ser veneno, y de aquí nadie
le saque: sino [fuese] ya una vez por medicina
no como bebida usual cada quince días, o a menos
que se vayan al campo a Chapultepec, u otro camino
y lleven un jamón o dos, y dulce y fruta: mas no sea
en día de fiesta por el concurso del paseo que
parecería muy mal. A los juegos de tablas a
nada otros de barras y bolos en el hospicio, mas no los
permita sino por las tardes y en todo caso no se juegue

dinero pena de mil pesares.
Algunos comisarios han juzgado que por largar algunos
dineros entre los misioneros los [tendan] más contentos
y seguros, más es un gran este dictamen. Lo primero porque
si se les ha de dar a todos, no hay bolsa, que a esto baste
si a pocos hace a los demás quejosos. De tener dineros no se
sigue más, que [apercer] más ir a México a consumirlos, y
de las idas a México las ocasiones y peligros que se experimenta
en todas las misiones, por ser aquella tierra
donde reina más que en todas [Asmodeo]. Sea pues dictamen
fijo del comisario tan eficaz como secreto, retirar
a los religiosos de toda ocasión de tener dineros,
no solo negándoselos, sino excusando los de que reciban
limosnas de misas. Y creo que mientras no
tuvieren dineros le respetaron humildes, como quienes
han menester, y en teniéndolos le despreciarán soberbios,
y no podrá meterlos en el camino de la razón,
ni aun en el de Acapulco. = Procure tener uno como procurador,
que entre tantos es difícil no hay alguno de buena
alma. Y si este oficio lo quisiere hacer el presidente
del Hospicio de las Infinitas Gracias, si viere
pues por alguno necesito de algo particular y le pide
para comprarlo, no dé a ninguno el dinero en su

mano, se hace quien se fuere, aunque sea ministro, que
es infernal ejemplar. Y le anegarán con peticiones
impertinentes, sino ordene al provincial que le compre
al dicho padre lo que pide y necesita. Y traigo a cuentas
y no tema el enfado de ninguno por esto, que si el tal
es religioso no se escandalizará de cosa tan puesta en razón,
principalmente no llevando otro fin que provéchense
de lo que le falta. Y si se escandalizó es porque tenía
otro fin, y el es bellaco, y así más que se enfade.
Las idas a México son inexcusables, que desde
San Agustín de la Cuevas las frecuentan los descalzos,
con tres leguas de a pie por delante, y así el arte
del comisario se ha de emplear, en que sean pocas, ya que
no puede hacer sean ningunas. Asimismo en repartir
los compendios dando a los más sospechosos, otros de mejor
juicio por mazos y sobre esto tenga echa reflexión
para que así que se le pido la licencia señale a propósito el
compañero.
Su puesto que ha señalado lectores hágales lean
sus lecciones, tengan sus conclusiones y velilla, al uso de
Europa para que con eso todos estén [divertidos], siguiendo
en estos ejercicios el modo y traza que más agradare
a dichos lectores, sin apretar mucho ni reñir por faltas
porque en esto más admirar el comisario a que estén
ocupados unos y otros que a su aprovechamiento, métalos
en fuga que prediquen. Y reparta los sermones

por los días de fiestas no solo entre los sacerdotes, sino
entre los hermanos que tuvieren habilidad, con condición
que uno de los lectores vea antes el sermón, y con esto
deje los predicar sin escrúpulo. Más no permita
sino amas no poder, que ningún predicador se encomiende
sermón de fuera, que tiene muchos inconvenientes,
y así con arte procure evitar admitan sermones,
mire que le pesara, si en esto se descuida.
Después que haya visitado la primera vez al
padre provincial de México, a la segunda le presentará
su patente del padre general, y cortésmente le pedirá licencia
para llevar los religiosos que quisieren pasar a Filipinas
y le rogara publique en los conventos de México
y la Puebla la convocatoria. Y asimismo escribirá
al provincial de Michoacán enviándole un tanto
de la patente y convocatoria, y esto no lo omita,
aunque vea que son pocos los que se mueven a venir, o
que tiene llena la misión lo uno por no privarse
traer algún buen sujeto, lo otro por ser cosa muy
odiosa el no hacer en cada provincia sus diligencias que
después de hechasr, no está obligado a traer sino a los
que fueren a propósito. Más abra bien los ojos, por
haber en las Indias aún mayores engaños que en España

y luego que el sujeto se le ofrezca si tiene buenos informes
de él lo traiga al hospicio. Que él dirá lo que
es antes de embarcarse en Acapulco, y con poco gasto
prueba la persona, y la trae si es de servicio, o la desecha
si no lo es. Muy buenos sujetos han estado en
Filipinas de México y Michoacán, y quizá le tocaran
algunos. Más guárdese de admitir en la misión
unos sujetos [rufalandarios], de las provincias de
España que han pasado a Indias llovidos y de Canarias
suele haber mucho, y aunque se le ofrezcan muy
serviciales, e hipócritas no se fíe de ellos, ni se compadezca
del desamparo en que dicen se hallan, por qué
más obligación tiene a mirar por su provincia, y dice
el refrán que "De rabo de puerco nunca etcétera."
Es cosa ya ordinaria en todas las misiones huirse
algunos frailes y también que los comisarios se alborotan
mucho. Dan parte al virrey, búscanlos con
estruendo, hallan los condes crédito, llévenlos a
Acapulco forzados con guardas y aun grillos, y después
de allá llegados o en el camino, vuelven
a escaparse como ha sucedido a las misiones modernas
de los Padres Recoletos y a las antiguas nuestras.
Y si no, se huyen, que es difícil guardarlos
cuando vienen a Filipinas por la mayor parte donde

embarazo, porque proceden como sujetos, que no
tuvieren honra ni vergüenza, y que están hechos a ser
fugitivos. A Fray Álvaro se le hicieron dos en
México estuvo resuelto a buscarlos por los
pasos que sus [precursores] comunicó lo con el Reverendo
Padre Ministro Fray Francisco Sánchez, que a casi 30 años
asiste en el Hospicio de los Dominicos. Este sujeto
tan experimentado le dio por consejo con
buenas razones que no hiciese tales diligencias que sujetos
tales no son para buscados sino para desechados,
y pues se van que se vayan, ya lego la
práctica de los Padres Dominicos, a quienes se les han
huido en México muchos sujetos estas últimas
barcadas, y no hacen tales diligencias sino antes tienen
aventura, que sus misiones se espumen de estas
heces. Fray Álvaro siguió este parecer, con aprobación
de nuestro Padre Cruz, y siempre será del:
Replicaráse que es cosa dura perder un sujeto
que ha costado tanto es verdad mas lo mismo acontece
si muere y el comisario no lo hecha sino
que el sebo, y si es ruin, como se supone que gana
con traerlo. No se le gusta al comisario que buenamente
procure saber dónde anda el huido, y por medio

de personas prudentes procure reducirlo al rebaño.
Que si él no es sujeto totalmente perverso, esto basta
para meterlo por camino. Y si esto no basta, no
tenga su fuga por perdido sino por ganancia. Más
en todo caso, no se valga de justicias, guardas prisiones,
y estruendo, en que es preciso desedificar
no ganar.
Si hubiere quien pida órdenes, y las hubiere, concédalas.
Más sea sin usar de dispensaciones que se expone
el comisario a muchos absurdos principalmente
si son para sacerdotes. Asimismo si pidiere alguno
licencia para confesar, se vaya a espacio, si no es sujeto
muy conocidamente capaz, porque es fuerza examinarle
con tres antiguos, y si se la concede siendo
ignorante, peca, y si no lo aprueban, son muy sensibles
las calabazas, y se expone a perder el sujeto,
y así es mejor responderle, aquí no hay necesidad
en Manila se expondrá. Más a los expuestos ya en
España haga se presenten al ordinario para confesar allí
y en la nao, que como se navega en cuaresma es muy necesario.
Luego que llegue a México visita al señor virrey,
y al señor arzobispo, poniéndose de bajo de su amparo.
Y después trate de sus despachos, y vea para esto
a los oficiales reales. Y no sé qué algunos misiones

luego que llegan a México se hace la reseña, y se
comienza a cobrar de la casa. Más otras misiones
no lo pueden conseguir hasta, que viene la nueva
de la nao de Filipinas como sucedió a Fray Álvaro
que el virrey [si cerró] a no tratar de misiones
hasta dicha nueva. En fin cuando estos señores quieren,
se hace la reseña, y para ella se previene algún
refresco en el hospicio de ensalada, y cosas de merienda,
y algunas medallas, y camándulas, va ordinariamente
un oficial real con sus escribanos. Aquí se
vuelven a recorrer los papelillos del nombre, patria
convento etcétera que ha de estar todo en prompto. Para esto
se les presentan los despachos que trae de la Veracruz,
y cuidado no haya equivocación en la reseña, y para
todo contingente se procura la amistad del oficial
real de la reseña. Hecha se acude luego a la contaduría,
y se le da alguno al oficial mayor como 10 pesos y menos
a otro oficial si asiste, y al escribano se le ofrece
su paga a la conclusión, y hecha una vez la reseña
váyase despacio [en dar], que los despachos con pocos días
de diferencia no pueden dejar de salir.
Lo que en México se da, es a cuatro reales por [causa]
coronada, y dos por motilona, y si el comisario tiene de que
suplir, excuse el andar pidiendo dinero en la casa

hasta nueva de nao, porque toda libranza cuesta
muchos pasos, y pesos entre arráeces y canoeros. Para
el avisamiento de Acapulco se dan a las coronas 150 pesos
y la mitad a legos, y se ajusta el gasto hasta
25 de marzo. Y si pasa de allí, pídalo en Acapulco
el comisario. Si inverna la barcada en México, se pide
vestuario, y con ejemplares que un oficial de
contaduría descubre pagado, se consigue. Y aun habiendo
invernado en Andalucía el Padre Fray Isidro lo
consiguió, pidiéndolo en la Casa de la Contratación,
Note esto el comisario. Y estando ya para partir a Acapulco
al fin se presentan en la contaduría cuatro certificaciones:
Primera del médico. Segunda del cirujano, que suele ser
barbero en un mismo tomo, y con eso entrar aquí las
rasuras. Tercera del boticario, estos tres fcertifican ante
escribano del gasto y servicio que han hecho a los enfermos.
Y la cuarta es del comisario jurado, de los regalos, dulces,
gallinas etcétera que ha gastado con los enfermos, en
que entrar los gastos de enfermos de la Veracruz
a México, y aun lo que presume hasta a Acapulco
según buena prudencia y conciencia. Y todos los gastos y
aviamiento se procura cobrar debajo de una libranza.
Para evitar enfados y derechos: pasa por la factoría
y veeduría etcétera y de estos pasos el oficial mayor del escribano
de la contaduría dicha alumbra mas en estos

pasos, se pueden regatear los derechos ad titulum paupertatis.
Y solo con los dichos oficial mayor y escribano
es menester abrir más la mano, mas no tanto que se le
vaya todo de entre los dedos. Por último se saca del
escribano de la caja un tanto de los despachos,
y orden de pagar los días que faltaron de pagar hasta
salir el galeón. Los cuales despachos se presentan
a los oficiales reales de Acapulco y estos si
gustan hacen su reseña como se les antoja, o no la
hacen con la bulla. Y si el comisario tiene días que
le paguen. Insta por la paga, y si no tiene días, como
a Fray Álvaro sucedió después de haberles entregado
a uno de ellos, que luego dicen a quién toca los papeles
con mucha cortesía, no los volvió a ver más. Porque si quieres reseñar ellos buscan al comisario para
esto, por este dice a los suyos, que alerta con recorrer
los papeleros de Sevilla tantas veces mencionados.
Y con esto no se dirá aquí más de despachos: pues
en México se cobra todo, y solo habrá algo de cobranza
en Acapulco por detenerse la nao, más de
los días, que en México ajustaron, que como
digo suele ser hasta 25 de marzo. Si queda
algún enfermo se dirá después.-

prevenga el hospedaje y matalotaje, y convendrá
salga de México a principios de febrero. Han
de ir dos de confianza, más uno como cabeza, y
otro solo como ayudante, que si ambos llevan igual
la superintendencia, si son diversos en los juicios
no harán nada sino porfiar. Es bien que lleven estos
un despacho así. Pidiese por memorial al señor
virrey dándolo en mano propria, que su excelencia mande
a los oficiales reales, que señalen en la nao las comodidades
acostumbradas de rancho, y camarote
para el matalotaje de la misión. Y porque ya
el comisario llegado a este lance está muy ducho, no
se pone el ejemplar de dicho memorial, el virrey
manda dar su despacho, que no es bien haga
de costos más de cinco pesos y aún menos.
Una de las cosas más embarazosas para el buen
comisario es disponer su matalotaje, mas ya al pasar
por Acapulco habrá conocido unos agentes universales,
que llaman encomenderos, porque agencian
lo que se les encomienda pagándoles. Por medio
de uno de estos se negocia lo más, y los religiosos que
van a la prevención, sirven de poner espuelas a estos
para la agencia de matalotaje. Y dichos encomenderos
ordenan a dichos religiosos lo que han de hacer en orden
a buscar las cosas necesarias y en fin ad invicem sea

[judan], y mandan. Dichos encomenderos así que
se oye nueva de nao parten a Acapulco, y aun antes
a recibir las encomiendas de Filipinas y negocios
de México, y a casa de estos se remiten luego los
de religiosos que les hace la mesa. Y así desde antes de
llegar nueva de nao debe el comisario tener hecho
trato con alguno de estos, que unos son más [hombre]
de bien que otros, y es ventura hallarle bueno. En
el Hospicio de México se hallan memorias
de matalotajes, que debe recorrer el comisario
y según ellas ver lo que su misión necesita, así
de trastos, como de mantenimientos y por ellas también
colegirá que cosas ha de encomendar al encomendero,
que el aboca dirá de lo que se quiere encomendar, y en
lo que no puede [dar a luz] de cómo se ha de agenciar.
Por estas memorias verá lo que ha de encomendar
a los religiosos dichos, y como los ha de industriar, y por
medio del encomendero los socorrerá de dinero, en
que no se puede dar regla por la variedad de los tiempos.
Acerca de algunos géneros si se hallan baratos, porque
hay quien ruegue, se pueden concertar aun antes
de venida de nao con papel condicional de que
si viene la nao y se despacha los tomara el comisario
a tal precio, en que suele haber ahorros. Porque si
espera al tiempo crudo, y a los precios corrientes, es mucho

el gasto. Nozte que llevar chorizos de regalo
es droga que a todas las misiones se les han perdido antes
de llegar a Acapulco. Meter carneros más que
media docena para los primeros días es malgasto, que son
malísimos y gastan mucha agua, y en fin chicos
y malos. Para principios no puede hacer mejor
provisión en Nueva España que de peras asadas en
horno, que se venden en San Agustín de las Cuevas,
por esto le dije que no comprase almendras en España
que se apolillan y no sirven. Sobre aceitunas sepa
que hay unas de manzanilla redondas y buenas. Compre
de estas aunque más caras. No le engañen con otras
que hay muy pequeñas y largas, tan ruines, que de balde
son caras, y es echar en la calle el dinero. Cajetas
es el mejor dulce, mas no repare en que sean
de cargazón, que a los [vagos] les agrada y si las compra
delicadas de convento serán muy caras. Es común
agradar mucho a los [vagos] el arroz con leche de
cocos, y así haga de arroz y cocos prevención doblada
para que haya cada día esto con su azúcar y canela
para encima que suple mucho. Es también común
meter el comisario barrigas de puercos, y despojos
de puerco, yo soy de parecer que es gasto superfluo por
experiencia, y así fuera de lenguas de puerco y
vaca, que esto sirve, gaste lo demás en solos jamones

y crea a Fray Álvaro, y aunque los compre algo
más caros por no llevar con ellos las barrigas y morcones
etcétera son baratos, y será honra y provecho.
Agua tiene su dificultad por las tinajas, mas esta
es la primer ocupación de los dos religiosos que han
de ir a Acapulco buscar tinajas ya llenas a bordo,
que se hallan, ya vacías fuera, y si una barcada de
40 bocas halla doscientas, no necesita de pipas que es gran
trabajo. Y en caso de haberlas menester, se conciertan
desde México con el tonelerzo, que baja a
Acapulco a componer las pipas del rey. Suelen hallarse
si se buscan con tiempo bastantes artes tinajas en Acapulco,
y conforme hay de misiones y pasajeros, valen caras más
o menos, mas crea que con buen orden dos tinajas
bastan para 40 bocas en un día, dando la necesaria para beber
las gallinas y guisar. El viaje regularmente
es de noventa días hasta Filipinas, y ahora se suele
hacer aguado en Marianas, que es gran alivio.
Chocolate meta el competente según los sujetos.
Con aviso de que solo han de beber una vez al día
mas Fray Álvaro con los días de ayuno les dio
a dos veces. Provéase en Acapulco de unos barros
que llaman "porongos" que hacen al caso. Y encomiende
una [martabana] si puede hallarse que sirva

trastos de cocina. Encomiende al encomendero que de los que
van de Filipinas se suelen hallar suficientes, y si no llevarlos
de México según las memorias que viéndolas
con atención en México con tiempo prevendrá mucho.
De la Puebla se suele sacar el bizcocho y menestras,
mas no es necesario que para estas cosas vaya religioso
a la Puebla, que en México se hallan los mercaderes
de estas cosas, y allí se hace con ellos el trato y lo remiten
a Acapulco. Sus precios no se le pueden ocultar por
lo que corre entre los que caminan a Acapulco. Y en fin
concierta arriero que ha de llevar el matalotaje y ropa
de la misión, y trata de irlo aviando para el puerto.
Antes de salir de México, no se puede dejar
de advertir el yerro de algunos comisarios que para divertir
a los frailes, les han permitido que hagan comedias
o entremeses. Este medio es muy indecoroso a una misión
religiosa. Y así en caso de que alguno se lo proponga
lo abomine el comisario, porque es contra constitución,
y parece muy mal en sujetos que van a convertir
infieles. Y del se seguirá infaliblemente que muchos irán
a México a buscar cosas para el festín, y se publica
y vendrá harta gente novelera a ver a los misioneros hechos
truhanes y hazmerreír. Dígales que los divertimentos decentes
de los misioneros son sermones, actos literarios, que si quisieren
tenerlos, convidara teólogos que los vengan{,} [a a]

a aplaudir. Que para eso compró nuestro Padre Fray Manuel
una cátedra que está en el hospicio.
La fundación del hospicio, según manda la real
cédula, no permite coro, sino un oratorio donde recen
los religiosos las horas. Y vale más cumplir con la real
voluntad, que devociones intempestivas de cantar. Y así
el comisario procure que sus religiosos se junten por la
mañana a rezar las horas menores, a vísperas con las
con las completas, y después de la oración maitines con
la antífona, y sea todo recado. Y por opinión de Fray
Álvaro ni aun una misa se había de cantar, que no
todos los sujetos son igualmente devotos, y se les hace pesado,
y comienzan a faltar, y de aquí se sigue desorden
y pleito. Más vale exhortarles al rezar en comunidad,
pues en fin han de rezar por obligación, que esto
como cosa puesta en razón y de poco peso, la llevan bien.
Desde el principio comunique el comisario, así
con él que hiciere papel de superior, como con los que
leyeren, con cada uno aparte, y con secreto, que procuren
que todos vivan y estudien como si estuviesen en
un convento. Mas que sepan que el hospicio no es convento,
y así no hagan escrúpulo de pasar por faltas
en observancias que no son de pecado mortal, porque hay
algunos imprudentes, que quieren llevar las cosas como
en Burgos, y se levantan de poco unas terribles polvaredas

porque el Diablo sopla que se deshace. Y en este presupuesto
que no usen de penitencias sino de buenas palabras exhortatorias,
ponderando, ¿cuán digno es de misioneros el vivir
con orden? Y que no sean duros en dispensar con la lección
en el reflectores, ni en leer demasiado, y remitir alguna
lección, y en fin que se procure conservar la paz en todo
caso. Que demostraciones, que puedan contristar a los sujetos,
no se han de usar sino en casos graves que pertenecían
a los diez mandamientos con manifiesto pecado mortal. Y
en las demás observancias pasar unas veces exhortando,
otras gruñendo, otras moderadamente reprehendiendo.
Si hay novicios es bien recen el oficio parvo para
aprehender, más no conviene forzar [a ela] otros coristas
si no tienen devoción de [redarlo], y solo con los novicios
se podrá tal vez usar de penitencia con discreción para probarlos,
y que no presuman contemporizar con ellos
sino que están dispuestos a que los echen. Sino proceden
bien, que esto importa mucho.
En el puerto de Acapulco no puede la barcada detenerse
por muchas causas, no obstante el encomendero
tiene prevenido caso avisándole el comisario a él
y a sus dos religiosos y que hagan las barbacoas o catres
para dormir que no se puede allí dormir en tierra. Y
con esto va el comisario aviando sus tropas para Acapulco
de forma que la más temprana salga de México

a cinco de marzo día más {,} o o menos{,} y las restantes vayan
en su séquito con un día de interpolación a lo
menos, y en la última el comisario con los papeles de la
contaduría, y dejandoo ya todo suaves despachado
y en camino antes de salir de México. Y no deje
de despedirse de los señores virrey, arzobispo, provincial, y demás
personas, que le han hecho bien, que es grave falta.
Y para todo esto se supone que el comisario ha de tener
mula en que andar por México que sin esta sería
imposible ajustar sus negocios.
Otra cosa, y que importa desde el principio, acierte
el comisario que ninguno ha de dormir en México aunque
sobre esto riña con dos o tres, porque va perdido
todo si abre la puerta a esto y no tiene fraile seguro
más. Si alguno se le quedare por la primera vez admítale
las excusas que diere, sin averiguar mucho
el caso. Mas procure cautelar no suceda segunda,
y para esto servirá no quedarse el comisario
jamás en México aunque vuelva a las diez de
la noche. Y es regla que todas las observancias, que
el comisario desea en los suyos, las ejecutan primero
en sí, que es el más poderoso modo de mandar
y de inducir.
Para el camino de Acapulco dará el comisario

el gasto en cada tropa a uno, y ocho pesos por causa,
y libra y media de chocolate que sobra. Y les encargará
la modestia de los demás caminos, y que no sean
perezosos en madrugar por los muchos calores, y que
el sol les puede quitar la salud y aun la vida. En
este camino conviene llevar mulas con las camas [aún
más] que en el campo de la Veracruz, y por esto
se encargó tanto en Sevilla, que los colchones sean
transportines estrechos y ligeros para la facilidad.
Y advierta que los precios de las mulas, de los mozos de
mulas, y estas de carga son siempre a menor
precio que los demás de silla y los de los religiosos.
§ en Acapulco.
En Acapulco conviene más el buen orden y modestia
en los misioneros, porque allí pierden el
crédito para Filipinas y la Nueva España si se desconcierta.
Luego que el comisario llegue presente a los
oficiales reales sus despachos de México, y el
despacho del señor virrey para el rancho y camarote,
si los religiosos no lo presentaron cuando
fueron a la prevención. Y [no sé] que si algún religioso
le quedó en México enfermo, debe tomar
certificación del médico. Y asimismo si alguno
queda en Acapulco enfermo, y pida a los oficiales reales

se lo anoten "quedado por enfermo" con dichas
certificaciones, que esto sirve para que después el presidente
del hospicio pida en la casa el sustento
cotidiano hasta que el año siguiente se embarque.
Y como dije si aún faltan días que ajustar, los ajusten
y paguen los oficiales reales hasta el día de
la partida del galeón. Y si nada de esto hay, no cuide
más de dichos despachos.
Vaya luego cuanto antes al galeón y vea qué
lugar de rancho le señalan. Y si es corto pida
más con cortesías instancias más al general de la
nao (a quien antes visitara) [que] a oficiales reales
porque este manda más en la nao. Y así lo hizo
Fray Álvaro, y el general le alargó una [lata, o chasa
más]. Y el buen modo lo consigue todo, que esto ni
se compra ni se saca por fuerza. Ítem vea qué
camarote le señalan arriba, y cual abajo, y tantee
si cabe el matalotaje y fato. Y si no haga con
el general toda diligencia y aun en caso forzoso alquile
camarote al contramaestre, o a otro oficial. Fray
Álvaro con diligencia negoció sin comprar camarote
alguno. Nuestro Padre Fray Manuel compró más. Fue por
enviar muchas cosas a la provincia y dice el mismo

que no sirva de ejemplar. Como ni tampoco comprar
lugar en [toldilla] o cámara para los religiosos
que ninguna misión lo acostumbra, y que pasen los
padres como pudieren, como todos hemos pasados. Y cada
uno reciba la caridad que le hicieren si acaso piloto
o marinero le quieren meter de [limosna] en su rancho, y
si no tengan paciencia, pues tienen tantos ejemplos que
seguir en esto. Y en fin el comisario no haga ejemplares,
que sobre ser costosos, son escandalosos. Y dicen
los seglares, "Y bien que delicados son estos padres pues no
pueden pasar como las demás religiones," en fin Agustinos
que son caballeros y como soldados, más valiera dijeran
"son lo que deben ser."
Reconocido el rancho ajuste con los carpinteros
o de la nao, o del puerto, se lo cierren de [hablas], y
armen algunos catres altos y bajos, y también tablas
para misas que sobre cajas por pies se arma al tiempo del comer.
Asimismo que hagan el [atajadizo] del camarote,
y para todo lleve candados prevenidos de México,
que son menester, mayores para camarote, tres o cuatro
menores para gallineros y tinajas no sobra una
docena, y hecho esto comience, a embarcar los cajones
y cosas que pueden padecer menos hurtos, y las cosas manuales
las últimas. Y es menester comenzar con tiempo
por la falta de barcos menores para embarcar. Y así
la aguada y cajones grandes vayan por delante, las gallinas

gallinas sean las últimas, y no se embarquen de noche,
que ya los soldados están abordo, y raspan cuantas pueden.
Y pues se toca lo de gallinas gaste más en esto que en
otras, y sepa que para 40 bocas no son muchas mil gallinas,
y así se le ha de encomendar al encomendero y
religiosos prevenidores.
El orden que ha de guardar la misión en Acapulco
es decirlos que pudieren (que no serán muchos) [dar] misa en
la parroquial y San Hipólito, y los demás oírla, envolviendo
el chocolate, y todos sentados como pudieren
rezar las horas, y estarse en casa guardados de
los soles. Que el pobre comisario es quien lo ha de andar
aquí, y los prevenidores ya mencionados, [conoce] cómo
se puede. Y después de siesta, recen vísperas y completas,
y cayendo el sol. Mas que se pasen de cuatro
en cuatro o más, que en esto no se repara poco. Y no
anden visitando, que es mucho lo que hay que hacer
en tales días, y cansaran y enfadaran mucho. A la
noche recen todos maitines, y [la Año].
Una de las mayores necesidades es el cocinero. Procure
que de muy antemano se le busque en Acapulco, que
por cien pesos no es muy caro de los venidos en la nao.
Y si en México se le ofrece algún chino no lo desprecie.
Ni en Acapulco a poco precio desprecie ayudantes
de cocina y criados, que suele haber muchos indios
que se vuelven, porque todos son menester aquí más

que en la navegación de España, y aun muchos se contentan
con la comida por venir a su tierra.
Despensero o mayordomo es un ministro
muy necesario o por mejor decir mal necesario de las misiones,
y hay marineros pretendientes de este oficio,
y por nada que hacen piden doscientos pesos como un maravedí,
pero dar más de ciento es conciencia. El oficio
de este es asistir al embarque de todo, y arrumarlo
en los camarotes cuya llave tiene. Después en el viaje,
él, como quien las puso, sabido esta cada cosa, y las saca
así de debajo de escotilla como de fuera. Si el
comisario halla con algún mayordomo bueno, que
se encuentran como cuervos blancos, es venturoso, y dará
los cien pesos por bien dados. En fin para recibirlo, toma
informes de su proceder de personas conocidas de la nao,
y [diez se lo depare] tal si por venturo hubiesse algún lego,
que tuviese virtud y hubiese sido marinero, o fuese
trabajador, esto era mejor que ahorraría muchos
disgustos, gastos y hurtos. En fin de todo cuanto
lleva el comisario así de cajones de matalotaje,
como de fato sin dejar nada se hace listo, y por
ella se embarca y entrega al mayordomo. Y todo lleva
una marca o corazón para que en común se conozca
es de la misión, y un número para que se sepa que cosa encierra.
Verbi gratia [un dibujo de un corazón] [M:] 4. azúcar. etcétera

Y las tinajas asimismo, hasta las de agua, llevan marca
de la misión, y si en hacer esta memoria, no observa mucha
cuenta en [numeración] de cajones tinajas etcétera será luego
confusión y nada hallará.
Provechase desde México de tres o cuatro linternas
y candelas, porque el tener portañuela abierta debajo
de escotilla es ventura muy rara. Y se gastan
muchas candelas, pero no falta en Acapulco este
género y [no sé] el comisario, que se olvidó de decirlo, que
el dicho mayordomo marinero ha de comenzar con su
oficio desde que los dos religiosos llegan a Acapulco
a la prevención y el así siguiente a hacer la aguada, embrear
las tinajas etcétera.
En reconociendo el comisario que se trata de
veras de partir, que es cuando ya el general ha metido
abordo la [soldadesca] y forzados, y los trastos de su
casa, váyase a la nao. Y en esta ocasión
éntralo de embarcarse de los primeros, [porque
se acomodar] a todo mejor que esperando a la
última, que si aún tiene que hacer en tierra
puede ir y venir.
Suelen en Acapulco huirse algunos, y a veces
sin causa, pues nuestro Padre Cruz se queja que allí
se le huyeron tres sacerdotes, a quienes jamás
había negado cosa alguna siendo los más importunos.

Y [sea] dice desengaño de comisarios que cuando los sujetos
son ruines, no bastan beneficios a vencer su
natural, y así crea el comisario, que ni por contemporizar
demasiado con tales sujetos adelanta algo ni por
negar lo que no está puesto en razón a ventura
los sujetos. En caso pues que alguno huya, aquí más
que en México conviene disimular la fuga, y repetir
que no debe de convenir su persona en Filipinas
y no se canse en diligencias que será publicar el pecado y escandalizar
allí sin provecho. Que si los sujetos son perversos
muy bien [le esta] se queden, y si fue liviandad
presto se arrepentirán, y se irán al hospicio por su pie,
como sucedió a los de nuestro Padre Fray Manuel de
la Cruz. Y en fin así en México como en Acapulco,
son erradas cuantas diligencias hacen los comisarios para violentar
a los fugitivos, porque con estas mismas se [obstinan],
y hacen empeño de no ser forzados. Y sin diligencias
del comisario algunos son reducidos de la hambre
y necesidad, y viéndose no buscados, hacen gala de
ser voluntarios y se reducen con más honor suyo.
Prevéngase para esta navegación de martillo, tenazas,
clavos, mecates, y trastos de este jaez, que como todo
va por su cuenta los ha menester cada hora en el rancho.

§ Hasta Manila en la nao
En la nao debe guardar el mismo orden en
las misas, que en el mar del Norte, y que la oigan
los que no la dicen, ni se quieran decir más que los que
el general permitiere, sin ser enfadosos en esto. Que
todos asistan al rosario en común, y los que guardaren
el rancho lo recen allí a coros al mismo
tiempo. Aquí es necesario señalar religiosos que
cuiden del comer y beber de las gallinas, y carneros si
los hay, que son malos y chicos, para los primeros días
solo se pueden tolerar. Señalar uno o dos que
cuiden de la agua, esto es que tenga los porongos siempre
llenos, y que no se desperdicié. Más no se niegue
sino este prompta para beber sin limitación alguna
que con esta libertad se gasta menos con ella. Experimentó
Fray Alvaro que dos tinajas bastaron y sobraron
para beber 40 personas y guisar, y también las gallinas.
Así como tiene el comisario memoria de lo que
metió abordo, ha de hacer memoria de lo que va gastando,
y así, del número de las tinajas de agua, como de
cajones de bizcocho, jamones menestras etcétera para
que sepa lo que tiene siempre. Y no le peguen marros,
que con todo este cuidado le pegaran algunos.
Y [no sé], que así en el mar del Sur como en México

siempre conviene usar más de persuasiones que de imperio,
mas ya en el mar del Sur, los tiene en razón era,
y puede hablar algo más recio, y conviene porque no se
desacredite su misión, pues lo bueno o malo todo se cuenta
luego en Filipinas.
Ordinariamente el galeón sale por semana santa
o antes, para tal tiempo tenga el comisario prevenidas cuatro
o cinco pláticas en los sujetos más fervorosos, que traten
del modo de confesarse y de la pasión de Cristo
[ni] señor aunque no sean muy estudiadas. Y si el general
gustare las hagan unas junto al altar, y otras junto
al trinquete, y a los confesores que confiesen, que suele
haber que hacer bien. Y no solo por semana santa sino una
dos veces en la semana enseñe uno la doctrina
aproa. Fray Álvaro no lo hizo aquí como en el mar del Norte,
porque un padre jesuita tomó esto por su cuenta. Pero
en las demás fiestas si no sale del mismo general el pedirlo,
no se meta en más sermones que interrumpen el juego,
y por esto son mal oídos, mas puedese convidar con ellos,
basta como dijze las pláticas aproa explicando la doctrina
cristiana dos veces en la semana, que entra
la chusma de forzados y soldados son más útiles y
con fruto palpable.
Si va otra religión con la nuestra es menester
en el comisario gran prudencia, y a veces riña

con los suyos, para que haya paz con los extraños. En primer
lugar amoneste el comisario a los suyos, que no se pongan
con los de otro orden en disputa, sobre cual es religión
más antigua, ni más acreditada, ni cual tiene mayores
sujetos o santos, porque suele haber algunos tan tontos,
que dicen mil palabradas. Y otros tan imprudentes que
revientan de que otros alaben su orden y piensan es
descrédito de la propia, y quieren adelantarse a ellos.
Verbi gratia oyera un agustino a un franciscano decir
que su orden es más antigua, y San Buenaventura
fundó la nuestra. Pensará que por esto ya se acabó
la honra de San Agustín. Y con celo disparatado,
saldrá con que San Francisco es hijo de San Juan. Bueno,
hay otras historias con que se encenderá una gran
llama con gran escándalo de los seglares, y ninguna
honra de ambos órdenes. Estos años pasados se juntaron
en la nao que venía el Señor Gobernador
Curuzealegui, dominicos y franciscanos. Unos
ponían en Santa Catalina de Sena llagas. Otros se
las quitaban como si fuese deshonra de San Francisco
que otro ha recibido de Dios este beneficio. Hubo
sobre esto varias disputas riñas palabradas,
baldones. San Francisco ni Santa Catalina no fueron
más honrados. Los seglares quedaron escandalizados

y los frailes muy desacreditados. Si
los comisarios a la primer disputa de estas hubieran
reprendido a sus comunidades, y [respective]
cogido al autor, y puestolo unos días con un
par de grillos debajo de escotilla, los santos hubieron
sido más honrados, sus hábitos menos desacreditados,
y los seglares más edificados. Por menos que
esto calzo Fray Álvaro unos grillos a un fraile,
que los tuvo [aún no] dos días, y con esta demostración
conservó el crédito de su misión, y no perdió, antes
ganó mucho. Qué bien público es, que no abrieron
las bocas los seglares en Manila sino para decir
bien de su misión. Dios lo hizo esto, mas es
necesario que el comisario aplique los medios convenientes.
Y así amoneste a los suyos el comisario,
que su mayor gloria consiste en no porfiar ni
reñir, sino pasar en buena paz. Y que digan de
nosotros lo que gustaren, que nada perderemos por
esto. Y vuelto a decir que ponga eficacia el
comisario en esto, que hay sujetos, que no se pueden
persuadir a esta verdad tan clara, y que la
orden de San Agustín y su crédito consiste en
responder mil necesidades en su abono, y en la

realidad son en su deshonor. Puede ofrecerse la discordia
en que los de otro orden se usurpan todas las
comodidades con daño nuestro. Aquí el comisario
lo primero prohíba a los suyos el meterse en esta materia,
porque le toca a él como cabeza, y después ya
con cortesía con el otro comisario, ya con el general
procure su comodidad, siempre en términos corteses
y de paz. Y si con ellos no negociare tenga paciencia
y no se declare ofendido, sino déjela pasar. Que
con esto cuando no adquiera la comodidad, que pretende,
ganara mucha honra y Dios le asegurara por
otra parte lo que a menester. Y aun el general y demás
gente de la nao oficiales, [que sin que] se la pondere
conocerán su razón, y les ganara la voluntad
con su prudencia. Y en todo caso haga que los suyos
hablen con mucha estimación de la otra misión
y que se oyen murmurar de ella a los seglares. No se
hagan con ellos a la banda, que será ocasión de mil
disgustos, sino que siempre alaben a la otra misión
en general y aun las faltas que vieren en los particulares
las disculpen [inn que] no porfíen con los
otros sobre las misas, cuales han de ir antes cuales
después, sino que si a nuestra misión le caben dos misas

cada día por determinación del general, esas se digan, y
en el lugar que les dejaren. Aun hasta en las disputas
filosóficas, y de teología es necesario amonestar
prudencia y moderación a los nuestros, y que no
sean necios en exaltar verbi gratia la opinión tomista
contra la suarista, sino que se porten en esto como
en cosa que no les [va nada], y que las disputas sean pasatiempo,
y no riña. Permita juego de tablas o damas
pero siempre sin apostar dinero, y amoneste a todos
que no sean tenaces en lugar, sino que desocupen y [ha dar]
el tablero, que algunos lo quieren tener todo el día.
Y si no se atraviesa interés es fácil de conseguir, y se
quitan disgustos.
Desde de Sevilla conviene amonestarlos, y hacerlos
que se traten en todo con cortesía de vida entre
gente honrada y que es digna entre religiosos
y sacerdotes bien nacidos, y aun evite y vitupere,
que se traten de tu aunque sea por amor. Y esto aunque
siempre importa mucho, en el mar del Sur importa
más por venir más metidos entre gente bajuna.
Y si entre si no son corteses, menos lo serán
soldados y forzados con ellos.

Procure evitar que salten en Marianas, porque
tiene esto algunos inconvenientes para la salud, no
el que se queden que los padres jesuitas los harán
volver a bordo. Conténtese con adquirir el refresco
que pudiere. Mas sea sin pleito por esto, que lo
que viene cada uno lo quiere agarrar todo, mas
por medio del general, u otro oficial no se quedará sin
parte, sin ponerse a voces por cuatro sandias, que
será sandez.
Alguna vez no hay capellán en la nao, y el señor
virrey o arzobispo pide religioso capellán. Tome
el comisario este buen aviso, que no le pesara
de ejecutarlo. Nómbrese así por capellán, y no
permita sea nombrado otro sacerdote de la barcada,
que sí expone a mil pesares, si este no es muy bueno
y prudente porque los bagos ordinariamente puestos
[ensanchos], aunque sean bajos, hacen mil alcaldadas,
y obran como quien no tiene experiencia de las gentes
de acá. Que si acaso llegando a puerto de Filipinas
es menester saltar en tierra, el general
fácilmente se contentara con que en su lugar quede
otro de los sacerdotes confesores, pues pocos sacramentos
hay que administrar, y el trabajo del capellán

en la nao es poco, y el comisario [si] le pesa hacerlo
por si puede repartirlo con otros sacerdotes. Y
en todo caso ni admita albaceazgo, ni permita a
sus religiosos lo admitan. Mas si fuere capellán
tráigase de México la suma de Torrecilla, que al
fin de uno de los dos tomos, trae un buen derrotero de
testamentos y estúdielo.
No se meta a cantar misas ni en esta mar,
ni en la otra si el superior de la nao no se lo pide, ni
introduzca más devociones que el tercio del rosario,
y la letanía al ponerse el sol.
Si la nao vine a Cavite poco hay que advertirle
si da fondo en otro puerto, y tiene embarcaciones
para pasar a la tierra firme de Manila, no
pierda la ocasión, previniéndose de dinero, que si no
lo tiene, se lo darán prestado en la nao. Mas solo
tome el necesario según donde parare, que si es en Camarines,
para misión de 40 frailes necesitará
como de 500 pesos y menos, mas si es en el varadero, con
doscientos sobran. En llegando a tierra reparta
las tropas de suerte que ninguna sea mayor de ocho religiosos
y amonéstelos la compostura, que es necesaria en las
casas de otra religión y en llegando a Manila, que
tengan cuidado en dos cosas so pena de desacreditarse

Y tanto perderán en la una como en la otra:
La primera, que no hablen mal unos de otros. Pues más
perderá el infamador que el infamado. La
segunda, que aunque vengan en la misión Fray Basilio
de León en la teología, y Hortensio en
la predicación, no los alaben como ellos merecen,
que se pierden en esto, y mucho más si en verdad
no son ni Hortensio ni Basilio. Porque con estas
alabanzas tantas, y exageraciones intempestivas sean
desacreditado y [redivilisado] muchas misiones. Si
ellos son buenas sujetos ellos lo dirán con sus
obras, y así adviértales en caso de ser preguntados
acerca de los sujetos en común o con particular,
que respondan siempre con tibieza y sin exageración:
hablando siempre en común y particular
bien, pero no muy bien, que harán de la alabanza
vituperio, si es demasiada. Ítem que no digan lo que
en la barcada ha sucedido si puede redundar en descrédito
de alguno sino solo lo que puede ser de edificación,
sin levantarlo de punto. Y en fin dígales
"Padres míos, ya estamos acá. Vuestras reverencias se persuadan
a que todo cuanto han estudiado, no vale para
conocer las cosas de la tierra [taren se] cómo igno-

ignorantes, si quieren ser sabios." Y por último encarézcales
lo que importa, no escoger provincia o conventualidad,
sino dejarse en las manos de Dios. Y los prelados
que haciéndolo así, a donde fueren, se hallaran
también que no los podrán sacar de la provincia
o pueblo con garfios (como la verdad pesa)
y si escogen jamás estarán contentos [con] justos juicios
de Dios. Y para persuadir esto, fácilmente aprovecha
que el comisario no alabe más una provincia
que otra verbi gratia: Ilocos que tagalos. Sino diga
la verdad: que todas tienen sus conveniencias, y
sus trabajos, con que son iguales. Y es muy
contra razón que un fraile traído con tantos gastos
quiera ejercer conventualidad. Y con esto el
papel se acabó, y el [derrotero] = Laus Deo.
[finis coronat opus]

Por obedecer a vuestra reverencia en lo que me tiene mandado, hago esto,
y pondré aquí los puntos, que la experiencia en esta mi peregrinación
me ha enseñado, a los cuales vuestra reverencia sabía mejor dar
el punto, que yo sabré decirlo.
{Al margen izquierdo: pasar plata y oro a España}
La plata que fuere en registro ha de tener intolerables gastos
de derechos, y en préstamos, que tomara su majestad a nunca
pagar, de suerte, que esto y entendiendo, que ha de salir a ciento
por ciento lo del registro, y así es necesario que lo
que vuestra reverencia hubiere de llevar, sea por debajo de la cuerda, en
secretos de cajas, en barriles de chocolate, y lo que se pudiere
llevar en oro será más fácil de encubrir, advirtiendo que
en esto también se pierde, pues a lo sumo vale en Sevilla
siendo de subidos quilates a 19 reales al castellano;
y siendo bajo el oro a 18 reales y medio el castellano
y así es menester, que acá se compre aprecio acomodado
para que la pérdida, sea menos, si se pudiere llevar alguna
plata en confianza de persona segura, como del General Don Pedro
de Ursua sería cosa muy acertada; mas de algunos maestres
y de otras personas no hay mostró, que fiar, que se suelen
quedar con todo.
{Al margen izquierdo: quilatar, oro en Sevilla y hacer doblones}
Lo que vuestra reverencia llevare en oro es necesario en Sevilla quilatarlo
vuestra reverencia por su cuenta, porque allá no pasan por los quilates
que de acá llevan; y sacar papel del contraste, porque de esta
suerte quilatara con fidelidad, y haciéndose esto

como yo lo hice se pierde [muestro] en ello, y es que venden
los nuestros el oro a Juan de Olarte, o Andres de Arriola
o a otros mercaderes de plata. Los cuales sacan un bocado, y
lo llevan al contraste, el cual quilata siempre en favor de
los mercaderes, quitando uno, o dos granos de los quilates
que el oro tiene, porque los mercaderes, y el contraste se entienden
acoplas, y comen como dicen, en un plato. Aseguro
a vuestra reverencia que en el oro que llevé, mío y ajeno, perdí por
esta causa más de 200 pesos. Y por eso digo que, antes de venderlo
ni saber el contraste que vuestra reverencia lo quiere vender,
se lo llevé a que lo quilate y de papel firmado dé los
quilates, que tiene por el cual los mercaderes lo admiten
y pagan. Y si es factible sin daño de la edificación (que
no lo sé), lo mejor sería no vender el oro sino por cuenta
de vuestra reverencia meterlo en la caja de la moneda para que se
hagan doblones, en lo cual se gana. Y lo experimenté
en Madrid, que llevé un [tejuelo] al Padre Claudio Clemente,
y él lo metió en la caja de la moneda, y lo hizo
doblones, y ganó mucho más que si lo vendiera.
{Al margen izquierdo: 3 Pasar a Italia dineros}
Para pasar a Italia no hay mejor moneda que los reales
de a ocho que valen en Roma a ocho julios y medio. Y así
en cuanto se pudiere, es lo mejor llevar plata en cubierta
en secretos [se] cajas etcétera. Y no es malo llevar doblones,
pero el precio de estos en Roma no el fijo pues
corre de 29 a 31 reales cuando yo llegué a Roma va

valieron a más de a 31 y gane así mucho, en los que lleve
en secretos de cajas con gran seguridad.
{Al margen izquierdo: 4}
{Al margen izquierdo: cambios de Roma}
Más porque no es bien ponerlo todo a riesgo, sería
bueno llevar algo en libranzas, que el procurador
de Madrid de la renta, que aquel [coll.o] tiene, las da a 5 por ciento
a pagar en Roma en julios en que se pierden
seis y un cuarto por ciento, y así sale la libranza a once
y un cuarto por ciento, que es notable cambio, y gran pérdida.
Y así yo hice este cambio de otro modo, con
que ahorre muchos dineros, y fue tomando letra no
para Roma donde se paga en julios, sino para Génova
para donde se da a pagar en plata doble de España de la estampa
vieja y no en plata del molino, que es la segoviana,
que así aderezar la libranza, y este cambio
cuesta a seis o a seis y medio por ciento; y le suele dar, y
a mí me le dio el Marquez de Monasterio Don Fulano
Centurion, que es caballero muy pío, y nos hace merced cobrada
la [libranda] en Génova en plata doble de España se
pasa a Roma sin pérdida ninguna y así en este modo de
libranza y cambio se ahorran cinco por ciento, de lo que
se gasta tomando libranza de primera instancia para Roma.
{Al margen izquierdo: 5}
{Al margen izquierdo: no comprar sino alquilar mulas}
Tengo por gran gasto comprar en Sevilla mulas o machos
para hacer todos los caminos, pues las habrá de tener vuestras reverencias en

en Madrid ociosas gastando con ellas por algunos meses,
no hay mejores mulas ni más baratas, que las de alquiler
a toda costa, que en llegando uno se lleva el mozo
las mulas y se acabó con la plana, y a este modo va tomando
mulas para los caminos que hubiere de hacer.
{Al margen izquierdo: 6}
{Al margen izquierdo: sujetos de España}
Es menester ir por los colegios de estudios, y ver que sujetos
piden venir a Indias e informarse muy bien de ellos
si son tales, de algún confidente, que en cada provincia no
faltan llevar la lista a nuestro padre y que su [P.d] los
señale mandando apretadamente a los provinciales que no
inmuten, porque si se deja a arbitrio de los provinciales el
mejor da gatazo, enviando al díscolo, tentado, e inútil
porque les parece (aunque mal) que acá toda moneda puede
correr, y así es menester en esta parte ser un hombre
lince, y yo le he procurado ser [mes por en cosa] a ninguna.
{Al margen izquierdo: sujetos extranjeros}
En los sujetos de otros reinos no da lugar la diligencia
dicha, pero yo hice otra conque suplica falta
de noticia, y fue llegarme a los asistentes, y encarecerles
la necesidad, que acá había de sujetos de plena confianza
y que no fuesen [figuras], que nos diesen en qué entender
y que así mirasen bien, los que señalaban. Y con esto
lo hicieron muy bien conmigo. De Cerdeña no deje
vuestra reverencia de traer que son comúnmente muy buenos religiosos

{Al margen izquierdo: 8. piezas de paño para vestuario}
Es menester advertir que todos los que vienen de fuera
de España no traen manteos ni ropas pardas, y las sotanas
de estameña y es necesario hacerles de vestir en Sevilla donde
vale los ojos de la cara el paño. Y así es lo mejor comprar desde
Madrid dos o tres piezas de Segovia y enviarlas a Sevilla,
con testimonio de que es para nuestro gasto, con lo cual
no se pagan de derechos en Sevilla y sale muy barato.
{Al margen izquierdo: 9 comprar con [tiento] en Roma}
Gran tiento es menester en Roma para comprar cosas
y no se puede uno fiar de todos los nuestros, que a veces son
parte para que seamos engañados en la compra haciéndose
de parte de los vendedores. Y así lo mejor es informarse poco
a poco del valor de las cosas, y después comprarlas a gusto
y lo demás barato que se pudiere, del más extraño que es lo
mejor.
{Al margen izquierdo: 10 Papel en Génova}
En Génova yo compré papel, que me trajeron a Cádiz y a
Sevilla. Con que en Sevilla y en la navegación y en México
he tenido lo necesario, y aún me ha sobrado, ahorrando mucho
en esto. Y con más razón lo deberá vuestra reverencia hacer advirtiendo
que para nuestros estudiantes ha de ser papel batido
mas no cortado, para que puedan hacer cuadernos. Pero para
el gasto de cartas es bueno batirlo, y contarlo.
{Al margen izquierdo: 11. No llevar nada consigo}
Así al desembarcar en Cádiz, como al caminar por
los puertos secos de Aragón, Valencia, y Cataluña, nunca
llevé ningún oro en mi persona, por no exponerme a algún
desaire de los muchos, que a los nuestros han sucedido,
porque son las guardas tan satíricas, que parece, que en el rostro

reconocen si lleva o no lleva dineros encubiertos, y le miran
hasta la camisa, yo pase con grande libertad por todas partes.
{Al margen izquierdo: 12. dineros de Sevilla a Madrid}
El dinero que se lleva de Sevilla, a Madrid se suele
llevar por letra de cambio a pagar a 30 o 40 días después
de presentado no aconsejaré yo, haga vuestra reverencia tal cosa porque
las tales letras se pagan con grandes dilaciones, y cuesta
mucho trabajo el cobrarlas, y aún hay peligro, de que
no se cobren, como yo le tuve de perder más de seis mil pesos
míos, y ajenos por llevarlos en una letra sobre Julio
Cesar es [cuajo la] el cual murió en el tiempo, que se había de
pagar, y tuve muy gran trabajo, y dilación en cobrar. Mucho
mejor es y más segura el dinero que se hubiere de llevar
de Sevilla a Madrid entregárselo a algún
[harriero] de los de los que suelen llevar plata, que es cosa
segura, y cuesta a menos de a medio por ciento, y la
entregan con toda puntualidad en Madrid.
{Al margen izquierdo: 13. comprar libros en Madrid}
Los libros que vuestra reverencia hubiere de comprar, no los compre en
Sevilla que valen muy caros, ni tan poco envíe por ellos a
Francia, ni a Flandes, porque también salen muy caros.
No hallé yo libros más baratos que los de Madrid, donde
hay grande abundancia de ellos así, de los de reino
como de los de Flandes, y Francia, y todos se hallan a
precios acomodados.
{Al margen izquierdo: 14. comprar rezado en [S. G.mo]}
Es grande engaño enviar a Flandes por misales o breviarios,
yo envié por ellos muy con tiempo, y me los enviaron
mucho más caros, que los que compre en Madrid

en la oficina de San Gerónimo, donde se halla todo género
[deseado] de excelentes impresiones, y a buenos precios. Mas
advierto dos cosas. La primera que en esta oficina no se ha de
regatear, sino pagarlo que pidiere el fraile, porque esta
todo tasado por la cruzada y no puede llevar más ni
menos. La segunda que se encuaderne en Madrid, donde
se encuaderna mejor y más barato que en Sevilla. Pero
las manecillas de Madrid son muy malas; y por eso
es mejor no echárselas, sino llevarlo a Sevilla donde
un Antonio de Abadia hace manecillas de gran primor.
{Al margen izquierdo: 15 No encargarse de encomiendas}
Gran cosa sería si uno se pudiese escusar de llevar
encomiendas de seglares así de dineros como de otras
cosas, porque fuera del cuidado, y enfado, que causan
se añaden muchos, y excesivos gastos, que se le pegan
a uno así de portes, como de fletes, y también de aduanas.
Que puedo asegurar, que por esta causa [subastado]
yo más de mil y quinientos pesos. Y lo más gracioso
es, que habiendo, uno gastado tanto, no quedan
los tales agradecidos, sino a veces con quejas. Cierto
que si yo fuera a España me excusara todo lo posible
de semejantes encomiendas de seglares, sino
es que fuesen de alguna persona de tanto respeto,
que no se pudiese atropellar con ella. Y esto corre muy
en particular, si las encomiendas son cajones de chocolate

que cuestan infinito sacar de la aduana de Sevilla {63}
{Al margen izquierdo: 16. contentar a secretarios, etcétera}
Los secretarios del consejo son a quien más conviene
tener ganados por ser las principales piezas del juego,
y así importa ganarles con algunos dones que se entienda
los recibían. Mas con los oidores, es menester
con gran tiento proceder en esto, porque no suceda un
desaire no recibiendolo, y enojándose por ellos a los
oficiales menores de las secretarias no conviene darles
nada hasta que se ofrezca el negocio, que hayan de hacer
porque de lo que se les da de antemano, se olvidan
y cuando, ocurre el negocio quieren de nuevo ser gratificados.
En lo cual yo erre mucho dándoles al principio
muy bien, y después estaban tan olvidados, como
si tal cosa no hubiere sucedido, y era menester untar
de nuevo las ruedas del carro.
{17. Contentar a los provinciales}
Bien es dar a los provinciales de las provincias alguna cosa, mas
no ha de ser a la ida a Roma sino a la vuelta cuando hayan
de darlos sujetos porque lo ordinario es haberse mudado
el no ha de ejecutar el orden de nuestro padre sino sucesor.
{18. Botijas de agua en la navegación}
A la vuelta el ordinario concierta para fletar nao, es que
el capitán de ella se obliga a darnos tanta botijas de agua
cada día, lo cual prometen con facilidad, y después de
embarcados no cumplen sino hacen lo que quieren echando
las excusas, que le parecen. Este se remediaría con que en
la escritura del flete de la nao se pusiese que el capitán

se obliga a dar cada día tantas botijas, y que por cualquiera
que no diere, por cualquiera causa que se pueda ofrecer,
se descuenten ocho o diez pesos de lo concertado lo cual parece
puesto un razón, y con esto el capitán abrirá los ojos
para embarcar agua suficiente y para no hacer agravios
fiado de la paciencia que deben tenerlos religiosos. México
y febrero 12 de 1643
Papel para el procurador de esta provincia de Filipinas.
Por el papel que hice para el Padre Andrés Pérez procurador a Roma,
de la provincia de Nueva España, verá vuestra reverencia los puntos generales
que me pareció advertir. Ahora en este añadiré los
particulares, que para procurador de esta provincia se me ofrecen;
pondrélos por orden de Roma, España, México, y Acapulco.
{1. No ordenan a todos }
Cuantos vienen de las partes ultramontanas, aunque
sean artistas, en siendo señalados para Indias, pretenden
ser ordenados de misa. Esto juzgo, que tiene
inconvenientes, porque no se crían con la sinceridad, y
humildad, que conviene, y parece que el verse sacerdotes
tan temprano no cría la sangre que conviene y no hay quien
acuda en el viaje a oficios humildes propios de
hermanos y así yo trate con nuestro padre general que solo se ordenasen,
los que estuviesen en tercera año de teología, y que yo
haría lo mismo con las españoles, mas después no fue así
sino que artistas de tercera año me enviaren ordenados de Italia
de donde quisieron tomar ejemplo los de España
pero yo no lo consentí. Verdad es, que si estando en

en México se sabe [que] hay en Filipinas falta de obispos; como
a mí me aconteció, que es bien usar de liberalidad y así
yo la usé en México por el peligro que había que se
estuviesen muchos años sin órdenes.
{Al margen izquierdo: 2 concierto con el consejo}
Como las necesidades de España son tantas, la mayor
dificultad para dar sujetos es desembolsar dineros en
Sevilla. Y así el conde de Castillo presidente del
consejo me llamó, para que nos concertásemos, y con vecinos,
que en Sevilla me darían doscientos ducados en vellón para cada
sujeto. Pero que desde la Veracruz se me daría, lo que se acostumbra.
Este concierto no fue malo en el tiempo que le hice,
que el vellón y plata estaban casi en una altura. Pero después
cuando se ejecutó, me estuvo muy mal, por la mudanza
de los tiempos, porque entonces valía la plata a doscientos y veinte
de premio, con que dándome ocho mil ducados de vellón
para 40 sujetos. Fue tanto como darme solo dos mil y
quinientos ducados de plata, y no más, con que no tuve para
pasar el flete del navío, y así me parece, que primeramente
vuestra reverencia procure no hacer concierto ninguno, sino que
se dé lo que se acostumbra y cómo se acostumbra. Pero si el
consejo insistiere en concierto, hágale vuestra reverencia en los doscientos ducados
de vellón por hasta la Veracruz, pero añada, que lo que
su majestad suele pagar por flete del navío de los nuestros
pues no lo paga en Sevilla, sino en la Veracruz, que
lo pague lo cual será fácil de alcanzar. Y yo por falta
de inteligencia, pensando, que estos fletes pagaba el rey

en Sevilla no siendo así; no trate de ello. Mas añado que
si en esto hubiere dificultad, haga vuestra reverencia lo que pudiere,
comunicándolo por escrito desde Madrid con el padre
nuestro.
{Al margen izquierdo: 3. Defecto de cédula}
La cédula de los sujetos, que saqué en Madrid, tuvo un
defecto. Y fue que hablando con los oficiales reales
de la Veracruz y de México, no habla con los de Acapulco.
Por lo cual estos no quieren dar nada sin especial
decreto del virrey, que es nueva dificultad, la
cual se evitará advirtiendo vuestra reverencia en Madrid que la
cédula hable también con los oficiales de Acapulco. Y si
dijeren que no se puede mudar el modo antiguo, replique
vuestra reverencia que antiguamente no había oficiales reales en Acapulco
independientes de los de México, y que ahora los hay.
Y así aunque diga la cédula, que den en Acapulco etcétera
como [habla an] los de México, no quieren darlo los oficiales
reales de Acapulco.
{Al margen izquierdo: 4. Lo que se da en la Veracruz}
El no saber, lo que se suele dar en la Veracruz me hizo
andar a tienta paredes. Y así quiera poner aquí lo
que me dieron para 43 personas. Que vinimos por cuenta de
su majestad de donde colegirá vuestra reverencia lo que ha de pedir para
los sujetos que trajere, proporcionadamente
1. Para desembarcar los nuestros - 29 pesos
2. Para desembarcar la ropa al muelle con barcos - 53 pesos
3. Para llevar la ropa del muelle al colegio - 25 pesos
4. Para lavar la ropa sucia - 83 pesos
5. Para regalar los enfermos - 65 pesos

6. Para alimentos de doce días a 4 reales por día
de 43 personas - 258 pesos
7. Para viático hasta México de los dichos 43.
a 6 reales por día y se cuentan 10 días - 322 pesos 4 tomines
8. Para 43 mulas a 20 pesos cada una - 860 pesos
9. Para novecientas arrobas de carga, de ropa y
libros, a 10 reales la arroba - 1125 pesos
De suerte que me dieron en la Veracruz 2820 pesos 4 tomines
2820 pesos 4 tomines. [Mas] es de advertir, que en las cinco
partidas primeras y en la 9ª se pone más de lo que con
efecto se gasta. Por cuanto en otras cosas dan mucho
menos de lo que es menester, como en la 7ª partida
del viático quedan a 6 reales cada día para
sujeto y mula, y no lo hice yo con dos pesos. Y también
se hacen otros muchos gastos para los cuales no da el
rey nada. Y es tanto esto que hasta llegar a México
gaste yo más de 500 pesos más de lo que el rey me dio,
con que se asegura la consciencia de lo que se añade en la
certificación que a vuestra reverencia pedirán los oficiales de dichas
partidas 1. 2. 3. 4. 5. y 9.
{Al margen izquierdo: las mulas}
Las mulas suelen alquilar los mismos oficiales
reales de la Veracruz. Y si vuestra reverencia las alquilare, como
yo hice, y fueron extremadas, ha de ir el alquilador
a dar carta de pago a los oficiales reales. Mas
él no recibía todo el dinero, sino lo que a mí me parecía,
por lo que podía suceder -

{Al margen izquierdo: 6 - correspondencia con oficiales}
Conviene tener buena correspondencias con los oficiales
de la Veracruz, mayores, y menores, porque todos son
menester, y regalarlos con algo de España de devoción
de Roma. Las tinajas, que se traen para agua,
son de estima, y las suelen pedir, y no se les pueden
negar. Yo les di tres, que traía y muchas cosas de
Roma, y algo de Castilla como pasa, almendra,
aceite, etc.
{Al margen izquierdo: 7ª certificación de la Veracruz}
Es necesario sacar en la Veracruz de los
oficiales reales certificación del dinero que
se recibe en la 6ª partida, que son los alimentos,
y del de la 7ª que es el viático. Porque
sin esta certificación no cobrará vuestra reverencia nada en
México. Yo no me descuidé de esto, que mil veces
se la pedí. Mas siempre me decían que no era menester.
Y vióse después, que se engañaron, porque
los oficiales de México no me querían pagar, y
obligaron a enviar desde México por la certificación
de lo dicho, en que hay esperas y dificultades.
Y cuando uno está en la Veracruz, lo puede
hacer con facilidad.
{Al margen izquierdo: 8. matalotaje doblado.}
En Sevilla conviene hacer el matalotaje doblado
de algunos géneros, que son menester para esto [tromar],
como vino, vinagre, pasa, almendra, alcaparra
aceituna, y cosas tales. Porque si no, se habrán
de comprar en México a precios muy subidos

{Al margen izquierdo: 9. Virrey y oficiales de México}
Es necesario procurar en México tener entrada con
el virrey, y ganar a los oficiales reales de México
para muchas cosas que se ofrecen. Yo les presenté cosas
curiosas de Roma con que los tuve muy ganados.
{Al margen izquierdo: 10. Lo que se da en México -}
En México nos dan cuatro reales para cada día de
todo el tiempo que se está en Nueva España, descontando
los días de estancia en la Veracruz, y los del
camino hasta México. Mas es de advertir que aquí
se distingue de padres a mozos, [o hermanos] [coadpetores]. Para
aquellos, en que entran también nuestras estudiantes,
se da un tostón cada día, mas para estos se dan solo
dos reales. Asimismo para matalotaje y avío de
los sujetos, se dan 150 pesos para cada uno. Mas para
los mozos o [coadpetores] 75 pesos para cada uno.
{Al margen izquierdo: 11. Vestuario.}
En México no se da vestuario. Pero sí, si por algún
caso ocurrente de falta de navíos [dechirca]
se detuviesen los nuestros un año más, que en tal
caso se suelen dar 50 pesos para cada sujeto, como
se dieron cuando vino el Padre Álvaro de Humanes,
del cual ejemplar se ayude vuestra reverencia si fuere
menester, y esto consta de los libros reales.
{Al margen izquierdo: 12. Médico, y botica}
También en México me pagaron estas tres partidas:
- Para el regalo de los enfermos - 300 pesos -
- De visitas de médico - 140 -
- De botica, y sangrías, o barbero - 052 -
Y es de advertir, que de la primera del regalo de los -

enfermos, presente y certificación de que había gastado
aquello. Y de lo del médico, y boticas y sangrías,
pedí a un médico amigo una certificación, que me
dio dándole yo un regalo. Y aunque yo no hubiese
gastado esto, y por lo menos no tanto, se justifica,
con que el Colegio de México lo gasta, y con
que el rey no nos da para otras mil cosas de suerte
que al cabo de la jornada, ha puesto la provincia
muchos pesos, aunque el rey dé todo lo dicho.
{13. Decreto para pasar en Reales}
Sacase del virrey decreto para que los oficiales
reales me paguen, los cuales no me querían pagar
en reales, sino en barras, en que se pierde dos reales
en cada marco y en mis partidas, iban a decir
más de 400 pesos. No me aprovechó el tenerlos ganados,
sino que claramente me pidieron concierto,
y les di 150 pesos, para que me pagasen en reales después
de haber gastado con ellos mucha cantidad.
Toda esta pesadumbre evitará vuestra reverencia diciendo
en el memorial que presentaré al virrey, que mande
su excelencia se pague en reales, y no en barras,
por ser para gasto menudo, lo cual no dejarán
de sentir los oficiales reales, y detendrán la
paga cuanto pudieron. Pero paciencia, que harta
tuve yo con ellos.
{14. Decreto y cartas para Acapulco.}
También se ha de sacar decreto del virrey, y [aun]
carta de recomendación para que los oficiales reales

de Acapulco paguen los alimentos, que es un tostón
cada día, hasta el día que se embarcan. Si no es, que
la cédula (como dije en el n.º 3) hable también
con los oficiales reales de Acapulco este decreto,
y carta del virrey ha de tratar también de la
casa, que se nos da en Acapulco para vivir mientras
allí estamos, y de que nos den buena comodidad
en las naos, y despensa capaz para matalotaje
y cajones de libros, y demás ropa.
{Al margen izquierdo: 15. Certificación de alimentos para Acapulco}
De los oficiales reales de México se saca
certificación de lo que han pagado de alimentos,
para que paguen los demás hasta embarcar los
oficiales de Acapulco.
{Al margen izquierdo: 16. Camino de Acapulco}
Siempre el camino se hace de cuaresma,
hasta Acapulco yo le dispuse en tropas de a diez
cada una, dando a cada tropa dos mozos, y una
buena mula de carga con dos petacas, en que se
llevaba cantidad de queso, pescado seco, chocolate,
azúcar, cajetas, marquesotes, pan, vino, fruta, etc.
con que lo pasamos bien en camino que tan falto está
de todo, y pudimos ayunar. Las tropas comenzaren
a salir desde 1º de marzo, una después de otra
para que en el camino no concurriesen, con lista
de las paradas, o jornadas, que había de hacer, y con
orden apretado, de que no caminasen con sol, que es mortal

y así se guardó, y se llegó con bien a Acapulco.
{Al margen izquierdo: 17. Visitar a los oficiales de Acapulco en México}
Los oficiales de Acapulco suelen residir en
México a donde luego que llegue, los visite, y presente
cosas de Roma. Porque es menester
tenerlos ganados para Acapulco, que dependemos
de ellos, en especial en la comodidad de la nao.
{Al margen izquierdo: 18. Enviar a Acapulco padres}
En habiendo noticia en México, de [la] venida
de naos de China, conviene enviar a Acapulco
a algún padre inteligente con un hermano para que compre
tinajas para agua, y disponga otras cosas de
matalotaje, y avío para la navegación (las cuales
se compran, y previenen mejor en Acapulco que en
México), y también para prevenir la casa y hacer
barbacoas, en que duerman los nuestros, por ser muy
enfermo dormir en el suelo. De todo lo cual
se le ha de dar una memoria e instrucción.
{Al margen izquierdo: 19. Cargas.}
Las cargas, si se despachan a Acapulco con los primeros
arrieros que van a Acapulco antes de navidad,
cuestan a 7 reales la arroba. Pero si se detienen
mucho, cuesta a doce, y a catorce reales la arroba.
Yo las despaché muy temprano, con que todos
los arrieros me rogaban y ahorré muchos pesos.
{Al margen izquierdo: 20. Casa en Acapulco}
El rey nos da casa en Acapulco y ora sean
muchos los sujetos, ora pocos, da 300 pesos para
ella. Yo como traía tantos hube menester
casa mayor, y pagué 400 pesos. Y así puse cien pesos

más. Si vuestra reverencia no trajera tantos por ventura
podrá ahorrar.
{Al margen izquierdo: 21 Con los superiores de México}
De suma importancia es guardar buena
correspondencia con los superiores de México para
que los de Filipinas vivan en tres y de dos en dos,
para que no salgan de casa con los de allá, para
que haya cuidado con ellos y no se maleen en
México, como ya ha acontecido. Y más peligro
hay en la Puebla. Y por eso puse yo toda eficacia,
en que ninguno quedase allá, que fuera
perdición.
{Al margen izquierdo: 22. Seglares con tiento}
En traer seglares tuve gran tiento, mirando
por primer principio en el buen natural, y probándolos
muy bien, y parece me hizo Dios merced
en esto.
{Al margen izquierdo: 23. Candelas}
Cantidad de candelas es menester embarcar
en la primera navegación han de ser de sebo. En la segunda
me parece que sean de cera, porque las de sebo (como
yo experimenté) no sirven, y es dinero malgastado,
y con lo mismo que segaste en cera hay
bastante.
{Al margen izquierdo: 24. Vestidos de Filipinas}
Mucho convendría, que a la vuelta hallase vuestra reverencia
en México algunas sotanas, calzones, jubones,
y medias de Filipinas, que a mí me hizo

falta no hallarlo, aunque lo había pedido unas y muchas
veces.
{Al margen izquierdo: 25. matalotaje}
El matalotaje importa, sea muy abundante,
para que no haya falta, aunque caigan muchos
enfermos, como a mí me aconteció, que parece
hice matalotaje superflaco. Mas todo fue
menester, y más con la llegada a Lampón, donde
si no tuviéramos matalotaje que nos sobra, hubiéramos
pasado mucha necesidad. Ya he dado a vuestra reverencia
lista de nuestro matalotaje y donde se hizo, por
la cual en proporción colegirá vuestra reverencia lo que
es menester para más o menos sujetos, nosotros
éramos 43 y más diez de otros, que [semos a]
llegaron, y de criados.
{Al margen izquierdo: 26. Caridad en la nao}
En ambas navegaciones usamos de caridad
y liberalidad en la nao, en especial con
los necesitados, que es importante para ser amados,
y no hacerse odiosos. Mas es bien, que no
todos los nuestros tengan mano para dar, que
eso es desorden y así lo prohibí yo. Esto
ha de tocar al ministro, y algún padre prudente
que tiene superintendencia de los enfermos y
necesitados.
Finis coronat opus

Entre otros libros que se han de comprar según las direcciones
de la provincia o según al padre comisario mejor le pareciere, que
servirán en estas islas a los religiosos, se comprarán hasta veinte
juegos del mejor, y más breve curso de artes, otros tantos juegos
del mejor, y más claro compendio de Theologia scholastica, y
otros tantos de Summas morales de Busenbaum en Latín, los
cuales servirán a los que coristas y sacerdotes que hubieren
de estudiar en Manila en que no había falta alguna, por ser
así muy necesario. Y así Y grande utilidad de la provincia y así si
conviniere añadir al número de 20 algunos más se podrá hacer, pero
no disminuir el dicho número.
{Al margen izquierdo: Presentóse la última libranza [en] Manila el año de 1713.}
Nunca será bien, que el padre comisario se olvide de
sacar las cédulas, o mercedes de su majestad para que se
den los ciento y cincuenta pesos de medicinas al Convento de San Pablo de Manila del Orden de Nuestro Padre San Agustín y
asimismo libranza de aceite y vino de misas para
todos los conventos de comunidad y ministerios de la
real corona.