Don Pablo
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- Don Pablo
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- Don Pablo
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Relación y otros instrumentos sobre el desacato de los Naturales de Dongalo. 1717.

Don Guillermo de Velasco - Don Pantaleón de Salazar -
[Don itepganilang] - Don Juan Pérez -
Don Juan [u] de de Mendoza - Esteban de León -
Don Bartolomé Mabitang -
Don Pedro de [Mulac] - Por ruego Domingo de Cabrera -
Don Pablo Suárez - Don Juan Pascual - Pedro de los Santos -
Francisco Rodríguez - Por ruego Don Pedro de Mercado -
Don Diego Bernaldo - Por ruego - Fray Don Juan Sulit -
Por ruego=Don Antonio Pagiligan - Por ruego- Don Juan de Guzmán -
Por ruego= Don Agustín Marcelo -
Mateo Sarmiento - [ Don Jhbay ] -
Por ruego Don Pedro Dalandan -
Por ruego - Don Agustín Ramos - Pedro Suárez-
Juan Moninca - [%] Joseph Palomares -
Andrés Rodrigues - Don Pedro delos Reyes -
Por ruego- Juan del Castillo -
Por ruego- Cayetano Bautista - Sebastián Esquivel -
Nicolás delos Santos -
Don Joseph González -
Andrés de Salazar - Don Pedro de Velasco -
Por ruego Don Nicolás de san Pedro -
Don Andrés Rodríguez - Don Bartolomé Vitales -
Ruego = Francisco de los Santos -
Clemente Deodicho - Don Juan Rodríguez -
Alonso de Carvajal. Sobre el alzamiento de los Sangleyes del año de 1639 y 1640.

acudió a entrarse por la puerta grande, que como estaba cerrada,
se juntaron afuera de todo género de gente tanta multitud, que
abriéndoles la puerta se atropellaban. Y una negra decía:
“Españoles, ahí están los sangleyes, ya vienen entrando.” Estaba
Don Jacinto de Balderrama y Don Pablo el de Doña Gerónima [de Talavera]
acaso a caballo que comenzaron a correr y dar voces: “Arma,
arma, españoles, que ya los sangleyes están dentro de Manila.”
Aquí fue la confusión. Las mujeres salían desnudas, [los] de afuera
a entrarse en Manila y [algunos] de Manila se iban hacia la fuerza, tocaron
alarma, dispararon piezas para que en Cavite estuviesen advertidos
y en los contornos de Manila. En casa fue el temor en algunos de manera
que querían matar [a] los sangleyes del convento para asegurarse.
Nuestro Padre Medr.o, el padre prior, y yo los detuvimos, y echaron se los sangleyes
en nuestra cárcel, que estaban con más miedo que los españoles.
Acudimos a las puertas del convento. Yo fui a la trasera, y el
portero me dijo: “Padre, por esta calle van ya marchando los sangleyes
en todo el convento.” No había más arma que una espada, y
enviamos casa de amigos a buscar lanzas y armas. Estuvimos nos
los más en la portería por si fuésemos necesarios.
Todo era confusión en la ciudad y casas descubrir los vecinos
y acudir a caballo, salió el [oydev muibuiose] con un alcalde
acudió a la puerta de Bagumbayan. Hicieron [que] entrase la gente,
que era lástima ver [a] los indios e indias con su hatillo a cuestas.
Nuestro Padre Medr.o despachó a Fray Vicente luego a Tondo a que sacase
su escritorio y ropa de él y lo trajese. Estaban las puertas cerradas
y con orden que nadie saliese pero que entrasen todos,
de manera que fue a pedir licencia al gobernador, dando por título [que] iba
a que pusiesen el Santísimo y sacristía en cobro, y él le dio cuatro
soldados que le acompañasen en esto. Llegó el Padre Villamayor
de la compañía que estaba allá, junto a [Minian] en San Pedro, que
dijo: “Había llegado Aduna allí con la gente, y se había encontrado
con los sangleyes que venían marchando.” Él me
dijo [que] serían más de tres mil y que él iba con Aduna, que encontrando
con la primera tropa, que sería de doscientos, los
acometió con brío y desbarató y mató más de ciento. Y viendo
este buen suceso, quiso continuarle contra los demás

y el valiente del [Padre Compañia Rojas ] y otros tres españoles que venía
de [Passi], como los vio los llamó. Y ellos preguntaron por la virgen
dijo estaba en la iglesia. Fueron allá sacaronla y la plata, y echaronse
[rio] abajo. Llegando a San Pablo vieron la multitud en el embarcadero
de sangleyes dijeron querían llegar el padre. Decía hiciesen [sa]
[cam.o] ellos no hay que temer que buena defensa tenemos con nosotros.
Llegaron. Dieron dos cargas. Mataron nueve sangleyes. Faltóles
la pólvora, y vinieronse. Y como el Padre Covos venía más muerto que vivo
de el susto y malanoche no estaba en sí. Llegaron a la puesta de los almacenes.
Y con el respecto de la virgen que traían (aunque yo había avisado la trajese
de secreto) la llevaron a la capilla real. Avisaronme estaba allí y
yo iba con una silla para traerla. Llegué a la capilla. Ya tenían a mi virgen
colocada en el altar mayor. Quise traela. Dijome Don Pablo de Artosa tenía
orden para no la dar ni dejarla salir. Fuime al señor gobernador ponderéle la estimacion
que la [p.a]hacía de aquella santa imagen. Y que aunque su señoría era dueño
de todo, y en especial por muchas razones de lo que esta [p.a] tenía, no daría
yo buena cuenta de lo que me había encomendado. Dijome él no había buscado
a la imagen sino que se había entrado por sus puestas que le había [sobrado]
devoción que así deseara tenerla allí, y que pediría el beneplácito
al padre vicario [pl y a ir] yo haciendole a el dueño le hablé a lo [teatino], dijome
que si quiera se la dejase un novenario que le quería hacer con
el campo. Yo le dije estimando el servicio a la virgen, y [honría] a la religion
que permitiese se le hiciese en el convento. Al fin tanto insté que me
dijo que la daría pero que quería él entregarmela con una procesión
con el tercio. Yo lo estimé y agradecí. Fuime a la capilla y
estuveme con mi virgen a donde luego concurrió la poca gente
que había en Manila. El Governador convidó al cabildo religiones [hasta]
a nosotros ciudad y [medio.] Pregonasen la procesión para las cuatro.
Colgaron las calles y la iglesia y la adornaron. Y el padre prior lo
hizo. Y hace con grande aparato. Colgaron y aderezaron ricamente
la iglesia nuestra. Y el padre prior quiso ir revestido. Pedimos licencia al
señor arzobispo para la procesión. Salió de la capilla con governador y audiencia [de la]
ciudad y religiones y todo el cabildo eclsiastico sin faltar
ni el dean con todo el tercio y gran multitud de luces. Llevabamos
nuestro guion y estandarte y el de la capilla. Quiso el señor
governador la trajesen sus capellanes. No reparamos en eso aunque los
prelados acudieron a sacarla. A la puerta de casa estaba un
escuadron. Allí me la entregaron, y la metimos y pusimos en
Información del gran milagro del pueblo de Caysasay [Casasui], 1619

{[308] 393}
en todo lo que supiere y fuere preguntada. Y siéndo pre-
guntada si es verdad que fue en compañía de doña Catalina
Guinatoan y de doña Luisa Tarolan con otras algunas personas,
por el principio del mes de julio pasado a visitar y rezar
en el dicho lugar y sitio de Quisasay, donde se dice haber apa-
recido la Virgen gloriosa, y haberse visto muchas veces mucho
resplandor y claridad extraordinaria dijo
que, es verdad que iba con las dichas doña Catalina Guinatoan y doña
Luisa Tarolan y con otras cuatro o cinco personas a visitar
y rezar en el dicho lugar; y que yendo viendo una gran claridad
y luz en el dicho lugar, para mejor gozar de la tal luz ma-
taron una de dos candelas que llevaban, y la otra escondieron
en el zacate. Y como perseverase por un gran rato la dicha
luz, dice esta declarante que luego que cesó la dicha claridad,
vio en el aire a modo de candela grande encendida en-
cima del dicho sitio, como que alumbraba a los que allí
llegaban. Y que esto es la verdad debajo del juramento
que tiene hecho, en que se afirmó y ratificó. Y lo firmaron de sus
nombres los dichos juez e intérprete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gerónimo de Medrano. Fray Gabriel de Rojas. Bernardo de Landecho.
Al margen izquierdo: Nótese aquí está entre los milagros un testigo llamado doña María Sadyatanan que da testimonio de una maravillosísima aparición, y así es en razón de esto duodécimo testigo.
{Al margen izquierdo: Testigo doña Madalena Dayantomo que afirma muchas y diversas cosas.}
En este pueblo de Tal, en once días de mes de octubre de mil seisci-
entos diecinueve años, los dichos padres, priores, jueces en esta causa
hicieron parecer ante sí a una india mujer de don Pablo
Carayg, sargento mayor de esta jurisdicción de Tal, y dijo mediante el dicho
intérprete llamarse doña Madalena Dayantomo, natural de este pueblo y vecina del
pueblo de Calanga, y de la cual fue tomado y recibido juramento por Dios
Nuestro Señor sobre la señal de la cruz según de derecho, so cargo del cual prometió de
decir verdad. Y siendo preguntada al tenor de la comisión de Su Señoría Reverendísima
dijo cuanto a lo que toca haber visto a la Virgen glorio-
sa que un jueves a mediodía estando gran cantidad de gente haciendo

Fray Juan Bautista de Montoya, prior de este convento de
Taal y juez nombrado por el reverendo padre don fray Pedro de
Arce, obispo del Santísimo Nombre de Jesús, y gobernador de
este arzobispado de Manila, para la averiguación
de esta causa dijo que por cuanto Pedro Pérez, no-
tario nombrado para esta causa estaba ausen-
te y no se podía hallar a esta averiguación,
en conformidad de lo ordenado por nuestro padre provincial
en virtud de la comisión que tiene, hacía
el nombramiento de secretario e intérprete en los
dichos padres fray Fernando de Cabrera y fray Francisco
de Castromonte. Y lo firmó en cuatro de febrero
de [mil] seiscientos veinte años.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Ante mí, fray Fernando de Cabrera. Fray Francisco de Castromonte.
{[Al margen izquierdo] Recuerdo.}
Y en el sitio de Casaysay, en cuatro de febrero de [mil] seiscientos
y veinte años, nuestro padre provincial fray Alonso Barona, y el padre fray Juan
Bautista de Montoya, juez nombrado, mandaron pa-
recer ante sí a don Pablo Caraig, principal del pueblo
de Calangay, para la averiguación de esta causa
del cual se tomó juramento en forma de derecho, y él
lo hizo por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz, y prome-
tió de decir verdad de lo que supiere y fuere pregun-
tado; y habiéndole dado a entender mediante el padre
fray Fernando de Cabrera, prior del convento de San Pablo,
intérprete nombrado lo para que es llamado dijo
que martes, habrá seis meses poco más o menos, le envío
el padre prior a hacer una iglesia en este lugar y sitio
de Casaysay, por razón de haberse él convidado
por la mucha devoción que tenía a la sacratísima
Virgen que había oído decir se aparecía en aquel
lugar, y que habiendo estado aquí martes y miér-
coles con mucha gente haciendo la iglesia, el jueves
siguiente encomendó muy en particular a dos in-
dias, la una esclava suya llamada Panavin,
y otra llamada Ybagsic, natural del pueblo de

-más personas que estaban allí, era una doña Cata-
lina Sanyantanan, y doña Úrsula Dimarbion, principala-
de Taal. Y que el niño tenía el vestido blanco, que
no hay cosa con que poder comparar la blancura que
le quitaba la vista. Y que la Virgen era de color mo-
rena tostada y el niño muy blanco. Y que esto es públi-
co haberse parecido a muchas personas de diferen-
tes lugares. Y es lo que sabe y la verdad so cargo del
juramento que hecho tiene, y en ello se afirmó
y ratificó. Y dijo ser de edad de cincuenta años
poco más o menos. Y lo firmó de su nombre y con
él los jueces e intérprete. Y añade más, que esta
cuevecita donde estaba la Virgen gloriosa cuando se a-
pareció no estaba hecha ni casa ni la había visto él, aunque lo
había mirado hasta el jueves cuando apareció, y que
por eso subió a mirar qué había en la cuevecita dicha.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona. Fray Juan Bautista de Montoya. Don Pablo Caraig. Fray Fernando de Cabrera.
Ante mí, fray Francisco de
Castromonte,
notario.
{[En la margen izquierda] Testigo}
En el mismo sitio de Casaysay, este mismo día, mes y año
arriba dicho, nuestro padre provincial y juez nombrado mandaron
parecer ante sí a doña Angelina Oralian, natural
del pueblo de Bavan, de la cual se tomó y recibió jura-
mento en forma de derecho, y ella lo hizo por Dios Nuestro Señor y la
señal de la cruz, y prometió de decir verdad de
lo que supiere y fuere preguntada. Y habiéndo-
le dado a entender lo para que es llamada mediante
el padre fray Fernando Cabrera, intérprete nombrado
dijo que, lo que sabe es que habiendo oído decir
que en este sitio había aparecido la Sacratísima
Virgen María, y que había una fuente que tení-
a agua que con ella sanaban los enfermos; vino
a este sitio esta declarante un viernes por la ma-
ñana, llegó a este sitio y estuvo todo el día hasta

dado a entender lo para que es llamada, dijo que, habrá
cuatro domingos que estando ella y una india de Bauan,
que no sabe el nombre, vio junto a la fuente donde está
el agua medicinal a la sacratísima Virgen Nuestra
Señora con muchísima claridad, que no se puede de-
cir más que el sol, mucho, y salió mucha fragancia
de olor; y que el niño estaba en la mano izquierda
y una corona muy resplandeciente como de espi-
nas. Y ésta es la verdad so cargo del juramento
que hecho tiene, en que se afirmó y ratificó, y
dijo ser de edad de cuarenta años, poco más
o menos. Y lo firmó a su usanza, y con ella
los jueces de esta causa y el intérprete.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona, provincial. Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Fernando de Cabrera.
[Signos en baybayin.] [Doña Lucía Lacandola]
Ante mí, fray Francisco de
Castromonte,
notario.
{[En el margen izquierdo] Testigo}
Este mismo día, mes y año arriba dicho, en el mismo sitio y lu-
gar nuestro padre provincial y el padre fray Juan Bautista de Montoya man-
daron parecer ante sí a Luis Lumidic, natural del pueblo de Umogsocan, del
cual se tomó y recibió juramento en forma de derecho, y él lo hizo por Dios Nuestro Señor
y la señal de la cruz, y prometió de decir verdad
de lo que supiere y fuere preguntado. Y habiéndole
dado a entender lo para que es llamado, mediante
el padre fray Fernando de Cabrera, intérprete de esta ca-
usa, dijo que, uando estaban edificando la
iglesia de este sitio cuando dice don Pablo Ca-
raig vio a la sacratísima Virgen grande nú-
mero de gente que la hacía, fue uno de ellos este
testigo. Y que la vio de la misma suerte que los
demás; y que otra vez la vio este testigo en el mismo
sitio, y que había alguna gente pero que no se a-
cuerda quiénes eran. Y que otra vez la vio

{[333] 375} 35
Asimismo pareció don Álvaro Banir, del cual se tomó y re-
cibió juramento en forma de derecho, y él lo hizo por Dios Nuestro Señor
y la señal de la cruz. Y habiéndole dado a entender de un
dicho que está a fojas veintisiete de esta causa, el cual
dijo era suyo, y lo dijo y declaró; y es la verdad so cargo
del juramento que hecho tiene en que se afirmó y ratificó.
Y dijo que si era necesario lo vuelve a decir de nuevo. Y no lo
firmó porque no supo. Asimismo pareció don
Cristóbal Managit, del cual se tomó y recibió jura-
mento en forma de derecho, y él lo hizo por Dios Nuestro Señor y la señal
de la cruz. Y habiéndole leído un dicho que está a
fojas veinticinco, dijo que aquél dicho era suyo
y él lo dijo, y es la verdad, y en ello se afirmó y ratificó.
Y lo firmó de su nombre abajo. Asimismo pareció
don Pablo Caraig, del cual se tomó y recibió juramento
en forma de derecho, y él lo hizo por Dios Nuestro Señor y la señal
de la cruz; y habiéndole dado a entender un dicho que
está a fojas veintinueve, dijo que aquél dicho es
suyo y él lo dijo, y es la verdad; y si necesario es lo vuelve
a decir de nuevo, y en ello se afirmó y ratificó
y lo firmó de su nombre abajo. Asimismo
pareció doña Magdalena Dayangtomo, de la cual
se tomó y recibió juramento en forma de derecho, y ella
lo hizo por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz, y prome-
tió de decir verdad. Y habiéndole dado a entender
un dicho que está a fojas once, dijo que aquel
dicho es suyo y ella lo dijo. Y es la verdad como en él se
contiene, y si necesario es lo vuelve a decir de nuevo. Y en
ello se afirmó y ratificó y lo firmó de su nom-
bre a su usanza. Asimismo pareció doña Ma-
dalena Ponsoin, de la cual se tomó y re-
cibió juramento en forma de derecho, y ella lo hizo por Di-
os Nuestro Señor y la señal de la cruz, y prometió de de-
cir verdad de lo que supiere. Y habiéndole dado
a entender un dicho que está a fojas ocho, dijo que
aquél dicho es suyo y ella lo dijo, y es la verdad so car-
go del juramento que hecho tiene y en ello se afir-
mó y ratificó, y si necesario es lo vuelve a decir

de nuevo. Y lo firmó de su nombre, y lo firmaron junta-
mente con los de arriba todos los jueces de esta causa e intérprete.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona, provincial. Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Fernado de Cabrera. Don Pablo Caraig. D. Cristóbal Managuit. [Firma en tagalog en baybayin] [Magdalena Ponsoin? ]
Ante mí, fray Francisco de
Castromonte,
notario.
En el pueblo de Taal, en siete días del mes de febrero de [mil] seiscien-
tos veinte años, nuestro padre provincial y fray Juan Bautista de Mon-
toya, prior del convento de Taal y juez nombrado, manda-
ron parecer ante sí a don Juan Cabinti, principal del
pueblo de Ovis [sic] para la ratificación, del cual se tomó y re-
cibió juramento en forma de derecho, y él lo hizo por Dios
Nuestro Señor y la señal de la cruz, y prometió de decir verdad
de lo que supiere. Y habiéndole dado a entender, median-
te el padre fray Fernando Cabrera, prior del convento
de San Pablo, intérprete nombrado, un dicho que está
a fojas veintisiete, dijo que aquél dicho es suyo
y que él lo dijo, y es la verdad. Y si necesario es lo vuelve a de-
cir de nuevo, y en él se afirmó y ratificó debajo d
el juramento que hecho tiene. Y lo firmó de su nom-
bre, y con él los jueces e intérprete de esta causa.
Asimismo pareció doña María Margur, prin-
cipala del pueblo de Lipa de la cual se tomó y recibió
juramento en forma de derecho, y ella lo hizo por Dios Nuestro
Señor y la señal de la cruz, y prometió de decir ver-
dad de lo que supiere. Y habiéndole dado a en-
tender mediante el intérprete nombrado un di-
cho que está a fojas treinta y tres, dijo que aquél di-
cho es suyo y que ella lo dijo y es la verdad como en él se
contiene, debajo del juramento que hecho tiene, en que
se afirmó y ratificó. Y no lo firmó porque no supo;
firmáronlo los jueces e intérprete de esta causa.
Asimismo pareció Catalina Talain, natural del pue-
Levantamiento de Ilocos y Pangasinan

impidiese. Algunos indios tuvieron ventura, que tenían su
oro en el pontifical del señor obispo. Y se lo escapamos porque con
el saco se dilató el viaje para la mañana. Y aquella noche aunque
el señor obispo se afligía con este oro, no nos fuese causa
de alguna desdicha. El padre Fray Gonzalo lo tomó, y en su pabellón
solo lo puso en seis [a] ocho bolsones y [nos] lo repartió a los
cuatro y lo [sacamos] en las faltriqueras. Yo llevé tres bolsones,
dos en las faltriqueras, y uno en la abertura de la
manga del jubón, habiendo andado a pie casi hasta Agayayos
desde Santa Catalina. En Agayayos, enterró el padre Fray Gonzalo la
mayor cantidad con que me aliviaron a mí. Y después, cuando
se volvió Don Gerónimo a Vigan, se lo entregamos lo que llevamos
hasta Narbacán y fue a desenterrar lo que había quedado en Agayayos
para dárselo a sus dueños. Este es el oro que quitan
los religiosos, pues a fe mía, que eran más de
200 taeles. Partimos por la mañana, viernes, a Santa Catalina.
Que ocho días estuvieron los zambales en Vigan, nos dieron indios
para nuestra ropa y caballos para nosotros, excepto el señor obispo que
fue en hamaca. Y al salir de Vigan, vimos los muertos y el
fuego que pusieron a Bantay y Vigan. Aquí solo quedó el [tamboboay]
del padre. En Bantay, el convento con su iglesia y una casa dejada
en las visitas de este partido a la Amianan habían quemado
a San Idelfonso. Pero quedó la iglesia, en el de Sinait a
Cabugao. Y quedó también la iglesia, aunque dicen no fueron
zambales los que pusieron fuego a este pueblo. Llegados a Santa [Catalina]
con nuestra ropa y dos petacas de plata de las iglesias. Que aunque
se las entregábamos a Don Jacinto Macaraeg, no las quiso sino que dio
indios que las cargasen. Iba yo por delante y quise que nos aposentásemos
en casa de Don Pablo de la Peña, que también ha muerto, ahorcado. Mas,
[vi] la llena de gente y ropa, y escarmentado de Vigan, pasamos
a otra casa de un principal que estaba ausente, y su casa
vacía. Subidos allí, vino Gumapos, y le pedimos de

comer. Y dijo que luego porque aún la gente andaba alborotada,
y era que andaban robando y matando. Vino después con una
olla de morisqueta y baboy, y el organista de Bantay que no sé como se
llama. Algunos [ongotes] que son cáscaras de [cocos] nos sirvieron
de platos y ricos vasos para comer y beber. Aquí me sucedió un caso
notable y fue que estando yo sentado con el señor obispo, se entró un
zambal en la casa desnudo, solo con su banque y con su baralao
y catana, preguntando no me acuerdo bien, si por el padre vicario provincial o padre
Fray Bernardino, por mí. En fin, me levanté y yéndome hacia él.
Con harto recelo, se hincó de rodillas y me dijo, «padre esto que hacemos
no es conforma a la ley de Dios y así perdóname y échame
una bendición». No sé lo que hice. En fin, se fue. Dios le haya dado
muy buen fin, o le dé buena muerte si viva aún. Allá a la
tarde, pusieron fuego a la casa de Don Pablo de la Peña después de
haberla saqueado y muerto en ella, no sé cuantos. Viendo pues nosotros
estaba cerca el fuego, bajamos la ropa abajo. Y luego vinieron
los zambales más principales y nos dijeron [que] [venía] ya el
fuego, que nos mudásemos. Y en fin, sin querer, cargaron ellos mismos
con la ropa y nos la llevaron a otra casa hacia el poniente
adonde fuimos, siguiéndolos. Subida ya la ropa a la
otra casa, pusieron fuego a otras casillas de la misma casa y
pedimos nos bajasen la ropa, adonde quisieron [perder] nuestra
petaca pequeña, pero subí arriba y yo la arrastré. Salió Don Jacinto
Macaraeg y, disparando un mosquete a pechos delante nosotros.
Echó un porvida de Don Jacinto Macaraeg y hizo apagar el
fuego. En fin, aquella noche pasamos en aquella casa y
fue tan dichosa por haber sido nuestro albergue, que ella sola con
otra grande, que está enfrente vivió o quedó libre con la iglesia
de todo el pueblo. Porque por la mañana quemaron hasta los tambobos
y nos obligaron a irnos debajo de un guayabo al sol. Y
para comer aquel día, fue menester saliese yo a pedir por
amor de Dios a los ranchos de los zambales, que acudieron
luego a traernos arroz, vaca y oveja que habían muerto una
del padre visitador.

Y luego fue el padre Fray Cosme y aun pienso Don Gerónimo.
Y hubo de comer para todo este día y hasta Agayayos. Allá a la
tarde, vino Don Marcos Macasiam y nos advirtió del orden que tenía
de su pestilencia para llevarnos en su compañía que eran los ilocos,
que habían sacado desde Agoo hasta Narbacán que serían hasta
300, que con los zambales, a mi parecer, no llegaban todos a 3000. Y
iría a juntar la gente y, buscando cañas y talabones, nos acomodamos
todos, aunque con poca gente y que no bastaba para cargarnos con que
el más del camino hasta Narbacán. Fuimos a pie los dos clérigos,
padre Don Gerónimo y Padre Miguel de Quiros, [y] nosotros dos Fray Gonzalo
y yo, porque el viejo no podía. Y el señor obispo venía ya achacoso
que había ya días que las cámaras le afligían. Este día, sábado,
dormimos antes de la puente de Santa Catalina. Al otro día,
domingo, fuimos a comer a Agayayos, y llegamos tarde a Narbacán.
Habiendo tenido, al llegar a la punta del monte al
estero, una arma, porque como los de Narbacán con todos los demás
pueblos hasta Agoo, luego que supieron había españoles en
Lingayen, se retiraron a los montes [y] les hacían daño a los zambales.
Y pienso han muerto más de 700 hasta hoy. Y salieron los
tinguianes, sus aliados, a una compañía de zambales que venía
con nosotros de retaguardia. Y como el paso es angosto, quitaron
una cabeza y se metieron en el monte. Pasado este paso,
no querían los indios pasar de noche hasta Narbacán por las muchas
púas que habían puesto en todo el camino los de Narbacán.
En fin, a [puras] voces, y yendo el padre Fray Gonzalo y yo a pie
para animarlos, llegamos los dos primero a Narbacán
a más de las ocho de la noche. Y por gusto del padre Fray Gonzalo, fuimos
a avisar al capitán y cabo que él llamaba Ama Don Jacinto
Pacadua, que pienso le [pesó] después a nuestro Fray Gonzalo; porque al
bajar de casa el Don Jacinto fue con el negro de Don [Pablo] de la
Peña que estaba borracho. Y le tomó la mano a Fray Gonzalo que no se
la quería soltar, que le dio algún miedo. A mí también me
cogió la mano para besarla. En fin, no nos querían dejar ir
al convento, diciendo estaríamos mejor allí en una casa
Documents pertaining to Bandalas issued in the Bikol region (1707-1713)

Testimonio sobre la compra de la bandala
Gnunian na aldao sa lunes sa horas na alas ocho sa
aga sa ycaduang polo may apat na aldao sa bulan na
noviembre sa sang ribo pitong gatos may apat na taon. Aco an
escribano actual sa banuaan sa Yraga, Don Pablo Caramro
tasa huli sasaroñg orden na guican sa superior gobierno dapit
sa compra na abacá assin lana na cayba an sarong mandamiento
nin señor Capitán Don Julio Esteban de Encinas hocom assin
capitán sa pag laban cayning provincia sa Camarines tara guinalagnan co,
na cayni man sanañg aldao patin horas na sinabi
na sa itaas, iyo an pag bando sa magña lansagñan
assin pinag tanogan pacaray nin guimbal patin an saroñg
traslado ypinadocot sa hayag [nanaquita] nin dacol na tauo
sa may tata nin simbahan. Assin huminagad aco nin
certificación sa Padre Fray Carlos de Jesus, paraholit assin guardian
sa convento sa banuaan sa Yraga, huli sa pag catotoo na ynotob
an gabos na natotogon sa mandamiento sa pag catotoo
cayning testimonio nagfirma acoñg escribano digdi sa banuan
sa Yraga, assin nagtao nin fee. fecha ut supra.
Padrón de los que se confesaron en el sitio de Palosapis en 1710

Nicolasina Nicolasa, su mujer, empadronada en el Barangay del dicho.
Catalina Vana, soltera, su hija.
Isabel Agbay, criatura, su hija.
Rosa Marota, criatura, su hija.
Ignacio del Rosario, viudo tributante, empadronado en el Barangay del Don
Tomás de Aquino del pueblo de Camiling, provincia de Pangasinán.
Agustina Quiño, soltera tributante, su hija, empadronada en el Barangay del dicho.
Nazareno Payomo, casado tributante, empadronado en el Barangay del Don Joseph
Malngangas del pueblo de Cabanatuan, provincia de la Pampanga.
Feliciana Bibayan, su mujer, empadronada en el Barangay del dicho.
Mateo de la Cruz, criatura, su hijo.
Inés Sugara, criatura, su hija.
Vicente Caniag, casado tributante, empadronado en el Barangay de Don Agustín Mabulay
del pueblo de Malongey, provincia de Pangasinán.
María del Rosario, su mujer, empadronada en el Barangay del dicho.
Joseph Macauay, criatura, su hijo.
Domingo Paulino, casado tributante, empadronado en el Barangay de Don Pablo
Puqui del pueblo de Binalatongan, provincia de Pangasinán.
María Diampi, su mujer, empadronada en el Barangay del dicho.
Juan Laguy, soltero tributante, empadronado en Barangay de Don Cristóbal
Romiro de pueblo de Lingayén, provincia de Pangasinán.
Pablo Malanga, casado tributante, empadronado en el Barangay de Don Juan del Castillo
del pueblo de Tarlac, provincia de la Pampanga.
Rosa Mavilla, casado tributante, su mujer, empadronado en el Barangay del dicho.
Gabriel Gomabun, casado tributante, empadronado en el Barangay de Don Pedro
Manungcot del pueblo de Paniqui, provincia de Pangasinán.
Verónica Quiamey, su mujer, empadronada en el Barangay de Don Juan de
Castañeda del pueblo de Tarlac, provincia de la Pampanga.
Tomás Matilat, viudo tributante, empadronado en el Barangay de Don Raymundo
Dueñas del pueblo de Bucsit, provincia de la Pampanga.
Sebastián Rayo, viudo tributante, empadronado en el Barangay del ministro de
campo Don Juan de Vera de pueblo de Binalatongan, provincia de Pangasinán.

Juan de la Cruz, casado tributante, empadronado en el Barangay de Don
Juan de Castillo, del pueblo de Tarlac, provincia de la Pampanga.
Magdalena Mayula, su mujer, empadronada en Barangay del dicho.
Juan de la Cruz, soltero, su hijo.
Sabina Mariquina, criatura, su hija.
Guillermo Duclip criatura, su hijo.
Úrsula Balaqui, criatura, su hija.
Gaspar Maquislin, criatura, su hijo.
Juana de la Cruz, criatura, su hija.
Leonarda Omina, criatura, su hija.
Juan Basangan, casado tributante, empadronado en el Barangay de Don Andrés Gallindo
del pueblo de Camiling, provincia de Pangasinán.
Luisa Casnucan, su mujer, empadronada en el Barangay de Don Pablo Malanga
del pueblo de Bongabung, provincia de la Pampanga.
Juan Maningao, soltero, su hijo.
Luisa Tayaban, criatura, su hija.
Pedro Pardotungan, criatura, su hijo.
Clemencia Mónica, criatura, su hija.
Felipe Calidauan, criatura, su hijo.
Joseph Bogarin, criatura, su hijo.
Juan Serrano, casado tributante, vagamundo.
Francisca Payungan, su mujer, empadronada en el Barangay de Don
Andrés Aningal del pueblo de Pantabangan, provincia de la Pampanga.
Antonia Sindican, criatura, su hija.
Margarita Sindican, criatura, su hija.
Alipio Auang, criatura, su hijo.
Juan Basangan, criatura, su hijo.
Juan Bangut, casado tributante en el Barangay de Don Francisco de Figueroa del
pueblo de Bongabung, provincia de la Pampanga.
Catalina Sinlagan, su mujer, empadronada en el Barangay de Don
Nicolás del Rosario del pueblo de Lingayén, provincia de Pangasinán.
Salvador Patricio, criatura, vagamundo.
Alonso Oaguilón, casado tributante, vagamundo.

Nicolasina Paciencia, su mujer, [R.ua].
María Guinita, soltera tributante, empadronada en el Barangay de Don Pedro Lomboy
del pueblo de Calasiao, provincia de Pangasinán.
Esteban Guerra, soltero, vagamundo del pueblo de Bongabung.
María Amon, viuda tributante, empadronada en el Barangay de Don Andrés Calibat
del pueblo de Pantabangan, provincia de la Pampanga.
Nicolás Lucas, casado tributante, vagamundo = mestizo baluga.
María Tala, su mujer tributante, empadronada en el Barangay de Don Nicolás
Pasco del pueblo de Bongabung, provincia de la Pampanga.
Pablo Macapiga, soltero tributante, empadronado en el Barangay de Don
Cipriano Veray del pueblo de Binalotongan, provincia de
Pangasinán.
Andrés [Guindaydan], soltero tributante, empadronado en el Barangay de
Don Pedro Manungcut del pueblo de Paniqui, provincia de Pangasinán.
Antonio Baua, casado tributante, empadronado en el Barangay de Don Pablo
Dacasing del pueblo de Malasiqui, provincia de Pangasinán.
Rosa Quinacman, su mujer, empadronada del Barangay del dicho.
Juan Pangdiu, casado tributante, empadronado en el Barangay de Don Pedro Manungcut
del pueblo de Mapaniqui, provincia de Pangasinán.
Sebastiana Jabun, casada tributante, su mujer, empadronada en el Barangay del dicho.
Don Agustín Lagundong, casado tributante, empadronado en el Barangay de Don
Pedro Manungcut del pueblo de Paniqui, provincia de Pangasinán.
Doña Isabel de la Cruz, su mujer, empadronada en el Barangay del dicho.
María Banlauin, soltera, su hija.
Miguel Pasoquin, criatura, su hijo.
Juan García, criatura, su hijo.
Francisco Sinyang, criatura, su hijo.
Nicolás Magimo, criatura, su hijo.
Joseph Bernal, soltero tributante, empadronado en el Barangay de Don Francisco Mamaed
del pueblo de Malasiqui, provincia [de] Pangasinán.
Domingo Lomaquin Abagong, casado tributante, vagamundo.
María Dalisay, casada tributante, su mujer empadronada en el Barangay de Don
[D] Juan de Castañeda del pueblo de Tarlac, provincia de la Pampanga.

Sebastián Bernabe, criatura, su hijo.
Juan Licong, soltero tributante, empadronado en el Barangay de Don Juan Camacho
del pueblo de Masiqui, provincia [de] Pangasinán.
Andrés Najana, soltero tributante, empadronado en el Barangay de Don
Juan Camacho del pueblo de Malasiqui, provincia de Pangasinán.
Mateo Bingua, soltero tributante, vagamundo.
Liquidación de los tributos de cada pueblo de los suprascriptos, y
los nombres de sus cabezas.
{Al margen izquierdo: Provincia de Pangasinán}
Del pueblo de Paniqui, ocho tributos y medio. De los ocho es
cabeza Don Pedro Manungcut, y del medio Don Juan Sánchez. - 8 y medio.
Del pueblo de Malasiqui, dos tributos y medio. Del un tributo entero
es cabeza Don Pablo Dacasing, del otro Don Juan Camacho,
y del medio Don Francisco Mamaed. - 2 y medio.
Del pueblo de Binalatongan, dos tributos enteros. Del uno es cabeza
Don Pablo Puquis, de un medio tributo el maestre campo Don Juan de Vera
y del otro medio Don Cipriano Viray. - 2.
Del pueblo de Telban un tributo entero. Es su cabeza Don Domingo
Lumaquen. - 1.
Del pueblo de Lingayén, un tributo entero. Del medio es cabeza Don
Cristóbal Romero, y del otro medio Don Nicolás del Rosario. - 1.
Del pueblo de Camiling, un tributo entero. Del medio es cabeza Don Tomás
de Aquino, y del otro medio Don Andrés Galindo. - 1.
Del pueblo de Malungey, un tributo entero. Es su cabeza Don Agustín
Mabulay. - 1.
Del pueblo de Calasiao, medio tributo. Su cabeza Don Pedro Lumboy. - Medio.
Provincia de la Pampanga.
Del pueblo de Bongabung, dos tributos y medio. Del uno es cabeza
Don Marcelo Don Isidro Morales. Del un medio Don Pablo Malanga, de otro medio Don Francisco
Figueroa, y del otro medio Don Nicolás Pasco. - 2 y medio.