Tagudin
- Title
- Tagudin
- category
- Philippines -- Places -- Luzon
- isBasedOnUrl
- https://fromthepage.com/1762archive/a-digital-repatriation-of-a-lost-archive-of-the-spanish-pacific-the-library-of-the-convent-of-san-pablo-manila-1762/article/32184489
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- Tagudin
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- 32184489
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- 9
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Levantamiento de Ilocos y Pangasinan

Llegados a Namacpacan, los indios estaban temblando los unos,
los otros, deseosos de no ver al enemigo que nos fue siguiendo.
Entre nosotros todos éramos votos consultivos y ninguno decisivo.
Digo que todo era hablar sin que se ejecutase cosa
por la poca confianza que se tenía de los indios, o poca disposición
de guerra. + En esto trataba yo de volverme a mi partido aunque
{Al margen izquierdo: + (Con mi carta de Bauang y otras nuevas que envió desde aquí el padre Fray Gonzalo al padre visitador, le obligó a hacer aquel despacho a Cagayan con el padre Fray Lorenzo que no pudo pasar; que esta carta que quieren haya sido causa de declararse por alzado Don Juan Magsanop. De esta carta trataré en otro lugar, dando razones bastantes en contrario.)}
había gran miedo cuando llegó una audiencia del padre
visitador para que nos retiráramos, pues no se obraba nada.
Pero venía condicional con que nos pareció: no dejar
al alcalde mayor ^ porque se había de quedar solo. Los demás
{Al margen izquierdo: ^ Don Alonso de Peralta}
religiosos, decía el padre Fray Gonzalo de la Palma que se retirasen. Y así
escribió al padre prior de Narvacan. Que, habiendo sido el portador
y se quedó en Tagudin, que si no había [audiencia] para el [señor viejo]
para que se retirase, que se la pusiese el que bien podía. Porque
el [padre] segundo visitador le daba autoridad y no [pudo].
Y ha sufrido. Y le dije que no podía.) Llegaron nuevas que
estaban los zambales ya en Bacnotan y que eran 7000,
con que viendo la poca disposición y gran miedo de los indios
venimos en que nos fuésemos. Llevamos de camino al
padre prior Fray Pedro Dasmariñas que llegó hasta Candon porque no
tuvo mucha gana de pasar adelante ni gente. En fin Fray
Gonzalo de la Palma pasó hasta Bantay. Y juzgo [que] diría al padre visitador
que yo les había insinuado; que había hecho muy mal
mandar retirar a los religiosos sin consulta del señor obispo[.]
El padre Fray Cosme de [Ayz], Fray Joseph Polanco, Fray Joseph de Sotomayor
prior de Narvacan y yo nos detuvimos allí. El de Tagudin
se volvía a su casa y encontró los zambales en Santa
Cruz que le hicieron buen pasaje y le pidieron [que] escribiese
al padre visitador que se volviesen los religiosos a sus conventos
para que los pueblos tuviesen misa. Después se fue al
monte el Padre Mariñas por no tener quien le asistiese en el

el primer difunto que resucitaron los zambales fue el suyo.
Yo llevaba 300 pesos que me había entregado el padre visitador,
cuando los pude llevar al sampán y los manifesté. Y los enterró
el Padre Miguel de Quiros debajo de casa con la plata de
Tagudin y en la iglesia otra petaca llena de plata, toda
resucitó pero lo que no era de iglesia [vuestra]. En fin como vimos que
todos los entierros acertaban, escribió el padre Fray Gonzalo un
papel a Macaraeg para sacar la plata de Tagudin que aún no
habían dado con ella. Para que no hubiese disgustos, dispuso su [pestilencia]
de hallarse presente. Se llegó el tiempo del desentierro
que fue ocasión de dar el saco a todo lo que había debajo
de la casa del señor obispo con tanto ímpetu, que el padre Fray Gonzalo
subió más que de paso acompañándole un [hierón] de
Malong, al parecer buen indio. Y después, en otro acometimiento
que dieron a lo que estaba arriba en el cuarto de Don Gerónimo,
se echó por el corredor, o de miedo o porque quiso. Era [Flandes] [que]
[vio] los ladroncillos que subían a ver si podían agarrar
algo, y saliendo alguno de nosotros, se huían. Al principio
nos cerraban la puerta, no sé si por guardamos [o] [porque sí],
si bien siempre abrían si habíamos menester algo.
El jueves a la tarde dijeron que habíamos de salir para
Santa Catalina y nos trajeron indios para la ropa, y entró el
Conde Gumapos con deseos del saco a engañarnos con andar muy
listo, [triando] nuestras petacas para apartarlas y saber los
indios que habíamos menester. A mí me habían quitando todos los
muchachos, o por darme pesadumbre o por saber si había más
plata u oro. Y viendo uno que acompañaba a Gumapos, bajé
abajo y se lo pedí. Que fue el mismo jueves por la mañana,
y sabiendo de los otros dos, me los negó de miedo. Y estábamos entre
los dos componiendo la ropa. Y yo, buscando un papel de
importancia, y por detrás, un viejo endemoniado me quiso
la hamaca y pabellón +, y viéndolo yo se lo volvía a quitar. Y
{Al margen izquierdo: Por tres veces}
en esto, entró Gumapos, y la primera acción que hizo fue

echar la mano a un [tibu] blanco de bocadillos y sacó y comenzó a comer.
Luego, dio en una petaquilla y sacó un llavero de llaves. Yo arrastré dos
petacas que tenía y las saqué a la sala. Había allí una petaca con la
mejor ropa de Tagudin y la imagen de [pasta] de aquí. Y no me atreví
a sacarla, no sabiendo [que] me darían gente. Y era tal mi opinión que solo
una sobrecama, el [breviario] y el Belarmino en Iloco me parecía
podría escapar y así lo traía conmigo. Dije pues a los zambales que la
comenzaban a saquear, «mirad que en esta petaca no hay cosa que no sea
de la iglesia. No la toquéis». Apenas di la vuelta cuando la hallé
vacía y la imagen de nuestra señora a un rincón en el suelo, cargué con ella
y entre la plata que restituyeron de las iglesias, que fueron dos petacas, vino
la casulla verde de Tagudin sin estola ni manípulo. Y la puse
sobre la imagen adonde pereció o le hurtaron cuando quemaron la
casa. En este saco, llevaron mucho oro que había en petacas y cajas
particulares, y las del señor obispo que habían entregado a sus criados,
los indios. El señor obispo dio su báculo a Gumapos para que se lo
guardase. [Va] de [triste], de la casa del alcalde mayor, habían traído
unas candelas y unas tres petacas. El padre Fray Gonzalo, como amigo
suyo, o por mejor decir por hacer bien en que ponía todas sus
fuerzas, trató de librar estas petacas, porque antes del saco, el señor
obispo trataba de entregarlas a los zambales que sabían de ellas
por librar lo demás. Y el padre Fray Gonzalo se las dio al sargentillo
mayor para la una, otra para Gumapos, y la otra que se lo guardasen,
o las dos, más uno cien pesos, más o menos. Pues al dejarnos los zambales
cada [lang], digo en Narbacan, decía el señor obispo [al] padre Fray Gonzalo,
«¿cómo [en] de cien pesos y petacas, como a vuestra ilustrísima de [báculo]?+. «No,
{Al margen izquierdo: + respondía Fray Gonzalo}
yo se lo di a Gumapos para que viéndole los españoles con él.» «Le costase
caro», respondía el señor obispo. De este saco nos quedamos sin [plata]
ni cosa de que poder echar mano por que todo se lo llevaron sin
dejar cosa alguna. Solo al pontifical del señor obispo que estaba
apartado con nuestras petacas no tocaron. Si bien por no querer su
santísima no se escapó el pabellón y otras cosas, o todo y por no tener criados,
a Don Gerónimo, hasta la cama le quitaron. Aunque escapó otras
cosas, todo lo que podían, arrastraban. No habiendo quien se lo [im]

Albas, 9. Manteles, 14. Dos sobrecamas bordadas y
curiosas, dieciséis. [Opus] de sacristanes con sus sobrepellices,
dos para el ministro. Palias, 6. Tres paños del altar
para la cuaresma. Banderas negras y paños de [himba]. Tres
cojines. Seis campanillas. Dos misales. 2 rituales. Y tres
cuadernillos de la orden. Aquí di el ornamento blanco con
las dalmáticas que vistieron sin collares y el frontal negro por
los [flucos], que lo demás no servía ya de roto.
Plata
La caja de las crismeras con una crismera falta. Una patena.
2 cruces de pendón. Dos vinajeras o un par. Dos salvillas
grandes. Otros dos platillos chiquitos. Dos cucharas a la cruz y
ciriales se faltan algunos tornillos. En las visitas falta
también lo más. Y habiéndose quemado los tres pueblos (Bantay,
Santa Catalina y San Ildefonso), no se quemó ninguna iglesia.
Se quemó medio pueblo y no falta nada del convento. De las
visitas quemadas, lo más que valía poco. Y unas crismeras
o las de todas.
Plata
Una crismera. Una vinajera. Un vaso.
Ropa
Frontales, 16. Casullas, digo mangas de cruz, 5. Velos
del altar, 3. 16 candeleros de palo. Un estandarte. Seis
ramilletes plateados. Y otras cosillas del ornato de la iglesia
no muy costosas. Se quemó convento, iglesia y pueblo, todo.
La misma escapó a sus iglesias y no falta (pienso) nada.

Plata
Un cáliz. Un plato de vinajeras. Una vinajera. Casullas, 5. Frontales,
5. Un alba con su amito. Un dosel de seda. Manteles, 3. Dos velos de
hombros, 2. Corporales, 3. Bolsas, 2. Y otras menudencias que no son de importancia.
Di aquí el ornamento colorado, casulla y frontal, no se ha quemado
nada.
Un palio. Dos doseles. Una casulla colorada nueva. Un frontal
verde. Dos albas. Tres manteles. Tampoco se ha quemado aquí
pueblo ninguno.
La plata que faltaba, han restituido. Sólo 10 manteles y los vestidos
y sobrepellices de los sacristanes faltan por descuido o prisa
de sus amos. Y no ha habido quema.
Una casulla verde nueva. Y tampoco ha habido quema.
Sino es [a Manacleo].
Esto es, padre nuestro, lo que puedo avisar por la prisa. Pues desde que llegué de
la Amianan todo se me ha ido en despachos. La relación sólo sirve
para sacar las verdades que han pasado, porque además de meter cosas
en ella que no pueden salir a luz, fue [currentecalamo] y algunas
cosas van fuera de sus lugares y el estilo ha de ser diferente. Y
el haber avisado de algunas cosas ha sido a persuasión de los padres,
que todos en común están mal con Fray Gonzalo sólo por su
hablar, y bien los más con el Padre Medina, es dicha suya. +
{Al margen izquierdo: + Y en fin, cuando el pleito del padre visitador con el padre Fray Luis, todos y los viejos le hubieran levantado de la obediencia si yo no cumpliera con mi obligación. Y juzgo que lo más es por el padre Fray Gonzalo por no haberle dejado acabar su visita. Y dicen:}
Dicen que, estando los dos padres Fray Juan de Ysla y Fray Gonzalo juntos
en la provincia, no puede haber paz, por lo que se ayudan en esto.
No hago juicio, ni me lleva pasión más de lo que dicen.
A costa de 30 pesos, perdone vuestra reverencia padre nuestro si me quejo,
porque no quise salir del mandato que no se pague a nadie el [pulong].
Anduve toda la provincia y en primer lugar compuse al padre gobernador Don
Jerónimo de Leyva con el padre comisario, que habían reñido tan mal
que el clérigo le dijo (después de tratarle de idiota) que si fuera

[que] no pudo esta carta alcanzar al enemigo, aunque digan. Respondió al padre Fray
Gonzalo que se guardase porque no le podía asegurar de los [calanasas] +. En lo de
{Al margen izquierdo: Tuve hecho memorial para pedir estas cartas que decían [que] las habían cogido. Pero [por] asegurarme el General Esteyvar no las había visto. Y los intérpretes lo dejé.}
ayudar a las viejas de Bacarrá fuera obra de caridad, mas sólo un poco de
oro que le trajeron o enviaron les tiene. Y desde principio las desengañó como
lo confesaron delante mí, además que para ayudarlas o había de ser por escrito
o de palabra. No ha pedido por ellas al general ni le han metido petición [g.o].
Tocante a la escribanía del difunto, el mismo padre Fray Luis, preguntando
yo a la india delante de él por [la] escribanía que le había entregado el difunto,
dijo [que] la había llevado el enemigo. En este punto, padre nuestro, me dijo esta india
[en andarse] que este oro del difunto, por concierto y gusto de los principales,
se lo habían dado al enemigo. No sé si le movió a decir esto el asegurarle
yo [que] lo había de pagar o si es verdad. Desde entonces propuse el dar parte a vuestro reverendo
padre nuestro para que avise lo que se ha de hacer. Y ahora pido a vuestra reverencia [que] esta comisión vaya
al padre prior de aquel convento, Fray Joseph Polanco, porque puede ser ocasión de
disgustos siendo otro de él que haga la diligencia. Y [que] le encargue vuestra reverencia [que] cobre y
busque lo restante del difunto para el Convento de Manila. Porque cuando [fui]
allá arriba, me dijo el padre comisario [que] tenía ya remitido todo lo que se había
a Manila. Y [que] no trate más que del oro. Y desde aquí no puedo negociar
y volver allá es muy trabajoso. Yo escribiré en estando desocupado [que] al
padre Fray Joseph Polanco vaya descubriendo campo mientras le llega la orden
de vuestro reverendo padre nuestro. Repartí la pimienta, libros y ornamentos por la provincia.
Y desde Narvacán y Bantay remití al padre prior de Tagudin todo lo que vuestro reverendo
padre nuestro le hizo merced, que ahora me ha socorrido a mí de ello mismo. Está ya
bueno, si bien no puede dormir, que es su mal antiguo. En lo del Padre
Polanco, que se queda en Bacarrá, vuestro reverendo padre nuestro lo habrá [mirado] bien. Pero
si yo pudiera hablar a vuestro reverendo, pienso [que] había de ir el padre Fray Lorenzo, aunque
se ha holgado mucho, porque por los españoles que están allí estaba ya
arrepentido. Y por mi parte me huelgo tenerle cerca, que es buen [colateral],
el padre Fray Cosme mudó de parecer y se queda en Candon. Conque al padre
Fray Luis de la Fuente di patente de [vicario] prior de Purao. Y para [Mariñas]
es mejor, que en fin es mozo y se pueden ayudar. A Laoag envié
al padre Fray Benito de Mena porque fue él que pidió el padre prior de aquel convento.
Juzgo [que] lo hará bien ahora con él. Al padre prior de Bantay escribí que si
gustaba del padre Fray Joseph de Sotomayor se lo enviaría, aunque me quedase
solo, que algún interés ha de tener su vicario de vuestro reverendo padre nuestro.
La verdad, sea que yo enviando vuestra reverencia religiosos a la provincia que se pasará muy mal