fraile
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- fraile
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Carta de "Fray Salvador" a Álvaro de Benavente desde Lo Yuen. 1696.

Muy Reverendo Padre Nuestro Fray Álvaro de Benavente +
139 181
el M.
La de Vuestro Padre muy reverendo Rocaberti con mas que ordinario aprecio, por el tiempo
que fue servido gastar en escribirla tan precioso a un prelado que lo
sabe ser y por la mala disposición en que les cogio el despacho, vuelto de las
visitas, naufragios, y achaques antiguos, dificiles de desarrimar de que
también me acusan otras cartas lastimandose todos de lo mal que trata a
Vuestra Real la prelasia, en que le quisieran eterno. Muchos años a que vuestra real la
carga y así no puede extrañar supeso mas el sujeto después de tantos
trabajos no es maravilla se vinda. Nuestro Padre San Agustín cercano ya a su
muestre preciosa decia a los que le lloraban: non erit magnus magnum putans
quod cadunt ligna et laspides, et moriunt mortales.
Yo me hallo a la fecha de esta con algunas treguas que mis muchos
achaques me conceden y aunque no las [casas], las admito con accion de
grandes receloso siempre del invierno que se acerca en que padezco mucho.
Novedades de este Reino, teniendo aquí vuestra real sus cronistas parece ocioso
referirlas. Mas por si llegare esta antes, en cargo al Padre Comissario
Fray Baltasar remita a vuestra real la gaceta que vino de Macao con
unos versos contra gallos (segun se sospecha del Padre Arnado) que
es hoy el aquí les de el patronato y [sunis] don del Macaense.
Otras relaciones de la corte como es salida del Rey acompaña al uso de
Reyes católicos, acompañado de sus dos obispos, presente y sucesor,
y otro padre con el manjo de el tren de la artillería que disparada a tiempo
auyento al enemigo, y canto la Victoria vicaria no lo hoy a persona muy
dignas de credito. Y así tanque son n. [dictriz.] en la gaceta de Kuang Tuay vendra
mas fide aligno.
De estos señores clerigos he entendido tienen nueva cierta que su compa-
ñero el Padre Kemener ha llegado a la costa y con [buen] de Roma
digo: despacho de Roma. Puede ser sea bueno para ellos y no para nosotros
aun siendo contra la extensión de el Patronato. Porque franceses y
portugueses son para los frailes Scilla y Caribdis y de todos es ne-
cesario retirarse con cuento recato nos ea possible.
Ruego.
Guía para el Padre Comisario que fuere a procurar agustinos para las misiones en Filipinas

cartas al cartero. Tome amistad con el religioso lego
que toca la alba: que con [pozo] se consigue y este le llama
después de las cinco, que aunque [se aviste a la primo] es sobrado
para dormir: que con eso baja a decir misa, cuando
hay pocos y le dan luego recado, y si espera después de prima
tendrá enfados, y faltará a sus negocios. Y no
es bien deje la misa sin causa conocida que perderá
mucha reputación: dicha misa puede ir
a prima: y conviene que el procurador acuda cuanto fuere
posible al coro, y no estando fuera de casa siempre
es posible y no contrario parece mal, y lo reputan
por fraile relajado de las Indias, y de la asistencia
al coro reciben muchas edificaciones. Por
lo menos a prima y completas en hibierno, no se puede
faltar sin nota, y después de la antífona
quedarse a maitines rezados, y entienda el procurador
que va mucho para todos sus negocios, el tener crédito
de religioso en aquel convento, así para dentro de
la orden como para fuera. En las recreaciones ser atentado
para jugar, y si ha sido aficionado el demonio
le dará gran [bataria], porque por este camino en
una hora le quitará la reputación, y si llega a
perder dos pesos correrá la voz de 200: y así huya de
donde hubiere juego aunque sea de tablas, o damas, y
pura recreación, mostrando siempre aversión a esta.

sino pequeños que dos hagan carga ordinaria de un macho,
y en las almonedas se halla de esto en Madrid
mucho: y en ellas ponga su ropa cogida. Las sobrecamas
es la dificultad, unos procuradores las han hecho de
[cordella] se han hecho. Otros como Fray Álvaro y los de la
compañía de un generillo que llaman damasquillo de
Flandes. A los de Guatemala dominicanos los vi en
Madrid comprar frazadas ligeras, y tengo esto, por
mejor y más barato. [Espantarale] al procurador la
condición de todo esto a Sevilla, mas sin razón
porque una arroba cuesta de [porses] ocho reales de
vellón, y aunque la pague aún no sale un real
por camisa y es nada para lo que cuesta más el género
y hechuras en Sevilla. Tengo lo muy tanteado,
y vuelvo a decir que con todos los partes ha de ahorrar
más del tercio del costo de ropa. Pero no es necesario
pagar tales partes, porque para llevar a Sevilla
los religiosos ha de alquilar una o dos galeras vacías
de retorno y aquí lleva sus cajas de ropa, y
cajones de libros, y otra más carga, y paga lo
mismo cargando lo dicho, que yendo vacía, con solo
los frailes, porque si alquila toda la galera por un tanto
y así lo hacen los procuradores comúnmente para llevar

llevando gasto por [liebre]. Y aunque más le [importaren],
téngase si eso so pena de condenar su alma
y cargarse de muchos trabajos. Porque los sujetos arriba
mencionados siempre se llevan [asímismos]
y en el camino con la libertad mayor hacen
mil desafueros e inquietan a los buenos. Y a todo
esto y mucho más se expone el procurador, que
consciente con tales intercesiones y sugestiones del
demonio, no le parezca que se ha de venir sin frailes
que Dios se los dará. Y para traer tales sujetos mejor
es venir sin ninguno. Sepa de que admitir un
sujeto ruin pierde el procurador y la provincia la honra,
y algunos buenos que están movidos para la misión
viendo tales compañeros se retiran, y con razón
de ella. Ni tema que el intercesor quede ofendido,
antes bien quedará edificado con la negativa porque
la razón vale mucho. A Fray Álvaro le
sucedieron estos dos casos. El primero que viniendo ya
de aviada un religioso honrado, encontró en la
lonja de San Felipe de Madrid un sujeto muy
trabajoso. Y no pudo dicho religioso sospechar, que
hubiese venido a aquel lugar sino porque iba
a Filipinas el tal. Y fue tal la pena que tomó viendo

que se metía en compañía de aquel fraile que quiso volverse
al convento de donde había salido [para] no acompañarse
con persona de tan ruines procederes.
Mas en fin se resolvió a entrar en el Convento
de San Felipe sólo para informarse, y halló que
el tal sujeto no iba para Filipinas, aunque lo pretendía
con muchas instancias y favores. El segundo
fue que un padre ministro de San Felipe, amigo de
Fray Álvaro, le rogó admitiese un fraile, que
había apostatado unos años antes. Excusóse
Fray Álvaro, y viendo que no podía vencerle ni
con ruegos ni con razones, acabó así: “En fin,
padre comisario vuestra paternidad me niega esto,” replicóle: “Padre ministro,
aunque soy tan hijo de vuestra paternidad, no debe extrañar,
que no le anteponga a vuestra paternidad a Dios al rey y a mi
provincia, que a todos ofendo en obedecer a vuestra paternidad.”
La réplica del padre ministro fue echar los brazos
al cuello a Fray Álvaro y decirle: “Padre comisario,
bien haya vuestra paternidad que esto que le he rogado ha sido a
más no poder, porque me han empeñado en ello y
de mayor estimación es para mí el que vuestra paternidad obre
como religioso y hombre de bien. Quise me lo concediera
porque en esto obraría vuestra paternidad muy contra

embarcar, y pagar cuantos embarcare a razón de tanta
plata cada uno. Y no fije número por más réplicas que
haya que se pone a riesgo [cuidente] de pagar cuatro
seis de vacío. Fray Álvaro, que no debiera, determinó
después de mil importunaciones el número, y se lo
querían hacer luego pagar, y el zafarse de esta droga
le costó gran diligencia, y más de doscientos pesos.
No se [mate] por poner en la escritura condiciones
impertinentes, como si "me ha de dar principio,
a comer, o postres, o tantos platos, o agua", todas con
cosas ociosas porque si el capitán es hombre honrado lo hará
muy bien, y si es pícaro, nada cumplirá de estas
simplezas. Las condiciones que no se han de omitir son
que la mitad se da en Cádiz de la plata, y la mitad
en la Veracruz, o México a tanto plazo. Según
en esto se concertaren: que ha de meter en el navío
tantas piezas de arcas (por eso conviene que todo cajón
que meta aunque sea de libros sea en figura
de arca) que suele ser a razón de dos frailes una,
que ha de meter tales o tales piezas de su avío como son
barriles de vino. De trastos pequeños no se hace caso.
Y si la nao es grande no se hará de esto mucho aprecio,
mas si pequeña habrá porfía. Y en fin es menester
regatear en que entren estas cosas, por no alquiler

el escribano sus derechos son en justicia catorce pesos
qué fue lo que pago Fray Álvaro, y más seis pesos
a los escribientes, que hicieron veinte, otras veces
le piden más cantidad y así en esto paga lo menos
que puede; más [no se] para la Veracruz, y México que
algunas veces han dificultado los despachos, y han dado
a entender, que solo dando guantes se facilitarán; más
ningún comisario ni nuestro ni ajeno ha consentido en
tales guantes, sino que se han tenido [tiesos], en que venga lo
que manda su majestad, que todo es muy poco para lo mucho
que una misión gasta. Pero no se quita por
esto a la prudencia del comisario que pueda regalar
a oficiales reales, con dos frascos de tinta [espichada]
un barrilete, o botija de aceitunas o alcaparras,
y cosa así de este tomo, que se queda en términos
de urbanidad, y no pasa a hurto.
§.9. En México.
Sacados sus despachos, y ajustadas sus cobranzas en
la Veracruz camina el comisario a México donde
le espera el quebradero de cabeza con los frailes
en el hospicio, Dios se la repare buena. Aquí y siempre
debe observar aquella regla dada para la nao
en portarse: No pasando por cosa que sea claramente
pecado mortal, o peligro del próximo, y en los demás

y luego que el sujeto se le ofrezca si tiene buenos informes
de él lo traiga al hospicio. Que él dirá lo que
es antes de embarcarse en Acapulco, y con poco gasto
prueba la persona, y la trae si es de servicio, o la desecha
si no lo es. Muy buenos sujetos han estado en
Filipinas de México y Michoacán, y quizá le tocaran
algunos. Más guárdese de admitir en la misión
unos sujetos [rufalandarios], de las provincias de
España que han pasado a Indias llovidos y de Canarias
suele haber mucho, y aunque se le ofrezcan muy
serviciales, e hipócritas no se fíe de ellos, ni se compadezca
del desamparo en que dicen se hallan, por qué
más obligación tiene a mirar por su provincia, y dice
el refrán que "De rabo de puerco nunca etcétera."
Es cosa ya ordinaria en todas las misiones huirse
algunos frailes y también que los comisarios se alborotan
mucho. Dan parte al virrey, búscanlos con
estruendo, hallan los condes crédito, llévenlos a
Acapulco forzados con guardas y aun grillos, y después
de allá llegados o en el camino, vuelven
a escaparse como ha sucedido a las misiones modernas
de los Padres Recoletos y a las antiguas nuestras.
Y si no, se huyen, que es difícil guardarlos
cuando vienen a Filipinas por la mayor parte donde

trastos de cocina. Encomiende al encomendero que de los que
van de Filipinas se suelen hallar suficientes, y si no llevarlos
de México según las memorias que viéndolas
con atención en México con tiempo prevendrá mucho.
De la Puebla se suele sacar el bizcocho y menestras,
mas no es necesario que para estas cosas vaya religioso
a la Puebla, que en México se hallan los mercaderes
de estas cosas, y allí se hace con ellos el trato y lo remiten
a Acapulco. Sus precios no se le pueden ocultar por
lo que corre entre los que caminan a Acapulco. Y en fin
concierta arriero que ha de llevar el matalotaje y ropa
de la misión, y trata de irlo aviando para el puerto.
Antes de salir de México, no se puede dejar
de advertir el yerro de algunos comisarios que para divertir
a los frailes, les han permitido que hagan comedias
o entremeses. Este medio es muy indecoroso a una misión
religiosa. Y así en caso de que alguno se lo proponga
lo abomine el comisario, porque es contra constitución,
y parece muy mal en sujetos que van a convertir
infieles. Y del se seguirá infaliblemente que muchos irán
a México a buscar cosas para el festín, y se publica
y vendrá harta gente novelera a ver a los misioneros hechos
truhanes y hazmerreír. Dígales que los divertimentos decentes
de los misioneros son sermones, actos literarios, que si quisieren
tenerlos, convidara teólogos que los vengan{,} [a a]

a cinco de marzo día más {,} o o menos{,} y las restantes vayan
en su séquito con un día de interpolación a lo
menos, y en la última el comisario con los papeles de la
contaduría, y dejandoo ya todo suaves despachado
y en camino antes de salir de México. Y no deje
de despedirse de los señores virrey, arzobispo, provincial, y demás
personas, que le han hecho bien, que es grave falta.
Y para todo esto se supone que el comisario ha de tener
mula en que andar por México que sin esta sería
imposible ajustar sus negocios.
Otra cosa, y que importa desde el principio, acierte
el comisario que ninguno ha de dormir en México aunque
sobre esto riña con dos o tres, porque va perdido
todo si abre la puerta a esto y no tiene fraile seguro
más. Si alguno se le quedare por la primera vez admítale
las excusas que diere, sin averiguar mucho
el caso. Mas procure cautelar no suceda segunda,
y para esto servirá no quedarse el comisario
jamás en México aunque vuelva a las diez de
la noche. Y es regla que todas las observancias, que
el comisario desea en los suyos, las ejecutan primero
en sí, que es el más poderoso modo de mandar
y de inducir.
Para el camino de Acapulco dará el comisario

y los frailes muy desacreditados. Si
los comisarios a la primer disputa de estas hubieran
reprendido a sus comunidades, y [respective]
cogido al autor, y puestolo unos días con un
par de grillos debajo de escotilla, los santos hubieron
sido más honrados, sus hábitos menos desacreditados,
y los seglares más edificados. Por menos que
esto calzo Fray Álvaro unos grillos a un fraile,
que los tuvo [aún no] dos días, y con esta demostración
conservó el crédito de su misión, y no perdió, antes
ganó mucho. Qué bien público es, que no abrieron
las bocas los seglares en Manila sino para decir
bien de su misión. Dios lo hizo esto, mas es
necesario que el comisario aplique los medios convenientes.
Y así amoneste a los suyos el comisario,
que su mayor gloria consiste en no porfiar ni
reñir, sino pasar en buena paz. Y que digan de
nosotros lo que gustaren, que nada perderemos por
esto. Y vuelto a decir que ponga eficacia el
comisario en esto, que hay sujetos, que no se pueden
persuadir a esta verdad tan clara, y que la
orden de San Agustín y su crédito consiste en
responder mil necesidades en su abono, y en la

en la nao es poco, y el comisario [si] le pesa hacerlo
por si puede repartirlo con otros sacerdotes. Y
en todo caso ni admita albaceazgo, ni permita a
sus religiosos lo admitan. Mas si fuere capellán
tráigase de México la suma de Torrecilla, que al
fin de uno de los dos tomos, trae un buen derrotero de
testamentos y estúdielo.
No se meta a cantar misas ni en esta mar,
ni en la otra si el superior de la nao no se lo pide, ni
introduzca más devociones que el tercio del rosario,
y la letanía al ponerse el sol.
Si la nao vine a Cavite poco hay que advertirle
si da fondo en otro puerto, y tiene embarcaciones
para pasar a la tierra firme de Manila, no
pierda la ocasión, previniéndose de dinero, que si no
lo tiene, se lo darán prestado en la nao. Mas solo
tome el necesario según donde parare, que si es en Camarines,
para misión de 40 frailes necesitará
como de 500 pesos y menos, mas si es en el varadero, con
doscientos sobran. En llegando a tierra reparta
las tropas de suerte que ninguna sea mayor de ocho religiosos
y amonéstelos la compostura, que es necesaria en las
casas de otra religión y en llegando a Manila, que
tengan cuidado en dos cosas so pena de desacreditarse

ignorantes, si quieren ser sabios." Y por último encarézcales
lo que importa, no escoger provincia o conventualidad,
sino dejarse en las manos de Dios. Y los prelados
que haciéndolo así, a donde fueren, se hallaran
también que no los podrán sacar de la provincia
o pueblo con garfios (como la verdad pesa)
y si escogen jamás estarán contentos [con] justos juicios
de Dios. Y para persuadir esto, fácilmente aprovecha
que el comisario no alabe más una provincia
que otra verbi gratia: Ilocos que tagalos. Sino diga
la verdad: que todas tienen sus conveniencias, y
sus trabajos, con que son iguales. Y es muy
contra razón que un fraile traído con tantos gastos
quiera ejercer conventualidad. Y con esto el
papel se acabó, y el [derrotero] = Laus Deo.
[finis coronat opus]

en la oficina de San Gerónimo, donde se halla todo género
[deseado] de excelentes impresiones, y a buenos precios. Mas
advierto dos cosas. La primera que en esta oficina no se ha de
regatear, sino pagarlo que pidiere el fraile, porque esta
todo tasado por la cruzada y no puede llevar más ni
menos. La segunda que se encuaderne en Madrid, donde
se encuaderna mejor y más barato que en Sevilla. Pero
las manecillas de Madrid son muy malas; y por eso
es mejor no echárselas, sino llevarlo a Sevilla donde
un Antonio de Abadia hace manecillas de gran primor.
{Al margen izquierdo: 15 No encargarse de encomiendas}
Gran cosa sería si uno se pudiese escusar de llevar
encomiendas de seglares así de dineros como de otras
cosas, porque fuera del cuidado, y enfado, que causan
se añaden muchos, y excesivos gastos, que se le pegan
a uno así de portes, como de fletes, y también de aduanas.
Que puedo asegurar, que por esta causa [subastado]
yo más de mil y quinientos pesos. Y lo más gracioso
es, que habiendo, uno gastado tanto, no quedan
los tales agradecidos, sino a veces con quejas. Cierto
que si yo fuera a España me excusara todo lo posible
de semejantes encomiendas de seglares, sino
es que fuesen de alguna persona de tanto respeto,
que no se pudiese atropellar con ella. Y esto corre muy
en particular, si las encomiendas son cajones de chocolate
Carta del Padre Marcelo Francisco Mastrilli, sobre la conquista de Mindanao. Taytay, 1637

Carta del Padre Marcelo Francisco Mastrili en que da cuenta
de la conquista de Mindanao Al Padre Juan de Salazar
Provincial de la Compañía de Jesus en las Islas Filipinas
[Gia] et Pax Cristi [...]
De ninguna manera mi Padre Viviera esperado la orden de [VR]
para darle parte de la nuestra Jornada de Mindanao , si viese sabido,
que la carta que yo escribí desde Lamitan al Padre Juan de Bueras les
habían quedado en Zamboanga ; porque de la tardo en ellas con grandísima
puntualidad todo el suceso, Le pedía que las leyese a [VR] para
que sin cansarse con carta mia aparte sabiese lo que pasaba. Ahora
por obedecer a lo que me mando cuando partí por Taytay le referiré
fielmente en esta lo que me podré acordar.
Pues sabia V.R. como habiendo el Señor Don Sebastian Hurtado
de Corcuera Gobernador de estas Islas de terminado la Jornada de
Mindanao, llamo consejo general de guerra, en el cual fueron to-
dos de contrario parecer fuera del señor Sargento Mayor Don Pedro Hur-
tado de Corcuera su sobrino: con todo eso porque lo apretaba el
[celo] de la glorias y honra de entrambas Majestades Divina y humana
resolvio no obstarse aparecer contrario de todo el consejo pro-
seguir adelante con sus santos intentos; y asi el día de la Purifica-
ción de Nuestra Señora a dos de Febrero de este año 31. Habiendo con
[..ado] y comulgado con todos los soldados en las dos Capillas de
Palacio mando se embarcasen en los once sampanes, que por
este efecto estaban y [aprecienidos.] El Padre Juan de Barrios y yo nos
embarcamos en la Capitanas con su señorías a donde también
se embarco al sargento mayor Don Marcos Zapata que llevo por su Ca-
maradas y a su mesa. el clérigo Don Julian Capellan del Arma-
da en la Almiranta con el sargento mayor Don Pedro Hurtado
de Corcuera sobrino del señor Gobernador: y fraile Agustino que
venia por confesor de los Pampangos en el champan del Capitan
Lorenzo Ugalde. y porque había venido el día antes una carta al señor

Las troneras de los enemigos y demás armas en particular
sompites, bacacayes, y piedras no tan presto se asomaba alguno de
Los a la plazuela de la estacada, cuanto quedaba luego
muerto o herido. Esta fue la causa porque habiendo peleado
buenas dos horas y mas no se pudo ganar la fuerza
En este tiempo los cuatro sacerdotes que subimos al cerro el
Padre[ [...]] de Barrios, el Fraile Agustino. el Capellán del Armada
y yo estuvimos al mismo puesto confesandos los heridos y ani-
mando los demás, yo aunque por todo el camino nunca que ni se a largar
mi estandarte el Santo Cristo y de San Francisco Javier: con todo eso al
tiempo de la pelea. entrando en fervor y zelo hice
me dicho y así me fue fuerza dar el estandarte a un soldado
el cual adelantandosemos arriba por orden mía, para que fuese
en guardia de la persona de su señoría que se me había esca-
pado para reconocer mas cerca la estacada; vino un ba-
laco que paso entrambos los lienzos de las sanitas imágenes
sin tocar pero Las figuras estaba entonces el [Ls.] con la cara
a la estacada, y ha sabido por via muy secreta el como no se
que aquel balaco iba en derecado del demonio a matar un
gran personaje y el santo que le estaba adelante se lo reparo [B]
viendo yo las cosas tan apretadas hice por mi parte un gran voto
al santo y después a voz alta dije a su señoría hiciese un voto
al mismo de hacerle una capilla en San Miguel. a lo que con gran-
dísimo animo y liberalidad respondió si Padre muy linda
muy hermosa se hara. Pareció me determinar esta iglesia por ser
del [Ls.] mas devoto y querido que tuvo San Francisco Javier en su
vida. No puedo negar, que fue muy grande la pena de mi
corazón en este tiempo: no por el miedo de las balas que volaban
propiamente como mosquitos y hacia un ruido por los arboles for-
midable , porque puedo afirmar con verdad al de que
nunca he tenido rastro de miedo en toda esta jornada gracias a Dios
[margen a la derecha]
A
lo que hizo viendo
el gran daño que
recibían los nuestros y
los muertos y heri-
dos, fue con notable
fervor romper la
sotana y que dando
desnudo hasta sin-
tiera, darse crueles
azotes para a placar
a nuestro [s.s] con su sangre
y alcanzar de su
Majestad trocase las
cosas, y diese a los
nuestros victoria como
el Señor Gobernador que quedo
pasmado con los demás
de tan nueva y
fervorosa acción
reconoce haberla
recebido de Dios
nuestros el día siguiente
por sus merecimientos
B.
el Padre Marcelo descu-
brió al mismo padre su
confesor como deseando
nuestro sirvir el mis-
terio de aquel balazo
y pidiéndolo con grande
instancia a dios nuestro señor
estando diciendo mi-
sa le manifesto cla-
ra y [disjustamente] que
aquel balazo iba
enderezado al Señor Gobernador
que estaba detras y
hubiera quitados la
vida si el gloriosos
Patron de la empresa
San Francisco Javier no le
hubiera reparado; y dijo que
fue tan interés a la claridad con
que se le mostró, y la alegría que
le causo, que apenas se podía
contener de iba [alargar] a su [S.a]

por la codicia grande que tienen de dinero por lo cual mata-
ran a sus mismos Padres de manera que pienso, su puesto es-
to, que muy pocos habían de ser sus días.
El Sábado santo la mañana estando su señoría en la playa
para embarcarse, se vino a despedir el dicho embajador
y a recibir las cartas y capítulos de paces firmados hay en
su misma presencia. Y al fin mientras su señoría para
honrarlo a la postrera despedida lo abarcaba; de dijo el
Moro muy agradecido, que dentro se cuatro lunas (así dis-
tinguen los meses) habían de ir haberlo en Manila
Cosa que sumamente me consoló por la comodidad que
V.R. tendrá de enviar por el mismo los obreros
a tan abundante cosecha.
Luego disparo la fuerza toda su Artillería, respon-
diendo con su Salva toda La Armada y habiendo se el
señor Gobernador embarcado en su chapan, dimos La
Vela en demanda de Manila; y el embajador
para Bugayen; partió también el Capitan Juan
Nicolas y el Capitan Juan de Leon con Una Compañía
de cien españoles y mil indios con orden que habien-
do acompañado el embajador de Bugayen hasta sus
tiernas pasasen adelante con su armada, y rodeasen
toda La Isla de Mindanao hasta Dapitan, destruyendo
y abrazando todos los Pueblos y tierras que no quisie-
sen su [gestarse] a nuestra armas. fueron por Capellanes
del Armada el Padre Rector de Dapitan y el Fraile
Agustino que había venido por confesor de los Pan-
pangos.
Epítome de las injuriosas palabras que el Reverendo Padre Comisario Fray Francisco Solier predicó en el sermón de los mártires del Japón. 5 de febrero de 1698. Dejando lo antecedente que fue menos criminal aunque sobradamente sangriento contra los frailes

Epítome de las injuriosas palabras que el Reverendo Padre
Comisario Fray Francisco Solier predicó en el sermón
de los mártires del Japón. 5 de
febrero de 1698. Dejando lo
antecedente que fue menos
criminal aunque sobradamente
sangriento.
Hay mayor padecer de un predicador y sacerdote y ministro
evangélico que llegar a tanto abatimiento y desprecio que se atreva
un seglar públicamente a reprenderlo a decir y a grabar
sus faltas. Que una culpa de un religioso que no la saben sino tres
o cuatro y teniendo juez competente [su prelado] que le castigue haya
de publicarse con tanto escándalo e [indicio] del sacerdocio, ante justicia
seglar con tan grandísimo descrédito de la religión y con deshonra
pública de la iglesia y fe católica. Hay mayor injusticia contra el derecho
natural y divino mandando el mismo Dios [noli te tangere
christos meos] no se toque a mis christos (sic) en ninguna manera porque hago
saber que el que les toca en lo más mínimo de su honra que es la
mia. [Tangit pupillam.] Tanto como esto estima Dios a sus sacerdotes
aunque no sean santos. No digo yo que no se castiguen cuando
en toda justicia lo merece que de esa suerte se [huyó]. El primero
quemen me, y más que quemen a todos los frailes pero que un
seglar se haya de atrever a tanto sin que haya quien le vaya
a la mano hay mayor baja que la del sacerdocio en estas islas.
Que si se le antoja a un oidor infamar a un sacerdote castigarlo
y desterrarlo, que haya de tener poder para ello, que por el
mismo caso que la culpa es de un ministro de almas han de
afilar más las armas de sus lenguas contra él, divulgándolo
a todos. Hay desdicha como está de los sacerdotes y religiosos
de Cristo que ya se haga de mal aun una palabra [de coriza]
que se da a cualquier seglar que él es todo más alto delante
de Dios y sus ángeles. Ha de andar tan ultrajado de los hombres.
Siendo así que carácter sacerdotal es tan grande dignidad
que esencialmente está impreso en el alma, y ha de durar para
mientras Dios fuere Dios, que estos papeles, títulos, bastones
y varas que da el rey a sus ministros que tiene que ver, qué hoy son
y mañana no, y así les caen de entre las manos y ellos mismos
se ven sin nada. Que más que sea tan pública la deshonra
nuestra que se divulgue por peles infamatorios contra los ministros
del evangelio para que corran por todo el mundo hay
mayor infamia que la nuestra para que todos chicos y grandes
sepan faltas y no faltas de los ministros de Cristo. Y
con eso les desprecien todos y no se haga caso de ellos en que
ley [vinimos] esto es seguir el evangelio que dice Cristo
Carta apologética, probablemente de Francisco Combés sobre la controversia sobre el sermón de Francisco Solier en el que acusa a los frailes de maltratar de los indígenas

la visita o porque cuando el ministro la teme, le es
fácil gratificándose con los principales [y] enmudecer a los
demás. Con que no hay quien hable palabra y las cosas se quedan
como de antes. Ello es que se ha de reducir a escrito y a
pruebas. Y no habiendo quién deponga, importa poco la noticia
del prelado para la corrección. Y así siempre importará
más esta noticia. Porque patente a todos como no se podrá
negar unos, se corregirán a otros. Y el ministro por temor
del alcalde mayor, y el alcalde mayor por temor del
ministro, se irán a la mano en todo. Este es el intento
del papel: dar a entender todas aquellas cosas son ilícitas.
Y como en esto convenga el reverendo padre predicador y
este mundo de Filipinas, poco se le dará al señor Don Salvador
Gómez de Espinosa de quemar el papel. Que en él, para su
justificación, se ha de prescindir de si se platica o no lo que
contiene. Pues no pone en eso el esfuerzo y asentar qué es ilícito,
qué es lo que se lleva el estudio y el conato. Y así se le
puede aconsejar al padre predicador, que de los gritos
a compás y con orden diga muy enhorabuena. Que
«eso no lo hacen los frailes», que «es imposición», que «no reñiremos
por eso»; pero de otras tantas voces diciendo que
aquello es ilícito e indigno de que religiosos lo apoyen,
y si hay algo dudoso de a cada cosa la calificación que
hallaré en conciencia, si es que tiene letras para hacerlo.
Pero a carga cerrada dar gritos contra el papel es
destruir las costumbres, ensanchar los tragaderos
de la codicia. Porque el plebeyo, el pobre ignorante y el
ministro sin letras, oyendo sus excandecencias, entenderá
que el libro contiene doctrina falsa y herética, y que es lícito cuanto
allí se condena. Con que se confirmarán en su doctrina, y el
que tuvo ingenio para dudar a quién reportaba el recelo
de ofender con esa definición —que les parecerá de concilio— le parecerá
que no hay que dudar en cosa. Y se quedará más asentado
el error y más imposible el conocimiento. Diga, pues, que
ello es malo por impreso. Que el señor Don Salvador Gómez de Espinosa
dirá por impreso que nadie lo hace, o recogerá su papel
para que ni en duda conste.
También me queda un escrúpulo acerca de los superiores.
Y para mi quietud quisiera preguntarle al padre predicador.
¿Qué se ha de hacer si los tales superiores apoyan
los mismos abusos y piensan que defienden su jurisdicción en
sustentarlos? Entonces, ¿a quién se ha de recurrir? Dirá
que «al señor arzobispo». Pobre arzobispo. Si en eso se metiese, tan
lejos quedaría de salir con ello, que antes acabaría la
vida. ¿Que de pesadumbres habría de sufrir, que desaires
padecer, que de calumnias había de tragar? Pregúnteselo
a su ilustrísima y yo apostaré que elige antes pasar por
las pruebas de la persecución del Japón que por las de la
contradicción de los religiosos. Que aquellas honran con la
aflicción, y estas afligen con el descrédito. Pues faltando
Levantamiento de Ilocos y Pangasinan

de Vigan, donde estaba ya el sampán del alcalde.
Y había llegado también el padre visitador, y luego fue Fray Gonzalo con
intento de ir [a] hablar a su hijo Magsanop. Y encontrándose con
los padres Fray Joseph Polanco, Fray Joseph de Mendoza, Fray Domingo de
San Miguel [y] Fray Lorenzo de Herrera en Agayayos les dio una fraterna,
diciéndoles que los frailes mozos habían perdido [en] Amianan.
Y era por el informe de los de Batac que nos aseguraron [que]
no habían tenido un día de descanso desde la entrada
del zambal en Vigan. Lo primero fueron todos a Bacarrá
con los dichos criados del señor obispo. Y algunos pasaron a Pasuquin
para irse a Cagayán. Y Don Juan [Matan], que sabía lo que [habérselo
impedido]. Luego se volvieron a Bacarrá donde se hallaron
nueve religiosos, que todos pudieron perecer allí. Después a Laoag,
Batac, Paoay. Aquí dicen [que] hubo mucho que ver porque había quien
andaba todo el día con el freno en la mano el difunto en todas
consultas que hacían, habiendo elegido en una por prelado al padre
prior de Laoag, Fray Luis de Medina. Siempre sentía el dejar sus
ovejas por cuyo amor murió de esta manera. Según pude averiguar,
se volvió de Laoag a su pueblo donde asistió a los
indios. Y el Día de la Candelaria, les dijo misa y predicó (en este tiempo
ya nosotros estábamos libres en Narvacan). Y sabiendo [que] venían
los enemigos, tuvo su caballo ensillado. Y le detuvieron, diciéndole [que]
le guardarían. Le llevaron a una casa de un cantor que me
dijo le había hallado allí cuando llegó de Laoag, que había ido allí
a no se qué. Trataba el padre Fray Joseph de esconderse o huirse si
{Al margen izquierdo: El padre Fray Joseph Arias, prior de Bacarrá, murió a lanzadas por los zambales, Día de la Candelaria, año de 1660.}
pudiera, diciendo no temía morir pero que hay muchos pecados [que] le
afligían. El cantor le dijo que a ser de noche pudiera librarle,
pero que ¿cómo lo había de hacer si los enemigos estaban ya en [el]
pueblo? Estando en esto, dice [que] vino un [indio] a avisarle que si no
echaba al padre de casa perecería él también. Con que llevó este
cantor al padre Fray Joseph a la casa de su madre, que era pequeña
y estaba vacía. Allí envió Don Tomás Bisaya orden que le metiesen
en la petaca. Dicen [que] fue allí el mulato que sirvió

Tengo de remitir a vuestra reverencia esta, en volviéndomela, aunque sea impertinencia.
Estando todos en Laoag con paz exterior, llegó carta del señor gobernador,
en que le decía al general que había sabido que entre los religiosos había diferencias, [y]
que procurase componerlos. Le respondí que avisase a su señoría lo que
veía por sus ojos, pues todos estábamos como religiosos y hermanos.
Juzgo [que] habrá escrito bien por ser bien intencionado. Desde que llegué
me dijo el general que se holgaría [que] hubiese un religioso que fuese [a] hablar a los
de Barra. Y en fin cuando estábamos allí todos, se ofreció el padre Fray Gonzalo.
Y tratamos de ir los dos, aunque no surtió efecto +. Allá dejé
{Al margen izquierdo: + habiendo asistido yo en Bacarrá una semana}
el padre Fray Gonzalo. Y dicen [que] fue a Bangui. No sé hasta ahora si han
bajado más indios, que cuando yo me vine aún eran pocos. Hablo de
los que andaban escondidos, que son las visitas de Barra, Bambán,
[Babuyan] y Bangui. Que en Bacarrá, Pasuquin y Vintar pocos faltan.
El padre comisario se volvió a su convento aunque dicen quejoso de mi y
que no había yo hecho nada. Mire, vuestro reverendo padre nuestro, ¿quién será poderoso
para que otro diga públicamente que es un mal fraile, y que los otros
son unos santos? Etcétera. Al volverme escribí al padre prior de Laoag hablándole
al alma. A que respondió el párrafo siguiente, que enseñé al padre prior de
Bantay. Sus consejos de vuestra reverencia son buenos, saludables para lo temporal
y espiritual. Y yo, como no me gobierno por espíritu malo sino
por la ley de los católicos, temía en el primer día que el caso sucedió[.]
Hecha esa diligencia ante el prior, y pedido le perdón del mal ejemplo,
y dicho le [que] se lo atribuí a mi cólera y no a razón —pues en un
sacerdote no la podía haber para semejantes razones y cóleras en
las causas de las demás— no me meto, pues, para que otros se precipiten. No me
[perderé] yo. Y créame, vuestra reverencia, que deseo salvarme y temo a Dios. Sintió
mucho lo del espíritu maligno de su carta de vuestro reverendo padre nuestro, a quién
suplico [que] le consuele con sus cartas, dándole las gracias de la composición
y a los dos padres Fray Juan de Ysla y Fray Gonzalo de Palma, que
cierto anduvieron como religiosos. Y tocante a las cosas que
se han dicho y que vuestro reverendo padre nuestro escribió a la provincia, y averiguado [este] testimonio,
lo primero el padre visitador no abrió ningún [fardo] como lo atestigua el
Capitán Simón de Fuentes, ni le entregaron oro los zambales. El
religioso de Santo Domingo Fray Diego Serrano sí que le dio al padre visitador
un tejuelo que le aseguró podía aplicar a la iglesia. Y después
A auto que mandou fazer o excelentisimo Sehnor Francisco de Tavora do Concelho do Estado de Sua Magestade do corpo defunto da Madre Maria de Jesus, do Convento de Santa Monica da cidade de Goa

de Sampayo capitão da cidade Dom Felipe de Souza mestre do campo do terço pago,
Manoel Furtado de Mendoça, Manoel Leitão de Andrade Tanadar maior, o Doutor Simão de Azavedo clérigo do hábito de São Pedro, físico maior deste estado, o licenciado Fran-
cisco Antunes Pereira litúrgico maior do mesmo estado, Antonio da Silva cavaleiro
professo da ordem de São Thiago que ocupou o mesmo lugar de cirugião maior , e eu
Luis González Cotta clérigo do hábito de São Pedro fidalgo, capelão da Casa de São Antonio
e seu secretário do estado, e da junta das misões e estando assim juntos na dita
Igreja, como outra muita gente assim religiosos de todas as cidades como da nobreza
e povo. Fez notorio a todos o Padre fraile Augustinho dos Reis, que a Madre Maria de
Jesus religiosa professa de véu preto do dito convento andando em pé, mas
muito debilitada, e fraca por razão de sua muita idade, e das penitências com que
se mortificava de cera de dormitório encostada em duas mossas em sexta-feira pri-
meiro deste mes de janeiro ao confessionário da Igreja onde se confessara e no acto da con-
fessão lhe dera um desmayo, e depois de ter recebido o corpo do Senhor sacramentado fora
ouvir missa na capela de Nossa Senhora de Assunção que está no claustro, e no dis-
curso da missa lhe derão outros desmayos que parecerão êxtasis pela serenidade com
que fiava, e sendo espertada por sua religiosa ao tempo que se queria levantar a hostia
abrira os olhos, e adorara ao Senhor batendo nos peitos com grande reverencia, e tornará
a ficar na mesma postura e suspensão que continuara até o fim de missa, e depois de
acabada a persuadirão algumas religiosas que fosse para a enfermeira a que respondera que
iria no dia seguinte, e por se lhe dizer que a perlada o mandava obedecera logo
e a levarão nos braços para a mesma enfermeira onde a deitarão em sua cama e a
companharão naquele dia, e noite até o seguinte de sábado dois do dito mes e diri-
gendo lhe elle padre confessor geral se queria confessarse outra vez, e tomar o san-
to viático repondera que sim, e logo dissera missa e lhe dera a comunhão que recebera
com muita devoção, e sendo depois perguntada se queria tomar a santa unção res-
pondera que não era ainda tempo, e por lhe dizer a madre prioressa que o físico assim
ordenava obedeceu logo e tomou este sacramento, e com esta ocasião repararão ela
dito padre confessor geral, e a madre prioressa, e outras religiosas que tinha sináis
nas mãos pertos, dos pés e lado que mostravão haverem sido de chaga, e começando
a entrar no tránsito da morte, se lhe rezara o ofício de agonia, ele padre confessor
geral lhe metera a candea na mão, nomeando lhe o nome de Jesus, e dizendo lhe que
aquella vela acesa significava o lume da fé levantara com ela o braço no ar,
mostrando nesta acção que protestava morrer nela, e espirando do meio dia para
a sua hora inclinara a cabeça para a parte esquerda, e sendo amortalhada a
levarão ao coro baixo do dito convento para ser encomendada, e a entrevarem, e antes
disso avisara a Madre prioressa Beatris de Santa Ana ao reverendo cabido dos
sináis que se tinhão visto no corpo da dita Madre Maria de Jesus, e com esta noticia
forão os capitulares o Arcediago Antonio Ruiz, e o cônego Luis Lorrea Landim
na mesma tarde de dois deste mes, com o escrivão do auditório eclesiástico Jo-
seph Coelho ao dito convento, e em presença dele padre confessor geral, e do padre
confessor ordinário Fray Manoel dos Anjos, e da comunidade das religiosas
virão os ditos capitulares os sináis referidos nas mãos, pés, e lado da dita
Información y averiguaciones sobre la Santa Cruz que fue hallada en esta jurisdición junto al estero de Mapana y que dicen se cayo del cielo en 1618. Por los padres Fray Juan de Medina y Fray Gaspar de Vitoria. 1619

En el nombre de la Santísima Trinidad y de la eterna unidad:
padre, hijo, y espíritu santo, tres personas y un solo dios verdadero
y de la santísima y benditisima virgen Santa María, señora y abogada
nuestra, y de todos lo santos bienaventurados de la corte del cielo. Amén.
En el convento del glorioso Padre San Augustin de esta ciudad del Santísimo Nombre
de Jesús, a veinte dias del mes de marzo de mil y seiscientos
y diez y nueve años, en presencia de mi escribano público y testigos
aquí contenidos, se llamaron a capítulo y a campana tañida, como
lo tienen de costumbre los reverendos padres prior y frailes del dicho
convento. Es a saber el padre Fray Bartolome de Villalobos, comisario del
santo oficio, vicario provincial de esta provincia prior de este dicho convento
y el padre predicador Fray Lorenco de Figueroa y el padre Fray Diego dela Torre,
frailes profesos conventuales del dicho monasterio para tratar
y conferir sobre lo que depuso era declarado. Hallándose
juntamente presentes: el Capitán Juan de Garay, notario del santo oficio, alcalde
y ordinario de esta dicha ciudad y el Alferez Domingo de [Suaro], y el Capitán
Juan [Francisco] de Leon, regidores, y todos tres diputados para este efecto
nombrados por el cabildo justicia regimiento de esta dicha ciudad. Y estando
así juntos, el dicho Capitan Juan de Garay dijo y propuso como a sus paternidades
y señores diputados que estan presentes les es notorio el padre Fray
Fernando de Morales, prior del convento de San Nicolas del pueblo de Cebu
ha traído a esta ciudad una cruz de piedra de color y hechura peregrina
que dicen bajó del cielo y cayó en la isla de Panay jurisdicción
de este obispado, donde de un indio principal que la tenía la [hubo]
el dicho padre prior [(el que la ruego y peticion de esta ciudad y cabildo
y regimiento de ella)]. Y mandamiento del dicho padre vicario provincial
la dio y entregó a los diputados para ello nombrados. Y que es
la que tenemos presente. Y esto con acuerdo y conformidad
de voluntades conformes así del dicho padre vicario provincial
y conventuales como del dicho cabildo y regimiento.
Y de que había de ser puesta y colocada con el adorno y diseño
que se requiere a costa de la dicha ciudad en el tabernáculo
del Santo Niño Jesús que está en la iglesia de este
dicho convento —

ni razón que [el a ello den, porque ] para ello, si no [ceso lo] para el efecto
que está acordado y se les ha entregado, no [antes] adquirir [dicho] alguno
a la procesión y propiedad de la dicha cruz. Porque esta la ha de tener
siempre esta ciudad, con que no la puedan sacar para poner
en otra iglesia. Y cada a una de las dichas partes, en esta conformidad,
por lo que a cada una le toca obligaron [la cual]
dichos padre prior y frailes los vienes del dicho convento,
y los dichos diputados, los propios y rentas de la dicha ciudad
habidos y por haber. Y dieron poder cumplido [a cualesquiera
justicias] que de ello puedan y deban conocer para [su
ejecución] y cumplimiento como si [fuese] sentencia definitiva
de juez competente pasada en cosa juzgada. Y renunciaron
cualesquier leyes fuera y dichos que se [han] en su favor
y del dicho convento y especialmente la ley que dice que general
renunciación [fecha non vale]. Y los padres prior y conventuales
juraron por Dios Nuestro Señor y por
su profesión, que [tornan] y guardaran esta escritura
inviolablemente y que en ningún
tiempo la reclamaran ni irán contra ella, por
lesión vengan o ni por restitución [ni entregan],
ni por otro ningún [remedio] ni auxilio aunque, sea
por [dicho] nuevamente sobre venido y ni pedirán
[absolución] ni relajación de este juramento
aunque sean para efecto de ser oídos en juicio
sobre lo contenido en esta escritura. Aunque
se les conceda, no [usaran] de ello, y si [a no viajarse]
quisiesen [non bala y caigan] en caso
[de por juros]. En testimonio de lo [cualas],
yo otorgaron siendo presentes por testigos
el Alferez Juan Juarez de [Almesto], y el
Alferez Diego de Ledesma, y el Sargento Juan
Fernandez de Leon, escribanos de esta ciudad y [los dichos]