Nicolás Medrano
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- Nicolás Medrano
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- People
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- Nicolás Medrano
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- 2
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Levantamiento de Ilocos y Pangasinan

más temerario o valiente que prudente. Al llegar a Aringay
con cien soldados halló el pueblo sin gente y sólo los principales
que le siguieron a buscar el enemigo que decían estaba ya cerca. Apenas
pasaron el río cuando dieron con el zambal. Y estando hablando
de entrambas partes por las espaldas del Maese de campo Peding,
le apareció Don Miguel Carreño armado con otros seis o siete
indios. Le prendió y entonces exhibió un tejo del oro del padre Fray Luis y
nuestro que había dejado su hijo a su madre o abuela. Y preso le
remitió el maese de campo Don Lorenzo Peding a Bauang. Y por no haber
peleado con los zambales que, por ser pocos, pues sólo eran 102, se
huyeron. Llegando la noche, fue en su seguimiento hasta Agoo. Esta
retirada de los Zambales nos hizo mucho daño. Avisó el Alférez
Lorenzo Arqueros a su [Capitán Tore] por la provincia de Ilocos. Pudo
haber envidia o emulación de parte del superior o deseos de establecer
más su casa. Y dándole aviso después que venían muchos
enemigos, y que le viniese a socorrer, aunque el padre Fray Gonzalo
dicen le persuadió al alcalde mayor no saliese de su jurisdicción que
es Namacpacan donde estaban. Como le apretaba el alguacil
mayor sin esperar las demás gente que venía de arriba, se vino con
el padre Fray Gonzalo y sus [medios castillos]. Y llegando aquí envió
a Agoo a su teniente o alguacil mayor a socorrer al maese
de campo Peding porque los enemigos se llegaban y eran
muchos. Domingo 2 de enero de este año de 61. Después de comer,
llegó [Nicolás Medrano] a toda carrera, pidiendo socorro. Tenía
yo dos tibores de pólvora y me los pidió el alcalde mayor, asegurándome
el de Batac no me faltaría después. Aunque no la
veré [in die bues vita mea], los dice porque aunque quería quedarme
con el uno, apretaron tanto que me rendí. [No traba] decir yo que bastaba
a mí parecer el segundo visitador pero a la pregunta no
viene [vuestra padre]. Respondí con el ["señor sí"]. Llegamos a Agoo tarde
y hallamos a nuestro Lorenzo Arqueros muy ufano y animoso.
En fin dijo que los zambales estaban en Manacleo y que él

daría cuenta de ellos. Dormimos hartos sin comer ni almohadas.
Y por la mañana vino el dicho y aseguró la presa.
Pero volviéndose al ejército, vio muchos zambales y que
remolineaban los ilocos y en fin temió—y con razón porque
habiendo el Maese de campo Peding dejado el buen
sitio para pelear. Como era tan valiente, se fue a meter
con la gente a un carrizal donde tenía dispuesta su gente
sin orden ni concierto. Puestos los valientes en un puesto, sólo
que era un alto, y los demás en hilera, o en [ola] de
uno en uno y envió otra vez a Nicolás Medrano. Se trató
de retirada. Dijimos algunos que no sería bueno pues
teníamos tantas armas de fuego y ellos ni una. Y trató
el alcalde mayor de ir a ver la disposición del ejército,
a quien siguió el padre prior de Batac. Y yo dije iría también.
Y después se ordenó fuese la gente que había con toda la pólvora
y arcabucería, que fue gran yerro en parte a la pólvora
por lo menos. El padre Fray Gonzalo dijo se quería disfrazar
porque, conociéndonos, [no] hiciesen daño a los padres de Pangasinan
de rabia. Se vistió un vestido de un indio sobre el escapulario
y con la panza, parecía capitán muy alentado
de carnes. Yo con mi escapulario y [hebilla] y encima
un capote de color. Estaban los nuestros después de
un estero o arroyo que [se lo] halla lejos por el oriente.
Había peso para los caballos. Y por el poniente pasaba
la gente de a pie. Apenas pues vieron los zambales llegar
la [marcha] de a pie que eran hasta cincuenta arcabuceros con [sus] banderas
y clarín, cuando dieron por aquella parte el "Santiago"
con tanta prisa que apenas nosotros pudimos llegar a los
nuestros. Respondieron los arcabuceros disparando, pero
fue dos veces no más. Que si no huyen de la [multitud]