Francisco Magpiguil
- Title
- Francisco Magpiguil
- category
- People -- Indio or Mestizo Government or Military Figures
- isBasedOnUrl
- https://fromthepage.com/1762archive/a-digital-repatriation-of-a-lost-archive-of-the-spanish-pacific-the-library-of-the-convent-of-san-pablo-manila-1762/article/32159494
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- Francisco Magpiguil
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- 32159494
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Año de 1640—Información sobre el milagro que Nuestra Señora de Caysasay usó con Juan Ynbin, sangley cristiano.

que desde que mataron al dicho Juan Ynbin hasta que fue hallado
en las bóvedas y agua santa se vieron encima de ellas algunas
luces a deshoras de la noche; y esto responde.
-A la oncena pregunta, dijo que todo lo que dicho tiene es público
y notorio, pública voz y fama, y la verdad so cargo del
juramento que hecho tiene, y que no le tocan las generales de la ley.
No supo decir su edad; pareció por su aspecto de cuarenta y seis
años, y no firmó porque dijo no saber. Firmólo el dicho juez e in-
térprete.
[rúbricas] Maestro Joseph Cabral.
Thomás Dimaligalig.
Ante mí,
Alonso Márquez,
notario.
[al margen izquierdo] Testimonio, Francisco Magpiguil.
En el dicho pueblo de Casaysay, en el dicho día, mes y año
suso referido, el dicho juez de comisión para más prueba del
dicho milagro hizo parecer a un indio, que mediante el dicho in-
térprete dijo llamarse Francisco Magpiguil, y ser natural de este dicho
pueblo de Casaysay, del cual se fue recibido juramento en forma
de derecho por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz. Y habiéndolo hecho
prometió de decir verdad; y siéndole preguntado al tenor del

algunas personas en diferentes ocasiones de ésta haber visto en aquel sitio
y lugar, antes que se hicieran las dichas bóvedas, otras luces. Y que se había allí
aparecido esta Santísima Señora de Casaysay a muchas personas que con fe
y devoción vienen a este manantial y agua santa a bañarse con ella
sus enfermedades y cobrado salud. Porque ha sido tanta y es la devoción
que se tiene [a] aqueste lugar y agua, que de continuo se valen de ella
para dichas enfermedades y otras necesidades; y esto responde.
-A la oncena pregunta, dijo que todo lo que dicho tiene es público y notorio, pú-
blica voz y fama, y la verdad so cargo del juramento que hecho tiene,
y que no le tocan las generales de la ley. No supo decir su edad; pare-
ció por su aspecto de cincuenta años poco más o menos, y no firmó porque
dijo no saber. Firmólo el dicho juez e intérprete.
[rúbricas] Maestro Joseph Cabral.
Thomás Dimaligalig.
Ante mí,
Alonso Márquez,
notario.
[al margen izquierdo] Testimonio, don Agustín Sava.
En el pueblo de Casaysay, en veintiún días del
mes de enero de mil seiscientos cuarenta años, el maestro Joseph
Cabral, cura beneficiado del partido de Balayan y vicario foráneo
de esta jurisdicción y juez de comisión para la averiguación del mila-
gro de Nuestra Señora de Casaysay, hizo parecer a un indio citado por
Francisco Magpiguil, del cual y mediante el dicho intérprete dijo

de los sangleyes, los naturales de este pueblo de Casaysay estaban en
arma para guardar este santuario. Y una noche sábado al
que digo viernes, al cuarto del alba poco más o menos, al parecer
de este testigo estando en la lonja que está delante de esta casa de Casaysay
que sirve de convento, sentado con Francisco Magpiguil, asimismo
indio de este dicho pueblo que también estaba de guardia tratando
de algunas cosas, y el dicho Francisco Magpiguil tenía la cara que
miraba a las dichas bóvedas y agua santa; y aunque este testigo estaba
junto de él tenía el rostro vuelto a otra parte, y en medio de la conver-
sación le llamó a este testigo el susodicho diciéndole que mirase
dos luces grandes y resplandecientes, una distinta de otra que veía
encima de las dichas bóvedas y agua santa. Y aunque este testigo
le dijo que debía de estarse burlando, con todo cuidado y a-
tención volvió el rostro y miró hacia las dichas bóvedas y no vio
las dichas dos luces que su compañero le había visto. Y estando en esto
vio este testigo en compañía del dicho su compañero, sin pasar mucho tiempo y
encima de las dichas bóvedas, una luz clara y distinta que, a su pa-
recer, sería como la de una hacha; con lo cual el dicho compañero le
dijo a este testigo se quedase allí que él quería ir a ver quién había en-
cendido aquellas luces encima de las dichas bóvedas. Y prosiguiendo
su viaje, como a diez o doce pasos, que a este testigo le parece habría an-
dado el dicho su compañero, vio este testigo se apagó la dicha luz encendida
que habían visto entrambos encima de las dichas bóvedas; sin em-
bargo, el dicho compañero prosiguió su viaje y le contó de vuelta
a este testigo cómo había llegado a las dichas bóvedas y mirado arriba
y abajo y alrededor de ellas, y que no había hallado rastro de
las luces que habían visto. Y a este testigo no le causa admiración
porque en el dicho lugar, antes que se hicieran las dichas bóvedas
de piedra, ha oído decir a muchas personas de muchos años a esta
parte haber visto en aquel lugar luces encendidas, y a la Vir-
gen Santísima en diferentes ocasiones. Y por esta causa acuden y