Tayabas
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- Tayabas
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Carta del Padre Marcelo Francisco Mastrilli, sobre la conquista de Mindanao. Taytay, 1637

La cual cierto por haber sido muy larga y peligrosa nos ha dado mucho que padecer porque
cualquiera Isla que encontrábamos habíamos de rodearla forzosamente toda, y por
cualquier parte que que [fiesemos] ir, luego el viento se ponía a la proa; con
tres o cuatro baguios (que son tormentas des echas) en las Islas de negros,
de Mindoro y Marinduque; que fue milagro propiamente de Dios por
particular protección de San Francisco Javier escapar libres de todos princi-
palmente en lo que tuvimos en la Isla de Mindanao se nos vendió el árbol
y pasó un [rollero] por encima de la nuestra popa tan caliente y tan
nuevo a los Pilotos y marineros, que viendo lo de lejos venir sobre Las
aguas me llamaron aprisa para que lo con [hurase], como hice: y cierto no
pudo ser otra cosa que diabólica por declararse visiblemente autor de tantas
hazañas, estorbos, y contrariedades el gran diablo de Mindanao, que de su silla
con tanto valor había se señoría derribado.
Pero si visible fue la obra del enemigo en los peligros muchos mas patentes
y clara fue la protección divina y del nuestro [Ls].en los mismos: como cuando nos
libro de algunos bajos [de...dra] en la costa de Manila, a donde irrepara-
blemente habíamos en callado [y...a] un champan que se [ab...] de donde [...mudar]
mos sin saberlo un día antes: y otros muchos que por no cansar VR no re-
fiero. Dos veces tomamos refresco por el camino por acudir a los enfermos
una en Iloilo a donde los nuestros Padres nos regalaron con muchos novillos,
terneros, quesos, y gallinas; La otra en Panay por el capitán y alcalde mayor
Don Francisco de Frias. Al fin porque los vientos eran totalmente por proas,
y realmente su señoría había padecido tanto por el camino que bastantemente
Lo declararse con referir a V.R. lo que el mismo me afirmo que de cuan-
do había padecido y pasado en Flandes y otras partes por servicio de su majestad
ninguna cosa llegaba a lo que había sufrido tantos días embarcado en un cham-
pan. Se resolvió desembarcan en Tayabas con el sargento mayor Don Pedro
su sobrino y el Capitán Lorenzo Ugalde enfermos que tenían necesidad del
Cirujano, y de aquí fuimos por tierra dos días de camino hasta la laguna,
de donde por el rio llegamos a Manila los diez y nueve de Mayo yo me
que de en San Miguel, los enfermos en Manila y su señoría La misma noche
pasó
Carta apologética, probablemente de Francisco Combés sobre la controversia sobre el sermón de Francisco Solier en el que acusa a los frailes de maltratar de los indígenas

de donde sacar el arroz para el socorro de las fuerzas
campo de Ternate y de Manila que las de sus vasallos.
Y así necesariamente lo ha de embargar o comprar. Y que
la bandala es el más suave medio porque se reparte
en todos con igualdad. Y supuesto también que las
fábricas son forzosas porque ni vienen de Castilla naos
ni se hallan a comprar. Y prescindiendo de lo que en otros
gobiernos se ha hecho y la razón que tuvieron cuando las
dejaron de pagar —las compras digo, que las fábricas
siempre se han pagado— que sería la cortedad del
socorro, que nunca viene tan cumplido, que alcance
a la satisfacción de las necesidades. Digo lo 1.º, que las culpas
de los pasados no las ha de pagar el señor Don Sabiniano. Y
que si en la abundancia de los socorros pasados se hallaron
necesitados los gobernadores a tomar las bandalas, en fiado mal
¿podrá hoy el señor Don Sabiniano—cuando los socorros vienen tan escasos
y las pérdidas han sido casi continuas—pagar lo presente y lo pasado
de lo presente? Sólo pudiera hablar un hombre que no supiera que
ha dos años que no viene socorro. Y que el último se menoscabó en
la pérdida de Borongan, donde dio al través el galeón y [obli]
para fondear la plata y conducir a tantos gastos. Atraviesan
la isla a hombros de indios que todos quedaron generosamente
pagados. Y pasándola al continente de Manila en champanes y de
Tayabas a la ciudad, otra vez a hombros, cuando tenía la caja plata, ¿quién ha
pagado con más larguera? Testigos son los que asistieron a los dos galeones
que oí esperamos de Castilla donde se le daba a cada indio
cada día una ganta de arroz y un real. ¿Cuándo servido en estas islas
paga tan generosa? Aun en los tiempos más felices, ¿cuándo los socorros
venían más llenos? Entonces se le daba a un indio de
arrastre un tostón y al oficial un peso. Y el señor Don Sabiniano,
hallando ese ejemplar en la contaduría, de lo cual nadie
se atreviera a exceder por la fuerza que tiene para el estilo el
ejemplar, lo ajustó a su nobleza para facilitar el servicio de
su majestad. Los efectos declararon bien la calidad del beneficio.
Pues en esto y el cuidado que puso en el buen tratamiento
de los naturales, se quitó el aborrecimiento que tenían a los
astilleros, que los miraban como infiernos. Y por no caer en su
rigor, redimían el mes que les tocaba a 20 pesos pagando esa
cantidad al que libremente quería ir en su lugar. Y en los
astilleros se venían a ofrecer al trabajo de su voluntad
suceso que no tiene ejemplar y último aplauso de su
benignidad, que así consiguió fácil el servicio de su rey.
Y excusó el que los galeones saliesen más costosos a los naturales que a su
majestad, como sucedía en otros gobiernos. Que por esas redenciones o rescates
a 20 pesos del trabajo, acabado el galeón si a su majestad le estaba en cincuenta
mil a los naturales les venía a costar, ¿ochenta mil se pudo
hacer mayor servicio a su majestad, más grato a Dios, útil a los
naturales? Lo mismo digo de las bandalas. Cuando faltó el socorro,
¿no llamó a los principales de la Pampanga? ¿No se contentó con
lo que liberalmente le quisieron ofrecer? ¿No se valió de las mismas
súplicas, procurando hacer voluntario lo que era necesidad