Información del gran milagro del pueblo de Caysasay [Casasui], 1619

{[298] 343}
Nos don fray Pedro Arce, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica,
obispo de la ciudad del Santísimo Nombre de Jesús y gobernador de este arzobispado de Manila
del Consejo de Su Majestad, etc. Por cuanto de parte del padre fray Alonso Barahona,
provincial de la orden de nuestro padre San Agustín, se nos ha hecho relación por
petición que ante nos presentó diciendo que, había sido informado de algunos re-
ligiosos de crédito y toda satisfacción, que en el pueblo de Binogsacan, jurisdicción
del convento de nuestro padre San Agustín del pueblo de Tal, en una peña que está algo
apartada del dicho pueblo, se ha aparecido a algunos indios e indias di-
versas veces una imagen de la Virgen Santísima Nuestra Señora,
con gran resplandor, teniendo el niño sacratísimo en sus manos, hijo
y madre con coronas saliendo grandísima fragancia y suavísimos
olores de aquel lugar, en el cual hay un ojo de agua que ha hecho y hace
milagros Nuestro Señor, bebiéndola diversos y muchos enfermos sanando de di-
versas enfermedades interiores, lavando con la dicha agua las
llagas exteriores han quedado limpios, sanos y buenos con grande
admiración y alegría de los que lo han visto y experimentado. A cuya
fama y devoción acude mucha gente de toda aquella jurisdicción,
donde han sucedido muy particulares milagros. Y para que conste de la
verdad de modo que haga fe, nos pidió y suplicó nom-
brásemos una persona de toda satisfacción para que haga
la averiguación de lo referido y otras cosas maravillosas para
que Nuestro Señor sea glorificado, y su Madre Santísima, y aquél lugar
venerado y reverenciado. Y por nos visto atendiendo
a lo susodicho y la relación de ello hemos tenido y a las muchas
y buenas partes, virtud y religión del padre predicador
fray Juan Baptista de Montoya, que al presente es prior en el dicho
convento de Tal, de quien tenemos entera satisfacción. Por la presente
le damos plena facultad y comisión para que averigüe y verifi-
que este caso arriba referido, a honra y gloria de Dios
Nuestro y de Su Majestad Santísima. Examinando y tomando las de-
claraciones a las personas que supieren de ello y lo hayan visto;
tomándoles para ello juramento, escribiendo lo que dijeren sin
quitar ni añadir sino examinados bien. Y enterados de ello
aquello que meramente dijeren ante intérpretes y naguatatos,

entendidos y de toda satisfacción, lo cual entera bien el dicho padre
por ser tan buena lengua. De suerte que en la verificación de
este caso tan maravilloso y admirable se hagan todas las diligencias
que fueren necesarias para aclarar y saber la verdad. Para
lo cual nombrará el dicho fray Juan Bautista de Montoya un
notario, ante quien pase lo arriba dicho fiel y legalmente, y persona
de satisfacción y confianza, que no reciba más ni menos, ni
quite ni ponga de aquello que los testigos dijeren y los intérpretes
declararen. Que para todo ello damos la dicha comisión en forma
de derecho según que para tal caso se requiera y es necesidad.
En cuyo testimonio mandamos dar la presente en Manila, a veintinueve de julio de mil
seiscientos diecinueve años. Firmada de nuestra mano y sellada, refrendada de nuestro secretario.
[Rúbrica] Fray Pedro [Arce], Obispo del
Santísimo Nombre de Jesús.
Por [?] de su Santa Real Majestad
Gabriel de Miguel Buitron, secretario.

{344 [2909] 34}
Fray Alonso Barona, provincial de la orden de nuestro padre San Agustín,
por cuanto el reverendísimo de Cebú que al presente gobierna
el arzobispado de Manila, ha cometido al padre predicador
Fray Juan Bautista de Montoya, prior de nuestro convento de Taal.
de hacer información sobre el haber aparecido la San-
tísima Virgen Nuestra Señora a algunas personas indios y
indias en un lugar de la jurisdicción de Taal, y que lo que
más se refiere en la comisión, por la presente doy li-
cencia al dicho padre predicador Fray Juan Bautista de Montoya
para que acepte la dicha comisión. Y ni más ni menos
doy mi autoridad como de derecho puedo y debo al dicho
padre para que juntamente con el padre predicador Fray Jerónimo
Medrano, prior de nuestro convento de Tanauan, y del padre
predicador Fray Gabriel de Rojas, todos juntos asistan
a la dicha averiguación en mi nombre y de nuestra re-
ligión para que se haga con más autoridad y
justificación. A los cuales mando en virtud
de santa obediencia los hagan bien, fiel y legal-
mente como se espera de su buen nombre reli-
gióny celo. Dada en nuestro convento de Malat, en
veinte y dos de agosto de seicientos y diez y nue-
ve. Y sellada con el sello menor de nuestro oficio,
y refrendada de nuestro secretario de provincias
Fray Alonso Barona
Por mandado de nuestro padre provincial
Fray Francisco de
Castromonte
secretario de provincia

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{[En el margen izquierdo] Nombramiento de intérprete a Bernardo de Landecho. Notario, A Pedro Pérez}
En el pueblo de Taal de la laguna de Bombon en
tres días del mes de octubre de mil y seiscientos diez y nueve
habiendo tenido noticia y relación el reverendísimo señor don fray
[En el margen izquierdo] notario ante mí Pedro Pérez. - Pedro de Arce, obispo de la ciudad de Cebú del Santísimo Nombre de
Jesús y gobernador de este arzobispado de Manila de que en una con-
cavidad que está en una peña en el sitio llamado Quisasay,
junto al pueblo de Binocsocan. De esta dicha jurisdicción de Bombon
se ha aparecido la Virgen gloriosa de[tachado] Nuestra Señora diversas
veces a mucha cantidad de indios e indias con mucha claridad
y resplandor y mucha música teniendo a su precioso hijo y
bien nuestro en sus brazos entrambos con sus coronas junto
al cual lugar de poco tiempo a esta parte se ha visto y
hallado. Nace un ojo de agua luce la cual mediante ya be-
biéndola ya lavándose con ella. Ha Nuestro Señor hecho y obrado
muchas maravillas haciendo merced de dar salud a diversos
enfermos de diversas enfermedades. Por cuanto el dicho
señor obispo me ha cometido a mí fray Juan Bautista de Montoya,
prior del convento de este dicho pueblo de Taal de la orden
de nuestro padre san Agustín que haga auténtica información
acerca de todo lo sobre dicho para que Nuestro Señor y su ben-
dita madre con más devoción sean servidos y alabados como
consta al principio y cabeza de este proceso habiéndome dado
licencia para admitir la dicha comisión nuestro padre provincial
fray Alonso Barona, mandándome juntamente que para la
dicha información me acompañe con los padres predicadores
el uno el padre fray Jerónimo de Medrano, prior del convento
de Tanaguan y el otro el padre fray Gabriel de Rojas, habi-
tante y morador en este dicho convento de Taal, para que
con más justificación se sepa la verdad del caso y man-
dándome juntamente el dicho reverendísimo y el dicho nuestro
padre provincial nombre para ello. Naguatato y notario seculares

recibiendo juramento en forma así a los dichos naguatato y
notario de que harán su oficio fiel y legalmente
como a todos los testigos que se recibieren de que
dirán toda la verdad sin añadir ni quitar de lo que
hubieren visto y experimentado y se les acordare
del caso dicho. Por la presente, en virtud de
la dicha autoridad y comisión nombro para el dicho
efecto por intérprete a Bernardo de Landecho, escribano
público asistente y morador en este dicho pueblo de Taal y
por notario nombro también en razón de lo suso-
dicho a Pedro Pérez, estante en este dicho pueblo, los cua-
les entrambos y cada uno de ellos aceptando los dichos
oficios juraron en forma por Dios nuestro señor y por
la señal de la Cruz, que con sus manos de [todas] hicieron
usarlos con toda fidelidad y lo formaron de sus nom-
bres siendo presente los dichos padres predicadores, jueces
acompañados en esta causa, los cuáles justamente lo
firmaron. Testado "de" non vala.
[Rúbricas] Fray Juan Bautista de Montoya, Fray Jerónimo de Medrano, Fray Gabriel de Rojas
Bernardo de Landecho, Pedro Pérez
[Al margen izqdo.] Testimonio. 1º. Catalina Talayn, natural de Binogsocan, de 25 años. Es de las dos primeras que vieron a la Virgen.
En el dicho pueblo de Taal, en tres días
del mes de octubre de mil seiscientos diecinueve
años, estando juntos y congregados en el convento
y casa de este dicho pueblo, nos, los dichos jueces el padre
Fray Juan Bautista de Medrano Montoya, Prior de este dicho
convento y el padre fray Gerónimo de Medrano, prior del

convento de Tanaguan, y el padre predicador fray Gabriel
de Rojas, morador de este dicho convento. Pareciendo
presente una india que mediante Bernardo de Landecho,
intérprete nombrado para esta causa, dijo llamarse
Catalina Talayn y ser natural del pueblo de Binogsocan,
y de edad de veinticinco años poco más o menos,
de la cual fue tomado y recibido juramento por Dios
Nuestro Señor sobre la señal de la cruz según
forma de derecho. Y habiéndolo dicho prometió de decir
verdad en todo lo que le fuere preguntado en el
caso sobredicho, y siéndole preguntado al tenor
de la comisión de Su Señoría del señor obispo de Cebú del
Santísimo Nombre de Jesús, y gobernador de este arzobispado de
Manila, cuanto al haber aparecido la Virgen gloriosa
Nuestra Señora. Dijo que lo que sabe y pasa
es que debe de haber ocho años poco más o menos, que siendo
en este convento prior el padre definidor mayor que al pre-
sente es fray Juan Enríquez y su compañero fray Mateo
Braceros, yendo esta declarante en compañía de otra india
llamada Mariana Bagoyn, {al margen izquierdo. Cítase Mariana Bragohin de Binagsocan, que vio a la imagen la primera vez, está en Cabite con su marido que es allí carpintero} natural de su mismo pueblo de esta
declarante, por agua al sobredicho sitio de Quisasay,
cuando volvía con el agua un jueves a mediodía vio de
repente en una concavidad que a modo de cuevecita
está hecha en una peña que está en el dicho sitio de
Quisasay, casi a la lengua del agua, una persona de
altor poco más de un palmo, que le pareció verdaderamente
persona viva, con un gran resplandor y claridad; de
lo cual espantada y maravillada volviendo un poco atrás,
dijo a la compañera Mariana Bagoyn: - ¿Ala no ves aquella
persona que está en aquella cuevecita?- De lo cual ma-
ravilladas y espantadas de lo que habían visto se vol-
vieron a su banca y a su pueblo sin llevar el agua, porque

habían ido. Y esto es lo que sabe y pasa y es la ver-
dad para el juramento que tiene hecho, en que se a-
firmó y ratificó para el juramento que tiene hecho.
Todo lo cual dijo en voz alta y clara que se
pudo entender, y no firmó por no saber. Firmolo
máronlo el dicho padre fray Juan Bautista y jueces nombrados junto con el dicho intérprete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gerónimo de Medrano. Fray Gabriel de Rojas. Bernardo de Landecho. Ante mí, Pedro Pérez notario nombrado.
{Al margen izqdo: Testimonio 2º. Joana Tangui, natural de Baguan, 25 años, sanó de un fuego que tenía en los ojos. Vio a la Virgen dos veces, habló con ella, ofrecióle su cinta y rosario y otros muchos rosarios, todo lo cual bendijo la Virgen. Era de antes casi del todo tonta y desde entonces habla y trata con mucha razón, dándola de sí en lo que la preguntan.}
En el dicho pueblo de Tal, en cuatro días del mes
de octubre de mil seiscientos diecinueve años, estando
juntos y congregados los sobredichos jueces hicieron pare-
cer ante sí a una india para la dicha información,
que mediante el dicho intérprete dijo llamarse Juana Tangui,
y ser natural del pueblo de Baguan, esclava de don Juan
Mangabot principal del dicho pueblo, de la cual fue toma-
do y recibido juramento por Dios Nuestro Señor sobre la
señal de la cruz, según forma de derecho. Y habiéndolo
hecho prometió de decir verdad; y siendo preguntado al tenor
de la comisión de Su Señoría del señor obispo de Cebú del Santísimo Nombre de
Jesús, sobre el haberse aparecido la Virgen gloriosa Nuestra Señora
dijo: Cuanto a lo sobredicho que sabe y vio es que habrá
como dos meses y medio que estando esta declarante enfer-
ma de los ojos, de un fuego que en ellos le había nacido, que

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no los podía abrir; y llevándola la hija de su ama con devoción,
con la fama que corría de que un ojo de agua que de nuevo habían
visto en el puesto de quisasay, más cerca de la lengua del agua
como catorce o quince pasos de otra agua que nacía y nace más a-
rriba, donde de ordinario iban por agua; que esta agua dicha nue-
vamente vista daba salud a algunos enfermos que usaban de ella para
ver si era Nuestro Señor servido, y la Virgen gloriosa su madre, de-
sanar a esta declarante de la enfermedad dicha que en los ojos
tenía. Dice esta dicha declarante que estando allí con hasta
nueve o diez personas que se habían bañado en la agua de más
arriba, habiendo advertido algunas veces tenía a su lado cierta par-
ticular sombra, sin haber sol ni luna que la pudiese causar
por cuanto aun era a prima noche, sintió que como persona que
por detrás la volvía del hombro para que volviese y mirase
atrás. Y volviendo no vio más que una manera de sombra,
y habiendo andado obra de veinte pasos volvió otra vez a
mirar hacia atrás donde estaba el agua nuevamente vista, y vio una
claridad y luz a manera de una candela grande encendida. Y
habiéndose ido a una sementera o choza que de allí estaba cerca,
donde estaban unas indias entre las cuales estaban doña Ana
Dimasacay y doña María Dalisay. {Al margen izquierdo. Doña Ana Dimasacay y doña María Dalisay son citadas, que enviaron a esta declarante}. Y refiriéndoles lo que ella había
visto y diciéndole que volviese a donde había visto aquella luz
para que se certificase, y respondiendo que no veía
porque estaba mala de los ojos, le dieron un muchacho con
una luz para que la acompañase hasta el lugar dicho, donde
habiendo llegado hizo al muchacho que con ella iba se hincase de
rodillas, e hincase en el suelo la candela que llevaba; y adelantán-
dose ella un poquito, se hincó de rodillas a una claridad gran-
de donde vio una figura de obra de dos palmos de alto, que le
pareció con certidumbre persona viva, juzgando ella en su en-
tendimiento era verdaderamente la Virgen gloriosa. La cual estaba
con una corona en la cabeza y una crucecita pequeña
en la frente. La cual imagen o persona, dice esta decla-
rante, que le habló agradeciéndole el haber tenídola en memoria,

y haber vuelto a verla, y le dijo: “Pues tienes buen corazón
conmigo; como no traes la cinta de la cofradía no vuelvas
a verme hasta que seas cofrade y la traigas”- En razón de lo
cual como pasa en realidad y verdad, dice esta declarante
que vino al prior de este dicho convento de Tal que es fray
Juan Bautista de Montoya, juez nombrado para esta causa. Y
refiriéndole todo lo dicho le pidió con devoción la admitiese
por cofrade y le pusiese la cinta de la cofradía. Lo cual hecho
y recibida por cofrade y recibida la cinta del glorioso padre
san Agustín, dice esta declarante que volvió al dicho lugar den-
tro de ocho días, como el dicho prior se lo mandó. Donde habiendo
vuelto con obra de otras nueve o diez personas, entre las cua-
les iban doña Madalena Ponsuan y doña Juliana Dimoyaguin,
ama de esta declarante; y doña María Dalisei, y María Masueley,
y Luisa Sanyota. {Al margen izquierdo. doña Madalena Ponsuan, doña Jualiana Dimoyaguin y doña María Dalisay, y María Masuelay, y Luisa Sanyota son citadas y contestan con quien las cita.} Dice esta declarante que adelantándose y a-
partándose un poquito de ellas, vio en el mismo lugar que an-
tes a la gloriosa Virgen Nuestra Señora de la misma manera que an-
tes la había visto, con grandísimo resplandor y hermosura, la
cual dice esta declarante que hincándosele de rodillas la
gloriosa Virgen le dijo que se agradaba de ella mucho
más que antes, porque llevaba la cinta de la cofradía consigo,
siendo ya cofrade. Y dice más esta declarante, que pidiéndole
ella alguna señal para que los demás la creyesen, le res-
pondió la Virgen gloriosa que bastaba hubiese ella tenido
en sus manos el rosario y cinta que ella consigo traía. Lo cual
dice esta declarante puso en las manos de la Virgen glo-
riosa el rosario y cinta que ella traía, de las cuales manos de
la Virgen gloriosa volvió esta declarante a recibir el dicho
rosario y cinta, habiéndoselo así mandado la Virgen Nuestra Señora.
Y dice más esta declarante que, en razón de lo dicho, había ella
de antes recogido los rosarios de todos sus compañeros que con
ella habían ido, los cuales rosarios ofreció también ella a la
Virgen gloriosa cuando le ofreció el propio suyo, los cuales

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rosarios dice esta declarante tocó con sus manos también la
Virgen gloriosa; tocados de las cuales manos esta declarante se
los ofreció a una principala llamada doña Madalena Ponsuan,
que es la arriba nombrada. {Al margen izquierdo: Testigo de Madalena. Esta doña Madalena es la citada arriba en este mismo dicho.} La cual dice y afirma con juramento
que yo, el presente notario mediante el dicho intérprete tomé y recibí
a la susodicha, que cuando los recibió en sus manos sin-
tió salir de ellos muy gran fragancia de olor. Otro día des-
pués de todo lo dicho, dice esta declarante y así lo afir-
ma debajo del juramento dicho, la dicha doña Madalena vie-
ron a esta dicha declarante, así esta dicha doña Madalena
como todos los de su pueblo que habiendo antes tenido siempre
los ojos muy turbios y enfermos, tanto que por ningún modo
los abría, por más que con ella hablasen y tratasen; desde aquel
día los abrió y abre muy bien tratando siempre con todos, con
mucha razón y juicio habiéndola siempre antes conocido todos
por persona tan boba que ni daba ni sabía dar razón de
sí casi en nada. En razón de lo cual esta dicha doña
Madalena con los demás de su pueblo maravillados de esto han
dado crédito a todo lo sobredicho, cobrando grandísima de-
voción con la Virgen gloriosa, y con esta dicha agua y sitio.
Y que esto es la verdad y lo que pasa para el juramentos
que hizo en que se afirmó y ratificó; y al parecer es de vein-
ticinco años poco más o menos. Y no firmó por no saber.
Firmáronlo los dichos juez e intérprete. Testado "es," "aun" : no vala y en-
tre renglones dicho vale.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gerónimo de Medrano. Fray Gabriel de Rojas. Bernardo de Landecho. Ante mí, Pedro Pérez notario nombrado.

{Al margen izquierdo: Refrendado
Testimonio 3º: Doña Catalina Guinatoan, natural de Molavin, de 30 años.
Vio claridad extraordinaria siendo muy de noche, en razón de lo cual de dos candelas que llevaban encendidas mataron la una y escondieron la otra, y luego vio un brazo en el aire que les alumbraba con una muy gran candela encendida.}
En el dicho día, mes y año dichos en el dicho pueblo
de Tal, los dichos jueces para la dicha infor-
mación hicieron parecer ante sí a una india que mediante
el dicho intérprete dijo llamarse doña Catalina Guinatoan,
y que es natural del pueblo de Molavin, de la cual fue tomado y
recibido juramento por Dios Nuestro Señor sobre la señal de la
cruz, so cargo del cual prometió de decir verdad; y siendo pre-
guntada al tenor de la comisión de Su Señoría del señor obispo
del Santísimo Nombre de Jesús, dijo que lo que sabe es que
en dos días del mes de julio pasado de este año, yendo esta de-
clarante con otras siete u ocho personas con mucha devoción
a visitar esta agua y lugar dicho, siendo muy de noche y haci-
endo mucho oscuro, llevando dos candelas con que se alumbra-
ban estando ya cerca de este dicho sitio y agua vieron todos
una gran claridad y resplandor extraordinario. De lo cual
maravillados para certificarse que pudiese ser y gozar mejor
de la dicha luz, para ver si acaso era distinta claridad
de la que daban las candelas que encendidas llevaban, deter-
minaron de matarlas como de hecho las mataron. Las cuales
muertas, como perseverasen en ver la dicha luz y resplan-
dor extraordinario, quedando de ello grandemente mara-
villados, enviaron delante dos personas que con diligencia
buscasen y mirasen si había por allí cerca algún fuego
u hoguera que pudiese causar el resplandor; y como no
hallasen fuego alguno en este ínter afirma esta decla-
rante, debajo del dicho juramento, que vio y entiende que
vio lo mismo como se lo ha oído decir muchas veces a
doña Lucía Tarolan, {Al margen izquierdo: doña Lucía Tarolan es citada que vio como un brazo de persona que con una gran candela alumbraba a los que llegaban a este sitio.} su compañera, que a modo de un brazo y
mano de persona levantaron sobre el lugar donde habían
visto la dicha claridad una como hacha encendida, como
que alumbraba a los que allí se llegaban, por cuanto ya la
claridad que allí habían visto había cesado, las demás personas
que con ella iban no sabe si vieron la dicha candela con
el brazo que parecía levantaba en alto para alumbrarlo,
pero oyó decirles a todas muchas veces que veían la
dicha claridad y resplandor, con que habiendo llegado

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muy maravillados se volvieron todos a sus casas dando
gracias a Dios de lo que habían visto. Y esto es lo que sabe
y pasa acerca del caso y de lo que se le pregunta y es la ver-
dad so cargo del juramento que tiene hecho. Fuera de lo
dicho, dijo más esta declarante debajo del dicho juramento
que estando ella y con hasta siete u ocho personas recogidos
en una casita de una sementera que está poco trecho de este
sitio y lugar donde está esta agua nuevamente vista, la
cual había ido toda esta gente a ver en razón de lo que habían
oído y la devoción que con Nuestra Señora tenían, y por ser ya de
noche se habían recogido allí para volver a la mañana
a visitar este dicho sitio y lugar siendo a tercera noche des-
pués de la claridad y resplandor que esta declarante
tiene referido se había visto; dice pues esta declarante
que estando allí todos juntos, desde las ventanas de esta
dicha casita de la sementera vieron sobre este dicho lugar
y sitio una gran claridad, de lo cual maravillados confiri-
endo entre sí qué pudiera ser, bajaron de la casa con in-
tento de ir a ver la dicha claridad. Y como considerasen
ser ya muy de noche y llovía algún tanto, no pasaron
adelante todos más de tan solamente esta declarante,
y junto con ella doña Madalena Ponsoin, y doña Marta Di-
matoloi; {Al margen izquierdo: doña Madalena Pongsoin, doña Marta Dimatoloy son citados que iban a ver esta claridad que fuese donde las dos primeras vieron claramente a la Virgen} las cuales tres, aunque llovía y hacía oscuro se
determinaron por más de noche que era de ir hacia donde veían
aquella claridad. Donde en el camino, dice esta declarante,
vio en esta claridad un medio cuerpo de la cintura arri-
ba que le pareció ser de persona viva y muy hermosa,
la cual juzgó ser la Virgen Nuestra Señora; que tenía al parecer
una corona en la cabeza, no distinguiendo qué vestido tenía
ni cómo. Y no obstante que esta declarante dice no haber vis-
to ella más que de la cintura arriba, dice ha oído decir muchas
veces a la dicha doña Madalena que vio en esta claridad,
a su parecer, todo el cuerpo entero de la Virgen Nuestra Señora;
y la otra tercera que asimismo iba con ella, la ha oído
decir que no vio más de tan solamente la claridad y

resplandor, después de lo cual y de haber de rodillas
dado gracias a Nuestra Señora por la merced que les había hecho,
habiendo ya cesado la dicha visión y aparición, dice esta
declarante se volvieron a recoger al rancho donde
antes estaban. Todo lo cual es la verdad como tiene dicho,
en que se afirmó y ratificó y dijo ser de edad de
treinta años poco más o menos. Y no firmó por no saber; fir-
máronlo los dichos jueces e intérprete.
[Rúbricas:] fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gerónimo de Medrano. Fray Gabriel de Rojas. Bernardo de Landecho.
Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.
{Al margen izqdo: Refrendado
Testimonio 4º. Doña Luisa Tarolan, natural de Molavin, de 25 años. Esta es la doña Lucía Tarolan que el testigo tercero sobredicho cita y contesta con él totalmente. }
En este dicho pueblo de Tal, en el dicho día cuatro
de octubre del dicho año, los dichos padres priores,
jueces en esta causa hicieron parecer ante sí a una india que
mediante el dicho intérprete dijo llamarse doña Luisa Ta-
rolan, natural de Molavin, citada en el dicho de atrás, de
la cual se tomó y recibió juramento por Dios Nuestro Señor
sobre la señal de la cruz según forma de derecho, so car-
go del cual prometió de decir verdad. Y siéndo pregun-
tado al tenor de la dicha comisión de Su Señoría dijo
que es verdad que al principio del mes de julio pasado de
este año yendo en compañía de doña Catalina Guinatoan
y de otras personas, algunas como lo refiere y cita el
testigo sobredicho, habiendo visto con todos los demás la
sobredicha claridad y resplandor que arriba está referido,
ella en particular junto con la dicha doña Catalina, habiendo
cesado la dicha claridad cuando llegaban a este dicho sitio

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vio distintamente como un brazo de persona viva que le-
vantaba en alto una hacha encendida, al parecer como que
alumbraba a los que allí se llegaban; al mismo modo que ha re-
ferido el testigo sobredicho, todo lo cual dice y dijo es la
verdad acerca del juramento que tiene hecho, en que se afir-
mó y ratificó. Y dijo ser de edad de veinticinco años
poco más o menos. Y no firmó por no saber, firmáronlo los
dichos jueces e intérprete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gerónimo de Medrano. Fray Gabriel de Rojas. Bernardo de Landecho. Ante mí, Pedro Pérez, notario nombrado.
{Al margen izquierdo: Refrendado
Testimonio 5º: Doña Madalena Pongsoin, natural de Baguan, de 50 años. Ésta en particular ha sido y es tenida por mujer de mucho juicio y razón, y muy buena cristiana y muy principala. Vio a la Virgen con una candela.}
En el pueblo de Tal, en cinco días del mes de octubre de
mil seiscientos diecinueve años, los dichos padres priores, jueces en
esta causa para más prueba de la dicha información hicieron pare-
cer ante sí a una india que, mediante el dicho intérprete dijo llamar-
se doña Madalena Pongsoin, natural del pueblo de Baguan, citada por
el testigo tercero de esta causa, de la cual fue tomado y recibido jura-
mento por Dios Nuestro Señor sobre la señal de la cruz según forma
de derecho, so cargo del cual prometió de decir verdad. Y siendo pregun-
tada al tenor de la comisión de Su Señoría el señor obispo de Cebú, gobernador de
este arzobispado dijo que:
-Lo que sabe y pasa es que habien-
do ido a recogerse a la casilla de la sementera donde el tercero testigo refie-
re haberse recogido cantidad de siete o diez personas, después de haber visitado
con devoción esta agua nuevamente vista por ser ya muy

de noche, con intento de volver a la mañana a visitar
el mismo lugar y agua, habiendo visto y maravillándose grande-
mente de la gran claridad y resplandor admirable
que todos vieron sobre donde estaba esta dicha agua en el
aire, iba en compañía del testigo tercero arriba dicho llamado
doña Catalina Guinatoan a certificarse qué podía ser a-
quella maravillosa claridad que estaba fija y perseveran-
te, siendo de noche y muy oscuro y lloviendo, llegando hacia
ella vio en la dicha claridad una hermosísima figura
muy resplandeciente y admirable, teniendo un brazo
levantado con una candela encendida en el que estando
algún tanto de lado, cuando esta dicha declarante llegaba
hacia ella en compañía de la dicha doña Catalina Guintoan,
tercer testigo, y de doña Marta Dimatoloy se volvió derecha como
alumbrándolas y a[le]grándose de su venida; la cual persona
juzgó esta declarante por certísima cosa ser la Virgen
gloriosa Nuestra Señora. Y así se le arrodillaron haciéndole gracias
por tanta merced, donde estando por un gran rato gozan-
do de la tal visión y aparición después de haber cesado, se
volvieron a su rancho con grande alegría y consuelo.
Y añade más esta declarante que había oído decir a la dicha
doña Catalina
{al margen izquierdo: Aquí es otra vez citada la dicha tercer testigo, de que otras dos noches había visto lo mismo, que en su dicho no declaró haberlo visto más de una vez }
que tres noches antes había visto por otras dos
noches arreo la misma claridad y resplandor admirable. Y
pareciendo presente ante los dichos jueces la dicha doña Marta Dima-
toloy, citada por el dicho tercero testigo, habiéndosele recibido ju-
ramento en forma de que dirá toda verdad sin añadir ni
quitar, dijo debajo del dicho juramento que: Habiendo bajado
de la casita de la sementera dicha con las demás personas hasta
nueve o diez, que maravillados de la dicha claridad y resplandor
maravilloso que habían visto desde las ventanas sobre la dicha agua
nuevamente vista, que habían bajado para ir a certificar a
qué maravilla fuese aquello que veían, no obstante que los de-
más por llover y ser tan de noche se quedaron a la puerta miran-
do desde allí la dicha claridad, esta declarante sin reparar

{[306] 351 9}
en el llover y ser de noche, pasó adelante en compañía de las
sobredichas doña Madalena Pongsoín y doña Catalina Guintoan, tercer testigo,
y junto con ellas se arrodilló gozando con ellas de aquella claridad tan
admirable que veían a modo de un grandísimo milagro relámpago, muy ancho que
subía hacia el Cielo sin haber fuego ni hoguera, de donde pudiese presumirse
salía, el cual duró fijo por mucho tiempo. Y esto es la verdad, y lo que
sabe para el juramento que tiene hecho, en que se afirmó y ratificó y dijo
ser de edad de cincuenta años poco más o menos. Y no firmó por no saber.
Firmaron los dichos jueces e intérprete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gerónimo de Medrano. Fray Gabriel de Rojas. Bernardo de Landecho. Ante mí, Pedro Pérez, notario nombrado.
{Refrendado
Testigo y doña Leonor Dimasulitan vio con otros muchos gran claridad siendo muy noche.
Testimonio}
En el dicho día, mes y año dichos en el dicho pueblo de Tal, los
dichos jueces para la dicha información hicieron parecer ante sí a
una india que mediante el dicho intérprete dijo llamarse doña
Leonor Dimasulitan, natural del pueblo de Molavin, una de las personas
que estaban recogidas en la casita de la sementera que el testigo tercero
refiere. La cual juntamente con las demás personas vio aquella
gran claridad y resplandor que está referido en el dicho del tercer
testigo. Y habiéndosele recibido juramento en forma de derecho prometió
de decir verdad en lo que se le preguntare, acerca del sobredicho
caso. Y siéndole preguntado si era verdad que vio la dicha cla-
ridad y como respondió que estando junto con todas las

demás personas en la sobredicha casita y sementera
vieron tanta claridad en el campo que maravillados todos
grandísimamente, porque siendo antes de noche
y muy oscuro, sin haber relámpago alguno ni fuego ni luna
que lo pudiese causar, se veía todo el campo y hierbas con
gran distinción, con la claridad y resplandor que de so-
bre la dicha agua recién vista salía, se pusieron a las ven-
tanas todos y esta declarante con ellos para ver y mi-
rar la dicha claridad. La cual como viesen estaba fija y
perseverante bajaron a la puerta de la casa donde tam-
bién se veía lo mismo con intento de ir todos allá, por
lo cual no pasaron adelante más que las tres indias dichas
que son doña Catalina Guinatoan, tercero testigo en esta infor-
mación, y doña Magdalena Pongsoin y doña Marta Dimatolog;
y esto es lo que sabe y pasa para el juramento que tiene hecho,
en que se afirmó y ratificó y dijo ser de edad de cuarenta
y cinco años. Y no firmó por no saber, firmáronlo los dichos
jueces e intérprete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gerónimo de Medrano. Fray Gabriel de Rojas.
Bernardo de Landecho.
Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.
{Al margen izqdo: Testimonio
Octavo testigo doña María Labinisa vio una candela volverse de abajo arriba a la cual sucedió grandísima claridad y música.}
En el pueblo de Tal, en siete días del mes de octubre
del dicho año de mil seiscientos diecinueve años, los dichos
priores y jueces hicieron parecer ante sí a una india prin-
cipala que mediante el dicho intérprete dijo llamarse doña
María Lavinisa, natural del pueblo de Santa Cruz junto al pueblo de

{[307] 352}
Bombon, de la cual se tomó y recibió juramento por Dios Nuestro Señor, sobre
la señal de la cruz según forma de derecho prometió de decir ver-
dad; y siendo preguntada qué es lo que sabe acerca de las aparicio-
nes que se dice haber hecho la Virgen Nuestra Señora en el dicho sitio de
Quisasai, dijo que debe de haber tres meses poco más o
menos que estando en oración esta declarante con doña María Masuña
y doña Isabel Dayanpita, hija de esta declarante, y don Pedro Cahonhon, su
marido, y Ana Bontoan, esclava de esta declarante en el dicho sitio
de Quisasai donde se dice haber aparecido la Virgen gloriosa, que es en la
cuevecita de la piedra sobredicha siendo ya muy de noche, que serían ya
casi las diez de la noche, haciendo muy oscuro, teniendo una candela
grande encendida hincada en el mismo suelo con piedras alrededor
porque no se cayese, vio de repente que la dicha candela se apagó, vol-
viéndose lo de abajo arriba como si alguna persona de industria la
matara, no habiendo persona que a ella llegase. Y juntamente vieron
{Al margen izquierdo: Masungia, Dayanpita, Cahonhon y Bontoan son citadas, que fueron a prima noche a hacer veneración, empero que ya era casi medianoche que se mató la candela, solos estaban doña María Labinisa, doña María Masungia, Joan Mangagat y Pablo Dumaan en oración }
de repente tanta claridad que no solamente se veían las piedras y hojas
de árboles para poderse contar, sino que se podía leer cualquier
escritura. Y se estuvieron allí todos viendo que la claridad estaba
fija como cuatro horas poco más o menos. Y que esto es lo que sabe y
no otra cosa en razón de haberlo ella visto por sus ojos. Y acor-
dándose mejor esta declarante, hablando con más claridad dice debajo
del dicho juramento que de las cuatro personas que arriba ha citado que esta-
ban con ella en oración, esto fue a prima noche, pero que después
ya cerca de la medianoche cuando ella volvió a hacer oración, que fue
cuando ella vio se mató la candela; las tres personas citadas estaban en
sus ranchos durmiendo algo lejos de allí, y así sólo estaba con ella de las
personas citadas doña María Sungya y otras dos diferentes que son Joan
Mangagat y Pedro Dumaan. Y pareciendo la dicha doña María Sungnia
citada, siéndole recibido juramento, según forma de derecho, me-
{Al margen izquierdo: 9 testigo, dice doña María Sungnya, citada y contesta con el citante}
diante el dicho intérprete prometió de decir verdad acerca de
el haber visto la claridad sobredicha, y el matarse la candela.
Dijo que, estando la candela que allí tenían muy bien puesta,
hincada y con piedras alrededor para que no se cayese, recelándose
de quedar sin luz porque hacía oscurísimo, la candela se
cayó y quedó muerta la luz de repente, y luego se volvió la claridad

arriba dicha. Y esto es lo que sabe para el juramento
que tiene hecho. Y demás de lo sobredicho habiendo
de nuevo recibídole juramento a la sobredicha doña
María Lavinysa, octavo testigo, dijo que esta misma noche
sobredicha que vieron esta claridad esta declarante con
las dichas cuatro personas, ella en particular por tres veces
o pausas oyó una tan grande música a modo de chirimías,
a que lo compara como cuando se hace fiesta a algunos casados;
no obstante que preguntando ella muchas veces a los que con
ella estaban si oían la tal música le respondían que no,
de lo cual ella se maravillaba. Porque dice que aunque
ella estuviera allí una semana entera sin comer ni beber
estuviera contentísima y satisfecha.
{Al margen izquierdo: Testigo décimo Pablo Dumaan que vio volverse la candela lo de arriba abajo, y quedar muerta totalmente; y es citado por el octavo testigo.
}
Pareciendo presente ante los dichos padres jueces el dicho Pablo
Dumaan, arriba citado por el sobredicho octavo testigo llamado
doña María Lavinysa, y siéndole recibido juramento mediante el dicho
intérprete dijo que, yendo con la dicha principala y con
las personas allí citadas estando con ellas todas en oración
vio que de repente la candela que allí tenían puesta y muy fija
se volvió lo de abajo arriba, matándose sin quedar señal, y sin
que hubiese persona que a ella tocase; con lo cual se partió luego al
monte este declarante a buscar dónde encenderla, en que al pare-
cer se tardó más de tres horas; y no sabe otra cosa alguna. Y esto es la
verdad para el juramento que tiene hecho.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gerónimo de Medrano. Fray Gabriel de Rojas.
Bernardo de Landecho.
[R... pa...]
Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.
{Al margen izquierdo: Testigo. María Banayag. Testigo undécimo citado por el testigo 3º en razón de haber visto grandísima claridad, y acabada vio como un brazo que levantó una hacha alumbrándolos.}
En este pueblo de Tal, en ocho días del dicho mes
de octubre de mil seiscientos diecinueve años, los dichos
padres, priores y jueces en esta causa hicieron pare-
cer ante sí a una india que mediante el dicho intérprete
dijo llamarse María Banayag, natural de este dicho pueblo
de Tal, de la cual fue recibido juramento
por Dios Nuestro Señor sobre la señal de la cruz, según forma
de derecho so cargo del cual prometióles de decir verdad
en todo.

{[308] 393}
en todo lo que supiere y fuere preguntada. Y siéndo pre-
guntada si es verdad que fue en compañía de doña Catalina
Guinatoan y de doña Luisa Tarolan con otras algunas personas,
por el principio del mes de julio pasado a visitar y rezar
en el dicho lugar y sitio de Quisasay, donde se dice haber apa-
recido la Virgen gloriosa, y haberse visto muchas veces mucho
resplandor y claridad extraordinaria dijo
que, es verdad que iba con las dichas doña Catalina Guinatoan y doña
Luisa Tarolan y con otras cuatro o cinco personas a visitar
y rezar en el dicho lugar; y que yendo viendo una gran claridad
y luz en el dicho lugar, para mejor gozar de la tal luz ma-
taron una de dos candelas que llevaban, y la otra escondieron
en el zacate. Y como perseverase por un gran rato la dicha
luz, dice esta declarante que luego que cesó la dicha claridad,
vio en el aire a modo de candela grande encendida en-
cima del dicho sitio, como que alumbraba a los que allí
llegaban. Y que esto es la verdad debajo del juramento
que tiene hecho, en que se afirmó y ratificó. Y lo firmaron de sus
nombres los dichos juez e intérprete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gerónimo de Medrano. Fray Gabriel de Rojas. Bernardo de Landecho.
Al margen izquierdo: Nótese aquí está entre los milagros un testigo llamado doña María Sadyatanan que da testimonio de una maravillosísima aparición, y así es en razón de esto duodécimo testigo.
{Al margen izquierdo: Testigo doña Madalena Dayantomo que afirma muchas y diversas cosas.}
En este pueblo de Tal, en once días de mes de octubre de mil seisci-
entos diecinueve años, los dichos padres, priores, jueces en esta causa
hicieron parecer ante sí a una india mujer de don Pablo
Carayg, sargento mayor de esta jurisdicción de Tal, y dijo mediante el dicho
intérprete llamarse doña Madalena Dayantomo, natural de este pueblo y vecina del
pueblo de Calanga, y de la cual fue tomado y recibido juramento por Dios
Nuestro Señor sobre la señal de la cruz según de derecho, so cargo del cual prometió de
decir verdad. Y siendo preguntada al tenor de la comisión de Su Señoría Reverendísima
dijo cuanto a lo que toca haber visto a la Virgen glorio-
sa que un jueves a mediodía estando gran cantidad de gente haciendo

la iglesia, dos indias que estaban en oración ante
la cuevecita de la piedra donde se dice haber aparecido la
Virgen gloriosa la primera vez, allí encima de aquella misma piedra en
una concavidad que está a modo de cuevecita, junto a una
gran raíz de un árbol que allí está, estas dos dichas mu-
jeres que allí estaban rezando como allí viesen a la Virgen
gloriosa Nuestra Señora llamaron a grandes voces a esta dicha de-
clarante, que estaba en compañía de la dicha gran cantidad de gen-
te que estaba haciendo la iglesia, que estaban de allí apar-
tados para que viesen a la Virgen gloriosa. A las cuales
voces, dice esta dicha declarante, que fue corriendo y toda
la demás gente con ella. Y como llegasen al dicho sitio dice
y afirma esta declarante debajo del juramento
dicho, vio distinta y claramente a la Virgen glorio-
sa Nuestra Señora, que tenía a su precioso hijo en los bra-
zos, de suerte que con claridad le vio la llaguita del costa-
do que rebosaba sangre. Y dice que estaban madre e hijo con
grandísima claridad y resplandor, y de modo que se echaba
de ver muy claro tener entrambos en las cabezas unas cosas
grandísimamente resplandecientes a modo de diademas; y la
estatura que le parece que tenía esta imagen era de un poco
más de altor de un palmo. Lo cual como esta declarante
viese maravillada grandísimamente con gran devoción, daba
grandes voces dando gracias a Dios de que no solamente les hacía
merced con la aparición de la Virgen gloriosa sino que también
les hacía demostración de lo que Cristo Redentor Nuestro por
nosotros padeció, y así lo pronunciaba ella con sus propias voces. Y
esto mismo de la misma manera que esta declarante lo ha
referido tiene para sí que lo vieron y oyeron estas razones que ella
decía como sesenta personas, poco más o menos, que todas fue-
ron corriendo a las voces que dieron las dos primeras personas;
y al llamamiento de un indio que allí hace oficio de mayor-
domo, a quien enviaron corriendo a llamarlos las dos personas
primeras, que la una de ellas se llamaba Ybacsie y la otra
María Panavin.
Demás de lo dicho dice esta declarante que el sábado después de este

{[309] 394}
de este día en que las dichas sesenta personas vieron a la Virgen
gloriosa, que era jueves, el sábado pues adelante habiéndose venido
la mayor parte de la gente a sus casas para oír misa el domingo
siguiente en este pueblo de Tal, se quedaron como veinte
personas en este dicho sitio de Quisasay, donde se dice haber
aparecido la Virgen gloriosa muchas veces, con las cuales veinte
personas quedó esta declarante; y como fuese ya la hora or-
dinaria en que se suele cantar la salve los sábados, viendo
esta declarante se esparcían algunas personas de las dichas
alrededor de este dicho sitio en algunas sementeras que allí
hay, esta declarante les enseñó y persuadió a todos que
supuesto que era ya hora de la salve y estaban en lugar tan,
tan santo, donde la Virgen gloriosa se había aparecido, que no
obstante no hubiese allí religioso se juntasen allí todos y con
sus candelas encendidas rezase cada uno nueve veces la
salve, ofreciéndola a la Virgen gloriosa Nuestra Señora en
memoria de los nueve meses que trajo en su vientre a su pre-
cioso hijo y redentor nuestro Jesucristo. Para lo cual como
esta declarante apercibiese seis candelas que poner en
este dicho lugar a modo de altarcito, yendo ella propia
a encender una de estas candelas, dice y afirma esta de-
clarante que oyó claramente repicar campanas en este dicho
lugar y piedra, sin haber allí campana alguna de ningún modo ni
manera, ni ser posible oírse allí campanas de iglesia alguna.
Y esto mismo dice esta declarante oyó decir a muchos de los que
allí estaban que así lo oían acabado que fue de rezar esta salve,
como esta declarante se apartase un poco hacia un rancho que
tenía a comer un poquito de pescado que le habían dado, porque
había ocho días que lo deseaba, dejó un soldado por cen-
tinela diciéndole que ella lleva el corazón grandemente alboro-
tado, que le parecía había la Virgen gloriosa de volver a
aparecer en aquel mismo lugar de antes. Y así mandó a la centine-
la que al punto que viese cualquiera cosa de claridad ex-
traordinaria fuese corriendo a llamarla. No obstante que
iba ella con intento de volverse luego, al punto en co-
miendo sólo un bocado y cómo el soldado que estaba por

centinela hubiese visto un poco de claridad la fue
a llamar habiendo antes esta declarante oído segunda
vez repique de las campanas así como la primera vez se
ha referido. Y como esta declarante fuese al llamado del
soldado dice y afirma que habiéndose hincado allí de ro-
dillas como los demás, oyó una suave música a su parecer
a modo de harpa y guitarra, y entonces dice esta de-
clarante que volvió a ver segunda vez a la Virgen
gloriosa con grandísimo resplandor y claridad, con
el niño en los brazos que se podía echar de ver la
llaga del costado como antes se veía y dice que esta
segunda vez vio más que la primera; porque vio a su
lado derecho con toda claridad una venerable per-
sona con canas y barba larga, que le ceñían la cabeza unos
rayos al modo que se suele pintar una diadema muy resplan-
deciente, que según las señas que ella da y lo que ella
juzga en su pecho le parece sería el glorioso San José,
esposo de la gloriosa Virgen. Y dice que le parece que la
primera visión, cuando la mucha cantidad de gente vio a la
Virgen gloriosa, duraría tiempo de más de dos horas y media, y
esta segunda duraría a su parecer tiempo de cinco horas poco
más o menos.
Añade más esta declarante que ya que se iba deshaciendo
y desapareciendo esta dicha visión y aparición segunda, por estar
algo alto el lugar encima de la piedra que ya está refe-
rida muchas veces que arrimó allí una escalerita pequeña su-
biéndose, en la cual mirando el dentro de la concavidad
dicha, hizo muy particularmente oración a la Virgen
gloriosa que no se fuese y los dejase desconsolados. Estan-
do en la cual oración dice y afirma y vuelve a jurar de
nuevo esta declarante que vio uno como velo grande-
mente resplandeciente y hermoso, el cual como
se levantase volvió a ver la Virgen gloriosa. Y vol-
viéndose a desaparecer dentro de un pequeñito rato se
volvió el velo a estar como antes, con lo cual dicien-
do esta declarante desde la escalera que, si había alguno
que quisiese volver a ver a la Virgen se llegase aquella
{escalera}

{[310] 399} 13
escalera, y como hubiese cierta persona que luego aferrase la
escalera poniéndose a los pies de esta declarante como que
quería subir o comenzaba ya a subir, dice esta declarante
que vio de repente una boca a modo de boca de caimán
que iba a salir de esta dicha cuevecita. Con lo cual como esta decla-
rante se turbase y temiese grandísimamente, aunque no
tanto que la estorbase el volver a hacer oración a la Virgen,
fuese perdonada si había en algo ofendídola. Estando en esta
turbación y oración, dice esta declarante que dio una voz
muy grande a aquella persona que iba a subir, que le parece cayó
de ella en el suelo, y se apartó de allí, con lo cual vuelve esta
declarante a afirmar que volvió a ver el sobredicho velo res-
plandeciente con la misma claridad que antes, sin ver más aquella
espantable boca como de caimán e infierno. Y así se bajó de
la escalera y la hizo quitar, mandando que nadie osase volverla
más a poner.
Fray Gabriel de Rojas, juez acompañado que [es ] en esta
en esta causa por orden y mandato de nuestro padre fray Alonso Barona,
y juntamente notario nombrado que he sido como en este
proceso parecerá por falta y ausencia de Pedro Pérez, pri-
mer notario que nombró para esta causa el padre fray Juan
Bautista de Montoya por orden y comisión que tuvo del señor
obispo fray Pedro Arce, gobernador en este arzobispado,
aceptada con licencia del dicho maestro padre principal, doy testimonio
y afirmo que habiendo dicho y referido doña Magdalena
Dayantomo, natural del pueblo de Calangay todo lo
sobrescrito ante el dicho padre prior fray Juan Bautista de
Montoya, y ante el padre prior de Tanavan, y mí que somos
jueces acompañados en esta causa; lo cual pasó ante
el dicho notario Pedro Pérez y la dicha doña Magdalena refirió
todo lo sobrescrito mediante Bernardo de Landecho,
intérprete nombrado en esta causa en virtud de la dicha
comisión. Y doy testimonio que no se concluyó ni firmó
este dicho por ocupaciones legítimas que entonces hubo
mediante las cuales la dicha doña Magdalena no pudo
acabar de decir todo lo que tenía que decir, en [razón]
de lo cual hoy, tres del mes de febrero de mil

seiscientos veinte, habiéndosele recibido juramento de nuevo a la
dicha doña Magdalena en forma, mediante el sobredicho intérprete
nombrado Bernardo de Landecho, dijo que lo que más
tiene que decir es que, habiendo estado en este sitio de Qui-
sasay, y habiendo oído decir andaba aquí un demonio engañando
y tentando a los hombres, una noche se determinó de ir a ver qué sería
esto llevando un panecito de San Nicolás, habiendo puesto por inter-
cesor al dicho santo para que Dios no permitiese no fuese tentada
ni engañada del demonio. Y habiendo rezado la confesión
un credo y el Ave María, siendo a medianoche poco más o menos,
y haciendo muy oscuro y nublado porque lloviznaba, vio
una claridad extraordinaria maravillándose de la cual
envió un soldado llamado Mamcar que hiciese diligen-
cia y viese si daba la luna alguna claridad; y como el dicho sol-
dado respondiese que ni por el pensamiento no había tal cla-
ridad de luna, no contentándose con este dicho ella propia
salió a verla, que la luna no daba claridad alguna por el
nublado que había. Volvió a ver la dicha claridad extra-
ordinaria a un lado del lugar sobredicho, donde se dice haber
aparecido muchas veces la Virgen gloriosa. Y como yendo acom-
pañada con este dicho soldado y con una india llamada
Catalina, natural del pueblo de Baa, siguiendo esta
dicha claridad a ver dónde paraba, oyó que con esta dicha cla-
ridad por dos y tres veces fue tan grande con la perseverancia
de la música, que a ella y a sus compañeros deslumbraba.
Los cuales compañeros, dice esta declarante, le refirieron
oían también la música. Y como les pareciese a todos
tres que esta claridad y música venia hacia el lugar don-
de se dice haber aparecido la Virgen gloriosa muchas veces, ellos
también se vinieron hacia el dicho lugar, adonde vieron en
lo alto del techo tres estrellas con otra cuarta que vieron
también en la cuevecita misma, donde la Virgen ha apare-
cido, la cual vista de estrellas juzgó esta declarante como

[311] 356 14
lo refirió a sus compañeros, ser merced que Dios
le hacía en razón de haberse encomendado al glorioso
San Nicolás de Tolentino, como tiene referido. Asimismo
dijo esta declarante debajo del dicho juramento que estando
con esta declarante Ana compañeras, habiendo a prima
noche bebido todas cinco personas de una banga que te-
nían llena de esta santa agua, de suerte que en la banga
no quedó aún la mitad entera sino menos, queriendo
por la mañana volver a beber del agua que había que-
dado, siendo como está dicho no había dejado menos de
la mitad, la hallaron totalmente llena sin haber nadie
que hubiese ido por ella. Y dice más que habiendo lle-
vado otra banga de agua a su casa, estando una esclava
suya mala que vomitaba sangre, la cual esclava dijo lla-
marse Ana Caloay, le aconsejó bebiese de esta agua que se
había multiplicado. Y como la bebiese quedó buena, no
vomitando la sangre que antes vomitaba. Y que esto
es lo que sabe para el juramento que hecho tiene, y lo fir-
mó de su nombre a su usanza ante los dichos jueces e in-
térprete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gerónimo de Medrano.
Bernardo de Landecho. [Firma en tagalog baybayin] de[ Magdalena Dayantomo]
Ante mí,
Fray Gabriel de Rojas,
notario nombrado.

{Al margen izquierdo: Testigo. Doña Clara Datinguinco, natural de Balayan, vio con claridad a la Virgen con su precioso hijo entrambos con coronas y música y olor. Dimaroloc.}
En el pueblo de Balayán, en veinte días del mes de
octubre de mil seiscientos diecinueve años, el padre
prior juez de esta causa para la dicha información hizo pare-
cer ante sí a una india, que mediante el dicho intérprete
Bernardo de Landecho, dijo llamarse doña Clara Datingui-
noo, mujer de don Marcos Dimaroloc, gobernador de este dicho pueblo del cual
fue tomado y recibido juramento por Dios Nuestro Señor, sobre
la señal de la cruz, según forma de derecho so cargo del cual pro-
metió de decir verdad. Y siendo preguntada al tenor
de la comisión de Su Señoría del señor obispo del Santísimo Nombre
de Jesús, dijo que, un sábado, poco más de un mes, a la hora de la
oración, estando en oración en el dicho lugar de Quisasay, donde
se dice haber aparecido la Virgen gloriosa otras veces, vio en la
cuevecita que se ha dicho está junto a la raíz grande de
un árbol a la Virgen gloriosa, que tenía de altor más
de un palmo con toda la claridad, vestida a su parecer
de colorado con manto azul, y que tenía en sus bra-
zos a su precioso hijo, el cual tenía en la una mano una
como bolita redonda, teniendo la otra mano alza-
da como para bendecir a los que allí se llegaban. Y que
juntamente oía por el dentro, a su parecer, una música muy
suave a su oído, y afirma también haber percibido un olor
tan suave que no sabe a qué compararlo, ni cómo decir-
lo. Y dice también percibió con claridad tenían
coronas en las cabezas muy resplandecientes.
Dice estaban con ella dos indias de este propio
pueblo de Balayan, llamada la una doña María Ca-
litangan, y la otra Isabel Dimalongsan y otras perso-
nas también de cuyos nombres no se acuerda ni
de qué pueblos fuesen. Lo cual dice le parece duraría
un gran rato; y esto es lo que sabe para el juramento
que tiene hecho, en que se afirmó y ratificó. Y no firmó
y dijo ser de edad de treinta y cinco años.
{Al margen izquierdo: Testigo. Isabel Dimalongsar, de Balayan, vio a la Virgen después de haber ayunado y orado e ídose a confesar con este deseo.}
Luego incontinente, el dicho padre prior para la
dicha información hizo parecer ante sí a una india

{[312] 397} 15
citada por la dicha doña Clara Datinguinoo, que
mediante el dicho intérprete dijo llamarse Isabel Di-
malongsan, natural de este dicho pueblo de la cual se tomó
y recibió juramento en forma, y siendo asimismo preguntada
dijo que, aunque es verdad estaba en compañía
de la dicha doña Clara Datinguino, que es el testigo que
la cita pero que cuando la dicha doña Clara dice
que vio a la Virgen gloriosa, ella no la vio; más
de que tan solamente oyó una música muy suave
que le parece era dentro de la dicha cuevecita, y per-
cibió también un muy suave olor en razón de lo
cual por oír a la dicha doña Clara había visto a la
Virgen gloriosa, ella se entristeció grandemente y lloró vien-
do no era digna de recibir tal merced por sus muchos
pecados, doliéndose de los cuales propuso luego de ir-
se a confesar al pueblo de Tal como luego lo puso
por obra con muchas lágrimas, y como en el dicho pueblo
hallase que los religiosos del convento estaban en las
visitas se volvió con mucha tristeza y lágrimas al
dicho sitio de Quisasay, donde habiendo lunes y martes
con ayunos y oraciones, suplicando a la Virgen gloriosa
que alcanzándole de ellos perdón de Nuestro Señor,
se dignase de mostrársele. Y así dice que finalmente
el miércoles a prima noche, estando en oración vio
a la Virgen gloriosa. No todo el cuerpo sino como
de los pechos arriba, que le parece tenía en sus brazos
a su hijo precioso, aunque de él también no echaba
de ver más que del pecho arriba. Y dice percibió te-
ner en sus cabezas, madre e hijo, una corona relum-
brante el uno y el otro, y que duraría esta visión
un gran rato, con que desapareció quedando ella
dando gracias a dichos por semejante merced.

Y que esto es la verdad para el juramento que
tiene hecho en que se afirmó y ratificó. Y no firmó
por no saber, y dijo ser de edad de veinte años
poco más o menos.
Y luego asimismo el dicho padre prior hizo parecer
ante sí a una india citada también por la dicha doña
Clara Datinguino, que mediante el dicho intérprete di-
jo llamarse doña María Cavitangan de la cual se tomó
{al margen izquierdo: doña María Cavitangan, es citada y contesta con la citante y es también Balayan}
el mismo juramento en forma, so cargo del cual dijo
lo siguiente: que el sábado mismo que ha referido do-
ña Clara Datinguino vio ella también a la Virgen
gloriosa Nuestra Señora, de altor poco más de un palmo,
que le parece estaba vestida de blanco y colorado
y manto azul encima, y tenía en sus brazos a su pre-
cioso hijo, que tenían en sus cabezas madre e hijo como
resplandecientes coronas, teniendo el precioso hijo
en una mano una como bolita redonda; y que oyó
una suave música que le parece era dentro de la cue-
vecita ya dicha. Y añade más esta dicha declarante que
andando cavando tierra cerca de este dicho lugar para poner
bien la delantera de este dicho sitio, que estaba muy hú-
meda cuando la Virgen gloriosa apareció los pedazos
de raíces y árboles que junto a esta tierra estaban
resplandecían con claridad, tanto que parecían
lucernas. Y llevándolas a casa o rancho donde se
recogían estuvieron con este resplandor hasta la
mañana, y esto es lo que sabe para el juramento que tiene
hecho en que se afirmó y ratificó. Y no firmó; pareció
por su aspecto de veinticinco años poco más o me-
nos. Y la dicha doña Clara no firmó; firmólo el
dicho padre prior y dicho intérprete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Bernardo de Landecho.
Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.

{[313] 358 16}
{Al margen izquierdo: Testimonio.}
En el sitio y puesto de Quisasay, en dieciocho
días del mes de noviembre de mil seiscientos diecinueve
años, ante el dicho padre prior y padre fray Gabriel de Rojas,
un hombre español que es uno de los jueces acompañados por
no haber podido venir el padre prior de Tanaguan, pare-
ció presente Joan Caraballo, vecino y morador de punta
y puerto de Cavite, del cual fue recibido juramento
por Dios Nuestro Señor, sobre la señal de la cruz que hizo con
su mando derecha. Y siéndole preguntado al tenor de la
comisión de Su Señoría del señor obispo don fray Pedro de Arce,
gobernador de este arzobispado de Manila, prometiendo de decir
verdad debajo del juramento dicho, dijo
que había como nueve días que está en este sitio y puesto de
Quisasay, adonde vino desde la dicha punta de Cavite
solo movido con devoción a la Virgen gloriosa Nuestra Señora,
en razón de lo cual trajo consigo a su mujer, hijos y escla-
vos por la mucha voz y fama que ha oído de que la
Virgen gloriosa Nuestra Señora se ha aparecido y aparece en
estos lugares. En el discurso de los cuales nueve días
dijo que, desde el día que llegó es certísimo que todas las
veces que ha llegado a hacer oración a cualquiera de cuatro
lugares donde se dice haberse aparecido la Virgen glorio-
sa, para la gloria de Dios Nuestro Señor, ha sentido tal fragan-
cia de olor suavísimo que no sabe a qué compararlo.
Y aun afirma que son siete estos dichos lugares a don-
de ha sentido este suavísimo olor llegando a hacer
oración. Dice más que el jueves pasado, a medianoche,
estando en oración en este santo lugar vio de repente
en una cuevecita que está a la raíz de un árbol, en-
cima de la peña donde otras muchas veces dicen diver-
sas personas haber visto a la Virgen gloriosa, dice pues que
en esta cuevecita vio de repente una gran claridad y resplandor,

juntamente vio a la Virgen gloriosa Nuestra Señora con su
niño precioso en los brazos, que en su mano tenía una
bola con una crucecita; que le parecía tendría de alto
la Virgen gloriosa poco más de un palmo, y que vio
tenía la Virgen gloriosa una cruz pequeña como que
salía de las espaldas. Dijo más que, hoy lunes que es
adelante del jueves dicho, vio también encima de este dicho
lugar, un poco más alto, un grandísimo resplandor siendo
a medianoche y estando en oración y entre la dicha
claridad dice vio un bulto como el pasado cuando vio
a la Virgen, pero que no la vio con tanta distinción
como antes. Y siendo preguntado este testigo si sabe de
algún criado o persona de su casa que haya visto alguna
cosa, dijo que una niña que cría y trajo consigo que se llama
María, que tendrá siete años, le ha contado y cuenta muchas
veces ha visto a la Virgen gloriosa toda entera, con gran
claridad y distinción, y que la ha visto con mucho resplan-
dor. Y que le parece tendrá de alto una vez tan alta como
ella propia, y otras como de palmo y medio, con sus vestidos
con toda claridad saya colorada y manto azul, con su pre-
cioso hijo en los brazos vestido de blanco con una bola
y encima una cruz en la mano. Dice este dicho testigo le
ha contado la dicha niña que estando ella tomando un
coco de agua de esta fuente nuevamente vista para be-
ber, le dijo la Virgen aguardase un poco, y metiendo
la Virgen la mano en la dicha agua se la dio a beber.
Y dice le ha contado la dicha niña que le dijo la Vir-
gen no se llamase más Marota como se solía llamar, sino
que se llamase María de Jesús. Y dice más este dicho testigo,
le ha contado la dicha niña como otra vez le dijo la
Virgen gloriosa Nuestra Señora, andando rezando en cada lu-
gar de estos un pater noster y un Ave María, que no re-
zase un pater noster y un Ave María sola sino que re-
zase en cada lugar de estos tres pater noster y tres Ave María.
{y dice}

[314] 359 17
Y dice más este dicho testigo que andando esta niña sola
rezando por estos lugares dichos, desde el último lugar
que está apartado en este montecito la acompañó la
Virgen gloriosa hasta cierta palma que está cerca del
rancho de este testigo, donde le dijo se fuese donde estaba
su padre, porque por tal le tiene la niña; y que cuando
fuese grande ella le ayudaría para que fuese buena. Y
cuenta más este dicho testigo le ha referido la niña que siendo
un día antes de cuando tenía este testigo determinado de
partirse para Cavite, le dijo la Virgen a esta niña
que le dijese a su padre no se partiese por lo menos en
aquellos tres días, que no tendría buen viaje; que después cuando
se fuese lo tendría bueno. Y dice más, que siendo esta niña
tan medrosa y habiéndolo sido siempre, siendo ya cerca de la
oración jamás se apartaba un paso de donde estaba su padre,
pero que desde que la primera vez vio a la Virgen, que fue
el segundo día que llegó aquí, cada día con ser estos lugares
fragosos y como bosques y peñascos y espesuras de arboledas,
no ha reparado jamás en andarse por estos lugares sola
por más de noche que sea. Y así cuenta este testigo ha visto
por cinco veces esta niña a la Virgen gloriosa en distin-
tos días.
Y luego incontinente pareciendo ante los dichos padres fray
Juan Bautista de Montoya y fray Gabriel de Rojas,
Felipa de San Miguel, mujer del sobredicho Joan de
Caraballo, habitante en la dicha punta de Cavite, y habi-
éndosele recibido juramento por Dios Nuestro Señor, sobre la
señal de la cruz que hizo con su mano derecha, debajo
del dicho juramento afirmó haber visto todo lo
mismo que el dicho Joan de Caraballo su marido ha visto, y
ni más ni menos. Afirmó haber visto a la dicha niña a quien
tienen prohijada ella y su marido, todo lo mismo que
ha dicho el dicho Joan de Caraballo su marido. Demás de lo cual

en presencia de los dichos padres y de mí, el notario
infrascrito y del testigo infrascrito hablan-
do la niña como ella puede conforme a su edad,
ha dicho y contado casi todo lo mismo. Y esto es la ver-
dad y lo que pasa so cargo del juramento que tiene
hecho, en que se afirmó y ratificó; y dijo ser de edad
de cincuenta y tres años poco más o menos. Y
lo firmó de su nombre junto con los dichos padres
y testigo.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gabriel de Rojas. Alonso de Guadiana.
[[difícil de leerse] Joan de Caraballo.]
Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.
{Testigo: }
En el dicho sitio de Quisasay, en el dicho día, mes y año dichos, pare-
ciendo ante los dichos padres fray Juan Bautista de Montoya y fray
Gabriel de Rojas, Manuel, esclavo de dicho Joan Caraballo, en len-
gua portuguesa, habiéndole recibido juramento por Dios Nuestro Señor
y la señal de la cruz, de que dirá toda verdad, dijo:
Haber visto a la Virgen gloriosa Nuestra Señora cuando y de la misma
manera que los dichos sus amos Joan de Caraballo y Felipa de San
Miguel han referido. Y esto era la verdad, y dijo ser de
veintidós años, poco más o menos.
Y luego incontinente, pareciendo Joan, esclavo de los dichos Joan
de Caraballo, recibiéndosele juramento por Dios Nuestro Señor y la
señal de la cruz de que dirá toda verdad, dijo haber visto
de la misma manera que sus amos a la Virgen gloriosa, aunque
refiere no pudo ver el rostro con distinción. Pareció de e-
dad de dieciséis a dieciocho años.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gabriel de Rojas.
Alonso de Guadiana. Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.

{360 [315]} 18
En el sitio y puesto de Quisasay, en veintidós
días del mes de noviembre de mil seiscientos diecinue-
ve años, fray Juan Bautista de Montoya, juez de comisión
en esta causa, por cuanto para la prosecución de esta
causa es necesario haya intérprete nombrado por ausencia de
Bernardo de Landecho, que lo era en virtud de la co-
misión del señor obispo reverendísimo de Zubú don fray Pedro de
Arce, que al presente es gobernador de este arzobispado que está en
la cabeza de este proceso, nombró por intérprete para esta
dicha prosecución al sargento Alonso de Guadiana, el cual
estando presente dijo aceptaba y aceptó el dicho oficio,
y juró por Dios Nuestro Señor y por la señal de la cruz que
hizo con su mano derecha, de ejercer y usar el dicho oficio
de intérprete bien y fielmente, cuanto Dios le diere a entender.
Y lo firmó de su nombre junto con el dicho padre y juez.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gabriel de Rojas. Alonso de Guadiana. Ante mí,
Pedro Pérez
notario nombrado.
{Al margen izquierdo: Testigo.}
En el dicho sitio y puesto de Quisasay, en veintidós
días del mes de noviembre de mil seiscientos diecinueve años,
los dichos padres y jueces de esta causa fray Juan Bautista de Mon-
toya, y fray Gabriel de Rojas, recibieron juramento
por Dios Nuestro Señor del padre fray Alonso Colón, y pidi-
éndole que debajo del dicho juramento diga si ha visto al-
guna cosa notable o alguna merced que Nuestro Señor le haya hecho,

dijo que estando en oración en este lugar
de Quisasay donde se dice comúnmente haber aparecido la Vir-
gen gloriosa Nuestra Señora siendo ya a puesta de sol, y estando el
dicho lugar con cubierta y techado de suerte que no podía por
allí entrar sol alguno, vio de repente junto al mismo te-
cho que es encima de la misma cuevecita donde se dice
haber aparecido la Virgen gloriosa, una luz muy grande y clara,
tanto y más que el mismo sol, que bajó del mismo techo a manera
de relámpago, y fue tal y tan de repente que quedando to-
talmente deslumbrado quedó tan marchito y admirado
como si no supiera de sí. Otras muchas estando en ora-
ción dice ha sentido vaharadas de olores diversos, muy
grandes, que no se determina en qué puedan ser. Y lo
firmó junto con los dichos padres, jueces.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gabriel de Rojas. Fray Alonso Colón.
Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.
{Al margen izquierdo: Testigo.}
En el dicho sitio y puesto de Quisasay, en el dicho día,
mes y año dichos, los dichos padres, jueces en esta causa para
la dicha información hicieron parecer ante sí a una in-
dia que mediante Alonso de Guadiana, intérprete, dijo llamar-
se Catalina Lictas, natural del pueblo de Agunoy, de la cual
se tomó y recibió juramento por Dios Nuestro Señor
sobre la señal de la cruz so cargo del cual prometió
de decir verdad, y siendo preguntada en razón de
haber venido desde el pueblo de Agunoy movida con
gran devoción a estar aquí como ha estado cantidad de días,
que se debe advertir es una india conocidísima de todos
{Los}

{[316] 361}
los priores que lo han sido en el dicho pueblo de Agunoy
por de una simplísima y gran cristiandad, sin género
de malicia ninguna; siendo pues preguntada debajo del dicho
juramento si ha visto alguna cosa notable o ha recibido
alguna particular merced de Nuestra Señora, o si sabe alguna
otra cosa conforme a la comisión del señor obispo don
fray Pedro de Arce, dijo que el día propio
que se desembarcó cuando vino de Agunoy habiendo estado
en una oración un gran rato en este lugar donde se dice
haberse aparecido la Virgen gloriosa, levantándose con gran
tristeza, lágrimas y devoción juzgándose por muy indigna
de ver a la Virgen gloriosa Nuestra Señora, no la habiendo visto
y volviéndose a hincar de rodillas con lágrimas, la vio
luego clara y distintamente, distinguiendo tenía en sus brazos
a su precioso hijo con coronas en las cabezas entrambos,
cercados madre e hijo de un grandísimo resplandor mayor
que el del sol. Y que le parece por muy cierto tenía la Vir-
gen gloriosa una estrella en el pecho, junto a la garganta
muy resplandeciente. Dice distinguió estaba vestida de colo-
rado con manto azul, y que le parece tenía de altor
como un palmo.
Dijo más esta testigo que otro día siguiente que era
martes, estando otra vez en oración después de mediodía
en este dicho lugar vio también a la Virgen gloriosa
Nuestra Señora, que le parece estaba como sentada en una
silla, pero vio con distinción tenía a su precioso hijo en sus
brazos, y a la mano derecha vio un bulto cuyo rostro y
cuello distinguió con claridad. Y que tenía canas en la
cabeza, y como un cayado o bordón arrimado al cuello, y pues-
tas las manos en alto que estaba adorando al Niño pre-
cioso. Dice que distinguió tener coronas madre e hijo, y que tenía
la Virgen gloriosa una toca en la cabeza debajo de la corona,

y el mismo vestido colorado que el día antes había visto
con muy gran claridad y resplandor. Dice
más esta declarante que el miércoles adelante, estando otra
vez en oración, siendo como a las siete o a las ocho de la
mañana, vio otra vez a la misma Virgen gloriosa al mismo
modo que el martes la había visto, con gran claridad y res-
plandor, excepto solo que no vio allí el rostro de aquel
viejo que había visto el día antes, que juzgó ser el glo-
rioso San José. Pero que vio a los dos lados de la
Virgen gloriosa dos ángeles de rodillas, vestidos de blan-
co con cabelleras que le parecía tenían de cabellos do-
rados, al modo que se suelen vestir cuando se representan
algunos ángeles. Y que también se echaba de ver
les estaban revoloteando las alas. Dice más esta
dicha declarante que luego adelante, que no se acuerda si era
a tercero o cuarto día, estando a medianoche en oración, es-
tando allí juntamente en oración un portugués llamado Joan
Caravallo con su mujer, los cuales habían venido también de
Cavite a esta misma devoción, vio juntamente con ellos un
blanco pequeño del cual maravillados grandemente, estando
perseverando en oración, vieron se fue alargando hasta
hacerse como un cuerpecito de persona, de altor como de
un palmo, muy resplandeciente, de lo cual como se alegrasen
grandemente los que allí estaban, perseverando en la
dicha oración, con lágrimas el dicho Joan de Caravallo pidi-
endo a Nuestra Señora se dignase de mostrársele, dice esta
declarante se mostró luego, y vio juntamente con el dicho
Joan de Caravallo a la Virgen gloriosa; que teniendo
a su hijo precioso en los brazos, extendiendo las manos,
bajaba ella propia el rostro como diciendo: -“Heísme []Heme] aquí
a mí y a mi hijo”-, teniendo entrambos coronas en sus cabe-
zas, y la Virgen vestida como de antes, y el manto
azul como que se le caía de un lado por mostrar el niño.
{Y añade}

{[317] 362} 20
Y añade más esta declarante que el miércoles antes de
esto, cuando vio a la Virgen con los dos ángeles a los lados,
estando con mucha devoción poniendo por intercesor al glo-
rioso San Nicolás de Tolentino, a quien tiene por abogado
para que la Virgen gloriosa perseverase en favorecerla,
luego al punto vio al glorioso San Nicolás de Tolentino
hincado de rodillas ante la Virgen, vestido con su hábito ne-
gro, con muchas estrellas. Y así dice que aquél día, por todo
el día, los que se llegaban pareciéndoles estaba tapada la cue-
vecita con una toca, cuando llegaban luego al punto se les
aparecía con grandísima claridad como antes, como cuando se corre
algún velo de algún retablo. Y cuanto a la cuarta vez, que
es cuando la vio junto con el portugués llamado Joan de Caravallo,
que era medianoche, dice que para verla con más claridad
tenían puesta una candela hincada en un tequín para
poder ver a la Virgen gloriosa con más distinción, por
cuanto aquél lugar está algo alto; y así dice que duró el
ver a la virgen gloriosa según ha dicho hasta que esta dicha
candela que estaba en el tequín se cayó; que duraría tanto
como se suele tardar en cocer una olla de morisqueta
y comérsela. Dice más esta declarante que en otros
dos días distintos, estando en oración en este santo lugar,
ha oído una música de diferentes instrumentos que ella com-
para a chirimías, órgano y guitarra. A lo cual estaba con
grande alegría rezando el rosario entero y todo aquél
rato oía la música. Y añade más, que siempre que ha llegado a
rezar ha olido olores de gran fragancia. Y esta es la
verdad para el juramento hecho, y dijo ser de edad de
cuarenta y seis años poco más o menos. Y lo firmó de su nombre,
junto con los dichos padres, jueces e intérprete dicho.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gabriel de Rojas.
[En tagalog baybayin][ Catalina Lictas?]
Alonso de Guadiana.
Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.

En el dicho sitio y puesto de Quisasay, en dicho día, mes
y año dichos, los dichos padres jueces en esta dicha causa hicieron
parecer ante sí a una india que mediante el dicho intérprete
dijo llamarse doña María Sadyona, natural del pueblo
de Agunoy, persona que de ordinario todos los religiosos
que en el dicho pueblo han estado la han tenido siempre por mujer
de buen entendimiento y buena cristiana. Y habiéndosele
recibido juramento por Dios Nuestro Señor sobre la señal de la cruz,
prometió de decir verdad; y siendo preguntada al tenor de la
comisión de Su Señoría del señor obispo, dijo que un
día estando en oración, con devoción a la Virgen glo-
riosa, porque a eso vino desde el dicho su pueblo de Agunoy a
éste de Quisasay vio en esta cuevecita dicha a la Virgen
gloriosa con su precioso hijo en los brazos, teniendo corona
en la cabeza, aunque no distinguió la tuviese el ni-
ño que sería de altor de un palmo, y tenía a su
lado un religioso vestido de negro con tres estrellas:
la una en particular muy grande en el pecho;
todo con mucha claridad y resplandor y grandísima
fragancia de olor. Dice más que otra vez distinta
de ésta vio también estando en oración y siendo ya el
término de la noche a la misma Virgen gloriosa, que te-
nía a su hijo glorioso como en pie, conforme a ella le
parece que le vio en las manos de la Virgen, y que
madre e hijo estaban con coronas; y que vio juntamente
un ángel que estaba inclinado puestas las manos como
reverenciando y adorando al glorioso niño y a su madre.
Dice más que otras tres veces distintas después de estas
dos vio a la Virgen gloriosa, no con tanta dis-
tinción pero con mucha claridad, a modo de ima-
gen que se trasluce debajo de algún velo, y que
estas veces vio a su parecer un santo que no sabe
quién pudiese ser porque no se podía del todo
{
ber con}

{[318] 22}
ver con distinción. Fuera de esto dice esta declarante
haber oído a modo de campana pequeña y música de gui-
tarra. Dice más haber visto a la Virgen
gloriosa a modo de imagen que está debajo de algún v
elo, y que estaba sentada en una silla y tenía en su
regazo en pie a su precioso hijo. Otra vez dice
que la vio en pie, que tenía puestas las manos
como que estaba adorando a su precioso hijo, que le parece
le tenía al lado. Y que esta es la verdad para el
juramento que hecho tiene, en que se afirmó y ratificó.
Y dijo ser de edad de cuarenta y seis años poco
más o menos. Y lo firmó junto con los dichos padres,
jueces e intérprete dicho.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gabriel de Rojas.
[Firma en tagalog baybayin] [María Sadyona?]
Alonso de Guadiana.
Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.
{[Al margen izquierdo: Testigo].}
En el dicho sitio de Quisasay, en dicho día, mes y año
dichos pareció ante los dichos padres una india
que, mediante el dicho intérprete dijo lla-
marse Ana Galiyn, natural del pueblo de Agunoy,
y habiéndosele recibido juramento, dijo
que un día estando en oración, siendo hora de
vísperas, vio con toda claridad y certeza a la Virgen
gloriosa que tenía a su precioso hijo en los
brazos, madre e hijo con corona. Y que en particular
distinguió con mucha certidumbre tenía en su pe-
cho una muy luciente estrella, y todo con

mucha claridad y distinción. Y esto es la verdad
para el juramento hecho, y dijo ser de edad de veinti-
cinco a treinta años. Y no firmó por no saber.
Firmáronlo los dichos padres y jueces y dicho intér-
prete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gabriel de Rojas. Alonso de Guadiana. Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.
{Al margen izquierdo: Testigo.}
En el dicho día, mes y año dichos, ante los dichos
padres, jueces en esta causa pareció una india que me-
diante el dicho intérprete dijo llamarse María Sa-
nua, natural del pueblo de Agunoy, y habiéndosele recibido
juramento según forma de derecho, dijo que
en algunas veces distintas, como tres o cuatro veces, vio
claridad grande y estrellas en este dicho lugar. Cuenta
otras cosas particulares de que mucho se movió a devo-
ción, empero la más notable es haber un día visto
a la Virgen gloriosa, que aunque se echaba de ver
tener al niño precioso en los brazos, ella no se veía
más que de lado. Pero dice esta declarante
que como con mucha devoción llorasen allí mucho su-
plicando a la Virgen gloriosa se les mostrase con cla-
ridad, ella se volvió derecha de rostro, de modo
que con mucha distinción la vieron a ella y a su niño
bendito. Dice que fue tanto el alboroto que su corazón
recibió que no pudo distinguir si tuviese corona o no,
ni qué vestidos tenía, más que sólo los grandísimos res-
plandores la deslumbraron. Y esto es lo que sabe
para el

{364 [319]}
para el juramento que tiene hecho, en que se afirmó y ratificó y dijo ser de edad de treinta años, poco más o menos. Y lo firmó a su usanza junto con los dichos padres e intérprete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gabriel de Rojas.
[Firma en tagalog baybayin] [María Saua]. Alonso de Guardiana.
Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.
Fray Juan Bautista de Montoya, en este puesto y sitio de Quisasay,
por cuanto para la prosecución de esta causa es necesario haya notario,
por ausencia del que hasta aquí ha usado el dicho oficio de notaría,
en virtud de la comisión del señor reverendísimo obispo Sugbú y
gobernador de este arzobispado, la cual está en la cabeza de este
proceso, nombro por notario al padre predicador fray Gabriel de Rojas,
el cual estando presente aceptó el dicho oficio, jurando como
juró in verbo sacerdotis usarle fielmente. Que es hecha en veinti-
trés del mes de noviembre de 1619.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gabriel de Rojas.
En veintitrés de noviembre de mil seiscientos diecinueve
años, pareciendo presente doña María Semgcali, natural del
pueblo de Agonoy, habiéndosele recibido juramento en forma
cuanto a esta causa, dijo que el martes, segundo día
que llegó aquí desde Agonoy por la gran devoción que oyó
decir tienen todos con este santo lugar, este día a hora de vís-
peras en esta cuevecita, adonde se dice haber aparecido la Virgen
gloriosa muchas veces, vio a su parecer distintamente a la Virgen
gloriosa que tendría de alto poco más de un palmo, con gran

resplandor y claridad; y como se llegase más cerca,
por cuanto estaba algo apartada dice que con otras per-
sonas vio con mucha distinción tenía la Virgen gloriosa
en su brazo izquierdo a su precioso hijo; y dice que distinguió
que madre e hijo tenían coronas muy resplandecientes.
Dice le parece estaba la Virgen gloriosa vestida de una
tela entre verde y colorado, de esta suerte dice que estuvo
un rato, pero que después toda la noche y el miércoles siguiente,
aunque se veía era como debajo de velo, a modo de nieblecita.
Otro día dice que estando en oración en este propio
lugar después de misa, vio a la Virgen gloriosa de la
manera que arriba tiene dicho, pero no con tanta distin-
ción. Y que estaba como sentada en una silla, y tenía
a su lado al glorioso San Nicolás de Tolentino, que puestas
las manos la estaba reverenciando, y que le pareció ser
San Nicolás porque estaba con su hábito negro y estrellas
en él. Y dice que esta vez levantó con su brazo al propio niño
a modo de que le enseñaba a las gentes. Otra vez dice
que estando allí el portugués llamado Joan Caravallo,
que desde Cavite vino con toda su casa a esta devoción,
juntamente con él vio con toda claridad a la Virgen
gloriosa con su precioso hijo en los brazos, pero que de repente
desapareció, y quedó allí como una nieblecita. Y esto es
lo que sabe debajo del juramento que tiene hecho, y pa-
rece de edad de cincuenta años, poco más o menos; y lo
firmó.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. [Firma en tagalog baybayin] [María Semgcali?] Alonso de Guadiana, intérprete nombrado.
Ante mí
fray Gabriel de Rojas,
notario nombrado.
Todo lo arriba dicho dijo mediante
el sargento Alonso de Guadiana, intérprete.

{269 [320]}
En el dicho mes, día y año, en el pueblo de Quisasay, pa-
reciendo presente doña María Movya, natural de-
el pueblo de Agonoy, que vino a tener novenas de estos
lugares de Quisasay por la mucha voz que corre de
haberse aparecido la Virgen gloriosa, dijo mediante el
sargento Alonso de Guadiana, intérprete nombrado para
la prosecución de esta causa por ausencia de Bernardo Lan-
decho, que fue el primer intérprete nombrado. Y habiéndo-
sele recibido juramento en forma que el tercer día que
aquí llegó a hora de vísperas, después de haber lavádose por
devoción con el que aquí nace nuevamente vista,
estando en oración vio a la Virgen gloriosa que apareció
en la cuevecita ya muchas veces dicha, que tenía en sus brazos
a su precioso hijo estando entrambos con coronas, vestida
la Virgen, a su parecer, de tres colores que eran verde, colo-
rado y azul. Y que vio con toda distinción que la Virgen
estando con su precioso hijo en brazos se apareció primero
de lado y luego se volvió a la gente, y casi como se inclinó
alargando el niño en las manos, como que decía: “Véisme [aquí ]
a hijo y madre.” Dice más que en lo bajo vio figuras peque-
ñas que aunque no distinguió bien qué fuese, dice que juzgó
realmente ser personas que se meneaban, que se pudieron juzgar
por ángeles. Dice también que cuando vio esto con
grandísima claridad, vio tres estrellas como encima de la
cabeza de la Virgen. Dice también haber visto otras
cosas maravillosas que le alborotaban totalmente el corazón,
pero no con tanta distinción como las que ha dicho. Y que esto
es lo que sabe para el juramento que tiene hecho, y pareció
de edad de cuarenta y cuatro años poco más o menos,
y lo firmó.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. [Firma en tagalog baybayin] [María Movya?. ]Alonso de Guadiana, intérprete nombrado.
Ante mí,
fray Gabriel de Rojas,
notario nombrado.

En el dicho mes, día y año en el pueblo de Quisasay, pareciendo
presente don Agustín Lontog, gobernador del pueblo de Agonoy,
que con la voz y fama que ha habido de la aparición de la
Virgen gloriosa vino a ésta de Borion. Mediante el sargento Alonso
Guadiana, intérprete, habiéndosele tomado juramento en
forma dijo que, un miércoles después de haber llegado
a este santo lugar con mucha devoción y deseo de ver a la Virgen
gloriosa, siendo ya de noche, oscuro, vio una estrella en este
santo lugar de que mucho se maravilló, y llamando a otro princi-
pal para que mirase y certificase de la dicha estrella,
por ver si acaso él se engañaba en la vista habiéndose certi-
ficado entrambos de que era estrella; y llegando en parti-
cular con una candela a mirarla, no sólo se oscureció, antes
resplandeció la estrella mucho más; con lo cual quedó con tanta
devoción que aunque le llamaron a cenar otros principales
puso disimulada excusa, todo por quedarse con esta devoción
en este santo lugar, como se quedó por toda la noche. Y otro día
siguiente en el cual antes de comer estando con muy gran de-
voción vio a la Virgen gloriosa con toda distinción, que
por dos y tres veces volviéndose a un lado y a otro, levantaba
con las manos a su precioso hijo. De suerte que igualaba la cabeza
del niño con la de la madre, teniendo entrambos coronas en las
cabezas; y este levantar el niño volviendo la mitad del
cuerpo a un lado y otro se podía entender era casi como decir:
“Veis aquí a mi precioso hijo”- El altor dice sería como poco más
de un palmo. Los vestidos de la Virgen dice que unas veces
le parecían verde y otras azul, y de diferentes colores, que no
se afirma qué color sea. Dice que duraría esta visión
como cerca de media hora, y que al oscurecerse fue poco a poco,
como cuando se corre un velo. Otras cosas dice muy maravi-
llosas pero ésta es la que vio con mayor distinción. Y esto es
lo que vio para el juramento que tiene hecho. Pareció de edad de
veinticinco poco más o menos. Y lo firmó.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Agustín Lontog. Alonso de Guadiana. Ante mí, fray Gabriel de Rojas,
notario nombrado.

{366 [321]}
{[Al margen izquierd] en cuanto a las maravillas o milagros que han sucedido. }
{Testigo 8º doña María Lavinysa cuanto a las apariciones y testigo primero, cuanto a milagros que sanó de cierta dureza?, incompleto] antigua que en él tenía.}
En el pueblo de Tal en ocho días del mes de oc-
tubre de mil seiscientos diecinueve años, los padres priores y jueces
en esta causa para la dicha información hicieron pa-
recer ante sí a una india que mediante Bernardo de Lande-
cho, intérprete nombrado, dijo llamarse doña
María Lavinysa, que es el mismo testigo octavo que ya ha dicho su
dicho y lo que sabe acerca de las apariciones que ha visto.
Y recibiéndosele juramento de nuevo por Dios Nuestro
Señor sobre la señal de la cruz según forma de derecho,
para que diga si sabe alguna cosa tocante a maravillas y mi-
lagros. Dijo que aquella misma noche cuan-
do estaban en oración a prima noche ella y su hija doña
Isabel Dayampita con su marido D. Pedro Cahonhon y
Joan Mangagat, y Ana Bontoan, esclava de esta declarante,
habiendo muy en particular pedido y suplicado esta declarante
a la Virgen gloriosa Nuestra Señora le hiciese merced de mos-
trarle alguna cosa con que pudiese curar una gran dureza
que, había más de siete años la fatigaba grandemente en el
vientre, habiendo gastado más de cincuenta tostones
en curas diversas sin haber hallado alivio con ellas ni des-
canso alguno; dice pues que estando así en oración vio
de repente en el suelo y [en] medio de un plato de China,
que allí estaba puesto para el que quisiese poner allí alguna li-
mosna, estando de antes el dicho plato vacío sin tener cosa
alguna, como con la claridad lo habían visto los que allí es-
taban, vio en él esta declarante un poquito de licor
a modo de vino de Castilla en el color; el cual plato
tomándole en las manos esta declarante y oliendo lo que
en él estaba, trascendía de grandísimo olor. Y dice que vol-
viéndole a poner donde estaba, volvió a hacer oración
a Nuestra Señora suplicándole tuviese por bien se ungiese
ella con el dicho licor, lo cual hecho, como con el dicho licor
se ungía se sintió luego sudando y la dureza dicha que en

el vientre tenía tan dura como un guijarro, la sintió blan-
da como una cera; con que quedó totalmente sana de
la tal enfermedad, y luego las demás personas se
ungieron también con aquel poquitito que quedaba, que por
ser tan poco aún no alcanzó para la una de ellas.
La cual unción hicieron, lo uno por la gran unción,
digo, devoción que obraron; y lo otro por el gran olor
y fragancia que el dicho licor salía.
{[Al margen izquierdo] Este mismo testigo vio también a la Virgen sobre el agua.}
Demás de lo dicho añade la dicha declarante que, algunos
días después de haber visto esta claridad grande sobredicha
y haberse muerto la candela, yéndose a bañarse al agua antigua que
nace un poco más arriba de la nuevamente vista, vio en
el aire como un estado en alto, casi sobre esta agua nueva-
mente vista, una figura hermosísima a modo de
una imagen pintada y dorada que teniendo la mano derecha
puesta sobre el pecho y en la izquierda que tenía algo
levantada, le parece tenía una cruz. La cual figura e i-
magen tuvo por cierto esta declarante en su pecho era
la Virgen gloriosa Nuestra Señora. Y dice tendría a su parecer
como dos palmos de altor. A la cual imagen, esta declarante
con otras personas que allí estaban se hincaron de rodillas
llorando de contento, dando gracias a la Virgen por semejante
merced. La cual visión duró por un gran rato.
{[Al margen izquierdo.] Testigo doña Isabel Dayanpita, citada por el testigo sobredicho y contesta con ella.}
Y pareciendo luego presente ante los dichos jueces la
dicha doña Isabel Dayampita, y siéndole recibido jura-
mento por Dios Nuestro Señor sobre la señal de la cruz según for-
ma de derecho mediante el dicho intérprete, de que dirá
toda verdad cuanto a la maravilla del licor que apareció,
con que su madre la dicha Dª. María Lavinisa sanó.
Dijo que, habiendo ido con su madre, con mucha de-
voción a visitar estos dichos lugares de Quisasay donde
se dice haber aparecido la Virgen gloriosa, para suplicarle
alcanzase salud para la dicha su madre Dª. María Lavinysa,
{
estando}

estando en esta oración, es verdad que en el plato
que está referido estaba allí puesto para poner la li-
mosna que diesen, sin tener cosa alguna; cuando allí se hin-
caron de rodillas vieron de repente en él un poco
de licor en el medio, del que en el color tiraba a vino
de Castilla; y como la dicha su madre tocase al dicho licor
hallaron oler grandísimamente, tanto que no sabe a qué
compararlo. Y como volviese la dicha su madre a hacer
oración a la Virgen se ungió con el dicho licor en la gran
dureza que en el vientre tenía, con lo cual sintiéndose
luego sudando quedó sana de la dicha enfermedad, sin que
le quedase dureza alguna. Y también esta declarante con su
marido y otra persona de las cuatro se ungieron con aquél po-
quitico de licor que quedaba, así por la mucha devoción
que cobraron como por la gran fragancia del dicho licor.
Y esto es lo que sabe acerca de este caso, y la verdad para el
juramento que tiene hecho.
{[Al margen izquierdo.] Testigo, D. Pedro Cahonhon citado por el testigo 8º sobredicho, y también se llama Dimahonhon que es lo mismo entre los tagalos, contesta con quien le cita}
Y asimismo pareció luego presente y a solas y ante los
dichos jueces D. Pedro Cahonhon citado por la dicha doña
María Lavinysa, octavo testigo; y habiéndosele asimismo recibido
juramento que dirá verdad en todo lo que su-
piere, en cuanto al haber sanado su suegra con la unción
del licor sobredicho. Dijo que habiendo allí
estado en oración con su mujer, con su suegra y con Joan
Mangagat y Ana Bontohan es verdad que vieron de re-
pente en el sobredicho plato un poquito de licor mara-
villoso, con grande fragancia de olor con el cual como
su suegra, la dicha Dª. María Lavinysa se ungiese la dureza
que en el vientre tenía, que había mucho tiempo que pa-
decía de ella. Luego que se ungió según ella y la dicha su mujer
decían, quedó sana, quedando todos muy contentos, dando gra-
cias a Nuestra Señora por semejante merced.

{[Al margen izquierdo.] Testigo: Ana Bontoan, citada por el testigo sobredicho contesta totalmente con ella.}
Ítem, en doce días de este dicho mes de octubre del dicho año, pareció mismo
así presente ante los dichos padres Ana Bontoan, esclava de Dª. María Lavinysa
estando en oración vio de repente el licor sobredicho con que sa-
nó, como más largamente se refiere en el dicho testimonio primero que
esta dicha Dª. María Lavinisa da cuanto a maravillas y milagros; y habién-
fdosele recibido juramento en forma mediante el dicho intérprete
dijo que, es verdad que estando en oración junto con su ama
Dª. María Lavinysa, con la grandísima claridad extraordinaria que
allí había, siendo antes de noche muy oscuro vieron de repente en el
plato que allí estaba para si alguno diese limosna, un poquito de licor
que ella compara a color de quilán, el cual olía que trascendía; con el
cual como se ungiese la dicha su ama dice esta declarante que
luego quedó sudando, y con esto la dureza grande que en el vientre tenía
la dicha su ama había muchos años. Luego quedó blando el vientre
como si no hubiera tenido tal dureza; y adviértase más que añade
esta declarante que cuando este licor se vio de repente, era tan grande la
claridad con ser de noche y no haber candela que se podía leer cualquiera escritura.
Y que esta es la verdad debajo del juramento que tiene hecho, en que
se afirmó y ratificó, y dijo ser de edad de cuarenta años poco
más o menos. Y no firmó por no saber. Firmáronlo los dichos padres,
jueces y dicho intérprete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gabriel de Rojas. Bernardo de Landecho. Don Pedro Dimagongon.
Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.
{[Al margen izquierdo.] Testigo: Don Cristóbal Managit afirma haber sanado de una antigua tullidez.}
En el pueblo de Tal, en nueve días del mes de octubre
de mil seiscientos diecinueve años, ante los dichos padres, priores,
jueces de esta causa pareció un indio que mediante el dicho intér-
prete dijo llamarse don Cristóbal Managuit, y ser natural de
el pueblo de Molavin, doctrina de Tal, del cual tomado fue tomado y re-
cibido juramento por Dios Nuestro Señor sobre la señal de la cruz se-
gún forma de derecho, y prometió de decir verdad. Y siéndo-
le preguntado si ha usado Dios Nuestro Señor con él alguna maravilla
haciéndole merced por intercesión de la Virgen de darle sa-
lud en ocasión de alguna enfermedad que haya tenido
{dijo}

{[323] 368}
dijo que, habrá como cuatro meses que habiendo tenido
noticia de las mercedes que Dios Nuestro Señor hacía a algunas per-
sonas por intercesión de la gloriosa Virgen Nuestra Señora, habiendo ido
a visitar los lugares dichos, lavándose con esta agua nuevamente
vista en el dicho sitio de Quisasay o prometiendo de ir
allá prometió él estando muy enfermo, y tanto que había seis
años poco más o menos que por ninguna manera podía andar
ni tenerse sino sólo andar algo a gatas, no obstante que en el
discurso de este tiempo había gastado en muchas y diversas cu-
ras y bebedizos diversos el valor de dos esclavos que para
este efecto había vendido. Dice pues que estando así, habién-
dolo primero prometido, fue a visitar los sobredichos
lugares de Quisasay a donde le llevaron para este efecto cargado
hasta embarcarle. Y llegando a este sitio le desembar-
caron también y le llevaron a poner en el lugar donde
se dice haber aparecido la Virgen gloriosa, porque de otra
suerte él no podía tenerse ni andar. Y hecha allí oración le
llevaron también cargado al sitio y lugar donde nace esta
sobredicha agua nuevamente vista, a donde le bañaron
tres veces con esta agua, y luego después de bañado dice
y afirma este declarante debajo del dicho juramento
que se comenzó a tener y andar como siempre ha andado, sin bor-
dón ni ayuda de nadie. En razón de lo cual quedándose
allí por nueve días, estando en esta novena como de noche
no pudiese dormir, bebiendo un jarro de esta dicha agua
nuevamente vista luego dormía y descansaba. Y así ha
quedado desde entonces hasta ahora sano, aunque flaco,
pero que se tiene y anda por cualquiera parte y sube cuales-
quiera escaleras, sin ayuda de bordón ni persona alguna.
Y esto es la verdad para el juramento que tiene hecho en que se
afirmó y ratificó, y dijo ser de edad de treinta años po-
co más o menos. Y lo firmó de su nombre junto con los dichos jueces
e intérprete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gerónimo de Medrano. Fray Gabriel de Rojas. D. Cristóbal Managuit. Bernardo de Landecho.
Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.

{[Al margen izquierdo.] Testigo: Catalina Polonsian que con esta agua sanó de una papera y herida sin quedarle señal, y de un escocimiento de ojos; y halló a medianoche llena de esta agua una banga en que a prima noche no había quedado más de un poquito.}
En el pueblo de Tal, en diez días del mes de octubre
de mil seiscientos diecinueve años, los padres priores, jueces
de esta causa hicieron parecer ante sí a una india que median-
te el dicho intérprete dijo llamarse Catalina Polonsian, natural
del pueblo de Molavin, del cual se tomó y recibió juramento
por Dios Nuestro Señor sobre la señal de la cruz según forma de
derecho, so cargo del cual prometió de decir verdad. Y siendo pre-
guntada si sabe alguna cosa en razón de haber la Vir-
gen gloriosa alcanzádole salud de su precioso hijo, de alguna
enfermedad que haya tenido, dijo que,
habiendo estado muchos días con una papera o hinchazón
que tenía en la garganta tan grande como un santor ordinario,
y habiéndose curado con algunas medicinas que le decían eran
buenas y no habiendo hallado descanso, teniendo devoción con
esta agua nuevamente vista por lo que había oído decir
de ella, se lavó con ella en su casa algunas veces, y como sintie-
se muy grande alivio, prometió ella propia de ir a visitar
este lugar dicho donde se dice haber aparecido la Virgen glo-
riosa; y como de hecho fuese e hiciese oración
ofreciendo una candela, volviéndose allí a lavar con la
dicha agua, se sintió del todo sana de la dicha enferme-
dad. De más de lo cual dice que por tener devoción con
esta dicha agua teniéndola en casa, se lavó un día con
ella los ojos en los cuales tenía un grande escocimiento;
también se le quitó luego. Y refiere más esta misma india
que estando una mañana con grandísima tristeza, por
ver que esta agua con que tanta devoción tenía se le iba
acabando porque no le había quedado ya, mandé tanto
cuanto cabía en un jarro ordinario, sin tener a quién man-
dar a que fuese por ella, por ser lejos y llover y no te-
ner banca en que ir aquella misma noche. A medianoche llegan-
do a la banga para lavarse los ojos con aquella agua po-
quita que había quedado, halló la banga llena sin haber en su
casa quien pudiese haber echado agua en ella; con lo
cual juzgando aquello por milagro particular, quedó con
mucho contento y mucha mayor devoción que antes,
{
dando}

{369 [324]} 27
dando muchas gracias a Dios y a Nuestra Señora por tan
gran merced. Y que esto es lo que sabe para el juramento
que tiene hecho, en que se afirmó y ratificó y dijo ser
de edad de cuarenta años, poco más o menos. Y no firmó
por no saber. Firmáronlo los dichos jueces e intérprete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gerónimo de Medrano. Fray Gabriel de Rojas. Bernardo de Landecho.
Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.
{[Al margen izquierdo.] Testigo: Alvaro Bani, principal del pueblo de Molavín, con esta agua maravillosa sanó de una hinchazón o postema de una ingle.}
En el dicho día diez de octubre de mil seiscientos
diecinueve años, en el dicho pueblo de Tal, los dichos padres,
priores y jueces hicieron parecer ante sí a otro indio que mediante
el dicho intérprete dijo llamarse Dº. Álvaro Bani, natural del
pueblo de Molavin, del cual se tomó y recibió juramento por
Dios Nuestro Señor, sobre la señal de la cruz según forma de derecho,
so cargo del cual prometió de decir verdad. Y siendo preguntado
si ha usado Dios Nuestro Señor con él alguna maravilla dándole salud
mediante la Virgen gloriosa, de alguna enfermedad
que haya tenido dijo que, habiendo estado algunos
días, tiempo de más de tres semanas muy malo de una hincha-
zón en la ingle izquierda a modo de postema sin po-
derse valer de dolor, tanto que admitía cuales-
quiera medicinas que le decían sin haber hallado con ellas ali-
vio alguno, quitando todas las medicinas y emplastos.
Se lavó con esta dicha agua, con que comenzando a recibir mu-
cho alivio y descanso, prosiguiendo a lavarse con esta dicha agua
al tercero o cuarto día se sintió del todo sano. Y que esta es
la verdad para el juramento que tiene hecho,

en que se afirmó y ratificó y dijo ser de edad de cin-
cuenta años, poco más o menos. Y no firmó por no saber.
Firmáronlo los jueces e intérprete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gerónimo de Medrano. Fray Gabriel de Rojas. Bernardo de Landecho.
Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.
{[Al margen izquierdo.] Testigo: D. Joan Cabinti se le multiplicó un poquito de agua que tenía de esta maravillosa en un tibor, y vio extraordinaria claridad.}
En el dicho pueblo de Tal, en el dicho día diez de octubre
de mil seiscientos diecinueve años, los dichos padres, priores, jue-
ces de esta causa hicieron parecer ante sí a un indio que mediante
el dicho intérprete dijo llamarse don Joan Cavinti, natural de
el pueblo de Vis, doctrina de este dicho pueblo, del cual fue toma-
do y recibido juramento por Dios Nuestro Señor, sobre la señal de la
cruz según forma de derecho, so cargo del cual prometió de decir
verdad. Y siendo preguntado al tenor, digo, si sabe al-
guna cosa acerca de haber aparecido la Virgen gloriosa
o de algún milagro que haya Nuestro Señor obrado por su inter-
cesión dijo que, como cinco días después de lo
que decían grandísima cantidad de gente que había visto a
Nuestra Señora, estando haciendo la iglesia encima de la propia
concavidad de la peña donde los primeros testigos dicen
la vieron encima de aquello, vio este declarante una
particular claridad, en una como cuevecita que está allí,
de que mucho se movió a devoción y se maravilló. Y que yén-
dose a su casa llevó de esta dicha agua nuevamente vista un
tibor negro lleno de los que, en los que los sangleyes suelen traer vino de
mandarín; la cual agua como con ella se lavasen el rostro
{cada}

{370 [325]} 28
cada día y las manos y se enjuagasen el cuerpo con ella des-
pués de haberse bañado con otra agua ordinaria así este de-
clarante como su mujer e hijos, todo por tiempo
de ocho días, pero siempre con mucha devoción; dice este
declarante que como él hubiese oído decir se multiplicaba esta
agua a otros que la tenían, él también con la misma de-
voción, habiendo quedado ya en el tibor como el tercio, llegando a ver
esta agua una mañana para lavarse como solía, teniéndola
tapada y muy guardada sin haber allí llegado nadie halló que
estaba el tibor dicho casi lleno, de que mucho se maravilló. Y
dando muchas gracias a Nuestro Señor le creció la devoción. Y que esto
es la verdad debajo del juramento que tiene hecho,
en que se afirmó y ratificó, y dijo ser de edad de se-
senta años, poco más o menos. Y lo firmó de su nombre junto
con los dichos padres, priores, jueces y dicho intérprete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gerónimo de Medrano. Fray Gabriel de Rojas. Juan Cabinti. Bernardo de Landecho.
Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.
{[Al margen izquierdo.] Testigo: Catalina Sadayantanan da testimonio de una maravillosa aparición de la Virgen y de su precioso hijo}
En el dicho pueblo de Tal, en once días del mes de octubre de
mil seiscientos diecinueve años, los padres, priores, jueces en esta
causa hicieron parecer ante sí a una india que, mediante el dicho
intérprete dijo llamarse Dª. Catalina Sadyantanan, mujer del
maestre de campo de esta jurisdicción de Tal llamado D. Diego Dimagtimtim,
natural de este dicho pueblo de Tal, de la cual se tomó y recibió juramento
por Dios Nuestro Señor sobre la señal de la cruz según forma de derecho,
y prometió debajo de él de decir verdad. Y siendo preguntada al tenor
de la comisión de Su Señoría Reverendísima dijo que, al tercero día
después de lo que dicen mucha cantidad de gente que estaba haciendo la
iglesia, cuando dicen que vieron a la Virgen gloriosa, al tercero

día, un sábado a la hora que se suele tocar a las ánimas, estando
en oración en este dicho lugar donde la primera vez se dice haber-
se aparecido la Virgen Nuestra Señora, en este mismo lugar encima de
esta misma piedra, en una concavidad que allí está a modo de cueva con
cavidad junto a una raíz de un árbol grande, vio a su pa-
recer distinta y claramente con muy gran claridad a la Vir-
gen gloriosa Nuestra Señora con su hijo precioso en los brazos, de ma-
nera que se podía distinguir la llaguita que en el costado tenía
a modo de sajadura, que brotaba ya gotas de sangre. Y dice que
esta gloriosa imagen le parece tendría de alto poco más de
un palmo; y que así la Virgen como su precioso hijo tenían coronas,
el uno y el otro, puestas en las cabezas. Y dice más que
juntamente con esto le parece oía una música muy suave,
oliendo también juntamente un muy suave olor. Todo lo cual
le parece duraría tanto como se suele tardar una misa cantada.
{[Al margen izquierdo]. Testigo: El mismo testigo sobredicho afirma haber con esta agua sanado de una enfermedad del pecho, siendo muy antigua}
Demás de lo dicho afirma esta declarante debajo del
juramento dicho que, habiendo más de nueve años que te-
nía cierta enfermedad en el pecho, a modo de un gran hipo
que la fatigaba, de modo que no la dejaba resollar. Dice
pues que usando por algún tiempo el bañarse con esta agua maravi-
llosa y beberla, vino totalmente a quitársele esta enfer-
medad. Y que esta es la verdad para el juramento que tiene hecho,
en que se afirmó y ratificó, y dijo ser de edad de treinta y
seis años. Y lo firmó de su nombre a su usanza, junto con los dichos
padres, priores, jueces e intérprete.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Gerónimo de Medrano. Fray Gabriel de Rojas.
[Firma en tagalog baybayin] [Catalina Sadyantanan?]. Bernardo de Landecho.
Ante mí,
Pedro Pérez,
notario nombrado.

{375 [326] 29}
En el pueblo de Casaysay, en el partido del convento de Taal, en tres
de febrero de [mil] seiscientos veinte años, nuestro padre fray Alonso Barona,
provincial, dijo que por cuanto ha visto una información que el padre
fray Juan Bautista de Montoya, prior de dicho convento ha hecho por
comisión y mandato del Reverendísimo señor obispo fray Pedro de Arce,
obispo del Santísimo Nombre de Jesús y gobernador de este arzo-
bispado de Manila, acerca de haberse aparecido aquí en
este sitio la sagrada Virgen María Nuestra Señora, y otros mi-
lagros y maravillas que en este lugar por su medio e inter-
cesión Nuestro Señor ha obrado con diferentes personas. La cual infor-
mación hizo con licencia que para ello tuvo del dicho maestro
padre provincial y en compañía de los padres fray Jerónimo de Medrano,
prior del convento de Tanavan, y del padre fray Gabriel de Rojas,
conventual de este dicho convento. Los cuales el dicho maestro padre provincial
mandó se hallasen presente al examinar los testigos para
mayor justificación. Y aunque le ha parecido y parece la
sobredicha información muy bastante, y es tan suficiente así
probado el haberse aparecido a diferentes personas la Serení-
sima Reina de los Ángeles Nuestra Señora la Virgen María. Con to-
do eso le pareció ser necesario que los testigos se vuelvan a testi-
ficar de nuevo en sus dichos y declaraciones ante el dicho maestro
padre provincial y el sobredicho padre fray Juan Bautista de Montoya. Por
tanto mandaba y mandó que todos los testigos que en la sobre-
dicha información han dicho, y si algunos hubiere de nuevo
que en ello no hayan dicho puedan decir de nuevo, parezcan
ante el dicho maestro padre provincial y sobredicho juez de comisión por
Su Señoría Reverendísima; y ante mí el presente secretario de provincia, y me-
diante el padre fray Fernando de Cabrera, prior del convento de San Pa-
blo de los Montes, a quien el dicho maestro padre provincial nombró por in-
térprete de las dichas testificaciones y demás testigos que de
nuevo dijeren, a quien el dicho maestro provincial dijo que mandaba y man-
dó en virtud de santa obediencia acepte el dicho oficio
de intérprete, bien fiel y legalmente. El cual dijo que
aceptaba y aceptó el dicho oficio, y juró in verbum sacerdotis,
poniendo la mano en el pecho de lo hacer bien, fiel y legal-
mente como le es mandado para que digan y declaren
debajo de juramento, de suerte que haga fe lo que supieren,
acerca de lo en la información contenido. Y por este auto
así lo pronunció, ordenó, mandó y firmó.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona.
Ante mí, fray Francisco de Castromonte,
secretario de provincia.

Fray Juan Bautista de Montoya, prior de este convento de
Taal y juez nombrado por el reverendo padre don fray Pedro de
Arce, obispo del Santísimo Nombre de Jesús, y gobernador de
este arzobispado de Manila, para la averiguación
de esta causa dijo que por cuanto Pedro Pérez, no-
tario nombrado para esta causa estaba ausen-
te y no se podía hallar a esta averiguación,
en conformidad de lo ordenado por nuestro padre provincial
en virtud de la comisión que tiene, hacía
el nombramiento de secretario e intérprete en los
dichos padres fray Fernando de Cabrera y fray Francisco
de Castromonte. Y lo firmó en cuatro de febrero
de [mil] seiscientos veinte años.
[Rúbricas:] Fray Juan Bautista de Montoya. Ante mí, fray Fernando de Cabrera. Fray Francisco de Castromonte.
{[Al margen izquierdo] Recuerdo.}
Y en el sitio de Casaysay, en cuatro de febrero de [mil] seiscientos
y veinte años, nuestro padre provincial fray Alonso Barona, y el padre fray Juan
Bautista de Montoya, juez nombrado, mandaron pa-
recer ante sí a don Pablo Caraig, principal del pueblo
de Calangay, para la averiguación de esta causa
del cual se tomó juramento en forma de derecho, y él
lo hizo por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz, y prome-
tió de decir verdad de lo que supiere y fuere pregun-
tado; y habiéndole dado a entender mediante el padre
fray Fernando de Cabrera, prior del convento de San Pablo,
intérprete nombrado lo para que es llamado dijo
que martes, habrá seis meses poco más o menos, le envío
el padre prior a hacer una iglesia en este lugar y sitio
de Casaysay, por razón de haberse él convidado
por la mucha devoción que tenía a la sacratísima
Virgen que había oído decir se aparecía en aquel
lugar, y que habiendo estado aquí martes y miér-
coles con mucha gente haciendo la iglesia, el jueves
siguiente encomendó muy en particular a dos in-
dias, la una esclava suya llamada Panavin,
y otra llamada Ybagsic, natural del pueblo de

{372 [327] 30}
Bonbon, que estuviesen rezando allí en el lugar don-
de decían se había aparecido la Virgen, y que si vie-
sen alguna cosa los llamasen a él y a su mujer.
Y como estas dos personas este dicho jueves, casi a hora
de vísperas, viesen a la gloriosa Virgen encima del si-
tio en la cuevecita del árbol que muchas veces se ha
referido, llamaron a prisa a este declarante a gran
prisa, el cual yendo luego corriendo con su mu-
jer como vieron a la Virgen gloriosa con grandí-
sima claridad y resplandor, con su precioso hijo en
el brazo izquierdo; y que tenían entrambos como una
diadema de tan gran resplandor que totalmen-
te les quitaba la vista. Llamaron a grandes voces
a toda la gente que estaba haciendo la iglesia
diciendo: “semejante cosa como ésta no es razón
dejar de verla todos.” Y así dice esta declarante
que fue toda la gente a ver semejante mara-
villa. Y referían todos ver a la Virgen glorio-
sa con grandísimo resplandor y su precioso hijo;
y haber tanta fragancia de olor que no sabí-
an a qué poderlo comparar. Y dice que eran más de
sesenta o setenta personas los que la vieron, en-
tre los cuales estaba don Agustín Yavi, que vive
en Balango, y don Miguel Lagirio, de Pasi-
pit, y don Agustín Billa, natural de Ilog, y don
Francisco Tabagan, de los cuales se acuerda los nombres y
no de los demás. Dice más este declarante que
luego que se desapareció la Virgen, la cual ten-
dría como un palmo poco más de alto, con su
manto azul y ropa colorada debajo, y [la [¿?]]
al cuello subió a ver si parecía algo en la
cuevecita, a la cual como se asomase, dice que
vio en lo interior de la cueva como si fuera el
mismo cielo. Y añade que el sábado adelante, a las
nueve de la noche, estando en oración él y su mujer
con otras nueve o diez personas, vieron a la Virgen
gloriosa en el mismo sitio y de la misma forma
que la otra vez. Y que se acuerda que entre las de-

-más personas que estaban allí, era una doña Cata-
lina Sanyantanan, y doña Úrsula Dimarbion, principala-
de Taal. Y que el niño tenía el vestido blanco, que
no hay cosa con que poder comparar la blancura que
le quitaba la vista. Y que la Virgen era de color mo-
rena tostada y el niño muy blanco. Y que esto es públi-
co haberse parecido a muchas personas de diferen-
tes lugares. Y es lo que sabe y la verdad so cargo del
juramento que hecho tiene, y en ello se afirmó
y ratificó. Y dijo ser de edad de cincuenta años
poco más o menos. Y lo firmó de su nombre y con
él los jueces e intérprete. Y añade más, que esta
cuevecita donde estaba la Virgen gloriosa cuando se a-
pareció no estaba hecha ni casa ni la había visto él, aunque lo
había mirado hasta el jueves cuando apareció, y que
por eso subió a mirar qué había en la cuevecita dicha.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona. Fray Juan Bautista de Montoya. Don Pablo Caraig. Fray Fernando de Cabrera.
Ante mí, fray Francisco de
Castromonte,
notario.
{[En la margen izquierda] Testigo}
En el mismo sitio de Casaysay, este mismo día, mes y año
arriba dicho, nuestro padre provincial y juez nombrado mandaron
parecer ante sí a doña Angelina Oralian, natural
del pueblo de Bavan, de la cual se tomó y recibió jura-
mento en forma de derecho, y ella lo hizo por Dios Nuestro Señor y la
señal de la cruz, y prometió de decir verdad de
lo que supiere y fuere preguntada. Y habiéndo-
le dado a entender lo para que es llamada mediante
el padre fray Fernando Cabrera, intérprete nombrado
dijo que, lo que sabe es que habiendo oído decir
que en este sitio había aparecido la Sacratísima
Virgen María, y que había una fuente que tení-
a agua que con ella sanaban los enfermos; vino
a este sitio esta declarante un viernes por la ma-
ñana, llegó a este sitio y estuvo todo el día hasta

{[328] 373} 32
medianoche, y que llovía grandemente, y que ella
aún estaba mojada por no haber casa donde abri-
garse, y que pidió a la Virgen sacratísima que ya
que no se le apareciese a ella, le hiciese algún fa-
vor, aunque fuese alguna claridad; y que de repente,
junto a la raíz del árbol donde dicen se aparece
la Virgen vio salir una mano como de persona
grande, con su brazo aunque desnudo y era blanco,
y tenía una hacha en la mano que ardía mu-
cho, que aunque era muy grande el agua no la
apagaba, y que duraría cosa de tres horas. Y que esto
lo vieron otras dos indias del pueblo de Ilog, la una lla-
mada Imagelo y la otra Ymasolog. Aunque ellas
dijeron habían visto la candela con la gran cla-
ridad, aunque no el brazo ni la mano. Y que yéndo-
se de allí después de haberse desaparecido la luz, yéndo-
se por el camino junto al agua volvieron a ver la misma
candela, y se hincaron de rodillas hasta que se volvió a
desaparecer, que sería cosa de una hora; yendo con ella
las mismas indias referidas dice que llovía mucho
también esta segunda vez, y que nunca se apagaba
la claridad con el agua. Dice más, que un jueves cua-
tro semanas adelante volvió al mismo sitio donde esta-
ba mucha gente haciendo la iglesia, y que este mismo día le
habían visto todos los que hacían la iglesia. Después
llegó ella con otras dos indias que no sabe los nombres
más de la una que se llama Juana de Bava; vio esta
testigo a la sacratísima Virgen y a su hijo con coronas,
y de la misma manera que los demás; y que estaba
tan espantada que apenas había de sí. Dice más, que
habiendo estado en las misas del aguinaldo vino a este
sitio, y estando ella y otras ocho o nueve personas, las cua-
les estaban inclinadas besando la tierra donde se
aparecía la Virgen, ella la vio encima de la peña
y les dijo: “¿Qué hacéis ahí que no miráis arriba que veis a
la Virgen que está aquí?” Y que las que estaban allí
miraron arriba y la vieron con ella las dos de las
demás que se llamaban Sanpicol la una, y la

otra Dimatanco; y que era grandísima la fragancia
que había, y se oían como órganos y guitarras y chiri-
mías, que todos estaban espantados y que por ser tan
grande el gusto que recibían se fueron a ver si había
alguien que tañese en la sementera. Y esta es la ver-
dad y lo que sabe so cargo del juramento que hecho
tiene, en que se afirmó y ratificó y dijo ser de edad
de treinta años poco más o menos. Y no firmó porque
no supo. Firmáronlo los jueces de esta causa y el in-
térprete de ella.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona. Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Fernando de Cabrera.
Ante mí, Fray Francisco de Castromonte,
notario.
En el mismo sitio de Casaysay, este mismo día, mes y año arri-
ba dicho, nuestro padre provincial y el padre fray Juan Bautista de Montoya,
juez nombrado mandaron parecer ante sí a don Agustín
Sumaroc y doña Juana Bitosin y doña Bárbara Mavayag,
principales del pueblo de Bonbong, de los cuales y cada uno
de por sí fue recibido juramento en forma, el cual hi-
cieron por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz, y prome-
tieron de decir verdad de lo que supieren y fue-
ren preguntados. Y habiéndoles dado a en-
tender lo para que son llamados, mediante el
padre fray Fernando Cabrera, intérprete nombrado
dijeron que, el domingo pasado veintiséis de e-
nero de este presente año de [mil] seiscientos veinte,
estando sus dos hermanos en el sitio donde está
la fuente medicinal que hay en este sitio vieron
a la sacratísima Virgen entre las dos paredes del agua,
y luego enviaron a llamar al dicho don Agustín Sumaroc;
y que realmente vieron a la sacratísima Virgen
muy resplandeciente, de la misma manera que
dijeron otras personas la han visto. Y que tenía a su hijo
precioso, lo cual vieron todos tres, y un soldado
llamado Maoc llegó a tiempo que la vio tam-
bién, según él dice. Dice más doña Juana Bitosin,
que cuando la vieron los indios que hacían

{[329] 374 }32
las iglesias el día que la vieron todos, fue ella una de
las que la vieron; lo cual todo es verdad, so cargo del
juramento que hecho tienen en que se afirmaron y ra-
tificaron. Y lo firmó don Agustín Sumaroc a su usan-
za, y los demás no supieron firmar. Firmáronlo
los jueces e intérprete de esta causa.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona. Fray Juan Bautista de Montoya. [Firma en Tagalog Baybayin] Don Agustín Sumaroc*
Los testigos son don Agustín Sumaroc, doña Juana Bitosin y doña Bárbara Mavayag, pero sólo firma uno, don Agustín Sumaroc
Fray Fernando de Cabrera.
Ante mí, Fray Francisco de
Castromonte
notario
En este mismo sitio de Casaysay, este mismo día, mes y año arri-
ba dicho, nuestro padre provincial fray Alonso Barona y el padre fray Juan Bautista
de Montoya, juez nombrado por haber tenido noticia que
había sucedido una cosa milagrosa en la bahía de Bonbong, man-
daron parecer a don Juan Sava, natural del pueblo de
Sala, del cual se tomó y recibió juramento en forma
de derecho, y él lo hizo por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz,
y prometió de decir verdad de lo que supiere y fuere pregun-
tado. Y habiéndole dado a entender lo para qué es llamado,
mediante el padre fray Fernando de Cabrera, intérprete de esta
causa dijo que, viniendo desde el pueblo de Sala a novena y
a este sitio de Casasay donde dicen se ha visto la gloriosa
Virgen María cerca del pueblo de Pangclar, con un tiempo
se les hundió la banca en que venían él y su mujer y dos hijas
suyas, una de hasta catorce años poco más o menos, y otra de
hasta diez años, y un niño de poco más de un año, y dos
soldados del pueblo de Tal llamados el uno Lucas Casigir,
y el otro Juan Casangcab. Y el niño, afirma este declaran-
te, que habiéndose desasido de la madre con la fuerza
de las olas que eran muy grandes y altas que le pare-
cían como tejado de casa, anduvo sobre el agua sin
que nadie le viese por tiempo que, a su parecer, se podían
cocer dos ollas de morisqueta una tras otra; y al ca-
bo de este tiempo, habiéndole buscado le vio bueno y sano,
echado de pies y la cabeza de fuera sin haberse
mojado ni la cara, ni haber bebido gota de agua;
y habiéndole asido una vez con el frío y llevar una
hermana suya asido también, porque no se ahogase

se lo arrebató una ola y después le tornó a coger uno de los
soldados que iban con él y se lo dio a su hermana, que iba
encima de la banca que se había volcado. Que tampo-
co las dos hijas sabían nadar, y es de entender que es lo
más hondo y áspero de la laguna donde esto sucedió. Y dice
y declara este declarante que sólo tuvo lugar de pe-
dir socorro a la Virgen de Casaysay diciendo que
les valiese, pues sólo iban a su casa a novenas y a ver-
la. Y que así tiene por cierto que por su intercesión de la
Virgen no se hicieran todos pedazos, que ni unos ni o-
tros no escaparían si ella no les favoreciere, y Dios por
ella. Y esto es la verdad so cargo del juramento que
hecho tiene, en que se afirmó y ratificó y dijo ser de
edad de cuarenta años poco más o menos. Y no firmó
por no saber. Firmáronlo los jueces e intérpretes
de esta causa.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona. Fray Juan Bautista de Montoya. Fernando de Cabrera.
Ante mí, Fray Francisco de Castromonte
notario
En el mismo sitio de Casaysay, este mismo día, mes y año
arriba dicho nuestro padre provincial y el padre fray Juan Bautista de Montoya,
juez nombrado, mandaron parecer ante sí a Magdalena
Matalo y María Marota, mujer e hija del testigo atrás di-
cho, de las cuales se tomó y recibió juramento en forma
de derecho a cada una de por sí, las cuales lo hicieron
por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz, y prometieron de
decir verdad de lo que supieren y fueren preguntadas.
Y habiéndoles dado a entender lo para que son citadas
mediante el padre fray Fernando de Cabrera, intérprete
de esta causa, dijeron la una y la otra todo cuanto
el padre ha referido en el dicho de arriba. Y que tienen
por cierto que si la Virgen, a quien con mucha devo-
ción se encomendaron les favoreciese, ninguna de
ellas y de otra talaga que pareció presente, a quien
yo el presente notario doy fe que vi que por ser de poca
edad no se le tomó juramento, escaparan--la cual
dijo llamarse María Gracia. Y ésta es la verdad so
cargo del juramento que hecho tiene, en que
se afirmaron y ratificaron. Y porque no
sabían escribir no lo firmaron. Firmá-

{[330] 379} 33
ronlo los padres jueces de esta causa y el intérprete de ella.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona, provincial. Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Fernando de Cabrera. Ante mí, fray Francisco de
Castromonte,
notario
En el mismo sitio de Casaysay, este mismo día, mes y año arri-
ba dicho nuestro padre provincial y el padre fray Juan Bautista de Montoya, juez nombrado, mandaron parecer ante sí a Lucas Casinga,
natural del pueblo de Taal, y Juan Casancap, natural de
el pueblo de Molavin, de los cuales se tomó y recibió jura-
mento en forma de derecho, y ellos lo hicieron por Dios Nuestro Señor y
la señal de la cruz, y prometieron de decir verdad de lo
que supieren. Y habiéndoles dado a entender lo para que
son citadas mediante el padre fray Fernando de Cabrera, in-
térprete de esta causa, dijeron todo lo que dijo en
su dicho don Juan Sava. Y que el uno de ellos llamado Juan
Casancap cogió al niño en el agua sin estar mojada
la cabeza ni la cara. Y el otro sacó debajo del agua
a una de las hijas. Y que tiene por cierto fue mila-
gro escapar, y que la Virgen les ayudó a quien
firmemente llamaban porque sin remedio
se ahogaban. Y ésta es la verdad so cargo del juramento
que hecho tiene, en que se afirmaron y ratificaron.
Y el uno firmó porque supo firmar a su usanza
y el otro no supo. Firmáronlo los jueces y el in-
térprete de esta causa.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona, provincial. Fray Juan Bautista de Montoya. [Firma en tagalog baybayin] [Lucas Casinga ]
Fray Fernando de Cabrera.
Ante mí, fray Francisco de
Castromonte,
notario
En este mismo sitio de Casaysay, este mismo día, mes y año
arriba dicho nuestro padre provincial y el padre fray Juan Bautista de Mon-
toya, juez nombrado, mandaron parecer ante sí a
D. Francisco Tabagan [sic], Agustin Tibos y Juan Manicat, Agustín Alta,

Francisco Manayc, Domingo Dimacac, Juan Tacosan, todos
siete naturales del pueblo de Tal y sus visitas, de los cua-
les y de cada uno de ellos en particular se tomó y recibió
juramento en forma de derecho, y ellos lo hicieron por Dios
Nuestro Señor y la señal de la cruz, y prometieron de decir
verdad de lo que supieren y fueren preguntados.
Y habiéndoles dado a entender lo para que son
llamados mediante el padre fray Fernando de Ca-
brera, intérprete nombrado, dijeron que, es ver-
dad que estando en compañía del sargento mayor
D. Pablo Caraig haciendo una iglesia para que
oyeran misa los que venían a novenas, más de
sesenta personas vieron a la sacratísima Virgen
Nuestra Señora, en la parte y lugar que el sargento mayor
dice estaba y que todos ellos la vieron, y todos los
demás que con ellos estaban y que era cosa
de maravilla el resplandor que salía de la Virgen.
Y que tenía a su precioso hijo, señor nuestro, en los bra-
zos. Y que la Virgen estaba vestida de azul el man-
to. Lo cual todos afirmaron ser verdad y en ello
se afirmaron y ratificaron. Y los que supieron
firmarlo lo firmaron, y por los demás lo firma-
ron los jueces e intérprete de esta causa.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona, provincial. Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Fernando de Cabrera.
[Firma en tagalog baybayin] Don Francisco Tabala [Sabaran]. D. Agustín Tibos. [Domego Dimaha [Domingo Dimacac?] ] Agustín Alta.
Ante mí, fray Francisco de
Castromonte,
notario.
En el sitio de Casaysay, en cinco de febrero de [mil] seiscientos y vein-
te años, nuestro padre provincial y el padre fray Juan Bautista de Mon-
toya, juez nombrado mandaron parecer ante sí a
doña María Maiga, principala del pueblo de Lipa,
de la cual se tomó y recibió juramento en forma de
derecho; y ella lo hizo por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz

{376[331] } 34
y prometió de decir verdad de lo que supiere y fuere pre-
guntada. Y habiéndole dado a entender lo para que
es citada y llamada mediante el padre fray Fernando Cabre-
ra, intérprete nombrado dijo que habrá cinco o seis me-
ses, poco más o menos, que viniendo a visitar este sitio, un
día por la tarde estando haciendo oración se apare-
ció la sacratísima Virgen María, estando mucha
gente junta entre los cuales se acuerda estaba Juana
natural de Barian, y Macali natural de San Sebastián,
y otros que no se acuerda; y que estaba [la Virgen] con un vestido
colorado, aunque abajo descubría un poco blanco;
y que estaba en el aire junto a la misma peña. Y que
el niño que tenía estaba vestido de colorado, aunque
le parece no tenía mangas.
Y que otra vez, el jueves pasado
que se contaron dieciocho de enero, la vio otra vez en
la peña abajo, aunque le parece tenía diferente ves-
tido; y que esta segunda vez la vio con ella Dimataroc,
india del pueblo de Molavin. Y esta es la verdad so cargo
del juramento que hecho tiene, en que se afirmó y rati-
ficó y dijo. Y pareció ser de edad de treinta y seis
años, poco más o menos. Y lo firmó a su usanza, y
con ella los jueces e intérprete de esta causa.
Y que la primera vez le vio las plantas de los pies, como
estaba en el aire y no tenía zapatos. Y que la segunda
vez estaba tan cerca de ella que casi la pudo tocar
con las manos; y que le dijo esta testigo:- “Madre de Dios:
Dime lo que eres.”- Y en lo uno y en lo otro se ratificó y lo firmó.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona, provincial. Fray Juan Bautista de Montoya. [Firma en tagalog baybayin] [Doña María Maiga]
Fray Fernando de Cabrera.
Ante mí, fray Francisco de
Castromonte,
notario.
Este mismo día, mes y año arriba dicho en el mismo sitio de
Casaysay, nuestro padre provincial y el padre fray Juan Bautista de Montoya
mandaron parecer ante sí a doña Lucía Lacandola, na-
tural del pueblo de Bonbong, de la cual se tomó y recibió
juramento en forma de derecho y[ ella le sico ]por Dios Nuestro
Señor y la señal de la cruz, y prometió de decir verdad
de lo que supiere y fuere preguntada. Y habiéndole

dado a entender lo para que es llamada, dijo que, habrá
cuatro domingos que estando ella y una india de Bauan,
que no sabe el nombre, vio junto a la fuente donde está
el agua medicinal a la sacratísima Virgen Nuestra
Señora con muchísima claridad, que no se puede de-
cir más que el sol, mucho, y salió mucha fragancia
de olor; y que el niño estaba en la mano izquierda
y una corona muy resplandeciente como de espi-
nas. Y ésta es la verdad so cargo del juramento
que hecho tiene, en que se afirmó y ratificó, y
dijo ser de edad de cuarenta años, poco más
o menos. Y lo firmó a su usanza, y con ella
los jueces de esta causa y el intérprete.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona, provincial. Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Fernando de Cabrera.
[Signos en baybayin.] [Doña Lucía Lacandola]
Ante mí, fray Francisco de
Castromonte,
notario.
{[En el margen izquierdo] Testigo}
Este mismo día, mes y año arriba dicho, en el mismo sitio y lu-
gar nuestro padre provincial y el padre fray Juan Bautista de Montoya man-
daron parecer ante sí a Luis Lumidic, natural del pueblo de Umogsocan, del
cual se tomó y recibió juramento en forma de derecho, y él lo hizo por Dios Nuestro Señor
y la señal de la cruz, y prometió de decir verdad
de lo que supiere y fuere preguntado. Y habiéndole
dado a entender lo para que es llamado, mediante
el padre fray Fernando de Cabrera, intérprete de esta ca-
usa, dijo que, uando estaban edificando la
iglesia de este sitio cuando dice don Pablo Ca-
raig vio a la sacratísima Virgen grande nú-
mero de gente que la hacía, fue uno de ellos este
testigo. Y que la vio de la misma suerte que los
demás; y que otra vez la vio este testigo en el mismo
sitio, y que había alguna gente pero que no se a-
cuerda quiénes eran. Y que otra vez la vio

{[332] 377 }35
en la fuente donde está el agua medicinal, y que había
nueve o diez personas, que entre ellos eran Imagelo, del
pueblo de Ilog, y la mujer de Lorenzo sacristán mayor,
del pueblo de Tal y del mismo pueblo de Ilog. Y que todas
ellas veían grandísimo resplandor y claridad. Y
que él es indio viejo y siempre anda muy enfermo
y lleno de gota; y que después que frecuenta el visi-
tar este sitio se halla ágil y con fuerzas, como de
hecho pareció ante los jueces de esta causa, de
que yo el notario doy fe. Y que esta es la verdad so
cargo del juramento que hecho tiene, en que se
afirmó y ratificó. Y pareció ser de edad de
cincuenta años poco más o menos. No firmó por-
que no supo. Firmáronlo los jueces e intérprete
de esta causa.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona, provincial. Fray Juan Bautista de
Montoya. Fray Fernado de Cabrera.
Ante mí, fray Francisco de Castromonte,
notario.
{[Al margen izquierdo] Testigo}
En el mismo sitio de Casaysay, este mismo día, mes y año
arriba dicho, nuestro padre provincial y el padre fray Juan Bautista de Montoya,
juez nombrado, mandaron parecer ante sí a Ana Ca-
cuay, natural del pueblo de Binogsocan, de la cual se to-
mó y recibió juramento en forma de derecho, y ella
lo hizo por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz, y prome-
tió de decir verdad de lo que supiere y fuere pre-
guntada. Y habiéndole dado a entender lo para
que es llamada, dijo que, es verdad que
el domingo pasado veintiséis de este pre-
sente año vio esta testigo a la sacratísima Virgen
María, de la misma suerte que don Agustín Suma-
roc, y doña Juana Bisoin y doña Bárbara Marayag,
de la misma forma y manera que ellos en su
dicho lo dijeron y declararon, porque en realidad

estaban todos cuatro presentes; está su dicho de ellos
a foja treinta y uno. Y es la verdad so cargo del juramento
que hecho tiene, en que se afirmó y ratificó. Y dijo
ser de edad de cincuenta años, poco más o menos. Y
no firmó porque no supo. Firmáronlo los jueces
e intérprete de esta causa.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona, provincial. Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Fernado de Cabrera.
En el pueblo de Taal, en cinco días del mes de febrero de mil
seiscientos veinte años, nuestro padre provincial fray Alonso Barona
y el padre fray Juan Bautista de Montoya, prior de este convento de Taal
y juez nombrado en esta causa, mandaron parecer ante sí
a doña Catalina Ginatoan, natural del pueblo de Mola-
vin, para la ratificación de su dicho, de la cual
se tomó y recibió juramento en forma de derecho, y ella
lo hizo por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz, y prome-
tió de decir verdad de lo que supiere y fuere pregun-
tada. Y habiéndole dado a entender un dicho suyo que
está a foja seis, mediante el padre fray Fernando Ca-
brera, prior del convento de San Pablo, intérprete nombra-
do dijo que: aquel dicho era suyo, y lo dijo y es la verdad, y en
ello se afirmó y ratificó; y dijo que si de nuevo era me-
nester lo decía de nuevo para mayor abundamiento. Y no
firmó por no saber, firmáronlo los jueces e intér-
prete. Asimismo mandaron parecer ante sí a doña
Lucía Tarolan, y habiendo recibido juramento en forma
de derecho, y dádole a entender un dicho suyo que está a fojas
siete, dijo que aquel dicho es suyo, y ella lo dijo y es la
verdad so cargo del juramento que hecho tiene en que
se afirmó y ratificó, y si necesario es lo vuelve a de-
cir de nuevo. Y no firmó porque no supo. Asimis-
mo pareció presente Marta Dimatolog, y de la cual se re-
cibió juramento en forma de derecho, y ella lo hizo por Dios
Nuestro Señor y la señal de la cruz, y prometió de decir
verdad de lo que supiere. Y habiéndole dado a en-
tender un dicho que está a fojas ocho, dijo que
aquel dicho era suyo y ella lo dijo, y es la verdad
so cargo del juramento que hecho tiene en que se a-
firmó y ratificó. Y no firmó por no saber.

{[333] 375} 35
Asimismo pareció don Álvaro Banir, del cual se tomó y re-
cibió juramento en forma de derecho, y él lo hizo por Dios Nuestro Señor
y la señal de la cruz. Y habiéndole dado a entender de un
dicho que está a fojas veintisiete de esta causa, el cual
dijo era suyo, y lo dijo y declaró; y es la verdad so cargo
del juramento que hecho tiene en que se afirmó y ratificó.
Y dijo que si era necesario lo vuelve a decir de nuevo. Y no lo
firmó porque no supo. Asimismo pareció don
Cristóbal Managit, del cual se tomó y recibió jura-
mento en forma de derecho, y él lo hizo por Dios Nuestro Señor y la señal
de la cruz. Y habiéndole leído un dicho que está a
fojas veinticinco, dijo que aquél dicho era suyo
y él lo dijo, y es la verdad, y en ello se afirmó y ratificó.
Y lo firmó de su nombre abajo. Asimismo pareció
don Pablo Caraig, del cual se tomó y recibió juramento
en forma de derecho, y él lo hizo por Dios Nuestro Señor y la señal
de la cruz; y habiéndole dado a entender un dicho que
está a fojas veintinueve, dijo que aquél dicho es
suyo y él lo dijo, y es la verdad; y si necesario es lo vuelve
a decir de nuevo, y en ello se afirmó y ratificó
y lo firmó de su nombre abajo. Asimismo
pareció doña Magdalena Dayangtomo, de la cual
se tomó y recibió juramento en forma de derecho, y ella
lo hizo por Dios Nuestro Señor y la señal de la cruz, y prome-
tió de decir verdad. Y habiéndole dado a entender
un dicho que está a fojas once, dijo que aquel
dicho es suyo y ella lo dijo. Y es la verdad como en él se
contiene, y si necesario es lo vuelve a decir de nuevo. Y en
ello se afirmó y ratificó y lo firmó de su nom-
bre a su usanza. Asimismo pareció doña Ma-
dalena Ponsoin, de la cual se tomó y re-
cibió juramento en forma de derecho, y ella lo hizo por Di-
os Nuestro Señor y la señal de la cruz, y prometió de de-
cir verdad de lo que supiere. Y habiéndole dado
a entender un dicho que está a fojas ocho, dijo que
aquél dicho es suyo y ella lo dijo, y es la verdad so car-
go del juramento que hecho tiene y en ello se afir-
mó y ratificó, y si necesario es lo vuelve a decir

de nuevo. Y lo firmó de su nombre, y lo firmaron junta-
mente con los de arriba todos los jueces de esta causa e intérprete.
[Rúbricas:] Fray Alonso Barona, provincial. Fray Juan Bautista de Montoya. Fray Fernado de Cabrera. Don Pablo Caraig. D. Cristóbal Managuit. [Firma en tagalog en baybayin] [Magdalena Ponsoin? ]
Ante mí, fray Francisco de
Castromonte,
notario.
En el pueblo de Taal, en siete días del mes de febrero de [mil] seiscien-
tos veinte años, nuestro padre provincial y fray Juan Bautista de Mon-
toya, prior del convento de Taal y juez nombrado, manda-
ron parecer ante sí a don Juan Cabinti, principal del
pueblo de Ovis [sic] para la ratificación, del cual se tomó y re-
cibió juramento en forma de derecho, y él lo hizo por Dios
Nuestro Señor y la señal de la cruz, y prometió de decir verdad
de lo que supiere. Y habiéndole dado a entender, median-
te el padre fray Fernando Cabrera, prior del convento
de San Pablo, intérprete nombrado, un dicho que está
a fojas veintisiete, dijo que aquél dicho es suyo
y que él lo dijo, y es la verdad. Y si necesario es lo vuelve a de-
cir de nuevo, y en él se afirmó y ratificó debajo d
el juramento que hecho tiene. Y lo firmó de su nom-
bre, y con él los jueces e intérprete de esta causa.
Asimismo pareció doña María Margur, prin-
cipala del pueblo de Lipa de la cual se tomó y recibió
juramento en forma de derecho, y ella lo hizo por Dios Nuestro
Señor y la señal de la cruz, y prometió de decir ver-
dad de lo que supiere. Y habiéndole dado a en-
tender mediante el intérprete nombrado un di-
cho que está a fojas treinta y tres, dijo que aquél di-
cho es suyo y que ella lo dijo y es la verdad como en él se
contiene, debajo del juramento que hecho tiene, en que
se afirmó y ratificó. Y no lo firmó porque no supo;
firmáronlo los jueces e intérprete de esta causa.
Asimismo pareció Catalina Talain, natural del pue-