Carta del Padre Marcelo Francisco Mastrilli, sobre la conquista de Mindanao. Taytay, 1637

Carta del Padre Marcelo Francisco Mastrili en que da cuenta
de la conquista de Mindanao Al Padre Juan de Salazar
Provincial de la Compañía de Jesus en las Islas Filipinas
[Gia] et Pax Cristi [...]
De ninguna manera mi Padre Viviera esperado la orden de [VR]
para darle parte de la nuestra Jornada de Mindanao , si viese sabido,
que la carta que yo escribí desde Lamitan al Padre Juan de Bueras les
habían quedado en Zamboanga ; porque de la tardo en ellas con grandísima
puntualidad todo el suceso, Le pedía que las leyese a [VR] para
que sin cansarse con carta mia aparte sabiese lo que pasaba. Ahora
por obedecer a lo que me mando cuando partí por Taytay le referiré
fielmente en esta lo que me podré acordar.
Pues sabia V.R. como habiendo el Señor Don Sebastian Hurtado
de Corcuera Gobernador de estas Islas de terminado la Jornada de
Mindanao, llamo consejo general de guerra, en el cual fueron to-
dos de contrario parecer fuera del señor Sargento Mayor Don Pedro Hur-
tado de Corcuera su sobrino: con todo eso porque lo apretaba el
[celo] de la glorias y honra de entrambas Majestades Divina y humana
resolvio no obstarse aparecer contrario de todo el consejo pro-
seguir adelante con sus santos intentos; y asi el día de la Purifica-
ción de Nuestra Señora a dos de Febrero de este año 31. Habiendo con
[..ado] y comulgado con todos los soldados en las dos Capillas de
Palacio mando se embarcasen en los once sampanes, que por
este efecto estaban y [aprecienidos.] El Padre Juan de Barrios y yo nos
embarcamos en la Capitanas con su señorías a donde también
se embarco al sargento mayor Don Marcos Zapata que llevo por su Ca-
maradas y a su mesa. el clérigo Don Julian Capellan del Arma-
da en la Almiranta con el sargento mayor Don Pedro Hurtado
de Corcuera sobrino del señor Gobernador: y fraile Agustino que
venia por confesor de los Pampangos en el champan del Capitan
Lorenzo Ugalde. y porque había venido el día antes una carta al señor

Arzobispo de como estaban ochenta caracoas de enemigos en la Isla de
Mindoro; fue su señoría para cogerlas navegando con cinco cham-
panes por la con era costa de fuera la dicha isla ; y al capitan Ugal-
de mando que la costease con los demás por la parte de dentro hasta
punta de Nasso que esta en las costa de la Isla de Othon. el no haber
hallado ni rastro de enemigos por ninguna parte , de claro la nueva
Mentirosa, y promulgada por obra del demonio, a fin de estorbarnos
el camino: porque fue fuerza por este camino trabajar mas de do-
ce días para poder navegar doce leguas que hay desde la dicha
Punta de Nasso a Othon, por ser las brisas a la dicha vueltas de
rechamente por proa y un día que quisimos doblarla con repiquetes
fue tal la fuerza de los vientos y de las mares que nos que guiaron
la guía del [pavernalle] con grandísimo peligro de hundirse el navío,
en la popa, que de embarcado con la [arga] de la vela a la improvisa
y furiosa vueltas que no gobernando ya el navío dis por fuerza del viento
era en fin tal la rabia y pena que de la hornada tenia el de-
monio por lo que ya se temía ; que como supe después por cosa cierta , se
que muchas veces con alguno dando sensiblemente voces por los bos-
ques, A que Venís, que queréis ; quien te trajo aquí; maldito seas,
y o te quitare La vida y con esto acabaremos [Vzc] - No se le dio era dice
por entonces como a Padre de la mentira; pero luego nos enseño
con la experiencia lo mucho que trabajo por hallarse verdadero [A.]
Pues que aunque todas eras cosas fuesen bastantes a causar de por sí al
gun enfado; toda via la dulcísima conversación de su señoría
con la [s.la] reparación que hizo de las horas del día, no le dio lugar
de manera ninguna porque la mañana decíamos misa los dos el
Padre Juan de Barrios y yo: luego recabamos con su señoría las ho-
ras divinas y de nuestra señora y Maitines de difuntos: el día las
vísperas de los mismos, y Maitines Divinas, y de nuestra señora. Por la tarde
La
[margen a la izquierda]
A
esta persona a quien
dio que vas el demo-
nio, fue el mismo
Padre Marcelo que
acostumbrasen cuan-
to podia [entuvase] por
los bosques a tener
su oración y ejerci-
cio de disciplina,
como el mismo Padre lo
descubrió al Padre Juan
de Bueras su Confesor
[i.el] cual ejercicio
de disciplina antes de
que a la jornada muchas
veces le inquisito el de-
monio con ruidos, y burlas
hasta llegar a maltratarle.

la salve con la letanía pública; y a la noche las almas del purgatorio
refiriendo de ordinario algún milagro apropósito: con que muy bien
se aprovechó con muchos.
Ni piense vuestra reverencia que por la contrariedad que tuvimos de vientos,
como se ha dicho, en punta de [Nasco], se [perdió] punto de tiempo; porque
se despacharon las órdenes a las islas de pintados por los indios aventureros,
y se enviaron a Oton con la [falúa ]por el ayudante
Don Francisco [Olajaian], el cual volvió en un sampán con el padre
[rector] de Oton, el Padre Francisco Angel, y el Padre Gregorio Belin, que iba
de Zamboanga a Manila a dar la nueva a su señoría de la victoria
alcanzada del Sargento Mayor Nicolas Gonzales contra siete
caracoas del Mindanao que volvían de robar las islas con algunos
esclavos y ornamentos sacros. Trajo el padre rector de Oton muy
buen refresco y mucho mejor lo dio después a toda la armada en
Iloilo, a donde llegó su señoría con el mismo padre tres días antes
de nosotros con la falúa, por tener tiempo de visitar la fuerza,
y ver si estaban prevenidos los bastimentos del Capitán Briones para
el socoro de su gente en Mindanao. Luego en llegando los sampanes
desembarcó el Padre Angel por volver a su doctrina de la isla
de Negros; y el padre [rector] de Oton se embarcó en el sampán del
Capitán Martín Monte con orden de su señoría por Zamboanga
a donde llegamos el domingo de carnestolendas a 22 de febrero.
Aquí mandó su señoría, que no disparase la fuerza ni la mosquetería
a la entrada suya, por no hacer ruido y darse a conocer
y por la misma razón se ordenó, que no saliese del río embarcación
ninguna. Todavía luego supo Correlat su venida por un
hijo de un principal de Basilan, el cual ahora en castigo que daba
preso en la fuerza de Zamboanga con orden que no fuese soltado si no
a grande de instancia de los padres para que con esto se cautivasen

las voluntades de los moros. El día siguiente se publicó la comunión
general con una indulgencia y jubileo amplísimo a todo el real por el domingo
primero de cuaresma; obligando su señoría los soldados todos
a dar cédulas de confesión y comunión a sus oficiales y sus criados. Así
mismo, como yo lo hallé un día que las estaba juntado con sus manos,
hizose por cierto con grandísimo fervor y muchas confesiones generales,
a que ayudaron las continuas pláticas y sermones de aquellos
días; se acabaron comulgar todos el domingo con su señoría, estando
el santísimo sacramento descubierto, asistiendo después todos al sermón
del Padre Belin. Por la tarde al encerrarlo acudió también sus
señoría con toda la gente de guerra, porque me había encargado
la mañana el sermón de la tarde sobre la reverencia y devoción
con que se ha de estar en la iglesia en presencia de tan grande
majestad. Hicelo como supe y al fin animando la gente a la jornada
y a la pelea, les mostré un cristo pintado en un lienzo,
a quien los moros habían cortado el brazo y los pies, y hechole un agujero
en medio se le había servido de [cinina] o capotillo. Esta la llevaba
actualmente un moro, y con la misma lo mataron el día que
Nicolas Gonzales cogió las caracoas. Llevabala el Padre Belin entre
los ornamentos sacros a su señoría, el cual sabiendo que yo en
Manila había ido buscando una cosa semejante. Luego enviándola
en punta de [Naszo] me la dio. Pues mirando la dicha imagen
los soldados y animandoles a vengar con sus armas las injurias
del santo cristo; fueron tales las lágrimas, y entraron en tan
tierna devoción y santo deseo de venganza, que como me dijeron
después, hubieran embestido al salir de la iglesia con todo
el mundo. Los afectos fueron muchísimos y muy tiernos,
llegando a decir públicamente, que era desdicha de la madre
que no tenía sus hijos en tan gloriosa jornada.
con estos

con estos fervores, y con tan buena disposición partieron los champanes a la vuelta
de Mindanao que estaba unas sesenta leguas de Zamboanga a y a cuatro partimos con su señoría los de mas en once caracoas
Toda la gente que se embarco fueron cuatro Compañías tres españolas
y una de Pampangos. La compañía de su señoría tenia cierto y
cincuenta soldados; la de Nicolas Gonzales cierto, y otros tantos La
de Ugalde de los Marineros y del Maestre de campo de los Pam-
pangos. No quiero dejar [eferivir] lo que pasó el Martes, que que par-
tieron los champanes de sea vamos todos que su señoría no partiese
hasta el Sábado por ver si llegaban entre tanto los Indios aventu-
reros; pero no quise pedirse lo antes de haberlo encomendado a Dios.
Rogase al de Othon que dijese la misa Javier
a mi intención; yo también la dije. Luego nos recogimos en un
Aposento, y después de competente oración abrió su [R.] el librillo
de las Carta del S. que yo tengo por Un día [Rotero], señalar-
do antes la parte que se habían de leer; y vinieron esta pala-
bras. Muchas veces [...] [...] [...] parecer [...] mejor;
con todo esto habemos de dejar las cosas a quien las gobiernas
seguiremos acertar. Vista tan claramente la voluntad del
santo ni por imaginación quise hablar mas del negocio con su
señoría y verdaderamente todo fue guiado del cielo por darle la
Victoria dar grandiosa que tuvo para confusion de los moros, y desen-
gaño de los indios, que bien saber pueden los españoles pelear
en sus mismas tierras sin ellos cuando quieren.
En el golfo de la Silanga tuvimos una mala peligrosa tor-
menta, de la cual con reliquias y con juros. como de cosas eviden-
temente trazados del demonio nos libramos Aqui [q.do] Nico-
las Gonzalez con ocho caracoas a remocar Los champanes por
la Silanga que es un estrecho de mar de dos leguas entre la
Isla Grande de Mindanao, y otro Isleta y su señoría con cuatro
de las paso apunta de flechas, así llamada por el rito y superstición

de los Moros de echar flechas a una peña suya cuando vuelven a sus
tierras en agradecimiento a Mahoma. Aquí estuvimos agua
dando dos días los navíos del Armada, en los cuales yo dije misa
en tierra; habiendo pero antes conjurado tremendamente al demonio,
como acostumbra La Santa Iglesia con sus exorcismos agua bendita :
Luego se quemaron todas las flechas pegadas en la dicha punta, que
erran infinitas con otras mil cosas de comer, como pescador, huevos
que por su devoción solían dejar en varias partes y luego se le mudo
solemnemente al nombre en punta de San Sebastián; para que con
sus divinas flechas acabase de derribar estas infernales y mal
ditas, que tantos años nos han trabajado, por memoria de que el
Señor Don Sebastián habido el primero Gobernador que ha dado
fondo pasado dicha punta. Demás que la caída prodigiosa de esta
Peña La noche que peleo a Vista de la Nicolas Gonzalez, La atri
buimos todos al mismo [Les.] que quiso dar prendas al señor Don
Sebastian de la gloriosa jornada de Mindanao, supuesto que de la
dicha peña sola la parte que por alla miraba, se cayo como todos con
admiración reparamos. Mientras aquí estabamos, vino una embar
cacion Ligera del enemigo a reconocer La armada; Le
dio luego [caia] La nuestra faluga pero por estar muy lejos no pu-
do cogerla. Solo al carcamos un barquillo con cuatro indios de los
nuestros cautivos que se habían huido de los enemigos estos
nos dieron nueva como estaban a pique departir de Mindanao
algunos navíos dejados cargados de esclavos nuestros cristianos.
confieso a [V.R.] que no fue nueva esta para su señoría sino
lanzada al corazón por lastima de tantas almas; y luego resol-
vió de caminar de día y de noche para coger dichas embarca
ciones este Santa Fe lo fue La única y verdadera causa
porque sin aguardar su Armada fue caminando de noche y
de día hasta dar con ellas y muy bien fue remunerada del cielo
con

con tan grande Victoria como V.R. entendera
Quiso el demonio que tantos años había morado en la dicha Punta
de Flechas hacernos punta, e impedirnos el pasar adelante; porque tres
veces por fuerza del viento y mares volvimos a tras y la cuarta sin tener
viento contrario estuvimos para dos mas de una hora sin poder dar paso
adelante; aunque tenía nuestra caracoa noventa Barigas, así lla-
man en las Islas de Pintados Los Bogadores. De manera que conocida cla-
ramente la obra del demonio con echan un poco de reliquias a la mar
y con jurarlo como antes, pasamos luego adelante
Vencidos ya los embustes y estorbos del enemigo invisible, llega-
mos a Vista de Mindanao sin saberlo el Viernes a cuatro caracoas y habiendo yo acabado La Misa antes que a-
maneciese desembarcó se Señoría a la faluga y con solo seis sol-
dados fue a reconocer el puesto, sondar todos los ríos y puertos de la
costa y ver si podia coger algún Moro por servirse me de guía
que nos faltaba. Dio casa a algunos de los hasta su misma playa
disparo les dos Mosqueteros; y con todo eso de huyeron por el Rio,
desamparando sus embarcaciones o yo se en respuesta de estos un tiro
de pieza de la tierra dentro que nos dio mucho que temer, viendo su
señoría tan arriscado y temiendo lo no esta sea con el enemigo em
pernado. Recamos luego la letanía con otras oraciones y remando a
todo poder, lo alcanzamos de vuelta. embarcase en su caracoa por
las once del día ordenado que todas cuatro con los dos Sampanes
de nuestra Armada de los Capitanes Don Rodrigo y Ugalde
que ya tres días antes habían llegado y cogido tres caracoas del ene-
migo y por otra que vino con bandera blanca escrito a los Padres
Recoletos que tenían a la cautivos que los avisasen de los que pasaba
diesen fondo cerca la boca de un rio a donde aparecían a algunas ca-
sas sin saber que Pueblo fuese y volviéndose a mi me dijo en estas
casas quiero alojar migarte esta tarde. Luego mando que to-
dos comiesen, y habiendo enviado el ayudante don Francisco Olazaran

a tierra con veinte cinco mosqueteros para asegurar La playa; tocan
de todos los clarines y a tambores y disparando Las piezas de las embarca-
ciones a la vuelta del pueblo, desembarcó su señoría con toda La gente
que entre españoles y Pampangos llegarían a sesenta soldadosl el Sar-
gento mayor del Tercio y Almirante del Armada don Pedro Hurta-
do de Corcuera ordenó en la playa el escuadrón poniendo por orden de
su señoría dos piezas de campaña a la Vanguardia que fueron el
terror del enemigo. Aquí yo habiendo animado y alertado La gente
con la milagrosa Imagen de San Francisco Javier de un lado y del Santo
Cristo del cual se hablo arriba del otro colgados en una [Laroa]
fui marchando entre La Vanguardia y cuerpo de guardia con
el Padre Juan de Barrios, el Padre Agustino y el capelllan del Armada;
cual estilo guardamos en toda La Jornada. Al tiempo que desembarcá-
bamos vino de tierra nadando uno de ríos Indios cautivos, del
cual supimos como aquel era el pueblo de Correlat pero por el sobre
salto grande con que quedó por los muchos mosqueteros que le tiraron
a [riña] Vista los Moros de una emboscada que tenían aparejada
contra nosotros, no pudo decirnos otra cosa; y asi fuimos marchando sin
saber, que dicho pueblo hubiese alguna fuerza de Armas, o sol-
dados; supuesto lo que siempre le había dicho que sola la defen-
sa de Correlat estaba en el cerro de arriba, no en el pueblo de abajo
Pero porque era causa de Dios a donde faltaron los medios humanos
suplió su Divina Majestad con los divinos alumbrando compartir
clarísima luz a su señoría para que dejando el camino llano
de la playa al pueblo marchase con su gente por el lado derecho
el cual camino aun que nos obligó a pasar dos veces al rio y con
algún trabajo por las dos piezas y por la persona misma de su señoría
que se arrojo al agua como todos los demás soldados con todo eso
nos libro dedos peligros muy grandes, el una de la emboscada ar-
mada en el lado izquierdo del camino, entre la espera Arbo-
leda de un Montesillo, de la cual con dificultad podíamos escapar
por ser

por ser el camino muy pantanoso y embarcado de cañas huertecillas y casas.
el otro y mayor fue, que todas las piezas de la fuerza estaban abocadas a la
dicha vuelta, con las cuales después por no poderlas volver a la mano de-
recha, nunca pudieron ofendernos. Verdad es, que dos grandes versos
de cámaras habían a bocado muy dipriesa contra el camino al pie
de su fuerza pero por el gran miedo nunca acertaron dar le fuego.
Pues habiendo nos librado Dios, sin saberlo de tan grandes peligrosos,
supuesta la poca gente que lleva vamos; que su señoría marchando en
La Vanguardia por el camino, que milagrosamente había escogido,
pasamos La primera vez el Rio y Luego fueron Las piezas y mosque-
teria Limpiando La campaña hasta una estacada cerca del Rio,
a donde Los Moros La primera vez hicieron cara, aquí aconteció
que adelantandose su señoría un rato por descubrir el enemigo
que estaba otras de la dicha estacada, Lo asaltaron cuatro
Moros con sus Campilanes muy airosamente. Se volvió con la cara
por hecharle el perro que le llevaba un negro siempre a su La
[...] [...] La [...] por haberse que dado un poco otras [...]
no a la espada con tanto brio, que desanimando los Moros.
Volvieron luego las espaldas con todo eso uno de los que era [Boron]
por, el mas alentado Capitan de corralat saliendo con grandissimo
animo de la otra parte de la estacada quiso impedir los nuestros
que ya querían pasar la segunda vez el rio a embestir la fuer-
za que de esta primera estacada se había descubierto hirió vale-
rosamente a Dos, y en tercer lugar acometió el capitán Lorenzo
Ugalde que quiaba la mitad de la gente por esta parte mar-
chando Los demas con La guía del Capitan Don Rodrigo po La
mano derecha del Rio, a donde via de acudió gran cantidad de
moros. Reparo Ugalde con su rodela los dos primeros gol-
pes del Campilan, y luego entrando con su espada Le dio mu-
chas heridas en la cara, no pudiendo en el pecho por las armas
que llevaba; con que Lo obligo a retirarse, aunque sin provecho,

Por que la furia de nuestras balas, y últimamente La espada de Don
Francisco Olazaran lo acabaron el mismo rio; pasando ya con La
muerte de este sin resistencia Los nuestros a la fuerza guarnecida
de un nuevo foso y llena de armas como ocho piezas de artillería
de Bronce, veinte y siete versos, muchos mosquetes de pin dotes ar-
cabuces y otras armas de mano, con mas de dos mil moros que la defendían
con el Pueblo, como nos dijo [Sosocan], (moro nuestro amigo muy pla-
tico de las fuerzas y poder de Corralat.) Poco pero Les aprovecho
todo eso, por que fue tan cerrada La embestida de los nuestros,
que luego al punto quedaron señores de todo, en el alborando en-
cima del fuerte el Alférez A mesquita su bandera, con muerte
de muchísimos moros, huyendose Los demás malamente heridos,
como nuestros cautivos se supo el día siguiente. En este
puesto matamos al Castellano del fuerte, nieto de Corralat
hijo de una hija suya casada con el señor de la laguna, mozo
muy brioso a quien le quería infinitamente su tío. Este había
ama prometido el mismo día a Mahoma de no de [...] parar La
fuerza hasta La muerte, y así lo cumplio.
Viendo ya
samos luego con su señoría La Segunda Vez el Rio y subien-
do arriba, Levante también mi estandarte del [S.L]
y de Javier, cantamos todos el Te Deum Laudamus,
y habiendo dado su señoría el nombre de Javier
a la fuerza, y dejado el Alférez A mesquita por castellano de
la con presidió de soldados, fuimos marchando adelante
a la vuelta de una estacada que con su pieza defendía La
Casa de Corralat y La Mesquita a donde [Capp tre ra vez] habían
hecho cara los moros, fiados en lo que su con [de stable] de los Les
había dicho que no huyesen han esta ver lo muerto
se fiaba en su poner por no se que hechicería, que nuestras balas
no podían ofenderlo, y tenia de esto La experiencia
porque

por que una vez le había quebrado con una pieza el hueso de la pierna
con que había quedado cojo, sin romperle pero La Carne ni sacarle sangre
con esta confianza Vino a desafiar con su Campilan Los nuestros apun-
to le luego con su mosquete el capitán subiré y le paso dos balas
por la frente que sola descubría, estando lo demás del cuerpo encubierto
con una Rodela Inglesa. Cayo muerto al punto el miserable, y con
este cayo el animo a todos los demás que estaban en la mesquita y esta
cada y así dejando sus armas, muy [depriesa] se huyeron al monte en
este mismo tiempo marchando Don Rodrigo co su gente entre la falda
del monte y al rio, cargo tan Valerosamente contra el enemigo que lo
obligó a desamparar todas sus embarcaciones, que por nuestro miedo había
escondido dos dias antes en una muy larga vuelta del mismo rio.
De manera que en poco mas de media hora nos apoderamos de todo lo
de abajo; y el mismo día hubiéramos cogido el cerro de arriba, si
teníamos toda la gente, huyendo los moros con tan grande temor, que
Corralat mismo se había encubierto la cara de lodo por no fez conocido
de los nuestros en caso que pasasen adelante como Nos dijo Un
criado suyo Cristiano que la mañana siguiente se vino a nosotros
afirmando el mismo la cantidad grande de los Moros heridos,
y en particular del Rey de la laguna pasado con un balazo
por los pechos el cual a via venido a celebrar no se que bodas de
un primo suyo con una hija de Corralat quería en todo caso en-
tregarse en mano del Señor Gobernador; pero que los [habos] no
habían querido antes le habían persuadido a defenderse prome-
tiéndole de peleas los primeros, y así lo ejecutaron, en
particular el día del asalto el cerro por que ellos fueron los
que nos mataron e hirieron la mayor parte de la gente, pa-
saron pero muy [depriesa] la pena de tan atrevido consejo no so-
lamente con la hacienda que le cogimos en sus embarcaciones
sino con la vida también muriendo por mano de los mismos

Moros que por sabia de tan mal consejo los mataron.
Acabada la pelea comenzaron los soldados a dar el sajes a las
casas, y el señor gobernador habiendo visto hasta el rio arriba
las embarcaciones todas, se retiro con los que lo acompañábamos
a la mesquita, Aquí la primera cosa que se hizo fue coger La
cathedra grande de Mahoma con sus libros, y otros aderezos
y luego al punto quemarlos. Por cierto que nos admiró lo que
vimos al sacar la dicha Cathedra, por que antes de llegar
al fuego, salieron de sus pies dos culebras venenocissimas, que
dieron salto miedo a los soldados que la llevaban, y realmente
no podia estar otra cosa en guardia de la Cathedra del gran
Diablo de Mindanao que culebras y ponzoña. [Cua mada] la
Cathedra con todo lo de mas que había de [su paritieroso], bendeci-
mos la mesquita con La Salve a Nuestra Señora. Y Luego La
mañana que fue el sábado a catorce de marzo habiendose de-
dicado a Dios con el Titulo de Nuestra Señora del Buen Suceso, co-
menzamos a decir los misas en ella en un muy lindo altar
que nos sirvió todos los doce días que hay estuvimos.
Esta misma Mesquita por ser muy grande ya proposito
sirvió de cuerpo de guardia, y alojo en ella su señoría con
los demas Capitanas sirviendo Las otras casas alrededor
para los soldados. Aunque por estar a la orilla del rio
muy cerca del monte y also lejos de la fuerza fue causa
que todas las noches nos tocasen armas los moros, y por los con-
tinuos aguaceros hay uno de noche, nos y vieran dado muy bien
que entiendan por no poder nos valer de los armas de fuego en
tiempo de agua si la buena disposición y orden de sus señoría
no hubiese remediado todo por que demás de haber fortificado
el camino del cerco con una media luna muy fuerte y
muy bizarra con su [ett.] estaban todas Las noches
alrededor del Real muy grandes fuegos llamado siempre
Las--

[margen a la derecha] {A
Acudir allí el Padre
Marcelo para hacer
sus ejercicios ordi-
narios de oración
y especialmente para la
disciplinan que por Lar-
go tiempo y con
varias oraciones
y plegarias y especial
devoción acostumbraba
hacer todos los
dias en donde quiera
que se hallaba aho-
ra viviendo en
los colegios y casos
ahora fuera de Majestad }
Las sentinelas, Alerta Rondando todos los sargentos mayores
y capitanes, y muchas veces el mismo en persona: tanto que por ver
nos continuamente despiertos, nunca atrevieron los Moros embestirnos
descubiertamente, sino tentar por algunos mas alentados la suerte
y la embestida. El esto muy a menudo en la boca del rio, cuan-
do de la Visita de los enfermos me halla solo con el capitán don Ro-
drigo en una champancilla con cuatro sangleyes que por el gran
miedo no viendo el camino dieron en un bajo fue cierto mi-
lagro de Dios que no lo advirtiesen Los Moros por que sin duda
nos mataran. Otro peligro mayor pase a quien este pueblo por
que no sabiendo Las continuas emboscadas que hacían de día
en unas casillas algo lejos de la fuera cada día en algunas horas
me recogía en ellas; y fue Dios servido que nunca me vieron
en muchos días hasta que sabiendo lo ser señoría las mando que mar
las embarcaciones que se hallaron el primer día en el Rio
por ser ya bajo mar no se pidieron retirarse a la fuerza hasta el día
siguiente. Eran estas mas de trescientas entre grandes; media-
nas y chicas; La mayor parte de las cargada de mil cosas, en
particular cinco o seis muy grandes de los [habos] llenas de cera
aceite, arroz, y otras mercaderías, de que todo se aprovecha-
ron Los soldados Barigas y sangleyes, fuera de una gran
cantidad de cera que se guardo para el Rey, con un gran numero
de armas porque las piezas de bronce de cuchara fueron ocho: los
versos veinte y siete: Un [pedraro] [dezerno] colado muchísimas
cámaras de versos: mas de cien mosquetes y arcabuces; y una
infinidad de balas, hierro, pólvora, campilanes, lanzas, flechas,
bacacayes y sompites que es un genero de flechas chiquitas que los
tiran por unas [carabatanas]; tan venenoso que serio se le acude luego
luego con contras muy eficaces, mata en pocas horas con otros instru-
mentos de guerra que se hallaron en la casa de la pólvora

en frente de la Mesquita y sirvió de cuerpo de guardia para los
Pampangos.
El día siguiente comenzaron a llegar los demás champanes y ca-
racoas de nuestra Armada en que declaró luego el señor gover-
nador cabo de la el capitán Mena por todo el tiempo que estuviése-
mos en Mindanao: y por castellano de la fuerza San Francisco Javier
nombro al Sargento Mayor Palomino el cual luego la fortifico
y puso en order cerrando La de todos las lados con sus puertas y [reparos-
ariadiendole] al veedor una baranda encubierta de la parte
de dentro con sus troneras para que tuviese dos ordenes de
artillería, mosqueteria. En esta obra trabajaron muy bien
todos los soldados, en partirlas el Mayor Don Pedro
Hurtado de Corcuera como muy platico en las fortificaciones
de Flandes; el mismo Señor Gobernador dando junta-
mente la traza, y las manos con pegar el primero con [la a cada].
Otro dos días que fueron Domingo y lunes se emplearon en
hacer muchas fortidas y quemar muchos pueblos alrededor mar-
chando el capitan Rodrigo con su gente por tierra, y el
capitan Ugalde con la suya por la mar hasta llegar al pueblo
y casa antigua de corralat que llaman de las savanillas,
y quemar las todas, con otros muchos pueblos y embarcaciones
grandes que hallaron en otro rio escondidas. Los demás sol-
dados que quedaron en el Real se emplearon en echar al
agua todos las Caracoas baradas con que salían a robar que
eran muchas y muy lindas: y en buscar lo que estaba enterrado,
que fueron muchas cámaras de versos, hierros, cera, y tres campanas, demas de grande que estaba a la puerta de la
Mesquita boca arriba llena de agua para lavarse los pies antes de entrar en ella.
Despacho también su señoria este Domingo una caracoa
de los moros a Zambaonga llena dentros cautivos Cristianos
y san

y sangleyes que desde al primer dia fueron viniendo en muy gran-
de cantidad al Real. En particular el Sábado la mañana en-
tro con una embarcaciones por el rio un nuestro indio cautivo
de muchos años acompañado de otros dose de suca, como, mujer
hijos, suegro etc. La mayor parte moros, con una cruz muy Lar-
ga a la popa, y una bandera blanca colgada en ella, que cierto
saco de todos muchas lagrimas de alegría viendo quitarse con
tanto brio los despojos al gran Diablo de Mindanao. Aunque
no dejo de darme algún cuidado La venida de un moro La
misma mañana del Sábado que mostrandose atollido de todo el
cuerpo venia en un banca del rio arriba con dos gallinas
diciendo que lo llevaban al nuestro Ari a quien de su mano
quería presentarlas (así llaman ellos al gobernador de estas
Islas, que en su lengua decir Rey) este preguntado
de la causa por que se había venido dijo que obligado de la hambre,
por no haber que comer en el cerro y que por La misma causa entre po-
cos días habían de venirse todos Las experiencia mostró ser es-
ta una gran mentira por la mucha comida que se hallo despues
arriba, con que se confirmo La duda mia y de otros que había de ser
algún engaño [ordido] del demonio y sus ministros contra el nuestro
Capitan General. el cual povernandose en esta ocasion, como en
Las demás, con muy grande prudencia y disimulación, mando
sin verlo que lo entregasen a sosocan, uno de los moros nuestros
amigos, que nos habían acompañado desde Zamboanga, para en-
tregarlo al gobernador de la dicha fuerza como hizo, y con esto sin
saberlo, nos libramos de un grande peligro,
Dispuestas y a las cosas de la fuerza y pueblo de abajo y quemadas
Las embarcaciones todas, fuerza de tres o cuatro que se guardaron
para elevarlas a Zamboanga; llego el Sargento Mayor Nicolas Gonzalez
el Lunes La tarde a diez y seis con lo que faltaba de nuestra Arma-
da; habiéndolo detenido una gran Tormenta pasada Las Sila-

La Silanga, en que se perdió una Caracoa de la cual venia cabo el
Capitan Xineros, sin muerto pero ma que de un muchacho. Luego al
punto disponiendo sun señoría Las cosas por marchar el día siguiente
al cerro, mando dar a los soldados [bifioc] Lo y que lo para cuatro días;
en que el Señor Sargento Mayor Don Pedro con el ayudante Don Francisco Ola-
zaran gastaron toda la noche, cual misma yo gaste en confesar la gente
no contenta de lo que habían hecho con tanta devoción en Zamboanga.
Por las tres de la mañana se comenzaron a decir Las misas; y al
fin de la primera hizo señoría una platica a los soldados tan apro-
pósito y ajusto de todos; que bien se hecho de ver su grande prudencia
zelo del honor divino, y experiencia militar. Estábamos concer-
tados quejo después mostrase el Santo Cristo con San Francisco Javier
como me había pedido muchas veces y deseaba la gente: pero
por confesar a V.R. La verdad no me lo sentí del corazón y así
no quise hacerlo como que fuera presagio de lo que nos había de con-
decer el día.
Acabada la platica envio su señoría al
Gonzalez con el Padre Melchior de Vera que había venido en el mis-
mo de Zamboanga. ciento y veinte españoles, treinta pampangos:
y ochenta indios por las cargas señalando a la vanguardia al
Castelo, y a la Retroguardia at Becerra, con dos fa-
mosas espías uno moro, y el otro Cristiano, con orden que cogi-
se el enemigo La retirada del cerro; y por el mismo camino
bajase de embestirlo, tocando pero antes sus clarines; para que al
mismo tiempo embistiese su señoría de la otra parte. y así Lo
cogiesemos en medio partido Nicolas Gonzalez, Ordeno La gente
suya señalando el Ugalde a la vanguardia: Luego el capitán
Don Rodrigo con los demás, dando a cada uno de los capitanes re-
formados una tropa de soldados a su cargo Las banderas, pieza de
artillería pertrechos de guerra y bastimentos al cuerpo de
guardia, en la retroguardia lo Panpangos el Mayor
Don Pedro

Don Pedro se fue al a vanguardia con el Capitan Don Rodrigo en el Rd.
quedo el sargento mayor Palomino con buen numero de soldados y el Padre
Reverendo de Othon por Capellan --
Dispuesta la gente comenzamos por las seis de la mañana a marchar
con grande alegría. Pasada una legua y media de mediocre camino
dimos con un muy grande pueblo que estaría al pie del cerro, puesto por cierto muy lin-
do y apacible, lleno de huertas platanares y cañas dulces, pezo desamparado la
misma noche de los Moros, por lo que podemos inferir de las casas, y del fuego
con que al [bialmente] se estaba que mando la casa fuerta del Rey: por mie-
do sin duda que no se fortificarse su Señoría en ella, siendo por el sitio muy
apropósito para eso. Todavía ordeno al Ayudante Don Martin, que for-
tificarse otra casa que estaba a la orilla del Rio con un buen en-
biado pieza de artillería y presidio de Pampangos por guardia de las cargas
y retirada de la gente. Luego los demás pasamos el rio para ir a descu-
brir el puesto del enemigo lleva al agua hasta los pechos; pero tan
fresca y tan linda, que no la visto mejor en estas Islas. Poco des-
pues pasamos al mismo modo un arrojo y comenzamos a subir por una
ladera llena de casa tal. Aquí paso señoría y viendo mas aba-
jo otro camino, pregunto al moro que nos guiaba, si aquel otro era
también camino del cerro. Dijo que si pero a la replica de cual era
mejor respondió que [emtrambos] eran muy malos. Luego alumbrado su
señoria de particular Luz del cielo, dijo pues si aparecer del moro
[emtrambos] son malos; Mas quiero ir por el otro que por donde el nos
guía y así mando que volviese otras La Vanguardia y marchase
por el otro camino. A la ahora V.R. La particular providencia
y misericordia de Dios y protección de mi gloriosissimo [Ls.] estaban
en el otro camino por donde nos guiaba el moro abocada tres pie-
zas de artillería sin poderse ver que lo menos que podían ha-
cer nos de daño era degollarnos todo la vanguardia de peso con
la sola pieza de bronce que estaba entre dos mayores de yerro;
que cuando el nuestro con destable la descargó hallo que tenia dos

Dos Balas grandes de artillería, dos piezas de cabra, y trecientas balas
de mosquete con carga doblada de pólvora; en fin de las tres partes
Las dos estaba cargada. Librados de tan grande peligro, fuimos
marchando por el otro camino; en el cual habiendo La segunda Vez
pasado el rio y el Arroyo, llegamos al pisde un cerro. Aquí al pis de un cerro. Aquí
se hizo alto mandando su señoría que fuesen algunos de la vanguar-
dia a descubrir el camino si puesto ser tan malo lo que se [veía]
al principio de la subida que después por las raíces de los arboles
allí dando nos después y de manos lo pasamos uno atrás del otro. en
manera que no defendiéndolo los enemigos como pudieran con solo
dos que echasen piedras de arriba; nos dio a entender que mas
adelante tenían puesto peor. fueron a descubrir y paso luego La
palabra quedada la primera vuelta, era el camino mejor con que
subimos todos. La verdad es, que el lobrado valor animo y deseo
de pelear que tenían en particular los de la vanguardia les hizo
aparecer, bueno el camino que era muy angosto, [agro] y peligroso por
los terribles despeñaderos que tenía de entrambas postes. Dimos
con todo eso dos vueltas por el cerro arriba pensando nos ha-
llar algún puesto a donde hacer alto; cuando de dos estacadas que
estaban el lado derecho del monte comenzaron Los Moros a
[hecirnos]. A mi en particular uno una bala de artillería
que habiendo me sensiblemente dado el golpe fue dios servido
que no me hiciese otro mal que dejan con un [auxero] su
señal en la sotana permita el mismo que la escapada tan
milagrosa de esta, sea reserva otras mas gloriosa muerta.
Juzgaron todos que no había otra estacada mas de las dos que
Se veían, cuando a la tercera vuelta del cerro encontró La
vanguardia con otra que no se había podido descubrir debajo
se comenzó a pelear valerosamente, pero por que el sitio de la
estacada era muy fuerte y el lugar de los muy angosto
no dejado de formidables despeñaderos, y descubierto a todas Las

Las troneras de los enemigos y demás armas en particular
sompites, bacacayes, y piedras no tan presto se asomaba alguno de
Los a la plazuela de la estacada, cuanto quedaba luego
muerto o herido. Esta fue la causa porque habiendo peleado
buenas dos horas y mas no se pudo ganar la fuerza
En este tiempo los cuatro sacerdotes que subimos al cerro el
Padre[ [...]] de Barrios, el Fraile Agustino. el Capellán del Armada
y yo estuvimos al mismo puesto confesandos los heridos y ani-
mando los demás, yo aunque por todo el camino nunca que ni se a largar
mi estandarte el Santo Cristo y de San Francisco Javier: con todo eso al
tiempo de la pelea. entrando en fervor y zelo hice
me dicho y así me fue fuerza dar el estandarte a un soldado
el cual adelantandosemos arriba por orden mía, para que fuese
en guardia de la persona de su señoría que se me había esca-
pado para reconocer mas cerca la estacada; vino un ba-
laco que paso entrambos los lienzos de las sanitas imágenes
sin tocar pero Las figuras estaba entonces el [Ls.] con la cara
a la estacada, y ha sabido por via muy secreta el como no se
que aquel balaco iba en derecado del demonio a matar un
gran personaje y el santo que le estaba adelante se lo reparo [B]
viendo yo las cosas tan apretadas hice por mi parte un gran voto
al santo y después a voz alta dije a su señoría hiciese un voto
al mismo de hacerle una capilla en San Miguel. a lo que con gran-
dísimo animo y liberalidad respondió si Padre muy linda
muy hermosa se hara. Pareció me determinar esta iglesia por ser
del [Ls.] mas devoto y querido que tuvo San Francisco Javier en su
vida. No puedo negar, que fue muy grande la pena de mi
corazón en este tiempo: no por el miedo de las balas que volaban
propiamente como mosquitos y hacia un ruido por los arboles for-
midable , porque puedo afirmar con verdad al de que
nunca he tenido rastro de miedo en toda esta jornada gracias a Dios
[margen a la derecha]
A
lo que hizo viendo
el gran daño que
recibían los nuestros y
los muertos y heri-
dos, fue con notable
fervor romper la
sotana y que dando
desnudo hasta sin-
tiera, darse crueles
azotes para a placar
a nuestro [s.s] con su sangre
y alcanzar de su
Majestad trocase las
cosas, y diese a los
nuestros victoria como
el Señor Gobernador que quedo
pasmado con los demás
de tan nueva y
fervorosa acción
reconoce haberla
recebido de Dios
nuestros el día siguiente
por sus merecimientos
B.
el Padre Marcelo descu-
brió al mismo padre su
confesor como deseando
nuestro sirvir el mis-
terio de aquel balazo
y pidiéndolo con grande
instancia a dios nuestro señor
estando diciendo mi-
sa le manifesto cla-
ra y [disjustamente] que
aquel balazo iba
enderezado al Señor Gobernador
que estaba detras y
hubiera quitados la
vida si el gloriosos
Patron de la empresa
San Francisco Javier no le
hubiera reparado; y dijo que
fue tan interés a la claridad con
que se le mostró, y la alegría que
le causo, que apenas se podía
contener de iba [alargar] a su [S.a]

con haber me hallado en los mayores aprietos y peligros de la vida
que nunca lo que me ha consolado muchísimo y servido muy bien
en la ocasion presente. Sea por siempre bendito Dios y alabado
su santisimo nombre, que [a ttingit a furie us que ad finem fur-
diter et disponir omnia suaviter] que me ha llevado por tantos
rodeos al puesto tan cercano a mis antiguos deseos de manera
que lo que me causo pena en este día no fue el miedo, sino el ver
los mas adelantados y valerosos soldados o muertos, o heridos.
Vaga pero la verdad me consoló muchísimo el ver los entrar
en la pelea con el [Ls.] Christo y San Francisco Javier en la boca, y con
las mismas palabras morirse, abrazandose muchos con las
dichas imágenes que aun tienen algunas manchas de sangre
Otros pegando con sus Relicarios y besándolos: otros pidiéndome
absolución general para disponerse a tan gloriosa muerte
parada por vengar Las [In Burias] echar al Santo Cristo: (esta
era quasi formula común de todos) y otros finalmente a quien
no podia llegar tan depriesa, diciendo sus pecados
dieron señas del gran dolor, y contrición que tenían de los uno
fue en particular que tres veces dijo: Señores digan a fila
no que me perdone, porque me habían dado dinero en Manila
Viviese puesto en este estado. Cierto que fue gran fineza de
contrición, pues se [Pa V R] que solo este no se había con-
fesado la noche antes. todos los demás casi confesejo y co-
mulgaron con grandísima devoción.
De los primeros heridos fue el
dos balazos en los dos brazos, y el señor Mayor Don Pedro
con un [mosquetaso] que le [auxero] de parte a parte el espino
de la pierna derecha. de manera que no pudiendo el valeroso
caballero estar mas en pie, estuvo un gran rato de rodillas
animando La gente con gran peligro que lo acaba ser habiendo le
quedado

quedado en el mismo puesto a [do] lo habían herido.
Don Rodrigo de Guillestigui fue dichosissimo porque peleo siempre
y estuvo todo el tiempo en el foso de la estacada sin salir con herida
de consideración llego el Alférez a mesquita a tremolar la nuestra
bandera sobre la misma fuerza, aunque con gran peligro, por que por
poco lo despeñan con una La [..da] en la cabeza y muchos sompites
en la garganta. En fin con[ esta...]los nuestros en apunas, y ser mas
de la una, cargados de biscocho, y armas, y cansados del camino, no
tan largo cuán dificultoso, pelearon como Leones, y dieron mu-
cho mayor miedo a los moros muriendo, que ni viesen ganado
el puesto sin sangre, viéndoles tan obstinadamente proseguir La
batalla en un degolladero; que otro nombre no me race tal puesto
y tenga V.R. por cosa cierta que ni un millon de españoles vinie
ra salido con el; supuesto que ni creer, ni aun imaginarse
puede a mi parecer su fuerza sino de quien se hallo presente
a la embestida. La Verdades que paso de valor a temeridad
por que por no dejar de pelear trocaban Las ordenes de [[...]]
o las entendían al revés, mandando a los cabos que la mejora-
sen en lugar de ordenarles que se retirasen, y luego cantaban
Victoria por los de mas que subían (bien pero la pagaron la mayor
parte con la vida) con que estuvimos gran tiempo engañados. Aun-
que La verdadera causa por que el Señor Gobernador no aprestó
mas Las ordenes de la retirada, fue el estar aguardando por
momentos, que Nicolas Gonzales embistiese de la otra parte de
arriba, por no ser su camino mas Largo que de tres leguas; pero
por haberlo hallado muy malo y estar también el malo, no pudieron
llegar hasta La noche. Con estas esperanzas y mucho mas falsas nue-
vas de Victoria, que muy a menudo se levantaban estuvo su [ss.a]
a guardando y alentando la gente buenas dos horas en un puesto
muy peligroso y descubierto a todas Las Armas del enemigo; vien-
do pero muchos muertos y heridos se adelanto con harto peligro

suyo y de todos si acontencia algun desastre; y fue a la plazuela
a vista de la estacada entre la furia de las balas, piedras, bacacayes
y sompites a donde mataron y hirieron muchos a su lado en particu-
lar a su paje de armas, pasandole con un balaco al morrion
y la cara. y habiendo por mas de media hora reconocido el puesto; vis-
tolo inexpugnable por aquel camino conforme poco antes le
habia dicho un Alférez reformado quejándose de los que querían
con mentiras engañarlo y empeñar lo mas; ordeno que tocasen Las
cajas a retirada.
Verdad es que nos podían los enemigos hacer muchísimo daño si
nos embestían a la retirada por que los muertos era diez y ocho, los heridos
mas de ochenta; y los pocos que que daban, muy cansados y embarcados
con los mismos heridos: de mas de ser el camino un mero despeñadero mas di-
ficultoso a la bajada que a la subida: pero Dios nuestro señor por la intercesión
de mi glorioso Ls. los cegó totalmente, u el valor y buena orden de su señoría
tampoco le dio lugar de acometernos porque con grandísimo brio, como si-
no viese acontecido nada, teniendo su espada desnuda en la mano usa
animando a todos, deteniendo La gente para que se retirase poco a poco siem-
pre con la cara al enemigo, disparándoles y tocando nuestras cajas y clari-
nes hasta llegar a la casa que había fortificado el Ayudante Don
Martin. estando aquí todos, Vimos por una Ladera bajar gran cantidad
de Moros que venían a impedirnos las retirada al Real. Dispararon
se le luego algunos tiros de artillería, con los cuales muy apriesa le
recogieron al cerro. quería su señoría hacer alto aquí; y a
guardar La embestida de Nicolas Gonzalez: pero la poca gente
lo obligo a retirarse, como se hizo tocando de la misma manera las ca-
jas hasta llegar al Real. los heridos [sepuereron] todos aque-
lla noche en una casa frontera a la mesquita y la mañana los
pasamos a los champanes enterrado tres que se habían muerto La
noche. fueron muchos de parecer que su señoría retirase a-
quella tarde al fuerte, lugar mas seguro por alguna embestida
no

no quiso pero de ninguna manera mostrar flaqueza al enemigo: y asi
se paso aquella noche con harto cuidado, porque si bajaba peligraban
por los menos muchísimos los heridos. se supo de algunos cautivos, que
realmente quiso embestir y [plocieza] de acabar con todo; pero que ima-
ginándose que haber muerto aquel día al señor gobernador que por su
Linda presencia pensaron fuese al buen Capitan Martin Monte; Juz-
garon ser necesario agradecer antes a Mahoma tan grande Vic-
toria con muchas ceremonias y borrachearías que hicieron aquella
noche con las cabezas de los nuestros muertos: como también sacamos
de la cantidad grande de luces, que vieron a la misma hora
en el cerro. Después de este asalto cuando nos retiramos La
tarde al real, escribió el señor Gobernador una carta aviso
Las Gonzalez dándoles parte de lo que había sucedido el día, y ordenán-
dole, que si por el sitio y gente suya sola juzgaba poder salir con el
cerro, embistiese valerosamente el solo: cuando que no, pro-
curase de retirarse honradamente al Real, a donde de dispon-
dría todo. Se dio la carta a [sosocan], para que luego por alguno de
sus Moros La enviase; pero nadie se fio llevarla, y así la volvie-
ron la misma noche al secretario.
La mañana muy temprano estaba yo diciendo misa en la mesquita,
cuando se comenzaron a oír los golpes de artillería y mosqueteria
en el cerro; señal que y a los nuestros estaban peleando. alborotase
luego todo el Real, y su señoría mando, que Don Rodrigo mar-
chase con toda la gente sana por el mismo camino del día antes por divi-
dir las fuerzas del enemigo. supuesto que ya Nicolas Gonzalez estaba
empeñado. yo proseguí La misa, aunque con harta dificultad por las mu-
chas lagrimas que causo el ruido de las piezas: y como que la decía por los
nuestros soldados difuntos; apreté mucho sus benditas almas, que nos alcan-
zasende Dios la Victoria que con su sangre habían procurado el día antes.
Acabada la misa decimos la letanía grande y nos pusimos todos en
oración era ver al señor gobernador de rodillas con sus lagrimas

a los ojos, y manos levantadas al cielo como Moyses dar socorro
y alcanzar la Victoria a los suyos. no había pasado una hora, cuan-
do vinieron dos soldados con la nueva de la victoria, y luego llegó
el Padre Melchior de Vera con las banderas del enemigo. no escribo
los abrazos, la fiesta y alegría que uno en el nuestro Real, porque
Mejor se le sabía VR imaginar que yo referir. Dio su señoría
Luego al soldado que trajo La nueva una bandera; y por el mismo
envió una encomienda a Nicolas Gonzalez.
Pues La manera como se gano el cerro, nos la dijo el mismo Padre
Vera de este modo. Marcharon todo el martes diez y siete, que fue el día
de la nuestra embestida, no por ser muy largo como y el dicho, sino por
estar muy malo el camino, y por andar en una a maca el dicho
Nicolas Gonzalez, que actualmente estaba tan achacoso y flaco,
que como el mismo me confeso después, La espada le sirvió el día
de la pelea de bordon; y un mozo le fue sustenando al brazo, que por el
peso de la rodela no podia levantarla tuvieron varios encuentros
de moros; que pero por no hacer ruido, llevaban orden de no pelear;
y asi no mataron por el camino mas que el cacique de Corralat
que lo hallaron escondido en un monte que predominaba al cerro:
y luego La mañana del miércoles, vigilia de San Joseph y día del
glorioso Angel San Gabriel habiendo Nicolas Gonzalez animando
los soldados y dicho les que por no tener retirada no había por
ellos otra cosa que el cerro o el cielo, embistieron valerosisima-
mente al enemigo que los aguardaba detras de un arbol
muy grande tendido en medio del camino; no teniendo por esta
parte otra fuerza de estacado o fosos, por no poderse imaginar
que por hay los viésemos de embestir estuvieron un rato pelear
lo: pero habiendo el Capitán Castelo que guiaba la vanguardia pa-
sado con algunos soldados de la otra banda del palo, los obligó
a desampara el puesto, y así fue siguiendo los con su gente sin dificultad
ni pe

ni peligro ninguno por la Retroguardia de las estacadas y fuerzas
hasta quedar señor de dos de las con cuatro piezas de Artillería, y de la
casa del Rey fuerte, en la cual tenia su dichoso con muerte de
muchísimos Moros a si por nuestros balazos, como por haberse despe-
nado con la hurda muy furiosa y atropellada que hicieron en una
ladera muy angosta que estaba a la salida de su misma esta-
cada por donde nos esperaban cayendo por justo juicio de Dios
en los mismos [Lacos] que habían armado contra nosotros.
Al mismo tiempo que Capitan Castelo con La Vanguardia sanó Las dos
estacadas; fue Capitan Bezerra con las Retroguardia al alcanza de otros
Moros que iban a juntarse con los que estaban de presido en la
tercera estacada que habíamos embestido nosotros por las van-
guardia el día antes y con la misma facilidad los obligo a
huir y a despenarse quedando señor de la fuerza y sus armar que
fueron Mosquetes de pinsote arcabuces campilanes [ett].
Los pacientes, criados y criadas de Corralat con otra mucha gente
suya que quedo aquel día cautiva, dijeron, que La noche antes
se había puesto un viril del santos sacramento que había robado
debajo de los pies, diciendo a todos que no había que temer porque ya
tenia Dios de los Cristianos debajo de sus Pies, y que supuesta La for-
taleja grande de sus cerros y estacadas, y los muchos
que tenían, sino lloviesen hombres del cielo, bien seguros estaban.
Pero que cuando La mañana Le dieron avisos que los nuestros em-
bestian por La retirada dijo a su mujer. Mal Lugar han es-
copido para mi Los Españoles: supuesto como he dicho que por
La Retroguardia del cerro no tenia defensa ningunas con todo
eso esta de buen animo, y guárdame aquí que quiero ir a hacer
con estos Lo que hice ayer con los otros fue, y viendo su mujer que ya
Los nuestros iban entrando; persuadió a sus criadas, que se despenasen
con ella por. no ser cautivas. Reusaron lo estas como mas cuerdas
y así quedaron nuestros esclavas; y la pobre Reina con un hijo

que tenia en sus brazos se despenó y quedo colgada en un Arbol con pena
cierro de todos por su buen natural conforme a la Relacion que nos
Dio el Padre de Dapitan que La conocía y por ser muy amiga de los
nuestros Cristianos cautivos embijando les a escondida La comida, en parti-
cular a los Religiosos; y viniendo con su marido cuando los Maltrata-
ba y a [fligia]. Despenada La Reyna llego Corralat herido
con un balazo en un brazo en busca de la; y viendo La ya muerta
se huyo por una de aquellas Laderas sin ser conocido A unos
Pueblecillos cuatro leguas del cerro, a donde ahora dicen que esta
curando. De los nuestros no murio Ninguno, gracias a Dios; queda
ron solamente siete o ocho heridos que ya estan buenos. Don Rodri-
go que había a marchado La mañana como dije con otra gente; sabien-
do por el camino La victoria embio Los soldados de refresco
Nicolas Gonzalez y el de volvió al Real.
Mire VR su pudiéramos nunca como decían coger el cerro
por hambre. A tenia sementeras, platanares, Un rio de muy
Linda agua, y seis en siete mil cestos de arroz, que por ellos
era muy grande provision. fortifico se Nicolas Gonzales con su
gente en dos puestos. Puso en la casa del Rey que había embargado
por su majestad el Capitan Becerra con cincuentas soldados
y el se quedo con los demás en la estacada principal a do estaban las piezas
hasta que se quemasen todos. Las cuatro piezas estacadas, casas, arroz
y sementeras, y se bajasen Las cuatro piezas de Artillería que se hizo en
dos días, con admiraron de todos, y de los Mismos con destables, que lo
tenían por imposible y lo vieran arrebentado si su señoría
no viese tenido tieso en que no había departir salta que bajasen
no queriendo que dijese Corralat que los españoles no
habían podido bajan las que el había subido: aunque el [lodic
co] con dos mil Indios en seis meses y los nuestros en dos dias
con cuatro Barigas.
No puedo negar que fue muy grande La alegría de este días
Pero

pero mucho nos [Lanerbo] La nueva de la muerte de los dos padres Reco-
letos, que su señoría con todo su poder deseaba libran de manos de los moros
porque aunque cautivaron tres en Pintados, toda via uno de los
fueron verlo con nosotros mismos balazos de los soldados de Nicolas
Gonzales el día que [cojio] la armada enemiga en punta de
San Sebastián, o lina de flechas. El uno mataron Los Moros
el dia que ganamos el pueblo debajo, porque huyendo los con sus muge-
res y cautivos al cerro arriba; ni pudiendo este buen siervo de Dios
caminar muy deprisa por haber estado enfermo a furia de palos lo
acabaron, y colgaron muerto en un Arbol para que nos lo viése-
mos del Real; pero porque estaba a lejos, aunque lo reparamos,
no pudimos afirmarlo; tanto mas que lo quitaron luego el día
siguiente, sin haber se podido saber que se hicieron el otro de
lo mataron por rabia arriba el mismo día, que Nicolas Gonzalez gano el
cerro aunque no murió el día siguiente en la mesquita de
abajo en frente al altar que fue lo que lo consolo muchisimo
por ver ya bendita con titulo de nuestra señora del buensuceso
La casa que poco antes había dejado dedicada a Mahoma, Acudi-
mos a su muerte cinco Padres que nos hallamos en el Real
y la mañana lo enteramos en la mar por no dejar aquel santo
cuerpo en las manos de los Barbaros. Cuando lo por amor
tajarlo que de pasmado en ver la cantidad grande de las heridas
y [Campilanasos] crueles, con que le habían despedazado todo el
cuerpo: y entonces admire la gran paciencia y su sufrimiento que tuvo.
Admiraron también los soldados el gran zelo [deteslo.] veron
porque cuando lo hallaron en un rincón del cerro de esta mane-
ra herido, no solo no se quejo, sino que pregunto luego, si habían
algún soldado herido para confesarlo; y diciéndole que no se
cansase porque llevaban un Padre de la por esto:
se alegro muchísimo y los rogó que lo llamasen luego para
confesarse el, como al punto acudió el Melchor de Vera

Al tiempo que lo bajaron al Real yo estaba con los enfer-
mos en la armada, dijeron me pero La tarde cuando volví, que
su señoría había hecho finezas propias de su piedad en el Padre
ayudándolo a concertar y poner en la cama; dandole con sus manos
de comer limpiándole La sangre de los heridas; y consolando con
muy tiernas y devotas palabras; en particular cuando comenzo
el cirujano a medicarlo; porque estando ya los vestidos pe-
gados con las heridas por haber pasado ya días medio sin hon-
rarse; fue grande la fuerza del dolor al arrancarlos con que se
resintió un poco. Le fue luego su señoría a la mano con las
memoria de la pasión de Cristo señor nuestro y tuvo tanta efica-
cia que como me afirmo después, ni palabra dijo ya mas mi
acción mostró contraria a una invicta paciencia de glorioso Martyr.
Confieso que Lavé sus heridas después de su muerte mas
con lagrimas de los ojos que con agua del rio por una santa
[embidia] que tan gloriosamente hubiese [acarlo] su peregrinación
Le pedi antes de morirse que me alcanzarse de Dios Muerte
semejante a la suya, o mas penosa en defensa de sus mas Ley:
Me lo prometio el [S. Varon], y lo espero por su intercesión
No por quejo le merezca; sino en pago de la gracia que sus
gloriosas heridas se le añadió con las cuatro postreras absolució-
nes que con mi particular consuelo le di. Por cierto dichosi-
simos Padres que han podido con sangre manifestar al mundo
el zelo y amor Divino que escondían a sus pechos.
Acabada la mañana de enterar al Padre que fue
el Viernes a dos días después de la Victoria
subimos con su señoría al cerro. pero era tan grande el he-
dor que había por los Moros muertos en los barranca
de nos, aunque muchos aun vivían por las voces y gemi-
dos de mucha gente que oía que apenas llegados vimos La
casa del Rey y Luego nos volvimos al Real, mandando que fuera
de los

De los ornamentos de las Iglesias, y armas por su majestad Lo demás se re-
partiese a los soldados sin reservar por si o por los suyos ni una blanca
Acción por cierto con muy grande razon alabadas y admirada de todos,
por no estar ahora en uso entre los Capitanes y Generales, y por haber
sido me parece, La primera en estas Islas Filipinas confirmando el con-
cepto en que lo tienen todos de caballero totalmente desinteresado, lo que
se [hallo] y repartió fue muchísimo dicen que vio muchas escriba-
nias llenas y muy pesadas. Lo cierto es que hay estaba todo tel tesoro
de Corralat, y cuanto había robado en tantos años no quiera saber mas
[V.R. ]los soldados han venido muy contentos y muchos muy ricos
buen provecho les haga que verdaderamente todo lo merecer, por
todos pelearon valerosisismamente de los ornamentos de las Iglesias
y vasos sagrados, como cálices, patenas, viriles, incensarios, crimeras, [VEa.]
que ya se han vuelto con grandisima puntiealidad a sus Dueños se lle-
no un cajon muy grande como de las cuatro Andas cargadas
de los pudo colegir [VR] en la procesión tan solemne que
[...] sus señoría en Manila el Domingo de la Trinidad en agrade-
cimiento a Dios por La Victoria. Solo me pesó en este día en que su-
bimos al cerro no haber tenido tiempo de buscan mis cuentas que
habia perdido el dia del asalto cuando por a placar La ira de
Dios partí muy apriesa por el medio mi sotana pero Dios quiso con
solarme el día siguiente, porque volviendo de la visita de los en-
fermos al Real me las dio su señoría que reconociéndoles en
mano de un soldado que Las había hallado bajando del cerro
Le dio no se cuantos pesos por ellas, y cierto de los merecieron
por ser del palo de los mártires quemados en Japon y por ha-
ber tocado todo el cuerpo de mi gloriosissimo Padre Francisco Javier
en Goa; que son Los causas, por quejo las quiero tanto.
Seis dias enteros gastaron en repartir, abrasan y destruir to-
do lo que había en Mindanao, y así a Veinte y cinco de Marzo día
de la Santísima Anunciada partimos a la vuelta de Zamboanga. No

No quiso Señor Gobernador La Vela antes de agredecer en el mis-
mo puesto a su divina Majestad tan grande Victoria; y asi se hizo una so-
lemne procesion del santísimo sacramento de la Mesquita a la fueren
llevando adelante su señoria La imagen del Santo Cristo y de San
Francisco Javier patron de la jornada con el manto blanco de su orden
con que se había comulgado Dando Los soldados con sus Mosquetes
y La fuerza con sus piezas unas ocho salvos reales con balas quede
mas de honrar La procesion sirvieron a limpiar los dos Mon-
tecillos de la emboscada que sin saberlo nos habían algunos
Moros armado para La nuestra embarcada se sacó estos de los
muertos que hallo poco después el Capitan Juan Nicolas
cuando volviendo del Rio de Bugayen quiso Ver el puerto que
habíamos cogido a Corralat. Acabada La procesion se dió
fuego a la Mesquita y fuerza y se comenzo a embarcan La gen-
te con buena orden en los champancillos del Armada.
Luego se despacho Sargento Mayor Palomino con cinco Cara-
coas y cien españoles [par...] con el Padre Melchor de Vera [...re]
sabia bien La Lengua fuese a buscan a Monca y Rey de Buga-
yen, y verdadero señor de la Isla de Mindanao (que este
otro Corralat aunque su paciente es Tirano) que esta doce le-
guas del cerro de Mindanao y tratasen con el de paces y de ser
tributario y vasallo de sus majestad Mientras ya dábamos La Vela
apareció a la playa Un nuestro Indio cautivo lleno lo la faluga
al nuestro champan, y nos dijo, como se había huido de las se-
menteras de los enemigos a donde lo habían tenido aque-
llos días preso: y que pasando por uno de los desbarrancaderos del
cerro había hallado una infinidad de moros muertos.
Dos o tres horas después de haber partido de Mindanao encontramos
el Capitan Juan Nicolas el Padre Pedro Gutierrez Rector de Dapitan
que con cuarenta embarcaciones, mil y dos cientos Indios aventureros
y cincuenta españoles venían de socorro a la nuestra Armada.
Los

Los despacho luego su señoría con nueva orden para el Sargento Mayor
Palomino, en la cual la mandaba que no obstante La primera in-
tención viese con toda la gente que le embiaba demás de coger en
todo caso a Moncay o por la menos le quitase Las armas con esto pro-
seguimos el nuestro camino y el Domingo de Pasión llegamos en
Zamboanga.
Recibió la fuerza su Capitan General que volvía victorioso con sal-
va Real y escuadron, y el Padre Gregorio Belin con capa y Te Deum
Laudamus en su Iglesia yo habiendo acompañado hasta las casas
Reales me fui a disponer en el Hospital para los enfermos
que aunque les habia acudido en Mindanao, y por el camino con
todo lo que había de la dispensa de su señoría, con todo eso por las
incomodidades de los champanes en que habían venido [forcosa mste ]
apretados para que los pudiese curar cada día el cirujano
que en la faluga de su señoría Los iba visitando; por falta de ga-
llinas venían muy flacos fui buscando Luego Las camas hasta llevar
Las de casa: encerre en una posento quema mando hacer Luego
se señoría en el mismo hospital cuanto pude coger de dulces y
otras cosas para el regalo de los enfermos: y en nuestro corral guardé
cuantas gallinas habian Venido en Zamboanga de Othon: porque
Los particulares Las dieron a su señoría; y el sin guardarse le
ni una tan sola por si, me las entregó todas para el servicio de los
heridos. Con tan buena provieron quedeme en el Hospital para
poder acudir de día y de noche al cuerpo y al alma de los enfer-
mos adelantados mucho de la visita personal, y cuidado continuo
de su señoria para que no le faltase cosa ninguna con esto y con
La devoción con que estaban y confesión y comunión general que
hicieron todos el Domingo de Ramos se hallaron el sábado
en que partimos de Zamboanga gracias a Dios La mayor parte
sanos y valientes.
Y verdaderamente quien vio el numero y calidad de las

heridas, no puede negar haber sido cosa Milagrosa, que de ochenta
heridos, fuera de los tres que acabaron La misma noches del asalto
en el Real, no muriesen mas que dos teniendo todas Las heridas
ponzoña; demás de ser muchísimas de por si penetrantes y mortales; como
vimos de los efectos que causaron en los enfermos, los sompites, baca-
cayes, y balas mismas que no obstante de ser todas mordidas, hallamos
también en el cerro que estaban metidas en un [tibor] lleno de ponzoña
La verdad es que yo me servi de algunas contras muy buenas que me habían
dado en Malaca: pero La verdadera contra fue mezclan con ellas Un
poco de reliquia de San Francisco Javier, que junta con la fe y devoción de los
enfermos y cirujano valentisimo hombre obro maravillas. Bien Las
experimentó el Capitan Marotto que ya estaba todo negro y agonizante, cuan-
do me llamó por confesarse y recibir Loa sacramentos. Mejor el Alfé-
rez Miguel a Mesquita, que hecho por la boca una noche tres sompites
que tres dias antes en el asalto le habian atrevesado la garganta. Mas
que todos un sargento de su misma Compañía a quien muy aprisa di La ex-
tremaunción, por tener pesado el estomago con un balazo, y echarla
sustancia de la comida por la herida: con otros muchos que estando y
desanclados en Mindanao van a hora caminando por Manila. So-
lo el Alférez Romero y el Alférez Mochuica murieron en Zam-
boanga de lanzadas que le dieron Los Moros ya ganado el cerro
por el camino, pero entrambos voluntariamente se compraron La
muerte con quererse dejan curar en manera ninguna.
Estaba entre tanto el señor Gobernador a guardando La vuelta
del Sargento mayor Palomino del Capitan Juan Nicolas de Bugayen
y en lugar de descansar estos días como todos pensaban, por los [trama]
los pasados; fue en personas con los soldados a trabajaren Un
foso que habia mandado abrir por trae un Rio de aguas
dulce a la fuerza que es lo que solo le faltaba; y ahora y a por gracia de
Dios a llegado, como habían de Zamboanga: pero antes de poner mano
a otras obras, quiso como señor tan pio, agradecer La segunda vez a Dios
La

La victoria con una fiesta al santísimo sacramento
y porque no faltase ni el valor ni la piedad del gran
Capitan Judas Macabeo; mando se hiciesen también
el siguiente Las honras a sus soldados difuntos aun-
que por mala dicha de las fiestas tocó predicar a mi
en entrambas Publico también un gran papelón de
mercedes, oficios y ventajas a todos los heridos en es-
ta jornada con que acabó de obligarse la solda-
desca toda en manera que ya no trata ni habla de otra cosa
que de su Capitan General; hasta los mismos marineros, de-
clandose que no quieren servirse de la merced de
pasar a la Nueva España, por perder La jorna-
da del año siguiente.
En estas ocupaciones se pasaron algunos dias, hasta
que llegó la nuestra Armada de Bugayen el Miércoles
Santo, y el día siguiente vino con tres caracoas el her-
mano del mismo Rey por embajador a tratar con
su señoría la confirma de las paces tratadas del
Sargento Mayor Palomino su puesto que no se había po-
dido ejecutan La segunda orden que llevaba Juan
Nicolas, por haber llegado tarde cuando ya Mon-
cay había venido a cuantas condiciones podíamos dese-
ar, hasta decir públicamente a los suyos que el que-
ría ser amigo y vasallo del Rey de españa por lo
cual que no quería ser lo, se fuese de sus pueblos. en
esta conformidad ofreció el embajador en nombre
del Rey su hermano al Señor Gobernador cinco cosas.
La de dar luego todos los cautivos que tiene Cristianos

La 2a de pagar tributo a su Majestad. La 3a de recibir
Los Padres de la Compañía para que públicamente ense-
ñasen a sus vasallos La Ley de Jesu Cristo. La 4a que
si quería tener una fuerza con presidio de españoles en
sus mismas tierras; Los trataría como hermano y la
5a de ser amigo de los amigos, y enemigos de los enemi
gos: y consiguientemente procurar de acabar a todo su poder
con Corralat o Vivo o muerto, y entregárselo de cual-
quiera manera en sus manos. Lo recibió su señoría con
grandísima Majestad en una silla rodeado de todo el mas
lucido de nuestro ejército muy lleno de galas y [bacarria
sesento] en el suelo de la misma alfombra el embajador
admirado de la magnificencia y gallandia del nuestro Capitan
General y sus soldados. Mandó luego al gobernador de la fuer-
za que lo hospedarse en su casa: y por el regalo que le
embio después de algunos cocos y gallinas, le dio unas
piezas de seda muy linda: pero por un sangley cauti-
vo que le donó en nombre del Rey su [herma], dijo
que no daba nada, por no ser aquel vasallo del Rey de es-
paña. Hizo el embajador nueva instancia, para que le em-
biase alguna cosa, lo menos algunas armas suyas: le respon-
dió su señoría que hasta entonces Moncay había sido ene-
migo y que como tal no merecía nada; pero que comenzase
a dar señas de su amistad con embian luego Los
cautivos [Vza.] que así bien presto experimentaría su
liberalidad al punto de Corralat le ofreció dos mil pesos
si se lo daban muerto y cuatro mil si lo entregaban
vivo; lo que de moro recibido con grandísimo gusto
por

por la codicia grande que tienen de dinero por lo cual mata-
ran a sus mismos Padres de manera que pienso, su puesto es-
to, que muy pocos habían de ser sus días.
El Sábado santo la mañana estando su señoría en la playa
para embarcarse, se vino a despedir el dicho embajador
y a recibir las cartas y capítulos de paces firmados hay en
su misma presencia. Y al fin mientras su señoría para
honrarlo a la postrera despedida lo abarcaba; de dijo el
Moro muy agradecido, que dentro se cuatro lunas (así dis-
tinguen los meses) habían de ir haberlo en Manila
Cosa que sumamente me consoló por la comodidad que
V.R. tendrá de enviar por el mismo los obreros
a tan abundante cosecha.
Luego disparo la fuerza toda su Artillería, respon-
diendo con su Salva toda La Armada y habiendo se el
señor Gobernador embarcado en su chapan, dimos La
Vela en demanda de Manila; y el embajador
para Bugayen; partió también el Capitan Juan
Nicolas y el Capitan Juan de Leon con Una Compañía
de cien españoles y mil indios con orden que habien-
do acompañado el embajador de Bugayen hasta sus
tiernas pasasen adelante con su armada, y rodeasen
toda La Isla de Mindanao hasta Dapitan, destruyendo
y abrazando todos los Pueblos y tierras que no quisie-
sen su [gestarse] a nuestra armas. fueron por Capellanes
del Armada el Padre Rector de Dapitan y el Fraile
Agustino que había venido por confesor de los Pan-
pangos.

Este mismo día partió de Zamboanga para la
Isla de Basilan el Padre Gregorio Belin con el
Capitan Xineros por la causa que ahora dire a V.R.
esta esta Isla frontera a la nuestra fuerza dos
leguas de ella; tiene tres en cuatro mil tributos
que se pagaban al Rey de Joló aunque han desea-
do siempre ser trubutarios de su Majestad Ultimamente
vinieron a dar obediencia los principales de la dicha
Isla al señor Gobernador en Zamboanga con que
mando que el Gobernador de la fuerza cobrase dichos
tributos, y los defendiese de Joló hasta que el año si-
guiente se sujete también el por fuerza de armas
al mismo tributo. Publicado este concierto vinieron
[dos] cientos principales Joloes con todas sus casas a una
Isla hay cercana para pasarse amorar en Zambo-
anga, y ser nuestros vasallos pero querían saber
el gusto de su señoría. Por esto fue al dicho capitán
con el Padre Belin para que los asegurasen y lleva-
sen ala fuerza; a donde con fio en dios estaban ahora
muy bien adoctrinados y dispuestos para el Santo Bautismo
y por que no tenia su señoría Padres por embiar a Ba-
silan, escribió al Padre Francisco Ángel en Virtud
de una potente amplísima que lleva de VR que de
La Isla de Negros pasase luego a Zamboanga
a do el Gobernador de la fuerza le daría soldados
para la guardia de su persona con todo lo demás necesa-
rio a la promulgación del Santo Evangelio en la
dicha Isla; a donde ya fue con grandísimo gusto,
con

conforme me avisa el Padre Rector de Othon, por haber sido La misión
de Mindanao el Principal motivo a la venida suya de españa en estas
Islas Filipinas. Pero no podia solo el Padre acudir a toda La Isla de mas en
Zamboanga quedan solos dos Padres; el Padre Melchor de Vera que por sus achaques
continuos harto hace en cuidar todas las obras de la fuerza de que lo en cargo su [Sa.]
como apersona insigne en la materia: y el Padre Gregorio Belin en atender a todo el
presidio de quien es capellán de manera que muchísimos Pueblos de moros que estan
alrededor de la fuerza como la caldera [esc...co] tienen quien los a doctrine
El Rey también de Sibuguey, que es un rio mucho mas fértil y abundante
que la Pampanga mientras estabamos en Mindanao, vino en persona al gobernador
de Zamboanga a pedir paces y Padres: y ya su hijo ha venido ahora con los Galeo-
nes de Terrenate por criarse en Manila y de la misma manera ir han cada
día viniendo todos los demás principales supuesta la caída tan miserable del
Principal Rey de estas Islas que era Corralat que al tenia quasi a todos tiránicamente
sujetos y como tributarios hasta el mismo Rey de Joló envió a Dato Achan que es su
valido y privado y el mas Valeroso y alentado Capitan que sea visto entre los Moros
[co... ssa... a] La confirma de las paces [...e] [a Dia ]venido a tratar su mu-
jer misma con nuestros Capitanes el año pasado: excusándose que no había venido en
persona el mismo por estar aguardando una armada con que le venia haber guerra
el Rey de Burnei confederado con los camucones sus enemigos.
Vea VR por [carid] cuan abundante cosecha se le ofrece en Mindanao y cuan pobre
de sujetos, y obreros está que adonde a me parecer fueran pocos cuarenta no quedan
mas de dos y cierto es lastima por ser una de las mas gloriosas misiones que se pueden de-
sear por no faltar a la evidencia del fuero grande, las esperanza de nobilísimos mar-
tirios. en fin basta que sea al Apóstol de la San Francisco Javier que fue el primero que
La predico el Santo Evangelio como consta de la bula de canonización con fio en la
Divina misericordia que las nuevas de tan gloriosa y tan deseada Victoria y con-
quista de la grande Isla de Mindanao en la corte moverán los corazones de
su Majestad y su Real consejo de Indias para que despachen muchos obreros este
año a tan gloriosa y abundante cosecha.
Esto es lo que toca a la nuestra jornada de Mindanao falta le solo La vuelta a Manila

La cual cierto por haber sido muy larga y peligrosa nos ha dado mucho que padecer porque
cualquiera Isla que encontrábamos habíamos de rodearla forzosamente toda, y por
cualquier parte que que [fiesemos] ir, luego el viento se ponía a la proa; con
tres o cuatro baguios (que son tormentas des echas) en las Islas de negros,
de Mindoro y Marinduque; que fue milagro propiamente de Dios por
particular protección de San Francisco Javier escapar libres de todos princi-
palmente en lo que tuvimos en la Isla de Mindanao se nos vendió el árbol
y pasó un [rollero] por encima de la nuestra popa tan caliente y tan
nuevo a los Pilotos y marineros, que viendo lo de lejos venir sobre Las
aguas me llamaron aprisa para que lo con [hurase], como hice: y cierto no
pudo ser otra cosa que diabólica por declararse visiblemente autor de tantas
hazañas, estorbos, y contrariedades el gran diablo de Mindanao, que de su silla
con tanto valor había se señoría derribado.
Pero si visible fue la obra del enemigo en los peligros muchos mas patentes
y clara fue la protección divina y del nuestro [Ls].en los mismos: como cuando nos
libro de algunos bajos [de...dra] en la costa de Manila, a donde irrepara-
blemente habíamos en callado [y...a] un champan que se [ab...] de donde [...mudar]
mos sin saberlo un día antes: y otros muchos que por no cansar VR no re-
fiero. Dos veces tomamos refresco por el camino por acudir a los enfermos
una en Iloilo a donde los nuestros Padres nos regalaron con muchos novillos,
terneros, quesos, y gallinas; La otra en Panay por el capitán y alcalde mayor
Don Francisco de Frias. Al fin porque los vientos eran totalmente por proas,
y realmente su señoría había padecido tanto por el camino que bastantemente
Lo declararse con referir a V.R. lo que el mismo me afirmo que de cuan-
do había padecido y pasado en Flandes y otras partes por servicio de su majestad
ninguna cosa llegaba a lo que había sufrido tantos días embarcado en un cham-
pan. Se resolvió desembarcan en Tayabas con el sargento mayor Don Pedro
su sobrino y el Capitán Lorenzo Ugalde enfermos que tenían necesidad del
Cirujano, y de aquí fuimos por tierra dos días de camino hasta la laguna,
de donde por el rio llegamos a Manila los diez y nueve de Mayo yo me
que de en San Miguel, los enfermos en Manila y su señoría La misma noche
pasó

pasó a Cavite donde tenia orden de aguardarlo su Armada. La cual
fue Dios servido que llegase toda entre cuatro días, y así el Domingo hizo
su entrada con la pompa y gallardía que V.R. vio y no se si repara-
ron muchos en lo que aconteció aquel día, porque de todos los cham-
panes faltaba un solo del capitán Don Gabriel Niño de tavora que
traía algunas piezas grandes del enemigo, y cuando se señoría
llegaba por una parte de Cavite por haber la entrada llegó por
La otra de Mariveles Don Grabriel Niño con que parece quiso
mostrar Dios La particular providencia suya en llevan toda
La Armada con salud; y la gloria y alegría grande que había
de causar en el cielo La dicha triunfal entrada en Manila: su
puesto que tan milagrosamente Junto todo sin que le faltase de los despo-
jos cosa chica ni grande bendito sea por siempre y alabado sus
caballero se ha servido dar al mismo tiempo el remedio a las Islas,
y castigo a la soberbia de estos moros que la menor cosa que decían
cuando llevaban cautivos últimamente Los tres Padres Recoletos
con tantos ornamentos y vasos sagrados fue que llevaban cauti-
vos preso al Dios de los Cristianos y que no había quien pudiese
resistir mas a Mahoma. Viense se echa de ver con las ex-
periencia. La verdad de la revelación que tuvo aquella santa
sierva de Dios y salvación de esta conquista.
Nuestro Señor Le de vida y salud para que pueda
acabar lo que con tanto animo y valor ha empecado
por gloria de su Divina Majestad. bien de esta con-
quista, y reputación de nuestras Armas, que por mu-
chos desastres estaban ya muy abatidas.
Esto es lo que se me ha ofrecido escribir a VR

de esta nuestra otro tanto Milagrosa cuanto gloriosa jor-
nada de Mindanao. falta solo que V.R. envíe
luego muchos obreros para sembrar la semilla
de Santo Evangelio y aun para coger en mu-
chas partes de la Isla La cosecha. Supuesta La gran
disposicion que yo dejé a la partida. Pesa me solo
la falta grande que veo de sujetos en esta Provincia
de Filipinas respecta a las muchas Misiones y Cris-
tiandades que están a su cargo: y mucho mas ahora que se le
abre una puerta tan grande que cierto si Dios no me vie-
se Clamado por otro imperio, me tuviera por muy dichoso
ser empleado de la obediencia a la espiritual con-
quista de los Reinos de Mindanao. con todo eso con-
fio a la intercesión de mis gloriosisimo santo Padre
San Francisco Javier que como fue el primer obrero
de esta Isla ha sido el protector y Patron de esta jorna-
da: no dejara de proseguir La obra en que se ha empeña-
do. tanto como sabemos: y así disporna Las cosas de manera
que vengan muchos de Europa estos años ha emplear sus trabajos
en tan gloriosa Misión. Por la cual supuesto como ya he dicho que no
merezco ser escogido: suplico lo menos VR se sirva con sus santos
sacrificios y oraciones alcanzar me del mismo santo que por la parte
que me ha tocado en la conquista de esta Islas me admita entre
Los obreros de algún otra Isla y conquista espiritual
suya; para que de esta manera trabajando nos todos en Mi-
siones propias de este grande Apóstol de oriente: poda-
mos juntamente gozar de su particular protección y amparo es esta
vida; y ser admitidos entre los devotos y queridos suyos en la otra
que Dios por su infinita misericordia nos conceda. Tay-
tay y Junio 2 de 1637.
Muy humilde siervo y obedientisimo hijo de V.R.
Marcelo Francisco Mastrili